Boletín n.º 185
24 de enero de 2021
Elkin Obregón Sanín
(1940-2021)
Elkin Obregón Sanín
(1940-2021)
* * *
La Corporación Otraparte lamenta la muerte del amigo Elkin Obregón Sanín (Medellín, 1940-2021), dibujante, pintor, poeta, narrador, traductor, editor y columnista. Fue autor de la historieta «Los Invasores», caricaturista durante más de veinte años en los periódicos El Mundo y El Colombiano y columnista de La Hoja («Desde Palinuro») y Universo Centro («Caído del zarzo»). Sus trabajos artísticos fueron recogidos en volúmenes como «Grafismos», «Más Grafismos», «Los Invasores» y «Trazos». Fue autor, entre otros libros, de «Titiribicito», «Avión llegando en la tarde», «Cine», «Los amigos», «Milagro en Milán», «Sobre las cartas de amor», «Soneto», «Versos del amor y de los otros», «Papeles seniles», «Crónicas», «Vejeces del cancionero colombiano», «Memorias enanas» y «Caído del zarzo». Se interesó por investigar y difundir la música popular colombiana y brasileña, y a mediados de los años sesenta creó el sello Discos Aburrá. Fue cofundador y socio de la librería Palinuro, en los últimos años trabajó como editor de la Cooperativa Financiera Confiar y en 2020, junto a Viviana Restrepo y Felipe Restrepo David, creó la editorial Otrabalsa. Su padre, Carlos Obregón, fue el arquitecto que imaginó la casa para Fernando González y su familia, y Andrés Obregón, su sobrino, fue el arquitecto que lideró el equipo de diseño de los nuevos espacios (Teatro y Biblioteca) que completan el Parque Cultural y Ambiental Otraparte.
* * *
* * *
Ninguno de estos oficios: caricaturista, retratista, traductor, lector empedernido, melómano, lo describe tanto como su capacidad para encender en torno suyo el fuego insigne de la tertulia. Su manera de oír, sus conocimientos sobre las materias más diversas, su total ausencia de pretensión cuando mete baza, reúne en torno suyo círculos dispares en edades, proveniencias, ideas y gustos, a los que Obregón recompensa bien con su conversación. El calor del aguardiente y el cigarrillo no están ausentes jamás de estas gratas «tenidas», como él gusta llamarlas. Otro rasgo muy suyo es la afición por los comics desde que era un niño y, casi desde ese momento también, su inclinación por la novela negra, por el género de suspenso y por sus clásicos. Por esto ideó un juego en torno a las misteriosas desapariciones de un tal señor García, en compañía de su amiga Nora Arango, para la revista La Hoja. No puede pasarse de largo el hecho de ser Obregón un arquitecto renegado, en quien el arte venció las exigencias de calculista y de diseñador de estructuras.
Ana María Cano Posada
(2013)
* * *
Fernando González por Obregón
* * *
Lezione
Por Elkin Obregón
En mis tiempos de estudiante iba con alguna frecuencia a Otraparte, a disfrutar de Fernando González. Solíamos ser cuatro los visitantes, tres hombres y una linda damita (lo sigue siendo), la más inteligente de nosotros, la que más gozaba del aprecio del maestro. Pero esa es otra historia.
A unos 20 ó 30 metros de la casa grande había una casita de tapia, al parecer abandonada, pues allí no se veía entrar ni salir a nadie (hoy no existe, una caseta nueva limita un vivero). Un tiempo había sido, después lo supe, depósito de materiales, aperos de labranza. Sobre ella hay por cierto una deliciosa anécdota, que por desgracia no cabe en esta página.
Solíamos ir a Otraparte en las tardes. Una sola vez, no recuerdo la razón, nos atrevimos a caer allá una mañana. El maestro no pareció sorprenderse por el cambio de horario. Lucía fresco y animado. Y ese día decidió invitarnos a la casita misteriosa, que resultó ser una sola habitación, con una ventana al fondo, cuyas paredes estaban forradas de estanterías, repletas de libros del suelo hasta el techo. El maestro tomó al azar uno y otro tomo, todos viejos, muchos en otros idiomas, auscultando en ellos vivencias y recuerdos. Pero se detuvo más en uno, de Leopardi, y empezó a leernos en italiano poemas de aquel autor, tan ajeno a nuestros propios —y escasos— libros. Al rato comprendí que no habría traducción, que aquella voz emocionada que pronunciaba vocablos extraños estaba oficiando, sin más prólogos, el poema de aquel día, de muchos días. Creo que Fernando González no leyó para nosotros, o que, al menos, no fuimos allí otra cosa que ese público difuso que a veces requiere alguien para poder de veras estar solo. No entendí muchas palabras, por supuesto; pero, a cambio, pienso haber entendido en todas juntas un recado secreto. Un largo tiempo duró ese diálogo. Y fue mi primera y tal vez única lección de poesía.
Fuente:
Obregón S., Elkin. «Lezione». La Hoja de Medellín, edición 293, marzo de 2007, columna de opinión Desde Palinuro, p. 11. Publicado también en: Obregón, Elkin. Papeles seniles. Edición propia, marzo de 2011, pp.: 22-23.
* * *
Elkin Obregón Sanín
Foto © Max&Douglas