Para leer a Fernando González
Alberto Restrepo González
(1997)
Abreviaturas de las
obras de Fernando González
— o o o —
~ 1 ~
Introducción
Fernando González es fenómeno humano único entre nosotros.
Desde niño estoy inquiriendo el proceso de su aparición y repudio; el sentido y el objeto de su búsqueda, tan dolorosa, solitaria y difícil; el significado y la validez de su mensaje, tan contradicho y deformado.
Luego de mucho cavilar sobre el enigma de su existencia, creo haber dado con las líneas esenciales de su búsqueda y con el significado de la metafísica vivencial, que constituye su hallazgo.
La filosofía de Fernando González sólo puede entenderse desde su drama vital, pues González no vivió para pensar y escribir, sino que, en razón de búsquedas y agonías personales y concretas, escribió y pensó lo que fue viviendo.
Nada hay en la obra de Fernando González que él no hubiera padecido y meditado, con dolor y gozo. Jamás intentó sistematizar conceptualmente pensamientos ajenos a sus emociones y problemas vitales de cada día: no le interesó, ni trató de conceptualizar lo que no hubiera vivido pasionalmente, surgido de su fisiología e instintividad más primarias.
Entre angustias y gozos, sin elusión alguna, vivió toda su filogenia, instintividad, emocionalidad y pasionalidad, y en un lenguaje totalmente suyo, sin otra intención que vivir intensa y auténticamente cada instante, fue consignando sus vivencias en las libretas que siempre lo acompañaron y que constituyen el germen de sus libros.
Sus obras son su confesión y su itinerario, no un elenco de pensamientos y conceptos ajenos a su experiencia, pues para él vivir fue afrontar instante a instante, desde su individualidad más desnuda y su solidaridad más comprometedora, sin elusiones especulativas ni sistematizaciones meramente intelectuales, la agonía de las vivencias fisiológicas, instintivas, pasionales, mentales, religiosas y espirituales.
Por todo ello, rechazó la lectura y la interpretación de su obra al margen de las vivencias que originaron su pensamiento y su palabra:
El libro tiene que quedar tal como me nació, sin cambios, sin supresiones, porque si no, tendríamos sermonario para señoritas histéricas. […] Yo soy artista de la vida, pintor de animales en celo. (er)
La obra de González sólo se puede comprender en la convivencia y la unificación vital. Para poder asimilar integralmente su mensaje, es preciso estar tan vivo como él, participar de su arrolladora capacidad de apasionamiento por la vida; su ilimitado sentido de convivencia con las múltiples formas de la manifestación vital; su asombroso poder de penetración psicológica; su desmedida lucidez de pensamiento y análisis; su aguda percepción del futuro en las latencias del presente; su fuerza ilimitada de enfrentamiento crítico consigo mismo y con la sociedad; su incontenible voluntad de sinceridad y desnuda inocencia; su ansia inagotable de verdad; su generosa capacidad de sacrificio de todo lo bello y lo grande a cambio de la dulzura del conocimiento; su inmenso poder de profundidad metafísica y vivencia mística; su decisión inquebrantable de llegar a la comunión con la Realidad, más allá de toda representación.
El valor, la vigencia, el poder de convocatoria y la perdurabilidad de la obra de Fernando González radican en su exuberante capacidad de vivencia y pensamiento, encarnados en su inconmensurable capacidad de goce vital, poder de afrontamiento de la condición humana, inquebrantable fuerza interior para vivir luchando en angustia, contención, renunciación y sacrificio; inusual capacidad de penetración crítica a la búsqueda de la realidad esencial; asombrosa capacidad de trascendencia, al margen de sistematizaciones conceptuales y de especulaciones teóricas.
Así parezca simplismo, la única manera de clarificar qué se preguntó, qué buscó, qué encontró y cómo logró sus hallazgos Fernando González, es recorrer, paso a paso, las experiencias de su vida, instintiva y emocional, minuciosamente consignadas por él como viajes pasionales; seguir pormenorizadamente el itinerario de sus viajes mentales, en el análisis implacable a que durante sesenta años, minuto a minuto y acontecimiento por acontecimiento, sometió la emocionalidad, la conceptualidad y los juicios con que expresaba sus vivencias; penetrar, con él, al universo de la Realidad no representativa o fenoménica, en el viaje espiritual.
Por no tomarse el trabajo de deslindar lo que en la obra de González pertenece al mundo pasional y lo que pertenece al mundo mental, que dialécticamente la constituyen, y por hacer caso omiso de la dialéctica itinerante hacia la Intimidad, que la vertebra y orienta, muy comúnmente los críticos la han presentado como un cúmulo de contradicciones desvertebradas, antinomias irreconciliables, rebeldías sin causa válida ni objetivo definido y esoterismos sin fundamento.
Frecuentemente, los lectores de González, al adentrase en el laberinto de «nimiedades trascendentales», agónicamente vividas, que constituyen el material de sus viajes pasionales, tan sensitiva, emocional, apasionada, angustiosa, contradictoria, temática, viva y detalladamente presentados en sus libros, acaban creyendo que sólo se trata de una maraña asistemática de atisbos, indicios, críticas, burlas, diatribas y contradicciones, que se anulan entre sí en impresionante mezcla de penetración intuitiva y ligereza crítica, primitivismo léxico y belleza conceptual, rigor dialéctico y vacíos metodológicos que no llegan a estructurar mensaje o doctrina filosóficamente válidos, ni constituyen síntesis coherente, ni conducen a meta alguna.
Otros, al tratar de analizar su obra como mero sistema mental, conceptual y racional, estructurado, según los cánones de la filosofía especulativa de Occidente, al margen del proceso vivencial que constituyó la vida y generó el pensamiento de González, al encontrarse en presencia de reactividad y actitudes emocionales primarias, personajes populares, entorno aldeano del trópico y lenguaje terrígeno, para ellos insignificantes e impropios del rigor filosófico, han encontrado imposible la inteligencia de un proceso dialéctico válido en la filosofía gonzaliana, temáticamente coherente (desde su adolescencia hasta su muerte), como viaje experiencial y reflexivo desde la causalidad hasta la libertad, desde la representación hasta la Intimidad.
Asumiéndose desde su instintividad más elemental, sin encubrimientos, esguinces, ni huidas, Fernando González no hizo otra cosa que convivir con el universo, a la búsqueda de Dios. Toda su vida luchó por un solo propósito: realizar su existencia en el Ser; llegar a actualizar en el Ser su latencia existencial. Su obra es el itinerario de su viaje, en la pasión, la meditación y la oración, desde la representación existencial hasta la Intimidad del Ser.
Sin embargo, no es infrecuente la obstinación de muchos de los estudiosos de su obra en minimizar o invalidar su búsqueda trascendental, que deviene en experiencia mística como caminar hacia Dios en convivencia con las criaturas, viviendo – padeciendo – conociendo – amando – muriendo – haciéndose las Bienaventuranzas.
Mientras el acercamiento a la obra de González se realice al margen de sus viajes pasionales, itinerario existencial, vivo, gozoso, angustioso, guerrero, sonreído, contradictorio, beato, imprevisible, siempre creciente, raizalmente latinoamericano; mientras no se asuma el rigor nocional, crítico, analítico, metódico, coherente y progresivo con que en sus viajes mentales desnuda sus vivencias pasionales; mientras no se trate de verificar la validez de la experiencia de Dios como metafísica vivencial, su filosofía permanecerá, como hasta hoy, enigmática, confusa, inextricable, generadora de reduccionismos y mitos deformadores.
De la vida de González nos queda su filosofía, caracterizada por el sentido de la nocionalidad libérrima, pero orgánicamente creciente, que la expresa; la rigurosa lógica vital que la orienta; la implacable dialéctica libertadora que la conduce; el consistente aparato crítico que la sustenta; la teoría o método de los viajes, que la vertebra como metafísica de las vivencias, que Fernando González encarnaba como sabiduría viva, coherente, desbordante de una rara fuerza que se imponía suave y poderosamente, sin que uno pudiera saber en qué consistía.
Es doloroso que a un siglo de su nacimiento se sigan multiplicando las imágenes míticas, fragmentarias, melosas, maliciosamente deformadas, reduccionistas, europeizadas de un Fernando González desfigurado: el filósofo de Otraparte, el brujo de Envigado, el repentista incoherente, el humorista desorganizado, el antiintelectualista sin rigor mental, el asistemático sin organicidad, el esoterista excéntrico, el loco irreverente, el provinciano vulgar, el crítico arbitrario, el rebelde sin causa, el crítico procaz, el fascista conservador, el panfletario resentido, el iconoclasta anticlerical, el hereje exaltado, el devoto revestido de rebeldía, el ateo disfrazado de místico, el copiador solapado de pensadores europeos.
Como Fernando González era un maestro, el único método que conozco para entender su obra consiste en recorrer, ordenada y sistemáticamente, su itinerario vital, leyendo sus libros, y luego verificar la validez de su filosofía haciendo los viajes que él hizo, entre luchas y contradicciones, y que patentizó, gozosa y apasionadamente, a lo largo de su vida.
Viaje pasional
Viajar pasionalmente es vivir la reactividad fisiológica, instintiva, emocional, afectiva, valorativa, dentro de los determinismos de la conciencia orgánico-emocional, en el tiempo y el espacio.
Agonía, dolorosa y difícil, del complejo mundo fisiológico-emotivo, en la que González se asume a sí mismo y asume a los seres, tal como viven y se representan en su yo conviviente pasional.
El viaje pasional es la vivencia de sí mismo, de los otros y de lo otro, desde lo que representan para el yo pasional, o sea, desde lo que cada uno vive de sí, de los otros y de lo otro, según la instintividad, la fisiología, la reactividad y las formas elementales de la conciencia; desde lo que uno mismo y los otros y lo otro significan para el yo, según la imagen apasionada que el yo se va formando de ellos, en cuanto los vive temiendo, dudando, agrediendo, despreciando, gozando, insultando, sufriendo, valorando.
Al recorrer el itinerario de los viajes pasionales de González, vivimos la lucha entre las embolias hereditarias y la voluntad de superación por el método y la heroicidad; la sensualidad desbordada, que lucha entre el deseo y la disciplina, el amor posesivo y el amor sacrificial; el combate entre la avidez de gloria y figuración, y la búsqueda de libertad e intimidad; el enfrentamiento entre el deseo de acomodamiento y la exigencia permanente de contención, dominio de sí, renuncia y sacrificio, de la belleza y el goce, al espíritu; el afrontamiento de la contradicción entre la voluntad de dominio, que utiliza, y la voluntad de convivencia amorosa, que respeta al otro en su padecer y en su ser; la confrontación entre el instinto de espaciotemporalidad, encarnado en el miedo a la muerte, como voluntad de eternización en la existencia fisiológica y el goce sensual, y la conciencia creciente de la voluntad de ser, en la categoría de eternidad.
El mundo pasional o de la conciencia fisiológica, y los viajes pasionales que en él se realizan, pertenecen al universo de los contrarios: bien y mal, bello y feo, agradable y desagradable, deseable e indeseable, y es lugar donde aparecen las contradicciones irreconciliables de la obra de González.
El padecimiento de las vivencias contradictorias no sólo no es evadible, sino que tiene que ser asumido hasta que se logre consumir la pasionalidad, agotada la cual es posible realizar el viaje mental, que pone al descubierto los constructos contradictorios de la pasión.
Por razón de la estructura misma de su filosofía, no es posible entender el universo filosófico de González sin las contradicciones; pero, por razón de esa misma estructura, tampoco es posible permanecer en las contradicciones pasionales, pues sería anclarse en el viaje pasional, con exclusión de los viajes mental y espiritual, lo cual equivale a la destrucción de la dialéctica fundamental de la filosofía gonzaliana.
Viaje mental
Viajar mentalmente es vivir la actividad lógica, conceptualizadora, judicativa, raciocinadora, inteligenciadora, concienzadora, según los determinismos propios de la mente humana en el tiempo y en el espacio, para desentrañar, mediante el trabajo mental, los contenidos o imágenes o emociones o formaciones pasionales generadas a lo largo de los viajes pasionales y vertidas en los conceptos con los que, a medida que se fueron viviendo, se fueron expresando las vivencias pasionales.
El viaje mental es trabajo de desnudamiento, objetivación o concienciación, que permite descubrir qué pasionalidad encierran y expresan los conceptos, aparentemente inocuos y pretendidamente objetivos, pero vivencialmente portadores y expresivos de las pasiones que los originaron, las cuales ignora el hombre que los emplea como si fueran puramente racionales y objetivos.
El viaje mental, al desnudar los conceptos de las pasiones que portan y expresan, permite comprender la pasionalidad operante en los diversos mundos espacio-temporales y pasional-mentales, a través de la conceptualidad y los valores que los rigen; superar la oposición entre contrarios, pasionalmente generada y conceptualmente transmitida; entender la realidad viva que integra, más allá de toda oposición, los contrarios pasionales y mentales.
El universo generado por los viajes mentales de González es un universo dialéctico, ascensional, en el que no hay contradicciones, sino crecimiento dialéctico generado por la inteligencia al hacer la crítica de la pasionalidad conceptual.
La filosofía de González no tiene por objeto la construcción de un sistema conceptual, sino la comunión con la Intimidad o el Ser; pero no se realiza sin pasar por la fase o viaje mental, que purifica los conceptos de la pasionalidad que los generó y que ellos contienen.
Es posible, pues, desentrañar el desarrollo dialéctico de la conceptualidad de González, cada vez más clara, más amplia y más exacta, y discernir cómo, a través de un proceso de experiencias vitales, claridades mentales y precisiones formales, la conceptualidad de la filosofía gonzaliana crece y se estructura cada vez más.
Viaje espiritual
Viajar espiritualmente es vivir, fuera de pasiones y mente, tiempo y espacio, divisiones y contradicciones, multiplicidad y apariencia, y cualquier otra forma de pasionalidad, pensamiento y juicio. Es intuir o entender vivamente («inteligenciar»), sentir o realizar interiormente («concienciar»), la reconciliación o superación de toda contradicción entre opuestos. Es superar la conciencia fisiológico-pasional y mental-conceptual, en la forma superior de conciencia: la Amencia, que más allá de pasiones y mente, es, en la Intimidad de la Realidad, y no en la apariencia de la representación. Es ver con el Ojo Simple, o sea, llegar a la realización del principio de la sabiduría: Saber es Ser. Es ser la Beatitud o Bienaventuranzas, en la que todo es Unidad o Realidad o Sustancia o Ser o Dios o Nada de lo que existe. Es el Segundo nacimiento, o Reconciliación de contrarios en la plenitud de la Realidad, Presencia o Intimidad. Es la Beatitud, en el Silencio y la Amencia, por medio del Suicidio, dentro de la categoría de Eternidad, por obra de la Inteligencia, Presencia o Intimidad que hay en el hombre.
Realizados los viajes pasional y mental, se vive, se conoce vivamente, que pasiones y conceptos son imaginaciones y representaciones que no contienen ni expresan la realidad, sino las reacciones emocionales y mentales del yo que somete la realidad a su dominio y le impone los determinismos de la fisiología y el instinto, la pasión y el pensamiento, en categorías de tiempo y espacio.
Desnuda, ya, de asideros mentales y pasionales, gracias a los viajes pasionales que agotan los instintos, y a los viajes mentales, que desnudan la pasionalidad y la conceptualidad, la conciencia encuentra que la Realidad (así pueda percibirse manifestada fenoménicamente en el orden pasional o mental, temporal o espacial, granulada en individuos, dividida en opuestos, llamada con nombres), esencial o sustancial o íntimamente, no es nada representativo ni representable, y que por lo tanto, para llegar a vivir la Realidad, no puede haber nada de pasión, ni de pensamiento, ni de emoción, ni de conceptos, ni de juicios divisorios y calificadores, sino solamente la total superación de los conceptos, o sea, el Silencio; la total superación de los discursos y los juicios inductivos y deductivos, analíticos y sintéticos, o sea, la Intuición viva o Mirada del Ojo Simple; la total superación de la mente, o sea, la Amencia; la total superación de las coordenadas existenciales, o sea, el Suicidio Cristiano; la total superación de las representaciones o apariencias o formas existenciales, en la comunión o contemplación del Ser o Padre o Néant o Dios, lo cual, en categoría de Eternidad, constituye el Paraíso, la Beatitud, las Bienaventuranzas.
* * *
Objeto del presente estudio
El intento del presente estudio es recorrer sistemáticamente la vida, o brujería o teología o mística o filosofía o metafísica de Fernando González (que de todos esos modos llamó su búsqueda), para ver cuáles son los contenidos de su mundo pasional, en padeciendo; cuáles, los de su mundo mental, en entendiendo (conversión del mundo pasional en pensamiento, por el trabajo analítico, inductivo-deductivo de la mente conceptualizadora); cuáles los de su vivencia del mundo espiritual, en amando-orando, al llegar (superada, a través del Suicidio cristiano, la existencia pasional-mental-espacial-temporal) a la comunión con el Ser, Realidad unitotal, Esencia amor, Sustancia única, Presencia, Intimidad, Néant o Dios Padre, que fue la culminación de los viajes de Fernando González.
Se trata de trabajo didáctico, de «maestro de escuela» suramericano, para «libertos suramericanos»; es decir, de construcción didáctica, instructiva, transmisora de nociones portadoras de vivencias de sabiduría, que busca sistematizar los contenidos de la obra gonzaliana para ayudarle a entender a la gente que quiere conocer, recibir y vivir el mensaje de González.
Qué vivió, pasional, airada, gozosa y contradictoriamente, dentro de las categorías existenciales de espacio y tiempo, en la conciencia fisiológica.
Qué vivió mentalmente, qué pensó, que juzgó y qué crítica dialéctica, ordenada y progresiva realizó, dentro de la categorías mentales, para discernir los contenidos pasionales encerrados en los conceptos en los que fue vertiendo lo que había vivido pasionalmente.
Cómo pasó del existir al ser, o sea, cómo llegó de la contradicción y la convivencia con los seres, en la representación, el padecimiento y el pensamiento, a la comunión con el Ser, y cómo logró mirar, con la mirada del Ojo Simple, en el mundo de la Amencia, en la categoría de eternidad, fuera de las coordenadas espacio-temporales y pasional-mentales.
En el centenario de su nacimiento, quienes somos testigos de la lucha inconcebible, desmedida y solitaria que Fernando González sostuvo por llegar a la comunión con la Realidad, nos sentimos llamados al esfuerzo por realizar una presentación integral, orgánica, sistemática y coherente de su vida y de su obra, que tal vez aporte algo al rescate de su personalidad de hombre siempre veraz, caminante desnudo, luchador coherente, viajero hacia Dios, inmisericordemente sometido a reduccionismos atroces, mitologizaciones enfermizas, superficialidades y deformaciones lastimosas.
A riesgo de que esta obra resulte ser lo que González mismo llamó «Fernando González para niños y señoritas bien educados» (er), el presente estudio pretende constituir un manual propedéutico construido con base en superabundantes citas de la obra gonzaliana, muchas veces deliberadamente repetidas, como ayuda pedagógica a los posibles lectores que quieren comprender cómo estructuró González una filosofía orgánica cuyos temas y búsquedas fue madurando desde su niñez hasta su muerte, mientras los vivía gozosa, tormentosa y contradictoriamente en la conciencia fisiológico-pasional; los reflexionaba inteligente, crítica y progresivamente en la conciencia mental; y los consumaba, en la trascendencia contemplativa de la Amencia o Bienaventuranzas, en la conciencia espiritual.
Partiendo de su mundo ancestral, hasta llegar a la clarificación del hecho y la experiencia cristianos, trataremos de presentar, a manera de suma, cada uno de los grandes temas de la filosofía de Fernando González.
En una segunda parte atisbaremos su vivencia de Latinoamérica, su experiencia cristiana y su vivencia mística.
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~ 2 ~
El ancestro
¿Cómo ve, Fernando González, el drama del mestizo latinoamericano? ¿Qué representa para él, y desde qué óptica lo mira? ¿Cómo asume su condición de blanco criollo? Esas son las preguntas que trataremos de responder en este capítulo, pues resulta evidente que la pregunta por el ancestro es fundamental para quien, como Fernando González, tiene un profundo y permanente sentido de la unidad vital entre los seres, y vive ascendiendo a sus raíces, como el pisquín de su casa de Otraparte. (t ii)
La noche misma de su muerte, en las últimas líneas que escribió, lo encontramos enfrentando el drama de la muerte y de la inmediatez del encuentro con Dios, desde su condición ancestral de González Ochoa:
1.º Yo soy una concreción de materia organizada que reacciona en el cosmos; 2.º Yo soy una concreción de materia organizada animal que reacciona en el mundo; 3.º Yo soy una concreción de materia organizada humana (hombre)… que… ídem; 4.º Yo soy un colombiano; 5.º Yo soy un envigadeño; 6.º Yo soy un envigadeño González Ochoa; 7.º Un González Ochoa Fernando…; y… yo soy el que conozco eso y sé que soy reacciones y que el Único o Todo no reacciona o es reacción sino Eternidad —Eternidad es categoría del Todo—.
Yo tengo o soy esa idea Todo.
Soy conducente, muriendo —naciendo—.
¿Qué soy yo? ¿Yo? Nada. Creatura. Acepte o no acepte soy nadie en Dios (1).
* * *
El afrontamiento de los
determinismos filogenéticos
González asume su ancestro desde la convicción de que cada individuo encarna y representa un drama necesario, determinado por la vinculación a seres y hechos pasados, en los que la representación futura de cada uno estaba presente como latencia:
¡Cuán innumerables son los caminos por los cuales puede ir nuestra vida! […] Cierto es que no puedes escoger entre ellos, que el pasado fija tu camino venidero. (pv)
La ley consiste en que toda apariencia estaba potencialmente en otra que le precedió en el tiempo, o mejor, en otras, porque todo, todo viene del coito de seres o acontecimientos. (dm)
Cada uno lleva en su estado actual toda su historia. Los individuos y los pueblos llevan en su felicidad o su desgracia los indicios de su pasado. (dm)
Cada hombre, único e irrepetible, es solidario con toda la vida pasada, y porta el alma de sus antepasados, en virtud de la necesidad lógica vital:
Aquí estoy, Lucas. Soy el instante presente. […] Al mismo tiempo soy toda mi vida pasada, todos mis ascendientes. Yo soy mi obra; soy el autor y la obra. Soy ahora nada más, pero también fui. (msb)
Indudablemente que Manuel es una resultante de fuerzas psíquicas; cuando penetremos bien en don Mirócletes, Abrahán y todos los otros parientes, sonreiremos y diremos: la vida es un serrucho en cuanto a la lógica. (dm)
Nuestro daimón natalicio es único. Nuestro ombligo de cada uno es único. […] Mi presencia fisiológica o daimón fisiológico es único. ¿Y quién otro tiene los «complejos psíquicos» que fueron mis padres y abuelos, mi gente, mis convivientes y los que nacieron de mis personales experiencias únicas? El daimón o presencia psíquica mía es única. (t i)
Por ello, entre los descendientes de una misma estirpe hay solidaridad de origen, acción y destino:
Cada hombre lleva el alma de uno de sus antepasados… El abuelo don Juan, el abuelo don José… (pv)
El camino de cada hombre se diversifica del común camino de los ascendientes, en cuanto deja de amar lo que ellos amaron:
Cuando uno se estudia a sí mismo, encuentra que su alma es hecha de pedazos del alma de los antepasados. Estos días he estado meditando en las historias que nos contaba nuestra madre y el abuelo Juan se me ha aparecido como una visión futura de mí mismo… […] ¡Todos ellos siguieron un mismo camino…! Hoy llega a mí, que me he separado de lo que ellos amaban, [el bordón con que caminaron los abuelos], y me acompaña por un nuevo sendero. «¡Ya no es la misma la senda!». (pv)
La tarea del hombre no consiste en reproducir la imagen de los antepasados, que en solidaridad de origen se remonta hasta el primer hombre, sino en autoexpresarse y patentizarse originalmente, en lucha con sus determinismos ancestrales:
Busca la manera de no parecerte a tu abuelo: esa es la máxima. La vida es como un papel que no tuviese ninguna forma por ser infinito. Y de ese papel indeterminado, cada hombre, por ser finito, recorta un figura determinada… Yo te aconsejo que no saques de ese papel el mismo muñeco que sacó tu abuelo. (pv)
¿Qué me importan los antepasados? Yo debo autoexpresarme. En los actos a que estoy habituado se manifiestan Adán, Eva y Mirócletes Fernández; ahora me toca a mí. (dm)
* * *
Ancestro y autoanálisis
A partir del análisis de la historia y la psicología de sus ascendientes, afrontó González el problema de la vitalidad continental:
El problema de la vitalidad. […] Hace cinco años y tres meses que toda mi actividad gira alrededor de este problema. Al estudiar a mis conciudadanos, al estudiar a mis parientes me guía el ansia de resolverlo. […] Resuelto, lo quedarán también el problema de América y sus gobiernos, el problema biológico. (dm)
En su ancestro materno, Ochoa, descubre el origen de su anhelo de unidad interior, que deviene en anhelo de experiencia mística:
De esta familia materna heredé mi anhelo ansioso de unidad anímica. Tú ves cómo Abrahán tiene gran impulso volitivo. En él, como en toda mi familia materna, un deseo y una idea perduran hasta realizarse. Les ocupa todo el campo mental y no hay lugar para la tentación. […] En tales individuos, la idea mística se presenta de un modo realista. Para ellos Dios es un socio comanditario, una ayuda para la realización de su ideal. (dm)
La sensualidad vigorosa, que lo acompañó hasta los días finales de su existencia:
Ahí voy con mi «yo», siendo mi «yo», […] a los setenta años soñando juegos juveniles, acariciando «esas manos enfermas»… Es mi abuelo, Macario Elías; son sus coordenadas en mí; tuvo cinco mujeres y muchos hijos en otras allá en lo que llaman la Casa Vieja, en el boscaje a orillas de la quebrada Circe. […] Entiendo que soy esas coordenadas que se disfrazan de «bondad», de «paterna castidad»…, para perpetuarse. (t i)
Yo soy el padre Elías, nieto de Macario Elías el engendrador, que engendra entendiendo, entendiendo… (t i)
¡Murciélago revoloteador! ¡Curita cocineril, velero, corruptor de menores! Porque eso eres; eso fue tu abuelo Macario Elías […]. [El padre Elías] condenado a su mundo que le apareció cuando fue puesto en la Tierra con «herencia» o individualidad, o sea, predispuesto. Una predisposición única formada por todo el pasado. (t i)
Su talante de hombre temático, dominado durante años por una idea o por un problema:
¿No recuerdas la historia del abuelo Juan, aquel viejo maniático y enfermo? Pues mira: cuando uno se estudia a sí mismo, encuentra que su alma es hecha de pedazos del alma de los antepasados. Estos días he estado meditando en las historias que nos contaba nuestra madre y el abuelo Juan se me ha aparecido como una visión futura de mí mismo… (pv)
De sus ascendientes paternos y maternos proviene su amor a la vida y a la grandeza humana:
De ambos padres heredé el amor por la vida grande y bella. (dm)
De la contradicción entre el anhelo de santidad, proveniente de los cromosomas González, y la sensualidad heredada de los Ochoas, su anarquismo sensual:
A pesar de que mi tatarabuela materna era hermana doble del mago José Félix, el espíritu Restrepo es muy ajeno a mí, por lo prevalente de los cromosomas González Ochoa, que por los primeros es una gana loca de ser santo, y por los Ochoas… ¡Los Ochoas somos muy negreros…! ¡Un anarquista, un viejo anarquista es esta piltrafa de loco sensual que habita en Otraparte! (jfr)
De la contradicción entre la autoafirmatividad de los Ochoas y la inseguridad de los González, su actitud antitética permanente:
De mi madre heredé la convicción celular de que soy yo, de que nada debe resistirme, de que soy el mejor de los hombres. Pero viene la tragedia. […] Como mi padre era un gran voluntarioso, su debilidad impresionó grandemente cada una de sus células, y yo nací sin unidad psicológica. Con una gran potencia volitiva y con un convencimiento subconsciente de mi impotencia. […] Ahí tienes explicado cómo los amigos me llaman el filósofo y al mismo tiempo los criados no me oyen, no me obedecen, llamo por teléfono y no me entienden. (dm)
En sus ascendientes Ochoa y Arango encuentra la raíz del espíritu airado que siempre lo acompañó:
Es difícil gozar del instante cuando uno desciende de gente irritable como los Ochoas. (msb)
Cuando no me domino, hablo del mismo modo que mis tíos y abuelos: dogmático, imperioso. (msb)
Mi letra del principio de este diario era diferente, más firme y voluntariosa. La última es el caballo desbocado de mi padre Juan de Dios. (msb)
¡Cuán fea y repulsiva es mi parienta… cuando habla! Siempre se desborda; parece un río de dogmatismo. Es una corriente nerviosa desenfrenada. Al oírla, me digo: «Recuerda siempre, Lucas, a tu tía, y no te enojes ni pierdas la serenidad». (msb)
Con estas cosas vivo airado. ¿No ve que tengo la herencia de los Arangos? ¡Qué duro parentesco! Por ello vivió atormentado, como serpiente en celo, aquel jesuita Fernando Arango. (ce)
La solidaridad ancestral, constituye, por decirlo así, una gran personalidad corporativa en la que pasados y futuros constituyen un solo hombre, cuya representación y agonía es casi patente:
Acaban de irse mis primas Petronila y Felisa. ¡Muy viejas! Petronila, Martina, Felisa… Yo soy, después de ellas, el más viejo de los Ochoas. Conversamos de cómo murieron y de qué todos los parientes. […] Tengo angustia por los Ochoas que han nacido, pero nada por los que murieron. ¿A qué vendrían estos nuevos? Cada vez que me hablaba del hijo de fulana, o de aquella prima, etc., me preguntaba a mí mismo: «¿A qué vendría ése? ¿A digerir qué? ¿A qué representación?». Y casi veía esas vidas, el sentido de esas vidas nuevas, y, hecho curioso, me parecía saber cómo iba a agonizar cada uno. (lvp)
En la solidaridad ancestral encuentra razones explicativas de su manera de actuar y vigorosas motivaciones orientadoras de su obra:
Todos mis actos son puras debilidades, / pues son los mismos actos de mi tío Jesús; / son los abuelos que actúan en mí… (dm)
Don Octavio Ochoa, mi tío abuelo, […] se distinguió por la blancura de los pies, por el amor a los caballos y por el celibato. Este mi tío abuelo amaba a los amigos mucho más que a los caballos, amaba piernas y brazos blancos, curvas disimuladas; amaba las raíces de los grandes árboles… Por ahí me he ido yendo para descubrir los orígenes de mi pasión por el Hermafrodita Dormido […]. Entre Tony y mi tío Octavio, acompañado por el recuerdo de ambos, estoy escribiendo mi libro predilecto, llamado Mademoiselle Tony. (ce)
* * *
El drama del criollaje
y del mestizaje
El drama latinoamericano es conjunto de múltiples y disimiles dramas, generados, todos ellos, por el drama común vertebrador de conquista, colonia y mestizaje: el del indio descubierto y conquistado, el del negro expatriado y esclavizado, el del criollo minusvalorado, el de mestizos, mulatos y zambos menospreciados y envilecidos.
Desde su situación de blanco criollo, mezclado de indígena, analiza González el mestizaje étnico-cultural, drama del hombre latinoamericano:
Criollos son los descendientes de los colonizadores españoles, que conservaron el color blanco, pues mezclados lo somos todos. (ant i)
Cristo en mí, descendiente de la hija del Cacique Ayurá. (cr)
No se trata de un gracejo; González alude al entronque del pueblo antioqueño con el pueblo chibcha, que se desentraña así, según las genealogías de Flórez de Ocariz y de don Gabriel Arango Mejía:
El general Pedro Martín, compañero de Gonzalo Jiménez de Quesada, en 1530, y una indígena chibcha, anónima, padres de Pedro Martín Dávila.
Pedro Martín Dávila y su compañera, de nombre desconocido, padres de Juana Martín.
Juana Martín y Rodrigo de Carvajal, padres de Mencia de Carvajal (la joven o la moza).
Mencia de Carvajal y Diego Ruiz de la Cámara, padres de Juana Ruiz de la Cámara.
Juana Ruiz de la Cámara y Juan Guerra Peláez, padres de María Josefa Guerra Peláez.
María Josefa Guerra Peláez y Alonso López de Restrepo, padres de Alonso de Restrepo Guerra.
Alonso de Restrepo Guerra y Catalina López Atuesta, padres de Alonso de Restrepo López.
Alonso de Restrepo López y Ana Vélez de Rivero, padres de Juan José de Restrepo Vélez.
Juan José de Restrepo Vélez y María Luisa Guerra Peláez, padres de Vicente de Restrepo Guerra.
Vicente de Restrepo Guerra y Catalina Vélez de Rivero, padres de Josefa María de Restrepo Vélez.
Josefa María de Restrepo Vélez y Miguel Uribe, padres de Petronila Uribe Restrepo.
Petronila Uribe Restrepo y Juan de Dios Ochoa (hijo de don Lucas de Ochoa), padres de Benicio Ochoa Uribe.
Benicio Ochoa Uribe y Domitila Estrada, padres de Pastora Ochoa Estrada.
Pastora Ochoa Estrada y Daniel González Arango, padres de Fernando González Ochoa.
Para González, que acepta gozosamente su mestizaje, es bueno y natural que manden los mulatos (mestizos), pues las minorías blancas son impropias para América, y el mestizaje es la fuente donde subyacen las fuerzas vitales autóctonas y está el futuro del continente:
El blanco no es de aquí. Desde tal punto de vista, es bueno y natural que manden los mulatos. (ant i)
Desde su conciencia de mestizo latinoamericano, González vive el drama racial, como crítico de la mentira de la transculturación de Europa a América, y como instigador de la manifestación de la originalidad racial y cultural latinoamericana. Desde su conciencia de blanco criollo, descendiente de vascos y asturianos, lo vive como hombre nostálgico, decadente, opinante y crítico inútil de banca de plaza pública, sepulturero de una vieja cultura y de un viejo hombre, desadaptados e inadaptables al universo latinoamericano.
Como suramericano blanco, prima en él la conciencia de cristiano vascongado, individualista, metafísico, ajeno al sentir mestizo de patrias y patriotismos:
… Lucas de Ochoa es vascongado. Ninguno de su familia, radicada en Suramérica desde 1768, ha sido «patriota». Los vascos, como los judíos, son gente separada por… Jehová. No sirven para eso de «patrias». (lvp)
En cuanto blanco, vive el drama sociológico de los criollos: minoría blanca de pueblo pobre, supervivientes agónicos, solitarios, desubicados e inoperantes, que viven de espaldas al futuro, entre el general mestizaje latinoamericano:
En Antioquia hemos quedado unos cuarenta [criollos blancos], casi todos culirrotos. Por Cali no pude ver ninguno; dicen que en Popayán hay muchos, pero muertos hace tiempos, sólo que no los han enterrado; los tienen dizque para mostrarlos al turista. De Bogotá no se sabe nada. (ant i)
Su drama psicológico es el de los blancos latinoamericanos: incapacidad de acción, por desadaptación; añoranza de la patria lejana, como conciencia de destierro; hiperestesia del sentido metafísico, a la búsqueda de indicios de la realidad de Dios y de los mundos posibles:
Barrera no sirve sino para hablar de la situación, siempre mala. Es de familia española, bellísimas uñas ovaladas y dedos puntudos, pero sucias y negras por el carbón y la mugre. […] Todos los Barreras son así, quejumbrosos, como desterrados de una patria bella que no saben en dónde queda; muchas ganas de trabajar, pero no saben. Los españoles degeneran por aquí en el trópico. Barrera y yo somos pájaros mancos. Parecemos dioses y somos opinantes de banca de la plaza. (me)
En las latencias del momento, por imperativo de las leyes genéticas y sociales que rigen el determinismo evolutivo, percibe la inminente desaparición del exiguo grupo de criollos que pueblan el universo latinoamericano:
No crea usted que existan ya «hombres blancos». Hay unos diez o treinta, muy culirrotos y muy degenerados, por ser hijos de primos, nietos de primos, bisnietos de primos y así, hasta aquellos barbudos y crueles que vinieron con Belalcázar, Robledo y Balboa. ¿No ve que la fuente blanca quedó segada con la Independencia? Cruzamientos, degeneración y vicios acabaron con los godos. Los que ahora dizque sostienen «las buenas ideas» son mesticitos, […] zambitos. (ant i)
Desapareceremos. Nuestros hijos tendrán que casarse con mulatas. Somos los últimos. (ant i)
* * *
Conclusiones
Es preciso conocer la actitud de Fernando González ante su mundo ancestral para poder explicarse su multifacética personalidad, airada, áspera, individualista, introvertida, anarquista, sensual, piadosa, religiosa, temática, metafísica, mística y enamorada de la vida.
Sin una clara visión de su posición y actitudes ante el problema ancestral, no resulta posible entender qué quería decir al repetir, incesantemente, que vivía, a la vez, la solidaridad ancestral y la lucha por la originalidad y el desnudamiento de los atavismos que encarnaron sus abuelos.
Su filosofía del ser, desde la representación latinoamericana, no puede ser entendida al margen del problema del mestizaje, que es el problema radical del continente.
Sin claridad sobre su condición ancestral y su actitud frente a ella, resulta imposible explicarse su conciencia de «filósofo de Suramérica» (n), que, como blanco criollo, vasco y asturiano, vive la desadaptación y la angustia del eclipse de los blancos, y como mestizo latinoamericano, descendiente de indígena chibcha, compañera del general Pedro Martín, es crítico implacable de los mestizos convertidos en híbridos estériles, por vergüenza de su mestizaje, e instigador permanente de la autenticidad continental y de la utopía de la autoexpresión latinoamericana.
— o o o —
~ 3 ~
La niñez
¿Fue Fernando González un converso tardío, realizador de una mística senil? ¿Los problemas filosóficos que afrontó, y las actitudes que tomó al hacerlo, son incoherentes e imprevistas? ¿Puede hablarse válidamente de un Fernando González senil, a la huida metafísica?
El objeto del presente capítulo es tratar de ver, escrutando sus obras, cómo aparecen en su infancia más temprana los rasgos fundamentales de su carácter, su personalidad, sus intereses y sus campos de lucha, y, como resultado de la búsqueda, poder avalar o improbar el postulado gonzaliano que dice:
Cada uno lleva en su carácter la ley que debe cumplir. Si atiende, desarrolla y cultiva eso, será grande como «El Ruiz». (er)
* * *
Perfil caracteriológico
En la niñez de González encontramos nítidamente definidos los siguientes rasgos de carácter y de interés existencial:
Espíritu de caminante
Infidelidad, como insatisfacción de quien anda siempre a la búsqueda de la verdad, por lo que González se autodefine como «cabezón e infiel», a natura:
«Mi madre me parió cabezón, pero infiel». ¡Infidelidad connatural! […] … cuando estaba ocupado con Teanós y con la hija de la propietaria del café «La Cigarra», iba a la iglesia de la calle Paraíso y me paraba contra una columna, buscando. […] Infiel, insatisfecho siempre, semejante a un viajero que llega y ya está de viaje, y cabezón, porque siempre, desde niño, estoy buscando la verdad. (er)
Capacidad introspectiva
Desde la infancia he vivido meditando, parado en los rincones o al pie de los árboles (er).
… no fui niño desgraciado sino hundido por mí mismo, el muchacho que vivió en la calle con caño en donde aparecí. (cr)
Espíritu agonista
… respecto de las muchachas no me han gustado sino las que no se acuestan; que las atizo, las atizo, y apenas me dicen que sí, ya no me gustan. También me acuerdo que no me gustaban sino los juguetes que no podían comprarme, los imposibles. Entonces, ¿qué principio hay detrás de estos hechos? Sencillamente que el placer lo causa la resistencia […]. (ce)
… yo agonizo desde que mi madre me parió cabezón e infiel y me dediqué a eso […]. (lvp)
Sensualidad contradictoria
Atractivo sensual y metafísico; amor y odio a la carne; lucha permanente entre el atractivo del goce sensual y el gozo de la experiencia metafísica:
… de niño metía el dedo en los frascos de perfume y chupaba, y a los siete años lo vio [su padre] pálido y tembloroso acariciándole los pechos a la negra Chinca. (dm)
¡Ay, que siempre, desde mi tierna infancia, he sido tentado duramente por la carne; ella ha sido mi gran amor y mi odio! (hd)
¡Soledad triste mi niñez, si no hubiera sido por la intensidad de los sueños solitarios, atisbando las muchachas entre las arboledas y en el huerto familiar! ¡Deleitaciones espiando a las muchachas que leían novelas mientras yo escuchaba a sus pies! (hd).
Cuando era niño, yo comía tierra y quería ver a las muchachas desnudas. Nos íbamos Conrado, Cipriano, Juan de Dios y otros, a escondernos en los rastrojos de la orilla del baño de la Ayurá para ver a las amigas que se bañaban en camisa. (hd)
Mi madre me parió cabezón, pero infiel; Dios me atrae, pero las muchachas no me dejan. (mc)
Tres son las mujeres con quienes he imitado a José: la criada Margarita, en mi niñez, cuando estudiaba donde los jesuitas y vivía con mi tío Baltasar. Con ésta fue por incapacidad material, que es el más cruel de todos los remordimientos. Teanós, de Atenas, y Tony, de Alsacia. ¡Variados remordimientos que me causan las tres mujeres que me amaron y de quienes no gocé, ya por impotencia, ya por estar enamorado de una imagen propia, o sea, enamorado de la superación! (er)
Espíritu de soledad y anarquismo
Con mi tío Silverio comía tierra; tenía doce años cuando murió. Alma pálida como su cara pecosa. Pasó como sombra. Todos lo olvidaron a mi compañero de banquetes terrenos. (hd)
Siempre he estado con los descontentos. Nunca satisfecho. (er)
Desde niño supe que de mí no emanaba virtud, es decir, que no era conjunto de maneras e instintos, sino un anárquico. (ant ix)
Sentido metafísico
Interés, admiración y capacidad de interrogación sobre los problemas metafísicos fundamentales: personalidad, conciencia, esencia, santidad:
Allí nació Manuel [Fernández], en 1895, a las tres de la mañana, con dientes, o sea el filósofo de Suramérica y de la personalidad. (dm)
No debería importarme ni el dinero, ni la fama, ni el honor, pues desde niño me apellido filósofo. ¡Cuán hermoso este nombre! Significa el esencial, despreciador de todo, menos de la conciencia. (msb)
Una mañana, durante mi niñez, amaneció una rosa en la punta de una vara alta y joven, en el patio de casa; el sol la acariciaba. Allí me quedé buscando, con el aspecto de quien busca, al menos. Cuando leí que Sócrates permanecía parado afuera, a la intemperie, durante horas y hasta días, me alegré mucho porque ya tenía un santificador. Durante la niñez y juventud me había creado motivaciones […]. (er)
Sentido moral
Voluntad de lucha y renunciación, y conciencia de responsabilidad:
¿No fui un niño monosilábico, parado en los rincones, suspenso, solitario? Mi niñez fue una preparación para renunciar. (er)
Desde la edad de ocho años busco el triunfo sobre mí mismo y desde tal edad no ha habido día que no haya una derrota. (ce)
… yo estoy podrido desde que nací y mi alma está tan insegura, que grito: ¡Ma… mamá…! (ant ix)
Dificultad para la síntesis y la afirmatividad
Desde mi niñez he vivido en el límite de sombra de la ciencia; entre ésta y lo desconocido hay siempre una zona atrayente, sombreada, pecaminosa, ilegal. Ahí es donde me ha gustado morar. La ciencia oficial no ha tenido mi amor. La revolución está entre las leyes y el porvenir, zona agradable… Entre la ciencia y la oscuridad completa hay otra, a media luz, como de amanecer; ahí he vivido. No me ha gustado lo que cualquiera puede saber si compra un libro y se sienta en un taburete. (er)
Sentido angustioso de la muerte
En nuestra aldea, allá en nuestro Envigado, nos atormentó la niñez la tumba del suicida liberal Burgos, que murió impenitente y cuyos huesos reposan en el muro sur del vetusto cuadrilátero de cipreses, en el lado que da a un platanar. Allí se apoderó el diablo de su cuerpo, el diablo convertido en musicales y dulces abejas angelitas. (vp)
¿Sabe que desde niño yo tenía el siguiente mal?: meditaba en el instante en que moriré, lo actualizaba, y me desvanecía en angustias horrendas. (rpo)
Conciencia nítida del llamamiento de Dios
Dios me llama a gritos. Desde mi infancia me está llamando a gritos, y, cuando me pongo a escuchar, parezco un diosecito. (er)
Te he llamado desde la niñez. […] ¿Qué has hecho de mis voces? (ant viii)
… y sobre todos los seres he amado desde que nací a Jesucristo y a Sócrates. Han pasado milenios y aún continúan siendo la aurora de la humanidad. (er)
… soy un nadie, un yuquero envigadeño, un transeúnte, peón azadonero que desde que lo parieron está subido en aguacates, mangos, guayabos, atisbando para «conocerlo de vista». (rpo)
¡Qué bueno escribir un librito o vivir una vida que no huela a yo, al medidor! Esa fue mi ambición desde niño. Un librito que huela a Gracia del Espíritu Santo. (t i)
… fui desde niño una inmundicia inenarrable, pero desde que dije yo fui también una gana de conocerlo de vista, tan grande, que mi patrono amado como a mi padre ha sido siempre Zaqueo… Y es tan inmenso este amor, que a veces digo, para consolarme: «¡Sí, sí, yo fui Zaqueo!… ¡Yo Lo vi de vista de ojos en Jericó!». (cr)
Dentro de la conciencia del llamado por Dios y del anhelo de hallarlo, se inscriben su tempranas búsquedas de santificación, por el conocimiento y la experiencia viva y personal de Dios:
¡Las estatuas y pinturas vestidas! ¡Qué desilusión fue la nuestra cuando hace veinticinco años le alzamos el vestido al intrépido Pablo de Tarso allá en la sacristía de la iglesia de nuestro pueblo y vimos que su cuerpo era un tablón de madera ordinaria! Comenzó así lo que ha llamado nuestra anciana tía la pérdida de nuestra fe. Desde entonces no creímos en los santos de Envigado [y] le perdimos el miedo al brioso Pablo; le perdimos el respeto y nos hicimos jefes liberales en nuestra aldea. (vp)
Sentido de vinculación radical a la comunidad eclesial
… nací teólogo; me considero gente de iglesia. Cuando me paseo por los atrios de los templos, me parece que estoy en casa. (er)
Fui a la misa de la iglesia de la calle Paraíso, a pedirle muchas cosas a la Virgen María, así: que yo estiraría mi brazo —la voluntad— y que ella me llevara para donde quisiera… «Hágase tu voluntad». Esto me lo enseñó la hermana Belén, en Envigado. (sal)
Yo creo, vivo, que así yo estoy segurísimo en la Iglesia. ¿Quién puede arrojarme si Él no quiere, y Él no lo quiere, porque desde niño, sucio como el más pintado, lector de todo lo prohibido, viajero por vericuetos, me siento amarrado a la Iglesia…? (cr)
* * *
Conclusiones
La reconstrucción de la niñez de Fernando González, a partir de sus obras, deja en claro cómo, desde sus primeros años, en la antítesis, el agonismo y el amor a la vida, vivió a la búsqueda de Dios.
Agónica y contradictoriamente, González crece como hombre proclive, por una parte, a la introversión, a la pasionalidad desbordada, a la antítesis, a la sensualidad, a la crítica implacable y al anarquismo, y, por otra, a la lucha incansable por la liberación, a la capacidad desmedida de renunciación y sacrificio, a la búsqueda permanente de la verdad, a la convivencia amorosa con la vida manifestada, a la realización de la santificación en la comunión con Dios.
Hasta el día de su muerte reiteró con firmeza la unidad de búsqueda, espíritu, actitud y propósito de su vida y de su obra.
Nada de repentismos, ni de contradicciones inexplicables: a lo largo de toda su vida y de toda su obra, dentro de un mismo espíritu, en total coherencia de actitudes y acciones, Fernando González enfrenta, asume y madura unos mismos problemas hacia un mismo objetivo: la comunión con Dios.
Los mismos cuestionamientos básicos:
… sólo interrogo lo mismo que en mi niñez. (msb)
Los mismos ideales:
… eso es lo que vengo buscando desde niño; un hombre seco, varonil, capaz de no traicionar su ideal, aunque tenga que sacrificar a todos los hombres; uno que encarne un ideal bello y todo lo supedite a ese ideal. (dm)
La misma conciencia angustiada e ingenua:
… desde la infancia me apareció la conciencia de la vejez. (dm)
Todos dicen que soy como un niño. En verdad, no puedo obrar sino como eso; mi actitud, mis modales e intenciones son de niño. (n)
A la hora de la muerte, González era el mismo de su niñez, en cuanto desde la infancia, sin cambiar jamás de objetivo, no hizo otra cosa que irse pariendo a sí mismo, a la búsqueda de Dios:
¡Yo todavía estoy vivito, está vivito aún aquel niño de la calle con caño, calle envigadeña que moría en la mangada El Guáimaro! (cr)
… soy la calle con caño que muere en El Guáimaro. (cr)
Y no he cambiado de objetivo: desde niño u óvulo atisbo la juventud eterna y la busco y rebusco en caños, albañales, cuevas, muchachas y viejos. Desde niño me definí o conocí como el que atisba a Dios desde su letrina: por eso, para cumplir la misión, nací en mí, una letrina, y nací en Colombia, otra letrina. Yo no soy converso: me repugnan los convertidos: ¿para dónde se convierte uno? Uno, un hombre, es cagajón que flota en El Océano de la Vida. Por eso dijo Pablo, patrono de los viajeros: en La Vida somos, nos movemos y vivimos. (cr)
Con su cuento, padre Ripol, usted acabó de partear a «este viejito» que habita y está pariendo hace 68 años en los aledaños de la quebrada La Zúñiga. (cr)
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~ 4 ~
Los jesuitas
En el mundo envigadeño, de su primera infancia, y en el colegio de los jesuitas, a donde llegó a los ocho años, y estudió ocho más, Fernando González descubrió sus embolias congénitas; tomó conciencia del vicio solitario o perversión mental e imaginativa; se planteó los grandes problemas filosóficos y existenciales; definió sus actitudes fundamentales ante sí mismo y ante la vida; orientó, definitivamente, el camino de sus búsquedas.
¿Conservó González un recuerdo vivo, grato y amoroso de sus maestros jesuitas, o, por el contrario, recordó con dolor, menosprecio, rechazo y sentimiento condenatorio a sus maestros de infancia y adolescencia?
Durante toda su vida González volvió, una y otra vez, a sus años de jesuitismo para reencontrar las raíces de su drama, reafirmar sus principios, criticar su camino y luchar contra la inautenticidad y la perversión latinoamericanas; de ahí la importancia de responder el interrogante sobre la posición de González ante los jesuitas.
Objeto del presente capítulo es tratar de aclarar, desde los textos gonzalianos, cuál fue su experiencia de sus años de jesuitismo, cuál su valoración de esa vivencia y cuál la apreciación de sus maestros jesuitas.
* * *
El drama
Avergonzamiento por la incontinencia nocturna
Debido a que en el Envigado de 1903 difícilmente era posible terminar la escuela primaria, a costa de grandes esfuerzos, dada la pobreza familiar, Daniel González envió a sus hijos Alfonso y Fernando a Medellín, como alumnos internos del colegio de los jesuitas, de donde en los días libres iban a la casa de uno de los tíos paternos.
Fernando se encontró, entonces, enfrentado al drama de la micción nocturna, que compartía con Marco Aurelio, el paje de la casa, que tocaba guitarra:
Me había ido a pie por el camino para Robledo a recordar a Marco Aurelio, el paje que tenían en casa cuando mi niñez, y que se orinaba en la cama como yo. (dm)
Ya anciano, al reflexionar sobre la transitoriedad representativa del yo, recuerda todavía vívidamente la dolorosa conciencia de su yo de interno del colegio de los jesuitas, humillado y asombrado a causa de las micciones nocturnas:
… donde los jesuitas vivió humillado y meado en la cama, asombrado por el padre Aguirre. (lvp)
El afrontamiento de la embolia de la micción nocturna, y del avergonzamiento que le causaba, hizo del drama infantil de González una lucha heroica que lo llevó a descubrir el hechizo del método y la filosofía de la lucha por el crecimiento en conciencia:
[Lucas Ochoa tenía] ocho años cuando lo mandaron don Juan de Dios y su madre doña Petronila al internado de los Reverendos Padres. Lucas, en aquel entonces, se orinaba en la cama dormido. El padre Aguirre, un gigante rubio, vascongado, le dijo una vez: «No beba agua, muchacho, ni tome sopa». Ahí comenzó Lucas a reconcentrarse, a rumiar sus tristezas. Y a tal extremo llegó su obsesión que culminó en un sistema heroico que desde entonces comenzó a hacer de Lucas el hombre de los métodos, hasta llegar a ser el que pronuncia esta palabra por sílabas: mé-to-do. Quitaba el cordón a uno de sus zapatos y se amarraba heroicamente. En cinco experimentos quedó curado Lucas. Y entonces, a la edad de ocho años, escribió su primer ensayo psicológico acerca del Dolor. En él sostenía que cada célula es una conciencia. Hay que buscar el origen de las grandezas en los incidentes pequeños en apariencia. Pero no alarguemos esto; por sí mismo es demasiado trascendental. (msb)
Sentimiento de abandono paterno
Para Fernando González, su padre Daniel era un Dios:
En mi niñez, cuando mi padre me castigaba, recuerdo que, acurrucado en un rincón, detrás de una cama, me estaba horas enteras murmurando: «Viejo tripón». Y, sin embargo, mi padre era Dios para mí. Es un modo de gastar la energía, cuando sale a borbollones, en palabras gruesas y sápidas. (lvp)
Para el niño de ocho años, tímido, aldeano y solitario, el drama del envío al internado, el avergonzamiento por la incontinencia nocturna y la dureza de carácter del tío se convirtieron en sentimiento de abandono paterno.
En sus obras encontramos, persistente y dolorosamente reconstruida, la vivencia infantil del sentimiento de abandono paterno.
Crueldad el tío paterno, en cuya casa residía:
… el ebrio de don Mirócletes lo abandonó al trato cruel del tío materno, Abrahán Urquijo. (dm)
Muy niño [Manjarrés] quedó huérfano y fue criado por el tío que ya dije que le tuvo de paje aprendiz de triquiñuelas. (me)
Cuando murió el borracho, por haber bebido alcohol impotable en feria de Itagüí, el tío jurisconsulto se llevó al niño. (me)
Apego a los animales y amor elemental a la criada de su tío, como paliativo a su sufrimiento:
En las tablas de una de sus ventanas [de la casa paterna] se lee lo siguiente, escrito con lápiz y muy borroso: «El 24 de abril de 1905 murió el ternero de Manuelito». La letra es infantil, y el sentimiento que trasciende de la casa abandonada, las puertas decaídas y el letrero, es metafísico. […] Fue lo primero que escribió. […] Se revela que […] el ebrio de don Mirócletes lo abandonó al trato cruel del tío materno, Abrahán Urquijo. (dm)
El verdadero padre de Manjarrés, si lo es el que ama y no el que engendra, fue un perro, mezcla de danés y de lobo, llamado Holofernes. Parecía un ser humano, sin los defectos de éste. […] Pero el amor intenso de Holofernes fue el huérfano. […] Esa noche Holofernes salió en carrera loca hacia el riachuelo, y al otro día lo encontraron destripado por un ómnibus: «Parece que mi padre se suicidó», fue la única frase que obtuve de Manjarrés acerca de su familia. Al decir «mi padre» se refería al perro. (me)
… Margarita, / la ojiverde dentrodera de la casa / situada en la calle «San Antonio», / dentrodera / de mi tío, el cruel Ubaldo Ochoa… (ce)
Esfuerzo metódico de crecimiento personal a través de la búsqueda de razones trascendentales para afrontar su drama:
Estando de curial [en casa de su tío] dio principio a eso tan en boga entre los tímidos, que llaman «educación de la voluntad». (me)
El mundo de los sentidos es una apariencia desvaneciente, y detrás está la esencia, dice el que se hace filósofo con el primer dolor. A costa de lágrimas es como se intuye a Dios. Así, yo perdí a los siete años un ternero en quien había puesto mi amor filial, y escribí una frase sincera y profunda. (dm)
* * *
Descubrimientos positivos
Afrontando el doloroso drama de su niñez y viendo vivir a sus maestros jesuitas, González realizó los descubrimientos fundamentales que no sólo reforzaron sus determinismos ancestrales y sus rasgos caracteriológicos de infancia, sino que orientaron y maduraron sus búsquedas. Con los jesuitas descubrió las posibilidades y el valor del método; en su vida los jesuitas y el método constituyen una unidad vivencial.
Descubrimiento del método
El significado y el valor de la disciplina como camino de superación:
El jesuita es el hombre de la regla; el hombre que disciplina su inteligencia y sus pasiones; el hombre interesante; en algún sentido es el hombre superador que buscamos. Las normas de san Ignacio para unos ejercicios espirituales y para una vida son método científico y completo para hacer del alma lo que la voluntad desea. Viven los jesuitas conforme a normas preestablecidas para cada uno de sus segundos, y todos sus actos, todas sus abstenciones tienen por finalidad controlar la carne y el espíritu, doblegarlos, esclavizarlos, para llegar a ser una obra de arte, un hombre perinde ac cadaver. El hombre de la regla es el interesante. ¿Cómo pueden serlo los conformes, los que no inhiben sus pasiones, los que vibran reflejamente a toda solicitud? El hombre de la regla va cincelando día a día, en noches de insomnio, en luchas interiores trágicas y durante toda su vida, su alma conforme a su ideal. Y estos ignacios quieren ser parecidos a la imagen que tienen de Jesucristo. Los amamos y los admiramos: de entre ellos salió François-Marie Arouet, y nosotros vivimos con ellos. (vp)
El afrontamiento del dolor como método libertador de las embolias, que embellece interiormente:
Los jesuitas ejercen gran atracción en nosotros. Únicamente en los monasterios se tiene un ambiente de vida del espíritu. Allí hay tentaciones, luchas, caídas y arrepentimientos; allí hay disciplina; vive el hombre perfeccionándose conforme a un método. Las consolaciones espirituales y los estados de sequedad, esas delicias sólo las experimenta el que lucha con sus tendencias. El alma del místico es interesante como selva del trópico. […] Son figuras interesantes; son monstruos de fealdad o bellezas espirituales desarmónicas; pocos son los mediocres; santos o sátiros; espirituales o satánicos… (vp)
El método. ¡Francamente que el método es lo más conmovedor! Yo no puedo dejar de querer a los jesuitas, porque allá hablaban mucho de eso. (msb)
La posibilidad del propio perfeccionamiento a través de la introspección:
Nosotros, bachilleres jesuíticos, hemos premeditado, hemos abusado de nuestra razón desde aquel lejano año de mil novecientos dos hasta esta cima dorada en que nos encontramos. Y nada hemos ejecutado; premeditábamos en los sutiles labios de las primas y en la dulce sonrisa volteriana. Nos recordamos acurrucados en el rincón penumbroso de la capilla, al lado del confesionario, de esa severa casilla en donde tuvo sus orígenes la psicología introspectiva, revisando nuestra alma, desplegando sus dobleces, atentos, buscando los animalillos de nuestra premeditación, con fruiciones de placer superiores a las que experimenta la mujer hermosa que recorre con sus dedos sensitivos las medias de seda. Nuestro mayor pecado estaba en el goce del examen; agrandábamos el animalillo para asombrar al padre Cerón. El pecado es lo que hace interesante al hombre. […] Y nuestras almas se perfeccionaban así en el pecado; allí fue donde aprendieron los veinte tomos de los siete pecados capitales. […] Sí; nosotros somos los hijos del confesionario; esa fue nuestra universidad; allí fue nuestro maestro de psicología el diablo que con su cola prensil hurgaba y revolvía nuestras almas… (vp)
¡Qué cosa tan deliciosa es la membrana pituitaria! Para recordar los pecados, por ejemplo, nosotros olíamos; por eso, siempre conservábamos un fragmento de la ropa o de la cabellera (¡aquellas cabelleras de antaño en que se ahogaba uno!), y cuando llegaba el momento del examen de la conciencia, en el rincón del confesonario reburujábamos los bolsillos y olíamos. ¡Era como reburujar la conciencia! Se nos aparecían vivos, palpitantes, nuestros pecados, esos sueños prolongados como un mar soporífero. (vp)
Todos vosotros, queridos maestros, estáis en nuestras membranas pituitarias. ¿Cuál es ese olor? ¿Por qué no podemos definirlo? Es grueso y al mismo tiempo rápido. Al sentirlo la carne se encabrita, surge, y, al mismo tiempo, el espíritu siente dolor de contrición. ¡Eso es! No conoce la delicia del pecado sino quien peca contra la voluntad, o sea cuando el Mundo, el Demonio y la Carne, que son uno, la Mujer, tientan al espíritu […]. Gusta del pecado quien lo aborrece o lo teme. (vp)
La literatura ha sido mi panacea; es una necesidad espiritual, sucedáneo del confesonario. Tanto me confesé donde los jesuitas que si no lo hago ahora, me extingo. Mis lectores reemplazan hoy al padre Mairena y, curioso, en uno y otros he hallado incomprensión. Pero ambos han sido instrumentos y nada importa que no entiendan: la cuestión es confesarse. (er)
Descubrimiento de la moral
La moral como lucha y heroísmo:
¡El jesuita! Indudable que es la comunidad religiosa más interesante, por castos, por estudiosos y por las disciplinas psíquicas. […] El aire ignaciano es propiedad de ellos […]. Imperan en todas partes. Madrugadores, activos, completamente sugestionados de que La Compañía es el Cielo o el camino más recto para él. Tienen razón. Santa Teresa lo afirma. Son insuperables en el respeto a la castidad, inflexibles. De ahí, creemos, su triunfo. Sólo el que siga a Ignacio puede triunfar de la carne. Ninguno de ellos sobresale en originalidad, pues ésta es contraria a su espíritu, pero todos ellos son ilustrados, metódicos, gente heroica. (db)
Descubrimiento de la noción de «ancha presencia» o grandeza de alma o egoencia o personalidad o espíritu inmortal
Ancha presencia es la capacidad de vivencia de realidad y esencialidad, o sea, de humanidad:
Ancha presencia […]. Todos hemos tenido experiencia mayor o menor de lo que es ancha presencia. […] [Ser] esencial. (ant xiii)
Los jesuitas fueron para el adolescente González modelos vivos de belleza y honradez humana:
… conocí al padre Elías, que usaba un pequeño sombrero; era un gorrito sobre su gran cabeza. Fue la primera vez en que vi cómo una prenda de vestir, fea de suyo, se hacía bella por la personalidad. El alma del padre Elías irrigaba el sombrero, echaba raíces en el sombrero. ¡Cuán bello iba el jesuita! […] Entonces comprendí que era la grandeza de alma la que embellecía todo lo exterior, incluso los vicios. (dm)
Recordamos, revivimos a nuestros maestros y confesores […]. Pero el que más influyó en nosotros fue el padre Quirós, flaco, limpio, pausado y agradable en toda su persona. […] Sus dientes eran largos y gruesos, blanquísimos, y las encías, muy grandes y muy sanas. ¡Qué curioso! ¡Era el director del infierno! En el infierno de los jesuitas están los buenos libros prohibidos; es la biblioteca de los libros buenos. Así continúa el maestro Voltaire viviendo con los jesuitas, pero… ¡en el infierno y en compañía del agradable padre Quirós! (vp)
Algo de ancha presencia tuvieron aquí en Medellín el doctor Uribe Ángel, los padres Quirós y Muñoz, jesuitas. (ant xiii)
Descubrimiento del espíritu de la tesis y el espíritu de la antítesis
El espíritu de la tesis, propio de los jesuitas y de los representantes del establecimiento social, se expresa como seguridad de sí en la afirmatividad social y la integración al statu quo. El espíritu de la antítesis, que es el espíritu agonístico de González, se expresa como enfrentamiento social:
… el espíritu Restrepo es social; […] siempre todo el que sea Restrepo está visible y como en su medio en el statu quo social; […] hay una simbiosis entre lo reinante en determinado momento y el espíritu Restrepo […]. Por eso entre la Compañía de Jesús y los Restrepos hay parentesco siempre: todo padre de familia Restrepo es suegro de la Compañía de Jesús. […] Expresándome en términos hegeliano-marxistas diré: el espíritu Restrepo es un gran parásito de la tesis… (jfr)
Descubrimiento de la posibilidad de una filosofía diferente del aristotelismo occidental
A partir de la crisis del primer principio filosófico de la filosofía aristotélico-tomista, presentada por sus maestros como paradigma de verdad por estar cimentada en primeros principios evidentes por sí mismos e indemostrables por argumentos de razón, y del estudio de la filosofía moderna, presentada por sus maestros como portadora del sofisma, González intuyó la posibilidad de un nuevo camino de búsqueda de la verdad:
Cuando teníamos doce años y comenzamos a agacharnos sobre la filosofía moderna para buscar en ella esos animales repugnantes que se llaman sofismas, según hermosa expresión del padre Garcés, nos dijo nuestro maestro: «La metáfora es la madre del sofisma; no filosoféis con metáforas». (vp)
Nosotros somos jesuitas; los años de nuestra formación los vivimos en busca de sofismas, hasta el punto de que el doctor Quevedo (Tomás) dijo, cuando examinaba a uno de nosotros a causa de la estrechez pectoral: «Si este joven no abandona su odio por el sofisma, llegará a ser santo, pero morirá muy pronto». […] Durante dos años refutamos todos los argumentos sofísticos que se han inventado contra esa hermosa composición de los seres: «Materia prima y forma sustancial». (vp)
Descubrimiento del goce vital
Con los jesuitas descubrió González lo que llama los «buenos sentimientos de su corazón»: amor por los paseos a pie, alegría de la convivencia con los fenómenos, goce de la vida, sentido del diálogo, valoración de la mesura y la frugalidad, amor a las muchachas, es decir, a la belleza inocente y tentadora:
También reviviremos aquí a los reverendos padres, a quienes les debemos los buenos sentimientos que hay en nuestro corazón: de ellos tenemos el amor por los paseos a pie; la pasión por los diálogos peripatéticos, en los jardines y patios de los caserones; el ansia de tener finca raíz […]. De nuestros queridos maestros tenemos esa pasión por convertir a las muchachas, por llevarlas a casa para tocarles el corazón e impedir que sean engañadas por hombres miserables… (db)
Descubrimiento del sentido de la muerte como camino
Los jesuitas sí saben enterrar. No hay flores, porque el jesuita muerto es una flor. Van a pie los ignacios, porque el jesuita muerto ya no se apresura: comprende. No hay automóviles. No lloran ni ríen y, sobre todo, no hay mujeres que se manosean echadas en las camas, que se inducen, emanando opiniones. No hay mujeres que comen y que a un mismo tiempo ríen, lloran y se manosean, consolándose. Como en todo, es el jesuita quien posee la noción de enterrar; parece, cuando llevan un cadáver, que llevaran a guardar un vestido inútil ya. (ant ix)
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Descubrimientos negativos
Fernando González descubrió que el mundo jesuítico, así como era fuente positiva de crecimiento humano, también era fuente de la perversión imaginativa mental, emocional y social, porque generaba el vicio solitario y la mirada bizca.
El vicio solitario
Entiendo por vicio solitario toda manera de efectuarse la descarga nerviosa sin que sea excitada por la realidad. (dm)
En los colegios de frailes aprendimos el miedo y la vergüenza de la realidad; nos hicieron hábiles para poseer las cosas a distancia. (ce)
La mirada bizca
El vicio solitario imaginativo mental, emocional y social es causa de la mirada bizca, o sea, de la pérdida en el mundo imaginativo-conceptual de pasiones desatadas, opuestos conceptuales e insolidaridad social, que impiden conocer vivamente la realidad una:
Un amigo mío tiene un ojo desquiciado desde que estuvo en las lecciones de cuarzo; mira siempre para adelante, mientras que el otro ojo es ágil, agarra tenazmente las imágenes. ¡Qué horrible ese ojo sin voluntad! (dm)
Las expresiones de la perversión
El vicio solitario o perversión imaginativa se expresa de tres maneras:
Perversión mental-conceptual
Es conceptualización elaborada por medio de lógica inductiva-deductiva-conceptual, o de ideas generales producidas por la mente razonante, con prescindencia de la experiencia viva y personal:
Algunos han dilapidado su juventud en los alcoholes y nosotros la dilapidamos en medio de estas graciosas mujeres desvergonzadas, las ideas generales. Los primeros principios de todas las ciencias son ideas generales. ¿Cuál de esas proposiciones amplias, cuál de esas muchachas no ha sido nuestra, no ha estado en los brazos envolventes de nosotros, bachilleres jesuíticos? (vp)
El padre Torres nos enseñaba mineralogía en el Seminario, así: «El cuarzo es blanco, de sabor tal, inodoro y abunda en…». No lo veíamos por ninguna parte. (dm)
Perversión imaginativa pasional
Es la habituación a reacción imaginativa emocional, inducida por sugestión que impide la aprehensión de la realidad y genera las inhibiciones psicológicas o embolias, y la falsa moral o moral de la culpa, que se caracteriza así:
Voluntad de encubrimiento, o miedo a la desnudez:
Manuel fue seminarista durante doce años. […] El seminarista no puede verse desnudo. (dm)
Hipocresía, generadora de suposiciones imaginativas, resultantes de la ausencia de experiencias vivenciales:
Tú extractaste mi libro, extractaste de él los himnos y las conclusiones y le pusiste camisa púdica; abandonaste la vida. […] No; así queda hipócrita; se presta para las suposiciones de estudiantes jesuíticos. […] Por eso, la historia del padre Izu es esencial en mi libro. Mi polémica con ese jesuita es la misma que tengo contigo. A él le preguntaba: «¿Por qué va a ser malo oler la ropita de Toní?». Y tú suprimiste tal escena y dejaste las conclusiones […]. […] Y suprimiste las escenas con Jorge, los celos porque Jorge pudiera mirar a la Toní. Suprimiste la escena en el café «La Cigarra». Suprimiste las frases en francés […]. […] Tú capaste a la novilla. Así como los jesuitas a la Historia Natural en que nos enseñaban a ser perversos: ¡le recortaban las páginas en que se describían los órganos genitales! (er)
Inhibición culposa, originada en complejos de moral punitiva que incapacitan para la expresión del amor:
[Manjarrés estudió] donde los jesuitas; con ellos se graduó en introspección, en creerse «condenado», «perseguido». […] … los Reverendos educan a los jóvenes de modo que cuando aman, piensan en el remordimiento y el infierno, quedando asociado el hecho del amor con tantos dolores y miserias que resulta una inhibición. (me)
Perversión social
El vicio solitario, en cuanto perversión social, se sintetiza en la mentira socio-cultural latinoamericana, amalgama de poder político-económico-social-religioso, de la que son fiel expresión los actos de clausura del colegio de los jesuitas:
Donde los Reverendos Padres habían traído una campana neumática, y, cuando «el acto público de fin de año», el hijo mayor del señor Restrepo salía al estrado y, ante las mujeres admiradas y los señores gobernadores, cogía un afrechero, lo colocaba sobre la plancha, lo cubría con la campana, manipulaba para hacer el vacío, y el afrecherito iba muriendo, hasta que el Restrepo levantaba la campana y lo mostraba, cadáver, a la concurrencia. El Reverendo Padre Rector hacía una señal, y entonces otro Padre leía: «Primer premio de física…, Juan Restrepo y Mariano Ospina Pérez, mérito pares…». Rifaban el premio, una medalla…; la ganaba el nieto de don Mariano Ospina […]. «Premio de filosofía […]». […] Estos de las medallas, estos Ospinas, Pachos y Restrepos eran los que iban al Congreso […]. (ant i)
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Fernando González,
jesuita suelto
Cuando González afirma, repetidamente, que es un jesuita suelto, no se trata de gracejos, sino de la expresión de una experiencia vital de carácter signante: la expulsión del paradisíaco mundo de la inocencia envigadeña y jesuítica de su niñez, luego de la experiencia originaria del vicio solitario (perversión mental y pasional), que signa, a nivel individual, para la pérdida de la mirada simple que ve y vive la unidad de la realidad, e introduce a la mirada bisoja, que ve multiplicidad de contrarios irreconciliables y desata la angustia de la lucha dialéctica de la existencia.
La profunda y contradictoria experiencia de la pérdida de la comunión viva con la Realidad una, y la búsqueda metódica de la comunión con la Realidad hizo a Fernando González jesuita por el resto de su existencia.
Jesuitas son:
La familia agonizante de los Ochoas, a la que pertenece san Ignacio:
Nada más activo que lo ignaciano. A nosotros, vascos (en la familia de san Ignacio había Ochoas; su abuelo era Ochoa de Loyola; yo soy Ochoa), nos llama Dios por el lado de la guerra, en su verdadero sentido. (rpo)
Su egoísmo de hombre segregado:
Nosotros, los jesuitas, somos egoístas como los gatos. Es la esencia en la comunidad de los reverendos padres hermanos de la infortunada Cunegunda… Damos muchos consejos, pero el jesuita es hombre segretatus a populo. […] Nada sabe el jesuita de hambres e infortunios, sino por los libros y el confesonario. No conoce la moneda. No compra mercado. No sufre crisis. Está parado al pie del árbol de la vida, consolando a Tony… ¿Por qué no insistiría el padre Torres? ¡Qué gran jesuita hubiera sido yo! (er)
Su sentido de egoencia, independencia y anarquismo:
No; no soy derechista ni izquierdista, esto o aquello; no soy amancebado. Soy F. G. […] «… soy anarquista y jesuita». (ant ix)
Su sentido de la moral y del método, como lucha para el crecimiento interior:
… nosotros, jesuitas sueltos, somos pecadores. ¿Por qué? Porque no hemos observado las cautelas de nuestro padre Ignacio: no tocar, no mirar, etc. Hemos querido ser jesuitas sin las cautelas y sólo hemos logrado refinar el pecado. (db)
Un verdadero jesuita soltado era ese consulito, jesuita que renegó de «las cautelas» del padre Ignacio, que siempre deben llevarse en el bolsillo, a saber: no tocar; no mirar a las mujeres; doblegar los sentidos. (n)
… nuestra gran tristeza es no pertenecer a La Compañía sino por la gana. Somos jesuitas soltados, que de vez en vez vamos donde el padre Zameza a lamentarnos de nuestros negros pecados, debidos a que no llevamos, como ellos, las cautelas del padre Ignacio entre el bolsillo. (db)
… y yo como jesuita suelto […] creo que el padre Ignacio es gloria del hombre, amor y método. (rpo)
Su sentido del heroísmo y de la virtud:
En mis heroísmos y virtudes he sido jesuita expulsado de la comunidad: lo he sido en el confesonario, en la limosna, en el amor y con los sapos. Alguna vez me dio la manía de coger sapos, porque me repugnaban y quería sentirme héroe. Otra vez fue con las mujeres, para vencer la timidez. (er)
Su sentido cristiano de la tarea:
Esta revista [Antioquia] es jesuita, es decir, cristiana, pero nada tiene que ver con la política de Roma, aliada del fascismo. (ant xi)
Soy teólogo —político— jesuita soltado. No gano elecciones, pero soy partero. (ant xvi)
Su misión de «filósofo de los mulatos palanganas»:
Yo no nací seductor; soy un desgraciado gato sensual que comprende lo que no tiene. Soy el filósofo de los mulatos palanganas. (ce)
Yo soy un jesuita soltado por estos pueblos de Colombia para mejorar a mis conciudadanos. (dm)
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Conclusiones
La presencia de los jesuitas en la niñez y adolescencia de González no es hecho adjetivo: sin los intensos y difíciles años de jesuitismo que vivió, no habría sido el que fue.
En el colegio de los jesuitas vivió los grandes dramas de infancia, que solidificaron su talante filosófico; adquirió el sentido del método, de la personalidad, de la disciplina, del amor a la verdad; vivió el doloroso drama del rompimiento con la filosofía aristotélico-tomista, alma de la cultura occidental; descubrió y estructuró, vivamente, los fundamentos de su filosofía; hizo la experiencia de la moral, camino de crecimiento en libertad y personalidad al margen de inhibiciones y complejos de culpa que frustran para el amor.
Con los jesuitas se perfeccionó como el hombre de la disciplina, del método, de la introspección, de la lucha moral, del goce de las cosas bellas, de la filosofía de la vivencia, de los viajes a pie.
Al romper con el mundo de la filosofía aristotélico-tomista, con el método de conocimiento mental-imaginativo, con la vivencia de la pasionalidad inhibida y fantasiosa, se hizo «jesuita suelto».
Fernando González nunca rechazó, ni odió, ni menospreció a sus maestros jesuitas; al contrario, los amó inmensamente, y siempre:
… estos ignacios quieren ser parecidos a la imagen que tienen de Jesucristo. Los amamos y los admiramos: de entre ellos salió François-Marie Arouet, y nosotros vivimos con ellos. (vp)
Para González los jesuitas son hombres admirables y providenciales, como fuerza cultural, para Colombia y Suramérica:
El único lugar en Colombia en donde nuestra juventud recibe disciplinas varoniles, con grandes deficiencias, eso sí, es en los colegios de jesuitas. El jesuita es varonil, realista, posee el orgullo cristiano y practica plenamente el celibato. Las deficiencias jesuíticas proceden de Roma, no de Ignacio ni de España. Todos hemos observado que el jesuita es generalmente varonil y de continente digno: desprecia enfermedades y muerte; enferma y muere en silencio. Al dulzarrón y manoseador, generalmente lo expulsan. Tienen grandes defectos, pero que proceden de Roma y no de Cristo. San Ignacio, duro y varonil, no tuvo un ápice de la falsedad romana. Así pues, en Colombia apenas si en los colegios de jesuitas hay algo de cultura. (ant xi)
Parece que los ignacianos fueron predestinados para Suramérica: ellos estaban creando una civilización en el Paraguay y otra en Colombia, en los llanos de San Martín, pero fueron interrumpidos por envidiosos. Hoy los únicos centros culturales que tenemos son de los jesuitas. Lo sabemos, porque entre ellos vivimos ocho años y allí estudian nuestros hijos. Los jesuitas son admirables: a) Porque practican la selección humana, único caso en el mundo […]; b) Porque practican y defienden la castidad entre ellos; de tal modo que son muy varoniles; el que resulta dudoso, lo expulsan; y c) Porque son realistas. (ant xi)
El espíritu latino de los jesuitas, antítesis del espíritu utilitario anglosajón, encarna la sabiduría y los valores humanísticos que han dignificado a América:
Ahora los persiguen solapadamente, en Colombia. ¡Eso es!: ¡arrojen al espíritu latino e introduzcan expertos, mineros y pastores sajones! ¡Arrojen a los maestros de monsieur Voltaire, a los que abrieron y embellecieron la gran hacienda de los llanos, a los que dieron al Paraguay el espíritu heroico…! ¡Arrójenlos, a nuestros maestros, para que no queden en Colombia sino los putos y putas de la gran familia liberal! (db)
¿Qué amor a la filosofía quedará por aquí, si arrojan a los jesuitas? (db)
Todo lo que los jesuitas significaron en su vida lo expresó, lapidariamente, al escribirle a Antonio José Restrepo:
Les hacen falta a ustedes ocho años de jesuitismo para poder comprenderme (ce)
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~ 5 ~
Los problemas fundamentales
La filosofía de Fernando González nace, vivamente, del afrontamiento de tres grandes experiencias de los años de adolescencia en su Envigado natal y en el colegio de los jesuitas:
La conciencia de límite, que impide la comunión viva con el universo y origina el sentido místico de su vida y de su obra.
El vicio solitario o perversión imaginativa, que consiste en reaccionar pasional y mentalmente, de espaldas a la Realidad, y origina el método emocional y el ontologismo moral.
La negación del primer principio filosófico aristotélico-tomista, que frustra la experiencia vivencial y origina la metafísica de las vivencias.
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El problema del límite
Puede decirse que el aforismo «existo, luego soy limitado», es el punto de partida y el determinante de la postura existencial, los interrogantes, las búsquedas y los hallazgos filosóficos de Fernando González.
Desde las primeras páginas de Pensamientos de un viejo encontramos ya, clara, amplia y profunda, su vivencia de la condición limitada de la existencia.
La vida es limitación fundamental:
La limitación es la gran tristeza, y la vida se fundamenta precisamente en ella. (pv)
Por razón del límite, el ser humano está determinado a ser de un único modo, entre la infinitud de vidas posibles:
Considera la infinidad de vidas posibles, y luego, considera que tú no podrás ser sino de un solo modo, que no podrás ser sino una de esas vidas, y caminar por uno del infinito número de senderos que existen… (pv)
La condición individualizada de la existencia humana origina la voluntad de sentido y de dominio:
… comprendió que mientras fuese una individualidad, trataría de dar un sentido a las cosas, trataría de dominar… (pv)
La limitación del conocimiento impide al hombre la aprehensión y enunciación de la verdad absoluta:
Considera que tu idea tiene que ser limitada, y que es consecuencia de tu modo de ser. Considera que por lo tanto es tan definible como lo eres tú. Considera que la defiendes y la afirmas como la verdad, no siendo sino tu verdad. (pv)
En las limitaciones del espíritu se originan el carácter esencialmente comparativo de la conceptualidad, las formulaciones doctrinales y estéticas y la creación de valores:
Los conceptos nacen por comparación, tienen su origen en el límite. (pv)
Con nuestro espíritu definido podemos inscribir todos los valores que deseemos en esa enorme tela incolora que llamo La posibilidad infinita. (pv)
De la limitación del espíritu surge la creación de los entes denominados el misterio, el absurdo y la nada:
No hay misterio ni absurdo sino porque nuestro espíritu es limitado. (pv)
En el deseo de superación del límite se origina el ansia de posesión, que termina en el anhelo de un infinito equivalente a la nada:
Esto que siento es el ansia de poseer más monstruosa; es la tristeza infinita de ser de un modo; de no poder gozar todas las filosofías, todas las bellezas, todas las tristezas… Ya sé yo que el ser en quien están reunidas las tristezas de Jesús, y la alegría de los niños, y el amor de Magdalena, y los odios de Swift, eres tú, tú, el lago verdoso de la nada, tú, el no ser, la muerte. Ya sé yo que tú eres la bebida extraña, desconocida, donde están reunidas todas las cosas… ¡La nada! (pv)
La tristeza radical de la existencia, como frustración de la posibilidad de infinito, es la tristeza de ser limitado:
Así mismo presenta la vida al hombre un infinito número de caminos. Y cuando uno se ha decidido ¿cómo no vivir triste al ser de un solo modo? ¿Cómo no entristecerse al no poder ir por todas las sendas y al pensar en los misterios de tantas vidas posibles? La gran tristeza es la tristeza de ser limitado. (pv)
Fundamentado en el anhelo de posesión y comunión infinitas que hay en el hombre, Fernando González enfrenta la superación del límite por medio de la ensoñación:
En el hombre hay un anhelo infinito: el anhelo de poseerlo todo, de hacerse alma de las cosas. (pv)
Inicialmente, González entiende la ensoñación filosófica como la acción del pensamiento y de la imaginación que liberan de la esclavitud de las determinaciones de la vida, por medio de creación y vivenciación de mundos y vidas posibles, más allá de representaciones y limites:
¡Oh! ¡El sueño! Por él vivimos muchas vidas distintas; él nos liberta de la esclavitud del ser. (pv)
Y tu único consuelo ¡oh soñador! es soñar las vidas posibles… […] Y mientras pasan las nubes, tirado bajo el árbol frondoso, ¡oh soñador!, suéñate todas las visiones posibles, todos los amores, y todas las tristezas… (pv)
La ensoñación conduce a la superación del límite en la disolución del alma en el universo entero, más allá de entes y palabras:
Yo disuelvo mi alma en el universo todo, y así amo todo el universo. (pv)
¡La nada! ¿Cómo gustar esta palabra? Un lago verdoso, con el verde de las algas, eternamente tranquilo… y allí la completa desaparición de todas las cosas y los seres. (pv)
¿Ser o no ser? No; ser nada y serlo todo… (pv)
Realizar la filosofía de la ensoñación, o sea, superar todos los límites por la intuición o sabiduría viva o comunión con el Ser (Universo, Sustancia única), más allá de fenómenos, formas y conceptos, en la pura nada, será la tarea de Fernando González desde sus días de adolescencia en Pensamientos de un viejo hasta sus días finales en Las cartas de Ripol.
* * *
El problema del
vicio solitario
Desde que descubre el vicio solitario, González se entrega a clarificar la noción, precisar la naturaleza fundamental, analizar las manifestaciones individuales y sociales del vicio solitario, y a buscar el método para libertarse de la limitación que es el vicio solitario en cuanto perversión imaginativa mental, pasional y social.
El vicio solitario, la doble miseria de la perversión imaginativa que desvincula al hombre de la convivencia con las manifestaciones de la vida y lo lleva a vivir de reacciones imaginativas y de vivencias y conceptos ajenos, por carencia de experiencia propia de la realidad, es, como vimos,
… toda manera de efectuarse la descarga nerviosa sin que sea excitada por la realidad. (dm)
En el colegio de los jesuitas vivió la experiencia de la perversión imaginativa y mental en un proceso de aprendizaje imaginativo-conceptual en el que, al margen de toda experiencia personal de la realidad, los conceptos procedían de la autoridad de los profesores:
Yo, señores, fui el niño más suramericano. Crecí con los jesuitas; fui encarnación de inhibiciones y embolias; no fui nadie; vivía de lo ajeno: vivía con los Reverendos Padres… De ahí que la protesta naciera en mí y que llegara a ser el predicador de la personalidad. (n)
Con el Mono de Marceliano, en sus diálogos infantiles de esquina de pueblo, descubrió la perversión imaginativa pasional, o sea el arte suramericano de poseer las cosas a distancia y hallar el placer en los sueños:
… el Mono de Marceliano, en la esquina de la casa de don Diego Uribe, a una cuadra de la plaza de Envigado, una mañana […] me enseñó el arte suramericano de poseer a distancia todas las cosas de la vida, a Fernanda, a María Lucía y a una prima nalgona que fue mi tormento… Desde entonces mi tacto se pervirtió; aprendió a encontrar la resistencia, causa del placer, en los sueños y no en los frutos delimitados, turgentes, concretos de la tierra. Desde entonces fui proclive a ideas generales… ¡Dios le haya perdonado al Mono de Marceliano! (ce)
El descubrimiento de la perversión emocional resultó ser el descubrimiento de la versión pasional de la perversión mental, conocida en las aulas del colegio de los jesuitas:
… también para mí la mujer fue semejante al cuarzo. Recuerdo muy bien que fue en Bello, sentados en la acera de una esquina, en donde el mono Marceliano me repitió, refiriéndose a la mujer, la lección del cuarzo: «La mujer es…, para el tacto…, etc.». (dm)
Fernando González emprende la lucha contra la perversión imaginativa mental y emocional como «viaje a pie», o sea, como búsqueda de conocimiento y emoción desde el propio Yo, en convivencia con los fenómenos, y estructura métodos para abandonar el vicio solitario por el ascenso en capacidad de convivencia con la realidad:
… deseo abandonar el vicio solitario de la imaginación filosófica. Ésta nos conduce hacia abajo; es el origen del pesimismo […]. (msb ii)
Desde su dimensión fisiológica, agotando sus instintos, se enfrenta con sus inhibiciones y embolias afectivas, a la búsqueda de la autoexpresión.
En su poema «El Cielo», en Don Mirócletes y en El maestro de escuela narra González la frustrada experiencia inicial del afrontamiento de sus embolias emocionales, originadas en la perversión:
Eres, cielo, como aquella dentrodera Margarita
que no sé por qué quería dárseme
una noche en que le mostré laminitas
de cigarrillo, en la calle «San Antonio».[…]
Le mostré las laminitas y apagué…
Se dejó agarrar
pero no acostar,
y así pasó,
sin nada,
ese amor de una noche en la calle «San Antonio»,
cerca del convento de los padres franciscanos…[…]
Igual fue a Margarita, la dentrodera
en la casa de mi tío Ubaldo Ochoa… (ce)Cuando salí del Seminario y me di cuenta de que toda mi niñez había sido vicio solitario, me fui por ríos y quebradas en busca del cuarzo, y lo traje a casa y lo olía y acariciaba, exclamando: ¡Que no venga a mi mente la especie cuarzo en la soledad, sino al tocarte, a causa tuya, hermosa piedra! […] A propósito, también para mí la mujer fue semejante al cuarzo. […] Cuando crecí un poco pensé que no era buena mi soledad y me fui en busca de Eva… Eva fue la coja Matea, cabe un muro del cementerio de Bello, el muro donde está enterrada la madre Dionisia, autoritaria y gorda, superiora de las Hermanas de la Caridad. […] La coja mía, mi buena coja, mi Eva coja, perdonó mis desarreglos imaginativos, mis apresuramientos […]. […] Esta intemperancia imaginativa me ha atormentado mucho […]. (dm)
Su primera experiencia amorosa fue con una joven mulata, fortísima y virgen; ella fue la incitadora y él fracasó en el trance, debido a que los Reverendos educan a los jóvenes de modo que cuando aman, piensan en el remordimiento y el infierno, quedando asociado el hecho del amor con tantos dolores y miserias que resulta una inhibición. Esto fue lo que tuvo Manjarrés con la mulata y se tornó más solitario. Una coja le salvó. La coja Elena; coja de la cadera derecha; alegre y vital. Esta buena mujer le volvió un poco a la realidad. (me)
Para González toda Latinoamérica es vicio solitario, pues íntegros el continente y el país son víctimas de la alienadora perversión imaginativa:
… pornográfica es toda esta Suramérica hija de clérigos, hombres tapados por la vergüenza a la vida. Por eso, nuestra raza es estéril, avergonzada: raza de hombres que hacen las cosas y se esconden, avergonzados de estar vivos. (er)
En Colombia, los hombres han sido educados por frailes, de sotana o no, y por eso carecen del sentido de la realidad; tienen el gatillo débil y se disparan en el bolsillo. (ce)
González encarna su lucha contra el vicio solitario continental, en la negativa a aceptar la falsedad conceptual de la interpretación social y cultural del discurso latinoamericano tradicional:
Hubo un misionero, Fernando González, que no quiso beber babas, y por eso murió en las Américas, tristemente… Este misionero no supo o no pudo vencer el mal carácter heredado de sus abuelos, Lucas Ochoa y un orejón Arango; negóse a beber las babas americanas, y murió culirroto y nuestra Compañía lo presenta como ejemplo de falta de mortificación del mal carácter… (db)
* * *
El problema del primer
principio filosófico
El principio de contradicción de la filosofía aristotélico-tomista dice: «Una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo y en un mismo sentido».
Sobre ese primer principio de contradicción, que en fin de cuentas es la formulación negativa del primer principio de identidad: «Una cosa es lo que es», se estructura todo el sistema filosófico racional y fixista, aristotélico-tomista, que para el adolescente Fernando González parte de una incongruencia fundamental: construido como sistema de razón discursiva, se apoya sobre un primer principio cuya evidencia es indemostrable a través de la razón discursiva, y debe ser aceptado como evidente por intuición.
En el contexto de la filosofía tomista, la enunciación del primer principio ontológico y la afirmación de la existencia de Dios son equivalentes, ya que en Dios, perfecta unidad de idea y realidad, se identifican esencia y existencia, verdad y ser, por lo que la negación del primer principio filosófico conlleva la negación de la existencia de Dios.
Ante el rechazo de la validez del principio de contradicción, como primer principio válido de toda filosofía, el padre Quirós, su profesor de filosofía, le planteó a González la negación del primer principio como la negación de Dios: «Niegue a Dios; pero el primer principio tiene que aceptarlo».
González negó el primer principio filosófico y, con él, el Dios de la filosofía aristotélico-tomista:
… le negué todo al padre Quirós. ¡El primer principio! Negué el primer principio filosófico, y el padre me dijo: «Niegue a Dios; pero el primer principio tiene que aceptarlo, o lo echamos del Colegio…». Yo negué a Dios y el primer principio […]. (n)
La decisión de González de negarse a aceptar la filosofía aristotélico-tomista, dogmática, fixista, intelectualista, conceptual, y consagrarse al estudio de los filósofos modernos, determina su expulsión de los claustros jesuíticos. Dice la carta, enviada en 1911 por los jesuitas a Daniel González, el padre de Fernando:
… desde el año pasado se dio Fernando con sumo ahínco a la lectura, primero de obras literarias y luego este año de obras filosóficas principalmente. […] Comenzando apenas sus estudios de filosofía y no bien cimentados aún sus principios religiosos ha leído con verdadera pasión obras de Voltaire, Víctor Hugo, Kant y sobre todo Nietche (sic), las cuales han apagado en su entendimiento la luz de la fe y han secado en su corazón todo temor saludable. No cree absolutamente, afirma él a sus compañeros, en la divinidad de Jesucristo ni menos en la Iglesia Católica. Imbuido en las ideas de Nietche (sic), sostiene que hasta ahora los hombres han estado cegados con falsas preocupaciones, como el infierno, que un genio ha de hacer desaparecer para sustituirlas con otras nuevas y mejor fundadas. Así lo dice, casi de continuo, a sus compañeros; esto ha sostenido a su profesor de filosofía, el padre Quirós, y en parte también al reverendo padre Rector, sin admitir razones de ninguna clase. […] Por todos estos motivos tengo la pena de comunicarle que la Junta Directiva del colegio ha resuelto que Fernando queda excluido del colegio, y en consecuencia suplico a U. tenga la bondad de enviar por el pupitre y los libros al colegio. […] De U. atento y seguro servidor, Enrique Torres S. J. (2)
La decisión de rechazar el primer principio de un sistema filosófico, que equiparaba la negación de un enunciado conceptual y la negación de la realidad de Dios, convirtió a González en exiliado de la filosofía occidental, fundamentada en el sistema aristotélico-tomista, y en viajero extraviado a la búsqueda, desde sí mismo, de nuevos caminos de verdad:
Mucho tiempo anduvimos por un sendero de rumiantes, sin saber para dónde íbamos. Tampoco sabemos para dónde vamos al vivir. No era, pues, grande nuestra tristeza por estar perdidos, pues perdidos estamos desde que allá, en compañía de nuestros queridos amigos los jesuitas, no pudimos encontrar el primer principio filosófico. Cuando le decíamos al reverendo padre Quirós que cómo se comprobaba la verdad del primer principio que nos daba, nos decía: «Ese es el primero; ese no se comprueba». Desde entonces estamos perdidos. (vp)
Amar y abandonar el camino ha sido toda nuestra vida. […] Es que vamos irremediablemente perdidos desde aquel año aciago de mil novecientos cinco en que no pudimos encontrar el primer principio filosófico, allá en la grata compañía y colaboración del reverendo padre Quirós S. J. (vp)
La negación del primer principio fue el origen de la filosofía de las vivencias, construida emocionalmente, desde la propia instintividad, hacia la autoexpresión por el crecimiento en conciencia hasta la comunión viva con Dios:
Mi vida ha estado dedicada a devolverles a los Reverendos Padres lo que me echaron encima; he vivido desnudándome. Soy el predicador de la personalidad; por eso, necesario a Suramérica. Dios me salvó, pues lo primero que hice fue negarlo, donde los Reverendos Padres. Tan bueno es Dios, que me salvó, inspirándome que lo negara. […] Yo negué a Dios y el primer principio, y desde ese día siento a Dios y me estoy librando de lo que han vivido los hombres. Desde entonces me encontré a mí mismo, el método emotivo, la teoría de la personalidad: cada uno viva su experiencia y consuma sus instintos. La verdadera obra está en vivir nuestra vida, en manifestarnos, en auto-expresarnos. (n)
¡Morir! El mismo terror tan infinito que experimento al pensar en la muerte; el vértigo que me da al posesionarme de que moriré, del día en que entraré a la sepultura, ¿no me indican, acaso, que no moriré, sino que me iré? Pero estos no son sino indicios leves de que hay otra vida, y yo quiero saber que la hay; pero no ese saber sacado como conclusión de un libro de premisas, uno de esos libros en que todo es verdad, porque son eslabones de una cadena cuyo principio se cometió la tontería de aceptar. Y el autor dice: «¿Fue aceptado el principio? Pues esto otro está pegado a aquél, o mejor, salió de él, fue sacado de su seno, así como sale el niño del útero oculto…». (msb)
* * *
Conclusiones
El itinerario filosófico de Fernando González resulta incomprensible, a menos que se capte cómo la concienciación, planteamiento y afrontamiento de los problemas del límite, el vicio solitario y el primer principio filosófico constituyen el punto de partida de su búsqueda.
Cuando se conoce cómo González partió del afrontamiento de tales problemas, entonces se entiende por qué, desde el comienzo mismo de su itinerario hasta el final de sus días, su filosofía constituye una metafísica de las vivencias, como esfuerzo incesante de convivencia con las manifestaciones de la realidad viva en la conciencia, hasta llegar a Dios.
— o o o —
~ 6 ~
Las raíces
El problema de
la originalidad
El problema de la originalidad dice relación a los contenidos y al sujeto de la originalidad, y se resume en dos grandes cuestiones: ¿en qué consiste la originalidad?, ¿quién es original?
La incapacidad de convivencia y comunión reduce la existencia a la insularidad, el aislamiento y el autismo; por ello, la originalidad no consiste en un vano ejercicio de extravagancia y excentricidad, sustitutivas de la incapacidad de articulación de la vida y el pensamiento propios con las experiencias vitales y las realizaciones culturales de las generaciones pretéritas y contemporáneas.
La originalidad no consiste, tampoco, en la capacidad de invención desaforada de entes, sino en la acción creativa, que permite el hallazgo y la realización personalizada de la novedad a partir de la convivencia con la realidad.
La originalidad, antes que una invención atrabiliaria, es una articulación tan inédita, enérgica, personal y auténtica de los hallazgos propios con las manifestaciones de la vida y los hallazgos de la cultura universal, que sólo desde la interioridad de quien la realiza puede ser explicada y entendida.
Para González, la originalidad es el poder creador de la coherencia vital, que, al penetrar en el caos de la posibilidad, lo convierte en camino:
Crear es indicar un camino con un dedo prognata que chorree vida, con voz penetrante en el caos de la posibilidad y con neta imagen mental. (dm)
Fernando González no fue original por razón de excentricidades comportamentales, desarraigo existencial, insularidad de pensamiento, cultivo estrambótico de humorismo procaz y escatologismo conceptual, voluntad de agresividad arbitraria, pasional, acrítica y condenatoria de individuos, ideologías, sociedades y culturas.
La originalidad de González radica en su vitalidad desbordante, capaz de convivencia y comunión amorosa con las más variadas manifestaciones de la vida; su don de vivir, sin un segundo de alienación o escapismo, en tarea de crecimiento interior a través de la autoobservación y la autocrítica permanentes; su rara virtud de sentir, pensar y vivir el Ser y el universo desde las nimiedades de su medio ancestral, aldeano y latinoamericano; su decisión de asumirse a sí mismo, patentizar su propia experiencia vital, y recorrer su camino a partir de la realidad ancestral, histórica y social que encarnaba; su aguda penetración crítica de la psicología, la historia, la filosofía, los valores, la sociedad, la teología y la cultura toda; su inusitado poder de universalización de la conciencia; su coherencia metodológica para buscar la verdad viva por el padecimiento, la meditación y la inteligenciación, concientizadores; su esfuerzo por integrar la experiencia vital y cultural latinoamericana a la búsqueda filosófica universal; la novedad de su propuesta filosófica, enraizada en todas las formas de la sabiduría universal y unificadora de todas ellas, en la Teoría de los viajes o Metafísica de las vivencias, generadora de nuevas vías metafísicas, luego de la clausura de la metafísica mental-racional, realizada a partir de la filosofía kantiana.
A la búsqueda de sí, viajando en sí, dentro de sí, hacia su intimidad, González rechazó toda forma de imitación, nunca fue discípulo incondicional de alguien, se negó pertinazmente a las sistematizaciones mentales y conceptuales de escuela, jamás se matriculó en filosofía alguna.
Aunque resulta imposible encasillar la filosofía gonzaliana dentro de sistemas, escuelas o corrientes de pensamiento, sin embargo, el seguimiento de su itinerario existencial, filosófico, religioso y moral, padecido, meditado y entendido a través de los viajes metafísicos, que con sinceridad y autenticidad absolutas fue presentando a lo largo de sus obras, permite establecer, sin confusiones, los múltiples enraizamientos y articulaciones de sus vivencias, reflexiones filosóficas y experiencias ascético-místicas con la sabiduría de Oriente, Occidente y América indígena, en cuanto formas de vida, indicios de la presencia de Dios y caminos para la expansión de la conciencia.
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Las raíces nativas
Fiel al principio de autenticidad, Fernando González vivió el universo desde su yo y su mundo raizal envigadeño, aldeano, individualista, áspero, airado y, muchas veces, prosaico. Viviendo, padeciendo y meditando su cotidianidad; sintiendo como su gente, hablando el lenguaje de su pueblo, realizó, día a día, su proceso de liberación interior y se expresó desenfadadamente a sí mismo como colombiano, latinoamericano y ciudadano del universo desde su Envigado nativo:
Mi lenguaje será el de mi tierra y de mi gente, el de mi patria. Escribiré como hablo y como pienso, pues la vida del idioma y de las ideas es la del pueblo de cada uno. Se burlan de los modismos de los pueblos débiles, pero imitan los de los pueblos de carácter. ¡Mi pobre patria! Todo lo suyo es despreciado por sus hijos. El sombrero de Aguadas nos tiene que venir de Panamá. (msb)
Tampoco mutilaré mis libros. Los escribo para confesarme y si tienen expresiones crudas, es porque así soy yo, así éramos en Envigado, en donde crecí; así pienso y siento. (ce)
Es [Envigado] lugar predestinado para grande epifanía. Vi a Grecia y vi a Florencia y me volví para Envigado, a La Huerta del Alemán, que ahora se llama Otraparte. […] En esta capital de Colombia hay originalidad humana […]. […] Porque Envigado es la patria de los grandes agonizantes. (lvp)
Envigado es escenario muy propicio para padecer y meditar: la gente es individualista y no se mete en nuestra vida. El valle es solemne y muy anchas y de muchos verdes las montañas que lo enmarcan. El clima es propicio a la edad vieja. Estoy bien en Envigado. Los dioses, muchos, están cerca y aman estas noches que son como días dormidos. Estoy mejor que en París o en Roma, que tanto me agradaron. (lvp)
Para el caminito éste, y para el tropezón en guijarros, y para el jaleo con los caminantes, el Señor me dio un grito de arriero envigadeño que me ha dado excelentes resultados: «¡Ánimo, envigadeño descalzo!». (cr)
Contra el parecer de academias e intelectualidades, que se negaron a aceptar la posibilidad de trabajar los grandes problemas metafísicos y construir un universo filosófico coherente y válido a partir de personajes, lugares, situaciones, interrogantes y vivencias elementales y aldeanas, típicamente latinoamericanas, González buscó la conciliación de los contrarios y la universalización de su conciencia desde su intimidad personal y social aldeana envigadeña, nacional colombiana y continental latinoamericana:
Estamos sembrados a la patria y sus jugos deben nutrirnos. La grandeza no es posible sino absorbiendo la de la tierra. ¿Qué importan culturas extrañas? Pero en Colombia comemos lo que producen otros suelos, importamos qué leer y quien nos preste dinero y nos lo gaste, y también importamos quien nos enseñe la biografía de Bolívar. (vp)
En esos apuntes veremos funcionar la dialéctica vital con los materiales propios de esta república de Colombia, pues ella fue el lugar físico y pasional del drama. Cada inteligencia elabora con los materiales que le afectan en su lugar de habitación. Estos son, por así decirlo, la leña para el horno. En el caso presente, los materiales son el gato, los gatos vecinos, el dueño del café, el campesino Blandón, de Salgar, el expresidente Ospina Pérez y su mujer, el Rojas Pinilla y la sirvienta Lucía, que unas veces es «la mujer buena» y otras «la mujer mala». Un cualquiera dirá: «¿Y qué puede resultar de semejantes materiales?». ¡Pero, chico, si los materiales son estímulo apenas! Lo real, lo valioso está en la elaboración y en lo elaborado, que es la reconciliación de «feo», «bello», «bueno», «malo». (lvp)
En [el Libro de los viajes o de las presencias] expresé dramáticamente, dialécticamente, partiendo de mí y de mi Envigado, cómo se hace el viaje desde sus raíces, desde su yo hasta el Cristo y el Padre y el Espíritu Santo. […] Este librito […] lo viví siguiendo a Cristo con mi cruz, es decir con mi personalidad de envigadeño airado, lleno de amor y remordimientos […] (3).
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Las raíces indígenas
González se siente existir como latinoamericano.
Su metafísica vivencial se enraíza con la sabiduría intuitiva de los indígenas, capaces de comunión amorosa con la vida y sus manifestaciones, penetración de las intenciones humanas, desentrañamiento de las latencias de futuro operantes en el presente y capacidad de vivir la realidad como unidad Dios-Vida:
Padres de Suramérica, caciques que recorristeis nuestros ríos y que sabíais coger el pescado sin violencia, ¡protegedme! Indios que sabíais vadear los ríos. Indios silenciosos que mirabais de soslayo al efluvio que emana de los ojos y de todo el cuerpo humano, para conocer las intenciones, ayudadme. Indios silenciosos y sufridos que sabíais curar con las plantas de Suramérica; que ablandabais el oro, que oíais los ruidos lejanos en la selva… Padres míos, que estabais unidos a Suramérica y a su Dios como la pulpa del coco a su envoltura, libradme del mulato y del blanco que no saben de dónde vienen y para dónde van. […] Invoco vuestra sangre, padres indios. En Venezuela sonríe la aurora; allí comienza vuestra conciencia a injertar la civilización que nos precedió en Oriente a la olvidada y despreciada de Suramérica. (mc)
Su metafísica es expresión de la vivencia dramática del alma mestiza, en la que están latentes todos los mitos, místicas, supersticiones y tormentos, complejamente operantes:
Mi alma es suramericana. En mí encuentro al conquistador, al indio, al negro y a los Reverendos Padres hermanos de la desventurada Cunegunda. […] Es que somos complejos, un ensayo de la mezcla de todas las razas y en nosotros están latentes todas las supersticiones y tormentos místicos. (msb)
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Las raíces místicas orientales
Desde niño, como vimos, anduvo González a la búsqueda de Dios.
Apenas adolescente, se puso en contacto con el pensamiento y la mística orientales, incorporados a la cultura occidental por Arturo Schopenhauer, señor del mundo de la representación fenoménica cognoscitiva y de la ultrafenoménica voluntad de vivir:
Propicio es el tiempo para meditar los pensamientos de Spinoza, de los Vedas y de Schopenhauer… «El Uno Primitivo…». «Todas las cosas son fenómenos del Ser Único…». «Todo cambia, pero el Ser permanece eternamente…». (pv)
Tenemos ahora a Buda: genio de la libertad, porque todo lo aceptó; de él nos viene el conocimiento de que al Espíritu se llega por todos los caminos; que hay la oración, la acción, la meditación, para llegar a Dios. Su doctrina no es misionera; comprende que cada hombre y cada pueblo tienen las formas religiosas que les son posibles. A Sidarta Gautama le debemos el Gandhi, que ora en todos los templos y en todos los libros santos. […] A Sidarta Gautama le debemos El mundo como voluntad y representación, de Schopenhauer; le debemos los conocimientos del subconsciente y del superconsciente; toda la ciencia nueva del espíritu, Kant, Fichte, Schopenhauer, Nietzsche, Freud y Einstein; Bergson y Espinosa, son hijos de Buda. (n)
Desde su enraizamiento en la sabiduría oriental, González vivió la unificación intuitivo-contemplativa con El Ser, o el Universo o la Vida o Dios o el Néant, por la superación de apariencias o representaciones, pensamientos y juicios, yo y mente, por la universalización de la conciencia.
El descubrimiento del Uno Oriental (Cosmos-Conciencia-Dios) orientó su búsqueda filosófico-existencial a la superación del pensamiento lógico-racional-conceptual-inductivo-deductivo, característico de la filosofía y la ciencia occidentales; a la universalización de la conciencia, por la comunión con el Universo, a través del saber intuitivo; a la conquista de la quietud contemplativa, de la mística; a la experiencia de la magia, en cuanto participación de los poderes de la naturaleza, que desde los tiempos medievales, por medio del elixir de la vida, la fuente de la eterna juventud y la piedra filosofal, fuente de la sabiduría, buscaba la conquista de la inmortalidad y del hermafroditismo del conocimiento perfecto, en el que confluyen las conciencias cósmicas del Oriente budista y el auténtico cristianismo de Occidente:
En sus bolsillos van los tratados acerca de los budas, de los astros lejanos, teologías, magias y libretas… (msb)
Desde que el cristianismo se entregó a Aristóteles, dejó de ser oriental. Las conciencias cósmicas que ha tenido son aquellas que no abandonaron a Jesús. Aquí nos encontramos con Francisco de Asís: se unificó con todos los seres; llegó a compadecerse del diablo y a implorar por él. ¡Negó el mal! ¡Suprema conciencia! (msb)
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Las raíces cristianas
La existencia de González fue existencia cristiana, en cuanto fue viaje desde la vivencia del Paraíso y la Perturbación Original hasta las Bienaventuranzas y el Cristo: «Camino, Verdad y Vida», Presencia de la Intimidad, «El Entendiendo», «La Inteligencia» patentizada en espacio y tiempo:
El Libro de los Viajes o de las Presencias fue para hacer viajeros; es propedéutico, y allí se anunció que seguirían los viajes propiamente dichos. […] Tal libro fue para hacerse, porque sabiendo es siendo; viajando es siendo. Este de la Tragicomedia es siendo las Bienaventuranzas. Es un viajecito al Cristo. (t ii)
Cuando cesa la presencia de «la muerte» en nosotros, nacemos de nuevo: ya no vivimos en nosotros sino que vive La Inteligencia (o Cristo) en nosotros. (t ii)
González jerarquizó así el universo cristiano, camino que va desde las vivencias fisiológico-instintivas hasta las Bienaventuranzas:
Superior a todos, como Intimidad, más allá del espacio-tiempo de la representación, Jesucristo:
¿Creéis que Jesucristo tenía que enseñar y elevar a los hombres? Era sabiduría y cima. (msb)
Allá, en el Sancta Sanctorum, en donde no hay arriba ni abajo, de donde brota la intimidad, está Jesucristo. (lvp)
Superador, como Jesucristo, del mundo de los fenómenos y del temor a la muerte, pero desconocedor de la resurrección; maestro del conocimiento, a partir del propio conocimiento; cristiano de la era precristiana, Sócrates:
El método es un camino. Por eso Jesucristo, cuando quiso manifestar su infinita importancia, dijo que Él era El Camino. […] Hay en el corazón humano el deseo extraño de librarse del límite. ¿Será este el secreto de la grandeza de Jesucristo y de Sócrates? Los dos dominaron el universo, dieron normas al mundo, y ninguno de ellos escribió. […] ¿Qué escritor es comparable a esos dos que nada escribieron y que dominan la humanidad como dos infinitos caminos invariables? […] ¿Cuánto hace que le dieron la cicuta a Sócrates o que crucificaron a Jesucristo? De ahí para acá no hay sino sudor y deseos de rapiña. (vp)
Viajeros que vivieron la experiencia cristiana, por haberse hecho el drama de la Perturbación Original y el Paraíso: Moisés, Pablo y Kierkegaard:
Que sepamos, estos son los que han vislumbrado, vivido o sido más o menos el Paraíso y la Perturbación, a saber: […] Moisés: Fue el primero que vivió el Paraíso y narró el origen del mundo mental como la pérdida de la Presencia por haber comido el hombre del fruto dialéctico: El Bien y El Mal; la nada y el ser; los contrarios, los conceptos. San Pablo: Que vivió el Paraíso y oyó palabras inefables que no podían ser comunicadas sino en esta frase: «No vivo yo, sino que vive Cristo en mí». Kierkegaard: Intuyó la vida paradisíaca y la Perturbación; que El Hombre era allí «libre», era Libertad, y era Posibilidad o Tentación de la Inocencia; posibilidad del brinco a la dialéctica o esclavitud. Vivió los inteligibles llamados Angustia y Tentación. (t ii)
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Las raíces filosóficas occidentales
Articulación con la filosofía renacentista
La filosofía de González se articula con la filosofía occidental del Renacimiento desde dos vertientes:
Desde la ruptura con la filosofía racional-conceptual, aristotélico-tomista:
La intuición es el conocimiento directo. El que intuye dice: Lo sé —¿por qué?— porque sí; así como sé que existo; lo que intuyo hace parte de mi yo y es evidente por sí mismo. De aquí la inferioridad de la civilización occidental cristiana ante el Oriente discípulo del gran Hermes Trismegisto. El Occidente cristiano se entregó a Aristóteles, al conocimiento indirecto adquirido por deducciones, y abandonó el núcleo de la conciencia. De ahí el materialismo y la civilización mecánica. El Occidente cristiano tiene conciencia maquinista. Inventa el grafófono, la comunicación inalámbrica, el aeroplano, pero no tiene conciencia cósmica. Reinan la prostitución y la miseria moral. Aplicad el concienciámetro al hombre tipo del Occidente cristiano, Edison, y al tipo oriental, Gandhi, y veréis cuál es más elevado, cuál tiene más univérsitas. (msb)
A Platón y Aristóteles se les deben estos más de dos mil años de construcciones mentales, de creación de otros mundos, por esa definición del hombre: animal racional… (t ii)
Desde la opción por la vivencia místico-panteísta-intuicionista:
Alto, Benedicto Spinoza, el hombre más bien dotado para La Sabiduría, y sus maestros-satélites, Bruno y Maimónides, buscadores intuitivos de la realidad una y única, la verdad viva, universal y sustancial: Sive Deus sive Natura, sub specie æternitatis:
Creo, González, que tienes ya una insinuación de la jerarquía espiritual […], y… algún día te enseñaré mi biblioteca: hay unos diez; encima de ellos, alto, Benedicto Spinoza, con sus satélites, Bruno y Maimónides. (lvp)
Giordano Bruno
La vida y la obra de Giordano Bruno, experiencia viva de la universalidad de la conciencia y convivencia con los fenómenos de la vida, tienen para González gran poder consolatorio:
El filósofo, decía Giordano Bruno, tiene a la Tierra por patria; y aun al cielo, agrego yo. También afirmaba de sí mismo que era hijo del Sol y de la Tierra. […] El recuerdo de Giordano me consuela; sus palabras me calientan más que muchacha; su recuerdo me sirve para vengarme de que se marchiten las Toníes y las Taylor. En la librería Flamarión vi a una así, como Salomé, y puedo afirmar que me calienta más Giordano Bruno, a pesar de que aquélla hasta me hizo sufrir de gusto ansioso. (sal)
Su vida y su obra se enraízan y articulan con la vida y la obra de Bruno, a partir del sentido místico-panteísta del filósofo italiano, así:
Actitud de «amor a la vida en su potencia dionisíaca, en su infinita expansión» (4).
Rechazo de pedantes, gramáticos, académicos y gentes dedicadas al ejercicio libresco, que apartan los ojos de la naturaleza y de la vida, a las que Bruno satiriza en su obra Sátira del Candelaio.
Amor a la filosofía presocrática: día de los sabios antiguos; rechazo de la filosofía aristotélica y medieval: caliginosa noche de los temerarios sofistas (5).
Concepción de la realidad como unitotalidad sustancial o ser único, aparentemente múltiple, pues, como dice Ángel Vasallo, «Bruno inicia el panteísmo moderno, tanto el panteísmo de la sustancia (Spinoza) como el panteísmo del logos (Hegel)» (6):
El todo, según la sustancia, es uno […], y aunque se descienda por la escala de la naturaleza, existe una doble sustancia, una espiritual y otra corporal, al fin una y otra se reducen a un solo ser y una sola raíz (7).
Por más grande que sea la diversidad según el concepto propio, por lo cual una desciende al ser corporal y la otra no, una recibe cualidades sensibles y la otra no, […] sin embargo, aquélla y ésta son idénticas y (como a veces he dicho) toda la diferencia entre ellas depende de la contracción a ser corpórea y no ser corpórea (8).
Es pues el universo, uno infinito, inmóvil. Una digo, es la posibilidad absoluta, uno el acto, una la forma o alma, una la materia o cuerpo, una la cosa, uno el ente, uno el máximo y óptimo. No te aproximas más [a la identidad absoluta con el infinito] con ser hombre que con ser hormiga, no más con ser estrella que con ser hombre (9).
Concepción del universo desde la primitiva visión presocrática como realidad una, infinita, viva y animada:
«Primum animal et parens universorum»; «Animal sanctum et venerabile» (10).
Los otros globos, que son tierras, no son en ningún aspecto diferentes de éste (la tierra) en cuanto a la especie; la desigualdad se da sólo por el hecho de ser más grandes o pequeños, por las diferencias individuales, como en las otras especies de animales (11).
La tierra y tantos otros cuerpos que son llamados astros y miembros principales del universo […] tienen vida en sí mismos, y por ella, con ordenada y natural voluntad, a partir de un principio intrínseco se mueven hacia las cosas y los lugares que les corresponden […]. [Se mueven] por un principio intrínseco que es su propia alma […] intelectiva; no sólo intelectiva, como la nuestra, sino quizá más todavía (12).
Cualquier cosa, por pequeña y mínima que sea, tiene en sí una parte de sustancia espiritual, la cual, si encuentra dispuesto al sujeto, se desarrolla en planta o en animal […] porque el espíritu se encuentra en todas las cosas y no existe un mínimo corpúsculo que no contenga en sí una parte que lo anime (13).
El primer principio no mueve sino que, quieto e inmóvil, da poder de moverse a infinitos e innumerables mundos, animales grandes y pequeños colocados en la amplísima región del universo (14).
Digo además que este infinito e inmenso universo es un animal, aunque no tenga una determinada figura y sentidos que lo relacionen con las cosas exteriores, puesto que él tiene en sí toda el alma y abarca todo lo animado y es todo lo animado (15).
Unidad indisoluble Dios-Naturaleza, como dos infinitos que ni se excluyen ni se identifican, pues Dios es el entendimiento universal, el alma única, la forma Única del mundo; y la materia es el receptáculo único, el sustrato informativo del alma universal. Dios es todo en el mundo y todo en cada parte; mientras que la Naturaleza está toda en todo, pero no toda en cada parte. El ser es el todo, los modos del ser son las cosas: el universo es todo el ser y todos los modos; la individualidad es todo el ser, pero no todos los modos. Dios es el principio inmanente del universo, y todo ser natural es un centro del universo, pues en el Uno y Único coinciden los opuestos: máximo y mínimo, indivisible y cuerpo divisible, centro y circunferencia. El centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna.
La naturaleza es Dios mismo o es la virtud divina que se manifiesta en las mismas cosas (16).
Si dices (como, en verdad, me parece que de algún modo quieres decir, para evitar el vacío y la nada) que fuera del mundo hay un ente intelectual y divino, de modo que Dios venga a ser el lugar de todas las cosas, tú mismo te sentirás muy embarazado para hacernos entender cómo una cosa incorpórea, inteligible y sin dimensiones, puede ser el lugar de una cosa con dimensiones (17).
Llamo al universo «todo infinito» porque no tiene borde, término o superficie; digo que el universo no es totalmente infinito, porque cada parte que de él podemos considerar es finita, y de los innumerables mundos que contiene, cada uno es finito. Llamo a Dios «todo infinito» porque excluye de sí todo término y cada uno de sus atributos es único e infinito, y llamo a Dios «totalmente infinito» porque Él, todo entero, está en todo el mundo y está infinita y totalmente en cada una de sus partes, al contrario de la infinitud del universo, la cual está totalmente en todo y no en las partes (si es que al referirnos al infinito, se puede hablar de partes) que podemos incluir en aquél (18).
Noción de magia como conocimiento vivo, capaz de conducir a la reconciliación de los opuestos. Bruno, contra el método científico de Telesio, afirmaba que el conocimiento y la conquista de la naturaleza viviente, «pansíquica», no se logran por el método investigativo científico racional-conceptual, sino por el saber mágico-intuitivo, que utilizando las artes mnemotécnicas intuitivas de Raimundo Lulio era capaz de captar inmediatamente la realidad y llegar al punto de unión Dios-Naturaleza:
Profunda magia es saber sacar lo contrario después de haber encontrado el punto de unión (19).
Vivencia de la religión como unidad dinámico-progresiva; conocimiento natural, filosófico y revelado, a la vez, ya que para Bruno la religión es religión de la naturaleza viva y animada, y no la «santa asnalidad» de las creencias repugnantes y absurdas, útiles sólo «para la educación de los rudos pueblos que deben ser gobernados» (20).
Con Bruno y su contemporáneo, Pico de la Mirandola, comparte González la idea de que la religión de los filósofos, desarrollada por los magos de Oriente, ampliada por los filósofos clásicos y aclarada por los teólogos cristianos, es común a griegos, orientales y cristianos, y las verdades religiosas «son raíces podadas que germinan, cosas antiguas que rebrotan, verdades antiguas que se descubren» (21).
Enraizado en la unidad y el dinamismo progresivo mágico-filosófico-religioso de Bruno, González vivencia la universalidad religiosa cristiano-pagana en toda forma de sabiduría y belleza, hasta culminar en los iconos del sacristán Fabricio y el padre Elías, presencias pagana y cristiana de la cruz, que van a Cristo por caminos diferentes:
Al mismo tiempo que buscamos en Bergson, buscamos en las disciplinas hindúes, en los museos y en la práctica de rezar el rosario. (er)
Es curioso, dirán, que sean como uno solo el padre Elías y Fabricio: el uno, presencia pagana; el otro, presencia de la cruz. El padre Elías explica así: «Vías al mismo lugar; las presencias conducen siempre al Cristo. Praesentiæ semper ad Christum». (t i)
Lucha por la liberación del límite, por medio del crecimiento en conciencia hasta llegar a la conciencia de Dios, ya que al conocer partiendo de mínimos (tal como, según la filosofía de Bruno, lo hacen los matemáticos y filósofos), se va superando el límite y se retorna a la unidad divina, de la que por multiplicación de formas se generaron mónadas, números y figuras:
Filosofar significa para él luchar contra los límites y las estrecheces que apremian al hombre por todas partes para alcanzar una visión del mundo por medio de la cual el mundo no sea ya un límite para el hombre, sino el campo de su libre expansión (22).
Ascensión, por el conocimiento vivo, hasta la unificación saber-ser, que es la realización del conocimiento en la ascensión mística, consistente en la transformación de sí mismo en la naturaleza o Dios, al lograr en el «sigillus sigillorum», grado más alto de conocimiento, superior a sensación, imaginación, razón y entendimiento, la realización de la «contractio mentis» o concentración y unificación de todas las actividades humanas en la comprensión de toda la Realidad, o sea, en la plena unificación del hombre con la naturaleza o Dios, como Acteón, que, al ver a Diana, de cazador se hizo caza.
Unificación con la naturaleza como unificación con Dios, pues «si la libertad humana fuera perfecta sería como la de Dios: coincidiría con la necesidad de la naturaleza» (De immenso et innumerabilis), pues «necesidad y libertad se identifican (necessitas et libertas sunt unum)», ya que «Dios es la naturaleza» (Lo spaccio della bestia trionfante).
Conciliación o identificación de los contrarios en Dios y el universo, como en un solo principio, fin y realidad:
No es contraria a la razón nuestra filosofía que reduce a un solo principio, refiere a un solo fin y hace coincidir en una sola realidad a los contrarios, de manera que haya un sujeto primero de uno y otro. Por tal coincidencia, consideramos que al fin queda divinamente dicho y establecido que los contrarios están en los contrarios, por lo cual no resulta difícil llegar a saber que todo pertenece a todo, lo cual no pudieron comprender Aristóteles y otros sofistas (23).
Él (Dios) es toda cosa y puede ser toda cosa: potencia de todas las potencias, acto de todos los actos, vida de todas las vidas, alma de todas las almas, ser de todos los seres […]. Y aquello que en otras partes es contrario y opuesto, en Él es uno e idéntico, y toda cosa es en Él una misma cosa, ya se trate de diferencia de tiempos y duraciones, ya de actualidad y posibilidad: para Él no hay cosa antigua y nueva, por lo cual bien dijo el Revelador «primero y novísimo» (24).
Moisés Maimónides
Son raíces de la filosofía de Maimónides, en la obra de González:
La posibilidad única de la metafísica por vía intuitiva, pues el pensamiento sólo es útil para captar y expresar conceptualmente el mundo fenoménico, y no la esencia.
La teología negativa o apofática, es decir, la vivencia de Dios como total negatividad de cosa determinada, según la experiencia que durante la Edad Media había trabajado Dionisio: «No es verdad que Dios sea una esencia. Él es una esencia supraesencial y una nada superexistente» (25), y que durante el Renacimiento habían asumido Eckhart, Ruysbroeck y el mismo Maimónides, al sostener que Dios es el Ser de quien sólo puede decirse lo negativo, pues afirmar algo de Él sería atribuirle imperfecciones a quien es la negación de toda cosa determinada, el no-ser de cada cosa, el superser, el superessente, el sobreexistente.
La supervivencia de los hombres como El Hombre, o sea como el inteligible incorpóreo, pues la diferencia entre los hombres es resultado de las diferencias corporales, que desaparecen al desaparecer los cuerpos diferenciadores y supervivir la gran alma del Hombre, en lugar de la multitud de almas y cuerpos individuados.
González realiza la experiencia que lo lleva al mundo de la mística por el camino de la filosofía, enraizado en las vivencias de Spinoza y Maimónides, que superaron, cada uno por diferente vía, la contradicción entre razón y fe: Spinoza, al contraponer filosofía y revelación, como reflexión y camino de obediencia fiducial; Maimónides, al contrario, al unificar revelación y razón, en la reducción de ésta a aquélla:
Creo que el verdadero método, es decir, el método demostrativo, que elimina la duda, consiste en dejar sentada la existencia de Dios, su unidad y su incorporeidad, mediante los procesos filosóficos basados en la eternidad del mundo. Y ello no porque yo crea en la eternidad del mundo o haga alguna concesión acerca de ello, sino porque sólo por este método la demostración puede ser segura y se obtiene una certeza perfecta sobre estos tres puntos: que Dios existe, que es Uno, y que es incorpóreo, sin que sea necesario decir nada acerca del mundo, acerca de si es eterno o creado (26).
El principio de que Dios actúa según los méritos, la libertad y la razón del hombre, desde el cual elabora Maimónides la filosofía de la conciliabilidad entre la presciencia divina y el conocimiento, la libertad y la acción del hombre, y desde el cual construye González la teología de Dios Intimidad-Presencia, cuya categoría es la eternidad; y del hombre ser-existente-patentización-representación-de-Dios, que tiene categorías de espacio-tiempo y eternidad.
Baruj Spinoza
González ve a Spinoza como el hombre más bien dotado para la sabiduría que, a pesar de haber vivido la Perturbación Original y subido hasta el Paraíso, fue incapaz de superar las categorías lógico-conceptuales, y quedó en el vacío de las oposiciones mentales y conceptuales:
Los que no les ha sido dada la gracia de viajar o ser el Paraíso y la Perturbación Original, se quedan en el vacío… Ejemplo el más protuberante es Benedicto Spinoza, que subió al Inefable, y que murió prematuramente, desgastado por el esfuerzo de hallarle explicación «lógica», «racional» a lo que él llamaba Natura Naturata, o sea, a los mundos estético y mental (Natura Naturans manifestada). No fue, no pudo hacerse la Perturbación Original, y así quedó en el vacío el hombre más bien dotado para la Sabiduría que haya existido en la Tierra. (t ii)
Son raíces spinozianas de la filosofía de González, las siguientes:
Unicidad Dios-Naturaleza (Natura naturans-natura naturata). Sólo hay una única realidad: la sustancia divina; y un único conocimiento verdadero: el conocimiento de Dios:
Todo lo que puede percibir un entendimiento infinito como constituyendo una esencia de sustancia, pertenece a una sustancia única, y, por consiguiente, sustancia pensante y sustancia extensa es una sola y misma sustancia, comprendida tan pronto bajo un atributo como bajo el otro […]. De cualquier modo que concibamos la naturaleza, o bajo el atributo de la Extensión o bajo el atributo del Pensamiento, o bajo cualquier otro, siempre encontraremos un único y mismo orden, una única y misma conexión de las causas, esto es unas mismas cosas deduciéndose unas de otras (27).
Las cosas particulares no son nada más que afecciones de los atributos de Dios o, dicho de otra manera, modos mediante los cuales se expresan los atributos de Dios de una manera cierta y determinada (28).
Determinismo del orden universal, modo de la manifestación divina, necesariamente determinado por Dios mismo:
Nada hay contingente en la naturaleza, todo está en ella determinado por la necesidad de la naturaleza divina de existir y producir algún efecto de cierta manera (29).
Ausencia de causalidad finalista en el desarrollo del cosmos y la acción de Dios:
La Naturaleza no tiene fin alguno prescripto a ella, y todas las causas finales sólo son ficciones de los hombres […]. Si Dios obra por un fin, entonces apetece alguna cosa de que está privado (30).
Supremacía del conocimiento o ciencia intuitiva, conocimiento sub specie æternitatis, propio del alma que conoce en categoría de eternidad.
La percepción sensible, conocimiento por experiencia, y la imaginación, generada por la captación de signos, constituyen los «conocimientos de primer género»; el razonamiento, conocimiento nocional, logrado a partir de ideas comunes, constituye el conocimiento racional o «conocimiento de segundo género»; el «conocimiento que procede de la idea adecuada de la ciencia formal de ciertos atributos de Dios, al conocimiento adecuado de la esencia de las cosas», constituye «la ciencia intuitiva»: (31)
Pertenece a la naturaleza de la razón percibir las cosas como poseyendo una especie de eternidad (sub specie æternitatis) (32).
La esencia del alma consiste en un conocimiento que envuelve el de Dios y no se puede sin él ni ser ni ser concebida (33).
Concepción de la filosofía como comprensión que libera de la pasionalidad, al permitir a quien ha conocido liberarse del odio, la risa y el menosprecio:
El que sabe con rectitud que todo se sigue de la necesidad de la naturaleza divina, y sucede conforme a las leyes eternas de la Naturaleza, no encontrará ciertamente nada que sea digno de Odio, Burla o Menosprecio, y no tendrá conmiseración por nadie, sino que en tanto lo permita la humana virtud, se esforzará en hacer bien, como se dice, y en mantenerse gozoso (34).
Comprensión del amor intelectual del hombre a Dios, como el amor mismo de Dios, presente en el modo de Dios que es el hombre:
El Amor intelectual del Alma hacia Dios es el mismo amor con que Dios se ama a sí mismo, no en cuanto es infinito sino en cuanto puede explicarse por la esencia del Alma humana considerada como teniendo una especie de eternidad (sub specie æternitatis); es decir, el amor intelectual del Alma hacia Dios es una parte del amor infinito con que Dios se ama a sí mismo (35).
Fundamentación de la acción moral y el derecho en el ser mismo, y no en el deber ser:
Por derecho natural e institución de la naturaleza no entendemos otra cosa que las leyes de la naturaleza individual, según las cuales concebimos a cada individuo determinado naturalmente a existir y obrar de un modo dado.
La naturaleza, considerada bajo un aspecto general, tiene un derecho soberano sobre todo lo que está bajo su dominio, es decir, que el derecho de la naturaleza se extiende hasta donde llega su poder. El poder de la naturaleza es, en efecto, el poder mismo de Dios que ejerce un derecho soberano sobre todas las cosas.
Pero como el poder universal de toda la naturaleza no es sino el poder de todos los individuos reunidos, resulta de aquí que cada individuo tiene un cierto derecho sobre todo lo que puede abrazar, o en otros términos, que el derecho de cada uno se extiende hasta donde alcanza su poder.
Así cualquiera que esté obligado a vivir bajo el único imperio de la naturaleza, tiene el derecho a realizar lo que juzga útil, ora sea llevado a la satisfacción de este deseo por la sana razón, ora por la violencia de sus pasiones […].
Y esto no debe sorprender, porque la naturaleza no se encierra en los límites de la razón humana, que sólo atiende al verdadero interés y a la conservación de los hombres, sino que está subordinada a un sinfín de leyes que abarcan el orden eternal de todo el mundo, del que el hombre es una pequeña parte. Sólo por la necesidad de la naturaleza son determinados los individuos de un cierto modo a la acción y a la existencia (36).
Construcción de la ética del ser, como ética del conocimiento que se identifica con el bien, por lo que lo conducente al bien o conocimiento, es lo bueno; la ignorancia, que separa del conocimiento, es el mal; el conocimiento de Dios, Sumo Bien, la culminación del bien y la virtud:
No sabemos con certeza de cosa alguna si es buena o mala, a no ser de la que conduce realmente al conocimiento o puede impedir que lo poseamos (37).
El bien supremo del Alma es el conocimiento de Dios y la suprema virtud del Alma la de conocer a Dios (38).
La meditación como camino de liberación de la pasionalidad:
Una afección, que es una pasión, cesa de serlo tan pronto como formamos de ella una idea clara y distinta.
Una afección, que es una pasión, es una idea confusa.
Una afección está tanto más en nuestro poder y el Alma padece tanto menos a causa de ella cuanto esa afección nos es más conocida (39).
La Beatitud o culminación de la vida filosófico-moral-religiosa, nacida de la intuición, como unidad vida-verdad-ser, que es el amor mismo de Dios:
La beatitud no es el premio de la virtud, es la virtud misma. La beatitud consiste en el amor de Dios y este amor nace del tercer género de conocimiento […]. Cuanto más goza el Alma de este Amor divino o de esta Beatitud, más consciente es, es decir, mayor es su poder sobre las afecciones, y menos padece a causa de afecciones que son malas (40).
Articulación con la filosofía moderna de Occidente
La filosofía gonzaliana se enraíza y articula con la filosofía moderna de Occidente a través de dos vías:
1.ª – El encuentro con Ralph Waldo Emerson, cuyo pensamiento y actitud, regidos por el sentido estético de la vida, conmueven y marcan profundamente, desde su adolescencia, el espíritu y los caminos de la búsqueda de González:
Sólo en Norteamérica, la patria de Emerson, el filósofo de la belleza, está apareciendo la ciencia del embellecimiento humano. (msb)
… Emerson o Carlyle: […] no puedo leerlos, porque cada proposición repercute en mí, en serie de ecos espirituales…, como si yo fuera un atambor y ellos fueran bolillos. (dm)
En sus obras iniciales, Fernando González va presentando las posturas y hallazgos filosóficos, religiosos y morales, realizados fuera del marco escolar o jesuítico o seminarístico o universitario, que en su obra son uno y el mismo fenómeno.
En Viaje a pie alude, entusiasmado, al poder operativo del pragmatismo norteamericano:
Sólo el pragmatista que lo ha ensayado [el recogimiento] durante mucho tiempo sabe la fuerza de un alma metodizada, concentrada, cuando en el momento dado lanza su deseo y su pensamiento hacia un fin determinado. […] El joven pragmatista admira lo único que hay admirable en este esferoide: el método; la capacidad de perfeccionarse que tiene el hombre; la ló-gi-ca. […] El joven pragmatista es impasible. Dice: todo esfuerzo que hagas para atraer a ti los seres y las cosas es un desperdicio; la fuerza atractiva obra cuando está concentrada en el interior. (vp)
En Mi Simón Bolívar alude de nuevo a su encuentro con la cultura norteamericana, a través de la práctica de las ciencias ocultas:
Practiqué las ciencias ocultas en la América del Norte: la Ciencia Cristiana, el Yoga, la Teosofía… (msb)
En Don Mirócletes presenta su orientación hacia una filosofía de la vida, nutrida de subjetividad cartesiana, vitalismo bergsoniano y trascendentalismo norteamericano:
El reino es, por consiguiente, de la vida, del torbellino de Descartes, del impulso vital de Bergson, del it yanqui. (dm)
Los trascendentalistas
En su encuentro con la cultura norteamericana, González se topa con el trascendentalismo de Ralph Waldo Emerson, William Ellery Channing, Theodore Parker y Henry David Thoreau, cuyos principios bien pueden sintetizarse así:
Primacía de la conciencia sobre la naturaleza.
Unidad inconfusa Naturaleza-Espíritu, según la ley propia de cada uno de ellos.
Superioridad del espíritu sobre la materia, pues todo hecho natural es reflejo o signo de un hecho del espíritu, orientador del camino a las realidades trascendentales, presentes en el fondo de todas las cosas y de todas las almas.
Fidelidad a la naturaleza y al espíritu, como camino integral a la plenitud humana.
Vivencia de la religiosidad como facultad humana connatural, ya que el hombre, al realizarse a sí mismo en la fe y la confianza en la ley propia de cada ser, genera la evidencia inmediata de las verdades religiosas.
Vivencia de la moral como conformación del hombre con la Naturaleza y con el Espíritu, ambos conformes con la Divinidad.
Vivencia de la política como actividad conciencial-natural, generada desde la conciencia y la naturaleza, y no sólo desde la experiencia y la historia.
En un discurso de 1842, el mismo Ralph Waldo Emerson define el trascendentalismo norteamericano de esta manera:
Lo que entre nosotros se llama popularmente trascendentalismo, es idealismo. […] Como pensadores los hombres se han dividido siempre en dos sectas: materialistas e idealistas. La primera clase se basa en la experiencia, la segunda en la conciencia; la primera clase comienza a pensar partiendo de los datos de los sentidos; la segunda clase percibe que los sentidos no son decisivos y dice que los sentidos nos dan representaciones de las cosas, pero no nos dicen qué son las cosas en sí mismas. El materialista insiste en los hechos, en su historia, en la fuerza de las circunstancias y en las necesidades animales del hombre; el idealista, en el poder de Pensamiento y de la Voluntad, en la inspiración, en el milagro, en la cultura individual. El espiritualista al hablar de los acontecimientos los ve como espíritus. No niega el hecho sensorio, de ninguna manera, pero no quiere ver únicamente ese hecho; no niega la presencia de esta mesa, o de esta silla, o de las paredes de esta habitación, pero mira estas cosas como el reverso del tapiz, como el otro lado, y cada una de ellas es una secuela o terminación de un hecho espiritual que nos afecta muy de cerca (41).
La filosofía vivencial de González se enraíza y articula con la filosofía trascendentalista de Emerson, así:
Unitotalidad de la vida como patentización de la sustancia única:
Las apariencias indican que el universo está representado en cada una de sus partículas. Cada una de las cosas de la naturaleza contiene todas las fuerzas de la naturaleza. Todo está hecho de la misma sustancia desconocida (42).
Sentido del hombre como dios y microcosmos:
Todo hombre es una divinidad disfrazada, un dios que se hace el loco (43).
Todas las criaturas son el hombre, agente o paciente (44).
Aceptación y asunción del espíritu y de los instintos como condición de la realización de la universalidad del hombre:
Nada es en fin de cuentas más sagrado que la integridad de nuestro propio espíritu (45).
Si cada hombre se afirma inflexiblemente en sus instintos, girará a su alrededor todo el vasto mundo (46).
Crecimiento de adentro hacia afuera, hasta el infinito, por el camino de la autenticidad que conlleva la contradicción:
El hombre es noble planta endógena que, como la palmera, crece y se desarrolla de dentro para afuera (47).
El hombre está adaptado a lo infinito (48).
Si quieres ser un hombre di lo que piensas hoy con palabras fuertes como cañonazos y mañana amplíalas también para decir lo que pienses ese día, aunque tuvieres que contradecir lo que hayas dicho hoy (49).
Búsqueda de la liberación, la independencia, la simplicidad y la belleza, como tarea esencial del hombre que quiere llegar a ser lo que es:
Librarse de los falsos lazos; tener valor para ser lo que se es; amar lo sencillo y lo hermoso; tener independencia […]. Estos son los puntos esenciales (50).
Anarquía, como ideal:
Cuanto menos gobierno tengamos, tanto mejor; cuantas menos leyes, mejor (51).
Americanidad como camino posible para el débil hombre americano, apasionado por Europa:
En América la naturaleza es sublime, pero los hombres no (52).
Día llegará en que reemplacemos la pasión por Europa por la pasión por América (53).
2.ª – Encuentro con el cogito cartesiano como primer principio de la filosofía de la libertad, que rompe con el primer principio racional-conceptual aristotélico-tomista:
Descartes, genio de la libertad, porque buscó el primer principio filosófico en el individuo: pienso, luego existo. Él nos libertó de esa cadena que parte del primer principio y que va de eslabón en eslabón hasta la divinidad del clérigo, y que llamaron escolástica. (n)
«Pienso, luego soy». ¿Es un juicio? Despachurremos los vocablos tan solemnes. ¿Qué expresó Descartes en pienso, en luego y en soy? Él estaba bregando por dudar de todo. Pienso es, pues: estoy bregando por dudar de que yo sea algo, de que exista este cuarto, estas cosas… Luego, es lo mismo que igual, es lo mismo que «traduzco aquello por esto», y soy es lo mismo que estoy dudando, y Yo es conciencia, es lo mismo que… Dijo en resumen: dudo, estoy dudando y lo sé: soy una duda sucediéndose y siendo consciente. Existo y soy consciente de que existo. El yo es un sucederse que se sabe tal. (lvp)
A partir del primer principio de la filosofía de Descartes: «Pienso, luego existo», entendido como primer principio vital-individual, González hace la crítica y construye su vivencia de la filosofía moderna de Occidente, fundada, toda ella, en el cogito cartesiano, y desarrollada desde las dos grandes vertientes antitéticas de la filosofía kantiana: el fenomenismo de la razón pura, que niega la posibilidad metafísica y magnifica la ciencia occidental; y el intuicionismo de la razón práctica, que postula la necesidad del cosmos, el alma y Dios, y fundamenta la filosofía trascendentalista-idealista e intuicionista-vitalista.
González articula su búsqueda con las búsquedas de Kant y Fichte, en cuanto estos son viajeros al paraíso, entre las brumas mentales:
Kant, Fichte, viajeros mentales, filósofos conceptuales, casi olieron el Paraíso, pero como en brumas, las brumas de la mente. (t ii)
Con la de Paracelso y Nietzsche, hombres de la antítesis, en cuanto brujos nostálgicos del paraíso, llenos de amor a la vida y a Cristo:
… mis hombres son Paracelso, Nietzsche, y ahora se me pone delante Hahnemann, con su ley del estímulo amoroso al ser vivo, para que reaccione y recupere el equilibrio perdido. ¡Es el universo de Cagliostro y de Ponce de León, el mundo de la eterna juventud, el Paraíso Perdido! (lvp)
Con la de Schopenhauer, como mediador entre Occidente racionalista y Oriente místico, cuya filosofía permite entender la necesidad de la representación histórica:
Con Schopenhauer se importaron los grandes conocimientos que a este respecto [poder psíquico] poseían los hindúes en sus escuelas y sectas esotéricas. El mundo como voluntad y representación fue verdadera revolución en Europa cristiana. «El mundo es voluntad, es representación». Esto quiere decir que la verdad es creación, apariencia. (n)
Los hombres intervienen en la historia como expresiones de la latencia, de lo que subyace y que brega por manifestarse. De ahí que el universo sea voluntad y representación. (s)
Con la de Søren Kierkegaard, como testigo de la vivencia cristiana en Occidente:
La gran contribución de Kierkegaard fue el haber vivido en el Paraíso que El Pecado fue en ese Edén: el salto de La Presencia a las presencias: Bien y Mal, a los contrarios gemelos, a la visión bisoja. Así quedó explicado vivamente que vivir en pecado es vivir la Ignorancia, vivir la Ausencia, pero que la ignorancia no es el pecado. Hasta Kierkegaard, la filosofía mental confundía pecado con ignorancia. Tal, la gran originalidad del nuevo Hamlet. (t ii)
Immanuel Kant
En su madurez, González sintetizó así la filosofía kantiana, cuyo estudio le había costado la expulsión del colegio de los jesuitas, en los días de su niñez ignaciana:
Manuel Kant fue la culminación del mundo mental. Mentalmente hizo crítica de la Mente y concluyó con esta tautología, pero que en su tiempo fue genial deposición del orgullo satánico: el mundo mental es humano; la Mente no conoce sino La Mente; no están a su alcance o en su jurisdicción El Ser, La Libertad ni La Eternidad.
Para los que hayan vivido La Tragicomedia, la Crítica de la Razón Pura trata de evidencias; dice:
Nada puede saberse mentalmente del Paraíso y de la Perturbación Original y del Cristo, porque el mundo mental fue precisamente la salida del Paraíso; la Perturbación nos hizo Mente.
Eso, y sólo eso es la Crítica de la Razón Pura de Kant. Expuesta en términos del entendiendo, es así:
El mundo de la Mente es la Mente. Ésta vive o es su mundo: no vive ni es El Ser, El Libre.
Kant, que no vivió sino la Mente, lo expuso así:
La Mente es viable en lo fenoménico; es infalible en los mundos estético y racional; no vale en el mundo del Ser; nada sabemos mentalmente del Ser, ni podemos saberlo, porque la Mente son categorías espacio-temporales y racionales. (t ii)
La filosofía de González se enraíza en la filosofía de Kant a partir de la concepción kantiana de la metafísica como estudio de los límites del conocimiento, que se limita, como Razón Pura, o entendimiento, al conocimiento fenoménico; y, como Razón Práctica, a la postulación de la necesidad del Cosmos, el Alma y Dios, como esencias, o sustancias o nóumenos, apenas inteligibles, pero no cognoscibles.
Enraizada en Kant, la metafísica que González propone y realiza, como la de Kant, es ajena a la búsqueda racional del Ser; pero, más allá de la visión kantiana, más allá de los mundos fenoménicos fisiológico-pasional, espacio-temporal, conceptual-mental-racional, en categoría de eternidad, es «Viaje» vivencial hacia el nóumeno o Intimidad, en la Amencia; a la Reconciliación de los contrarios pasional-mentales, en la contemplación de Dios; al Suicidio o Segundo Nacimiento, más allá de las coordenadas, en el Ser o la Intimidad o la Presencia o la Vida.
Son raíces kantianas en la filosofía de González, las siguientes:
La incapacidad de la mente para obrar más allá del mundo mental-conceptual, que explica los fenómenos, en las categorías del entendimiento y de los sentidos:
La Experiencia misma es una especie de Conocimiento, que exige la presencia del Entendimiento, cuya regla tengo que suponer en mí antes de que ningún objeto me sea dado, y por consiguiente a priori. Sólo conocemos a priori en las cosas lo que hemos puesto en ellas (54).
La circunscripción de la metafísica racional-conceptual al universo de la mente:
Simplemente me limito a ocuparme de la razón misma y de su puro pensar, para cuyo amplio conocimiento no tengo necesidad de ir muy lejos de mí, pues en mí la encuentro […]. Toda la cuestión se reduce aquí a saber hasta dónde puedo llegar con la razón, desde el instante en que me fueron sustraídos toda la materia de la experiencia y su concurso. La cuestión principal sigue siempre en pie, a saber: ¿qué es lo que Entendimiento y Razón, libres de toda experiencia, pueden conocer, y hasta dónde pueden extender ese conocimiento? (55)
La posibilidad de la razón práctica, para postular la realidad del nóumeno, o la cosa en sí, como cosmos, fundamento de los fenómenos del mundo físico; alma inmortal, fundamento de los fenómenos psicológicos, la libertad y la inmortalidad; Dios, fundamento del «imperativo categórico», origen de la racionalidad de los fenómenos de orden moral:
… nuestro conocimiento racional a priori […] sólo se refiere a fenómenos, dejándonos sin conocer la cosa en sí, por más que para sí misma sea real (56).
Existe una aplicación práctica y absolutamente necesaria de la Razón pura (la aplicación moral) en donde se extiende inevitablemente más allá de los límites de la sensibilidad, y para lo que en nada necesita del auxilio de la Razón especulativa, por más que deba empero guardarse de no oponérsela a fin de no caer en contradicción consigo misma. Yo no puedo, pues, admitir Dios, la libertad y la moralidad para el necesario uso práctico de mi razón, sin negar al mismo tiempo las inmensas pretensiones de la razón especulativa a vagarosos conocimientos […]. Me ha sido, pues, preciso suprimir el saber para dar lugar a la creencia (57).
Juan Teófilo Fichte
Según la crítica del mismo González, su filosofía se separa de la filosofía de Fichte, en cuanto concibe el yo como ausencia de la Presencia, y no como patentización de la Presencia, a la manera fichteana.
Sin embargo, se articula con ella como filosofía de la mediación del Yo entre el aparecer y el Ser:
Continuador de Kant que creyó encontrar explicación en el salto del Ser al Aparecer y concluyó con la soberbia ignorancia hindú de Yo igual a Ser; Yo soy Él. Cuando, precisamente, el yo es la ausencia de La Presencia, ausencia en presencia. Pero Fichte olió el entendiendo, el Mediador en nosotros. Estuvo cerca: podría decírsele, como en el juego del escondite de los niños: «¡Por ahí humea!». (t ii)
En cuanto lucha por la liberación de los límites, pues Fichte, poseído por la pasión fundamental de la superación de sus limitaciones, hizo la conversión de la razón práctica de Kant en acción moral, superadora de los límites:
Tengo una sola pasión, una sola necesidad, un pleno sentimiento de mí mismo: actuar fuera de mí (58).
En cuanto González comprende los seres como representación de la Sustancia única, y Fichte concibe la unidad Dios-Yo, en el sentido de que el Yo, la autoconciencia, el saber, son imágenes, copias, manifestaciones del Infinito, el Ser, el Absoluto o Dios, o sea que cada yo es representación de la Única Sustancia y Naturaleza, y, mientras sea yo, depende de la Sustancia y tiende hacia el infinito:
Aquello cuyo ser consiste sólo en ponerse como un ponerse a sí mismo como existente, es el yo como sujeto absoluto (59).
El yo de cada uno es él mismo, la única Sustancia Suprema (60).
Yo soy naturaleza y mi naturaleza es una tendencia (61).
El yo nunca puede llegar a ser independiente mientras deba ser yo; el objetivo final del ser racional se encuentra necesariamente en el infinito (62).
Arturo Schopenhauer
La novedad de la filosofía de Schopenhauer radica en el esfuerzo por realizar la filosofía de la intuición del nóumeno o realidad transfenoménica, que Kant había desdeñado, empeñado en hacer la filosofía de las manifestaciones fenoménicas, espacio-temporales, que era la única forma de conocimiento que veía posible.
A pesar de que González consideró la filosofía schopenhaueriana como imposibilitadora del hallazgo de la verdad, sin embargo, por razón de la naturaleza intuicionista y los nexos con la sabiduría oriental que ella tiene, la asume para la reflexión y el análisis de la historia.
Son raíces del pensamiento de Schopenhauer en la obra de González:
El mundo de los objetos como representación espacio-temporal, generadora de la pluralidad y de los opuestos:
El mundo como representación […] tiene dos mitades necesarias e inseparables. Una es el objeto. Sus formas son el espacio y el tiempo, de donde viene la pluralidad (63).
La pertinencia del mundo de la representación, dentro del cual existe el hombre, al mundo de la necesidad, en virtud de «la cuádruple raíz del principio de razón suficiente»: necesidad del devenir, que rige las relaciones entre las cosas, según necesidad física; del conocer, que rige las relaciones entre los juicios, según la necesidad lógica; del ser, que rige la representación, según la necesidad espacio-temporal; del obrar, que rige las acciones, según la necesidad moral (64).
El mundo de la intimidad del hombre, como mundo más allá de las categorías espacio-temporales, mundo de la integridad o unidad:
La otra mitad es el sujeto, y no se encuentra colocada en el tiempo ni en el espacio, pues existe entera e indivisa en todo ser que percibe […] (65).
La simultaneidad y reciprocidad del mundo de la pluralidad de opuestos, generados como representación por el sujeto pensante, y del mundo del sujeto pensante, que existe como tal por su voluntad de existir como pensante:
Pero con sólo que desaparezca este ser, el mundo como representación deja de existir. Ambas mitades son inseparables para el pensamiento, pues ninguna de ellas tiene existencia más que para la otra y por la otra; existen y desaparecen juntamente (66).
La vivencia del hombre como existente en conciencia, o sea, como cognoscente que capta la realidad dentro de su conciencia:
Nada más cierto que nadie puede salir de sí mismo para identificarse directamente con las cosas distintas de él; todo aquello de que tiene conocimiento cierto, es decir, inmediato, se encuentra dentro de la conciencia. (67).
La intuición como la fuente primera, y segura de captación de la realidad sustancial, que genera el conocimiento evidente e innegable, que representado en racionalizaciones, abstracciones, discursos y conceptos, fundamentados en la intuición directa, está, sin embargo, expuesto a múltiples errores:
Vamos a pasar de la representación intuitiva, directa, que se afirma por sí misma, a la reflexión, a las nociones de razón, abstractas y discursivas, cuya sustancia toda está tomada del conocimiento intuitivo y no existe más que con relación a él […]. La intuición se basta a sí misma; he aquí por qué no puede ser falso ni puede jamás ser refutado lo que exclusivamente procede de ella, y le permanece fiel, como una verdadera obra de arte, por ejemplo (68).
Hemos adquirido la convicción de que la fuente primera de toda evidencia es la intuición y que no hay verdad absoluta más que en la relación inmediata o mediata con la intuición. Sabemos, además, que el camino más directo es el más seguro, puesto que toda intervención de los conceptos expone a muchos errores (69).
La vivencia del conocimiento racional, como creación de la mente, que trabaja con lo que ella misma ha producido, generando, así, juicios verdaderos en el mundo mental-racional, cuya razón suficiente, que es la sustancia, es ajena a las posibilidades de la razón:
La razón es de naturaleza femenina: no puede producir sino después de haber concebido. En sí misma no contiene nada, a no ser los procedimientos del raciocinio, sin sustancia alguna. […] [E]n todas las demás ciencias, la razón toma sus contenidos de las representaciones intuitivas. Saber, en general, significa poseer en el espíritu, con la mira de reproducirlos a voluntad, juicios cuyo principio suficiente de conocimiento se encuentra fuera de ellos mismos, lo que significa que son juicios verdaderos (70).
La naturaleza no representativa ni representable de la realidad sustancial (esencia o nóumeno), que es la intimidad sustancial o núcleo de todo lo que se representa:
Fenómeno significa representación, y nada más; toda representación, todo objeto es fenómeno. La cosa en sí es la voluntad únicamente; a este título no es en manera alguna representación, y se diferencia de ella toto genere. La representación, el objeto, es el fenómeno, la visibilidad, la objetivación de la voluntad. La voluntad es la sustancia íntima, el núcleo de toda cosa particular […] (71).
La necesidad de la historia, en cuanto manifestación necesaria de la voluntad de vivir, o sea, el mundo como voluntad y representación:
Cuando se comprende que toda la ciencia del hombre no es más que voluntad, y que el hombre mismo no es otra cosa que el fenómeno de esa voluntad […], no se puede poner en duda la fatalidad de la acción, dados el carácter y los motivos (72).
La liberación de la causalidad, el espacio y el tiempo, como pura nada :
Sí, lo reconocemos abiertamente; lo que queda después de la supresión total de la voluntad, para aquellos a quienes la voluntad anima todavía, no es más que la nada efectivamente. Pero, a la inversa, para aquellos en quienes la voluntad se ha suprimido y convertido, este mundo tan real, con todos sus soles y sus vías lácteas, es verdaderamente la Nada. Esta nada es lo que constituye el Pratchna paramita de los budistas, el más allá del conocimiento; es decir, el punto en que no existe ni sujeto ni objeto (73).
Raíces filosóficas anárquicas o antitéticas
A pesar de que para la reflexión patrística cristiana había quedado claro que no existía desacuerdo entre ciencia y revelación, el antagonismo entre conocimiento sobrenatural y conocimiento natural (religión y filosofía) permaneció sin solución hasta los finales de la Edad Media, cuando, durante la crisis de la filosofía escolástica, Guillermo de Ockham y los ockhamistas replantearon el problema y acabaron por concluir que sólo la naturaleza era objeto adecuado de la investigación del entendimiento humano, mientras la revelación, o los artículos de la fe, constituía un objeto inadecuado a la razón humana, adecuado únicamente a la fe sobrenatural.
Debido al vacío de lo sobrenatural en el orden natural y racional, generado por la crisis de la escolástica, en el Renacimiento se empezó a entender la naturaleza como realidad animada, no ya por fuerzas sobrenaturales, sino empáticas; al hombre, como «naturaleza media», participe de la divinidad y de la naturaleza; a la mente, como realidad superior a la razón, capaz, sin ayuda de la gracia sobrenatural, de acción suprasensible; a la filosofía de la naturaleza, la ciencia y la magia, como vías válidas para el conocimiento de la naturaleza; a la magia, en particular, como método para lograr el dominio de la naturaleza por medio de la operación de la mente en el mundo suprasensible, como bien lo expresa la afirmación de Pico della Mirandola, en su Oratio de hominis dignitate: «La magia es la total perfección de la filosofía natural».
Así pues, durante toda la Edad Media y el Renacimiento, paralelamente a la mística o contemplación de Dios bajo la acción iluminativa de la gracia, y a la teología natural o estudio racional de la fe, la magia permanece vigente como una tercera forma de conocimiento o saber, reservado a los iniciados, que por la iluminación logran el saber esotérico o conocimiento de los arcanos del universo y del hombre.
El mago ejerce su sabiduría por medio de la alquimia, o poder de transmutación de los elementos, que produce el elixir de la eterna juventud, perpetuador de la existencia fisiológica; la astrología, o conocimiento de las correspondencias entre cuerpos humanos y cuerpos astrales, que en virtud de la unitotalidad viva del universo permite la predicción del futuro; la cábala o conocimiento de los números determinantes del universo, que permite prever los destinos universales.
Por talante ancestral, experiencias agonísticas de niñez y adolescencia, rechazo de la sistematización racional-conceptual de filosofía y ciencia occidentales, lucha contra los formalismos culturales y sociales de la inautenticidad social y moral de Colombia y Suramérica, Fernando González enraíza su vivencias en la sabiduría anárquica de alquimistas, magos y anarquistas:
Nosotros los solitarios, los de la Universidad selvática, pertenecemos más bien al Renacimiento. (n)
Vinculados con la sabiduría o magia renacentista, en cuanto expresión de la antítesis de la filosofía sistemática mental-conceptual, son iconos o prototipos del saber vitalista, intuicionista, antirracionalista, antitradicionalista y antiacademicista, Paracelso, Cagliostro, Ponce de León, Federico Nietzsche, en cuya sabiduría se enraíza la filosofía de González.
Paracelso
El núcleo de la novedad de la obra de Paracelso es el esfuerzo por superar en la experiencia de la teoría como práctica especulativa y de la praxis como teoría aplicada, la dicotomía entre teoría y praxis, especulación y acción, ciencia y sabiduría, generadas por la lógica racional-conceptual.
Paracelso investiga al hombre como perfecta correspondencia entre microcosmos y macrocosmos, que por medio de la unificación del saber empírico y el saber teórico realiza las obras de Dios.
Desde la unidad de teoría y praxis, Paracelso entendió la medicina, su profesión de iniciado, como cuádruple ejercicio de la magia: teología, filosofía, astronomía y alquimia.
La obra de González se articula con la obra de Paracelso, así:
Rechazo al engolamiento académico, que Paracelso denominaba «los rebuznos del asno».
Indomeñable decisión de originalidad, individualidad y autenticidad, expresada así, en palabras de Paracelso:
Alterius non sit, qui suus esse potest. (No sea otro, el que puede ser él mismo) (74).
Primacía de la intuición, la convivencia, la subjetividad y la experiencia vivencial, sobre la objetividad experimental, en la adquisición del conocimiento, según la doctrina alquímica que, por boca de Armand Barbault, afirmaba la irrepetibilidad de la realidad, y que Paracelso parafraseaba diciendo:
Esta ciencia es ante todo un arte que escapa a la experimentación objetiva y a la repetición banal (75).
Concepción del hombre como microcosmos (contra la concepción mecanicista de Vesalio, en la época de Paracelso, y los reductos cartesianos, en la época de González), cuya existencia culmina en la comunión materia-espíritu, en la reconciliación de los contrarios, que es el matrimonio hermético o encarnación en Melusina.
Unidad Magia-Sabiduría, como patentización del misterio de Dios:
Para él (Paracelso) la magia y la sapientia de la naturaleza se encuentran dentro del orden querido por Dios como en un misterium et magnalia Dei (76).
El hermafroditismo como símbolo de la realización de la plena sabiduría: el opus alquimicum, que separa del caos los dos principios de la materia primera: Hermes o Mercurio, que es el Sol, y el alma del mundo, que es la Luna, y los vuelve a unir en la coniunctio o boda química o hieros gamos, de cuya unión filosófica nace el Hermafrodita o Filius sapientiæ o hijo de la Sabiduría. En esta concepción alquímica del hermafroditismo, como generación de la Sabiduría, se enraíza la concepción gonzaliana del hermafroditismo como culminación o reconciliación, que en el Hermafrodita dormido tiene su arquetipo.
Federico Nietzsche
La presencia de Nietzsche en la vida de Fernando González fue la presencia permanente del maestro amado, que señaló el gran camino del gozoso amor a la vida y a la lucha, e instigó la búsqueda enamorada de Cristo:
[En Alemania] han aparecido los predicadores de la energía, de la guerra. Nietzsche —¡cómo se alegra la vida al recordarlo!— fue el goce dionisíaco. (vp)
Estuve leyendo la vida de Federico Nietzsche. Me entristece esta vida noble de un ser que buscaba el amor y el arte y sólo encontraba bajeza. Era muy bueno, muy alto, muy grande. Quien puede ser amigo como él, es muy grande. Su muerte, sus editores, su… ¡todo es conmovedor! ¿Odiaba a Cristo? No; era su gran amor. Así como su frase acerca de las mujeres y del látigo significa que la mujer es sacrificio, madre, mártir, asimismo en sus palabras acerca de Jesucristo quiere condenar la psicología del cristianismo europeo, con sus curas, su debilidad femenina, su capitalismo burgués. (msb)
Nietzsche, una mañanita en Turín, enloqueció de envidia del Cristo y escribió su última carta a unos amigos, carta loca, y la firmó así: El Crucificado. […] No le faltó sino el pasito, ese pasito milagroso y que viene por Gracia, de vivir que Cristo no es otro; que es nuestra Intimidad. Y como es de Gracia que uno se da, no es un do ut des, un concordato, pues estoy humanamente y por Fe segurísimo de que ese mi maestro de la niñez está en compañía del Señor, y diariamente digo: «¡Espérame allá, Superhombre, hombre de la flecha refulgente del anhelo humano!». Y al Señor le digo: «Acércalo a Ti, Señor, porque él me acercó a Ti. Nadie te ha envidiado tanto en la Tierra como él. Hasta que supe de él, no le faltaba sino eso de que Tú no eres “otro” y “nada niegas a los que te buscan”. Y eso de que no eres otro, sino nuestra Intimidad, eso tan grande, sólo Tú puedes darlo de Gracia al que se desnude de sí mismo…». (cr)
Desde su juventud más temprana, González encontró en la vida y obra de Nietzsche las pautas fundamentales de su metafísica, de su mística y de su actitud existencial:
El amor a Cristo y a Benedicto Spinoza:
Yo quisiera saber cuánto se debe perdonar a un pueblo que, no sin falta de todos nosotros, ha tenido entre todos los pueblos las historia más penosa, y al que se debe el hombre más digno de amor (el Cristo), y el sabio más íntegro (Spinoza), el libro más poderoso y la ley moral más influyente en el mundo (77).
La asunción de la realidad, desde la desnudez de la veracidad, virtud fundamental, generadora de la separación rigurosa entre metafísica y moral, desde la cual construye y vive González su metafísica de los viajes o de las vivencias, que conduce a la Beatitud, o intuición de La Realidad, más allá de la mente racional, el bien y el mal:
Todas las cosas están bautizadas en el manantial de la eternidad y más allá del bien y del mal. El bien y el mal mismos no son más que sombras intermedias y húmedas tribulaciones y nubes pasajeras (78).
No se me ha preguntado, pero debería habérseme preguntado qué significa, cabalmente en mi boca, en boca del primer inmoralista, el nombre Zaratustra […]. Zaratustra fue el primero en advertir que la rueda que hace moverse a las cosas es la lucha entre el bien y el mal —la transposición de la moral a lo metafísico como fuerza, causa, fin en sí, es obra suya— […]. Zaratustra creó ese error, el más fatal de todos, la moral; en consecuencia, también él tiene que ser el primero en reconocerlo […]. Su doctrina, y sólo ella, considera la veracidad como virtud suprema —esto significa lo contrario de la cobardía del «idealista», que frente a la realidad, huye […]. La autosuperación de moral por veracidad, la autosuperación del moralista en su antítesis —en mí— es lo que significa en mi boca el nombre Zaratustra (79).
Desde raíces nietzscheanas, ética y metafísicamente, asume González la liberación del «deber ser» para llegar a la desnudez de la «inocencia» creadora, expresión del ser auténtico:
Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es preciso el león. En otro tiempo el espíritu amó el tú debes como su cosa más santa: ahora tiene que encontrar ilusión y capricho incluso en lo más santo. Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha podido hacerlo? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño? Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo […], un santo decir sí (80).
La gnoseología gonzaliana se articula con la de Nietzsche en el amor al cuerpo y el sentido de la tierra, como raíz del conocimiento vivo, originariamente pasional, antítesis del conocimiento mental-racional y científico, vano «conocimiento inmaculado»:
El yo aprende a hablar con mayor honestidad cada vez: y cuanto más aprende, tantas más palabras y honores encuentra para el cuerpo y la tierra. Mi yo me ha enseñado un nuevo orgullo y yo se los enseño a los hombres: […] ¡llevar libremente una cabeza terrena, la cual crea el sentido de la tierra! Es mejor que oigáis, hermanos míos, la voz del cuerpo sano: es esta una voz más honesta y más pura (81).
¡Permaneced fieles a la tierra, hermanos míos, con el poder de vuestra virtud! ¡Vuestro amor que hace regalos, y vuestro conocimiento, sirvan al sentido de la tierra! Esto os ruego y a ello os conjuro (82).
Vuestro espíritu se avergüenza de estar a merced de vuestras entrañas, y a causa de su propia vergüenza recorre caminos tortuosos y embusteros. Así se dice a sí mismo vuestro mendaz espíritu: el conocimiento inmaculado de todas las cosas sea para mí el no querer nada de las cosas […]. ¡Oh, sensibles hipócritas, lascivos! A vosotros os falta la inocencia en el deseo: ¡y por eso, ahora, calumniáis al desear! (83)
… ver alguna vez las cosas de otro modo, querer verlas de otro modo, es no pequeña disciplina y preparación del intelecto para su futura «objetividad» —entendida esta última no como «contemplación desinteresada» (que como tal, es un no-concepto y un contrasentido)— […]. … guardémonos, por tanto, de la peligrosa y vieja patraña conceptual que ha heredado un «sujeto puro de conocimiento, sujeto ajeno a la voluntad, al dolor, al tiempo», guardémonos de los tentáculos de conceptos contradictorios tales como «razón pura», «espiritualidad absoluta», «conocimiento de sí»: aquí se nos pide pensar un ojo que de ninguna manera puede ser pensado, un objeto carente en absoluto de toda orientación, en el cual debieran estar entorpecidas y ausentes las fuerzas activas e interpretativas que son, sin embargo, las que hacen que ver sea ver-algo, aquí se nos pide siempre, por tanto, un contrasentido, un no-concepto de ojo. ¿Dónde está la antítesis de este sistema definido de voluntad de objeto y de interpretación? […] Nuestra ciencia moderna, que no tiene fe en sí misma y que ha tenido el valor de prescindir de Dios […], sin embargo, su voz no sale clara del abismo, porque hoy la ciencia es un abismo, es una vergüenza de los que la cultivan (84).
La ciencia es hoy el refugio del descontento, de la incredulidad, de los remordimientos, de la despectio sui (desprecio de sí), de la mala conciencia; es precisamente el dolor que causa la falta de ideal, la ausencia de amor, la carencia de libertad. ¡Oh, cuántas cosas disimula hoy la ciencia! El cerebro de nuestros sabios más eminentes, su cerebro que hierve día y noche, sus manos, ¡cuántas veces no tienen otro objeto que cerrar los ojos a la evidencia de ciertas cosas! La ciencia como medio de aturdirse. ¿Conocéis esto? (85)
Desde raíces Nietzscheanas, asume González la vivencia de la desigualdad entre los hombres, partícipes de la vida, superadora permanente de sí misma, y generadora de la individualidad humana, que consiste en la superación de sí mismo a partir de la aceptación y vivencia de las propias pasiones, camino al superhombre:
Con estos predicadores de la igualdad no quiero ser yo mezclado ni confundido. Pues a mí la justicia me dice así: «los hombres no son iguales». ¡Y tampoco deben llegar a serlo! ¿Qué sería mi amor al superhombre si yo hablase de otro modo? (86)
Este misterio me ha confiado la vida misma: «mira, dijo, yo soy lo que tiene que superarse siempre a sí mismo» (87).
En otro tiempo tenías pasiones y las llamabas malvadas. Pero ahora no tienes más que tus virtudes: ellas han surgido de tus pasiones. Pusiste tu meta suprema en el corazón de aquellas pasiones: entonces se convirtieron en tus virtudes y alegrías. El hombre es algo que tiene que ser superado: y por ello tienes que amar tus virtudes, pues perecerás a causa de ellas (88).
Al hombre se aferra mi voluntad, con cadenas me ato a mí mismo al hombre, pues me siento arrastrado hacia arriba, hacia el superhombre: hacia allí tiende mi otra voluntad (89).
El sentido del hombre como viajero, camino a la liberación:
El que quiera llegar a la libertad de la razón, no tiene derecho durante mucho tiempo para creerse sino un viajero […], no puede vincular su corazón, con demasiada estrechez, a nada particular; es necesario que exista en él algo del viajero que encuentra su goce en el cambio y en la mudanza (90).
La vivencia de la belleza como ansia de posesión amorosa:
¿Dónde hay belleza? Allí donde yo tengo que querer con toda mi voluntad; allí donde yo quiero amar y hundirme en mi ocaso (91).
El sentido del instante como presencia de la eternidad en el hombre:
Esa larga calle hacia atrás dura una eternidad. Y esa larga calle hacia adelante es otra eternidad […]. Y aquí en este portón es donde convergen. El nombre del portón está escrito arriba: «Instante» (92).
La crítica de la modernidad:
Este libro es, en todo lo esencial, una crítica de la modernidad (93).
Articulación con la filosofía cristiana occidental
Søren Kierkegaard
La novedad de la filosofía de Kierkegaard es la dialéctica de la libertad, antítesis del determinismo de la dialéctica hegeliana.
La filosofía de Fernando González se enraíza y articula con la filosofía de Kierkegaard, desde la dialéctica de la libertad, así:
Concepción del devenir como posibilidad, a través de la elección interna, más allá de la representación necesaria de la dialéctica racionalista que, a partir de la identificación de realidad y pensamiento, ser y razón, sólo admite la dialéctica de los determinismos racionales, con total prescindencia de la dialéctica de la posibilidad, que opera a través de actos de elección de sí ante paradojas, según la ley de la alternativa existencial que dice: «O lo uno, o lo otro».
La posibilidad de la libertad consiste en que se puede (94).
En lo posible, todo es posible. En la posibilidad todo es igualmente posible (95).
El devenir nunca es necesario. Lo necesario no deviene (96).
El bien es la libertad (97).
Filosofía de lo cualitativo que, en oposición a los sistemas cuantitativos, generalizadores y conceptualizadores, opta por el individuo existente, la persona concreta, a quien sitúa en el centro del filosofar:
Lo que me importa es entender el propio sentido y definición de mi ser, ver lo que Dios quiere de mí, lo que debo hacer […]. ¿De qué me serviría que la verdad estuviera frente a mí, fría y desnuda, indiferente a si la reconocía o no, provocando más bien un angustioso estremecimiento que una entrega confiada? […] Lo que me hacía falta era llevar una vida completamente humana y no sólo una vida de puro conocimiento […] (98).
Sentido del hombre como síntesis alma-cuerpo-espíritu:
El hombre es una síntesis de alma y cuerpo. Ahora bien, una síntesis es inconcebible si los dos extremos no se unen mutuamente en un tercero. Ese tercero es el espíritu (99).
Búsqueda de Dios, en el universo de la posibilidad y la elección, desde la anticipación de la infinitud, en la honradez de la fe:
Ese interior actuar del hombre, ese lado de Dios es lo que me importa, no una masa de conocimientos, no como agregados causales, no como una serie aditiva de unidades yuxtapuestas, sin un sistema, sin un centro focal que reúna todos los radios. ¡Este eje de luz es lo que yo he buscado! Para que el individuo sea educado de un modo tan absoluto e infinito por la posibilidad, se necesita que él, por su parte, sea honrado respecto a la posibilidad y tenga fe. Por fe, entiendo yo aquí lo que con mucha exactitud consigna Hegel —eso sí, a su modo, siempre tan típico— en alguna parte de su obra, a saber, la certeza interior que anticipa la infinitud. Nunca alcanzará la fe el individuo que ande engañando a la posibilidad (100).
Sentido de la verdad, como apropiación de la verdad:
La apropiación de la verdad es la verdad (101).
Sentido de la inocencia como el existir anterior a las categorías de bien y de mal:
La inocencia es la ignorancia […]. El espíritu está entonces en el hombre como soñado. Esta concepción concuerda perfectamente con la de la Biblia, la cual, al negarle al hombre en el estado de inocencia el conocimiento de la diferencia entre el bien y el mal, condena todas las meritorias fantasías católicas (102).
Sentido del instante como la irrupción de la eternidad en el tiempo:
Si el tiempo y la eternidad se ponen en contacto, ella tiene que acontecer en el tiempo, y henos aquí ante el instante (103).
Vivencia de la existencia humana como nada y soledad absoluta en el mundo, que sólo llega a realizarse en el encuentro del hombre consigo mismo en Dios infinito, de quien no se puede hablar porque no lo permite la finitud de la subjetividad:
Lo que yo soy es una nada (104).
Como singular, como individuo, el hombre está solo: solo en todo el mundo, solo ante la presencia de Dios […] hasta que el individuo se encuentre a sí mismo en Dios (105).
* * *
Conclusiones
La filosofía de González es una experiencia viva de búsqueda de la Realidad, que incorpora, unificándolas, todas las formas de sabiduría universal; un esfuerzo (que culmina en la contemplación mística) por rescatar como vivencia la experiencia metafísica, imposible como proceso del entendimiento racional; un intento indeclinable de expresión de la verdad y de comunión con el universo desde el ser latinoamericano; una propuesta de asunción desde la cotidianidad aldeana de Suramérica, la sabiduría universal, precursora de la postmodernidad en Latinoamérica.
La originalidad de la vida y la obra de González, al contrario de la pretendida insularidad de la que se la ha querido revestir, es un proceso vital de universalización de conciencia, que genera enraizamientos y articulaciones tan vastos que abarcan todo el universo vital, estético, místico y filosófico, en una filogénesis y una ontogénesis siempre crecientes.
La obra de González se enraíza y articula, también, con la gnosis antigua, en la vivencia del conocimiento como realización del ser y de la liberación; con la picaresca española, en la sabiduría sonreída de la comprensión; con santa Teresa y san Juan de la Cruz, en el sentido del despojamiento absoluto y de la contemplación como comunión en la Pura Nada; con Fernando de Rojas y Cervantes, en la capacidad de vivencia de lo sagrado en las nimiedades de la cotidianidad; con Bolívar y Gandhi, en el anhelo de liberación de las conciencias y los pueblos; con Stendhal y Dostoyevski, en la capacidad de penetración psicológica; con Bergson y Maeterlinck, en la unificación de naturaleza y conciencia, como fuentes de la moral, la religión y la comunidad política; con Max Stirner y Carlyle, en el sentido del poder de la individualidad y el heroísmo; con Max Planck, en la vivencia de la teoría cuántica como categoría de conocimiento; con Unamuno y Kafka, en el sentido y la capacidad de agonía; con Teilhard de Chardin y Einstein, en la búsqueda de la plena unidad de la Vida en Dios como el Punto Omega y la ley del campo unificado.
A la inversa de lo que acríticamente se ha creído y pregonado, la filosofía de González ni es insular, ni está enraizada en el egotismo y el solipsismo del idealismo absoluto.
Si de veras se desea entender la propuesta filosófica de González, es preciso estudiar minuciosamente sus raíces y articulaciones, pues como filosofía de la intuición y metafísica de las vivencias, a su naturaleza más íntima le corresponde la convivencia amorosa con toda forma de vida verdadera y de verdad viva.
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Comunión vital, rebelión, agonismo
moral, reconciliación de opuestos
El caminar de González, desde la instintividad hasta la Intimidad, constituye un agonismo moral en el que se encarna y desarrolla un proceso dialéctico entre la receptividad o aquiescencia, apacible y tierna, que convive amorosamente con las más disímiles patentizaciones de la vida, y el apasionamiento, implacable y airado, que se rebela, critica y demuele personajes, instituciones, doctrinarismos y dogmatismos, manifestativos de la vana apariencia.
La lucha entre la aquiescencia a toda forma de afirmatividad vital, y la rebelión contra toda forma de vanidad, vivida por Fernando González como una permanente agonía, se resuelve dialécticamente en la contemplación de la Intimidad, o «Nuevo Nacimiento», o Reconciliación, que es la superación de la oposición entre los dos grandes contrarios: manifestación auténtica de la vida y representación de la vana apariencia individual y social.
Objeto del presente capítulo es presentar la dialéctica de la liberación en la vida de Frenando González.
* * *
Convivencia con
los fenómenos vitales
Al descubrir, en su adolescencia, que el sentido del mundo es posible, puesto que el hombre es capaz de dar su espíritu a las cosas, y el universo es espejo en el que el hombre se ve a sí mismo, González decide hacer de la vida el objeto de su meditación, y de la disolución de su alma en el universo, su tarea:
El hombre da su alma a todas las cosas; el hombre se ve a sí mismo en las cosas. […] El espíritu del hombre echado sobre el mundo es lo que se llama sentido del mundo. Este es el espejo en que el hombre se ve a sí mismo. (pv)
… vivía en las montañas entregado a meditaciones sobre la vida. (pv)
La vida de Fernando González es convivencia amorosa con todas las manifestaciones de la vida, con las que se siente en gozosa comunión de origen y destino:
Se siente vivir en comunicación con todo lo creado. «Hasta allá —dice—, hasta el sol más lejano está unido a mí». Muchas veces despierta durante la noche y siente la solidaridad con las estrellas, siente que el sol está calentando el otro hemisferio y ve a la tierra que va por su camino, tan bella. (hd)
Yo no puedo vivir sino ebrio de amor por la vida. (er)
Necesito uno que ame la vida como yo, o sea como un parto. (ce)
En la conciencia de la unidad sustancial de la vida, conviviendo con los seres, realiza el viaje metafísico hacia la experiencia de comunión con la realidad esencial, más allá de representaciones sensibles y fenoménicas:
La vida es una unidad; si aislamos un hecho psíquico, lo desnaturalizamos; la vida no es fragmentaria. Nos parece fragmentaria porque la conciencia es apenas el retrato de una partícula de ella, la más saliente, pero no la principal de nuestro vivir, de nuestro devenir. ¿Hemos experimentado esta emoción? Sí; pero ella es la cresta de una de las olas del mar interior. En éste, todo es uno, no se puede concebir una parte sin el todo. (vp)
… yo soy un metafísico. (ce)
Desde su visión de la unitotalidad de lo real, en la que vida, muerte y eternidad constituyen un todo, busca la conciencia viva de su supervivencia:
La vida aún no tiene sentido para mí, pues no estoy seguro acerca de mi supervivencia. Tengo seguridad de lo que veo, oigo y toco. Quisiera saber del mismo modo acerca de mi supervivencia. […] ¿En dónde hay un argumento? Todos son débiles indicios. […] Yo no quiero comprobar mi supervivencia; quiero ser consciente de ella. (msb)
Espíritu prisionero entre la carne, filósofo, teólogo y hombre moral, atisba con fruición y fidelidad, a través de los sentidos, a la verdad desnuda (verdad viva, más allá de toda representación), cuyos indicios aparecen en las innúmeras formas de manifestación de la apariencia cambiante:
Me definiré: creo ser detective de la filosofía, de la teología y de la virtud. Mi madre me parió cabezón, pero infiel; Dios me atrae, pero las muchachas no me dejan. Me explicaré: unas diez veces he creído acercarme a la verdad, y las muchachas me han hecho caer. Ocho por ciento tengo, pues, de filósofo. El resto está entregado al mundo y al demonio, pero nunca he dicho una mentira. Resumiendo, diré que soy un hombre, espíritu que desde la carne y por medio de los sentidos atisba con fruiciones a la verdad desnuda. (mc)
Un texto del Libro de los viajes o de las presencias sintetiza el logro del arduo trabajo metafísico de Fernando González:
[Lucas Ochoa] tenía el don de vivir el drama vivo y universal de que son apariencias fragmentarias los diarios sucesos sociales, políticos, artísticos o religiosos. Todos ellos son aparentes urgencias. (lvp)
* * *
Rebelión contra la
vanidad de la apariencia
Desde niño, Fernando González vivió en contradicción permanente, insatisfecho, incapaz de síntesis:
El padre Torres sostenía [en la clase de álgebra] que nosotros éramos absolutamente incapaces de encontrar el término desconocido. […] Lo que pasa es que nuestro interior es un hervidero de contradicciones. (vp)
Siempre he estado con los descontentos. Nunca satisfecho. (er)
Apenas adolescente, ya había llegado a la convicción de que el hombre que no lleva en sí mismo la contradicción, es esclavo de un sueño:
El hombre que no se contradice, tiene el alma esclavizada por un sueño. (pv)
El dualismo razón-vida le imposibilita el hallazgo de la verdad:
Hay en el hombre una especie de dualidad que engañó a Platón y a los místicos, llevándolos a decir que el hombre es cuerpo y espíritu: por una parte, somos vida, es decir, es necesario para nosotros el fin, y por otra, el pensamiento nos dice que el fin no existe… Por una parte, somos limitados, afirmativos, y por otra, la razón nos lleva a la nada, a la ausencia de vida, de conceptos… En verdad que el pensamiento es el cáncer de la vida. El animal hombre es el más atormentado porque lleva en sí mismo su contradicción… (pv)
Vivimos de la contradicción. ¿Y cómo no hacerlo? ¿No veis que ya no existe la verdad? (pv)
La contradicción entre las exigencias fisiológicas y espirituales le dificulta la elección y le oscurece la conciencia de fin:
Todo en nosotros se enreda y contradice. Adoramos a Dios y queremos al diablo; cantamos al espíritu y espiritualizamos la carne; lloramos y reímos y no sabemos hacia dónde vamos. (vp)
La contradicción interior entre creer (aceptación de enunciados no vividos, forma de perversión imaginativa mental) y sentir (conciencia, intuición viva, vivencia de la verdad), le dificulta el progreso y la afirmatividad:
¡No progreso! No sé afirmar; sólo interrogo lo mismo que en mi niñez. Creer es lo que me ofrecen, y yo quiero sentir. (msb)
Desde su juventud se entiende como un yo en descomposición:
Mi alma es un terreno en descomposición, y por eso me gustan los sacerdotes suspensos, los excomulgados, las formas religiosas en descomposición también. Ahí siento más el misticismo. (dm)
En el Libro de los viajes o de las presencias, mirando retrospectivamente su largo camino de búsquedas y contradicciones, señala la antítesis como su lugar propio dentro del proceso de la dialéctica histórica:
[La homeopatía es] filón riquísimo, muy pariente mío, pues se trata de ciencia no oficial, de la antítesis, que es el lugar propio mío en los componentes de la dialéctica histórica: los unos viven «normalmente» en la tesis, y son los sabios oficiales, los que poseen este mundo y sus honores; los que llaman en la Unión Soviética «explotadores». Otros nacimos para la antítesis, y somos los anarquistas, rotos y pobres. Somos el «coco» y nos entierran en hoyos, y los de mañana, cuando triunfe la síntesis, nos llamarán «precursores» y nos harán bustos. […] [Yo] hallo mi deleite y descanso en las antítesis. (lvp)
* * *
Agonismo moral
La vida de González no es tragedia adusta, sino tragicomedia sonreída; pero su sonrisa no es la del cínico, refugiado en la burla por incapacidad de afrontamiento liberador; sino la del luchador que goza la pasión del combate, la alegría de la superación, la esperanza del triunfo, encarnado en el superhombre, el hermafrodita, el comunista, el beato, el bienaventurado.
El Fernando González dionisíaco, burlón, cínico, repentista y humorista, ajeno a la lucha y al sufrimiento, es otra de las falacias surgidas en torno a su figura.
Desde su adolescencia ya era una conciencia atormentada:
¡Cuán interesante, por atormentada, la conciencia adolescente de Lucas Ochoa! (msb)
En Pensamientos de un viejo plantea la lucha dialéctica entre la posibilidad de llegar (partiendo del estudio de sí mismo) a la realización del superhombre, en la comunión con el universo; o de sucumbir (como sujeto efímero, en búsqueda inútil) a la apariencia de representación y a la fugacidad de la vida:
¿Por qué no estudiarme a mí mismo, sentado apaciblemente, y no perder los ojos contemplando vidas que no son la mía? (pv)
… amo de tal manera la meditación, que jamás concibo alegría en donde ella no esté. (pv)
Estoy fatigado… Toda esa comedia de la vida me repugna. ¿Qué me importa el superhombre? ¿Seremos, acaso, más felices? No hay felicidad si no hay dolor… ¿Seremos, acaso, más grandes? No hay grandeza si no hay pequeñez… Todas esas palabras son engaños de la vida… (pv)
¡Cuán efímeros somos! […] [Si] el sujeto es efímero, todo predicado de él lo será igualmente o más. ¿Qué buscamos, entonces? ¿Para qué buscamos? (vp)
Su vida y su obra fueron combate permanente:
Siempre he sido guerrero. Mis libros son guerra. (er)
… yo predico el sacrificio, la renuncia, el heroísmo. (ce)
Desde 1926, hace diez años, vengo predicando la continencia y la dureza. (ant vii)
Todos sus actos, observaciones y experiencias, aun las más simples, se le convertían en un interrogante, en una exigencia, en un afrontamiento:
… eres [Lucas] el tipo de las nimiedades trascendentales. (msb)
Lo atormentaba la falta de claridad sobre el ideal a seguir:
… vivo según un ideal confuso y me siento intranquilo. (msb)
La conciencia de la propia pequeñez:
¡Ay! Yo no soy grande. Nada hay grande en mí sino el deseo de serlo. […] Soy un pobre juez colombiano que siente fruiciones al pensar en cualquier ser grande, en cualquier belleza, bondad o heroísmo. Soy un enfermo. (msb)
La falta de vitalidad:
Yo soy la persona que más quiere esas virtudes vitales y que carece más en absoluto de ellas. (dm)
La capacidad de bajeza, por carencia de personalidad unificada:
¡Personalidad que me atormentas y me soplas bajezas, maldita seas! ¡Hija de puta! ¡Hija de puta! (dm)
Las derrotas en su lucha por la unidad interior, la afirmatividad, la continencia y la libertad:
Ningún resultado he obtenido. Cada vez, en cada derrota, queda más débil mi poder afirmativo, mi voluntad. (dm)
Confieso que no hay día de mi vida en que no levante los ojos al cielo y en que no caiga en el pecado. Vivo levantándome y cantando la gloria de la continencia. (hd)
Cada día me hago más cobarde, porque cada día me trae una derrota. Desde la edad de ocho años busco el triunfo sobre mí mismo y desde tal edad no ha habido día que no haya una derrota. […] Otra derrota la castidad, pues en un año de ella no pude ver a Dios y oír sus órdenes. Nadie, ni Dios, me quiere por soldado. Nadie quiere emplearme en obras: soy un desocupado del espíritu, un chomeur de la inteligencia: voy ofreciendo a todos los ideales mi gran capacidad para desear ser bueno y héroe, y nadie me oye. (ce)
González vivió en guerra permanente por el desarrollo de su potencialidad volitiva:
Yo soy el animal sometido a milicia. Deseo ser una voluntad. […] Podré llegar a tener esa voluntad que casi se materializa en el cuerpo y que produce impresión de misterio. (msb)
Por el ascenso constante:
La cuestión está en ascender constantemente, mediante la lucha. Mientras más guerra, más triunfos. No deseo la paz; quiero guerra constante, constante crecimiento. (msb)
Por la conquista de la capacidad de contención:
—¿Qué deseas, Jacinto? —Que te contengas siempre, en toda circunstancia. Que sufras, Lucas, mientras te llega la respuesta a la pregunta que ansiosamente lanzaste al espacio. (msb)
Por la adquisición de la plenitud vital:
Me podría definir con éxito: el que siempre busca una cosa. Caín, condenado al movimiento, engañado por mirajes de este desierto que se llama Tierra. (er)
Hoy, víspera de la operación, me mata el remordimiento. […] Pero entiéndase que lo que me está matando es el remordimiento de haber dejado virgen a la vida. (er)
Para libertarse de la lucha entre el dolor, que acrecienta, y el goce, que disminuye, buscaba el desarrollo de la capacidad perceptiva, por medio del sufrimiento (renuncia a la satisfacción):
No quiero gozar (entiendo por gozar dar lugar a la emoción celular llamada satisfacción). Quiero sufrir para aumentar mi capacidad perceptiva. El sentido superador del sufrimiento es grande, y el poder destructor del goce es infinito. El goce destruye imperios y hombres, y el dolor los crea. El ritmo que preside la vida se compone de ascender por medio del sufrimiento y bajar por medio del goce. Yo quiero librarme de ambos: dolor y alegría. Librarme de la ley de crecimiento que preside todo lo humano. (msb)
La liberación de la conciencia fisiológica y sensual, que genera la pasionalidad e impide ascender al espíritu:
[Lucas Ochoa es] un gran sensual. Casi puede decirse que ahí está su fortaleza, pues ella le sirve para rebotar como la pelota de caucho. Es una inmundicia que mira para el cielo. (hd)
Un espíritu presa de la carne pasional, loco entre la carne. (hd)
Esta mañana pensé que hace tres años escogí espíritu y que no he obrado de acuerdo con mi decisión; una vez decidido, no se puede retroceder, so pena de muerte. Por eso es mi gran tristeza continua. Hay que progresar día a día cuando uno se decidió por el espíritu, o por el cuerpo. No se puede dudar ya durante la marcha. (hd)
¡Virgen María, líbrame de las pasiones impetuosas mías y de Salomé; deseo ser hombre controlado; no me dejes! (sal)
Entré a pedirle a la Virgen que me libre del alma fisiológica; que no me deje ir con ansia de volver; que no me deje recaer en un útero, cualquier primavera, de aquí a mil años, en algún jardín público… (er)
La liberación de la mala conciencia o conciencia del pecado, nacida de la identificación atávica entre las nociones de libertad y de culpa, para lograr, así, la perfecta inocencia, que es la sabiduría:
En mi alma encuentro todo el oscuro tormento de las amenazas y las prohibiciones. El espíritu de nosotros, los librepensadores, sufre el atavismo: somos libres, pero miramos la libertad como un pecado y como a éste la queremos. Tenemos la conciencia del pecado. […] Deseo librarme de la mala conciencia […]. El verdadero pudor consiste en la perfecta inocencia proveniente de la sabiduría. (msb)
Vivo pues, como hombre moral, en lucha conmigo mismo, derrotado casi siempre; hace cuarenta años que vivo derrotado, en angustia, amando a un santo que yo podría ser y siendo un trapo sucio. (er)
No digiero, a causa de este anhelo de ser bueno y de incapacidad para ello. Nosotros, los destructores, lo que desearíamos destruir es a nosotros mismos. […] Los hombres nos distinguimos unos de otros por el poder para efectuar la bondad. (ce)
González no se aprobó nunca, porque sabía que era apenas un esbozo de hombre:
Yo soy un esbozo de hombre, bebo y fumo. Sólo por días, después del cinematógrafo, soy una lejana promesa. […] [Durante] mi grandeza soy casto y duro como una definición bien hecha. (dm)
… eso es lo que vengo buscando desde niño; un hombre seco, varonil, capaz de no traicionar su ideal, aunque tenga que sacrificar a todos los hombres; uno que encarne un ideal bello y todo lo supedite a ese ideal. (dm)
A partir del regreso de los consulados europeos, en la década de los 30, luego de cuarenta años de enfrentamiento solitario con hombres e instituciones, en lucha contra la perversión latinoamericana, González vivió la duda de la validez de su vida y de su obra.
Teme haber errado el camino:
[Yo] estoy bajo; estoy más bajo que antes. ¿Dónde fue que equivoqué el camino? (n)
Haberse causado mal a sí mismo, y haberlo causado a otros, con sus obras:
… tengo dudas acerca de mi vida (obra). A ratos me parece que hice mal al publicar El Hermafrodita dormido; que debí atender al Gobierno colombiano a ese respecto: viviría en Francia. Mi literatura, desde Don Mirócletes, nos ha causado «males» a mi familia y a mí. Hoy me tienen por «alocado» y me odian. A ratos, deseo «virar»: ser prudente. Que la literatura sea un medio para «triunfar». Escribir lo que la gente desea. […] La revista Antioquia me ha producido unos ocho individuos que me han dicho: «Está buena la revistica». […] Además, hoy tengo como dos mil enemigos más que se alegrarán con mi muerte… ¿Soy loco o qué? ¿Por qué no rehacer mi vida? Puedo muy bien dedicar estos cortos días posibles a mejorar la imagen que tienen de mí. Pero… no es posible que yo sea un Jesús María Yepes. (ant vi)
No haber buscado a Dios con la intensidad con que debió haberlo hecho:
Mi conciencia es cristiana. Todo lo que he escrito me causa remordimiento. ¡Cógeme, Señor! ¡Tranquilízame! En mi interior oigo una voz que me reprocha y que me dice que Cristo es el único cimiento. (ant vii)
Ser un hombre inactual:
Si no me hago prudente, me aplastarán; mis enemigos están triunfando. No debo escribir: soy inactual. (ant ix)
En los años de El maestro de escuela, vive la angustiosa experiencia del complejo del «grande hombre incomprendido», o sea, el proceso de disolución del yo, o vivencia del agotamiento de los instintos de sensualidad, posesión, figuración y dominio fisiológico-temporal:
… a los cincuenta años soy iluso solitario desengañado. (me)
He bregado, pero mis actos son como huevos de gallina beata, que no echan pollos. Desde esperma he sido inactual. (me)
… hace tres años (cuatro años) que vivo en derrota, «a causa —me digo— de tener que mantener a la familia». ¡Sofismas! Debí seguir adelante, diciendo la verdad… Todo esto me atormenta. (rpo)
Superada la crisis de la disolución del yo, González vive la agonía de la solidaridad con el universo y con los hombres:
… en el fondo, yo sé que vine para la agonía. (lvp)
Sigo sucio. Bregando, bregando por ver en esa oscuridad a que descendí en ese pasaje, me pareció oír una voz que decía en mí: «Imaginar las bajezas es cometerlas, pues no se puede imaginar lo que no está en uno». […] El que imagina un adulterio o cualquier suciedad, ya lo cometió, o lo parió, o lo malparió. […] ¿Y es que no somos el diablo? ¿No somos el mineral, la célula, el batracio? (lvp)
¿O pretendes que haya alguna «inmundicia humana» que no seas tú? (t i)
Finalmente, en oración, vive la agonía del instinto de eternización espacio-temporal del yo, raíz misma del Yo, en la cual, agotado el temor a la muerte, se llega al desnudamiento del núcleo mismo del Yo, o glorificación del yo o vida eterna:
Se trata […] de la fenoménica de la glorificación del núcleo del «yo», que es la vivencia de «lo mío» y «lo tuyo», la cual lleva implícito «el deseo de vivir eternamente», que, por ser la raíz misma del «yo» (el diablo), sólo se glorifica con intensa y constante oración (oración es abrirse en forma de nada a… lo Inefable). «El deseo de ser», de «eternidad del «yo», es el Rey de los demonios mudos de que nos habla La Verdad, El Camino y La Vida. Es… ¡Luzbel! (t ii)
Esa final agonía es «el Suicidio»:
… desde que me conozco, habito en el mundo del suicidio que tiene en su centro, en un montículo, como a su Rey, al Crucificado. (t ii)
* * *
Síntesis,
en la conciliación
de los contrarios
A través de procesos de síntesis provisionales, camino a la trascendencia, se superan las contradicciones en la reconciliación de los contrarios:
Y los hay que viven las síntesis sucesivas y las van trascendiendo; están más allá de bienes y males, como idos, como locos en absoluto, tal Einstein, que a todas las tesis las llamaba provisionales, y a estos pertenece mi hombre, el Lucas de Ochoa. (lvp)
Al final de sus días, en su estudio sobre José Félix de Restrepo, resumió su vida como lucha dialéctica vital, batalla de la Inteligencia, por el padecimiento y la meditación, para superar la apariencia y hallar la Realidad:
¡Eso! ¡Eso ha sido mi vivir […]! […] He vivido, dicho, repetido, predicado que el hombre no conoce sino porque padece y medita […]: quiere decir, porque trabaja inteligentemente. (jfr)
Dos breves y densísimos textos de La tragicomedia del padre Elías y Martina la velera sintetizan perfectamente la existencia de González como convivencia con las manifestaciones de la vida, rebelión agresiva contra las pretensiones de realidad de los entes conceptuales, y plena identificación final con la Vida, en la amencia:
Yo soy la amencia; quiero ser las Bienaventuranzas, el que no piensa, pero es las Bienaventuranzas; quiero ser eso despreciado en vuestra Universidad, porque se asemeja a la perfecta idiotez, las Bienaventuranzas. No hay nada sino La Vida, y nosotros somos La Vida sucediéndose. (t i)
¡Oh, Vida! ¡Nada deseo, porque te tengo! ¡Soy Vida! Contigo siempre, siempre… Lo que Tú no eres no es; ¡el deseador es imbécil! ¡Imbécil, que posee un tesoro y se angustia por un centavo falso! ¡Hideputas ideólogos, conferenciantes, escritores, filósofos, teólogos! ¡Sólo Tú, sólo existes Tú y todo eres Tú, amor mío, que eres yo mismo! ¡Te tengo tan cerca! ¡Aquí te tengo! ¡Estoy reposando en Ti, sobre Ti, dentro de Ti! ¡Eres yo mismo, amor mío…! (t ii)
* * *
Conclusiones
La filosofía de González es filosofía dialéctica. A la vez, convivencia con la vida en devenir fenoménico y lucha contra la vanidad de la apariencia, cuya síntesis, más allá de toda representación o apariencia, se realiza en la reconciliación de los contrarios.
Su vida, encarnación o vivencia de su filosofía dialéctica, constituye un agonismo moral o lucha interior por la verdad, la belleza y el amor.
A menos que se lean y entiendan como viaje a pie, o sea, como proceso de liberación o dialéctica de la libertad, la existencia y la obra de Fernando González se convierten en una concatenación de contradicciones irresolubles e ininteligibles.
— o o o —
~ 8 ~
Los campos de la lucha
La agonía existencial o filosofía vivencial de Fernando González se concretó, predominantemente, en tres grandes campos: lucha por la superación del mundo pasional, a través del dominio de la sensualidad y la conquista de la castidad; lucha por la superación del mundo mental-conceptual, en la manifestación «desfachatada» de la originalidad vital; lucha contra la perversión latinoamericana, por la autoexpresión continental y la autenticidad cultural.
* * *
Lucha entre
sensualidad y castidad
Para González la castidad es el punto de partida para la ascensión a planos superiores de realidad: contención del deseo sensual para llegar al amor, más allá del mundo fisiológico o pasional:
¡Mejor que el calor del sol en la mañana eres tú, Castidad! Porque las glándulas seminales son el origen de la vida. Y la vida es deseo. La castidad hace crecer el deseo y el corazón rebosa de alegría. ¡Te amamos, castidad de ojos provocadores, porque el amor es bueno cuando tú presides! […] ¡Somos castos para poder amar! ¡Esta es la verdad! ¡Una verdad nuestra…! […] ¿Quién dijo que hay placer en el dolor? Sólo un gran casto puede gozar cuando se raja su carne. ¡Cuán bueno es el dolor de las heridas cuando las células están tonificadas por las glándulas seminales! ¡Todo viene de ellas! El amor a todo, dinero, amigos, patria, gloria y hembras… Somos el joven casto porque queremos amar todo lo que existe en nuestra madre la tierra. Castidad es paladearlo todo, acariciarlo todo sabiamente, y no dilapidar. Somos el joven que no se deja poseer por nada, para no yacer como saco vacío. Para estar siempre activos y ser siempre amantes. […] Todo el universo es nuestro. Poseemos el universo con los sentidos. (vp)
La sensualidad gonzaliana es una mística de la continencia, como goce y lucha por la superación, hacia la sabiduría y la belleza:
La sensualidad de Lucas es la continencia, un fenómeno español y suramericano. Efectivamente, el misticismo español es sensualidad contenida. (hd)
¡A cambio de todos los goces sensuales, dame, Señor, sabiduría y belleza! (hd)
González asume la lucha por la castidad desde múltiples perspectivas:
Como lucha entre el deseo de eternidad y el amor sensual, que así porte la energía vital entorpece el paso del tiempo a la eternidad:
Queremos ser castos a causa de la eternidad y para ser siempre los deseadores de ti, Julia, del océano vivificante, de la atmósfera conductora de las corrientes de energía sideral… (vp)
Mi primer deber de filósofo es dominar el amor sensual. Por ejemplo, tengo que dominar esta muchacha que se ha entrado en mi vida […]. […] Dios mío: ¡que nada me posea! (msb)
Sólo estoy sano cuando me parece que las muchachas me quieren y yo resisto. (er)
Como lucha entre la atracción instintiva al amor fisiológico-pasional (evolutivo, carnal, reproductivo), encarnado en la mujer, y la atracción emocional a la belleza (vitalidad y divinidad), patentizada en la muchacha:
A veces tengo la manía de seguir a las mujeres, pues me parece que ellas tienen en alguna parte algún secreto. (hd)
La mujer sigue siendo para mí como larva de coleóptero; me produce náuseas. (hd)
Pero qué cosa tan curiosa es haber nacido, haberse encarnado, amar los pechos, gustar de los besos y del restregarse de los cuerpos. Indudablemente que somos antiguos gusanos, antiguos escarabajos, comedores de carne y de excrementos, no satisfechos aún. De ahí esta dualidad mía terrible: me gustan los pechos duros y erectos y después de apretarlos contra mi corazón, grita el espíritu encarnado: ¡Hijo de puta! (hd)
En mí encuentro los siguientes instintos: amor inmenso por las cosas terrenas, ríos, fuentes, plantas, minerales, muchachas. Otro inmenso amor por llegar a Dios, o sea, a muchacha que no envejezca, a la belleza modelo. (er)
Como lucha entre la tendencia instintiva al goce sensual de la belleza manifestada en las formas y el anhelo de contemplación de la belleza esencial, más allá de toda forma y de toda apariencia:
En realidad, soy un enamorado de la belleza, pero también hombre que persigue a las muchachas, que piensa a lo animal, etc., 99% hombre vulgar. Apenas si de vez en cuando puede mi alma mirar con hermosos ojos verdes a través de la inmundicia de mi conducta. (er)
¿Por qué no llevo conmigo las cautelas de mi padre Ignacio: primera, no tocar; segunda, no mirar…? Pero… ¡yo amo la tentación! En ella está el arte, la euforia. Yo moriría, si no mirara, y no tocara y no oyera a las muchachas. Dame, Señor, una ley nueva; haz excepción conmigo, así: que pueda abandonar las cautelas de mi padre Ignacio, y que no me acueste. Es lo que odio: acostarme con ellas, y esta mi amiga florentina quiere venir a dormir aquí, a esta soledad… (n)
Como lucha entre el instinto fisiológico-pasional de fecundación y perduración fisiológica y el instinto de redención y espiritualidad:
… soy impropio para Venus. Veamos. Mi instinto de fecundación está contradicho en mí por el muy fuerte de redención, de espiritualidad. Así, cuando me he visto arrastrado por aquél, éste me critica tan ásperamente que me impide obrar. Obro, ¡pero de qué modo! Mis ojos son entonces de ladrón, de pecado; mi caminar, ídem. La mujer, ni me oye; no me quiere ya; huye asustada, como si la indujera mi sentimiento de pecado. Por eso he dicho que un ángel me tiene vedadas las puertas de Venus y de la política. Resulta que nunca he podido gozar con esto de la fecundación a que los hombres llaman amor. Primero, por el instinto divino, tan poderoso en mí. Procedo en todo ello con sentimiento de pecado. Segundo, porque mi sentimiento de pecado induce a las mujeres y me dicen, como Toní: «Ne fais pas ca!…». (er)
Como lucha entre el goce de la búsqueda de la verdad, en la convivencia sensual con las manifestaciones fenoménicas, y la beatitud de la intuición inmediata de la verdad desnuda, más allá de toda experiencia sensible:
Cada vez me llama más la filosofía. Con las mujeres fracaso; no sé acostarlas; me enredo; pierdo la naturalidad. (mc)
Como lucha entre el amor carnal y la conciencia de la muerte:
La conciencia del morir me ha hecho imposible el amor carnal. En el coito veo a dos próximos esqueletos que se estrujan. Además, el olor a cadáver me invade el mundo. (ant vi)
Hasta el final de sus días afrontó González esta dura lucha:
Por momentos hasta llego a creer que mi vocación verdadera son las muchachas que tienen la sinergia bien llamativa, por ahí de los 14 a los 17 años. (lvp)
¡Yo todavía estoy vivito, está vivito aún aquel niño de calle con caño, calle envigadeña que moría en la mangada El Guáimaro! ¡Qué miedo! No me lleves «vivo», sino «muerto». O sea, ¡no me lleves sino muerto del todo! ¡Aquella niña del lago Como! ¡Aquella otra de Bilbao! ¡Ay, ay, ay, ay […]! (cr)
* * *
Lucha por la originalidad
de la manifestación vital
Clarificada la imposibilidad de la metafísica mental-racional-conceptual, de la ilustración memorista, del universo mental de Occidente, Fernando González emprendió la lucha por una metafísica como expresión vital inteligente, generada desde la intimidad de cada uno.
Para lograrlo, leyó el mundo desde su yo:
Cada uno se lee a sí mismo en las cosas de la vida. (pv)
Buscó la originalidad de su representación:
Nosotros, pobres penitentes, necesitamos la originalidad para el espíritu. (vp)
Luchó por crecer en personalidad, humanidad y conciencia, engendrándose, realizándose, pariéndose, en el seguimiento implacable de sí mismo:
… deja de hablar de tu libertad y está atento a seguirte a ti mismo con la contemplación devota del sabio… (pv)
Por todas esas cimas […] voy en los días sin trabajo, detrás de Lucas, espiando al hombre apasionado, aconsejándolo… (msb)
Luchó contra las limitaciones instintivas, buscando el crecimiento en conciencia, para mejorar cada día en la capacidad de belleza, amor y sacrificio:
Sólo admiramos la energía. Admiramos únicamente lo que indica al superhombre; aquellos hechos y modos de ser que nos consuelan de nuestra miseria. (ant ii)
Porque me odio mucho en cuanto soy persona, o sea, odio y lucho contra mis instintos. No he logrado aprobarme un solo día. Nada de lo que hice me parece bien. Es otra la vida que quisiera para mí. Quiero ser otro. Padezco, pero medito. Tengo abundancia de instintos. (er)
Yo quiero mejorarme a cada instante. (msb)
Ansia de belleza, belleza social, belleza interior, aspiración a lo perfecto. (dm)
Yo deseo vivir muchos años para concienciarme. Mi único deseo es la conciencia. (msb)
Lo que me gusta es sentirme alto, cerca del calor solar, eufórico, pletórico, capaz de amor y de sacrificio. (hd)
Luchó contra el conformismo y la limitación, en rebeldía contra los caminos establecidos:
Pero nosotros sentimos en casa de doña Pilar la rebeldía contra el camino, contra esa línea por donde van todos los hombres, por donde van los arrieros, los agentes comerciales. Sentimos odio por la limitación. (vp)
Luchó contra las ideas generales, generadoras del saber común y del tradicionalismo, que impiden la manifestación de la originalidad:
Oigan, señoras [ideas generales], […] nosotros estamos hastiados de ustedes; venimos desde muy lejos en busca de una idea nuestra, sólo nuestra, aunque sea por el espacio de diez segundos. (vp)
Luchó contra la vanidad imitadora, promoviendo una concepción de la cultura como proceso autoexpresivo, por el crecimiento de dentro hacia fuera:
Llamamos vanidoso a un acto, cuando no es centrífugo, es decir, cuando no es manifestación de individualidad. (n)
La vanidad está en razón inversa de la personalidad. Es social, o sea, no puede existir en el hombre solitario. Es simulación, hurto de cualidades. (n)
La verdadera obra está en vivir nuestra vida, en manifestarnos, en auto-expresarnos. (n)
A través del ascetismo de la renunciación y de la quietud de la contemplación, luchó por salir del mundo de las representaciones para llegar al mundo del espíritu, o sea, a la unificación con la Vida una y única (ser dios en Dios):
No me atrae ninguna obra, sino el supremo egoísmo de trabajar sobre mí mismo para abandonar el mundo. ¿Ser presidente? ¡Nada! ¿Ser rey? No. ¿Sabio? No. ¿Qué, pues? Es una intranquilidad constante, un amor constante por mí mismo, más allá de mi cuerpo y de los seres. Así: hay para leer en ti. Tú eres lo importante, pequeño dios apasionado. (n)
¡Un triunfo! Ya varias veces estaba en mi conciencia esta pregunta; pero ahora la formulé, ahora salió más bella que el huevo de la canaria. Es mi parto. De pronto me pregunté: ¿por millones aceptarías dar un poco de tu progreso espiritual o detenerte? No. Un no clarísimo, evidente como el huevo. ¿Y por todos los millones? No. Fue como un derramarse de preguntas. ¿Qué pides? Espíritu a cambio de todo, riquezas, triunfos, amores, alegrías. ¿Nada prefieres al espíritu? Nada. Oye bien: vas a sufrir mucho… Pues echa acá; trae el plato y trae el don. Desenfúndame, quema mi carne, arranca mis dientes, enceniza mis cabellos, arrúgame, pero dame tus pechos, belleza escondida. (sal)
Hasta sus últimos días, vigilándose y pariéndose a sí mismo, desde sus condicionamientos y limitaciones, persistió en su lucha por llegar al espíritu:
¡Yo no quiero ser esto que soy hace muchos años, tan bajo, tan nada, tan hijo de la paja, hijo del desgano, cagajón aguas abajo! (lvp)
«El perro soy yo mismo». Y el «¡cuidado con el perro!» es una advertencia a mí mismo […]. Tengo que vigilar al perro que soy. (t ii)
Pero yo le dije eso para que supiera que yo venía de un caño largo, cenagoso, en que hay albañales, muchos de los cuales he narrado en mis escritos, pero todavía hay muchos más… (cr)
* * *
Lucha contra la
perversión latinoamericana
Al descubrirse, interpretarse y enfrentarse a sí mismo como suramericano, Fernando González interpretó y enfrentó en sí mismo la realidad sociocultural latinoamericana, toda ella discípula del Mono de Marceliano y de los jesuitas.
González se entiende como latinoamericano por origen étnico y por experiencia cultural:
Mi alma es suramericana. En mí encuentro al conquistador, al indio, al negro y a los Reverendos Padres hermanos de la desventurada Cunegunda. (msb)
Hay experiencias a las que he llegado tarde, debido, sin duda, a mi vida en Suramérica. […] Yo he vivido intensamente, pero el medio ha sido mi gran mal. (msb)
Ve al hombre latinoamericano como plebe pasional y fisiológica que, a causa del hibridismo y la invitación tropical a la ensoñación, se ha quedado sin realizaciones:
Hace días que me siento mal. No hay estímulos vivos en este pueblo. Los hombres son plebe y plebe son las pasiones e ideas de aquí. El amor se reduce, en las mujeres, al marido por atrapar y a la castidad forzada. En los hombres se limita al coito. […] ¿Por qué naciste aquí, Lucas? (msb)
… espero que la humanidad perdonará a los ardientes mulatos de Suramérica su falta de realizaciones. Esta falta de realizaciones proviene del hibridismo y de la ensoñación a que invita el trópico con sus bellos ríos y las sombras maternales de sus árboles. (dm)
Suramérica es híbrida y ensoñadora porque ha tenido por maestros a los mismos de González: los jesuitas y el Mono de Marceliano, con quienes aprendió a reaccionar imaginativa, y no viva y creativamente ante la realidad:
Suramérica es como el muchacho de los jesuitas, capaz de sugestionarse hasta sentir el olor de las trenzas, hasta sentir que se electrizan en agradable cosquilleo las terminaciones nerviosas. El suramericano se habituó a que la masa nerviosa reaccionara con la imaginación y no con la realidad; no puede poseer ya la realidad. Es como mi amiga Ángela, que soñó que había parido mellizos. ¿De dónde pudo parirlos, si es virgen y soltera? (dm)
Me da risa pensar que este Mono fue el maestro de todos los que han gobernado por aquí, menos de Bolívar, pues a éste lo crio aquel Simón Rodríguez que olía a semilla, a polen, a yaraguá cuando lo pisan las novillas. (ce)
De allí su rechazo de la perversión, su lucha por lograr su autenticidad de hombre suramericano, y su guerra por la autenticidad de los suramericanos, signados por la perversión imaginativa:
Desde mis primeros años juré enemistad a mis compatriotas nacidos y criados en ambiente de liberalismo y conservatismo; juré luchar sin tregua para que venga a Colombia la buena conciencia, la sobriedad, el desenfado con que los hermanos cristianos caminan por las colonias. (ce)
Ya dije que amo mi Patria, pero no a sus actuales habitantes. (ce)
Me desesperan los reproches que suben en mí contra mi patria a quien amo tanto. ¡Y casi no la puedo amar, porque allá viven esos animales que se parecen al hombre apenas en la corrupción! (sal)
Su lucha de suramericano educado en la perversión contra la perversidad mentirosa, avergonzada y simuladora, lo llevó a entender su tarea como una misión, a vivir a la enemiga y a asumir su condición de hombre solitario, anárquico y odiado por sus conciudadanos, como un deber:
Un hombre como yo, que odia el ochenta y nueve por ciento de los procedimientos humanos en boga y de las opiniones en boga, pues al hombre en sí lo desprecio y a veces lloro por él (el pobre está sujeto a la muerte), no puede vivir sino a la enemiga, o sea, del anatocismo. (dm)
Mi situación moral. Hechos: 1.º—Estoy absolutamente solo. No tengo patria humana. Por consiguiente, mi soledad es peor que la de los judíos. 2.º—Socialmente no puedo esperar nada. No tengo semejantes en Suramérica. Conclusión: Debo vivir a la enemiga. (er)
¿Por qué afirmo que vivo a la enemiga? Porque he luchado contra todo lo existente. No puedo tener amigos sino cuando mueran los colombianos de hoy y desaparezcan los intereses actuales. (er)
Pero yo, el solitario que renunció a honores fáciles, que vive en pobreza, para no verse obligado a juntarse con López, Laureanos y Olayas, yo soy artista de la vida, pintor de animales en celo. (er)
Bueno, pero ¿qué somos, políticamente? Somos anarquistas. El objeto de la vida es disciplinarse hasta no necesitar gobierno. Un filósofo está por encima de las leyes. […] Somos anarquistas porque el hombre culto no necesita que otro lo gobierne, y derechistas, porque a la libertad se llega por la disciplina. […] Personalmente vivimos en la anarquía. Hemos conseguido la buena conciencia; decimos todo lo que pensamos y hacemos todo lo que sentimos; para nosotros no existe el gobierno sino como tema para escribir. Nadie nos importa ni se cruza en nuestro camino. No tememos, no odiamos y amamos la Vida por sobre todas las cosas. (ant v)
Creo firmemente que yo soy el filósofo de Suramérica; creo en la misión; me veo obligado a ser áspero y seré odiado, pero ¿podría cumplir mi deber con dulces vocablos? (n)
Fernando González no está con nadie, no es copartidario de nadie. Es anarquista ex-sanguine. Ni siquiera su mujer e hijos piensan ni sienten como él; ni siquiera sus ropas se someten: los sombreros se tuercen y los papeles y libros se desordenan. Es anarquista hasta en el modo de amar. Fernando González no puede esperar nada, absolutamente nada, de la sociedad. Para ésta es un pereque. Todo lo social, el amancebamiento, le está vedado ex-sanguine. Muchas veces ha querido F. G. asociarse y no ha podido; es como si alguien se lo impidiera. No ha podido conseguir un amigo que le dure. Y no es por honradez, como dicen, pues quisiera simular y ser amado, pero no puede. No se siente bien si no es solo y en la anarquía. F. G. está perdido para el «éxito» desde que lo parieron cabezón pero infiel. (ant ix)
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~ 9 ~
La brujería
Filosofía como brujería
«El Brujo de Otraparte» y «El Mago de Envigado», dos lugares comunes que expresan más una referencia folklórica a un personaje etéreo, que una vinculación seria con el pensamiento, la filosofía o la vivencia metafísica y mística de Fernando González.
La noción de brujería en la obra de González no es ni trivial ni humorística; está enraizada en la experiencia de la intuición vivencial de la Realidad, en la aplicación del método de los viajes y en la voluntad de unificación de las grandes formas del saber universal, todas ellas portadoras del saber intuitivo.
Para González no hay otra Realidad que la Esencia amorosa o Sustancia o Vida o Presencia o Intimidad o Néant o Dios. Lo que no es la Realidad misma sólo es apariencia o manifestación o representación o patentización de la Realidad, que sin la Realidad como su intimidad, nada sería.
Lo que existe, seres o presencias (con minúscula), son múltiples representaciones o manifestaciones espacio-temporales, pasional-mentales de la Sustancia o Presencia en devenir. Lo que es, es la Realidad (con mayúscula) o la Sustancia o la Presencia o la Intimidad, que no se manifiesta inmediata y directamente como objeto o fenómeno del devenir porque sólo es, en categoría de eternidad, más allá de espacio, tiempo, deseo, pensamiento y conceptos.
El Ser, Dios, es, sin representación fenoménica alguna. Los seres existen siendo representación o patentización espaciotemporal de Dios, que es.
Entre los existentes, el hombre es dios (con minúscula) porque manifiesta, representa, patentiza al Ser o Dios en categorías de espacio, tiempo, pasionalidad y mente, y se hace Dios en categoría de eternidad al pasar del existir representativo al ser íntimo o atemporal.
Una vez agotada la representación humana, y superadas, por la Inteligencia en entendiendo y el Amor en amando, las categorías espacio-temporales y pasional-mentales en las que se realizó la existencia como patentización de Dios, el yo, el núcleo del Yo, en la Amencia (más allá de pasiones y mente), actualiza la plena unión con la Intimidad o Presencia, es decir, realiza lo que había de Realidad o de Dios en su representación: ya no existe, sino que es.
A través de la convivencia con las criaturas, González buscó metódicamente el paso del existir al ser, o dicho de otra manera, la comunión con la Realidad o Esencia o Sustancia o Intimidad o Dios, subyacente a la representación viva, que constituye el devenir.
González vivió tratando de superar, en la comunión con la Unitotalidad Viva (reconciliación de los contrarios), la limitación de conciencia que fragmenta la realidad en apariencias contrarias: bien-mal, aquí-allá, fenómeno-esencia, sujeto-objeto, espacio-tiempo, pasado-presente-futuro, vida-muerte.
González es brujo o mago por cuanto logra liberarse del límite, superar las apariencias representativas, realizar la conciliación de los opuestos, universalizar la conciencia, vivenciar la Realidad como unidad sustancial única, supratemporal y supraespacial.
* * *
Los brujos
Son brujos los hombres que han unificado su conciencia con el Universo o la Realidad o la Vida o Dios: el anarquista, el comunista, el santón, el mahatma, el hermafrodita, el superhombre, el esencial, el místico, el teólogo, el hijo de Dios, el dios, el mago, el maestro, el cristiano, el de mirada de Ojo Simple u Ojo Redondo, el amente, el beato, el bienaventurado.
El brujo, bajo cualquiera de las anteriores denominaciones que se le tome, es el hombre que está en armonía con el universo:
El mago está en armonía con el cosmos: ninguna inhibición, ningún exceso en el aura nerviosa, lo cual se resume en el término salud. (ant xiii)
El hombre, que por el conocimiento vivo ha trascendido las categorías espacio-temporales, ha vencido el deseo, ha superado el pensamiento y el discurso, contempla receptivamente la realidad, es manifestación viva de Dios, vive en el infinito, es beato:
No desea: el deseo es saliente voluntaria de la fuerza anímica, que, si no armonizare con el devenir del cosmos, es fuerza perdida; el deseo es impotente contra la voluntad divina. El brujo está en solemne reposo receptivo: el rey de la creación tiene la cara ancha, irradiante; en su físico se muestra la divinidad. No anhela: por eso no está al lado de ninguno en ninguna empresa, sino al lado del Señor; sabe muy bien que es la voluntad del Señor la que se realizará. El alma del brujo está en el infinito, como la gota de agua en el río: es el estado beato, del cual participa aun en esta vida. (ant xiii)
Brujos son los grandes sabios, santos y conductores de pueblos. Unos son los realizadores de la comunión viva con lo existente, en el perfeccionamiento espiritual; otros son buscadores del acrecentamiento vital egoísta.
Han sido grandes brujos Buda, Moisés, Elías, Samuel, Sócrates, Pablo, Francisco de Asís, Paracelso, Spinoza, Ignacio de Loyola, Rasputín, Gandhi, los caciques de América, Juan Vicente Gómez:
… los magos son los sabios, los santos y los conductores. (ant xiii)
… cada brujo tiene su fin. Unos quieren perfeccionamiento espiritual, y otros buscan únicamente acrecentamiento vital, egoísta. (msb)
* * *
Itinerario de Fernando
González a la brujería
Fernando González se entendió a sí mismo como mahatma o «dios cagado», o hijo de Dios o beato o brujo, y llamó a su filosofía magia o brujería o hermafroditismo o anarquismo o comunismo o sabiduría viva o teología o cristianismo.
Como latinoamericano mestizo, «descendiente del cacique Ayurá» y criollo cristiano, descendiente de blancos vascos, en comunión con los grandes brujos de Occidente, Oriente y América, hizo, viviendo, una filosofía de la intuición como gracia cristiana, iluminación oriental, magia occidental y brujería indígena americana, caminos a la superación de las categorías espacio-temporales y al conocimiento intuitivo o vivo de la energía fundamental, que permite presentir o adivinar el futuro que pugna por manifestarse en las latencias del presente y llegar, más allá de formas, deseos y pensamientos, a la Beatitud o Comunión amorosa con la Realidad Viva o Dios Vivo.
En Pensamientos de un viejo inició González la lucha por superar el límite y realizar la comunión con la Vida, una y única, en la unificación con el universo:
Todas las ideas y todos los sentimientos existen en potencia. Cualquiera cosa que imagines, todo sentimiento que supongas, es posible, no es absurdo, ni es misterioso, ni es bello, ni es feo… […] La vida es un infinito campo indeterminado, sin ningún sentido ni color, en donde es posible ver todos los sentidos y limitaciones… […] La vida es como un papel que no tuviese ninguna forma por ser infinito. Y de ese papel indeterminado, cada hombre, por ser finito, recorta un figura determinada… (pv)
Siento una infinita tristeza por tantas cosas que ya se murieron, y siento un deseo grande de ser todo. ¡Oh, en esas noches siento la tristeza de ser limitado, de ser solamente el solitario que está echado bajo su árbol…! (pv)
A partir de la intuición de la posibilidad de la unificación de la conciencia con el universo, González se empeñó en articular su filosofía de la Unitotalidad sustancial y viva de la Realidad con todas las expresiones de la sabiduría universal, en cuanto portadoras del saber intuitivo o brujería.
Articula su filosofía intuitiva con el cristianismo, en cuanto camino a la experiencia de la reconciliación o segundo nacimiento o liberación, en la contemplación de Dios, o unificación del núcleo del Yo con la divinidad, por la gracia del amor.
Con la filosofía occidental, mental-racional, desde dos vertientes: 1.ª Como reflexión crítica sobre las grandes aporías del pensamiento occidental: unidad o pluralidad de la sustancia, significado y posibilidad de las causas, posibilidad o imposibilidad de la demostración racional de la existencia de Dios, posibilidad o imposibilidad de la metafísica, validez o invalidez del conocimiento intuitivo, validez de la lógica racional en el proceso filosófico, criterio de verdad, verificación del conocimiento, relación saber vivencial – saber científico, objetividad o subjetividad del valor, etc. 2.ª Como brujería o saber vivencial-intuitivo de la realidad, que subyace a la filosofía racional y a la ciencia empírico-racional de Occidente, en la magia, la mística, la alquimia, la cábala y demás saberes ajenos al universo científico.
Con la filosofía oriental, sabiduría intuitiva-mística-contemplativa, en la búsqueda de superación de los mundos de la apariencia fenoménica, la fenoménica del yo y la causalidad kármica; la vivencia de la «reconciliación de opuestos» y la comunión de la conciencia con el Universo, por la unificación del núcleo del yo con Dios, más allá de toda representación formal, todo pensamiento y todo deseo.
Con la sabiduría indígena latinoamericana, como armonización con el universo a través de la captación del vaho o energía vital, que permite lograr cierto empoderamiento sobre el universo, gracias a la capacidad de convivencia emocional con las manifestaciones de la vida y cierto don de adivinación del futuro por la capacidad para leer las energías vitales (vaho), latentes en el presente.
En 1926 llegó a vivir la conciencia del mago:
Ayer releí el tratado del Deleitantismo, que escribí en 1926 (¡hace 12 años!), en un tiempo en que me sentía mahatma, cuando escribí también el tratado del brujo, dos años antes del Viaje a pie. ¡Pero cómo me parecieron abismales esas vivencias! (lvp)
Hasta el final de sus días anduvo luchando angustiosamente por superar el desbordamiento pasional y llegar a la comunión con Dios, esencia de la magia o brujería:
¡Oh, mi vida interrumpida de brujo! Porque yo propiamente no soy novelista, ni ensayista, ni filósofo (¡qué asco la filosofía conceptual!), ni letrado, sino brujo: brujería, el mahatma, el dios, el hijo de Dios. ¡Oh felicidad! (lvp)
… porque eso de ser mago, o sage, o volver a nacer no es como soplar y hacer botellas. Me jacto de mago, y soy vulgar colombiano aún: hasta un 50 por ciento, por lo menos, vivo ese jaleo pasional del Rojas Pinilla, pobre sucediéndose en quien representarán todo el genocidio del sucediéndose Mariano Ospina, Gómez, López, Mussolini, Hitler, Franco Bahamonde… ¡Ah, hideputas! ¿No veis? Vivo pasionalmente. (lvp)
¡Qué alegrías y qué dolores! Pero la balanza queda siempre justa, compensada. […] Hay una época larga en que se quiere viajar con alas de murciélago, y entonces se habla de castigo exterior, y lo que hay es justicia. Entonces es cuando aparece el animalón unto de la angustia, que es el que cierra la puerta de la reconciliación y del cielo. (lvp)
Al lograr la reconciliación de contrarios, en la contemplación de la Intimidad, tuvo la certeza de haber llegado a la Brujería o Nuevo nacimiento:
Para el mago reconciliado, todos son reinos sagrados en que no hay una sola injusticia, reinos para el Superhombre, para que habite en toda la casa del Señor. ¿Cuál es el misterio que entonces se posee? Que la Nada existe, que es apartamento deleitable de la casa del hombre. (lvp)
En la Amencia o las Bienaventuranzas, perfecta idiotez o plena universalización de la conciencia que trasciende el juicio, llegó a la perfección de la Brujería:
Yo soy la amencia; quiero ser las Bienaventuranzas, el que no piensa, pero es las Bienaventuranzas; quiero ser eso despreciado en vuestra Universidad, porque se asemeja a la perfecta idiotez, las Bienaventuranzas. No hay nada sino La Vida, y nosotros somos La Vida sucediéndose. (t i)
* * *
Formas de brujería
González, precisamente por su voluntad de unificación cósmica y sapiencial, vivió múltiples formas de brujería o experiencia intuitiva de la Realidad, originadas en las diversas formas de la sabiduría universal:
Brujería suramericana
Es la sabiduría intuitiva del indígena latinoamericano. Es la adquisición de poder sobre el universo por la armonización de la voluntad propia con la voluntad cósmica; la compenetración con el infinito, en la total apertura del alma, lograda por la superación de pensamiento y pasiones:
Magia es el arte de acordar nuestra voluntad con la cósmica, consiguiendo así cierto imperio divino sobre el universo. […] El mago está en armonía con el cosmos […]. El alma individual juega entonces en armonía con la cósmica. […] Hay que dejarse poseer, que el alma se bañe en el infinito. Reposo potencial: entonces todo vendrá al brujo. […] Con este arte de la magia se consigue la beatitud y conocer el futuro, pues cesa el tiempo. (ant xiii)
[El brujo] no anhela: por eso no está al lado de ninguno en ninguna empresa, sino al lado del Señor; sabe muy bien que es la voluntad del Señor la que se realizará. (ant xiii)
Hay mucha diferencia entre la brujería europea y la suramericana. Yo he sido iniciado por los indios, durante mis viajes a pie. He aquí las diferencias: 1.ª El indio somete todo al ritmo; el vaho está sometido a la lentitud medida; no sufre violencia. «Piense usted en el vaho, véalo como una cabellera que emana de sus tuétanos (centros nerviosos) y haga movimientos curvilíneos y reposados, con mente y brazos, para envolverse en él. Una vez envuelto, el vaho obra solo; adivina solo; enamora solo; trae bienes. Sólo en casos urgentes, como en peligro de muerte, lance voluntariamente el vaho como una flecha: entonces mata…». 2.ª «Por eso no se debe fijar la mirada, como hacen los blancos; los ojos son delicadísimos… Deben estar guardados, como las uñas del tigre, entre la felpa. ¡Cuidado con los ojos!». Quien así me inició se llamaba «El Indio ladino y armonioso». Era de Urabá y lo conocí en Carolina, en Colombia, de curandero. Recuerdo que trataba algunas enfermedades metiendo a los pacientes dentro del vientre de un toro recién degollado. «Absorben el alma del animal», me decía. (mc)
El indio de Urabá se reconcentra y se comunica con Ságuila (Dios). (dm)
«Ancha presencia»
Participación del ser o esencia que subyace a las representaciones; participación del Ser Esencial, más allá de la existencia accidental y fenoménica, por la universalización de la conciencia:
Ancha presencia: detengámonos a paladear el significado de estas palabras. Todos hemos tenido experiencia mayor o menor de lo que es ancha presencia. […] [Ser] esencial. (ant xiii)
Ancha presencia significa que alguien tiene mucho de la realidad como presente. […] Moisés, por ejemplo, era tartamudo, pero entre los humanos ha sido el que produjo la mayor impresión de anchísima presencia. (lvp)
Teología
Capacidad de conocimiento de la realidad más allá de las coordenadas de la apariencia, como conciencia de eternidad y relación de intimidad con Dios, realidad única:
Hace cinco años que la teología era para mí una patraña y hoy me parece lo esencial. El mismo fenómeno del rayo de sol y los corpúsculos: no existen sino las cosas que ocupan la conciencia. ¡Cuántas alegrías y existencias habrá que no las abarca mi conciencia! (msb)
… hay un entierro, que es el de mi inocencia, que se llama Manjarrés, y hay un pajarito que está emperrado cantando y que es lo mejor, la síntesis, ese algo que va a quedar después de la muerte. ¿Qué sería de mí sin ese cucarachero, alias ruiseñor, alias teología? (106)
Adivinación del futuro
Poder de desentrañar el desarrollo futuro de las latencias presentes, no como resultado de esfuerzos lógico-racionales, inductivo-deductivos, sino por el don de la posesión de verdades vivas, no conceptuales, sino vivenciadas espontánea e instantáneamente:
[El brujo no] adivina porque se lo proponga, sino que la verdad viene a él: «Al que tiene le será dado». Por eso dicen que hay «hombres ayudados». (ant xiii)
Sentimiento de libertad y plenitud de vida
El sentimiento de libertad, euforia y exuberancia es la piedra de toque de los genios o magos. (ant xiii)
Vivencia de la realidad en categoría de eternidad
Sabiduría viva, en categoría de eternidad, que no puede ser enseñada ni transmitida conceptualmente, ni entendida por quien no la ha vivido, por no ser filosofía conceptual-racional, producto de la mente que piensa, razona y conceptualiza en tiempo y espacio, pero no puede conocer y vivir más allá de la mente y la pasión, y sus categorías:
Pero hay cosas que no puedo comunicarle, no porque no quiera, sino porque no se puede; sería inútil insistir; se necesita tiempo y experiencia, y usted tiene su camino sólo suyo, pero cuando sea necesaria la ayuda, vendrá. «Llamad y se os abrirá». (lvp)
El autor no espera que esto lo entiendan, pero sí que lo entenderán después, y ya hay muchos que lo entienden, pero no se ven. Cuando uno principia a entender esto, se hace invisible para «este mundo», que es a lo que llaman «morir». (t i)
[He repasado la Tragicomedia…], y veo que sólo yo, que la viví, puedo entenderla a duras penas y mal: porque es la novela del entendiendo, y la mente no funciona ahí. (t ii)
Amencia, reconciliación, ojo simple, puerta sin alas, beatitud o bienaventuranza cristiana
Visión de la totalidad en la comunión con la Intimidad o Presencia, que es el nuevo nacimiento, o sea, la superación de las coordenadas —fisiológicas, pasionales y mentales— y de las categorías existenciales espacio-temporales; llegada a la categoría de eternidad o infinito o intimidad, donde se realiza la reconciliación de los contrarios:
El alma del brujo está en el infinito, como la gota de agua en el río: es el estado beato, del cual participa aun en esta vida. (ant xiii)
Lo que sí es verdad vivida y hecha presencia en mí es que, luego de una reconciliación de opuestos, el mago conoce al dedillo el mundo en que vivió antes, y puede entrar en él a voluntad y ayudar a los prisioneros o habitantes allí. Estos son los llamados maestros. (lvp)
Anarquía o Comunismo o Inocencia o Hermafroditismo o Sueño sáfico o Reconciliación de contrarios o Nuevo nacimiento o Cielo o Paraíso o Suicidio o Silencio o Amencia o Beatitud o las Bienaventuranzas son nociones que expresan una y la misma realidad: la Brujería como realización de la identidad entre Ser y Saber, paso del existir al Ser, de las presencias a la Presencia, de las coordenadas a la Intimidad, de la representación a la Realidad, del juicio a la contemplación:
¡Cielo eres, pobre Elías!
¡Cielo del ojo simple!
¡Cielo hermafrodita!
Ni Bien ni Mal:
¡El sueño sáfico! (t ii)¡Mire qué pequeño quedó, Fabritius…! Parece un viejito y parece una viejita… Un viejito-viejita, la Inocencia Hermafrodita… (t ii)
* * *
Conclusiones
González es brujo por lo mismo que es metafísico o místico.
La Brujería, como proceso, es la búsqueda de superación de la filosofía occidental, racional-conceptual, aristotélico-tomista y moderna, producto de la mente, que ha reducido la unitotalidad de la Vida a la estrecha dimensión del yo y su quehacer mental, que al atomizar el conocimiento vivo unificador, en ciencia, filosofía, moral, religión, etc., ha privado al hombre de su capacidad de convivencia intuitiva con las formas de la vida, de su poder de intuición del futuro y de liberación de las apariencias fenoménicas; que ha confundido el ser con el ente, y anda inútilmente enfrascada en la búsqueda de respuesta a la pregunta vacía por el ser del ente; que lucha, también inútilmente, por medio de raciocinios, inducciones y deducciones, por aclarar el deber ser del ser.
La brujería es intento de superación de la filosofía oriental (budismo, hinduismo, taoísmo, etc.), en cuanto búsqueda de salvación de la unidad de la Vida por la aniquilación del Yo en el Nirvana; por la negación de las manifestaciones representativas de la vida, como ilusión, al desconocer la Presencia en las presencias, la Intimidad en las intimidades, la Realidad en las representaciones, la Vida en los vivientes.
La brujería es esfuerzo de construcción de una filosofía unitiva de la sabiduría intuitiva del indígena americano, la magia subyacente a toda la cultura occidental y la cruz y resurrección cristianas, ajenas al racionalismo mental de las filosofías occidentales y al indiferentismo ante la realidad de la Presencia en los fenómenos de las filosofías orientales.
La brujería es búsqueda de integración entre la capacidad de armonía cósmico-contemplativa de la sabiduría indígena, el anhelo de supervivencia eterna de la magia, la fuerza libertadora de la Cruz y la beatitud de las Bienaventuranzas cristianas.
La brujería, como realización, es la vivencia de una filosofía mística o de una mística filosófica, que como saber vivo permite el logro de la armonía con el universo y la contemplación de la esencia subyacente a las apariencias, como intimidad fundante, y no la dominación por el conocimiento; una filosofía comprensiva y no analítica de la vida, que permite presentir (vivir en la conciencia) el futuro en la energía del presente; un pensamiento libertador y una convivencia espacio-temporal que conducen a la contemplación atemporal o conocimiento vivo y amencia, más allá de coordenadas de juicio y valor.
— o o o —
~ 10 ~
El comienzo de la búsqueda
Un escrutinio de los problemas planteados en Pensamientos de un viejo nos permite ver, con meridiana claridad, cómo desde su comienzo la búsqueda filosófica de Fernando González fue orgánica, sistemática, larga y difícilmente madurada, y no ocasional, repentina, desvertebrada y contradictoria, como frecuentemente se ha sostenido.
Aunque a lo largo del presente trabajo prácticamente todos los temas se analizan partiendo de Pensamientos de un viejo, aun a costa de repeticiones se estudia específicamente esta obra con el fin de precisar y sistematizar el inicio de la búsqueda gonzaliana.
En Pensamientos de un viejo, obra iniciada por González cuando aún era prácticamente un niño (de ella se conocen apartes, ya en 1910), encontramos, en embrión, la postura existencial y filosófica de Fernando González ante los grandes problemas que enfrentó, maduró y clarificó, en una lucha sin concesiones, a lo largo de toda su vida.
Objeto de este capítulo es analizar cómo desde 1916, año de la aparición de Pensamientos de un viejo, las intuiciones, nociones y concepciones fundamentales de la filosofía gonzaliana quedaron esbozadas, y cómo el empeño filosófico, totalmente coherente, de toda la vida de González, fue madurar y devenir, en el padecimiento y la meditación, los interrogantes y problemas que se planteó en la adolescencia.
* * *
El problema del límite
El límite es el primer hallazgo y el problema que origina todas las búsquedas de Fernando González. Puede decirse que el aforismo «existo, luego soy limitado» es el punto de partida de sus interrogantes, y la postura ante él la razón de ser de toda su existencia y de toda su filosofía.
La vida se fundamenta en el límite:
El fundamento de todo en la vida es el límite, la comparación. (pv)
Las múltiples determinaciones vitales humanas se originan en la condición limitada de la vida del hombre, que entre el mar de las posibilidades sólo puede ser de un modo:
Eres y tienes que ser de un modo; es necesario que seas definible. (pv)
Existe como yo y tú, en el espacio y el tiempo:
Somos limitados; siempre habrá tú y yo; es imposible suprimir el espacio y el tiempo. (pv)
Es individualidad, o sea, existente que trata de dar sentido y de dominar:
Y comprendió que mientras fuese una individualidad, trataría de dar un sentido a las cosas, trataría de dominar… (pv)
Conoce limitadamente y posee una verdad y una cosmovisión limitadas:
Si hubieses sido otra vida, si hubieses tomado otro sendero, otra sería también tu idea, tu visión del mundo… (pv)
Por incapacidad de expresar la realidad misma, genera doctrinas estéticas y morales, origen de los valores:
Llamamos bueno o malo, bello o feo, a un ser o a una acción, porque los miramos con el prisma de una doctrina. […] Así, pues, todos esos principios tienen por causa el que nuestro espíritu en un instante es de un solo modo, es limitado. Esas doctrinas nacen por culpa de la limitación del hombre. En las cosas no existen. (pv)
Vive en el ansia de poseer, que termina en el anhelo de un infinito equivalente a la nada:
Donde hay limitación no puede haber sino ansia de poseer, de borrar el límite. (pv)
Existe en la tristeza y el desconsuelo ante la realidad:
¿Cómo definir entonces la vida? Un anhelar perpetuo, y un gran desconsuelo ante toda realidad. (pv)
En las cosas reales hay siempre tristeza. La ninfa no existe sino en nuestros tristes corazones… (pv)
… renegar del límite es renegar de la vida toda, ¡hasta de la misma alegría! (pv)
* * *
La centralidad del yo
Desde su adolescencia se plantea Fernando González el problema de si la búsqueda debe realizarse de afuera hacia adentro o de dentro hacia fuera, y opta por la reflexión sobre sí mismo, como conviviente con el mundo externo vivenciado y presencializado en su conciencia:
Y un ser es tanto más inteligente cuanto mayor es el número de esas sus relaciones con el mundo externo. […] Admírate, pues, al considerar que la más pequeña sensación es bastante para modificar el colorido de tu alma. […] [Deja] de hablar de tu libertad y está atento a seguirte a ti mismo con la contemplación devota del sabio… (pv)
Dada la fundamentalidad del límite, que dificulta la relación del hombre con la realidad, sólo desde el yo es posible tomar posición ante el mundo y asumir la vida, sin esguinces. Para el hombre es imposible captar algo que no sea su yo:
… es imposible para el hombre ver otra cosa que no sea su alma, porque en el espacio que hay entre él y el ser contemplado, se interpone un sueño, que es la sombra del espíritu… […] Ya que no puedo contemplar sino mi propia alma, debo ser silencioso. (pv)
De la incapacidad humana de salir fuera del yo, se deducen múltiples consecuencias:
La interpretación del mundo y la creación de la lógica, como productos del yo:
Cada uno se lee a sí mismo en las cosas de la vida. (pv)
Se juzga al no-yo conforme al yo, o, mejor dicho, éste es creador de aquél. La misma lógica que rige nuestros razonamientos es una creación de nuestro yo. (pv)
La elaboración de los fenómenos de espacio y tiempo:
El espacio y el tiempo tampoco son conceptos en sí, pues uno sólo tiene conciencia de la duración de sí mismo (la cual cambia según sea el estado de alma), y según eso juzga lo demás. (pv)
* * *
La verdad, objetividad
y subjetividad
Dada la limitación humana, que sólo permite al hombre la captación de sí mismo y de todo lo demás a través de su yo, la pregunta por el significado de la verdad queda sin respuesta:
A. —Advierte que yo no digo: la verdad, sino: mi verdad. […] B. —De lo contrario, Pilatos te preguntaría: ¿qué es la verdad? (pv)
La búsqueda de la verdad universal resulta ser una inútil búsqueda de la razón:
¡Algo espantoso sucedió al animal hombre! Apareció en él la razón, facultad absurda que busca la verdad, y la verdad no existe… (pv)
La verdad no es un hallazgo definitivo de la razón, sino un estado del corazón, que cambia según lo que se vive:
Vivimos de la contradicción. ¿Y cómo no hacerlo? ¿No veis que ya no existe la verdad? ¿No veis que la verdad para mi corazón, ahora, cuando estoy triste, es el amor a la muerte, y después, cuando estoy alegre, es el amor a la vida…? (pv)
El hombre es el creador de los conceptos y de sus propias verdades:
¡Ya no hay nada por encima de mí, puesto que los conceptos sólo existen en mi alma: puesto que soy el creador de la verdad…! (pv)
Amor, belleza y gloria se identifican con la verdad, que a su vez se identifica con la vida:
Ya que estamos en la vida, la verdad para nosotros es la vida: el amor, la belleza, la gloria… (pv)
En este sentido, sólo en la sinceridad puede lograrse la unificación entre los hombres:
… la más pequeña mentira separa las almas, y, al contrario, se unifican en la absoluta sinceridad. (pv)
* * *
La vida, camino para
llegar al conocimiento
Dado que el hombre nada conoce fuera de sí, todo lo que vive, lo vive modificado por la experiencia del yo:
Siempre te ves a ti mismo. […] Toda ciencia es imposible, hasta la psicología en la cual te habías refugiado. Todo es un sueño, coloraciones dadas al mundo por la cajita de colores, variables hasta lo infinito, que llevamos en nuestro interior… […] Nada podemos conocer porque al llegar a nosotros una visión está vestida con las galas de nuestro espíritu. (pv)
El hombre da su alma a todas las cosas; el hombre se ve a sí mismo en las cosas. […] En todo ve su personalidad: en el murmullo del agua oye sus amores, y en la paz de la noche estudia su sentimiento. El espíritu del hombre echado sobre el mundo es lo que se llama sentido del mundo. Este es el espejo en que el hombre se ve a sí mismo. (pv)
El alma del hombre, dentro de la vida, está sujeta a la vida:
No tienes dos almas: una dominadora de la otra. Tienes un alma que es esclava de la vida. (pv)
El conocimiento no se origina en la razón, sino en las experiencias vividas:
Todas estas mis aventuras de la ciudad son sagradas para mí, pues de ellas saldrá, cuando vuelva a mi retiro, una nueva visión del mundo y un tesoro grande de verdades. Toda aventura permanece en el alma, y ocultamente se va transformando hasta convertirse en hermosa idea. ¿Pero de dónde me vino esta verdad?, se pregunta con frecuencia el pensador. ¡Y quién sabe de qué aventura que tú creías pequeña, y hasta impertinente, salió aquella juguetona sentencia…! (pv)
En consecuencia, las propias experiencias vitales son el camino para el conocimiento, que constituye el sentido de la existencia:
¡Pobre corazón loco! […] Cierto día te dije: desde hoy la vida sólo será para ti un medio de llegar al conocimiento. Si amas, será para saber más… Si ríes, para saber más… Si lloras, para saber más… Si sangras, para saber más y más… (pv)
* * *
La moral como
lucha entre instintos
Los valores morales son resultantes de la condición limitada del hombre:
La vida es un infinito campo indeterminado, sin ningún sentido ni color, en donde es posible ver todos los sentidos y limitaciones… Con nuestro espíritu definido podemos inscribir todos los valores que deseemos en esa enorme tela incolora que llamo la posibilidad infinita. Y puesto que no hay nada imposible, puesto que no hay nada absurdo (lo absurdo es la manera como tú no determinas lo indeterminado), ¿por qué no buscar nuevos conceptos, nuevos valores, nuevos ídolos? (pv)
No hay acciones buenas ni malas en sí mismas:
No concibo qué sea un hombre malo, ni he visto en mi vida una acción mala. Todo hombre y toda acción, cuando se miran bien, aparecen dignos de que uno se entristezca. (pv)
Para ti es bello ese paisaje, y para mí es feo. Luego en el paisaje no está la belleza ni la fealdad. Un acto tampoco es bueno ni malo en sí. (pv)
El remordimiento tiene su raíz en los instintos, y aun antes que ellos, en las sensaciones:
Toda sensación despierta tus instintos. Y viene el disputar de ellos, pues unos desean apropiarse la cosa sentida, mientras que a otros les es molesta. (pv)
El remordimiento consiste en la lucha entre los instintos vencedores y los instintos vencidos:
[Ese] dolor que se experimenta después de toda acción, no es otra cosa que los lloriqueos de los instintos que se oponían a ella. Y esa tristeza hace que los instintos que nos impulsaron al acto se pongan a filosofar, a buscar razones para justificarse. La tristeza del pasado nos vuelve cazadores de verdades. (pv)
Una acción es el triunfo del motivo más poderoso. […] El remordimiento es el dolor de los instintos vencidos. (pv)
En el afrontamiento de la dolorosa lucha entre los instintos está la posibilidad del crecimiento humano, por lo que el remordimiento es el generador de la filosofía:
Hoy ha dicho mi ansia de consolación: «Vamos a ver a tu amiga Carmen». Y entonces contestó mi deseo de atormentarme: «No vayas…». Se trata de saber cuál de esos dos anhelos es más fuerte: suyo será el triunfo… […] Hay un gran placer en atormentarse a sí mismo… la vida… ¿Entendéis ahora por qué yo exclamo: ¡Viva el remordimiento!?… ¿Entendéis por qué yo alabo al remordimiento como al musageta de toda filosofía? (pv)
A través del cultivo de las pasiones y de los instintos, cuya lucha genera el remordimiento, la lucha, la guerra, el combate moral, constituyen el camino del hombre:
[Lo] primero que debe usted hacer para aprender a vivir, es penetrar bien el sentido de esta sentencia: no hay pasiones bellas ni feas; el temple de cada alma les da su valor. Ahora, siga usted por la vida, esperando siempre con sumisión lo que ella quiera ofrecerle. Y cuando a su alma llegue algún sentimiento, saboréelo devotamente. Aparte entonces sus sentidos de todo otro objeto, y ponga todas las fuerzas de su espíritu en la pasión del instante: en eso consiste el ser buen solitario. (pv)
¡Sean para mí, desde ahora, santos los tormentos! ¡Santo sea para mí el dolor! ¡Santo sea el remordimiento! (pv)
* * *
La existencia como
un camino de soledad
De la limitación de la condición humana se concluye la insularidad del hombre, que en sí mismo encuentra su tesoro cabal:
Aprende a hacer de tu alma tu tesoro: allí encontrarás lo necesario para vivir una vida divina. No permitas que tu corazón esté sometido, para alegrarse, como para entristecerse, al querer de los hombres… […] Sigue por este sendero que conduce a la vida divina… […] Y cuando encuentres uno que pueda vivir solo, di entonces: este debe tener un rico tesoro; se ha hecho divino, y por eso jamás mira hacia arriba como los perros humildes… (pv)
Mientras más cosas deseadas llegues a poseer, más pobre eres. La riqueza de un alma debe medirse por su soledad. (pv)
¡Qué más espectáculo que mi propio corazón!, se dice el solitario. ¡Qué más compañeros que mis propios pensamientos…! […] La imbecilidad de un hombre puede medirse por el número de sus amigos. Dios encuentra en sí mismo su contentamiento. (pv)
* * *
El fin
¿La existencia tiene un fin? ¿Existe una finalidad de los actos humanos? ¿Para qué existe el hombre?
… por una parte, somos vida, es decir, es necesario para nosotros el fin, y por otra, el pensamiento nos dice que el fin no existe… Por una parte, somos limitados, afirmativos, y por otra, la razón nos lleva a la nada, a la ausencia de vida, de conceptos… En verdad que el pensamiento es el cáncer de la vida. El animal hombre es el más atormentado porque lleva en sí mismo su contradicción… (pv)
Todo en la humanidad es sin finalidad alguna. Sólo que los hombres inventan fines, y así, aquellos que los cumplen se creen superiores a los pobres que tienen otros distintos, o que han comprendido la metafísica de la rueda, y se dejan llevar por la vida con una sonrisa indiferente en los labios… (pv)
[Juan Matías:] —¿Y hacia dónde va la humanidad? […] [Juan de Dios:] —Hacia ninguna parte. Los fines son los sueños de los hombres superiores. (pv)
Se me ocurre que este libro no tiene finalidad alguna… Así como no he podido descubrir para qué nací yo, tampoco he podido descubrir para qué nació este libro… —Mamá, ¿para qué nací, y para qué me despierto? Y mientras no se pruebe (¡qué palabreja!) que hay una finalidad última, todos los seres preguntarán a sus padres: ¿para qué nací…? (pv)
Pero ¿a dónde conduce este analizar…? Este pensar conduce al hombre a todas partes, es decir, a ninguna… Al final del camino puedes reír, o puedes llorar, o puedes blasfemar. Es un camino que no lleva a punto determinado. (pv)
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La búsqueda de la libertad
La libertad es el medio propio de la inteligencia:
La gran inteligencia sólo puede vivir en la libertad. (pv)
El hombre es un ser determinado por la trama de sus sensaciones:
… la trama y naturaleza de tus sensaciones, desde la niñez hasta hoy, determinaron los matices de los temores, deseos, odios y amores que te ligan al mundo de los seres extraños… (pv)
Nunca es totalmente libre, pues está sometido a los otros, a su yo y a su deseo:
Mide la grandeza de tu esclavitud por el número de seres y de ideas que te detienen cuando quieres hacer algo. […] Es imposible la absoluta libertad, pues siempre serás esclavo del capricho de cada instante. Y si deseas vencer el capricho, eres esclavo de ese deseo. Sólo en la muerte se encuentra la absoluta libertad, porque entonces se liberta uno de sí mismo. (pv)
En el seguimiento y contemplación de sí, se lucha por la liberación:
… deja de hablar de tu libertad y está atento a seguirte a ti mismo con la contemplación devota del sabio… (pv)
* * *
Unificación con el universo
El hombre, contradictorio en sí mismo, y los objetos, también contradictorios entre sí, como resultado de la limitación, no pueden saciar el anhelo del hombre que busca siempre lo infinito, lo indeterminado, lo que no es producto de la limitación:
¡Qué tristeza se apodera de mi corazón de solitario al ver estos pequeños objetos que se contradicen unos a otros, y que encierran las limitaciones inventadas por los hombres! Recuerdo a Anaximandro de Mileto que nos habla de lo indeterminado. Estos libros me hacen desear lo indeterminado, lo infinito; y el tic-tac del reloj me hace desear lo indeterminado; y hasta mi propio deseo me hace desear el silencio absoluto. Y recuerdo también, en esta noche triste, a Heráclito de Epheso, que «lloraba siempre» por no poderse asemejar al ser que no cambia jamás. Tienen razón los místicos: todas estas cosas de la tierra hastían nuestro corazón, y nos traen el anhelo de un no cambiar eterno. (pv)
Ni cosa, ni concepto alguno, responden al anhelo humano de realidad y totalidad. Solamente, más allá de cosas y conceptos, en la nada, que es superación de toda cosa o forma de ser, «el lago verdoso de la nada», puede hallarse la respuesta al anhelo humano:
Siento una infinita tristeza por tantas cosas que ya se murieron, y siento un deseo grande de ser todo. ¡Oh, en esas noches siento la tristeza de ser limitado, de ser solamente el solitario que está echado bajo su árbol…! (pv)
Todo pasa, todo cambia y todo vuelve a renacer… Y el alma se va tornando silenciosa, melancólica… En aquellas regiones todo es crepuscular… Silencio, olvido… Presentimientos del Alma Única, infinita, que atrae entonces al pobre corazón. Es algo, algo así como un eterno crepúsculo. Allí termina todo lo que es… Alegría, dolor, bueno, malo… ¡No! Allí nada es. ¡Negación! ¡Eterno sueño, en el eterno lago de La Nada! (pv)
Y ¿cuáles son los placeres de la soledad? Los placeres de la soledad son muchos. Existe, por ejemplo, la alegría de ver cómo se mata un ideal, y cómo se crea un ideal; cómo se mata la verdad, y cómo se crea una verdad; y existe el terrible placer de ver cómo tiembla nuestra alma sobre el abismo de la ausencia de todo concepto, sobre el negro abismo de la nada. (pv)
Más allá de todo concepto posible, el silencio es el hallazgo de la verdad que sobrepasa toda otra verdad parcial o subjetiva:
… la palabra es la muerte de las cosas del alma. (pv)
… la verdad reside en el que tiene los labios inmóviles. (pv)
¡Bendice el día en que tus labios no pronunciaron palabras! Llevamos en nuestro corazón deseos infinitos, y al decirlos en palabras los determinamos… He allí que toda palabra empequeñece al hombre… ¡Qué triste todo lo que tiene un significado, una manera! (pv)
Juan de Dios. —¡No seas tonto! No afirmes. Toda palabra es una profanación de la nada. (pv)
Sólo al llegar a donde no haya contrastes, ni conceptos, ni juicios, ni valores, el alma habrá llegado a la comunión con la realidad total y única:
¿Dónde está el paisaje de la indiferencia absoluta, en donde no haya contrastes, en donde no florezcan los conceptos, las afirmaciones ni las negaciones? ¿En dónde encontrarte, mujer desarmónica, que estás más allá de la belleza y de la fealdad? ¡Oh, el país de las cosas sin sentido en donde nuestra alma se hace alma de todo! (pv)
* * *
Unificación con Dios
El anhelo del hombre es infinito:
En el hombre hay un anhelo infinito: el anhelo de poseerlo todo, de hacerse alma de las cosas. (pv)
El anhelo infinito del hombre es el amor:
En nuestro espíritu va el ansia de un amor infinito, va la tristeza por este límite, por estos contornos que nos definen, por estas afirmaciones y negaciones que no nos permiten unificarnos en amor con el alma del amigo… […] Esta lejanía perpetua de las almas era la tristeza desconocida de Jesús. […] El hombre no puede verse sino a sí mismo. Ansia de amor: eso es lo único que hay en el corazón… (pv)
El deseo y la insatisfacción infinitos del hombre no tienen otra explicación que la reminiscencia del infinito y el deseo de unirse a Dios:
Yo disuelvo mi alma en el universo todo, y así amo todo el universo. […] Sigue por este sendero que conduce a la vida divina… […] Mide la grandeza de un hombre por la disminución de sus dioses. (pv)
¿De dónde este querer continuar el movimiento que se llama vida? Del deseo. ¿Y el deseo? De que el hombre jamás está satisfecho de sí mismo. […] Y la única explicación que se ha dado hasta ahora de este perpetuo descontento del hombre, es la místico-panteísta: una reminiscencia de lo infinito, y un deseo inconsciente de unificarse a Dios. (pv)
¿Ser o no ser? No; ser nada y serlo todo… (pv)
* * *
El método
¿Cuál es el método para afrontar este cúmulo de problemas?
Compenetrarse con todo, convivir con todo, conocerlo todo:
Quiero gustar todos los dolores, placeres, melancolías y tristezas; quiero navegar sin rumbo fijo; quiero vivir todos los sueños; quiero inventar nuevas bebidas sutiles para mi corazón; quiero exclamar con el esclavo: «Nada me es desconocido en la vida». (pv)
Meditar sobre las propias vivencias:
Por mi parte, amo de tal manera la meditación, que jamás concibo alegría en donde ella no esté. (pv)
Cada uno debe vivir y analizar sus experiencias: así resultará original el tesoro de sus verdades. […] No hay dos personas idénticas, y, por lo tanto, jamás una verdad se presentará a dos por un mismo aspecto. […] He aquí lo esencial: vivir nuestra vida y sacar de ella el tesoro de nuestro saber. […] Cada verdad debe estar teñida con nuestra propia sangre. Entonces la amaremos con un grande amor. (pv)
Contenerse, a la espera del encuentro de la realidad que habrá de ser nuestra:
¡El hombre no debe correr! ¿Para qué apresurarse? […] He aquí la gran máxima de nosotros los lentos y los hastiados: las cosas que quieren dejarse coger esperan siempre… (pv)
Vivir intensamente la vida como una lucha:
¿Cómo puede analizar la vida el que no tiene el corazón repleto de vida? ¿Cómo puede conocer las pasiones, y los deseos, y los movimientos del alma, el que no tenga un alma atormentada? (pv)
Entrar en comunicación con la multiplicidad de los fenómenos externos:
Innumerables son los instintos, temores y deseos. Y un ser es tanto más inteligente cuanto mayor es el número de esas sus relaciones con el mundo externo. (pv)
Analizar y escribir lo vivido en el momento mismo en que sucede:
Es preciso escribir el sueño, la visión del mundo, durante el estado de alma en que lo concebimos, pues así le damos todo el amor, todo el dolor, toda la alegría de nuestro ser. Si lo dejamos para después, cuando nuestra alma haya cambiado, ésta influirá, haciéndolo a su modo, y resultará borroso y como hipócrita. (pv)
Buscar su propio camino, existir con originalidad:
Y puesto que no hay nada imposible, puesto que no hay nada absurdo (lo absurdo es la manera como tú no determinas lo indeterminado), ¿por qué no buscar nuevos conceptos, nuevos valores, nuevos ídolos? ¿Por qué no trabaja cada hombre por considerar la vida de una manera extraña, original, y no llevar siempre, como una fría y pesada losa, los moldes de los abuelos? (pv)
Es preciso que cada hombre busque una manera original para mirar la vida. Lo difícil está en hallar esa manera, pero es posible. La vida es como el maná de los hebreos… (pv)
Realizar un viaje hacia la superación de la pasión y de la palabra, que es expresión de las pasiones:
En la palabra se disuelven las pasiones. […] Toda pasión es un deseo que tiende a cumplirse: el deseo de poseer, que es al amor; el deseo de vengarse, que es el odio; el deseo de salir de sí mismo, que es la gran tristeza. […] El remedio para las pasiones es la palabra. (pv)
Superar el espacio y el tiempo, en los que la vida es modificada por el modo de ser de quien la vive:
Toda interpretación de la vida es verdadera, porque indica la forma y modo que la vida toma en el ser que interpreta […]. La vida en sí no tiene ninguna significación; según sea el ser, así es la vida. (pv)
… es imposible suprimir el espacio y el tiempo, y, por lo tanto, siempre seremos los soñadores de las cosas… (pv)
Superar los voluntarismos del yo, que deforman la vida:
Si eres voluntarioso, estarán siempre secas para ti las ubres de la vida. (pv)
Llegar a la absoluta desposesión, que permite la beatitud:
… la vida dice: en donde hay posesión no hay felicidad. (pv)
Hasta conquistar el silencio, superación del análisis, que posibilita la muerte:
Salir de sí mismo, buscar la muerte puesto que ya el silencio sólo es posible en ella: ese es el gran deseo y ese es el final del hombre que por mucho tiempo acaricia a la culebrilla del análisis… (pv)
Juan de Dios. —Sí, todo es una tontería. Toda manifestación de vida es un anhelo de alejarnos del vacío que nos persigue. Todo se reduce a puntos de vista… La visión perfecta consiste en no ver; el conocimiento perfecto, en la suprema ignorancia, y la vida perfecta está en la muerte. (pv)
Hasta llegar a Dios, que es la totalidad, la conjunción de pasado y futuro:
Las cosas son lo que deben ser, y serán lo que deben ser. Toda la vida futura está en potencia en la vida actual. Y la vida actual y la futura son determinadas por la vida pasada. Y todo ello es Dios. (pv)
* * *
Filosofía como ensoñación
La razón es enemiga de la vida:
En último término la filosofía es el camino de la muerte. La razón es esencialmente enemiga de la vida… […] La razón nos lleva a la negación completa. Es la enemiga de la vida. (pv)
No es en las pequeñas apariencias de la realidad, sino más allá de ellas, a través del sueño de los mundos posibles, donde el hombre puede encontrar caminos para el espíritu:
Mientras más numerosos sean tus deseos, mientras mayor sea el número de tus sueños y más pequeño el de tus realidades, mayor será la inquietud de tu vida, y más intenso el movimiento de tu espíritu. (pv)
Filosofar es, pues, soñar mundos y visiones posibles:
Placer divino es este de crear mundos. […] En todos cambia constantemente el yo, pero no todos son capaces de llevar su alma hasta los últimos y más vagos sueños… (pv)
Eres y tienes que ser de un modo […]. Considera cuántos caminos nuevos se te han presentado mientras ibas por el camino de tu vida, y que no los conoces […]. Y tu único consuelo ¡oh soñador! es soñar las vidas posibles… […] Y así, para consolar tu corazón, sigue soñando todos los caminos. (pv)
* * *
Conclusiones
Al recorrer los problemas fundamentales planteados en Pensamientos de un viejo se clarifica cómo Fernando González agonizó, desde la niñez hasta la muerte, en la resolución de los problemas que planteó al iniciar su trabajo filosófico: la realidad de Dios y la posibilidad de su contemplación por la universalización de la conciencia; la naturaleza de la verdad y el significado del conocimiento; el sentido de la libertad; la naturaleza y los contenidos de la moral; la búsqueda de un método para llegar a la verdad viva; la insuficiencia de la razón ante el drama de la vida; la vivencia de la filosofía como intuición o ensoñación.
Pensamientos de un viejo es obra clave para entender los viajes vivenciales de Fernando González, pues la actitud que allí asume será la actitud fundamental que mantendrá toda su vida:
La óptica desde la cual enfoca los problemas será la misma desde la cual los mirará siempre; los objetivos de libertad, universalidad y contemplación de Dios, los que buscará hasta el fin; el interés por el método, el mismo que mantendrá siempre, hasta lograr enunciarlo, maduramente, en la «Teoría de los viajes»; el sentido agonístico de la moral, como lucha entre instintos, a través de la cual el hombre crece en conciencia, el que lo acompañará hasta los años finales de la Tragicomedia; la vertebración de su reflexión alrededor del yo, la que mantendrá hasta llegar a lo que llamó «el núcleo del yo»; el sentido de la vida como camino de conocimiento, el que le permitirá llegar finalmente a la vivencia de que Saber, Vida y Ser son la misma y unitotal Realidad; el sentido de la metafísica como ensoñación, el que madurará hasta llegar a la vivencia de que la Realidad sólo es ensoñable, o sea, que sólo puede vivirse, en la amencia, más allá de conceptos y razonamientos.
Nada de repentismos, nada de contradicciones desvertebradas, nada de facilismos humorísticos, nada de divertimentos dionisíaco-hedonistas, nada de carencia de vertebración y organicidad. Toda una tarea de búsqueda coherente y angustiosa alrededor de unos mismos problemas, desde su adolescencia de pensador, en Pensamientos de un viejo, hasta la víspera de su muerte de brujo cristiano o contemplativo, en Las cartas de Ripol.
— o o o —
~ 11 ~
Noción de filosofía
Actitudes y posiciones
fundamentales
Desde un principio, Fernando González entiende la filosofía como vitalidad, procesualidad y libertad, y se define como filósofo aficionado, para quien la filosofía es convivencia con las manifestaciones de la realidad en la conciencia, a partir del yo limitado y limitante, hacia la comunión con La Realidad, más allá de la representación fenoménica en espacio, tiempo, pasión, mente, razonamiento y conceptos.
La filosofía es expresión de estados de alma, y no serie de procesos racionales; la reducción de la filosofía a la racionalidad conduce a la contradicción entre la razón y la vida, y se convierte en camino de muerte:
La filosofía explica al filósofo; es una consecuencia necesaria de su estado de alma… (pv)
En último término la filosofía es el camino de la muerte. La razón es esencialmente enemiga de la vida… (pv)
La filosofía, en cuanto función vital, es serie de hallazgos provisionales, camino, búsqueda que no termina jamás, amistad con la verdad, que no puede ser totalmente poseída a través de juicios que matan el proceso filosófico:
Este izquierdismo nuestro no vale sino porque es amor a la patria, no vale sino como acicate; son nociones en devenir; provisional es toda afirmación nuestra; sólo en la época teológica de la humanidad cree el hombre que tiene prisionera a la verdad en el bolsillo de los calzones. (ni)
… jamás cesamos de filosofar; quien posee otra cosa que opiniones, conclusiones provisionales, es un demente. (ce)
Lo único que sé es que la filosofía es un camino, una amistad, y no un matrimonio con la verdad. Ésta no se ha casado, es virgen, una virgen juguetona. Quien afirme que ha poseído la verdad es un… viejo sofista. (hd)
La filosofía es una afición, o sea, la vivencia metafísica, más allá del bien y del mal, como voluntad de vida, juventud y libertad:
No olvidemos que somos aficionados a la filosofía y que para nosotros no existen el bien ni el mal. (mc)
Nos llamamos filósofos aficionados para no comprometernos demasiado y porque ese nombre es mucho para cualquiera. (vp)
La juventud es bella aunque no se bañe. Por eso, por amor a ella, para no separármele, he querido permanecer siempre aficionado y no ser profesional. Así puedo contradecirme, no tengo obligaciones, me parece que estoy aún en el colegio de los jesuitas y que no he terminado mi documentación. […] Porque cuando uno cree que ya sabe una cosa, es porque ya se murió. (hd)
* * *
Vivencia de la filosofía
González vive filosofando, pues es lo único que realmente le gusta hacer:
… no me gusta ser abogado, ni gobernador, ni periodista, ni comerciante o industrial. Únicamente me gusta pensar, estar pensando por ahí, de pie bajo los árboles, sentado en el excusado o paseando despacio por lugares desiertos. (er)
Dos textos de Salomé patentizan la forma en la que realiza sus búsquedas filosóficas, analizando los pequeños acontecimientos cotidianos, entre incomprensiones, dudas, angustias y exigencias internas de sinceridad y verdad:
La filosofía es muy difícil; cuando estamos en observación atenta de un fenómeno, buscando el noúmeno, la gente dice que somos locos o lúbricos; ¿qué podemos hacer, si la Taylor y Salomé tienen escondido el noúmeno? Todo lo he sacrificado a la filosofía; ella es mi amante y si no fuera por su culpa sería «un hombre importante» en mi patria lejana y tan pendeja. ¿O seré «un loco», «un hombre lúbrico»? Los parientes de Bogotá me hacen dudar; tanto me lo han repetido, que ya estoy dudando… (sal)
¿Será la filosofía una envidia, una venganza, un subterfugio, un sucedáneo? Todos los filósofos hemos sido feos, desilusionados y pobres… ¿Será la filosofía un sustituto para impotentes y desposeídos? Eso del espíritu, de la esencia, ¿será invención a que nos conduce la envidia?, como diciendo tácitamente: allá gozaremos nosotros, los mirones, y vosotros, los que yacéis con la gata, no; vosotros desapareceréis con la muerte y nosotros tendremos celo eterno al lado de la eterna Salomé. ¡Qué horribles dudas! (sal)
González fue encontrando los elementos para construir su noción de filosofía, como filósofo-detective, tanteador y buscador de indicios de la Realidad transfenoménica, en la multiplicidad de las apariencias:
Yo me debí haber dedicado a detective, indudablemente. No soy filósofo propiamente, sino detective. Es mejor. (dm)
Penetrar en los secretos orígenes de las teorías filosóficas y científicas, es labor de detectives geniales. […] Y para la introspección, para cogerse objetivado y descubrir la pequeña causa que dio origen a una teoría, ¿no es preciso pararse al pie de los árboles? […] Los orígenes son siempre pequeños, sólo que nuestra vanidad lo niega, se resiste. De aquí la importancia que doy a la medicina legal y a las ciencias policiacas. […] En el mundo encontramos hechos y nuestro deber consiste en explicarlos. (er)
[Yo soy] 8% detective que le sigue los pasos a la verdad desnuda y 92% tentado por las muchachas americanas de ojos quemados y pechos duros… (mc)
Incoativa y crecientemente, paso a paso, vivencia a vivencia, en un proceso que abarcó desde la reactividad fisiológica hasta la beatitud de la contemplación; viajando a pie, o sea, viajando en sí mismo en convivencia dialéctica con los seres, al examen de la presencia de los seres en su yo, y de las reacciones de su yo en la convivencia con los seres, Fernando González fue construyendo su noción de filosofía.
* * *
Noción de filosofía
Las diversas nociones de filosofía que encontramos a lo largo de la obra de González corresponden a los tres grandes períodos, o mundos de coordenadas, en los que se realizó su trabajo filosófico:
Filosofía como ensoñación, en el mundo de la ideación mental, en el que la universalización de la conciencia se va logrando por la ensoñación de mundos posibles, anteriores a la limitación espacio-temporal, generada por la individuación existencial.
Filosofía como reacción, meditación y padecimiento de la necesidad, en el mundo de la causalidad, ajeno a la libertad, en el que únicamente hay lugar para la reactividad necesitada, dentro del devenir.
Filosofía como vivencia de la libertad, en el mundo de la Gracia: nuevo nacimiento, liberación del determinismo causal, vivencia de la reconciliación de los contrarios, comunión viva con Dios.
Las diversas concepciones de la filosofía que encontramos en las obras de González no son excluyentes, sino complementarias, pues su noción de filosofía se va generando a medida que él, al ir experimentando, profundizando y vivenciando las manifestaciones de la vida, va realizando sus latencias instintivas y deviniendo su conciencia.
Filosofía es ensoñación imaginativa de mundos posibles
Inicialmente, en Pensamientos de un viejo, la filosofía es, para González, la ensoñación de mundos y vidas posibles, que liberta al hombre de los límites existenciales que imposibilitan la penetración de la realidad, y lo conduce a la convivencia con la totalidad del universo:
Esa es mi diversión. Soñar mundos; filosofar, pues ¿qué otra cosa, si no aquello, es filosofar? (pv)
¡Oh! ¡El sueño! Por él vivimos muchas vidas distintas; él nos liberta de la esclavitud del ser. Ser de un modo, ¡qué triste…! […] Por el sueño vivimos todas las vidas que pudiéramos haber vivido en realidad. […] ¡Pobres de vosotros los que amáis lo que es; vuestro corazón morirá al peso de lo que es…! (pv)
El alma inventa sueños para abrevarse cuando no puede hacerlo en la realidad… (pv)
Filosofía es convivencia con los fenómenos
Dado que el hombre existe en la representación fenoménica y el conocimiento es función vital de convivencia con la energía vital, y no emisión y concatenación de juicios, producidos a través de procesos mentales, filosofar es anidar sobre los fenómenos de la vida, esforzándose por asimilar y comprender seres y sucesos:
Cuando un joven comprende que el secreto no está en lo que haga, en lo que diga, en el vestido, etc., sino en la energía interior, está maduro para la filosofía. (dm)
Este anidar sobre la tierra y sus fenómenos ha sido mi profesión, y me ha causado tantas alegrías y penas, que he llegado a llamar a la filosofía mi mujer o mi amante. (ce)
Desde este punto de vista, aclimatarse, la filosofía es función vital. Todos filosofamos. Todos bregamos por comprender, o sea, por asimilar seres y sucesos. (ce)
Filosofía es manifestación orgánica de la reactividad
La filosofía, antes que la expresión verbal, es reacción vital orgánica:
… la filosofía no es sino expresión escrita, hablada o vivida de la reactividad. (er)
Filosofía es «manifestación orgánica». (ce)
Filosofía es brega concientizadora
Filosofía es la brega vital por hacerse consciente:
… podemos definir la filosofía como la ordenación de los datos científicos para indicar el grado de evolución de la conciencia humana. Tal es el sentido único de los sistemas filosóficos […]. El papel del hombre en la Tierra es bregar (artes, ciencias, trabajo), con lo cual se hace consciente o filósofo. (ni)
Filosofía es lucha moral o combate entre los instintos
Porque la existencia humana es acontecer moral, en cuanto es combate interior entre instintos, que genera el remordimiento o dolor de la lucha interior, filosofía es lucha entre instintos, modelación de deseos:
Todo filosofar es una lucha interior de los instintos. (pv)
Se ha pretendido que el alejarse de la vida y ponerse a meditar es consecuencia de tener el corazón vacío de anhelos. No: toda filosofía no es otra cosa que los lloriqueos de los instintos no satisfechos. Porque tiene muy grandes deseos, por eso se aleja el filósofo. (pv)
La filosofía es la forma que los hombres dan a sus deseos. (107)
Filosofía es camino de serenidad
Filosofar es tratar de disipar los temores, buscar justificación a la limitación existencial y a las acciones que de ella se siguen, para apaciguarse y conquistar la serenidad del espíritu:
Yo siempre he creído que el hombre al filosofar sólo trata de apaciguar su interior, justificando sus acciones y modos de ser. (pv)
¿Qué es filosofar un temor? Disiparlo. (pv)
Serenidad y ecuanimidad. Serenarse es filosofar. Pero no sabe del valor de esta virtud sino el que ha sido impulsivo. (msb)
¡Cuán bella es la filosofía, que hace a los hombres inmutablemente dulces y tolerantes! (dm)
Cada uno filosofa según su medio ambiente, pues queda demostrado que filosofar es entrar en relaciones, para apaciguarse. Es como el toro o el gallo nuevo en la vacada o en el gallinero, que primero pelean, huelen, miran, escuchan, hasta que el estado del ambiente queda establecido. (ce)
Filosofía es sinergia terapéutica
La filosofía es proceso terapéutico de patologías individuales y sociales a través de la asimilación de energía, en convivencia con los fenómenos, y del apaciguamiento interior, por la incorporación a la sinergia universal:
El filósofo es un enfermo: incapaz del humilde deber de vivir, busca un deber trascendental. […] Eso son los filósofos, seres impotentes para vivir el humilde presente. (ant vii)
Entiendo por filósofo el que se rebruja en las cosas de la vida, las revuelve, parece que vaya a tumbar el edificio del universo, y luego se para al pie de los árboles o en los rincones de la casa, como a escuchar, bregando por encontrar una sinergia entre él, el universo mundo y lo desconocido que está por detrás o por dentro. (ce)
Filosofamos, pues, mis jóvenes y yo, entre paludosos y barrigas de sapo, paludosos y anémicos nosotros también, pero… tenemos un principio de salud. Nuestra filosofía es una defensa: predicamos caminar a pie, sobriedad, castidad, hígado, todas las glándulas en perfecta sinergia. Le componemos himnos al tejido especializado, y predicamos guerra al adiposo. (ce)
Medítese y se verá que toda filosofía es terapéutica. (n)
[El poema «Hiro-Shima»] presiente las «filosofías» (terapéuticas, defensas psíquicas de la derrota, de la herida) que van a nacer ahora, cuando «se acabó el conflicto bélico». Una «filosofía» es un remedio y es cosa parecida, en su génesis, a una cicatriz o a una compensación fisiológica. Adaptación. Defensa. Vadear. Buscar la comba al palo. (ant xvii)
Filosofía es unificación por la comprensión viva
La filosofía es comprensión vital de causas y semejanzas, que unifica los hechos y libera de la multiplicidad fenoménica:
[La madre de la soprano cubana Lydia de Rivera Lugo dice] que es filósofa desde los tres años, y yo digo que es puta desde los tres años, lo cual es igual, pues la filosofía es la pérdida de la inocencia. Un filósofo tiene mucha semejanza con estas viejas en la amplitud de la comprensión. (mc)
Así es el estudio de la filosofía, el hermoso estudio de las causas. (er)
… la filosofía es arte sencillo; es el arte de observar cautelosamente, agrupando hechos que luego se enuncian en proposiciones madres. […] También filosofar es buscar semejanzas. Por ejemplo, la vida filósofa y la vida ramera se parecen en cuanto ambas consisten en perder la inocencia, los bríos, a causa del tacto: una ramera llega a tal, porque la tocan, y un filósofo, porque la vida real lo toca. De ahí la profundidad de aquella frase del Lazarillo de Tormes: «La vida filósofa y la picaral son una mesma». (ant vii)
¿Y no es la filosofía el ascender, según la capacidad, a las colinas más o menos altas, desde donde se abarcan en conjunto los fenómenos? (s)
Filosofemos un poco. Es lo único que nos liberta del variado fenómeno de la vida. Por ejemplo, en la radio, cuando la emisión de noticias universales, nos sentimos tranquilos hasta que cesa la corriente y filosofamos para darles unidad a los hechos. (mc)
Filosofía es la búsqueda de la realidad esencial, más allá de la limitación sensorial
El mundo de los sentidos es una apariencia desvaneciente, y detrás está la esencia, dice el que se hace filósofo con el primer dolor. (dm)
[Los filósofos son hombres] ansiosos de que Dios los distinga con el honor de hablarles de hito en hito. Hombres que esperan a que Dios los secretee para obedecer. Eso son los filósofos, seres impotentes para vivir el humilde presente. […] La impotencia de los sentidos es la causa de esta locura que se llama filosofía. (ant vii)
Filosofía es el curso dialéctico de la vida interior
Filosofía es viajar dialécticamente por el universo presente en la propia conciencia, y por la propia conciencia en convivencia con el universo, desde la convivencia en el determinismo causal de la representación hasta la comunión en la libertad omnímoda de la Gracia:
… la filosofía o curso de la vida interior, curso dialéctico de la vida interior, tiene como instrumento principal la comunión, la convivencia. (lvp)
Filosofía es proceso de liberación
La filosofía es camino de liberación de las apariencias, de la instintividad pasional y del miedo, porque el hombre, al filosofar, vive y analiza los fenómenos, descubre sus causas profundas, unifica el mar disperso de los datos, se liberta de los instintos, las inquietudes y la multiplicidad de los fenómenos vitales, logra el goce de la vida y llega a la comunión con la esencia que subyace a todo fenómeno:
¿Qué hace el hombre en el mundo? Hambre, amor y muerte: es el resumen. […] Pero los tres motivos se mezclan y son la causa de todas las acciones humanas. Según predomine uno de ellos en la mezcla, así es la vida del individuo. Las muchachas montan una pierna sobre otra y yo filosofo, porque ellas tienen más amor y yo más miedo. (sal)
La filosofía es el arte de librarse de la primavera mediante la meditación ordenadora. Comprendiendo nos libertamos de los instintos e inquietudes. Las ideas madres nos permiten gozar de todos los fenómenos. A Toní la castigaré mediante una idea madre. Quiero ser filósofo, nada más que filósofo. Virtud, comprensión, conciencia de las leyes: eso te pido, Virgen mía. (sal)
Asisto a mi renacer. Como Salomé, tengo impulso; como las niñeras, estoy proclive al abrazo. Como todos, soy carne que sufre la caricia del sol que se avecina. Pero me objetivo: ¡he ahí la filosofía! (sal)
Las ideas generales nos libertan de las libretas, o sea, de la multiplicidad de hechos inconexos. La única libertad posible la da la filosofía. (mc)
Filosofía es la beatitud o comunión con Dios
La filosofía es el mismo Dios.
Por el hecho de abarcarlo todo y tener como objeto la Realidad infinita, la filosofía es camino para trascender los contrarios y llegar a la comunión con la Realidad. Filosofar es caminar desde el yo, a través del crecimiento en conciencia, hasta llegar a Dios:
La vida filósofa o beata no tolera compromisos. Estos son del político. El filósofo trasciende las apariencias. […] La beatitud o filosofía no está en el justo medio sino en trascender los contrarios. (ant viii)
Cuando se juntan dos cuerpos, reaccionan, luchan, ceden mutuamente y acaban por formar otro cuerpo. Así, la química, con sus afinidades, composiciones, repugnancias, etc., es el filosofar de los cuerpos simples. Y electricidad, magnetismo, fenómenos hidráulicos, ¿no son, por ventura, intranquilidad de fuerzas que buscan a su Padre, un centro de gravitación universal? Y el amor ¿no es tendencia a la unidad, nombre que damos a la atracción? Todo anida. Todo es filosofía. Ella, en resumen, es Dios. (ce)
Filosofía no es el estudio de las últimas causas, ni Dios es la última causa. Si Dios fuera causa, sería un eslabón, el último de la cadena. Un dios así es un fenómeno, el último fenómeno encadenado. Dios es creador de la nada; creó las causas, el tiempo, y el espacio y todo, y Él no es causa, ni grande ni pequeño, ni bueno ni malo… Nosotros, los hijos, somos en Dios y por Dios y nuestro vivir es en Dios. Filosofía es viajar en Dios, partiendo desde nuestro yo original, concienzándonos, y el viaje es infinito y de infinita beatitud. La filosofía es viva y es nutricia. El hombre nació para conocer y amar a Dios y ser beato en Él. (108)
Filosofía es la ensoñación como comunión con la realidad transfenoménica
En la etapa final de su vida, Fernando González vuelve a la noción de filosofía como ensoñación, pero no ya en el sentido de Pensamientos de un viejo, como ensoñación de los mundos posibles (apenas imaginables, ante la imposibilidad de asumir la realidad fuera de la individuación), sino como experiencia de comunión con la Presencia o Realidad, que por su realidad de Ser puro (Ser más allá de conceptos, pasiones, espacio y tiempo) no puede enunciarse conceptualmente, ni captarse mental y racionalmente, sino vivenciarse como comunión, u oración o ensoñación, en el silencio y la amencia, dentro de la categoría de eternidad:
Seguiré todos estos días ensoñando, y algo de mi oración y apertura ayudará a la suya, que debe ser anonadada, como quien va a verlo de vista inocente. (cr)
En Las cartas de Ripol, al final del camino temporal, las ensoñaciones no consisten, como sucedía en Pensamientos de un viejo, en pensar o imaginar mundos posibles, ante la muralla del límite que no deja conocer la realidad, sino en la comunión, en el silencio, más allá de pasiones y conceptos, con la Intimidad o Presencia supraconceptual y suprafenoménica:
… ensoñaciones-realidades […]. (cr)
* * *
Conclusiones
Siempre viajando a pie, o sea, dentro de sí, sobre sí mismo, desde sí mismo, en convivencia con las manifestaciones de la Vida; agonizando, experienciando, vivenciando por ampliación, profundización, universalización y liberación de conciencia, Fernando González fue construyendo vivencialmente su noción de filosofía.
Desde la fisiología hasta la conciencia universal; desde el yo hasta el nosotros; desde la representación hasta la pura nada de representación o Néant; desde la limitación del existente hasta la universalidad del Ser; desde la reactividad hasta la beatitud; desde la necesidad hasta la Gracia; desde la convivencia con los fenómenos hasta la comunión con la Intimidad; desde la fisiología hasta la conciencia universal; desde los indicios y nociones hasta la vivencia de la Realidad; desde la nada hasta Dios.
La filosofía de la ensoñación-imaginación de mundos del viejo pensador que era el adolescente Fernando González terminó en la filosofía de la ensoñación-vivencia-de-comunión con la Realidad Esencial o Sustancia única, no pasional ni conceptual (mística, contemplación, brujería o beatitud), del padre Elías, suspenso en su huerto de Otraparte, o Etza-Ambusha, el indígena brujo de América, que encarnaba el agonizante Fernando González, ya de retorno a la casa del Padre.
Todo el proceso de clarificación de la naturaleza del quehacer filosófico, entendido como una expresión de la propia energía vital, en comunión con los fenómenos, manifestaciones y representaciones de la esencia última, se resume bien, ya al final de su vida, en esta sentencia alusiva a los sistemas filosóficos conceptuales-mentales:
¡Qué asco las filosofías! (t i)
— o o o —
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La lógica
La filosofía de Fernando González es filosofía de la Realidad, al ritmo del devenir vital, desde el Yo hasta la Intimidad; desde el determinismo absoluto hasta la libertad; desde la apariencia fenoménica hasta la Presencia; desde la multiplicidad de las manifestaciones hasta la Unidad Sustancial; desde la variedad de la palabra y el símbolo hasta la plenitud del silencio; desde la imaginatividad de la mente y la pasionalidad del deseo hasta la desnudez total de la amencia; desde la oposición entre contrarios hasta la unidad plena del Ser; todo ello regido por una lógica férrea a la que nada escapa, porque no es la lógica de la mente razonante y conceptualizadora, que sólo tiene espacio y validez en el mundo mental, sino la lógica del ritmo de la vida misma, que es la Realidad unitotal.
* * *
Etapas del
desarrollo de la lógica
El proceso de desarrollo de la lógica se realiza en tres grandes etapas que corresponden a los tres grandes universos filosóficos en los que González desarrolló su filosofía.
Lógica idealista de las significaciones
Es la lógica de Pensamientos de un viejo, que ocasionalmente, mientras González precisaba la diferencia entre mente y conciencia, se prolongó a los días de Viaje a pie y Mi Simón Bolívar.
Es lógica del ludismo idealista que delega en el yo mental razonante, ideador de pretendidas leyes regentes del dinamismo universal, el establecimiento de la realidad o la irrealidad, la verdad o la falsedad.
La lógica es la expresión relativista y secundaria de significaciones y verdades individuales, derivadas de la forma en la que cada individuo interpreta el ser en el espacio y el tiempo, porque la vida, por sí misma, no tiene significado, sino que lo adquiere a través de las formaciones mentales, productos del yo, cuyo alcance es meramente circunstancial, individual y subjetivo, así sus constructores la pretendan necesaria, objetiva y universal:
Toda interpretación de la vida es verdadera, porque indica la forma y modo que la vida toma en el ser que interpreta: es como el viento, que al penetrar en una caverna, produce distinto sonido que al insinuarse en un bosque. La vida en sí no tiene ninguna significación; según sea el ser, así es la vida. Cada filósofo da su forma y modo a la vida; sólo que dice, engañado por su orgullo, que así es siempre. […] Se juzga al no-yo conforme al yo, o, mejor dicho, éste es creador de aquél. La misma lógica que rige nuestros razonamientos es una creación de nuestro yo. El espacio y el tiempo tampoco son conceptos en sí, pues uno sólo tiene conciencia de la duración de sí mismo (la cual cambia según sea el estado de alma), y según eso juzga lo demás. (pv)
Es la lógica del yo, que encarnan, como prototipos, el abogado y el rábula, amos del juego formal, mental-pasional, creador de verdades, certezas y pruebas:
… el abogado es el hombre que maneja los medios de probar; es el titiritero de la certeza, el creador de la verdad. […] Se ha distinguido entre abogado y rábula, llamando con aquel nombre a quien sólo se encarga de la verdad, de lo que llamaba san Agustín id quod est, y dejando este apelativo para el hombre de recursos lógicos en cuyos dedos, pegados a una pluma, aparece la verdad creada, el sofisma. […] Aquél, el abogado, es un severo moralista, un dogmático, un vertebrado lento, y es el rábula aquel hombre inquieto, vivo e ingenioso, ecuánime, que vende sus pasiones, que simula la ira, la compasión y el entusiasmo… ¡Es que no cree sino en los recursos lógicos! (vp)
Lógica del determinismo vital-causal
Es la lógica que encontramos desde Una tesis hasta El maestro de escuela. Lógica de la apariencia representativa-causal:
Se trata de la lógica del devenir determinista, regido por la dialéctica de la causalidad, en la que no hay espacio para la libertad, pues nada sucede en el universo fenoménico que no obedezca a la lógica de la dialéctica de la representación.
La vida es la representación del Ser único o Sustancia única en desarrollo lógico, que en cuanto se refiere al hombre se denomina historia:
Nadie es culpable ni tiene gracia: el Ser, el único, la sustancia, se representa en desarrollo lógico, que se llama vida y, en cuanto se refiere al hombre, historia. (s)
La vida, en cuanto es armonía cósmica de causalidad necesaria, a la que nada escapa desde el origen del universo, es lógica como un serrucho:
Nada hay en el universo que no sea una necesidad lógica, una cadena de causalidad. Pedro y Elena: él necesitaba una mártir, y ella, un martirizador. […] Nada se une, ningún mensaje nos alcanza, que no sea por la ley de causalidad. Todo lo que se junta tendía a juntarse. Todo lo que sucede iba a suceder desde los comienzos de la apariencia. (dm)
… todo es lógico; uno puede no comprender algunas cosas de la vida y admirarse, pero la vida siempre es lógica como un serrucho. (dm)
La vida es un serrucho en cuanto a la lógica. (dm)
… la vida es lógica como un serrucho. (dm)
El destino de los seres es irremediable, ajeno a la creación, la libertad o la gracia, pues en los fenómenos vitales todo está determinado por necesidad subconsciente:
Todos los seres que se ponen en contacto por primera vez luchan para decidir cuál sea el amo […]. Esta lucha es inconsciente. Pero está tan unida a la vida, que casi se confunde con ella. De esta brega terrible […] salen determinados los destinos individuales y el de la humanidad. De niños tuvimos intuición de esto, y grabamos como máxima: «Nuestro destino es irremediable y nadie tiene la culpa de él». (vp)
… siempre es la fuerza vital la que domina. (vp)
Todo es explicable, y por lo tanto nadie tiene la culpa ni la gracia. Nada es gracia. (msb)
Los amigos tenían razón al sostener que Job estaba leproso y sin hijos, hijas, asnos, camellos, etc., porque había obrado mal. […] Los amigos de Job eran grandes sabios […]; […] en el universo rige la ley inmutable. No hay caprichos. (dm)
Es la lógica de la vida y no la lógica del yo la que determina toda la representación o manifestación fenoménica, pues en el devenir o representación formal de la Sustancia única en sucesos, dentro de la armonía y el ritmo vital, los acontecimientos se suceden necesariamente engendrados los unos por los otros, en representación lógica o cadena causal:
Hay que someterse y aceptar los sucesos, los cuales son hijos de los precedentes, y así hasta el infinito, y todo es necesario en el devenir, porque la lógica es como el serrucho. (ant xii)
El acontecer, fundamentado en la fecundidad de la ley de causalidad, no es libre manifestación de los seres, ni creación de sustancias nuevas; es proceso de generación, múltiple representación, transformación determinada de apariencias de la Sustancia única desenvolviéndose en necesario y lógico desarrollo:
Su fundamento [de la lógica] es la ley de causalidad o paternidad: que cada apariencia se transforma determinadamente. Nos enseña que no hay sino la divina necesidad. (ant x)
La experiencia dice que los sucesos nacen como los organismos, de un huevo. Por lo tanto, donde no hay huevo no hay suceso. Dice la experiencia que nacemos con los huevos dentro. Por ende, nadie puede robarte tu destino y no puedes violentar la vida. El único esfuerzo que permite la sabiduría es el del parto […]. (ant x)
La vida fenoménica es representación, apenas aparentemente antinómica, a través de la cual se va desarrollando armónicamente, en espacio y tiempo, sin contradicción sustancial, la unitotalidad determinada, única y eterna, que estaba latente desde el primer instante de la vida. La legitimidad del acontecer vital radica en la condición lógica de cada ser, dentro de la lógica que preside los acontecimientos:
El asesino goza destruyendo, y el compasivo tiene su goce allí; cada ser es lógico, produce los frutos a que está destinada su savia, o mejor, cada ser es desarrollo en el espacio y en el tiempo de una unidad determinada, única y eterna. Lo que ha sucedido y lo que sucederá estaba latente en el primer instante de la vida. No hay pasado, ni presente, ni futuro. Al exponer esta grande idea de la unidad, cesa la antítesis entre el bien y el mal. Los adjetivos tienen su origen en nuestra limitación. (vp)
Las formas físicas y psíquicas son expresión de la unidad lógica de la vida:
… yo veo la necesidad suprema, la unidad lógica de la vida, en la forma del cuerpo de Abrahán. Ese complejo de ideas y de emociones que es Abrahán tenía que emerger en un busto así, en un bigote así, en unas piernas así. (dm)
… en virtud de la necesidad lógica de su carácter, [Manuel Fernández] pretende suicidarse o se va babeando detrás de una mujer cualquiera. (dm)
Puesto que el ser humano sólo puede actuar lo que porta en sí como latencia necesaria, ya que la opcionalidad es ajena al determinismo de la lógica vital, la idea del hombre-causa es falsa, y la libertad se excluye como desorden:
La lógica es un serrucho: por donde se mete un diente sigue el otro. «Debía ser así o de este modo» son palabras de ignorante. (ant x)
El hombre no es causa, sino que se actúa, se realiza a sí mismo. Si no fuera así, tendríamos que Jerónimo, el portero del Juzgado, podría a su antojo ser un Simón Bolívar. Esto es creer en la libertad, o sea, en el desorden. Si uno fuera libre de ser santo o diablo, imbécil o genio… ¡Sólo al padre Garcés puede ocurrírsele que habría quien escogiese su papel…! (msb)
El hombre es, pues, existente del mundo de la necesidad:
… todo es causado. Es la necesidad. […] El único compañero del hombre en la Tierra es la necesidad. Lo demás es opinión. (me)
La lógica es organismo en el que se expresa la energía vital en devenir. Los procesos lógico-racionales de la mente pensante sólo son legítimos en cuanto expresión de la vida única y enraizada en la subconsciencia:
Devenir es cumplir o manifestar lo que se es. (msb)
… apenas invoqué la subconsciencia, todo mi organismo y facultades se fueron concretando a la obra. […] Todo se va organizando, todo va llegando y me urge. Se forma un organismo lógico; los personajes adquieren su carácter; los sucesos se explican; todo se llena de la energía vital. […] Todo es unidad… (mc)
La lógica racional y los razonamientos especulativos y abstractos, derivados de ella como producto mental sin raíces ni antecesores vitales, carecen de legitimidad, constituyen sofismas, son mundo huero de enunciados conceptuales, ajeno al devenir vital, y superpuesto a él:
¡Aquí del deleite lógico! ¡Aquí del gran estilo!: las cosas por orden; las ideas una después de otra, engendradas legítimamente. Todo en la vida debe tener antecesores a la vista, o es hijo de ramera, mejor dicho, sofisma… […] ¡Vamos a enfrentarnos!: la ló-gi-ca contra la ilegitimidad. (ant ii)
Con la lógica mental-conceptual-imaginativa es posible pensar absurdos totalmente lógicos, dentro de la lógica mental:
Pasa la imagen de una hermosa hembra por mi mente… Rechazo esa bella imagen. Pienso en el tranvía que laminó ayer a don Rafael… y sigue así la mente, titubeando en un enredo lleno de lógica… (msb)
La vida es unidad lógica. Todo lo real está sometido a la fuerza de la lógica vital, que permite obrar (no sólo pensar) apropiadamente. La lógica dice relación a la vida, a los hechos y a la acción, antes que al pensamiento; no preside, primariamente, el discurso, sino el devenir:
… la vida es unidad lógica. (dm)
Atentaste contra la vida, suprimiste la lógica que preside al devenir. (er)
La lógica, antes que el pensamiento, rige la relación de interdependencia entre sucesos, agonías y sentimientos en devenir vital, o novela, que buscan su centro de convergencia real-vital:
¿Qué es novela, pues? La lógica desarrollada en imágenes que se dirigen a sus destinos. Los sentimientos de todos los seres del universo interdependen y buscan el centro de los centros de gravedad a través de la tragedia. (me)
Lógica es la capacidad de autoperfeccionamiento:
El joven pragmatista admira lo único que hay admirable en este esferoide: el método; la capacidad de perfeccionarse que tiene el hombre; la ló-gi-ca. (vp)
La capacidad de acción vital eficaz:
El buen lógico tiene su mente a todas horas como afilada cuchilla; a todas horas lleva consigo la facultad de hacer cosas asombrosas. (vp)
… ló-gi-ca es el arte de manifestarse y obrar apropiadamente; pensar, negociar, investigar, amar, odiar, asesinar, acariciar, caminar, etc. Es la ciencia de los modos; la madre de las artes. (ant x)
El subconsciente, aparentemente ilógico, en cuanto en él se gesta, vivamente, lo que el hombre expresa conscientemente:
… ¡qué lógica existe en la subconciencia! Yo, por ejemplo, deseo escribir acerca de Bolívar, y siempre soy y seré un teólogo. (msb)
La acción del yo, que así alguna vez parezca ilógica, siempre tiene la gracia de la lógica vital, propia del existente:
El egoente, haga lo que hiciere, tiene la gracia de la lógica; haga lo que hiciere, ya vaya roto o sucio, nos enamora, porque la vida es lo que nos subyuga. (n)
Las sociedades, en cuanto dinamismos generadores de individuos que representan los estados del alma social, según las necesidades del devenir:
… ¿cómo no bendecir a nuestra barragana, la Lógica, al ver que cada tierra tiene su mohán, parecido a ella? (ant x)
La historia, que mistifica, respondiendo a las necesidades del devenir:
… la historia es mistificadora, pero mistificadora lógica y que responde a necesidades vitales del devenir. (s)
Vida, estética y lógica se convierten entre sí, pues la lógica rige la manifestación de la belleza viva:
La salud es belleza, y ésta es prometedora [… ] Todo lo que es lógico es bello. (vp)
La vida es muy hermosa, es lógica. (ap) (109)
La lógica vital no se refiere primariamente al pensamiento y al raciocinio, sino a la belleza de la manifestación de la vida en el universo:
Todo lo que es lógico es bello. (vp)
… ló-gi-ca es el arte de manifestarse y obrar apropiadamente […]. Es la ciencia de los modos; la madre de las artes. (ant x)
La participación en la lógica vital es la fuente de la alegría de vivir:
Sea tu bello oficio el estudio y práctica de la lógica. Allí está el venero de la alegría. […] Y eso de querer los bienes que son de otras edades, juventud, niñez, es falta de lógica; posee el bien esencial, sobreponerse. (ant x)
En el universo del devenir necesario de la energía vital, sólo la muerte, que rige en las categorías de la representación, puede vencer al hombre organizado, es decir, lógico:
La lección, la única lección que debemos aprender de estos hechos es la lección de la sobriedad, de la ló-gi-ca. El hombre organizado es irresistible y sólo lo vence el destino, la ley a que está sometido todo lo aparente: la muerte. (ant i)
Lógica de la libertad
Es la lógica de la liberación del determinismo causal, en la Gracia, por la reconciliación de contrarios, que encontramos esbozada en El maestro de escuela y desarrollada a partir del Libro de los viajes o de las presencias.
Los cuatro primeros principios ontológicos de la filosofía occidental, aplicados al pensamiento, originaron los cuatro primeros principios lógicos, rectores del razonamiento:
Principio de identidad: Si en un juicio el concepto sujeto es idéntico al concepto predicado, el juicio es necesariamente verdadero.
Principio de contradicción: Si un juicio es verdadero, la negación simultánea de ese juicio no puede ser verdadera.
Principio de tercero excluido: Cuando dos juicios se contradicen, uno tiene que ser verdadero y el otro falso.
Principio de razón suficiente: Todo juicio, para ser realmente verdadero, necesita de una razón suficiente, real u objetiva.
Referentes, los cuatro, a la actividad mental; puramente lógicos, los tres primeros; el cuarto, surgido de la relación entre la lógica mental y la realidad ontológica.
A partir de la negación del principio aristotélico-tomista, ontológico de contradicción, por la indemostrabilidad racional de su evidencia, González estructura su crítica de la lógica racional-conceptual, construida sobre primeros principios lógico-mentales, derivados de los primeros principios ontológicos, y propone su lógica vital de la libertad.
Para González, la lógica mental, racional-conceptual, propia del yo mental o pensante, es insuficiente porque de espaldas al devenir vital, manifestación múltiple de la Vida, única sustancia real, pretende reducir a mera racionalidad lógico-mental la realidad y el conocimiento vivos, y negar la posibilidad de la libertad dentro del devenir vital, que no se agota en la necesidad, ya que la Vida, ajena a conceptos, juicios y raciocinios, excede, con mucho, las limitaciones mentales.
La lógica aristotélico-tomista, racional-conceptual, lógica del yo mental, pensante-razonante, mata la vida al absolutizar la razón y pretender someter a las exigencias de la mente la multiforme manifestación de la vida.
En Viaje a pie resume su experiencia jesuítica al contacto con la lógica aristotélica, como la experiencia del avergonzamiento del empleo de la metáfora para aludir a la dimensión vital inédita y apenas intuible de la vida, reducida, en las aulas jesuíticas, a la estrechez de la lógica mental-racional:
«Una cosa es lo que es y no otra». Esta es la piedra madre de la lógica. ¡Ay, amigo Bolaños, nuestra juventud jesuítica fue una continua vergüenza a causa de la metáfora! ¿Cómo no la hemos de odiar? (vp)
En La tragicomedia del padre Elías y Martina la velera explicita su intuición vivencial del colegio de los jesuitas, expresada en Viaje a pie: que la lógica racional, nacida del principio aristotélico-tomista de contradicción, que desde las categorías espacio-temporales de la mente razonante pretende regir la totalidad del devenir vital, supramental y suprarracional, supraespacial y supratemporal, es tan sólo «lógica de infundio»:
¿Lógica? No esperéis lógica, ese menjurje mental con que construís vuestros artificios occidentales a los que llamáis «obras de arte». Esta a que asistís es La Vida. Vuestra «lógica» la construís con «un primer principio evidente por sí mismo», o sea, con una proposición que sencillamente es la enunciación de las coordenadas espacio-temporales humanas, así: «Una cosa no puede ser y no ser a un mismo tiempo». ¡Qué infundio! (t ii)
La lógica aristotélico-tomista es lógica inútil, cuyos enunciados carecen de validez, ya que todo lo que ocurre en el tiempo es patentización de los seres, que una vez realizada deja de tener significado y realidad.
La Vida, a través de sucesos, se va patentizando en existentes espacio-temporales, generadores de entes pasionales y mentales.
El tiempo es ente patentizado, o sea, hay tiempo en cuanto hay patentización de la vida; de lo contrario (sin proceso de patentización), así haya realidad, no puede haber tiempo.
Una vez que el ser vivo se ha patentizado en entes temporales, muere, o sea, se acaba como tal patentización, y la lógica mental-espacio-temporal, que regía su proceso de patentización, desaparece.
Lógica racional-mental, absoluta, por sí, sin sucesos de patentización temporal, no hay:
Sabemos ya […] que «tiempo» es la patentización del ente; es éste mismo, patentizado. Suceso o escena es la patentización. Apenas nos patentizamos, acabamos. Eso es morir. Algo como cumplirse o descargarse. Y cuando Adán (todos los individuos) se haya patentizado en su Tragicomedia, «se habrán cumplido todas las cosas». (t ii)
Tiempo y cosa, conceptos con los que se enuncia el primer principio, expresan lo mismo, porque el tiempo es la cosa misma patentizándose: si no hay cosas que se patenticen, cosas patentizándose, no hay tiempo; fuera del tiempo no hay patentización de entes; si no hay tiempo, tampoco hay patentización posible.
La lógica que se construye tomando los conceptos tiempo y cosa, como seres reales o como entes diferentes, es una lógica vana:
Así resulta que «el tiempo» y «una cosa» son idénticos. El tiempo es la cosa patentizada, y el primer principio de vuestra lógica desaparece, y desaparece ella. (t ii)
La lógica aristotélico-tomista, que rige el pensamiento conceptualizador y generador de entes, es apenas lógica mental y, por lo mismo, inoperante en la totalidad de la Vida, que no es mental, pues la representación, que es un aparecer de los seres en el tiempo, es dramática y trágica, y la Inteligencia o Espíritu Santo u origen (La Madre) de todos los mundos de la representación es inespacial e intemporal:
Es ciencia del mundo mental nada más, o sea, el mundo resultante de las coordenadas de los primeros principios. Pero… ¿la Tragicomedia? ¿Qué hacéis con la Unitotal? La perdéis. Las apariencias o escenas son nuestro tiempo. Nos vamos presentando; vamos siendo lo que somos y eso es nuestra dimensión espacio-temporal: pasado, presente, futuro, aquí, allí… Y eso no es la Inteligencia; eso somos nosotros en presencias o en cruz, sucesivos, conociendo el bien y el mal. ¿Y la Inteligencia o Espíritu Santo, que es el meollo de la Tragicomedia? No es presente, ni pasado, ni futuro. ¿Qué es? Sólo conocemos la Inteligencia como entendiendo, en gerundio. Por eso, no la conocemos ni es cognoscible; es vivible; es lo más íntimo nuestro, lo más cercano, como si fuéramos en Ella, como si fuera nuestra madre que nos gesta. Las presencias en coordenadas nunca son La Madre, la que creó de la nada las coordenadas todas y sus mundos, y estos son, en tal sentido, en Ella, por Ella y Ella. Todos los mundos existen al darse sus respectivas coordenadas, pero ningún mundo, ni el de la luz, es La Madre. (t ii)
La lógica mental es producto del yo, complejo abstraído y recordado de toda la experiencia espacio-temporal del hombre; obra de la mente, que elabora pensamientos, hace lucubraciones, abstrae, juzga, clasifica artificialmente en tiempo y espacio las reacciones ya sucedidas:
«El Pensador»: ¿Qué es eso que piensa? El Yo, el ente mental, que es un complejo abstraído, recordado de reacciones pasadas. (t i)
Las leyes de la lógica mental, producto del yo, en cuanto ente mental, son verdaderas, en cuanto al analizar mentalmente hechos ya ocurridos se encuentran cumplidas las leyes de la mente; pero la lógica mental es apenas elaboración del pensamiento humano, posterior al acontecer de los hechos vitales; se trata de expresión de lo que el complejo humano, en cuanto mental (pensador), puede ver en la realidad acontecida, manifestada; pero no de norma y ley de la vida misma en devenir, que acontece antes, más allá, fuera de la mente:
Las leyes de la lógica humana son «verdaderas» en el sentido de que al observar mentalmente un pensamiento o razonamiento o curso vital ya sucedido, las observamos allí… (t ii)
La lógica de la mente es lógica muerta, pues una lógica que apenas expresa cómo tiene que proceder el pensador al pensar y juzgar lo ya sucedido, no es lógica de la inteligencia viva, del acontecer vital:
Pero todo eso que se observa, ya está muerto cuando se le observa… Pero antes de suceder, en lo vivo, está el entendiendo, el orando, que en lo muerto no se hallan, pues son vivos, no mueren con los muertos. (t ii)
La pretensión de una lógica racional-conceptual, que reduciendo la Vida a razón y conceptualidad dirija la Realidad unitotal, es una falsa lógica, producto de «el pensador», ente con presunción de ser que tapa y mata la vida al querer reducir al solo orden o mundo mental la infinita realidad que deviene en múltiples formas de representación:
… un muerto que se erige en Ser, clasifica, propone y tapa La Vida con sus elucubraciones. (t i)
Más allá de la mente, del pensamiento que abstrae y reelabora mentalmente los acontecimientos, con prescindencia de la Realidad (con mayúscula: Realidad), opera la lógica vital, ritmo de la vida que se representa de manera siempre nueva sin someterse a las leyes de la lógica mental:
Mientras que La Realidad es infinita y Unitotal, siempre nueva en su forma espacio-temporal. El pensador abstrae y con sus abstracciones piensa; por lo tanto, siempre repite. Pensar es perder la vida en vidas artificiales; pensar es huir de la Realidad. (t i)
Al margen de toda posibilidad de novedad y libertad, la filosofía occidental intentó hacer de la lógica racional, regente de las determinaciones de la mente pensante, dentro de las «coordenadas espacio-temporales», la lógica regente de la totalidad de la vida.
Pero, como lo había captado desde los tiempos de Don Mirócletes, no es la lógica vital la que está sometida a la lógica mental, sino al contrario: la mente es apenas una de las manifestaciones de la Vida, y la lógica mental está sometida a la lógica vital como un subproducto suyo:
La Vida no está sometida a vuestras lógicas; sino que las lógicas las abstraéis mentalmente de La Vida. (t i)
El ejercicio de la lógica mental de la filosofía de Occidente es un malgastar la vida, pues trata, vanamente, de imponer las leyes del pensamiento y de los determinismos mentales a la vida, que, más allá de la mente, es infinita posibilidad y libertad:
Y con vuestras lógicas pensáis mundos y pretendéis luego poner esos mundos a tapar La Vida, y perdéis vuestras vidas. Y por eso exclamáis con hastío: no hay nada nuevo; todo es necesitado. (t i)
La mente y el pensamiento están sujetos a los límites de las coordenadas mentales, y a los determinismos mentales, señalados por los primeros principios de la filosofía occidental, que ciertamente no pueden traspasar; pero la Vida, la Realidad, no tiene como categoría la necesidad sino la posibilidad y la libertad, y, por lo mismo, su ley no es la necesidad, sino la novedad:
Pero en La Realidad todo es nuevo. Es infinita posibilidad y libertad. (t i)
Como la lógica no se refiere al pensamiento sino a la Vida, que en formas vivientes es representación multiforme del Ser único o Sustancia única, la lógica es el orden del espíritu en acción, y no de la mente que piensa y hace juicios:
Nunca seré pajoso coleccionista de ideas, conocimientos y razonamientos. […] Pero tampoco huiré de mi mente, sino que la entenderé en su actividad astutísima… (t ii)
Lógica mental y lógica vital
La lógica mental sólo permite hacer enunciados conceptuales, válidos únicamente dentro del mundo mental; la lógica vital, en cambio, permite al hombre conocer y obrar, no sólo dentro de los determinismos mentales, dentro de los cuales se piensa la realidad y se enuncia lo pensado por medio de conceptos, sino dentro del dinamismo operante, vivo, creador de la multiforme manifestación vital, hasta llegar a participar, por el conocimiento inmediato, intuitivo, «adivinador» o «profetizador», de la Sustancia o Ser único; es decir, Dios:
La lógica (palabra que debe escribirse como la pronunciaba Stendhal: ló-gi-ca) es el orden en el espíritu. Con lógica se puede realizar cualquier proyecto. La lógica consiste en obrar de modo que cada acto encierre en sí el efecto apetecido; consiste en saber determinar cuáles partes componen un todo, y en qué partes se descompone un todo. Es el medio de conocer y obrar que nos suministró Dios para conocer y obrar aquello que Él hace y conoce por intuición. (vp)
… yo veo la necesidad suprema, la unidad lógica de la vida, en la forma del cuerpo de Abrahán. […] ¡Qué bella es la vida! ¡Cuán bello es todo ser para el que lo va comprendiendo! ¡Todos somos perfectos! (dm)
Un seminarista de verdad es el arte de las maneras. Sólo él sabe que la vida se reduce a medios y a fines; medios para llegar al fin propuesto. Es ló-gi-co. Jamás toma el medio como fin. (ant i)
La función de la lógica no es idear el futuro, porque la dialéctica vital lo es de la totalidad de la representación, y no hay de dónde enfocarla, ni se sujeta a los determinismos de la lógica mental-racional:
Es imposible idear el futuro; por aparentemente lógico que se construya el futuro de un espectro observado fielmente, será siempre falso, pues cada suceso de la dialéctica de un espectro es una serie de complejos incitados a manifestarse en el siguiente «paso», o «apariencia», o «escena», y no vale tener en cuenta los complejos de un solo actor del drama, o de dos, o de ciento, por primeros actores que parezcan, porque el siguiente «paso», o «apariencia», o «suceso» del espectro o espectros actores es la resultante de todos los complejos o espectros humanos de ayer y hoy. (t ii)
… la vida es unitotal; no hay de donde enfocarla. ¿A dónde se sale uno para enfocarla? (t ii)
La lógica mental-racional, haciendo vivir al hombre como esclavo de las ciencias, aniquila el proceso de liberación humana. Es la lógica vital intuitiva y atemporal, don de la gracia, la que rige el proceso de la liberación del hombre, que es «eternidad en cadenas»:
El mal de ahora es que, por las muchas «ciencias», el hombre general se vive como esclavo, como irresponsable, como efecto. Y realmente, intuitivamente, el hombre es eternidad en temporalidad; es libertad en cadenas. Eso no lo pueden ver los razonadores, porque todo razonamiento se fundamenta en la necesidad lógica o espacio-temporal. Eso lo ve la intuición u ojo de la Inteligencia. Cristo es la atemporalidad, la Libertad, El Libertador de los hombres. (cr)
La lógica mental, de pensadores, abogados y rábulas, permite saber cuáles sean los problemas construidos mental y conceptualmente:
«¿Cuál es el problema?». Esta es la perpetua preocupación del buen lógico y del Juez. Quien ha averiguado cuál sea el problema, ha ganado la partida. (vp)
La lógica vital, que preside el ritmo vital, y no la lógica mental, que garantiza el pensar correcto, es la que permite al hombre vivir integrado al ritmo vital del universo, del cual hace parte su yo:
Lo esencial en los programas de la escuela, es la lógica. Toda ciencia tiene un método, un ritmo; todo hombre tiene su método y su ritmo; he ahí cuál debe ser la base de las escuelas. Programa que no comporte curso de lógica en cada año de estudios, es fracaso. […] Un hombre culto vive en el universo como el pez en el agua: naturalmente. El universo hace parte de su yo. (n)
Método, lógica, capacidad de perfección, son términos sinónimos en el universo de la Vida:
El joven pragmatista admira lo único que hay admirable en este esferoide: el método; la capacidad de perfeccionarse que tiene el hombre; la ló-gi-ca. (vp)
La lógica vital es la única lógica real, por cuanto es la lógica de la dialéctica de la representación.
La lógica vital no es medio para ejercer poder racional sobre la vida, sino sabiduría que permite al hombre incorporarse al ritmo de la manifestación vital, y vivir en comunión con la Presencia, a través de la convivencia con las presencias, formas de patentización de la Vida:
En todos [los mundos] hay lógica real, con dialéctica cerrada… Para cualquiera de estos viajes, el secreto está en la vibración, el ritmo de la vibración: ponerse al unísono con la vibración de… ese mundo y de… esas gentes. (lvp)
El ritmo vital como lógica
La armonía cósmica es la lógica de la vida:
… meditando me he admirado de la armonía cósmica; todo es lógico. (dm)
Por eso, todo ser vivo participa del ritmo de la vida:
Toda célula, todo organismo está empapado en el movimiento rítmico y vital. (vp)
El primer principio moral del «viaje a pie», o caminar en sí mismo, en convivencia con los fenómenos, es vivir según el ritmo que permite a cada uno la propia manifestación de sí, dentro del ritmo de la vida:
A la media hora de caminar había nacido la idea de este libro y habíamos resuelto adoptar como columna vertebral moral del viaje la idea de ritmo. […] Cada individuo tiene su ritmo para caminar, para trabajar y para amar. […] Por el ritmo podrían calificarse los hombres… […] … para no cansarse hay que descubrir nuestros ritmos. (vp)
Toda ciencia tiene un método, un ritmo; todo hombre tiene su método y su ritmo. (n)
Dentro del ritmo vital se asciende por el sufrimiento, y se desciende por el goce:
El ritmo que preside la vida se compone de ascender por medio del sufrimiento y bajar por medio del goce. (msb)
El hombre aquietado, o sea, que ha logrado participar de la armonía lógica del universo, se hace dueño de todas las cosas, convive con el universo, por el ritmo lento:
El movimiento rítmico es el distintivo del hombre aquietado. (msb)
He tenido el premio de un ritmo lento, las ventajas de la mesura y de la propia posesión. A medida que practico este ritmo, voy siendo dueño en mí de todas las cosas buenas. (dm)
* * *
Conclusiones
Si no es dentro del contexto de una lógica vital, entendida como la energía rítmica de la realidad en representación paradójica, irreductible a conceptualidad y matematización, cada uno de los afrontamientos de la realidad, en la filosofía de González, resulta arbitrario e ininteligible.
La metafísica de la vivencias, que es la síntesis de la filosofía de González, parte de la lógica vital: la vida es fisiología, instinto, pasión; pensamiento, reflexión, razón; intuición, conciencia, espíritu, comunión.
Para él, si no es en camino, viviendo la lógica vital que rige la dialéctica de los viajes pasional, mental y espiritual, la filosofía deja de ser camino de plena realización existencial y se convierte en reducción racionalista y conceptualista, que expresa el pensamiento, pero no expresa la vida.
— o o o —
~ 13 ~
El método
Punto de partida
Inicialmente, González atribuyó su asistematicidad teórico-conceptual, y su digresividad introspectiva, agonístico-moral, a su formación clerical:
Hacemos muchas digresiones; el lector tiene que perdonarlo, pues es defecto de nuestra educación clerical. (vp)
Pero bien pronto intuyó que la unidad vital estaba más allá de la lógica formal; que antes que la formación recibida, era su personalidad inquieta la que no le permitía «tener vida de libro», y que, por lo mismo, no había razón para someterse a la forma didáctica:
Perdone el lector, pero en este punto la libreta de Lucas pierde su ilación. El hombre, y mucho menos Lucas, no tiene vida de libro. La unidad de una vida es apenas lógica y la unidad de un libro es casi siempre aparente. Sobre todo, los hombres de vida interior no pueden someterse a la forma didáctica. (msb)
El lector tiene que someterse a mi desorden aparente, pues los sucesos me estimulan y me embargan. (er)
Es mi defecto, que las cosas me hacen acordar de otras que nada tienen que ver en el asunto. Por ejemplo, el general Berrío me hace acordar de Julia, la cual murió […] en las faldas de la montaña para subir a Aguadas; su novio se casó con la hermana menor de Julia y ésta murió virgen. (ce)
En el análisis de su vida interior, más allá de la lógica formal, encontró que su carencia de unidad interior, su falta de personalidad y su incapacidad de autoexpresión y convivencia con la realidad se originaban en sus embolias psíquicas, agravadas por la perversión del vicio solitario.
Emprendió, entonces, la búsqueda de un método para liberarse de sus embolias; superar el vicio solitario, en cuanto reactividad imaginativa; llegar a convivir con la realidad manifestada; autoexpresarse, o sea, expresar desnuda y originalmente su individualidad; personalizarse, por el crecimiento en conciencia; llegar a la unificación con Dios:
Ahora, ¿cómo se consigue manifestar por canales abiertos, sin embolias, la individualidad? Mediante métodos. Yo soy el hombre destinado para hablar de método. Cuando pronuncio esta palabra, salta dentro de mí el alma, así como el feto en la preñada. ¡Qué bello y qué raro!; pero cuán lógico: Fernández, el de las embolias, el que no tiene personalidad, ¡es el nuncio de la personalidad y el destructor de las embolias! (dm)
* * *
Los dos «maestros de escuela»
A la búsqueda del método vivencial, González descubrió la existencia de dos tipos de «maestro de escuela», generadores de dos métodos, dos finalidades del saber, dos tipos de hombre y dos tipos de escuela, radicalmente opuestos:
El «maestro de escuela» repetidor de conceptos ajenos, cuyo método procura el crecimiento de afuera hacia adentro; cuya finalidad es la ilustración y la sumisión al orden establecido; cuyo resultado es el hombre imitador-vanidoso que se ajusta a normas y conceptos y se somete a modelo; cuya escuela es La Escuela de la Educación:
Educar es formar a los hombres conforme a modelo (éste es la verdad, la personalidad del genio). Hombre educado significa el que se ajusta a las normas. El tipo hombre educado es igual al perro sabio. (n)
… lo único vivo es el espíritu […]. Toda ley que se enseñe a un niño, sin que la haya vivido, descubierto en sí mismo, es vanidad. (n)
El «maestro de escuela» instigador de la personalidad, cuyo método es cultivar el crecimiento de dentro para afuera; cuyo fin es la autoexpresión; cuyo logro es el hombre egoente y creador; cuya escuela es La Escuela de la Cultura:
El secreto del progreso para Colombia está en el maestro de escuela: enseñar a los niños a creer en sí mismos, en sus fuerzas; hacerlos sensibles al orgullo racial y al sentimiento de propia expresión. (msb)
… pedagogo es quien comprende, no quien enseña letanías. (n)
Es preciso que la escuela sea creadora en vez de enseñadora. Que los maestros no enseñen a los niños, sino que los instiguen a la manifestación. (n)
Las escuelas deben tener por fin la cultura, la libertad de los individuos, para llegar a la anarquía, a la autoexpresión, al Paraíso o Culminación. (n)
González rechazó el método didáctico-educador de la escuela de la educación, y del maestro ilustrado e ilustrador (clérigo, con sotana o sin ella):
… yo no soy maestro de escuela; algún esfuerzo debéis hacer vosotros. (dm)
Entiendan los que puedan seguirme. No puedo poner aquí las premisas; resultaría esto como de maestro de escuela. Mis lectores serán mis iguales, los que sepan mis premisas. No soy maestro de escuela. (msb)
Y optó por el método creador, de la escuela de la cultura y del maestro instigador y padre espiritual, que ayuda a parir:
A mis jóvenes les ofrezco la cultura. Los haré dueños de los métodos, de sí mismos. Sus personalidades serán sus instrumentos. Los honores les vendrán de dentro para afuera. En una palabra, serán cultos, dueños de todo, porque poseerán el método. Sus cuerpos y sentimientos les obedecerán como autómatas. […] Porque el joven capaz de sacrificar las cosas buenas será dueño de todo […]. El que no sacrifica a la superación, no entre a esta casa, no lea mis libros, no profane a Toní. […] Las cosas son sus amos. (er)
Hay que trabajar por dentro. De dentro para fuera… Es la cultura. Ayudando a digerir los pleitos, o procesos o karmas. Esto es ser maestro de escuela y padre espiritual… Y en Colombia no hay. ¡Una escuelita y un cura de almas, González! […] Cuando lo que le pasa a uno en concreto está en uno, es decir, es la representación propia de uno, sólo un maestro en el drama o karma puede intervenir, o se vuelve a presentar en otra forma, quizá peor. (lvp)
* * *
Finalidad del método
Sin ninguna claridad sobre la posibilidad de hallar un método que respondiera a sus problemas psicológicos, y sin idea alguna sobre la posible estructura del método buscado, pero decidido a hacerse una personalidad unificada, capaz de trascender la apariencia, Fernando González emprendió la lucha de toda su vida por perfeccionar un método original para lograr la egoencia, personalizarse, conquistar la ancha presencia, hacerse superhombre o esencial, llegar a la comunión con la Sustancia o Realidad o Ser o Vida o Dios Único, en la Beatitud o Bienaventuranzas.
Tempranamente, en los días iniciales de Pensamientos de un viejo, logró la certeza metodológica que lo acompañaría toda la vida: aquello que ha de ser nuestro, esperará; no es necesario apresurarse:
No corras, dice el filósofo a su alma inquieta; las cosas que quieren dejarse coger esperan siempre. (pv)
He aquí la gran máxima de nosotros los lentos y los hastiados: las cosas que quieren dejarse coger esperan siempre… (pv)
Aquí nos tienes, vida, diosa de los ojos maliciosos, tranquilos, sentados sobre esta dura piedra, seguros de tu amor; los celos no desbaratan nuestros corazones. Tú eres la infiel entre las infieles, a pesar de que no retrocedes ni abandonas al amante. Aquí nos tienes, sentados sobre la dura piedra, oliendo la grama olorosa a inocencia, llena de vitalidad, esperando tus dones. Las mujeres que han de servirnos de almohada, las que han de llorar por nosotros, vendrán a buscarnos en donde estemos, si han de ser nuestras. ¿Para qué correr tras ellas? Vendrá también el oro que ha de ser nuestro, y vendrá a esta dura piedra, al escondrijo más oculto, la muerte, y vendrá el deshonor, el dolor y el odio. ¿De qué huimos? ¿Para qué escondernos? ¿Por qué lamentarnos? ¿Para qué remordernos la conciencia? Con recogimiento recibimos lo nuestro; nadie nos pide cuenta y a nadie se la pedimos. Somos el que puede afirmar: el hombre tiene lo que merece; no tendrá lo que no merece. Venga, pues, a cada uno lo suyo. (vp)
Apoyado en el principio metodológico fundamental, la serena espera de lo que ha de ser nuestro, se entregó a la búsqueda del método:
El joven pragmatista admira lo único que hay admirable en este esferoide: el método. (vp)
Nada puedo probar, y no me importa sino el método. Las afirmaciones se comprueban y eso es difícil, mientras que el método se comprueba con el resultado. (msb)
Al considerar que hay tantos libros y que lo esencial es vivir, pido al espíritu que me dicte un librillo que sea un método, un camino. (msb)
Ha sido mi deseo escribir un librillo duro, tan castigado que las palabras sean como piedras de un bastión y que contenga un método para vivir. ¿Habrá un método? (msb)
Es necesario hacer un croquis rápido y esencial, formar una imagen, con el método de Jehová, el estatuario: rasgos generales; el tamaño, la anchura; luego ir determinando cada rasgo, y después soplar, infundir el vaho. El método. ¡Francamente que el método es lo más conmovedor! (msb)
Mis métodos consisten en un gran cajón de fórmulas. (dm)
Se trata de un método para desarrollar la conciencia y lograr el conocimiento vivo, esencia de la sabiduría, que sólo se logra viviendo:
El desenvolvimiento de la conciencia, que es la verdadera sabiduría, se adquiere viviendo y no hay maestro que pueda enseñarlo. (msb)
Es cierto que se aprende estudiando; pero se aprende mal y nada acerca de los hombres y de la vida. Se aprenden enumeraciones. La vida es preciso vivirla. (msb)
Para vivir rítmicamente, o sea, en armonía con la economía del dinamismo del universo:
Cada individuo tiene su ritmo para caminar, para trabajar y para amar. Indudablemente cuando un hombre y una mujer se atraen, eso se verifica por sus ritmos; es porque unidos son importantísimos para la economía del universo. (vp)
Para libertarse del pasado hereditario:
La virtud del método está en él mismo, en obligarse uno a vivir de un modo que no sea el heredado, aquel a que acostumbraron nuestras células los antepasados. ¿Qué me importan los antepasados? (dm)
Para liberarse de la mala conciencia:
Deseo librarme de la mala conciencia y para conseguirlo no retrocederé ante ningún método. (msb)
Para autoexpresarse:
El mejor método es el que cada uno tiene dentro. (n)
Yo debo autoexpresarme. (dm)
Para poseerse a sí mismo:
El fin de la naturaleza es crear el hombre poseído. Poseerse es el último de los triunfos. Cuando uno se posee, es un hijo de Dios. […] La palabra de oro es poseerse. (msb)
Indudablemente, el fin de Lucas [Ochoa] es controlarse. (msb)
Para crecer en conciencia:
La vida del hombre es paja; los oscuros instintos ocupan todo. […] Lo importante es amplificar la conciencia, pasar de la conciencia orgánica a la conciencia cósmica. (msb)
Para existir metafísicamente, o sea, viajar ascensionalmente desde el existir fenoménico, representativo, pasional, mental, hasta la comunión con el Ser o la Vida, más allá de toda representación:
La vida es una ascensión o un descenso, a la larga siempre un ascenso, y cada uno ocupa su puesto. (msb)
… porque somos entre dos caminos, el que hunde en las apariencias, cada vez más, y el que sube cada vez a mayor soledad en Dios. Aquí no tienen paz ni el sabio ni el perverso. Es inquietud de viajeros. (n)
* * *
Los recursos del método
Viviendo y buscando, González descubrió cuatro grandes recursos metodológicos, que mantuvo toda la vida y con los cuales hizo sus grandes hallazgos existenciales:
Atisba y escucha
Auscultación, conocimiento de sí y enfrentamiento consigo mismo, a la atisba y escucha, o sea, en convivencia con las manifestaciones de la vida:
… me comprenderéis mejor contando el modo como he llegado a estas vislumbres de la vitalidad y describiéndolas una a una. El modo ha sido vagando por las calles, observando a mis amigos y parientes, asistiendo a tumultos, sermones, ejercicios espirituales, mesas eleccionarias, teatros. (dm)
Durante muchos meses efectué metódicamente mis observaciones […]. Pero lástima que mi laboratorio haya consistido en pararme en un pie en el puente de Junín de la ciudad del Aburrá, a ver y oír. (dm)
Lo cierto del caso es que lo mejor que hay en la vida es seguir a la gente por las calles. Por ejemplo, en esta primavera he aprendido muchas cosas, sobre todo secretos que no están en los libros. (sal)
Atisbando muchachas, agonías, muertes y entierros, y meditando en el significado de tan disímiles fenómenos, intuyó y vivió González que la patentización, aparentemente contradictoria, de las múltiples manifestaciones de la Vida, constituía la Unitotalidad Sustancial en devenir:
… la actividad vital enérgica hace evidente que no hay antítesis entre vivir y morir, entre la cadaverina y el brillo de los ojos. (vp)
… yo percibo la muerte en la primavera. Me gusta la esperanza que hay en el invierno. Lo bueno es la promesa y en el verano hay promesa de muerte. (sal)
Veo a la muerte en las mujeres tan bellas y en los árboles que echan renuevos. (sal)
El amor que dirige mi actividad es a las agonías y entierros. Eso me embriaga. Cuando voy detrás del muerto, o cuando estoy atisbando desde un rincón del cuarto del agonizante, me siento en «otra parte», no peso y comprendo. (me)
Lo que más me interesa en la vida son las muertes. En las biografías, siempre comienzo a leer por la muerte. Los entierros, agonías y muertes me atraen y me angustian; me parece que no valdremos nada, sino cuando no creamos en la muerte. (rpo)
Al regresar a mi tierra y gente me sentí como en casa y me di nuevamente a callejear, caminar por la carretera, sentarme en las barrancas y en los cafés de las aceras, para atisbar agonías, entierros y mujeres, que son mi vocación. Primero son las agonías; segundo, los entierros; tercero, las muchachas y, como si en ellos estuviesen estos temas, los tipos como idos, que se quedan por ahí parados, mirando sin ver y de quienes la gente se aparta desde lejos y dicen que vinieron no se sabe de dónde y les atribuyen todo lo que les asusta y presienten. Son agonizantes. En realidad, las cuatro son una sola vocación. (lvp)
En vísperas de su muerte (Las cartas de Ripol), González insiste en su método de atisba y escucha de Dios en sus manifestaciones:
… venía yo por la carretera, atisbándolo [a Dios] en sus criaturas, que es la profesión mía […]. (cr)
Las libretas
En su adolescencia, Fernando González empezó a escribir sus vivencias y pensamientos en las libretas que siempre llevaba consigo:
Hoy he leído el cuaderno en donde voy escribiendo mis impresiones de mi vida, y lo he encontrado tonto. Hoy he bostezado ante mí mismo… […] Cada estado de espíritu trae en pos de sí, como una sombra, su justificación. (pv)
En sus años de madurez, persiste en anotar sus vivencias y exigencias:
Diariamente anotaré si he vivido según… (¿Según quién, según qué?). (msb)
… al ponerle el vestido de los domingos al cadáver de Manjarrés, hallé en el bolsillo de atrás de los pantalones unos cuadernitos de esos que usan los carniceros para apuntar los fiados. (me)
En los años de su vejez, de Otraparte, persiste anotando lo que vive y siente, minuto a minuto:
Apunté el número de la libreta última, porque él las numera, y se trataba de la 535. (lvp)
Horas antes de su muerte escribe, por última vez, en su libreta:
… yo soy el que conozco eso y sé que soy reacciones y que el Único o Todo no reacciona o es reacción, sino Eternidad —Eternidad es categoría del Todo—. Yo tengo o soy esa idea Todo. Soy conducente, muriendo —naciendo—. ¿Qué soy yo? ¿Yo? Nada, Creatura. Acepte o no acepte soy nadie en Dios. (110)
En las libretas consigna, desordenada, minuciosa e inmediatamente, en el instante y lugar mismos en los que los va viviendo, problemas, experiencias, reacciones, padecimientos, dudas, juicios, interrogaciones, propósitos, meditaciones, imprecaciones, oraciones y hallazgos.
El desorden de las libretas es expresión de la multiplicidad de vivencias y datos aportados por la experiencia.
Las ideas madres, intuiciones comprensivas, nacidas en el subconsciente, vertebran, organizan y unifican los contenidos de las libretas; permiten llegar a la vivencia comprensiva de la unidad sustancial, manifestada en la multiplicidad fenoménica; libertan de la multiplicidad de los datos y de la variedad de la vida:
Las ideas generales nos libertan de las libretas, o sea, de la multiplicidad de hechos inconexos. La única libertad posible la da la filosofía. ¡Qué capacidad dominadora tienen, el mar, que atrae todos los ríos, estos, que atraen a todos los riachuelos! ¡Qué capacidad castigadora que tienen las ideas madres, que atraen a los hechos! ¡Qué suprema dominación ejerce el centro de la tierra, que nos retiene y retiene a los elementos según sus densidades! ¡Qué imperio el del sol sobre sus planetas y el de otro sol sobre los soles y el de la verdad desnuda sobre la apariencia! ¡Benditas sean, pues, las ideas madres! (mc)
La anotación inmediata y constante, en las libretas, tiene como fin lograr la fidelidad, la claridad y la sinceridad:
Es preciso escribir el sueño, la visión del mundo, durante el estado de alma en que lo concebimos, pues así le damos todo el amor, todo el dolor, toda la alegría de nuestro ser. Si lo dejamos para después, cuando nuestra alma haya cambiado, ésta influirá, haciéndolo a su modo, y resultará borroso y como hipócrita. No hay que olvidar que toda idea es la explicación de un estado de espíritu […]. (pv)
Ayudarse en el mantenimiento metódico de la disciplina que busca el dominio, la contención y la euritmia:
… tengo libretas donde anoto el modo como debo obrar en cada circunstancia. Me insultan, por ejemplo: abro el libro y consulto cómo debo reaccionar. […] [Yo] no reacciono heroicamente, sino mediante consulta de mi libreta. (ant ix)
Expresar, con entera desnudez y sinceridad, las angustias y sentimientos íntimos:
Indudablemente que la verdad de lo que piensa, siente y desea un pueblo oprimido por dictadura, ya sea violenta o solapada, se halla en esos cuadernitos de notas que los oprimidos llevan en sus bolsillos y que no son para publicar sino para desahogarse en el papel. […] Por eso, también, en los pueblos acogotados abundan cuadernitos ocultos en que se narran las tristezas y se cuentan las ganas muy grandes de que se mueran de cualquier modo los opresores. Esto se explica porque el hombre es por natural verídico y la expresión de sus verdades le es necesaria. (ant xiv)
Escucha de los súperos
En cuanto camino de crecimiento en conciencia, el método exige la escucha de los súperos o celícolas, manifestaciones de la Sustancia única, en coordenadas superiores.
A través de múltiples experiencias, intuyó González la existencia de seres superiores que se compadecen del hombre y se comunican con él:
El pensamiento como ensoñación:
¡Cuán sabroso es pensar en las cosas que agradan! Rumiar. Detenerse al pie de un árbol y pensar, pensar… Es un sueño… Se oye la voz de alguien que interrumpe nuestro silencio interior, y esa voz es como una herida. […] ¡Nada hay como soñar! (msb)
La vivencia religiosa de la fisiología humana:
Esta mañana mientras defecaba miré al cielo hermoso y azul. Me pareció percibir, intuí a los seres espirituales que compadecían al ser encarnado, al que, mientras defeca, mira para lo alto en busca de Dios; al que se harta de carne y llora; al hombre, el que está en disciplina. (msb)
La primera visión cósmica que tuve fue precisamente por la religiosidad con que defeco: «Ayer, mientras defecaba, miré al cielo y tuve la intuición de seres superiores que compadecían a la criatura encarnada» (msb)
La experiencia de la escucha de las voces interiores, o palabras intelectuales o espirituales de que hablan los místicos:
Siento que mi obra y mi fortaleza están en la cima. […] Mucho más que en El Noral, pero mucho más, oigo unas voces que no se oyen con los oídos; despierto a las cuatro y siento la seguridad de que me llaman. (ce)
La experiencia viva del poder libertador del remordimiento:
Experimento el santo dolor (remordimiento) que nos eleva, así como el duro cemento a la pelota rebotante. Sin el Ángel, los golpes de la suerte son como los de bola de caucho en el fango, que la hunden más y más. (me)
La experiencia culminante del nuevo nacimiento:
Así pues, resumiendo hoy el camino recorrido desde el día en que, desesperado, les pedí a mi hijo Ramiro y a Zaqueo una idea madre, algo vivo que me sacara del hoyo en que me había enterrado desde El maestro de escuela y desde aquella niña (un ángel) que encontré en el lago Como…, vino un súpero en la forma de conciencia del sucederse. Ese fue el instante en que nací de nuevo… (lvp)
La vivencia del «milagro», como acción comunicativa amorosa, dentro de coordenadas superiores en las que actúan las conciencias superiores:
Los celícolas (conciencias superiores a nosotros) vienen frecuentemente a esta tierra, a nosotros, y actúan amorosamente. No los «vemos» ni «oímos», porque ellos comunican la desnudez de sus conciencias por medios que para nosotros son la desnudez misma, pero su operar es magistral y de eficacia «milagrosa» (eso es lo que llaman «milagros»: el operar de cada mundo con respecto al mundo inferior es llamado así en éste). Todo esto lo saben los que tienen «ojos», «oídos», y presencia ya muy preparada para el mundo que sigue en la jerarquía. (lvp)
En sus años finales, la certeza de la acción bondadosa de los súperos se convirtió en una experiencia vivida:
Los súperos nos visitan y ayudan magistralmente. Violencia no hacen. (lvp)
… así como hay que atisbar en el silencio de las noches para ver las estrellas viajeras, yo me he dado a atisbar en soledad, y he recibido en casa la visita de misteriosos viajeros. No hay tal soledad; lo que así llaman es precisamente la compañía, y viceversa. (t i)
Los dobles
A través de los dobles, González lucha por el conocimiento y la posesión de sí mismo, la superación de las limitaciones existenciales y la realización de la grandeza posible, en el autoconocimiento, la disciplina y la contención:
Hay quienes son grandes de suyo y quienes por libro. Los demás son el homínido. Desde niño supe que de mí no emanaba virtud, es decir, que no era conjunto de maneras e instintos, sino un anárquico. La personalidad o grandeza consiste en la sinergia, en organización de facultades e instintos. Por ese conocimiento, resolví desdoblarme y ser grande por nota. […] Así es como he llegado a simular al hombre que no se pudre, al hombre enamorado, al que no robó a la patria. (ant ix)
En El maestro de escuela explica, detalladamente, el proceso de la generación de los dobles como medio de autoconocimiento objetivante, que ayuda a superar las dificultades de la introspección:
Nadie puede verse a sí mismo infraganti. Hasta el descubrimiento del cine nadie se conoció en acto, pues en el espejo no se observa el movimiento ocular, que es lo expresivo. El cinematógrafo casi nos permite cogernos corporalmente. Ahora se trata de mi invento para autocapturarnos psíquicamente en flagrante: objetivarnos. Con la introspección logramos hacerlo, pero como entes sucedidos; los actos ya sucedieron cuando tenemos conciencia de ellos. Se logra apenas producir el remordimiento. Se trata ahora de un invento que permita al hombre estudiarse como actual. Pues bien, creyó haber hallado el secreto divino que le permitiría rehacerse, dirigirse, ser el amado y honrado por todos, el triunfante. El mecanismo fue el siguiente: la inteligencia sería Manjarrés, y el ejecutor, Jacinto. […] Jacinto era el que dormía en duras tablas; permanecía en agua helada, zambullido hasta el cuello en alberca, o quieto bajo la cruel ducha. (me)
González creó y vivió dos tipos de dobles:
1.º Los personajes que encarnan los determinismos, fallas y debilidades constitucionales y circunstanciales, y le permiten la objetivación y el análisis superadores.
Son: Juan Matías, el atisbador, escéptico y extremista que no quiere medias tintas. Juan de Dios, el hombre del sentido común. Manuel Fernández, el abogado plagado de embolias, carente de voluntad y unidad interior. Lucas Ochoa, la conciencia fisiológica, portador del talante metafísico ancestral, a la atisba de Dios, camino a la unificación con el Universo. Eulogio y Manjarrés, los maestros de escuela, yoes en descomposición, bajo el régimen liberal santanderista. Atehortúa Ochoa, incapaz de convivir con las conciencias fisiológicas colombianas, exiliado en la Patagonia. Fabricio, el sacristán, presencia pagana de la cruz, tentado por la gloriola de la representación.
Juan Matías y Juan de Dios
En Pensamientos de un viejo, Juan Matías y Juan de Dios, los primeros dobles, multiplicadores del yo gonzaliano, a través de los cuales González concreta su lucha por mirarse objetivamente, instante a instante, acaban convertidos en muñecos conversetas, sentados en sus sillas:
¿Sabéis quiénes son Juan de Dios y Juan Matías? Al comienzo fueron una imaginación; al principio eran sólo una multiplicación de mi yo. Pero ¿ahora? Ahora, amigos, me he hecho una vida filosófica. He aprendido de Nerón a hacer guisos con la vida. Construí dos muñecos de trapo y los senté en dos sillas, uno en frente del otro. Llevé a ese cuarto un sillón Voltaire para mis horas eternas. Y en ese sillón paso los días enteros oyendo las conversaciones de mis dos amigos. ¡Oh, qué divinas charlas estas de mis Juanes…! (pv)
Juan Matías encarna a González, que vaga a la atisba:
… yo me considero el primer vago de la tierra, y el hombre más escéptico bajo el cielo… (pv)
Todos me miran de mal modo como enojados por mi vagancia. […] Mis parientes y amigos dicen que soy un ser despreciable […]; que es preciso hacer algo útil… […] Así pues, el oficio de nosotros los vagos puede con el tiempo, cuando se cambie de ideal, llegar a ser el más noble. […] ¡Dentro de poco seremos los grandes hombres! (pv)
Odia los fixismos, definiciones y sistemas:
No me definas. Nada hay más odioso. Tú sabes que yo no amo ninguna idea ni modo alguno de ser. Y me irrita el verme obligado, puesto que no he muerto, a ser de una de esas maneras ya clasificadas y conocidas. (pv)
Quiere, sin término medio, el suicidio o la santidad:
Estoy seguro de que si esperamos que nuestra vida se acabe por sí misma, moriremos de rodillas… Por lo tanto he resuelto que nos suicidemos un día de estos… (pv)
Entonces te propongo que nos hagamos buenos… (pv)
Juan de Dios encarna al González antitético, a quien le cuestan la acción, la motivación y las solidaridades:
… y mi incapacidad para obrar es tan absoluta, que hasta soy incapaz de morir. No encuentro motivos para nada, y aborrezco todo… (pv)
Pero conoce el corazón humano, y sabe que los escépticos juveniles acaban siendo creyentes:
Y por eso mismo [por escéptico], amigo Matías, vas a morir de rodillas diciendo que crees hasta en la luna… (pv)
… que la humanidad marcha de sueño en sueño:
Hacia ninguna parte. Los fines son los sueños de los hombres superiores. (pv)
… que antes de suicidarse, es mejor preguntarse:
¿Y si hay diablo? (pv)
… que es mejor no hacerse bueno, para no parecerse a los tíos:
¡Sería un tormento parecerme a mi tío Rómulo! (pv)
Lucas Ochoa
En Mi Simón Bolívar, Lucas Ochoa es el doble de González, conciencia fisiológica, incapaz del bien y del espíritu:
Mi ilustre amigo dice a la miseria fisiológica, a Lucas Ochoa, que Manuelito (el pobre abogado borracho que había jurado no beber más) está ebrio hasta más allá de la ebriedad. ¿Por qué se alegra Lucas, la fisiología? ¿Por qué goza con el mal ajeno…? ¡Cuán corrompido soy! Me gusta que los hombres no sean capaces de actos heroicos; me gusta que sean inferiores. ¿Qué gano con ello? ¿Acaso la dignidad de los demás no nos dignifica? ¡Cuán malo soy! Es preciso que él me dirija y piense y ordene. Yo seré un ejecutor. […] Lucas, el pobre hombre, va bien, y si continúa lentamente y obedeciendo a Bolaños, llegará muy alto. (msb)
Lo que debo dominar ahora es la irritabilidad. Que cada acto lo ejecute yo, dirigido por mi querido amigo Jacinto. Es preciso ser duro con Lucas Ochoa, entendiendo por Lucas los deseos y la mente desordenada. Indudablemente lograré desencarnarme. (msb)
En El Hermafrodita dormido, Lucas es el González luchador, que a través de reacciones fuertes, enervamientos tensos y depresiones severas, busca realizarse en la comunicación con Dios:
Reacciona demasiado fuertemente y luego se enerva. Oscilaciones terribles de inervamiento tenso y depresiones. De ahí que sus juicios sean tajantes, y que luego se contradiga, para terminar por irse para un templo a buscar a Dios y decirle que lo saque de las apariencias. (hd)
Vive en Francia. Está canoso y hace dos años que cada mes pesa menos. Se está consumiendo, porque el fin de la vida es luchar para hacerse consciente. […] Después de airarse y de arrepentirse, durante días salía al sol y entraba a las iglesias, pensando: Cada día me consumo. No debo quejarme de estas experiencias, porque ellas me hacen doctor. El fin de la vida es llegar a la muerte con el cuerpo consumido por la jornada y el alma como luna llena que se asoma. (hd)
Manuel Fernández
Manuelito Fernández, el abogado borracho que aparece en Mi Simón Bolívar, y cuya biografía desarrolla González en Don Mirócletes, no es propiamente un doble de González, sino un personaje creado para exorcizar el demonio interior del complejo de abandono paterno, vivido durante los duros años del internado de los jesuitas:
Quise formar un personaje y rodearlo de gente y de vida observada hace tiempos. (dm)
Eso no es mío, o mejor es la enfermedad que había en mi cerebro. Es un hijo mío monstruo. (dm)
Manuel Fernández es Fernando González, pero éste no es Manuel Fernández. Mejor dicho: en mí vive, frustrado, reprimido, borrado por otras tendencias más fuertes, el amigo Fernández. (dm)
¿Por qué lo atraían la juventud, la unidad anímica y la fortaleza? Porque carecía de ellas. Era combinación absurda de complejos. (dm)
Manjarrés
Manjarrés, el maestro de escuela, es González que vive la descomposición del yo, mientras padece, en angustia y soledad, el fenómeno del grande hombre incomprendido:
¿Era «un grande hombre»? Sólo puedo afirmar que en él podía estudiarse el sentimiento de «grande hombre incomprendido». […] No sé si me entienden: el que tuviera conciencia de que «la culpa» es suya, de que no es rico o funcionario de categoría elevada, por incapaz, se anonadaría. Esta noción es la llave de los secretos vitales. (me)
Manjarrés se cree «un filósofo» y un «postergado». En el fondo goza con sus vestidos rotos. (me)
Como era cariserio de nacimiento, seriedad nativa que se confunde con la santidad o con la investigación, y como todos sus movimientos eran de asustado (bruscos, con vergüenza), las mujeres no le amaban. Lo más remoto para ellas era que Manjarrés pudiera amarlas y perseguirlas. (me)
Este maestro que fui yo y que ya enterramos, no hizo sino dificultarme el camino. […] ¡Qué amarga es la vida de los «solitarios maestros», amancebados con «sus viejas verdades incomprendidas»! (me)
Manjarrés está enterrado, pero se remueve en el hoyo. […] Yo, señores, no creo ya sino en la plata, la salud y el amor. (me)
Eulogio
Es González, «anarquista universitario», opositor al régimen liberal de los años 40, o sea, maestro de escuela, conservador en la oposición, padre de cinco hijos, autor de duros cuadernos de crítica social, que sobrevive de un salario de miseria en un país de poderes mentirosos que excluyen del marco cultural a los opositores al régimen:
Don Eulogio es conservador. Hace bien en admirar a Laureano Gómez en cuanto conservó su independencia y no colaboró en estos gobiernos; pero también hay que afirmar que la oposición suya ha sido apasionada; no supo frenarla con la inteligencia. En todo lo que se refiere a los conservadores, hay que tener en la cuenta que don Eulogio es gran oprimido, de esos que en sus pechos le tienen altar a Laureano Gómez. En cuanto al editor de estos monólogos, Fernando González, siempre ha dicho que es anarquista universitario. (ant xiv)
… desayuna y come nada más. […] Eulogio es [maestro] de tercera, y no gana sino sesenta y la carne está a dos pesos. (ant xiv)
Así fue como me hice a los cuadernos «Bolívar», en que don Eulogio ha ido expresándose. Esto que sigue, pues, es la Colombia que hay en lo íntimo de un maestro de escuela. (ant xiv)
Atehortúa Ochoa
Atehortúa Ochoa es el Fernando González de los años subsiguientes a El maestro de escuela: solitario, marginado, ajeno a los intereses y ajetreos sociopolíticos de Colombia, o sea, patagón, antípoda de sus conciudadanos; hombre absorbido en la lucha por la sobrevivencia, interesado en los bienes inmediatos, o sea, medellinense; hombre asustado por no hallar lugar en el mundo, ya superado, de los determinismos de la causalidad, ni en el mundo, apenas entrevisto, de la libertad en la gracia, que lucha por no perder la fe en el hombre:
Atehortúa habita en Punta Arenas, muy rico, pero algunas noches se me entra por el ventanuco, y estoy sospechando que él soy yo; que yo tenía una necesidad de irme y que, entonces, se fue Atehortúa. Pero él es hijo de misiá Martina y sabe negociar. (ant xvii)
Por horrible que esté el ambiente patrio, no pierda la fe en el hombre. Perder la fe es la víspera de morirse. Por eso, váyase a la Patagonia, a Punta Arenas, a negociar en «ganado». (ant xvii)
Estos cuatro últimos números de Antioquia los escribió íntegramente Atehortúa, el patagón hijo de misiá Martina, mohatrero por nota, un medellinense a quien odio y que, a pesar de habitar en Punta Arenas, se me entra por la ventana, de noche, a escribir. Yo soy hombre amoroso, pero en diez años arreos en Colombia me relacioné íntimamente con Atehortúa. Lo cierto del caso es que estoy asustado. (ant xvii)
Fabricio
Es el doble que encarna el alma pagana de González:
… Fabricio Sacristán, el ídem y acompañante de toda la vida del padre Elías […]. (t i)
Diremos de Fabricio Sacristán que es entremontesino, nacido el mismo año que el padre Elías, 1895, abril 24, mes y día en que nacieron Shakespeare y Cervantes, de cuyos horóscopos hubo indudablemente su amor a la novela, pues de la genialidad corresponde a los de Salónica el decidirlo. Entró al seminario de la Arquidiócesis de Medellín el mismo día que el padre Elías y recibió las órdenes menores; pero el arzobispo Cayzedo y Cuero y el rector Ulpiano resolvieron que no continuara a mayores, porque era cojo de nacimiento, feo también, por la poliomielitis que tuvo su madre cuando estuvo gestándolo. (t i)
… el padre Elías le dijo: Fabricio, esto te sucede porque tú serás y has sido mi alter-ego. Tú serás mi sacristán y mi inseparable aquí, allá y acullá; lo mío es tuyo y lo tuyo, mío; tu cruz es mi cruz y la mía es tu cruz, y uno solo seremos en la vida eterna: Fabricio-Elías; prosigue con tus presencias helénica, romana y de Montalbán. Lo último fue porque Fabricio, en el seminario, se esmeró apasionadamente por «aquellos dioses» y «sus moradas» (idiomas), y por ciertas reminiscencias del sefardita Fernando de Rojas… (t i)
Es curioso, dirán, que sean como uno solo el padre Elías y Fabricio: el uno, presencia pagana; el otro, presencia de la cruz. El padre Elías explica así: Vías al mismo lugar; las presencias conducen siempre al Cristo. Praesentiæ semper ad Christum. (t i)
2.º Los dobles que encarnan el hombre ideal y sirven de punto de referencia para el crecimiento en conciencia.
Encierran las ansias espirituales superiores del Fernando González ideal y posible: vital, enérgico, personalidad plena, unidad interior, voluntad capaz de acción, hombre espiritual.
A través de ellos, el González falto de vitalidad y personalidad se observa y critica; de ellos recibe órdenes.
Son: Bolaños, Jacinto Salazar, Lucas Ochoa, el maestro de los años finales; el padre Elías, presencia cristiana de la cruz, heredero de confusiones ancestrales, solitario y tragicómico, que llega a ser las Bienaventuranzas en su huerto del pueblo de Entremontes.
Bolaños
Al término de Viaje a pie, en «la casa de un pelabolsillos italiano», como «maestro de ceremonias», aparece Bolaños, «zambo suramericano», convencido de que «en América hay grandes escritores y artistas». En Mi Simón Bolívar, Bolaños se convierte en «mi querido amigo Bolaños»; un doble: el yo fuera de los deseos, rebosante de energía, dominador, frío, asexual, portador de todo lo bello y bueno de González, que delega en él el juicio y la racionalidad para que mirando, decidiendo y orientando, desde más allá de los deseos, lo dirija y lo salve, haciéndolo según su ideal:
Ahí está mi doble. Es el único que puede salvarme, porque está detrás y me mira, critica y dirige. Él es todo lo bueno en mí: voluntad, deseo de belleza, etc. Si lo olvido, pierdo.
¡Grandes noticias! Para hacer mi persona como lo quiere mi yo o socie tuve que adoptar medidas violentas. Desde las cinco de la tarde del 8 de junio no volveré a sorprenderme. ¡Cuán sucio y miserable soy! Es preciso rescatarme.
He logrado desdoblarme y percibir a mi yo fuera de mis deseos, y por lo tanto como juez imparcial y a quien no afecta la lucha.
Mi yo va detrás de mí y me dirige en todo. Lo llamo «mi querido Bolaños».
A ratos, por ejemplo, el ansia de nicotina se lamenta y sofistiquea. Entonces grito: «Oiga, amigo Bolaños, dice éste que la vida sin fumar es una estupidez…». Bolaños sonríe, pues comprende que es la necesidad fisiológica pasajera la que se expresa en esos términos, y que muy pronto el pobre cuerpo con sus instintos elementales será feliz.
(Bolaños es ancho de cara, ágil; con tanta vida que produce la impresión de que está derramando energía por ojos, por sonrisa, por todo su cuerpo).
¿Cuál es el oficio de mi querido amigo Bolaños?: dirigir a Lucas y hacerlo a su imagen, según su ideal. Es el crítico personificado. Cuando algún movimiento nace en Lucas, se lo lleva a Bolaños para que lo juzgue como hecho ajeno. Y es segurísimo el acierto. No se puede uno juzgar a sí mismo; debe ser otro el juez. Cuando uno está solo, se pierde, pues la razón se confunde con el deseo. ¿Cómo podría uno dirigirse, si el que desea y el juez fueran uno mismo? ¿En dónde podría admitirse un juez que fuera interesado en la decisión? Si yo soy la razón y yo soy el deseo, estoy perdido, pues el deseo arrastrará todo.
Por eso he sacado afuera todas mis facultades críticas y racionales, personificándolas en el frío y dominador, en el dandi y asexual Bolaños. Él, a todas horas, va detrás de mí, criticando y ordenando, burlándose a veces, pues Lucas, enamorado, mujerero, blando, amigo del gusto, hace mucho caso de las burlas de Bolaños.
¿Qué será del hombre solitario? No es bueno que el hombre esté solo, dijo Dios. Todo esto ha dado nacimiento a «mi querido Bolaños».
¡Camina despacio, come despacio, vive despacio!: estas son órdenes terminantes. Creo que dentro de poco, yo pasaré a ser Bolaños y podré dirigir mejor mi persona. (msb)
Jacinto Salazar
En Mi Simón Bolívar, Jacinto es el doble que personifica la armonía vital y la voluntad de poder, y, con la dureza con la que se educa a un perro, va educando a González (Lucas Ochoa) en la libertad:
Estoy pensando en cambiarle el nombre a Bolaños por Jacinto. Mi yo se llamará Jacinto desde hoy. (msb)
Lucas progresa. Es indispensable que no tenga miedo a hombres, acontecimientos, perros… Lucas tiene miedo, pero obedece a Jacinto; es poltrón, pero teme a Jacinto; es un puto, pero tiembla ante Jacinto. ¿Cómo se educa un perro? Así hay que formar a Lucas. ¿Cuándo será un perro sabio? (msb)
Yo soy el animal sometido a milicia. Deseo ser una voluntad. Se puede llegar a donde no imaginamos; todos los comienzos son oscuros. Podré llegar a tener esa voluntad que casi se materializa en el cuerpo y que produce impresión de misterio. (msb)
Jacinto tiene la cara ancha y los ojos separados. La voluntad hermosea su rostro y cuerpo, porque mantiene elásticos los músculos que regulan los poros y todos los esfínteres. Su boca está delineada por la constante voluntad; los músculos que forman las mejillas y crean la expresión humana, están empapados en dominio y por eso su cuerpo es tan atrayente. Llegaré a vivir en medio de un mundo muy agradable, en las vecindades de la esencia que subyace bajo los fenómenos. (msb)
Mi amigo Jacinto ha dicho hoy lo siguiente: «Te atormentaré, querido Lucas, hasta que nada de tus oscuros deseos se perciba sobre mis voluntades. No quiero que el ruido de tus aullidos borre mis órdenes claras. Cuando sólo yo, Jacinto inespacial y sin amos, libre absolutamente, impere en los dominios de tu vida, tú gozarás, porque estarás muerto. No puede haber paz entre tus instintos y mi ansia de belleza […]». (msb)
En El remordimiento, Jacinto Salazar es el hombre que González, en cambio permanente, desea llegar a ser, hasta libertarse de sí mismo:
En cuanto conocemos, deseamos, y en cuanto deseamos, estamos descontentos de la realidad. […] De ahí viene mi antigua práctica de echar delante, materializado, a Jacinto Salazar, el hombre carón, risueño, fornido pero muy ágil: es la persona que deseo llegar a ser, y cambia cada semana. Obrar, meditar, arrepentirse, anhelar: ahí me tenéis la vida del hombre. El fin es irnos libertando de nosotros mismos. (er)
Es el maestro, creado como doble para tener a quien imitar, en su soledad de latinoamericano que quiere realizar su ideal:
Todo ideal es maestro. Maestro es aquello que despierta la emoción y nos incita a devenir. El maestro nos incita, nos hace a su imagen. El hombre debe escoger sus maestros, si no quiere extinguirse. Jesucristo es el maestro. Para que aproveche, el maestro debe estar encarnado, debe ser un hombre. Y como vivo en completa soledad, como en Colombia no hay a quién imitar, me he creado a Jacinto, el hombre que deseo llegar a ser. Va delante de mí en mis paseos; le consulto en mis propósitos… Me he desdoblado para salvarme. Como el hombre es hechura, no puede estar solo; necesita de un ideal y es llevado a crearlo. De ahí mi teoría de que Dios es padre e hijo del hombre al mismo tiempo. Ya lo veremos más adelante.
En la cara de Jacinto está el ideal de la mía; en sus ojos, los míos; camina como yo deseo hacerlo, reacciona en cada circunstancia como yo desearía reaccionar y no como lo hace este Fernando de pierna temblona que está prisionero en cuerpo detestable. ¡Qué seguridad la de Jacinto en todas las cosas! Y es al mismo tiempo gran maestro de soledad…
Así, yo puedo soportar mi soledad. Ningún ser humano comparte mis problemas y mis cargas.
Solo; a nadie le importa mi bien y mi mal. No hay en el mundo un hombre tan solo… Pero tengo a Jacinto. Me he desdoblado para defenderme y nuestros diálogos serán eternos y benefactores. (er)
En la revista Antioquia es el hombre vital, que vencerá la muerte:
Hay un ser que va detrás de mí, viéndome actuar, criticando y dirigiéndome; se llama Jacinto, hombre carón y vital, tanto, que no lo enterrarán los hombres de telegramas y de oraciones fúnebres. ¡Vayan a opinar a sus madres, a erectarse sobre los féretros de sus madres! (ant ix)
En El maestro de escuela, Jacinto es el ejecutor del remordido Manjarrés, cuyo yo se descompone:
Parió su doble; le puso el nombre de Jacinto. […] El mecanismo fue el siguiente: la inteligencia sería Manjarrés, y el ejecutor, Jacinto. Así quedó desdoblado el hijo de Holofernes. (me)
Lucas Ochoa
El Lucas de Ochoa del Libro de los viajes o de las presencias no es ya ni una conciencia fisiológica, ni el hombre de la antítesis, sino que ha logrado la desnudez, la síntesis, la trascendencia de las apariencias, y se ha convertido en un maestro:
Este hombre, me dije, está como desnudo. Es hermético. Isabelita dice que nadie sabe nada de él. No habla, pero está desnudo. Sabe uno quién es, qué piensa y siente, si le mira los ojos. Ahora está desocupado, está ido. Si le hablo, se irá. (lvp)
Es un niño. Cuidado le habla de libros, ganancias, negocios, autógrafos, retratos…, y verá cuántas cosas le enseña, porque tiene muchos secretos, de plantas, minerales, aguas… Son los mundos, dice él. Vive como soñando y tiene como mil mundos. Verá que todo eso se lo enseña… (lvp)
¡Es un maestro! Me hizo vivir que todo yo soy mentira y que no continuaba desnudándome porque me anonadaría; que por compasión dejaba el muñequito que estaba sentado ahí […]. (lvp)
Lo que sulfura a Lucas de Ochoa es la idea de que una intimidad, una agonía verdadera se coja para adobarla y ganarle dinero. Como es esencialmente maestro de escuela, no atiende sino al crecimiento de dentro para fuera. (lvp)
El padre Elías
En Viaje a pie aparece el padre Elías, «personalidad magnética» que embellece cuanto llega a él e incita al desarrollo del propio ser por el cultivo sincero de sí mismo:
Conocimos también al padre Elías, un jesuita interesante cuya personalidad magnética estaba en el pequeñísimo sombrero colocado sobre su cabeza grande. El sombrero era un absurdo; pero ¡cuán elegante iba el padre Elías cuando nos llevaba de paseo! Ese sombrero estaba empapado del espíritu del padre Elías; formaban un todo. (vp)
Yo, señores, conocí al padre Elías, que usaba un pequeño sombrero; era un gorrito sobre su gran cabeza. Fue la primera vez en que vi cómo una prenda de vestir, fea de suyo, se hacía bella por la personalidad. El alma del padre Elías irrigaba el sombrero, echaba raíces en el sombrero. ¡Cuán bello iba el jesuita! Sentí deseo de usar un sombrero así… ¡Terrible error que todos cometemos! Lo bello es la individualidad, el soplo divino que al manifestarse por modos propios embellece todo lo exterior. (dm)
En Mi Simón Bolívar el padre Elías es el hombre que encierra las ansias espirituales superiores de González; el hombre que él quisiera haber sido y llegar a ser, porque encierra todo lo que él ama:
Le he cambiado el nombre a Jacinto por Elías, el padre Elías. En ese monte silencioso escribiré la biografía del padre Elías, el hombre que yo quisiera haber sido y ser. El padre Elías es todo lo que uno ama […]. Amor, en su verdadera acepción, es la tendencia etérea y lo demás se llama El Mal. El padre Elías son todas mis ansias espirituales, superiores, que no han aparecido por causa del Mal. ¡Cómo quiero a Elías! Es mi espíritu en el cuerpo que anhelo. Y deseo realizarlo en un libro para ayudar a su aparecimiento en mí. […] El padre Elías que mora en mí, me ha citado para una montaña. Una cita conmigo mismo. (msb)
En La tragicomedia del padre Elías y Martina la velera el padre Elías es González, que termina su lucha en la vivencia de la reconciliación:
Soy hijo de Dios, hijo pródigo que, llagado y raído, al parecer de los entremontesinos, voy de retorno a la casa paterna, al juicio de identidad. (t i)
El padre Elías fue una grandísima inmundicia glorificada por la Inteligencia. (t ii)
* * *
La dinámica del método
El método nunca está terminado. A medida que González, por superación de ausencias, vivencia de nuevos mundos y realización de nuevas presencias, va avanzando desde el mundo del idealismo de la ensoñación, a través del mundo fenoménico determinista de la causalidad, hasta llegar al mundo esencial o sustancial o presencial o íntimo de la libertad y la Gracia, van apareciendo nuevos elementos metodológicos con los que, a partir de su experiencia, va construyendo un método dinámico-vivencial como proceso triádico de convivencia con las manifestaciones de la vida, en la conciencia:
1.º Vivencia fisiológica, pasional y emocional, en total desenfado y desfachatez, sin traba alguna, hasta su agotamiento, de la instintividad subconsciente.
2.º Realización, con entera sinceridad, de los procesos reflexivo-analíticos del yo mental sobre las vivencias fisiológico-pasionales.
3.º Ascensión activa, por el ascetismo de la disciplina, la contención, la renunciación y el sacrificio, a la intuición de mundos suprafenoménicos, y allí, pasiva, quieta, desnuda, aquiescentemente, vivencia de la comunión con la Presencia o Realidad o Dios.
La desnudez, generada por el sacrificio; y la comprensión, generada por la meditación, liberan de los determinismos causales de los mundos de la apariencia pasional y mental, permiten la superación de las dicotomías pasionales y mentales, y conducen a la plenitud de la personalización, o sea, la comunión viva con la Presencia o Intimidad, más allá de las categorías de tiempo y espacio.
Se trata de un método para viajar por los mundos fenoménicos o de las coordenadas de representación, en convivencia con los seres, en la propia conciencia, hacia mundos superiores en los que, agotadas la representación fenoménica y sus categorías de espacio y tiempo, pasionalidad y mentalidad, en la categoría de Eternidad, en el silencio de la Amencia, por el suicidio de arriba, se pasa de representación o existencia, a ser, en comunión con la Sustancia o el Néant o Dios.
Eso es lo que expresa, en clarísima síntesis de madurez, en su carta al padre Jaime Vélez Correa:
Y meditando en cómo puede un hombre o un conglomerado de hombres que vienen habitando determinado suelo tener conciencia del espíritu que son, se ve muy claramente que mediante lo siguiente (y no hay otro camino para ello): 1.º No mentir (no aparentar ser otro; no pretender ser otro; o sea, matar toda vanidad). 2.º Conocer y aceptarse (toda apariencia es voluntad del Padre, tan divina como cualquier otra apariencia). 3.º Cumplir la Voluntad de Dios impresa en uno y realizarse en el universo (concienzarse). Así se acaban los hombres-colonias, los países-colonias; los hombres-caballeros y los hombres-peones, y todos seremos señores, dioses: «¿No oísteis que de antiguo se dijo: dioses sois?» (Jesucristo). (111)
El rechazo de la propuesta filosófica de Fernando González, muy generalmente, está fundado en la negación de la coherencia y el valor de su método.
¿Es coherente el método que propone González? ¿Se da una relación válida entre las nociones de filosofía y lógica y la propuesta metodológica de González? ¿No hay una contradicción en su propuesta metodológica ascético-activa: contención, renunciación, disciplina, por una parte, y contemplativa: quietud, escucha, aquiescencia, por otra? ¿Son realmente concordantes las diversas presentaciones del método que hace González a lo largo de su obra?
Responder los interrogantes que plantea el método de González, mostrando su fundamentación y las diversas presentaciones que de él hizo, es el objeto del presente capítulo.
* * *
Fundamentación del método
Fundamentación filosófica del método
El carácter de las búsquedas metodológicas de González se apoya sobre las tres opciones que determinaron su filosofía:
El rechazo de la filosofía aristotélico-tomista, que a partir de la diferenciación entre Sustancia primera (Dios) y sustancias segundas (cada uno de los seres) entendía la totalidad de la realidad como la suma de una multiplicidad de sustancias independientes, y no como unitotalidad sustancial, lo que, en contra de la voluntad de realismo del sistema, conducía a asumir el género (el Hombre) como la sustancia primera, y cada individuo específico (este hombre concreto) como una sustancia segunda, lo que equivale a la afirmación del primado del ente genérico, conceptual-racional, sobre el existente real, específico e individual.
La negación del primer principio filosófico de no-contradicción, generador de la filosofía conceptual, en detrimento de la filosofía vivencial.
La concepción de la filosofía como participación de la Vida o Realidad o Sustancia única, manifestada como energía vital en los seres.
Fundamentación antropológica del método
De la naturaleza misma del hombre nace el viajar como método, pues el hombre, en cuanto existente, o apariencia en representación dialéctica, es viajero que en la transformación tiene su poder:
En cuanto somos apariencia, no podemos ser inmutables; nuestra virtud consiste en la transformación. (hd)
El hombre es padre e hijo del camino:
Revivid el camino. ¿Quién eres tú? Hoy, ahora, ¿quién eres…? Eres el punto de un camino, punto a un mismo tiempo padre e hijo del camino. (ant xvii)
El hombre es aprendiz de viajero, que viajando en sí mismo aprende a caminar:
… aprender a caminar, caminando. (lvp)
… porque cada uno viaja montado en sí mismo. (lvp)
Se viaja haciéndose uno el viaje y el viajero: siendo. De otro modo, nada se cumpliría. (t ii)
Hombre que renuncia a ser viajero permanente, se pierde:
Y cuando un sucediéndose se detiene en una presencia (concepto) se hace idólatra y pierde la Presencia (mundos infiernos o inferorum). Hay que ser viajeros, eternos viajeros al Padre, en beatitudes. (lvp)
* * *
Características del método
El método que González descubre y aplica para viajar del existir al Ser es vivencial-dialéctico, ascético-activo, en cuanto proceso de desnudamiento y búsqueda de caminos y experiencias de convivencia; es pasivo, contemplativo, en cuanto escucha, receptividad y apertura a la acción de la Vida o Realidad.
El método de González está constituido desde una doble vertiente: inicial, de dominio de sí y desnudamiento de apariencias, a través del esfuerzo ascético; y culminativa, de comunión con la esencia, más allá de las apariencias, por la reconciliación o la gracia.
El método gonzaliano, ascético-contemplativo, tiene características bien definidas:
Vivencialidad
Prescindencia, absoluta y deliberada, de la sistematicidad teórico-conceptual intelectualista.
No se trata de conocimiento intelectual, conceptual, judicativo, memorista, dogmático, que establece verdades absolutas por medio de un sistema mental-conceptual, según exigencias lógico-racionales; sino de saber vivencial, instintivo – reactivo – emocional – afectivo – comprensivo – conviviente – agonístico; de acrecentamiento vital que conduce a la eterna juventud, o sea, a la comunión en la Vida:
Diré, pues, a la juventud, que en todas las manifestaciones humanas, filosofía, arte, ciencias, pasiones, triunfa la energía. Es la vida manifestada la que domina. Estando persuadido de esto, el objeto de mis estudios no puede ser otro que la vitalidad. ¿Cómo obra? ¿Cómo se adquiere? Sus manifestaciones; métodos para adquirirla. (dm)
Nunca seré pajoso coleccionista de ideas, conocimientos y razonamientos. (t ii)
Centralidad del yo
A partir del principio de que en el yo está todo el universo, es decir, todo lo real, González optó por la búsqueda de la Sustancia única o Realidad viva o energía presente en toda manifestación vital, a partir de la experiencia del yo en el universo y de la conciencia del universo en el yo.
El quehacer humano es contemplación atenta de sí mismo:
… la vida del hombre es una perpetua contemplación de sí mismo. (pv)
El hombre debe buscar y sacar del propio yo y del propio vivir su sabiduría y su modo de expresarla:
He aquí lo esencial: vivir nuestra vida y sacar de ella el tesoro de nuestro saber. […] Estad atentos para recoger la imagen que la vida deje al pasar por vuestro ser. […] En el yo debéis buscar la sabiduría, y el modo de expresar la sabiduría… (pv)
La única posible grandeza humana, dentro de la armonía universal, está en el conocimiento de sí, el cultivo de sí, y la plena manifestación de sí, a partir de la técnica jesuítica del autoexamen:
Sirve […] el considerar el yo como un prisionero en casa cerrada y que, mediante labor, fuera abriendo miradores y salidas al mundo. (vp)
Nuestra única posible grandeza y belleza, ya que no tenemos la exuberancia vital, está en el cultivo constante de nuestras facultades características. (vp)
… nosotros somos los hijos del confesionario; ésa fue nuestra universidad. (vp)
El estudio de los fenómenos de la vida (el estudio del fenómeno de Bolívar, por ejemplo) es búsqueda de sí, en enfrentamiento consigo mismo, desde la propia interioridad:
Tengo un lugar umbrío; boscaje muy agradable, para refugiarme: es mi interioridad. (msb)
Sabe que no me importa Bolívar; me importo yo; él es un índice que se dirige a mí. (msb ii)
Al biografiar a Bolívar yo trato de mí mismo. (msb ii)
A Simón Bolívar lo tuve que buscar dentro de mí. (ce)
El crecimiento de fuera para adentro es autoengaño y vicio, opuesto al autoconocimiento y al cultivo metódico de la propia individualidad, que posibilita la automanifestación y genera la realización de la personalidad:
Lo primero es conocerse, y lo segundo, cultivarse. Nuestra individualidad es nuestro huerto, y la personalidad es nuestro fruto. (n)
Quien busca fuera de sí mismo, se engaña. (n)
El que busca la bondad fuera de sí mismo es vicioso y no encuentra sino vicio. (n)
El proceso de crecimiento y ascensión humanos, como proceso de libertad en acto, tiene que ser proceso vivo, de dentro hacia afuera:
Si uno pretende «elevarse», «profundizar» artificialmente, la obra pierde todo valor. Respeta tu vivencia tal como es y no abuses de ella. […] Vive tu vida, cauto y atento, sin vergüenza de otros y sin pretensiones. (lvp)
En esta vida real todo crecimiento es de dentro para fuera. A nadie se puede ascender o descender por las malas, violando la ley. […] Es proceso vivo. (lvp)
Sólo dentro de sí es posible lograr la comunión con la Realidad o Sustancia que subyace a la múltiple representación fenoménica:
Oye, Ochoa: no busques eso, ello, lo, la ni en el océano apacible, inmenso, soberbio, iracundo; ni en la atmósfera misteriosa y elástica y vehículo de las influencias siderales y de las corrientes de energía vital; ni en el libro, molde de las ebulliciones de la intranquilidad humana; ni en las estrellas, ni en los infiernos… Búscalo en tu interior. Apacigua la intranquilidad de tu corazón y el bullicio de tu sangre, y apenas haya silencio lo verás. (msb)
Y, finalmente, la única lección de esta Tragicomedia es: No lo busques ni en este librito ni en ningún otro. Lo hallarás en ti mismo. Él es lo más cercano de ti, lector; es más cercano que tu yo; pero es lo más lejano de ti, a causa de tu yo. Búscalo muriendo: ¡Leve cadáver en insomne vida! Fin del itinerario. (t ii)
Autoexpresión como patentización original de sí
El rechazo del primer principio filosófico y de la lógica racional-conceptual, propios del intelectualismo aristotélico-tomista, implicó el rechazo del método inductivo-deductivo y determinó la necesidad de hallar un método nuevo que en lugar de posibilitar la construcción de sistemas de enunciados conceptuales, obtenidos discursivamente, como producto de la mente razonante o lógica racional, permitiera, por la convivencia con los fenómenos en devenir, llegar a la comunión con la energía vital de la realidad viva.
Dado que cada existente, como manifestación viva, nueva e irrepetible de la Sustancia Unitotal, es sujeto de experiencias propias y únicas, es preciso que el método, por medio de la convivencia con la vida fenoménica, permita la autoexpresión, o sea la expresión de la originalidad de la propia vida:
Es preciso que cada hombre busque una manera original para mirar la vida. (pv)
Cada uno debe vivir y analizar sus experiencias: así resultará original el tesoro de sus verdades. (pv)
La regla es: sé lo que eres en tu representación. El tímido, séalo, y el descarado, también. (lvp)
Convivencia con los seres
El método que, partiendo del yo, personaliza por el crecimiento de adentro hacia afuera, no es la metodización del solipsismo, sino la metodización de la convivencia con los seres, existentes que manifiestan fenoménicamente la Vida o Sustancia única que se representa.
El conocimiento, el análisis y la expresión de sí se realizan dentro de la vida y en convivencia con sus manifestaciones.
Tienen lugar dentro del marco que imponen al propio yo los prejuicios y el medio geográfico:
Estoy cansado de viajar alrededor de mí mismo, limitado por el cerco de mis prejuicios, limitado por las cimas que enmarcan este valle. (msb)
Porque el hombre encierra en sí todas las personalidades y formas de la vida, es preciso convivir con todas las manifestaciones de la vida:
… no tengo la menor duda de que soy «anormal», tan anormal que me he dedicado a viajar y convivir con todas las personalidades, porque entendí que las tenía todas: del asesino, del cleptómano, del estuprador, del sacristán, del santón, del hipócrita, del ladrón, del perseguido-perseguidor, del coleóptero, del chacal, del Gandhi y del Buda. (lvp)
La observación sistemática de los fenómenos y la convivencia con las criaturas permite ir entendiendo y superando, progresivamente, las formas inferiores de representación, hasta llegar a vivir la comunión con el Ser único o Sustancia única, cuya presencia íntima es lo que se manifiesta o representa vitalmente en la multiplicidad de las formas fenoménicas:
¡Qué bueno vivir y trabajar muchos, muchos años! La vida es un don inapreciable: ver, oír, tocar, oler, sentir, padecer; reaccionar y conocer a Dios y, en consecuencia, amarlo. ¡Esto es todo! (rpo)
Integración al ritmo de la armonía de la vida
Puesto que la lógica vital es la manifestación del ritmo de la vida, el método es la manera de vivir lógicamente la propia vida, o sea, la manera de vivir el propio ritmo, al ritmo de la armonía universal.
Cada vida tiene un ritmo propio:
Es necesario conocerse y cultivar sus propios modos y posibilidades […]. Desde el principio dijimos que cada individuo tiene un ritmo para todo, hasta para pecar. (vp)
Hallar el propio ritmo, o sea, descubrir la lógica vital que rige los propios actos, es el problema y el programa:
El ritmo, hijos míos […], es nuestro programa […], y así pagaremos todo el dinero que han robado y seremos cultos y no gritaremos: ¡Silencio, hijos de puta!, ¡nos hacemos matar! (hd)
Hoy tengo remordimiento. Hay gran combate. La manera de vivir que deseo desde que filosofo me está criticando los actos ejecutados ayer y hoy. Conozco un ritmo para mi vida y no lo he podido coger. (er)
Por el padecimiento y la meditación se llega a descubrir la lógica o ritmo vital de nuestra existencia y de nuestra acción:
Ritmo viene de un verbo griego que significa fluir. ¿Cuál es tu ritmo? Ahí tienes un problema vital. Según tu ritmo, así será tu vida en todos sus aspectos de duración y modos. (ant xv)
… porque aún es posible coger el ritmo, pues no he muerto. Aún padezco, pero medito. (er)
Disciplina y contención
El hombre, manifestación de la Sustancia única en coordenadas espacio-temporales-pasional-mentales, existe como viviente, acumulador de vitalidad, en un universo ordenado, metódico y alegre:
Toda la vida cósmica es ordenada, metódica y alegre. (vp)
En el universo, armónico y ordenado, el hombre vive apresurado, urgido por el deseo del goce; para liberarse del deseo se precisa de la contención metódica, que no es ni huida ni rechazo de la vida, sino goce posesivo y controlado de la energía vital:
¡Échame a Baco, que ya no quiero a los santos descarnados y tristes! ¡Échame la copa llena de todos los instintos terrenales! Oye mi doctrina, nacida en las quebradas de Sonsón: somos contenidos para ser potentes; castos, para poder amar; sobrios, para poder comer y beber; reposados, para poder caminar; tranquilos, para poder matar con un amago de acto. (ce)
La contención permite conservar la alegría, resistiendo la urgencia del goce:
El único método para vivir que conserva la alegría, es vivir resistiendo al deseo que nos urge por el goce; vivir despacio, inervados. Pascal dijo que el método liberta el espíritu. […] ¡La esclavitud del alma por los deseos es de temer como la muerte! ¡Peor que la muerte eres tú, apresuramiento! (vp)
Quien viva como si algo le fuera indispensable, es indigno. (msb)
Lograr que la acción no sea dilapidación, sino manifestación de la divinidad, que es la esencia del hombre:
El hombre contenido no se dilapida, y su fuerza, sus órdenes, sus estímulos y sus oraciones surgen de su esencia. […] Contenerse: esta gran fórmula para ascender en conciencia, consiste en no dejarse poseer. (msb)
El hombre concentrado es muy hermoso, está más allá de la belleza animal; hace parte de la divinidad. […] Decimos: Parece que el hombre sea un animal, pero divino. (er)
Ningún mayor bien que la sinceridad y la posesión de sí mismo, sometiendo a mesura y a razón los impulsos: porque eso somos, impulso hacia Dios, impulso que se desvía, cuando sale de la razón. (n)
El heroísmo y la virtud consisten en la capacidad de enfrentar las dificultades y encauzar la energía por caminos nuevos para el desarrollo de las latencias ancestrales:
Heroísmo y virtud consisten en atacar la dificultad, y, vencida, atacar otra y que durante la muerte se esté aún atacando. La vida del hombre es disciplina. […] Pelear, el que teme; abstenerse, el que necesita. No tiene dificultad sino el que se contradice. (er)
¿Qué hacer con esta necesidad, pues yo no me amo? ¿Será posible hacer brotar herencias latentes, yemas que no se han desarrollado? Quizá, controlando mi habituación, para obligar a la energía a coger por otros cauces… Si no lo hiciere, moriré, pues me siento con una gran melancolía y completa esterilidad. (lvp)
Padecimiento, renunciación y meditación
El hombre, por ser existente pasional-mental, sólo conoce lo que vive, y sólo vive lo que padece y medita; por ello, sólo asciende por el padecimiento y la meditación:
No hay ascensión sino mediante lucha; en ella se perfecciona el hombre. (msb)
… padezco, luego asciendo. (ant xv)
El padecimiento, como renunciación o Cruz, es camino inevitable para ascender hasta llegar a la Verdad, en lo cual consiste la realización de la vida:
… el camino de la verdad es la renuncia. Les repito a los jóvenes guerreros, que una renuncia, por pequeña que sea, nos eleva muy alto, por allá, a la aurora. El camino es el renunciamiento, o sea, la Cruz. (er)
… pero que a mundo superior nadie podía entrar sino llevando su cruz a cuestas, imponderable ya. (lvp)
El hombre es individuo agonizante que a la comodidad prefiere el ascenso, e individual y socialmente asciende por el dolor:
El hombre no es marranito engordado de Nochebuena. Prefiere hambre canina y dolores de parto a tener seguridad de engordar, de dormir cobijado y de morir atendido. El hombre duerme solo y muere solo. Nunca se logrará que muera en sociedad. La gran blasfemia es renegar del dolor. Este es el pan específico del hombre, y es la felicidad. Ahí está el problema: el que el dolor es preciso y precioso, y que todos los planes sociales han querido acabar con él. (ant xiv)
Resumiendo: cada uno tiene el negocio suyo, el enredo que vino a desenredar, que es lo que desarrolla y representa realmente en este mundo; lo que digiere en sus varias representaciones que cree que son sus asuntos. Y casi todos creen que es con los demás, y que son varias actividades, pero se trata íntimamente de un negocio personal, con uno mismo, digiriendo su persona para encontrar su originalidad. Y, como apenas apura la agonía, el pleito se va haciendo dolorosamente consciente, salta entonces la originalidad, y por eso es por lo que sostengo que la mejor profesión es la mía, atisbador de eso. El agonizante cada vez huele más a sí mismo, camina, orina y hace todo como sólo él puede hacerlo, en fin, va siendo él mismo. (lvp)
Pero el padecimiento, efecto y manifestación de la pasionalidad, no genera por sí mismo la liberación; para ir siendo cada vez más hasta llegar a ser, simple y desnudamente, dios en Dios, es preciso meditar el padecimiento; existir padeciendo-entendiendo:
¡Qué angustia me causan las jóvenes bellas! Porque no son mías. Soy muy carnal, muy carnal y padezco. Padezco, pero medito. (er)
Decididamente, es una escuela y el lema es el viejo que siempre he tenido: «Padezco, pero medito». (lvp)
El padecimiento y la meditación son el camino para entender intuitivamente, conocer vivamente y asumir inteligentemente lo que se vive fisiológica y emocionalmente:
He vivido, dicho, repetido, predicado que el hombre no conoce sino porque padece y medita, porque hace el viaje pasional y luego el mental, es decir, porque se enfrenta al medio y lo domina o humaniza: quiere decir, porque trabaja inteligentemente. (jfr)
No podemos no padecer o tener pasiones, pero debemos padecer y entender. «Toma tu cruz y sígueme». (lvp)
Nadie puede nacer de nuevo y efectuar los viajes […] sin haber padecido y entendido intuitivamente (ver en sí mismo) esas realidades provisionales. (lvp)
Desnudamiento total
Por el padecimiento y la meditación se va llegando a la desnudez, condición indispensable para lograr la egoencia, autoexpresión, personalidad, comunión con la Realidad, Amencia.
El seguimiento incansable de sí, instante a instante, y la convivencia cada vez más amplia y profunda con el universo, en la instintividad, la renunciación, la meditación y el conocimiento, va generando la desnudez, o sea, la liberación de los mundos de la representación temporal, espacial, pasional y mental, y de la atracción de los entes que los constituyen, como productos de la limitación existencial.
El desnudamiento total, o sea, la liberación de los límites (embolias, vicio solitario, atracción ejercida por los entes con apariencia de ser, generados por los procesos pasionales y racionales: pasiones, pensamientos, conceptos, juicios, ideologías; coordenadas existenciales o categorías de existencia, etc.), constituye el objetivo del viaje metafísico, desde la existencia hasta el Ser.
A medida que el hombre va consumiendo sus instintos, se va libertando de sus prejuicios, va superando las coordenadas pasionales y mentales de la existencia espacio-temporal; va expandiendo la capacidad de convivencia con el universo; va realizando más plenamente la vivencia de la Presencia o Intimidad que fundamenta o sustenta toda representación existencial, hasta llegar a la total desnudez, es decir, a Ser en la Amencia, lo cual constituye la realización de los viejos aforismos de El Hermafrodita dormido: «No pienso, luego soy», y de Mi Compadre: «Fornicar con la verdad desnuda».
El desnudamiento es la liberación de todo aquello que limita e impide realizar el paso de la existencia al Ser.
El método es medio para el desnudamiento de las pasiones:
¡Cuán divino es el destino último de lo creado, mi destino! ¡Qué resistencia me pone mi personalidad! Yo no deseo nada violento. Somos pasiones hasta que rompamos las cadenas de la causalidad física. No me enojo; no me exaspero; no me afano. (msb)
De las limitaciones y las embolias:
… todo aquello que nos estimula, aquello que nos liberta de nuestras limitaciones y embolias es libertador. (dm)
De costumbres, herencias e imitaciones:
Nos libertaremos por medio de los métodos. […] La virtud del método está en él mismo, en obligarse uno a vivir de un modo que no sea el heredado, aquel a que acostumbraron nuestras células los antepasados. ¿Qué me importan los antepasados? Yo debo autoexpresarme. […] Mi objeto es destruir en mí la costumbre, y, cuando lo haya logrado, mi alma se aparecerá y tendremos un niño nuevo, una danza nueva, y no estas eternas cosas viciosas, heredadas, imitadas. (dm)
De la mala conciencia:
Deseo librarme de la mala conciencia y para conseguirlo no retrocederé ante ningún método. […] El verdadero pudor consiste en la perfecta inocencia proveniente de la sabiduría. (msb)
Del fardo de las limitaciones mentales y del conocimiento conceptual:
El hombre vive dentro de una cárcel férrea que consiste en sus representaciones mentales. ¡Qué poder el de la formación mental! Ella hace el cuerpo; determina los actos. Hace curva o chata la nariz, recta o bizca la mirada… Yo estoy cansado de ser una víctima de mis formaciones mentales bajas. (msb)
Cuando ya no se es algo o alguien, dentro de las coordenadas, sino ninguna cosa, plena unidad con la Vida, Sustancia o Realidad, más allá de la mente, en la categoría de eternidad, el múltiple proceso desnudador o libertador del método ha llevado al viajero a la realización de sí mismo, en la total desnudez que es ninguna cosa, amencia, idiotez-sabiduría-beatitud:
Vivir es ir desnudándose, digiriendo la nada de uno. Un viaje, un desnudar indefinido. Buscar la nada, hacerse nada, confesarse y arrojar a los hombres el cadáver de su nada y vas sintiendo el terror, y temblor y beatitud de la infinita intimidad, que ya no es nada, sino ninguna cosa, pura desnudez. (lvp)
¿Que la sabiduría-beatitud no se parece mucho a la idiotez, y que la «ciencia» o sabiduría mental no se parece al choque angustioso de dos ejércitos enemigos? (t ii)
Sinceridad absoluta o fidelidad a la verdad
La belleza del hombre, existente en proceso, energía que se deshace y se va de las categorías de la existencia, consiste en la aceptación, desfachatada y orgullosa, de la propia existencia que navega hacia la muerte:
Acepta tu ser y al universo con orgullo y llévate a ti mismo desfachatadamente, así como las muchachas llevan las tetas. […] ¡Qué bello serás cuando creas que eres bello! El súmmum de la sabiduría es aceptarse a sí mismo, pues somos cagajón aguas abajo. (ant x)
La vida de González fue de una fidelidad inquebrantable a la verdad. No mentir fue la norma fundamental de su búsqueda:
El día en que vaya a morir, diré: «¿Qué? Yo dije lo que me dictaste; yo no mentí; yo me auto-expresé; cuando sentí en verdad que alguien era perverso, dije: “Hijo de puta”, y cuando vi santidad balbucí poemas infantiles». (msb ii)
No decir una mentira aunque nuestra vida se acorte. (ant xi)
… es tarea imposible la de que no digamos toda la verdad. (db)
Para decir toda la verdad, ya que es nuestra cónyuge […]. (db)
Decir lo que sentía y pensaba fue la inmunda práctica de Manjarrés. Eso lleva al nudismo y al vivir a la enemiga. (me)
Sí, Excelencia… Era, soy y voy siendo todo eso que brego por comunicar en las pláticas montañeras que su Excelencia dice… Es verdad todo eso de las tentaciones y pecados y conferencias-confesiones… ¿Cómo negar lo que voy siendo? Sería mentir y resistir a mi cruz o camino. […] Jesucristo nos dejó un mandamiento, no mentir, pues dice: «Toma tu cruz y sígueme». (t i)
La sinceridad y la verdad acaban por ser más que hecho moral o axiológico, una realidad ontológica: ir siendo la nada en la Presencia haciéndose las Bienaventuranzas:
Existiendo en la diafanidad del Padre, o sea, no mintiendo, siendo la nada que somos, vamos en viaje infinito participando de la Presencia, siendo menos ausencia, cada vez menos, y menos; siendo las Bienaventuranzas. (t ii)
Quietud receptiva
A medida que por la disciplina, la contención, la lucha y la renunciación el hombre trasciende mundos de representación y llega a universos no representativos, es preciso que tome una actitud de quietud, apertura y receptividad plenas.
Es preciso superar el pensamiento y los deseos egoístas, en cuanto son creación del individuo:
No pienso, luego existo. Pues sólo así soy dueño de mí, individuo. Las ideas obsesivas tienden a realizarse en movimiento acelerado. Mientras más te des al mundo, menos te abandonará el pensamiento; aun en el sueño te atormentará; y algún día sentirás el hastío de ti mismo; desesperado, querrás cambiar de vestidos, de lugar, de personas, pero tu pensamiento, tu creación no te abandonará. Esta es la regla: no pienso, luego existo. (n)
Semejante a Dios es el que siente que todo es suyo. Es cualidad muy fina, propia de quienes pasan de la etapa de la emisión de juicios. (hd)
¡Deja las puertas abiertas! ¡Nada busques! Recibe todo lo que llegare, el bien, y también el mal, transformándolo. Nada mejor que la ausencia del deseo incontrolado, o sea, egoísta. (n)
Vivencia del instante
El método que González descubre y aplica exige vivir atentamente sobre sí mismo, minuto a minuto, atisbando a las criaturas y conviviendo con ellas, padeciendo y agotando las pasiones, llevando su cruz, renunciando a los deseos, meditando lo vivido y padecido, escuchando las voces, creciendo en conciencia, pues en el instante está la realidad:
Soy el instante presente. Mi pensamiento presente, ese de que estoy impregnado y que es una resultante de lo vivido, eso soy, y por eso soy lo que soy, feliz, pobre, desgraciado o rico. (msb)
Pero el instante es actualidad-resumen de todo un ir sucediendo, que aún sucede; no la absolutización del instante como realidad única o totalidad absoluta:
Los infiernos son el politeísmo de la conciencia, el presentismo. Presentismo es aquel estado primitivo en que el instante, con su contenido, se endiosa, se vive como único, sin nexos con el sucederse. Es la atomización de la conciencia. Lo llamo politeísmo, en el sentido de que hay tantas presencias como instantes, y exclusivas. (lvp)
Seguimiento de Cristo
Al llegar al Nuevo Nacimiento o Reconciliación de contrarios: vivencia de la liberación del devenir determinista, y de la ley de causalidad que lo rige, el método agonístico para la liberación de la necesidad causal se convierte en método de la vivencia de la libertad o de la Gracia, y de camino de lucha y ascetismo se convierte en contemplación de Dios, culminación del Viaje infinito: unificación con la totalidad del universo, vivencia de la total solidaridad con los hombres, experiencia de comunión con Dios, Beatitud o Bienaventuranzas:
Es decir, «tomando tu cruz y siguiendo a Jesucristo», serás hermano suyo. Y como Él es uno con el Padre, todos seremos uno con el Padre y el Padre con nosotros. Esto es la totalidad del Viaje infinito. (lvp)
En la total desnudez, y sólo en ella, desde la conciencia de Gracia, que es aceptación de la propia nada, redimida por Cristo; saberse nada en representación, libertado por Jesucristo de la ley de la necesidad, puede viajar por el reino de Cristo:
Sólo será digno de viajar por el Reino de Cristo el que se sepa, se viva y se confiese como una nada, una nada redimida por Jesucristo y que el mérito de ello es de Jesucristo. (lvp)
Cristo liberta de las falsas presencias, o sea, de la presencia de las ausencias, de las ausencias que aparecen y se viven como presencias, y lleva a la Presencia, Intimidad, Realidad o Dios Padre:
¿No ven que todo vivir la cruz siguiendo a Jesucristo no es sino un ser arrojados los oscuros demonios por la Presencia que nos guía? (t ii)
* * *
Formulaciones del método
El método nunca está terminado: a medida que González, por superación de viejas ausencias, vivencia de nuevos mundos y realización de nuevas presencias, va avanzando desde el mundo del idealismo de la ensoñación, a través del mundo fenoménico determinista de la causalidad, hasta llegar al mundo esencial o sustancial o presencial o íntimo de la libertad y la Gracia, van apareciendo nuevos elementos metodológicos.
El método dinámico-vivencial que González va descubriendo y construyendo, a partir de su experiencia, es un proceso de convivencia integral con las manifestaciones de la vida, en la conciencia: vivir y agotar la instintividad subconsciente, reaccionando fisiológica, pasional, emocionalmente, sin trabas, con total desenfado y desfachatez; realizar con entera sinceridad los procesos reflexivos analíticos del yo mental; por la disciplina, la contención, la renunciación y el sacrificio, ascender a mundos de conciencia y de realidad, cada vez más altos; por la comprensión generada por la meditación, y la desnudez generada por el sacrificio, lograr la plenitud de la personalización, o sea la liberación de los determinismos causales de los mundos de la apariencia pasional y mental, la superación de las dicotomías pasionales y mentales y la comunión viva con la Presencia o Intimidad, más allá de las categorías de tiempo y espacio.
Se trata de un método para viajar por los mundos fenoménicos o de las coordenadas de representación, en convivencia con los seres en la propia conciencia, hacia mundos superiores en los que, agotadas la representación fenoménica y sus categorías de espacio y tiempo, pasionalidad y mentalidad, en la categoría de Eternidad, en el silencio de la Amencia, por el suicidio de arriba, se pasa de representación o existencia a ser, en comunión con la Sustancia o el Ser o el Néant o Dios.
El método, que tan laboriosamente fue elaborando González, a partir de la lógica vital, el conocimiento como sabiduría viva, y la metafísica como vivencia, es un método inútil para formular conceptos y elaborar teorías científico-conceptuales, cuya praxis es el ejercicio de la dominación sobre seres y entes; se trata de método vivencial para lograr la convivencia y unificación con los seres, presentir o leer el futuro latente en los hechos del presente; acceder, en la desnudez, a la comunión con la Vida o Dios, en la Amencia.
Se trata de método para convivir amorosamente con los seres, hasta la unificación, y para desnudar la realidad viva en los entes; no de método para imponer las categorías de la mente a los seres, por medio de conceptos y técnicas experimentales:
Nada de eso que llaman «método experimental», que no es más que imponerles nuestra mente. No, la convivencia va sucediendo, pero amistosamente, por entrega del ente: unificarse con el ente. (t ii)
Cuatro formulaciones diferentes hizo González de su método de toda la vida, consistente en viajar en sí, desde sí, sobre sí mismo, conviviendo con las manifestaciones de la vida, hasta concienzarse, o llegar por el desnudamiento, desde la representación hasta la Realidad, desde los fenómenos hasta la Esencia, desde las formas hasta la Sustancia única, desde el yo hasta la Intimidad, desde la multiplicidad de las presencias hasta la unidad de la Presencia, desde la Nada negativa (rien, ente vacío con apariencia de ser) hasta la Nada positiva (Néant, nada de ente, Ser total o Dios).
Primera formulación del método: viajar a pie
El Viaje a pie desde el Medellín de los mercaderes hasta las cumbres del Ruiz, donde el viajero, estimulado por la pura nada de la luz, enuncia su metafísica del amor, y la inmensidad del Pacífico, donde el viajero del mundo pasional, estimulado por las urgencias de la sensibilidad y regido por las leyes de la necesidad causal orgánica, se enfrenta con Dios, es un viaje propedéutico en el que Fernando González hace la primera formulación de su método: viajar a pie desde la conciencia fisiológica, dimensión orgánica elemental, hasta la conciencia cósmica, relación con Dios.
Viajar a pie es método dialéctico-vital de convivencia con la realidad en cuanto representación de los seres en el Yo, o sea viaje por la realidad representándose en la propia conciencia, y viaje por la propia conciencia conviviendo con los fenómenos.
Elementos fundamentales del método de viajar a pie
Punto de partida
Los estados orgánicos, pues los fenómenos morales consisten en conciencia de estado orgánico:
… la libertad es sentimiento u objetivación; otro es la salud; otro la belleza; la esclavitud y la fealdad lo son también. En otras palabras: todo fenómeno moral es conciencia del estado orgánico. Corolario. Las creencias son objetivación de sentimientos. (ce)
Dinamismo
Actuación metódica de la vitalidad de la que el hombre es manifestación:
El hombre es vitalidad, acumulador de vitalidad, y es preciso ser metódicos. La vitalidad conserva el organismo después de formarlo y lo defiende; cuando esa fuerza nos abandona, enfermamos y morimos. (vp)
Praxis
Descubrimiento amoroso de los contenidos de la conciencia:
La libertad no se aprende, ni se da, sino que se conquista junto con la salud. […] ¿Crees que se pueda ordenar así: «¡Cree!», «¡Ama!»? No; creer y amar son cosas involuntarias. Creemos lo que está en nosotros y amamos lo que deseamos. (ce)
Gasto metódico de la energía acumulada:
Eso nuestro, la energía, lo dilapidamos en el deseo desordenado. ¿Qué debemos hacer? Acumular fuerza y gastarla con método; porque el avaro de su fuerza es un miserable. Hay que darle a la fuerza su destino, que es gastarse. (vp)
Técnica
La contención y el sacrificio. Vivir la vida como camino, en la limitación y el sacrificio:
La fuerza nerviosa es una cantidad determinada en cada uno y hay que gastarla con método. Educar la voluntad no es otra cosa que crear llaves de contención para los nervios […]. (vp)
¡Quieto aquí, corazón! Esta boca nos devora y nos devoran estos corazones ansiosos. El método y la contención son los que pueden hacer del hombre un bípedo interesante. (vp)
La contención permite al hombre vivir inervado y alegre, resistiendo el deseo del goce y usando de las cosas sin dejarse poseer por ellas:
El único método para vivir que conserva la alegría, es vivir resistiendo al deseo que nos urge por el goce; vivir despacio, inervados. (vp)
En este correr apresurado de los segundos, nosotros, el hombre fiera, tenemos como primer mandamiento la contención. […] Nadie goza sino nuestro joven metódico que usa de las cosas y no se deja poseer por ellas. (vp)
El dominio de sí permite sacar el mejor partido del propio modo de existir:
Hay que aprender a dominarse, a ser uno mismo, a sacar el mejor partido de su propio modo. […] No aspiremos a ser otros; seamos lo que somos, enérgicamente. Somos tan importantes como cualquiera en la armonía del universo. Todos los seres pueden ser igualmente hermosos. (vp)
Pedagogía
La escuela disciplinaria, en la convivencia con la naturaleza y los maestros instigadores (manifestaciones de la belleza humana), genera hombres libres en la inocencia y la felicidad orgánica:
Mi programa es escuelas disciplinarias al aire libre; hombres bellos (maestros) que den su belleza a los niños. […] Pueblo libre será aquel en donde los niños sean criados en la inocencia y la felicidad orgánica. Hacer hombres es crear animales sanos. (ce)
Los regímenes propician la sinergia, expresión de la libertad, como alegría y ausencia de temor:
El sentimiento de libertad aparece mediante estímulos, cuando los órganos especializados funcionan en sinergia. Sentirse libre, sonreír y no temer. Esto se consigue mediante regímenes. (ce)
Mi deber consiste en explicar bien que predico la disciplina […]. (ce)
Finalidad
Conquista de la libertad, llegada al espíritu, o sea, realización del hombre libre o el anarquista o el Hijo de Dios:
[El Manual del viajero a pie es] manual del hombre libre. (ce)
… largo camino que hay desde la materia amorfa hasta el universitario anarquista o hijo de Dios […]. (ni)
Segunda formulación del método: el método emocional
En Mi Simón Bolívar aparece el método emocional como viaje hacia la universalización de la conciencia y la conquista de la libertad, por el conocimiento comprensivo, a través de la unificación emocional.
Nociones
La emoción es la conciencia del estado orgánico. (msb)
El método se denomina emocional, pues consiste en la comprensión de la realidad por la unificación emocional, cuya culminación es el sentimiento místico, o concentración de la conciencia en Dios, hasta llegar al éxtasis:
Emocional llamamos nuestro método. Comprender las cosas es conmoverse; hasta que uno logre la emoción intensa, no ha comprendido un objeto; mientras más unificados con él, más lo habremos comprendido. […] El supremo sentimiento místico es la concentración de la conciencia en Dios: una unificación tan completa, que llega a producir el éxtasis. (msb)
Fundamentos
El método emocional se fundamenta en la centralidad del hombre en el universo:
… Lucas y yo sostenemos como un primer principio que el hombre es centro del universo, el cual es alimento para su conciencia. (msb)
No me importa sino el método emocional: que el hombre se engrandezca. Todo se hizo para el hombre. Así debemos predicar. Es el panhumanismo. (msb ii)
La universalidad de la conciencia y la emocionalidad:
Nada habla, sino el hombre. Los árboles están sembrados y los mueve el viento, pero callan. Los animales no hablan, ni los minerales. Pero todo es consciente y se emociona. (msb)
La condición ascencional y universalizadora de la conciencia:
Somos diosecillos andrajosos que trepamos la escala de la conciencia. Sentémonos a la puerta de todo lo bello hasta hacerlo nuestro, por el método emocional. (msb)
La condición ambivalente de la acción, que esclaviza o liberta:
Hay acción absorbente y deprimente; la primera es emoción y la segunda, pasión. Contemplamos —por ejemplo— una mujer hermosa: si nos desordenamos, toda nuestra energía se la absorbe ella y quedamos temblones, ansiosos y enfermos. Abramos nuestra alma a los fluidos de la salud y la belleza de esa mujer y así nos tonificaremos armoniosamente. Estar pletórico o eufórico, significa lleno, dueño y tranquilo. La belleza es un reino y sus esclavos son los incontinentes que ignoran el método que conduce a la sabiduría. (msb)
La posibilidad de la comunicación emocional, sin necesidad de palabras:
… los grandes conscientes que ha tenido la humanidad han percibido, como una etapa próxima del hombre, la comunicación emotiva, sin necesidad del lenguaje articulado. (msb)
Ámbito
El ámbito del método emocional es el universo:
… no perdamos de vista que el universo es el objeto y que no debemos ser poseídos. (msb)
Praxis
Viajes por los fenómenos en la conciencia, o sea, consideración deleitada de emociones e ideas, hasta sentir viva la realidad:
¿Cómo absorbemos la energía? Una nota de Lucas, nos responde: «Considerando las emociones e ideas y paladeándolas. Ahora estoy tibio; siento circular por mi organismo todo el paisaje, todo el sol, todo el sonido y todo el silencio. Yo en la Tierra y la Tierra en el cosmos. Nada hala de mí […]». (msb)
Usaremos nuestro método, el emotivo: revivir la historia por el procedimiento de la autosugestión, según la técnica que expusimos en el tratado del conocimiento, que lleva por título Mi Simón Bolívar. (s)
Convivencia amorosa, o sea, sentir con los seres hasta asimilarlos y unificarse con ellos:
… la conciencia es todo en el hombre y el secreto de la sabiduría consiste en vivir con todas las cosas. Para entender al niño hay que tener la emoción infantil. Para entender a los astros hay que vivir con ellos… […] Todos recordamos nuestros instantes de amor. La compenetración con el ser querido la percibe uno sin saber cómo llegó a esa percepción evidente; es entonces como si ambos amantes pensaran y desearan del mismo modo, y ambos saben (¿cómo?) que se aman y lo que desean. Es una ley superior a la de las ondas eléctricas. (msb)
Método emocional. Vivir con el cosmos. Por ejemplo, el agua: que el niño hunda las manos en ella, y medite las sensaciones; que se sumerja en el remanso y en la corriente y medite; que la perciba correr a causa de su apego a la Tierra, deslizarse en busca del recóndito centro terrestre. ¡Eso es amor! Que siga su curso durante horas, oyendo sus rumores o rugidos; que se penetre de su labor aplanadora, fecundante. […] Saber no es otra cosa que convivir, que asimilar, que unificarse con los seres. (msb)
Si no trato con amor, con simpatía, no aprenderé, pues lo enemigo se repele. Eso es lo que llaman método emocional, y digo: 1.º El hombre se conciencia; 2. Por el método emocional, conviviendo. (msb ii)
Realismo y objetividad, pues se trata de crecer en la unificación con la energía universal, y no con entes mentales:
Hasta hoy estuve equivocado en la aplicación de mi método. Creaba yo el personaje, y resulta que éste debe ser real, independiente de nosotros, para asimilarnos su belleza. Primero fue Bolaños, luego Jacinto y después Elías; eran personajes creados por mí y, por lo tanto, sólo tenían lo mío. Pero claro está que en el método emocional los objetos que han de servirnos para nuestro acrecentamiento deben ser completamente objetivos. La belleza o energía está regada en el universo y podemos asimilárnosla. (msb)
Finalidad
La expansión de la energía:
La energía se expande, mediante el método emocional. (msb)
La alegría de vivir, por el poder de la conciencia:
El que se entrega al método emocional sabe que la alegría está en el poder de la conciencia. (msb)
El embellecimiento personal:
Sólo por la emoción podremos embellecernos a nosotros mismos. (msb)
La percepción de la voluntad y de las ansias de los seres, por la penetración de la conciencia en todo lo existente:
El sabio, mediante el método emocional, ha percibido la voluntad de todos los seres y las ansias de todo lo que existe. Mediante ese método ha hecho que su conciencia, por decirlo así, avanzara sus raíces, como inmenso árbol, a través de todo lo que existe, para nutrirse de ello. (msb)
La vivencia de la verdad, gracias a la reviviscencia del pasado, emocionalmente inervado y organizado en quien vive la verdad:
El método será el emocional: revivir la historia hasta sentir que se organiza e inerva, tibia como lo está mi mano. Nadie podrá decir que así no es, cuando yo sienta que está viva. (mc)
La predicción del futuro, pues en cuanto el acontecer histórico es manifestación de energía, mediante el método emocional es posible comprender el pasado y, a partir de su comprensión, prever el futuro manifestado como índice en los hechos pretéritos:
¿Qué es historia? La ciencia que de una sucesión de hechos sociales induce la energía que en ellos se manifiesta, y el futuro. Considera los hechos como índices de una voluntad. Es útil, por futurista; emocional, por adivina; estética, porque vivifica. Trabaja en las formas pasadas para prever las futuras. (s)
¿Qué señalan esos índices, materiales para la historia? Señalan el por qué sucedieron. Y como la energía que en tales fenómenos emergió no se extingue, también nos señalan el futuro fenoménico. (s)
La unificación con el universo, viviente en la propia conciencia, o sea, la percepción de sí mismo como Dios:
Nosotros llamamos sabio al que ha sentido vivir el universo y ha vivido con él. De ahí la gran idea trascendental de Lucas, que verá el lector más adelante, acerca de la conciencia. Por ella divide así a los hombres: fisiológicos, hombres maridos, hombres cívicos, patriotas, continentales y hombres de conciencia cósmica. Este último es el sabio; se ha unificado con el universo y percibe esa unificación; se percibe a sí mismo como Dios. ¿No somos hijos de Dios y, por consiguiente, dioses? (msb)
Tercera formulación del método: la brujería
La brujería, como método, es la búsqueda de un método camino que permita superar el método racional-conceptual, aristotélico-tomista y moderno, con el que se construyó toda la filosofía mental de Occidente, que redujo la unitotalidad de la Vida a la estrecha dimensión del yo y la mente; atomizó en ciencia, filosofía, moral, mística, sabiduría, etc., el conocimiento comprensivo, privándolo de su poder de convivencia con la vida, profetismo de futuro y fuerza de liberación; confundió el ser con el ente, y se enfrascó, inútilmente, en la pregunta por el ser del ente y el deber ser del ser.
Es la búsqueda de un método que permita superar los métodos de la filosofía oriental, budista, hinduista, taoísta, etc., que intenta la salvación de la unidad de la Vida a través de la aniquilación del yo; y el logro de la plenitud vital, considerando el devenir como maya o ilusión, y negando la Vida en las manifestaciones vitales, la Presencia en las presencias, la Intimidad en las intimidades, la Realidad en las representaciones.
Es trabajo filosófico de liberación por el crecimiento en conciencia, realizado dentro de la sabiduría intuitiva o magia o brujería de los mundos oriental, occidental, indígena americano y cristiano, en cuanto experiencias vitales, ajenas, todas ellas, a las llamada ciencia occidental, mental-conceptual.
Es la búsqueda de integración de la armonía cósmico-contemplativa de las filosofías orientales, occidentales e indígenas americanas, con la fuerza libertadora de la cruz- resurrección cristiana, encarnada en la beatitud de las Bienaventuranzas.
Es el intento de una filosofía integral y auténticamente latinoamericana, integradora de la sabiduría universal y superadora de las antinomias entre filosofía oriental y filosofía occidental, nacidas de las aporías y frustraciones de cada una de ellas.
Es el intento de elaboración de un método para una filosofía mística o una mística filosófica, o sea, una razón viva que permita el saber para la contemplación y la armonía con el universo, en lugar de la ciencia para su dominación por el conocimiento; es la búsqueda de una manera comprensiva y no analítica de mirar de la vida, que permita una visión profética del futuro, un conocimiento libertador y una convivencia espacio-temporal con los seres, capaz de conducir a la contemplación atemporal o conocimiento vivo o amencia, más allá de coordenadas de juicio y valor.
Noción
La brujería, como método, es el viajar a pie, o el método emocional, en cuanto se potencia la concentración autoposesiva, para el logro del conocimiento intuitivo:
La ciencia de la brujería, abandonada hoy a causa de la civilización de cocina, se reduce a las siguientes reglas: I. Concentración; II. Aquietamiento; III. Vitalización de las facultades escogidas para desarrollar. Estas tres reglas son una sola que consiste en esta palabra de oro: poseerse. (msb)
Fundamentos
La posibilidad de liberarse del deseo, por la separación de conciencia y deseo:
La conciencia aumenta el deseo de aquellos objetos que se colocan bajo su dominio. La cuestión para inhibir el deseo es separar de él la conciencia. (msb)
Praxis
Dejarse poseer por las energías vitales hasta que, logrado el reposo potencial, el alma repose en el infinito:
Los que dicen que hay que concentrarse cometen el error de incitar a la concentración voluntaria, causando desarreglos, enervamiento. No; hay que dejarse poseer, que el alma se bañe en el infinito. Reposo potencial: entonces todo vendrá al brujo. (ant xiii)
Eliminación de todo esfuerzo posesivo; sólo el esfuerzo inhibitorio necesario para la superación de la búsqueda de fines individuales, pasionalidad, deseos y tendencias hereditarias, para lograr que el hombre se vaya convirtiendo en pura receptividad o sustancia potencial:
El brujo no hace esfuerzos sino para evitarlos; no espera ni desespera. […] Respecto del método, diremos que se reduce a gran esfuerzo inhibitorio: frenar su individualidad, los deseos, para ir siendo alma en reposo receptivo. Sólo durante el aprendizaje hay en él esfuerzos enervantes. Poco a poco se va convirtiendo en sustancia potencial. (ant xiii)
Al decir que el mago no hace esfuerzos, hay que aclarar que se trata de bregas para la realización de fines individuales, modos de ser hereditarios o personales. También hay que aclarar que durante su formación el brujo se esfuerza por inhibir su deseo carnal, hereditario, individualista. (ant xiii)
Finalidad
La finalidad del método de la brujería es lograr la comunión con el universo.
Para conseguirlo, el método es liberarse de deseos y tensiones, generados por la concentración voluntaria que enerva e impide la receptividad plena, y lograr el total aquietamiento, en la desnudez, con lo cual se posibilita la aparición del mago, es decir, la manifestación del espíritu inmortal o Vaho (Esencia o Intimidad o Presencia) que hay en el hombre:
Muerto todo eso, aparece el mago, aparece el espíritu inmortal que embellece al cuerpo; es el vaho divino. (ant xiii)
La brujería permite hallar la realidad dentro de sí y liberarse del esfuerzo estéril de la búsqueda exterior, que sólo logra convertir en pseudorrealidad los entes mentales imaginarios:
A la realidad no hay que buscarla. Se la busca lejos infructuosamente, logrando apenas convertir lo imaginario-mental en vana realidad. (t ii)
Más allá de la mera representación existencial, la brujería es la realización de la unidad saber-ser (anarquía, comunismo, inocencia, hermafroditismo, sueño sáfico, nuevo nacimiento, cielo, paraíso, silencio, amencia, beatitud, bienaventuranzas), todo lo cual es única y total Realidad, en la reconciliación de los contrarios, al pasar de la representación a la Presencia, de las coordenadas a la Intimidad, del existir al Ser:
Si estamos atentos, amentes, recipientes, serenos entendiendo-siendo. (t ii)
Cuarta formulación del método: la teoría de los viajes
La «Teoría de los viajes» es un método para superar los mundos de la necesidad o de las coordenadas, y pasar del mundo del padecimiento de deseos, odios, amores, emociones (mundo pasional), y del mundo del imaginar, pensar, conceptualizar, racionalizar (mundo mental), al mundo de la universalización de la conciencia, unificación con Dios en la Amencia o Beatitud (mundo espiritual).
A la vez que síntesis de las búsquedas y hallazgos del viajar a pie, el método emocional y la brujería, la teoría de los viajes o de las presencias presenta el método para la metafísica vivencial, o sea, para la metafísica de la liberación del determinismo causal y la vivencia de la libertad en la Gracia.
La teoría de los viajes o de las presencias, como método, es camino para pasar de la convivencia agónica con las manifestaciones de la realidad en coordenadas, dentro de categorías espaciales, temporales, pasionales y mentales, propias de los mundos de la necesidad, a la comunión viva con la Realidad o Vida o Presencia o Intimidad o Padre o Néant, en la Beatitud, dentro de la categoría de eternidad.
Se trata de un método para salir del mundo determinista causal de la representación o de las formas, regido por la ley, para llegar al mundo de la Realidad o Esencia o Vida, llegar a la comunión con Dios en la libertad, dentro de la categoría de eternidad.
Es método para lograr la conciliación ente los opuestos, necesidad y libertad.
Fundamento metafísico
Las impresiones y conceptos humanos, siempre como relatividades, nacen del sucederse en coordenadas —dentro del Universo, que es el ir sucediendo infinito— de las manifestaciones de la realidad:
Todo el sucediéndose son mundos de coordenadas, infinito número de mundos y en todos ellos hay matices del bicéfalo placer-dolor, nacimiento y muerte, tiempo y espacio, bien y mal. Todos son mundos-caminos, más o menos altos y amplios. (lvp)
Dios, por no ser presencia de algo, manifestación representada de algo, no tiene coordenadas; su categoría es la eternidad, y no la temporalidad ni la espacialidad:
… la verdadera eternidad es la Presencia como esencia, o sea, Dios. (lvp)
Dios no tiene coordenadas. Su categoría es la Presencia como esencia. La eternidad no puede entenderse por la duración. (lvp)
La ley de causalidad, que es ley de la necesidad, que rige la representación dentro de las coordenadas, sólo rige dentro y nunca fuera de ellas:
En esos mundos, en todos, rige la ley de causalidad, la cual no es sino la representación, así: mi estado de mañana es mi estado de hoy, es la consecuencia de mi vida de hoy. Eso es el karma. Pero en Dios, en la eternidad, nada de eso rige. (lvp)
La vida del hombre y la vida del mundo constituyen unidad en reciprocidad:
La vida mía soy yo sucedido en el mundo, y la del mundo es él sucedido en mí. Mi vida soy yo extendido en sucesos en el tiempo y el espacio. ¡Un film! ¡Una cinta! (lvp)
El hombre es síntesis de tiempo y eternidad. En cuanto es representación, tiene categorías de tiempo-espacio, y en cuanto es Intimidad, tiene categoría de eternidad:
… somos síntesis de tiempo y eternidad, representación con Intimidad, y […] así tenemos nexos filiales con el Néant. [Hay] cosas de Eternidad en nosotros, no sometidas a karma ni a ley alguna. (lvp)
El hombre, por ser existente en coordenadas, y poseer, a la vez, la categoría de eternidad, puede viajar de las coordenadas a la eternidad, puede salir de las categorías de las coordenadas (espacio-tiempo, pasionalidad-mente) y llegar hasta la eternidad, categoría del Néant, haciendo verídicamente el viaje pasional y el mental:
… Dios es Dios vivo y […] se llega a Él por este camino: ser verídico y hacer el viaje pasional, luego el mental y perseguir siempre la Intimidad. (lvp)
En la Presencia o Intimidad (en la realidad esencial o sustancial, más allá de toda apariencia) está eternamente la idea de lo que es cada hombre. Por eso, mientras la Presencia o Intimidad no viva, no sea viva en el hombre, éste permanecerá en el mundo de las coordenadas y no en el de la eternidad:
Porque en la Presencia está la idea de [Lucas de Ochoa] y toda idea en Dios es eterna. Eternamente viviré en coordenadas de placer-dolor y semejantes, más o menos comprensivas, pero a la categoría de beatitud no pasaré sino cuando la Presencia o Intimidad viva en mí. Eso es nacer de nuevo y ese es el Reino de Dios. (lvp)
Formulaciones
El método de los viajes o de las presencias es método para viajar metafísicamente, es decir, para viajar desde las presencias o representaciones fenoménicas hasta la Realidad o Presencia o Intimidad, no representada ni representable.
Fernando González presenta sistemáticamente el método de los viajes de tres maneras diferentes:
1.ª Arranque del viaje, desde la nada, hasta presentir la Intimidad:
Es la presentación del método de los viajes, a partir del análisis de los conceptos y los juicios, hasta llegar a la Intuición de Dios o Beatitud.
Dado que los conceptos y juicios proceden de emociones, sentimientos y experiencias vividas, y expresan las vivencias que los originaron, el primer paso del método es sacar las vivencias encerradas en los conceptos abstractos, constitutivos del mundo racional que tapa la vida:
Primer paso: Destripar los conceptos abstractos y los juicios sintéticos que formamos con ellos: sacar de tales conceptos las emociones, sentimientos, experiencias, herencias, que cada uno encierra en ellos. Eso se llama la vivencia. Sacar la vivencia que cada uno encierra en los términos abstractos y de uso común, y que luego usa engañosamente para juicios sintéticos y para razonamientos, formando así un mundo racional que cubre y tapa en absoluto la vida, la intimidad. (lvp)
Meditar cómo constituimos con conceptos y juicios un mundo vacío, que no corresponde a la realidad viva, y cómo al hacerlo vivimos el mundo engañoso del yo y de la mente, poseedor de una causalidad propia que no nos deja vivir, pues repetimos conceptos y juicios que no corresponden ni expresan los contenidos pasionales que pusimos en ellos al formularlos:
Segundo paso: Meditar, con ejemplos de su propia vida, en cómo esos conceptos abstractos, o los vocablos que los expresan, son vanos, pues lo que por medio de nuestra vivencia metemos allí no nos atrevemos a confesárnoslo. Y que con los juicios que así formamos, nos creamos un mundo engañoso, para adornarnos (el yo para los otros o para ocultarnos), y en cómo ese mundo mental engañoso, que es toda filosofía conceptual, nos envuelve en una causalidad suya, y vivimos así muertos: vive en nosotros la nada. (lvp)
Hacer un largo proceso de descomposición de todos nuestros conceptos abstractos y vanos en sus vivencias originantes:
Tercer paso: Es todo un período largo el de descomponer nuestros términos abstractos y vanidosos en sus vivencias. El derrumbe de la mentira (la nada). Es el curso larguísimo preparatorio para la vida filosófica. (lvp)
Llegar, ya desnudos de pasionalidad y de mente, a la Beatitud, es decir, a amar la realidad viva que hay en uno, más allá de toda emoción, pasión, concepto, pensamiento, y que es la verdad, Dios vivo que se manifiesta, instante a instante, en las vivencias:
Cuarta posición, ya afirmativa: (Primer paso en el viaje). Amar por sobre todas las cosas y a todas las cosas en Él, a eso vivo que encuentras como vivencias al destripar la nada conceptual. Eso es Dios en ti. Es lo que tienes de verdad y de vivo. ¡Nunca mientas! Dios es vivo y es la verdad. No lo podemos ni debemos negar. Dios, que se te está revelando en ti mismo, en tu vivencia, pero sólo en tu vivencia de cada instante. Al principio, en tu rudeza de recién nacido, te parecerá que tu Dios es «pequeño» y rudo, pero ahí mismo, sin tardanza, cuando ya no mientas, te sucederá: La Beatitud: En la desnudez de la vivencia se siente la Intimidad: Dios en nosotros. Y a través de la vivencia pura se llega a un amor nuevo, en aumento constante a… ¡la Intimidad entrevista como el relámpago, y que tiene fuerza atrayente infinita (oración y éxtasis)! (lvp)
2.ª Teoría de los viajes:
Es la presentación del método a partir de vivencias concretas o de experiencias vitales en circunstancias concretas.
Asumirse en las coordenadas o mundo en que se está viviendo:
Primer tiempo: Es tomarse a sí mismo en su mundo en que vive. (lvp)
Vivir en esas coordenadas, o mundo, una experiencia pasional, o sea, hacer sin trabas un viaje pasional:
Segundo tiempo: Es sorprenderse allí en un viaje pasional y hacerlo sin trabas. (lvp)
Reflexionar o meditar o entender las emociones, los sentimientos, la pasionalidad, los valores con los que se vivió una experiencia: descubrir las coordenadas en las que se hizo el viaje pasional y el bien y el mal que, dentro de esas coordenadas, rigieron el proceso.
Tercer tiempo: Viajar mentalmente a través del viaje pasional, para entenderlo; descubrir las coordenadas en que rige el «Bien» y el «Mal» de ese mundo pasional. Propiamente este es el proceso de descomposición del yo. Es algo emparentado con el desnudarse, o eso que llaman nihilismo, pero aquí se toma como método creador. (lvp)
Viaje espiritual, o segundo nacimiento o comunión, vivencia inmediata de la Realidad viva, que en uno, y en toda manifestación viviente, está como presencia más allá de conceptos, pensamientos, juicios, razonamientos, o sea, mente; y más allá de dolor, alegría, ira, bien, mal, o sea, pasiones:
Cuarto tiempo: Una vez vividas esas pasiones, ese Bien y Mal de que nacen y una vez ejecutado el viaje mental o de entender el condicionamiento y todos los secretos de ese mundo, se efectúa el viaje espiritual, que es un éxtasis y coloquio encendido con la Intimidad presentida. Y así se continúa viajando; se va adquiriendo mucha agilidad, y el ascenso es cada vez más rápido y se llega a la descomposición y entendimiento de los cuerpos pasional y mental (por lo menos a la descomposición y entendimiento que nos es posible mientras vivamos en cuerpo fisiológico). Todo este proceso se ejecuta en angustia y beatitud, y tenemos el segundo nacimiento de que le habló veladamente Cristo a Nicodemus. (lvp)
3.ª Otra forma de la doctrina de los viajes:
Es la presentación del método a partir de la actividad analítica desnudadora de los sentimientos y emociones que esconden los juicios.
Primer paso: Descomponer en sentimientos y emociones las proposiciones, juicios y conceptos con que, por prejuicios e idolatría, encubrimos las vivencias y nos encubrimos a nosotros mismos, al encubrir a Dios, que es lo vivo en nosotros:
Todos vosotros estáis llenos de prejuicios heredados o impuestos. Esos prejuicios son términos, proposiciones y juicios hechos, vividos antaño con un sentido, pero legados y tenidos como ídolos: cascarones o formas vacías. Con esto cubrís vuestras vivencias y os tapáis, y así vivís inútilmente; morís como nacéis. Lo primero es descomponer en sentimientos y emociones las proposiciones, juicios y términos con que engañosamente tapamos lo vivo en nosotros (Dios en nosotros). (lvp)
Segundo paso: Luego de despojarse de la pasionalidad y de los vocablos que la expresan, el hombre empieza a asumir, sin encubrimientos, en desnudez (verdad y autenticidad), lo que está viviendo, es decir, se desnuda de recubrimientos pasionales y mentales engañosos y camina con su propia vida y sus vivencias auténticas, como total donación, hacia el mundo de la Intimidad:
Lo anterior, el librar de vocablos, proposiciones y juicios hechos y sin vida ya, es la tarea más difícil para el maestro de sabiduría. Mientras se esté en la conceptualidad muerta, el hombre no vive. Y muere sin haber vivido. […] Al despachurrar esos cascarones y obligar a cada cual a expresar lo que está viviendo, con absoluta honradez religiosa, se hace la misma obra que al trasplantar las plantitas del almácigo. Entonces se les dice: «Ahora, coge tu Cruz (tu vida tuya) y sígueme hacia la Intimidad». Este es el período de la vida filosófica que llamo desnudarse y darse. (lvp)
Tercer paso: Ya en la desnudez, el hombre empieza a amar, a darse, sin mentiras ni recubrimientos, a lo que siente que vive en él a cada instante, a lo que es presencia viva en él, a lo que está íntima y profundamente en él, o sea, a Dios:
Amar, por sobre todas las cosas, a eso que se siente, se vive, en cada instante; y no mentir nunca, ni ocultarse a la mirada de la conciencia: eso es Dios en ti. Eso es lo que vivimos de la Verdad, y como es viva (Dios vivo), si lo negamos un instante…, ¡ay de nosotros! (lvp)
Cuarto paso: Viviendo y aceptando en la verdad, en la desnudez, sin encubrimientos pasionales ni mentales, lo que uno, pasional y mentalmente, iba siendo en cada una de sus vivencias pasadas, y lo que instante a instante va siendo, se sale de las representaciones y se presiente a Dios y se vive la comunión con la Intimidad:
Una vez confesada una vivencia con honradez absoluta, se presiente la Intimidad: Dios en nosotros. Y brota un amor nuevo, irresistible y en aumento, a la Intimidad entrevista y que tiene fuerza creadora infinita. Tal es la teoría de Los Viajes; en otros términos, del Camino, la Verdad y la Vida, o sea, Cristo. (lvp)
Finalidad
Realizar el camino desde la representación, en coordenadas, hasta Dios o la esencia, en intimidad o beatitud:
… un viaje pasional (una vivencia en determinado momento, manifestada con honradez), y del viaje mental a través de ella en el tiempo y el espacio, para hallar la Intimidad y la beatitud. (lvp)
Pues como:
Toda pasión procede de ignorancia. (lvp)
… es preciso digerir la pasionalidad, entendiéndola, a través del viaje mental, que libera de los falsos conceptos eternizadores o infernalizadores o nadificadores, que expresan la pasionalidad, y que de seguir presentes se perpetuaría en todos los juicios:
… durante el viaje mental, se digiere la pasión y se llega a la beatitud. (lvp)
Los conceptos son expresión de pasionalidad; según la pasionalidad que cada uno haya vivido, los conceptos expresan las pasiones que cada uno vivió. La angustia procede de perpetuar conceptos que por no expresar nada real, sino sólo las vivencias pasionales que los generaron:
Si no llegara a entender bien esta vivencia pasional, eso quedaría como tinte en mis juicios […], y me haría vivir en una necesidad conceptual, es decir, en la nada, un infierno. Así es como se forman los conceptos abstractos de valor sobre las apariencias todas […]. Pero mediante el viaje mental, uno descompone la trama y se liberta. Conclusión espiritual o viaje espiritual: cada mundo tiene la nada conceptual resultante de las vivencias pasionales respectivas. De esa nada procede la angustia. (lvp)
La mente, a través del viaje mental, va criticando los conceptos con que expresamos pasionalmente lo vivido, haciéndonos entender la falsedad y la nada de esos conceptos, y nos liberta de tales conceptos y de las pasiones que en ellos se expresan, y así, desnudos de pasionalidad y de mente, nos permite ascender a mundos superiores para ir llegando a la Intimidad o Dios, que es puro Ser, fuera de toda pasión, concepto y representación:
La mente nos liberta y nos conduce a mundos superiores, a mayor Intimidad. Por eso dijo Cristo: «La verdad os hará libres». (lvp)
Es necesario padecer el mundo para llegar a la reconciliación:
La reconciliación es el estado más alto a que puede llegar un existente. Es aquel estado en que uno se acepta a sí mismo y se manifiesta con absoluta verdad tal como es: vivencia sucediéndose en la Intimidad. (lvp)
* * *
Conclusiones
El método con el cual realiza González su metafísica vivencial abarca, sin contradicción alguna, el universo de la representación, en coordenadas pasionales-mentales-espacio-temporales, y el universo de la Sustancia, más allá de las coordenadas, en categoría de eternidad.
Mientras se viaja, emocional y reflexivamente (viajes pasional y mental), por el mundo de la representación, el método encarna la representación causal, es ascético-activo, ascensional, guerra que desnuda de las apariencias; cuando por la desnudez pasional-mental se puede intuir la Realidad, más allá de la representación, el método es pasivo, contemplativo, aquiescente, brujería, beatitud amente (viaje espiritual).
En cualquiera de sus cuatro grandes formulaciones, el método de González es método para pasar del existir representativo, pasional, pensante y judicativo, al Ser esencial, sin representación. Para vivir en camino permanente, desde la vida fenoménica representativa, en coordenadas, hasta la Vida Sustancial, Unitotalidad de la Vida, cada una de las cuatro formulaciones pone el énfasis en uno de sus dinamismos:
Viajar a pie enfatiza la presencia del universo en la conciencia, y la necesidad de la convivencia con la vida fenoménica desde el yo inestable; el método emocional enfatiza la unificación emocional comprensiva-intuitiva, como realización del saber vivo; la brujería enfatiza la unificación con el Infinito, por la concentración y la receptividad, una vez lograda la desnudez de las apariencias vanas; los viajes o presencias enfatizan la vivencia metafísica desde el caminar pasional-mental en el existir causal-representativo, hasta ser en la Presencia o Ser, por la liberación de la causalidad, generada por la Gracia.
Desde distintos momentos o coordenadas existenciales, las cuatro formulaciones expresan el mismo método: ser como saber intuitivo-comprensivo; vida como camino, agonía y meditación, desnudamiento, autoexpresión, crecimiento en conciencia, proceso de liberación, reconciliación de contrarios, convivencia con los seres, reconciliación de los contrarios, contemplación del Ser.
Las cuatro formulaciones del método son la expresión de un mismo y único esfuerzo: la realización del perfeccionamiento existencial, desde la dimensión fisiológica instintiva, por medio de la convivencia con las manifestaciones fenoménicas de la realidad, hasta llegar a la plenitud de conciencia o Amencia en la comunión viva y plena con la Realidad, más allá de toda representación, en la categoría de eternidad.
— o o o —
~ 14 ~
Cosmología
La vivencia del universo como representación viva, orgánica y única de la realidad sustancial, vertebra toda la filosofía de González.
Objeto del presente capítulo es tratar de responder los interrogantes cosmológicos de su filosofía: ¿Que es el cosmos dentro de la filosofía vivencial, de González? ¿Cuál es la realidad y cuál el significado de tiempo y espacio? ¿Qué significa la energía constitutiva del universo? ¿Dentro del gran organismo vivo que es el cosmos, cuál es el lugar, cuál la tarea y cuál el significado del hombre, existente orgánico espacio-temporal, conciencial y eterno?
* * *
Universo, unitotalidad
y sustancia viva
Para Fernando González, el universo es un gran ser viviente y orgánico, que aparece como multitud de imágenes de la energía:
¿Crees conocer la vida porque separas animales, vegetales y minerales? ¿No será la tierra más viva, más orgánica que tú? ¿No se mueve ella sobre sí misma y alrededor del sol con infinita mayor viveza que los jugos vitales en tu cuerpo? ¿No se mueven con mayor energía las aguas del mar, las corrientes magnéticas y eléctricas, las corrientes subterráneas, el aire atmosférico que la sangre en tus venas? ¿No crecen más vivamente las plantas y animales de la tierra que los cabellos en tu cabeza? ¿Crees que la tierra y que los conjuntos estelares son inorgánicos? (vp)
Vivas están las estrellas y lo sabemos; titilan. El titilar de las estrellas y la luz lechosa de las constelaciones son las imágenes más soberbias de la energía. (msb)
Todos los seres son parte de un único e inmenso organismo, que el hombre percibe separadamente debido a su incapacidad de percibir la unidad ontológica, energética, emocional y orgánica del universo:
Así, todo acto es común al género humano; toda emoción es de todos, todo heroísmo, ídem, etc. ¿Será el universo un solo ser? ¿La separación será por incapacidad de percibir la unidad? ¿Nos parecerá que hay multiplicidad por falta de conciencia? Los astros todos, atmósferas y éteres ¿no serán aspectos de un solo ser? […] Ley: el universo es uno, inmenso organismo. Ley: los seres son parte de uno solo. (sal)
Los seres son aspectos, formas del Ser Único o Gran Organismo viviente:
El universo es uno, inmenso organismo. Los seres son en su totalidad aspectos del Ser. (ant ii)
El inmenso organismo viviente que es el universo se compone de formas determinadas, por lo que sólo limitándose pueden los seres acrecentar su energía expansiva:
El universo se compone de formas determinadas cuyo conjunto es otro organismo. Y ni los individuos, ni los pueblos, ninguna cosa acrece su energía expansiva sino por su limitación: concretarse para obrar. (s)
El universo, como voluntad y representación, o sea, como mundos de coordenadas, es creación en el tiempo, gradación de tiempo, jerarquía infinita de ser en temporalidad, según la ley de la representación: causalidad o karma; pero el universo también es en la eternidad: la Eternidad o la Realidad manifestada en el tiempo, dentro de las leyes de la necesidad:
De ahí que el universo sea voluntad y representación. (s)
… todos los infinitos mundos o sistemas de coordenadas son creación; todos son grados de tiempo (presente, pasado y futuro) en jerarquía infinita y […] todo eso es en la eternidad. Viene a ser como la Eternidad representada o Realidad manifestada. Una obra digna del Néant. Cuando unas coordenadas terminan, o mejor, cuando termina determinado modo existente, el mundo, su mundo se acaba. (lvp)
Todo es unidad, pero no todo es Intimidad o Presencia. Los mundos de la representación son presencias espaciotemporalizadas, en ausencia de eternidad no representada ni representable:
Los infinitos mundos existen, pues, por la ausencia: son Presencia en ausencia. (t ii)
Los infinitos mundos, constitutivos del gran organismo vivo en el que se manifiesta la Realidad infinita, se jerarquizan según su grado de intimidad y presencia, o sea, según su capacidad de saber-ser la Realidad, el Ser, Dios:
La jerarquía de mundos se determina por el grado de intimidad. […] Como la creatura no puede ser Intimidad, hay infinidad de mundos en jerarquía. (lvp)
* * *
Universo y energía
El universo es vitalidad, energía y belleza, que el hombre puede asimilar, si sabe ponerse en relación ella:
La belleza o energía está regada en el universo y podemos asimilárnosla. (msb)
… podemos recibir energía. La cuestión es ponerse en relación con ella. (hd)
La fuerza vital cósmica o energía se manifiesta en los seres vivos como ánimo de lucha y dominación, y en el hombre como fuente del deseo, el entendimiento y la acción, generadores del gran acontecer social constitutivo de la historia:
«Todo depende del ánimo», nos dijo una de estas viejas al preguntarle si llegaríamos a La Ceja. ¡Qué frase tan llena! (vp)
Todos los seres que se ponen en contacto por primera vez luchan para decidir cuál sea el amo […]. Esta lucha es inconsciente. Pero está tan unida a la vida, que casi se confunde con ella. […] Aquellos toros que luchan ante la vacada…, y los insectos gallardos, belicosos, todo es luchar por el dominio, que pertenece a quien mejor ánimo tenga. El ánimo, esa fuerza desconocida que nos hace amar, creer y desear más o menos intensamente. El ánimo, que no es la inteligencia, sino la fuente del deseo, del entender y del obrar. (vp)
En todas las manifestaciones de este vivir, triunfa la energía descubierta por el doctor Mesmer; va recorriendo el tiempo y riéndose de todo… (vp)
¿Qué es historia? La ciencia que de una sucesión de hechos sociales induce la energía que en ellos se manifiesta, y el futuro. (s)
* * *
Espacio y trascendencia
Movimiento espacial y movimiento intencional hacia la superación del espacio son simultáneos, y simultáneamente manifiestan la terrenalidad material, el primero, y la trascendencia divina del cosmos y del hombre, el segundo.
Terrenalidad, espacialidad y movimiento constituyen un todo existencial que expresa la materialidad del hombre terrestre patentizada como movimiento espacial, dentro de la ley de la gravedad; sin embargo, la tendencia de héroes y místicos a escapar de la tierra y su legalidad espacial y gravitacional patentiza la trascendencia del hombre y del cosmos íntegro, atraídos hacia el centro de gravedad infinito, o sea, hacia Dios:
Esta esfera dura es nuestra cuna y nuestro sepulcro. ¿Por qué deseamos abandonar esta madre? ¿Por qué los ímpetus de elevarse? ¿Por qué el Santo y el Héroe? […] Trepando por esa vertiente meditamos acerca de la atracción y del péndulo. […] Nosotros somos péndulos atraídos irremediablemente hacia el centro de la materia. El movimiento no es otra cosa que las reacciones de los seres efectuadas para recuperar la línea dirigida al centro de la gravedad. Y la tierra, y los planetas, y todos los soles se mueven. ¿Qué centro de gravedad los atrae? Los atrae la perfecta armonía, el fin de los fines, Dios. Ved cómo trepando la vertiente hacia Aguadas terminamos en un misticismo trascendental. (vp)
En el gran organismo vivo que es el universo, el hombre es organismo espacial cuyas raíces están más allá del espacio:
Somos árboles sembrados en la tierra y en el ambiente. Las ideas son la savia que circuló en forma de emoción por la raigambre de los nervios y fructificó. Nos vimos nítidamente como árboles, como vegetaciones de nuestra tierra. ¡Qué buen concepto de patria! Y nuestro planeta es otra vegetación de los espacios. El minúsculo parásito de nuestro cuerpo no sabe que vive en un organismo, y así somos nosotros en la esfera y la esfera en el espacio. Pero nuestras raíces están especialmente en un espacio limitado. (vp)
* * *
Tiempo y eternidad
Los infinitos mundos son viajeros en agónica lucha entre contrarios, desde la ausencia de la representación hasta la Presencia del Ser:
Los existentes, al ser Presencia en Ausencia, tienen como categorías el Bien y el Mal, la Nada y el Ser, Dios y el Diablo. Todos los infinitos mundos son eso, en viaje. (t ii)
González vivió el tiempo como proceso dialéctico, que partió de la absolutización de lo temporal, predominante en sus años iniciales de conciencia fisiológica, y culminó en la vivencia del tiempo como patentización representativa de la eternidad, como experiencia cristiana de la voluntad del Padre en su madurez de conciencia cósmica, contemplativa.
Inconsciente de la eternidad, González partió de la vivencia del «hombre gordo», desconocedor del espíritu, habitante del mundo de las opiniones, la emocionalidad y la venalidad, que reduce la existencia humana a la temporalidad, y hace del tiempo la suprema necesidad (vp):
Todo lo nuestro pertenece al tiempo, que está compuesto de segundos. Por eso, en nuestro delirio nos aterraba la gordura del antioqueño. […] Y […] porque no tenemos ideas sino opiniones, porque no hay eternidad, porque no hay sino un pequeño manojo de segundos y un pequeño manojo de emociones, nuestras mujeres son delgadas y lo único que no les perdonamos es la constancia. […] Por eso, desde que Lutero descubrió que en Roma estaban vendiendo la eternidad, dejamos de creer en ella, pues es absolutamente evidente que todo lo venal es terreno. (vp)
El contrapunto dialéctico de la vivencia de la total temporalidad de la existencia fue la conciencia del tiempo como el uso de la energía, del sucederse de los fenómenos y el desenvolvimiento de la realidad, como movimiento del espíritu:
¿Pensamientos de un viejo? Sí: es preciso fijarse en que el movimiento del espíritu sirve de medida al tiempo. Nerón, por ejemplo, murió a la edad de mil años. (pv)
Puede haber un niño envejecido y un viejo niño. Teniendo presente que la vida no se mide sólo por el tiempo, sino también por el movimiento del espíritu, podemos decir: el hombre vive muy poco. […] Las grandes pasiones no puede soportarlas el espíritu sino por instantes. […] Hay hombres que nacen sombríos y viejos, y los hay que mueren con el alma virgen… ¿Entendéis ahora el título de mi libro? (pv)
… nadie puede detener el curso de la duración, o sea el tiempo. El tiempo es el uso de la energía. ¿Estará bien esta definición? (dm)
Claro que el tiempo no existe de suyo, sino que es el suceder de los fenómenos; es una apariencia, una resultante, así como la sombra. (er)
El instante es la simultaneidad de tiempo y eternidad, pues la existencia es representación o patentización de la eternidad como sucediéndose:
Estoy feliz porque soy el instante presente y al mismo tiempo soy la eternidad, o, mejor dicho, por eso mismo soy la eternidad. (msb)
… todos los infinitos mundos o sistemas de coordenadas son creación; todos son grados de tiempo (presente, pasado y futuro) en jerarquía infinita y […] todo eso es en la eternidad. Viene a ser como la Eternidad representada o Realidad manifestada. (lvp)
El sucederse de la totalidad de los seres que se representan existiendo constituye la urdimbre total de la vida del mundo, que es la epifanía de Dios:
El tiempo es el sucederse (representarse de uno en el mundo). Por eso, el valor del tiempo lo da la representación de la persona. Así me explico ahora mi angustia o urgencia por representarme. Las representaciones todas se entrelazan, condicionan, se influyen y determinan, y son una sola (vida del mundo). ¿Cómo vivir aquí, en orgullo estéril y estéril deleite y angustia, buscando mi beatitud, si todos somos hermanos, todo lo existente es la epifanía? (lvp)
Espacio-tiempo de la representación, y atemporalidad de la eternidad; representación existencial de los seres que van siendo, y eternidad del Ser que es, son simultáneos o paralelos, porque el tiempo-espacio está en la eternidad:
Aquí es como si funcionaran paralelamente el tiempo-espacio y el Atemporal. (t i)
El tiempo está en la eternidad. Eso fue lo que predicó El Precursor. (cr)
Todo eso de irse, quedarse, feo, hermoso, es el Tiempo-Espacio. (cr)
* * *
Paraíso,
tiempo-representación,
pecado original
La vida consiste en vivir en Dios o la Vida o la Eternidad, como un cruzar de las conciencias por el tiempo y el espacio:
La humanidad es una experiencia. La vida consiste en que las conciencias atraviesan el tiempo y el espacio; después siguen, como los cometas, su ruta. Es bueno morir. Si no lo fuera, no moriríamos. (msb)
Todo lo que sucede, sucede en Mí, en la Eternidad; todo «morir» y «vivir» es en Mí, en la Vida. (cr)
Cada instante es el suceder del hombre en la eternidad; es el sucediendo del hombre en la eternidad:
Estad atentos a la Voluntad del Padre, que es en vosotros vuestros respectivos instantes, y así me veréis en cada instante, en cada sucediendo vuestro, sin «muertos» ni «vivos», en la Vida. (cr)
El tiempo, en sí mismo, no es algo:
… cada coordenado o existente vive «su tiempo». El tiempo es categoría del existente. (lvp)
Lo que hay es la conciencia del tiempo, como resultante de la pérdida de la conciencia de unidad, solidaridad, intimidad, presencia y eternidad, que en cuanto genera la conciencia de los contrarios, la representación, la voluntad de dominación, el deseo de eternización de la apariencia espacio-temporal, constituye lo que se ha llamado «pecado original»:
El tiempo como conciencia resultante del sucederse de mis presencias o pecado original. (t i)
… el gran espíritu luzbeliano, origen casi único del espacio-tiempo: la sed de dominio, orgullo o vanidad. (cr)
La existencia espacio-temporal, por su condición de ausencia y fragmentariedad y transitoriedad, conlleva el sufrimiento:
¿Dueño del gato? ¡Te duele, porque consolaba tu temporalidad afeminada, vanidosa, que eres! ¡Sigues queriendo eternizar tu ausencia espacio-temporal, ser otro Dios…! ¿No fue eso mismo lo que quisiste en el Paraíso? ¿Estás triste porque tu mundo del bien y del mal no es eterno? (cr)
… nunca esperes carecer de «amargura» y «dolor» en este vivir espacio-temporal en que funcionan la presencia y la ausencia, o la insistencia y la resistencia… (cr)
Al hombre, sin embargo, le es posible vivir la categoría de eternidad, porque Dios es todo y está en él:
No hay sino Dios a quien vamos. […] Ahora, en este vocablo, en este segundo, está todo Dios, toda la belleza y felicidad y poder. […] Gracias te doy, Señor, porque estás en mí, todo en mí, y todo en el instante presente. (msb)
* * *
Cristianización del
existir espaciotemporal
Cristo, Dios encarnado, patentizó la manera de eternizar o divinizar el tiempo, viviendo cada instante como «Voluntad del Padre», es decir, sin granular la unitotalidad de la vida para no generar la ausencia:
Vivir al Padre instante a instante es darles eternidad a los instantes: no imaginéis ni os preocupéis por el mañana, que entonces temporalizáis, os erigís en dioses del instante siguiente. (cr)
De suerte que es en cada instante en donde está Dios. […] Pero instante a instante, continuamente, sin granular nada. Donde haya granulación, hay diablo o ausencia. (cr)
¿Milagro? La Voluntad del Padre en el tiempo, eternizado, es el milagro. (cr)
Y esa fue su enseñanza, su magisterio: se hizo temporal, Dios en el Tiempo, para mostrarnos cómo nos las debíamos haber con el tiempo, eternizándolo, divinizándolo en la Voluntad del Padre temporalizada. (cr)
* * *
Conclusiones
La cosmología gonzaliana es una manifestación de la Vida y la energía, en cuanto la Vida se patentiza como energía constitutiva de un inmenso organismo en coordenadas espacio-temporales.
El cosmos, aunque se percibe como representación espaciotemporal, es en la Eternidad.
El hombre, que divide la Vida una y única, el Ser eterno y uno, divide y multiplica la unicidad Vida-Ser-Cosmos.
El instante es la conexión de la temporalidad con la eternidad: en el instante están la fugacidad de la representación cósmica espaciotemporal y la eternidad de la Vida o Dios.
El sentido de la existencia en el cosmos es eternizar, instante a instante, la espaciotemporalidad y la representación cósmicas, transformando el existir, que es nada con apariencia de realidad, en ser, que es Nada o Realidad, sin apariencia alguna.
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~ 15 ~
La metafísica
En oposición a la metafísica mental-racional de Occidente, la metafísica de Fernando González es metafísica vivencial en la que, al tomar las vivencias el lugar del pensamiento y de las ideas, los viajes por las diversas coordenadas de representación y los diversos niveles de conciencia conducen de las variadas manifestaciones del devenir representativo hasta la Realidad del Ser, más allá de toda pasión o concepto, en la Amencia.
Para González, hacer metafísica es vivir o viajar pasional, inteligente y espiritualmente desde las dimensiones biológicas de la existencia hasta la unificación de los contrarios, más allá de toda representación, en la contemplación silenciosa del Ser.
* * *
El límite como
punto de partida
A partir de la vivencia del límite, dato inicial de la conciencia humana, pues el hombre está alinderado ontológicamente por la forma; fisiológicamente, por la piel; gnoseológicamente, por la incapacidad de penetrar en la realidad multiforme, construye González su metafísica como camino hacia la comunión con la esencia:
¡Qué triste, cuando antes de emerger en la forma fuimos la posibilidad infinita, el amor! Porque somos esa esencia odiamos el límite formal […]. (vp)
Lo nuestro está limitado por nuestra piel; ella es nuestro lindero. ¡Qué bien alindados estamos los hombres! (vp)
Siempre me veo en todas las cosas, y todas ellas me limitan, son mis linderos; en ellas encuentro la conciencia de mis limitaciones. (msb ii)
La áspera individualidad de los seres impide la comunión con el universo, y genera la experiencia de la insularidad del yo, incapaz de compenetrarse con la realidad:
¿Qué más habitual para mí que mi yo? Sólo me veo a mí mismo: los arbustos, los semejantes, todos los seres, se me presentan como individualidad áspera, impenetrable. Solo está el hombre. Es el estado más triste de conciencia, no poder compenetrarse con el universo. (msb ii)
Ante la conciencia del límite, el hombre siente tristeza y odio por la limitación, y trata de librarse de ella:
¡Oh, anhelo mío! El límite me entristece… Tengo un gran deseo de ir a unirme a ti, allá, en la muerte, en la infinita ensoñación. (pv)
Sentimos odio por la limitación. Hay en el corazón humano el deseo extraño de librarse del límite […]; los limitados, […] los que han concretado su pensamiento y su vida, son pobres hombres, despreciables como todo hombre. (vp)
Donde hay limitación no puede haber sino ansia de poseer, de borrar el límite. (pv)
Quiero estar en el instante y en el pasado y en el futuro; ocupar el aquí y el allá; ser ubicuo y eterno; trascender las limitaciones del tiempo y del espacio. No quiero morir, ni comprender la muerte sino como un paso: pro gredere. Ha llegado mi atrevimiento a rechazar la conciencia de las limitaciones. Mi alma, posada sobre el planetucho Tierra, como águila sobre picacho, grita: Yo soy y nada más. (msb ii)
El esfuerzo por superar el límite tiene una raíz psicológica, de la que nacen la metafísica y la mística: el asco de sí, en cuanto ser limitado, y la voluntad de superación del límite:
¡Qué aridez nuestras vidas dentro de sus límites de los caminos y de la piel! […] El Héroe y el Santo son el resultado del asco que tiene el hombre por sí mismo. (vp)
El esfuerzo por la superación del límite tiene raíz ontológica, pues no es el anhelo de superación del límite el que origina la idea de la existencia de algo fuera de la realidad terrena, sino que, al contrario, la persistencia del deseo de superar el límite es el indicio de la existencia de una realidad no terrena:
Esta esfera dura es nuestra cuna y nuestro sepulcro. ¿Por qué deseamos abandonar esta madre? ¿Por qué los ímpetus de elevarse? ¿Por qué el Santo y el Héroe? Es un indicio, un leve indicio, de que hay en nosotros algo que no es terrestre. Ese leve indicio ha creado la metafísica y el misticismo. (vp)
Así, pues, el problema fundamental de la metafísica es la respuesta a la pregunta por la Realidad (con mayúscula), y, su tarea, recorrer, vivencialmente, el camino que conduce a la Realidad subyacente como esencia, en las apariencias fenoménicas de los seres en devenir:
¿Dónde está el atormentado que renegó de su carne, que maldijo su limitación y que lanzó la flecha del anhelo para superarse? (vp)
Estoy preñado de ganas de realidad. (me)
* * *
El problema del
primer principio filosófico
Primeros principios metafísicos de la filosofía occidental
La filosofía occidental, racional-conceptual, se estructura sobre cuatro primeros principios metafísicos. Los tres primeros, aristotélico-tomistas, y el cuarto, leibnitziano:
Principio de identidad: El ser es lo que es, o el ente es lo que es, o todo ente es, o todo ente es idéntico a sí mismo.
Principio de contradicción o, según otros, de no-contradicción: Un ser o un ente no puede ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo sentido.
Principio de tercero excluido: Entre el ser y el no-ser de un ente no hay medio, o el ser es o no es.
Principio de razón suficiente: Todo ente tiene que tener una razón suficiente de su ser, o nada se hace sin razón suficiente.
Los primeros principios de la filosofía occidental aristotélico-tomista están construidos, y son entendidos, bajo los siguientes supuestos:
1.º Concepción fixista del ser, con prescindencia de su dinamismo y su dialéctica.
2.º Aceptación de múltiples sustancias reales: Sustancia primera, o Ser a se, perfecto y absolutamente subsistente en sí mismo; sustancias segundas, seres ab alio, sustancias generadas por la sustancia primera y subsistentes por sí mismas como existentes múltiples.
3.º Intelección de la Sustancia primera o Ser a se, atemporal, inespacial, eterno, como sustancia diferente de las sustancias segundas, existentes o entes espacio-temporales o seres ab alio.
4.º Asignación de sustancialidad o ser a los entes: «el ser del ente».
5.º Confusión entre ser y ente; entre realidad de ser y apariencia o excreción pasional o mental.
Primer principio aristotélico-tomista
Para Aristóteles, el principio primerísimo era el principio de identidad; para Santo Tomás de Aquino y la generalidad de los escolásticos, el principio primerísimo era el principio de contradicción.
En el colegio de los jesuitas, donde se enseñaba la doctrina tomista, se daba como primer principio el de contradicción.
El padre Quirós, profesor de filosofía de Fernando González, sostenía que el principio de contradicción era evidente por sí mismo, se intuía y no necesitaba demostración racional alguna; González negó tal evidencia, negó su valor de fundamento de toda la filosofía, y negó a Dios, cuya realidad, según la exégesis del padre Quirós, estaba implícita en el principio de contradicción de la filosofía tomista.
A partir de la negación del primer principio aristotélico-tomista, Fernando González se convirtió en un clarificador de su negación y en un buscador de un nuevo primer principio en que apoyar sus búsquedas metafísicas.
Crítica del primer principio
González hace una crítica compleja del primer principio filosófico de la filosofía occidental.
Para afirmar la validez axiomática de su primer principio metafísico, la filosofía aristotélico-tomista se apoya en la naturaleza ontológica de las categorías: las categorías son ontológicas, son modos de ser de la realidad; no creaciones de la mente, al conocer los seres.
Para González, por el contrario, el tiempo no es categoría ontológica, perteneciente al orden del ser, sino categoría existencial, perteneciente a la manifestación del ser en coordenadas; no expresa la realidad, sino la acción del espíritu humano en coordenadas de suceder; no pertenece al ser, sino a las apariencias sucesivas de la existencia; no es realidad autónoma, sino medida de la acción del espíritu actuante en coordenadas:
El tiempo se compone de instantes, que son como cajoncitos en donde echamos, poco a poco, nuestra vida. (pv)
… el movimiento del espíritu sirve de medida al tiempo. (pv)
Decididamente, cada coordenado o existente vive «su tiempo». El tiempo es categoría del existente. (lvp)
El tiempo es el uso de la energía. (dm)
Dada la naturaleza fenoménica y no ontológica del tiempo, el primer principio aristotélico-tomista y los conceptos con los que se construye son reductores de la realidad a la categoría de temporalidad, cosificadores de la Realidad viva y atomizadores de la unicidad sustancial de la Realidad:
Veamos uno de esos juicios, de esos que hasta llaman evidentes por sí mismos: Una cosa no puede ser y no ser a un mismo tiempo. Esto está construido con los conceptos «cosa», «una», «ser», «no ser». Un almacén de cosas determinadas. El tiempo, una cosa que es en sí; «cosa», otra sustancia en sí que está metida en «el tiempo»; «ser» en este caso es estar metido en «el tiempo»; «no ser» en este caso es no estar metida la cosa en la caja del «tiempo», y «a un mismo tiempo» significa que el tiempo son varias cajas; significa, pues, «en la misma caja». (lvp)
El Ser o la Realidad o la Sustancia única es intemporal, no circunscrito al tiempo. La temporalidad es categoría de la manifestación de la realidad en coordenadas, proporcionales a la vitalidad o conciencia de los existentes. El Ser es presente absoluto; los existentes, según su intimidad o comunión con el Ser, tienen mayor o menor presente:
Traduzcamos: un lucífero o cosa no puede estar metido y no metido en una caja. Ahora, hagamos el viaje mental: la hormiguita sube por el muro de doscientos metros de altura: la ventana, que está a cien metros, no existe para ella, no está presente cuando principia a subir… Se acerca…, se acerca… ¡y ya está presente…! ¡Y para mí estaba presente en el antes, el ahora y el después de la hormiga! Y yo tengo mi pasado y mi futuro y mi presente de mis coordenadas; y para un súpero todo eso está en presente. (lvp)
El primer principio metafísico de la filosofía aristotélico-tomista, una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo, es insuficiente, puesto que el principio contrario: una cosa puede ser y no-ser al mismo tiempo, también es posible en el devenir dinámico, dialéctico, fenoménico, existencial, en el que una cosa, dentro de un orden de coordenadas espacio-temporales, es, y, dentro de otro orden diferente, no es.
Dentro de un orden de coordenadas espacio-temporales, el existente se representa, existe sucesivamente en tiempo y espacio; pero en categoría de eternidad, en la que sólo hay presente, no puede tener representación alguna en el Ser o Presencia o Intimidad o Realidad.
En las categorías de representación fenoménica, espacio-temporal, las cosas son y no son, según las coordenadas; pero en la categoría de eternidad, más allá de espacio y tiempo, todo es presente: sólo hay el Ser; no ser o no-ser, según aconteceres representativos, propios del espacio-tiempo.
El primer principio escolástico, una cosa no puede ser y no-ser al mismo tiempo, no es primer principio del ser, que es más allá de toda representación o cambio; ni de la representación en coordenadas, en las que una cosa puede ser y no-ser, en el mismo devenir, según las coordenadas de representación:
Resulta, pues, que la infinita y total realidad es Presente para la conciencia infinita, y que las cosas son y no son según las coordenadas. ¡Y ese principio de contradicción era la filosofía! ¡Eso era lo que llamaron filosofía durante milenios! El tal juicio «evidente por sí mismo» sirvió de piedra angular para el edificio milenario de la Escolástica. (lvp)
El primer principio de la filosofía de las vivencias
Negado el primer principio filosófico aristotélico-tomista, que sirve de fundamento a la filosofía racionalizadora-conceptualizadora de entes mentales, González emprende la búsqueda de un primer principio que fundamente una filosofía vivencial de la Realidad viva, de la Vida unitotal.
En Viaje a pie, al enunciar la idea de ritmo como un primer principio moral para el viaje por la vida, inicia la tarea:
A la media hora de caminar había nacido la idea de este libro y habíamos resuelto adoptar como columna vertebral moral del viaje la idea de ritmo. (vp)
En Mi Simón Bolívar postula como primer principio la centralidad del hombre en el universo, y la presencia del universo en la conciencia:
… Lucas y yo sostenemos como un primer principio que el hombre es centro del universo, el cual es alimento para su conciencia. (msb)
En el Libro de los viajes o de las presencias sintetiza el resultado de su búsqueda, y enuncia el primer principio de la metafísica vivencial en tres formas distintas:
1.ª El Ser Es:
El existente es. En cuanto sub specie æternitatis (existir, poseyendo la categoría de eternidad), participa del ser.
Es primer principio vivo, no mental-conceptual, que expresa, sin dualismo ni monismo, que todo es el Uno vivo, la Sustancia única viva:
¡Pero cuidado con el dualismo! Y con el monismo, ¡ídem! No tendrás vida sino en cuanto re-co-noz-cas la Intimidad en lo tuyo, y has de saber que al reconocerla conoces todo en ella. Conocerla a ella no se alcanza nunca. Pero participas de eternidad, vives sub specie æternitatis. Tal es el Principio y Fundamento. (lvp)
2.ª La Presencia como esencia, o aquello cuya esencia es la Presencia:
Este es el principio evidente por sí; la realidad de ser, sin contradicción ni elusión posible; la realidad que, fuera de las coordenadas, es, y que dentro de las coordenadas puede ser manifestación o no ser manifestación (presencia o ausencia).
Por Presencia como esencia, se entiende:
La identidad Vida-Ser-Significar-Saber-Saberse.
La realidad íntima, no aparente en los fenómenos, que subyace a toda manifestación o existente o sucediéndose, en la que de alguna manera se patentiza.
La presencia del Ser o Sustancia única en toda manifestación o patentización o existencia en devenir.
El subyacer del Ser único, que es en sí mismo, fuera de toda manifestación, en la eternidad, como Esencia o Sustancia, y es creador y sustentador de toda existencia, fenómeno o manifestación viva, en el tiempo y el espacio:
El verdadero juicio evidente, el que se intuye, es este: la Presencia, aquello cuya esencia es la Presencia. Los sucediéndoses, en participación de Presencia, somos la Epifanía o creaturas. (lvp)
3.ª Saber es Ser:
El existente es. En cuanto conociendo sub specie æternitatis (por intuición, por convivencia con la realidad representada, por comunión con la Intimidad, en beatitud), se identifica con el Ser presente en las representaciones, que en ellas se patentiza como existente o ser-siendo:
Recordar siempre el primer principio de toda sabiduría: saber es ser. Cuando uno llega a ser una yerbita, por ejemplo, ya lo entiende todo de ella. (t ii)
* * *
Metafísica como vivencia
La vida es más que representación física, espacio-temporal. Donde no hay metafísica, no hay vida:
En esto que llaman civilización, desde que el hombre abandonó la metafísica, no hay sino muerte. El hombre volador vale menos que el hombre de Moisés, pues nada vale lo físico sin lo metafísico. (n)
Sin metafísica no es posible la cultura, pues ésta trata del destino del hombre, o sea, del viaje del hombre, que, en cuanto existente último en la tierra, es todas las manifestaciones vitales que lo antecedieron, puede existir en todos los mundos inferiores, y, en cuanto portador, en latencia, del hombre beato, puede llegar a la categoría de eternidad:
No puede haber cultura sin metafísica, pues ésta trata de los destinos del hombre, y para saber cómo cultivarnos es necesario saber qué debemos devenir. (n)
… siendo el hombre el existente último en la tierra, evolución de todos los precedentes, minerales, vegetales y animales, en resumen, es todo eso y puede viajar por infinito número de mundos inferiores. […] Y […] siendo un tramo en la escala, así como el animal lo fue para el hombre, el mineral para el vegetal, etc., tiene en latencia infinito número de celícolas. Cuando esta doctrina de los Viajes esté viva en el hombre, cuando ella sea su campo de coordenadas, tendremos en la tierra al Viajero. (lvp)
La metafísica, o viaje desde los mundos de coordenadas hasta más allá del mundo físico y de las apariencias fenoménicas, sólo es posible vivencialmente, o sea, viviendo, viajando dentro de la Vida.
Porque el hombre, por filogenia y ontogenia, es viajero de mundos anteriores e inferiores a su actual mundo de realización existencial, y porque la vida no se identifica con la mente, que sólo constituye una de las formas de manifestación de la Vida, la metafísica (tal como lo vio Kant) no es posible como pensamiento, conceptualización y raciocinio dentro de las coordenadas de la mente razonante:
… la metafísica es posible, pero no como conocimiento conceptual, sino como Vida. Kant acertó al negar a la razón el poder metafísico, pero no al negar su posibilidad como vivencia. Pero quizá sospechó algo de esto cuando aceptó proposiciones metafísicas desde el punto de vista de la razón práctica. Quizá lo que quiso decir o sospechó fue que conocer racionalmente apenas es una forma de viajar. (lvp)
La vida no es irracional, pero no se agota en la racionalidad, por lo que lo esencial en la vida no es razonar, sino vivir. Todo lo vivo, y sólo lo vivo, es verdad; lo racional sólo es verdad si es vivo:
No se trata, como dicen algunos, de que la vida sea irracional, sino que posee muchas formas y modos y que lo esencial en ella es vivirla. Lo que no es vivo no vale un comino. Todo lo vivo es verdad. Lo racional es verdad, si estuviese vivo. Exige siempre que tu dios sea vivo. (lvp)
Para que sea posible, la metafísica tiene que hacerse viviendo, es decir: reaccionando – sintiendo – sufriendo – apasionándose – emocionándose – renunciando – padeciendo – amando – entendiendo – agonizando – muriendo – resucitando, pues la metafísica es el íntegro proceso de vivir, la vivencia total de la vida, y no la fase mental-racional de la actividad humana.
Hacer metafísica es viajar en sí mismo, por sí mismo, sobre sí mismo; vivir agonizando, o sea, padeciendo lo que filogenética y ontogenéticamente se es; ir desnudando, por la consumación de los instintos, el agotamiento de las pasiones, el entendimiento de reacciones, deseos, pasiones, conceptualizaciones y juicios, en la convivencia amorosa con las criaturas y la oración, la esencia o Intimidad o Ser que hay en nuestro existir espacial-temporal-corpóreo-psíquico-pasional-mental-espiritual, hasta llegar a superar toda explicación objetivadora de la vida:
… nada de «conceptos» ni construcciones conceptuales. Toda explicación mata aquello que pretende explicar, porque lo fragmenta. Objetivar su vida y la vida del mundo es deformarla, y entonces vive uno en la nada de los opuestos, endiosada la Nada, así: bello, feo, bueno, malo. (lvp)
* * *
Los viajes metafísicos o
el desarrollo de la teoría
de los viajes como metafísica
Desde el comienzo de su obra, Fernando González intuye la teoría de los viajes o de las presencias; a medida que experimenta y trasciende mundos o coordenadas pasionales y mentales, la va viviendo y planteando; al llegar a la amencia o conciencia atemporal, la perfecciona y enuncia.
Desde la muchachez inició la práctica de su método de toda la vida:
Ir agotando la instintividad y la pasionalidad en la vivencia fisiológica y emocional de los acontecimientos.
Ir entendiendo lo vivido pasional y emocionalmente a través del análisis mental de los contenidos fisiológicos, instintivos y pasionales encerrados en los conceptos con los que se expresan las vivencias.
Vivido y aclarado, por la meditación, el drama representativo, espacio-temporal, pasional y mental, fue llegando intuitivamente a la beatitud o conocimiento vivo e inmediato de la realidad esencial, subyacente a fenómenos y vivencias pasionales y mentales. (Conocer sub specie æternitatis).
Viajando a pie durante cincuenta años a través de los mundos presentes en su conciencia, en convivencia amorosa intuitivo-emocional con los seres, a la búsqueda de la realidad subyacente a las representaciones fenoménicas, como esencia o sustancia o Presencia o Intimidad, elaboró Fernando González la «Teoría de los viajes o de las presencias», que es, simultáneamente, gnoseología, metafísica vivencial y método para unificarse con la Realidad.
Raíces de la teoría de los viajes
La teoría de los viajes nace de múltiples raíces vivas:
1.ª La limitación de la vida y de la conciencia del hombre que, agonizando y viajando, padece sus límites, los refuerza por la afirmación y la negación, y trata de superarlos por la ensoñación de vidas y caminos posibles:
Eres y tienes que ser de un modo; es necesario que seas definible. Considera la infinidad de vidas posibles, y luego, considera que tú no podrás ser sino de un solo modo, que no podrás ser sino una de esas vidas, y caminar por uno del infinito número de senderos que existen… […] Y tu único consuelo, ¡oh soñador!, es soñar las vidas posibles… (pv)
La gran tristeza es la tristeza de ser limitado. (pv)
La vida es limitación, y por eso vivimos limitando, es decir, afirmando y negando. (pv)
2.ª La novedad cósmica del hombre, que unificado con la tierra y con el cuerpo vive adjetivamente, desea contradicciones, anhela la eternización fisiológica y es incapaz de obrar en la unidad del espíritu y abandonar la tierra:
… y surge alta […] y se dilata el ansia de vivir eterna, pero fisiológicamente. Nuestra alma no quiere abandonar la tierra, no se siente ahora atraída por nada extrauniverso. […] El espíritu se ha unificado con el cuerpo y con la tierra: todo es una unidad. (vp)
3.ª La unicidad de la Sustancia que se representa en la solidaridad de los existentes espacio-temporales, cada uno de ellos centro de la infinitud:
… cada ser es desarrollo en el espacio y en el tiempo de una unidad determinada, única y eterna. Lo que ha sucedido y lo que sucederá estaba latente en el primer instante de la vida. No hay pasado, ni presente, ni futuro. Al exponer esta grande idea de la unidad, cesa la antítesis entre el bien y el mal. Los adjetivos tienen su origen en nuestra limitación. (vp)
… desde antes de nacer, había sacrificado a Toní al espíritu. […] ¿No cree el lector que en cada instante se halla todo nuestro pasado y nuestro futuro? (er)
La historia toda de un hombre es unidad vital; los hechos se condicionan mutuamente. […] Cuando contemplo mi pasado, como crítico, lo veo solidario en todos sus detalles. […] La vida es vasija; no tiene sino lo que en ella echamos. (er)
Se te aparece un hombre, y por su forma puedes saber qué dirá, de qué será capaz y de qué incapaz. No puede salir de sí mismo. Como el gusano, que tiene en su cuerpo, irremediable, la forma del capullo. Como el pájaro, que lleva fatalmente la forma de su nido y de su huevo y de su canto. Por consiguiente, no existe el tiempo: no es sino desenvolvimiento de la realidad, pero ésta está toda ya en potencia, determinada: aparece al ojo, pero no es voluntaria. La voluntad consiste en el desenvolvimiento del ovillo. Pero, saca de un carrete de hilo otra cosa que hilo: ¡imposible! […] Lo que hay en mí y nada más: eso soy. (ce)
¿Quién puede ya destruirnos? Nadie puede deshacer la obra; nadie puede apagar la llama. ¡Nadie puede! Somos centros. Todo es centro de la eternidad, de la infinitud. (n)
… el hombre es el animal que se universaliza, que se libra de las limitaciones de espacio y tiempo, mediante la inducción que efectúa sobre las huellas. Es el animal que posee la facultad de revivir, unificando dentro de sí el pasado, el presente y el futuro. Tal facultad es tan admirable, que ha inducido al hombre a llamarse hijo de Dios. (ni)
… no hay acontecimiento que no tenga ombligo, ni ombligo que no tenga acontecimiento, quiero decir, que el universo es uno, que en el presente están pasado y futuro […]. (ant ix)
Todo lo que sucede estuvo latente en la realidad anterior y está grávido del futuro. (s)
… cuando penetramos con la meditación en las cosas del mundo, el universo se unifica, cesa la visión atómica e intuimos que en el más mínimo suceso (y no los hay mínimos sino en apariencia) estaba latente todo el universo, el futuro […]. (s)
Todo lo que llamamos existente es determinado modo de la vida, determinado por infinito número de modos precedentes y por los infinitos coexistentes con él, junto con los cuales (pasados y presentes) se realiza el existir de modos futuros, condicionándose y determinándose mutuamente. En la realidad todos son uno solo. (lvp)
… la vida y nuestra vida no tienen momentos, ni pasado ni futuro, sino que son la Presencia que se nos representa. (lvp)
4.ª La capacidad del hombre para crecer en conciencia hasta llegar a vivir, instante a instante, el Ser más allá de la apariencia, la Realidad o Vida o Dios:
Estoy feliz porque soy el instante presente y al mismo tiempo soy la eternidad, o, mejor dicho, por eso mismo soy la eternidad. […] Deseo ser el hombre de esta idea: todo está en el instante presente, toda la felicidad, etc. El instante presente es como un manjar que contuviera todos los sabores, los cuales se percibirían en cuanto se les atendiera. Caminamos a empujones, bregando, porque no atendemos al instante, que es Dios, lo real, sino al sueño del futuro, una bomba ilusoria. Por eso somos tan desgraciados. […] Estamos en Dios, somos en Dios. «Dios está en todo por esencia, presencia y potencia». Absorbo fuerza del instante; absorbo salud, belleza y gloria. Para ir siendo el hombre del instante me valdré de este método: atención-interés; interés-atención. El interés llama la atención. Es el primer ciclo, y entonces el hombre es todo él la representación mental que le interesa. Sigue el ciclo atención-interés. Yo estaba atraído por varios dioses elementales y mediante este sistema estoy logrando hacerme el hombre del instante. […] La idea del momento presente es suprema; no puedo olvidarla. (msb)
Yo, Lucas, soy inmortal; estoy dentro del cuerpo y dentro del tiempo y del espacio, en corriente cambiante, pero yo soy inmortal. (msb)
El ser está fuera de la apariencia: esto es evidente. (er)
… era Dios, que siempre está escondido detrás de los rastrojos, de las formas. (ce)
El hombre que se busca y va viviendo que todo es en él apariencia mortal, llega a sentir que es nada en serie de coordenadas o mundos, y ya, anonadado, vive al Néant, o sea, la Intimidad, cuya epifanía era y es. Ya encontró al Padre, y acepta su Cruz, su nada o apariencia sucesiva, como camino. (lvp)
Itinerario de la vivencia y expresión de la teoría de los viajes
Porque el hombre tiene un anhelo infinito de hacerse uno con todo, que es el amor, intuye la posibilidad de llegar a la plenitud existencial por la superación de las representaciones en la universalización de la conciencia unificada con la Realidad o «la Nada Positiva», de la que hablará en el Libro de los viajes o de las presencias.
La teoría de los viajes o de las presencias empieza a gestarse desde la misma adolescencia de González, en Pensamientos de un viejo:
En el hombre hay un anhelo infinito: el anhelo de poseerlo todo, de hacerse alma de las cosas. (pv)
El hombre no puede verse sino a sí mismo. Ansia de amor: eso es lo único que hay en el corazón… […] Donde hay limitación no puede haber sino ansia de poseer, de borrar el límite. (pv)
Presiente el Alma Única, en la que, más allá de la limitación de los conceptos y las representaciones, todo se unifica:
Todo pasa, todo cambia y todo vuelve a renacer… […] Presentimientos del Alma Única, infinita, que atrae entonces al pobre corazón. Es algo, algo así como un eterno crepúsculo. Allí termina todo lo que es… Alegría, dolor, bueno, malo… ¡No! Allí nada es. ¡Negación! ¡Eterno sueño, en el eterno lago de La Nada! (pv)
¡La nada! ¿Cómo gustar esta palabra? Un lago verdoso, con el verde de las algas, eternamente tranquilo… y allí la completa desaparición de todas las cosas y los seres. (pv)
Los placeres de la soledad son muchos […]; y existe el terrible placer de ver cómo tiembla nuestra alma sobre el abismo de la ausencia de todo concepto, sobre el negro abismo de la nada. (pv)
Intuye el silencio como el hallazgo de la verdad que sobrepasa toda limitación:
… la palabra es la muerte de las cosas del alma. […] He aquí: la verdad reside en el que tiene los labios inmóviles. (pv)
¡Bendice el día en que tus labios no pronunciaron palabras! Llevamos en nuestro corazón deseos infinitos, y al decirlos en palabras los determinamos… He allí que toda palabra empequeñece al hombre… ¡Qué triste todo lo que tiene un significado, una manera! (pv)
Al llegar a donde no haya contrastes, ni conceptos, ni juicios, ni valores, el alma habrá llegado a la comunión con la realidad total y única:
¿Dónde está el paisaje de la indiferencia absoluta, en donde no haya contrastes, en donde no florezcan los conceptos, las afirmaciones ni las negaciones? ¿En dónde encontrarte, mujer desarmónica, que estás más allá de la belleza y de la fealdad? ¡Oh, el país de las cosas sin sentido en donde nuestra alma se hace alma de todo! (pv)
¿Ser o no ser? No; ser nada y serlo todo… (pv)
El deseo y la insatisfacción infinitos del hombre no tienen otra explicación que la reminiscencia del infinito y el deseo de unirse a Dios:
Yo disuelvo mi alma en el universo todo, y así amo todo el universo. […] Sigue por este sendero que conduce a la vida divina… […] Mide la grandeza de un hombre por la disminución de sus dioses […]. (pv)
¿De dónde este querer continuar el movimiento que se llama vida? Del deseo. ¿Y el deseo? De que el hombre jamás está satisfecho de sí mismo. […] Y la única explicación que se ha dado hasta ahora de este perpetuo descontento del hombre, es la místico-panteísta: una reminiscencia de lo infinito, y un deseo inconsciente de unificarse a Dios. (pv)
A partir de las intuiciones fundantes de Pensamientos de un viejo, González emprende su Viaje a pie, que es un viaje pasional y mental, desde la conciencia predominantemente sensual y orgánica, por la Colombia nuñizta de comienzos de siglo.
González vive, entonces, la pasionalidad y la ideación como formaciones psicológicas, apenas cuantitativamente diferenciadas, que expresan la energía:
… el idearium y las pasiones son meros efectos del ánimo, explicables por la cantidad de energía […]. (vp)
Concibe el espíritu como una modalidad reciente de la materia:
Esta extraña modalidad de la materia que llamamos espíritu aún no ha aprendido a vivir, a obrar; desea contradicciones; no sabe de dónde viene ni para dónde va y se admira al ver que posee ese don raro de volver sobre sí misma. (vp)
Vive la posibilidad de llegar a poseer sensorialmente el universo, desde la conciencia orgánica de goce:
Vivimos buscando el goce. La quintaesencia de la vida es moverse en busca del placer propio a cada uno. La vida puede definirse así: movimiento en busca del placer. Es movimiento en busca de lo que nos hace falta; es la tendencia de lo imperfecto hacia lo perfecto. (vp)
Somos el joven sensual para quien todo es el tacto. […] Poseemos el universo con los sentidos. (vp)
Se plantea la posibilidad de la existencia más allá del universo fisiológico, en planos superiores de conciencia:
¿Cuándo será que pasemos a otro plano de conciencia en que percibamos el ego como una entidad? Hoy nos parece imposible; somos mucha carne y osamenta; el cerebro es una proporción ínfima… […] Pero el día en que logremos percibir que fue natural que Jesucristo resucitara y se fuera para el Padre, él, un yo, cambiaremos nuestro título de ciudadanos del universo por el de ciudadanos de lo inespacial. (vp)
Mi Simón Bolívar es un gran viaje pasional y mental a la conciencia, realizado dentro de un contexto predominantemente mental e individualista, en el que ya están presentes las vivencias e ideas fundamentales de la teoría de los viajes.
Para el González de Mi Simón Bolívar, el perfeccionamiento de la mente, que es determinadora de las formas, es la meta del proceso de crecimiento humano:
El hombre vive dentro de una cárcel férrea que consiste en sus representaciones mentales. ¡Qué poder el de la formación mental! Ella hace el cuerpo; determina los actos. […] Yo estoy cansado de ser una víctima de mis formaciones mentales bajas. (msb)
Me gusta enumerar los mandamientos: […] 3. Castigo de todos los sentidos. […] Castigar el ojo para que ascienda en sus percepciones, hasta que llegue a ser un ojo mental. […] Hay que disciplinar la mente […]. ¿Cómo disciplinar la acción, si no se disciplina el pensamiento? (msb)
El hombre, en cuanto permanece en el yo, es carnal:
Cuando no se ha logrado desencarnar el yo, hay que ocupar el tiempo en las bregas de la carne. (msb)
Mientras vive en la sucesión temporal de las cosas, anhela el infinito:
Quien vive en el tiempo, en la sucesión de las cosas, no puede amar sino lo infinito y la eternidad; lo que sea infinitamente bello. (msb)
Por su fuerza anímica tiene la posibilidad de libertarse de impresiones, deseos y emociones, y lograr la conciencia universal, capaz de llegar a la esencia:
La fuerza anímica, al no dilapidarse en variadas impresiones y emociones, ahonda y liberta. Hay algo que es diferente de los deseos y de las intelecciones: la esencia. (msb)
Lo importante es amplificar la conciencia, pasar de la conciencia orgánica a la conciencia cósmica. (msb)
En el proceso del crecimiento en conciencia, la intuición es superior a la razón:
He comprendido que voy por un camino ascendente. […] La razón es apenas una etapa; sigue la intuición. Esto es lo que me importa, universalizarme por medio de la ampliación de mi conciencia. (msb)
La unificación con el universo, por la superación de las categorías de espacio y tiempo, y de la representación formal, se logra por la liberación de apariencias y representaciones, o sea de la liberación del universo de la determinación causal:
… quiero agrandar mi conciencia hasta que salga de las categorías de tiempo y de espacio. (msb)
Hombre de conciencia cósmica. Desaparece en él el yo, o mejor, se infunde en él todo lo manifestado. «Yo soy el que es». De ahí no sigue sino el Dios escondido en la zarza ardiente. (msb)
Quiero librarme de la ilusión y de los estados de alma, odio, agradable, desagradable, etc. Levantarme a las regiones altas en donde no maltratan el sistema nervioso los histerismos de la civilización occidental […]. (msb)
Somos pasiones hasta que rompamos las cadenas de la causalidad física. (msb)
En los días de Don Mirócletes, González es un hombre obsedido por sus limitaciones y embolias psicofisiológicas, que se enfrenta con su mundo pasional, encarnado en Manuelito Fernández:
Yo soy un esbozo de hombre, bebo y fumo. Sólo por días, después del cinematógrafo, soy una lejana promesa. (dm)
… me puedo definir por mis limitaciones, que son mis malas costumbres: beber, fumar, cohabitar y hasta soñar con hombres grandes. Salgo a la calle y no tengo aura, eso que hipnotiza a los transeúntes, que les anonada el sentido crítico y los deja boquiabiertos de admiración; todo me es enemigo y me expresa voluntad limitadora. (dm)
Un día, desesperado por esta mi persona coja, grité en la noche: «¡Grandes hombres seguros, mostradme las cápsulas suprarrenales, las glándulas intersticiales, la pineal, los glóbulos blancos…! ¡Mostradme el secreto que os impulsa como fatalidades a ir delante abriendo el camino!». (dm)
El hombre es un ser fisiológico y reactivo, apenas un átomo de conciencia:
… cualquier apreciación que haga es un fenómeno reactivo, determinado por el miedo y la fisiología. ¿Quién es, pues, libre? ¿Quién objetiva la vida? (dm)
Somos átomos conscientes, y tristes como huérfanos. (dm)
Don Mirócletes es un viaje pasional-mental, en el que Manuel Fernández, dolorosamente, instante por instante, padece sus embolias, las medita y lucha por ascender de la vida formal a la esencia:
De la vida formal ascender a la esencia. (dm)
Caminar desde la representación pasional, por el pensamiento, hasta el infinito, más allá de tiempo y espacio:
Lo importante es gozar del instante, en el cual está todo. Todo el tiempo, el espacio y el goce. Atento al instante y hundirse en él y estarse ahogando en el infinito. (dm)
¡Venga a mí el que se esconde detrás de la zarza del tiempo y del espacio! ¡Venga en un pensamiento profundo! Lo único que puede librarnos de esta tragedia del envejecer es penetrar en el drama, adentrarnos en las formas. (dm)
¿Qué me dice a mí Ponce de León, que está ahí, al pie de la fuente buscando la juventud perpetua? Reví los boscajes que huelen a musgo; reví los paraísos que he visto en mis andanzas a pie; olí todo lo bueno que he olido. En un relámpago pasaron goces, nacimientos y muertes, ansias y sueños. Se unificaron mi existencia pasada y mis anhelos de futuro en un segundo, más allá del espacio y del tiempo. (dm)
Cada hombre va en pos de algo, oculto a veces, pero que está siempre detrás de sus aventuras y pensamientos, como una determinación orgánica, como hilo que le da unidad a la apariencia de su vida, por contradictoria que aparezca para el mal observador. (dm)
En El Hermafrodita dormido, González vivencia sus pasiones como lecciones que el hombre debe aceptar para devenir consciente:
… afirma que deviene consciente, reaccionando. Por eso no reniega de sus locuras pasionales en cuanto lecciones. Rameras, odios, hábitos desordenados…, en fin, dice que en el retrete invoca a Dios para que lo saque de la carne, pero espíritu maduro, como estrella que aparece en las cimas de los Andes. (hd)
El juicio, como producto de reacciones pasionales, expresión de pasionalidad, pertenece a la representación (máscara o persona), y no al espíritu, que es realidad esencial:
Sobre todo que los sentidos no juzguen; son jueces autonombrados. El juicio es también excremento pasional. (hd)
… la emisión de juicios hace parte de lo que llama excremento pasional. […] El juicio no hace parte del espíritu, sino de la persona. Toda proposición es reacción. […] Hasta hoy se había considerado a la razón como facultad espiritual. Ochoa sostiene que hace parte de la apariencia. Dice que arte y ciencia son apariencias, pues no hay sino un verbo sustantivo: ser. (hd)
La verdad como realización de ser, más allá de las apariencias existenciales y judicativas, pertenecientes a la apariencia:
La verdad es muda, no sufre adjetivos, ni nombres; únicamente un verbo: ser. La apariencia existe, es decir, es manifestación. (hd)
El hermoso mundo de El Hermafrodita dormido es viaje metafísico, desde el goce deleitado de las apariencias del mundo artístico y político pagano-cristiano de Europa, hasta Dios:
Me río de las cosas de la vida, que son apenas disculpa para vivir. En nuestra ignorancia, las miramos como esenciales. Nuestra vida es un camino, y estatuas y emociones tienen sentido en cuanto ponemos allí nuestra alma. Después toda forma es concha calcárea vacía, sarcófago más o menos refulgente. […] Lo cierto es que mi alma rompe las apariencias y nada perdura; lo que ayer me conmovió, hoy es hoja muerta. […] La enseñanza en la tierra consiste en hacernos conscientes de que nada es esencial, ni padres, ni hijos, ni mármoles. Hay que llegar a Dios. (hd)
La comunión cósmica es el fin último de su itinerario:
¡Cuánta energía gasto en controlar mi ansia de ver toda la luz, todo lo que hay en el universo! (hd)
A través de la relación emocional y crítica con Juan Vicente Gómez, Mi Compadre es un viaje pasional y mental por el mentiroso mundo político-social de Suramérica, a la búsqueda de posibilidades de auténtica representación continental.
El «Canto a las ideas madres» es como hoja de ruta para el viaje desde las convivencia con la multiplicidad de las apariencias, hasta la completa desnudez, en la que se llega a dormir con la verdad desnuda, o sea, a contemplar a Dios:
Canto a las ideas madres: ¡Venid, que estamos ansiosos de comprensión y perdidos en las libretas, en la variada apariencia! […] Queremos salir de la selva de los sucesos […]. Venid, ideas madres, a sacarnos de las apariencias y a conducirnos a Dios, que es tan sencillo, tan simple, según lo vimos una vez en la Catedral de Medellín, que cuando lleguemos a Él, diremos: ¡Vean, pues, lo que era Dios! ¡Es tan inocente como un niño! ¡Pero si Dios es como los niños, que son bellos aunque no se bañen! (mc)
Contestación: Una idea madre contestó: Déjate llevar y no pretendas subirte: comienza por donde quieras, por tu lápiz, por una yerba, y trabaja por comprender, y si no eres soberbio y no te das a los adjetivos y a creerte mucho, llegarás a dormir con nuestra hija, llamada la verdad desnuda. (mc)
El viaje por la vida histórico-político-social de Suramérica, patentizado, vivido emotivamente y meditado críticamente, en la vida y la dictadura de Gómez, se realiza a través de múltiples viajes pasionales y mentales, como el siguiente, realizado con una caraqueña:
Viaje pasional:
Una caraqueña me sonrió, al montar en un carro, y me subí detrás. Me senté a su lado para probarme que soy capaz de enamorar. «Voy al Valle», me dijo, «pero ya vuelvo, ya mismo…». Me hizo ir hasta allá y me trajo… Casada, divorciada hace un mes. González dice que cuando cohabitan, las caraqueñas miran fijamente con sus ojos negros. Se entró a su casa y cerró la puerta. Luego salió a la ventana y me habló duramente, así: «No puede venir, ¿a qué?…».
—Bueno, pues, adiós…
—Good bye —contestó la puta.
No sirvo para las mujeres, no sé conversarles; me gustan, pero no las amo. Me pierdo con ellas. […] Me vine renegando y muy herido en el amor propio. «Mulata, híbrida pretenciosa, dominadora». Insultaba a toda Venezuela, en mi despecho. (mc)
Viaje mental:
Luego comprendí cómo el origen de los insultos contra un pueblo puede estar en el desprecio de una mujercita divorciada de hace un mes. ¡Y nos creemos filósofos y observadores! (mc)
El remordimiento y Salomé constituyen una unidad de viaje pasional-mental-espiritual con Toní, la muchacha alsaciana, dueña de todas las bellezas, por los mundos de la tentación y el remordimiento, hasta Dios, muchacha que no envejece:
… esta casa fue campo de batalla […]. Allá hay muchos pensamientos míos, mucha de mi sustancia mental y emocional. Veinte veces me pareció ver allá a la Divinidad; y unas ciento percibí que Dios se acercaba a mi ser cada vez más, como llega la aurora. (er)
En El remordimiento se explica pormenorizadamente el desarrollo de la vida del hombre moral, viajero pasional, mental y espiritual, camino del existir al ser:
… la vida fenoménica es un mal, un sufrimiento, pero es una posibilidad. Una vez muertos, hay una liquidación y tenemos definitivamente la cantidad de conciencia adquirida; ya no existimos sino que somos. Aceptaría, agrego, mientras la hija del congresista abre la ventana, diez mil años de experimentación, para aumentar mi conciencia. (er)
… la inteligencia objetiva nuestros actos y los critica; nos objetivamos y nos criticamos. […] La imaginación nos hace ver las lejanas promesas de seres que seremos, más bellos, que no hacen lo que hicimos. Somos el animal erecto que mira siempre al horizonte, línea que siempre se aleja, ideal que nunca se alcanza. […] Obrar, meditar, arrepentirse, anhelar: ahí me tenéis la vida del hombre. El fin es irnos libertando de nosotros mismos. (er)
La vida se elabora pasionalmente, de manera inconsciente, a través de deseos subjetivados, adherencias del yo, cuya irrealización, para el hombre pasional, es como una aniquilación: la pasionalidad y el juicio (expresión de la pasionalidad) son entendidos como producto del inconsciente o mente instintiva, en donde se gestan involuntaria e inconscientemente:
La subconsciencia es la que peca, prevarica. […] Prevarica la mente instintiva. […] Yo he sido juez, y conozco el poder que ejerce la atmósfera mental en el momento en que se juzga. Un reo, aparece el reo…; no sé qué nos recuerda a fulano…; tenemos las emociones asociadas con este recuerdo y la sentencia se va formando en la mente instintiva, así como el feto en la matriz, sin que nos demos cuenta. Juzgar es prevaricar honradamente. Porque toda proposición que sale de un hombre tuvo gestación involuntaria. (er)
La vida del hombre se elabora inconscientemente y luego aparece en la conciencia, es conocida. (er)
Se padece en cuanto se desea. (er)
El deseo subjetivo, o que forma parte del yo, es irracional, loco, dominador y ciego. Al estar adherido al yo, su no cumplimiento nos parece la muerte de todo el ser. Le obedece uno como al instinto de conservación. (er)
Por medio del proceso mental, el hombre logra mirarse a sí mismo, en pasado, ya al margen de la subjetividad pasional, como si se tratara de un sujeto distinto de sí, y de ese modo va objetivando sus vivencias pasionales:
Es lo curioso del tiempo, que en el instante presente somos actores y no podemos vernos y criticarnos, y en el pasado somos como terceras personas, materia de conocimiento para nosotros mismos. De ahí que nos creamos libres, sin serlo, pues el presente es tan indivisible, que siempre nos vemos como materia de crítica. Cuando la conciencia aparece respecto de un hecho interno, éste ya sucedió: por eso nos creemos libres, porque nos vemos siempre en el pasado. (er)
La mirada mental, objetivadora y crítica de sí mismo, da serenidad, pues libera de la pasionalidad al poner la existencia en el mundo de la inteligencia:
La única serenidad posible y deseable es objetivar el deseo. En cuanto está adherido, o mejor dicho, en cuanto hace parte del yo, es ciego, origen de males involuntarios. El deseo objetivado es materia de conocimiento. Se puede criticar, apreciar y se puede juzgar de los medios para realizarlo. Además, objetivado, su vida depende de la inteligencia. (er)
Realizadas las vivencias pasional y mental, sigue la vivencia espiritual, en la que, ya en la desnudez de apariencias, consumida toda la representación pasional y mental, se llega a la comunión con el Espíritu:
Salimos, vamos saliendo del mundo pasional, del campo de batalla semejante a cama de dos puestos. Nos contemplamos como águilas que suben; hasta vemos el esfuerzo de las articulaciones de las alas; nos trepamos sobre la Tierra; pasamos del espacio; salimos del tiempo y recibimos de aquel alimento con que Jehová sostuvo en el desierto al cansado Elías. […] Los guerreros se alimentan de beatitud, como Elías. […] Y una noche tendrán una visión: un camino interminable y entre tinieblas; verán que por él avanza uno que lleva una carga cada vez más pequeña, pues es giba de que se nutre, como el dromedario. Dirá cada uno: «Ése es mi espíritu que va solo con su carga, nutriéndose de ella». La giba es el cuerpo y las pasiones, instintos, deseos, hábitos, toda la materia de la vida terrestre. El disminuir consiste en que a medida que se vive, se cumplen los instintos, etc. Y el nutrirse consiste en que el espíritu adquiere sabiduría a medida que experimenta. Para los jóvenes tengo un mundo de fantasmas que me obedecen y que me alegran. Son las cosas de que he triunfado. Mis experiencias. (er)
Como en todas sus obras, también en El remordimiento, dentro del gran viaje al mundo moral, se dan multitud de pequeños viajes:
Viaje pasional:
Después de algunos días felices, supe que Toní había dicho a Mlle. Babí: «¡No crea!; ¡no se volverá a casar!; ¡es muy viejo ya!». ¿Por qué diría eso, que me hizo tener conciencia de la vejez? Lo dijo indudablemente para engañar, pues fue a poco cuando me escribió el papelito en que decía: «J.V.A.». ¡Yo te amo! Durante el intervalo entre las dos frases: «Es muy viejo ya» y «Yo te amo», estuve triste y me fui a París, después de escribir en mis libretas la siguiente Imprecación: «Más le vale al hombre morir que caer en garras de mujer. Lo asesinan lentamente, a golpecitos, y luego lloran y rezan. Y, sin embargo, la vida es el súmmum de los bienes. La mujer, animal que araña en la corteza cerebral, es locura inventada en el infierno. Me han amargado todo, hasta mis estudios teológicos. Hace tres días que, dormido y despierto, sufro lentamente, percibiendo la locura que me cerca. Yo no puedo vivir sino ebrio de amor por la vida. Estas mujeres me atormentan. Me tienen reducido a esclavo. Parto ahora. Necesito la soledad de París». (er)
Viaje mental:
Entré a Salomé… Se frotaba contra las patas de las sillas y de pronto bajaba la columna vertebral, estirándola en espasmos… Estaba rijosa. ¡La pobre! ¿Sería ya poseída? ¿Los gritos que oí?… La examiné y tenía húmedo el sexo. ¿Por qué me airé? Se me sublevó toda la carne; ahora comprendo que tengo celos; que les arrojo piedras a los gatos… y que van dirigidas a los posibles amantes de la señorita Taylor. No quiero que Salomé deje de ser virgen, que nadie ni nada deje la virginidad; este deseo ¿será por la señorita Taylor? Tuve celos y me subían imágenes sensuales. Me fui a la iglesia de rue Paradis, a rogarle a la Virgen que me libre de las pasiones elementales; que me libre de este tormento de amar todo, mujeres, viajes, ciencia, arte, sin tener capacidad. Que no ame, puesto que envejezco, y moriré y las cosas bellas seguirán naciendo, sucediéndose. Ansia de morir, porque no puede ser mía la Taylor, Salomé, los viajes, las estatuas, todo. (sal)
Hoy tengo toda la historia de Toní ante mi inteligencia, objetivada como si fuera una aventura de mi concuñado Félix. Penetro en mis propios secretos y comprendo la razón de mis acciones, de insultar y rebajar a Toní, de ir a la iglesia de la calle Paraíso, y ¿por qué seguí paso a paso los amores de la gatica «Salomé» y apedreaba a sus amantes en los tejados del jardín? ¿Comprende el lector? ¿Comprende lo ágil y rábula de mi instinto? (er)
Viaje espiritual:
No morí en la operación, pero murió mademoiselle Toní. […] Toní murió en el hospital San Vicente. Por fin, los dioses me concedieron la libertad. […] ¡Murió mademoiselle Tony! […] Yo soy un sacrificador nuevo con una túnica nueva. Vengo a ofrecer estos calzoncitos y si no los cuelgo del techo es porque hace mucho frío y esta muchacha se enfermaría… Pero, en cambio, dame conocimiento. (er)
Cartas a Estanislao es un viaje en el que, padeciendo y meditando el drama del hombre y la sociedad colombianos, se trata de libertar el espíritu, prisionero de las manifestaciones de las formaciones biológicas, emocionales y mentales:
¡Qué hastío la forma invariable con que nacemos! Prisioneros somos del esqueleto y de las formaciones mentales y emotivas. (ce)
… el espíritu encarnado no se mueve sino por las manifestaciones. (ce)
En Los negroides se trata de viaje, en el sufrimiento del drama continental, por el mundo mestizo suramericano a través de la expresión de la energía continental que se representa en tendencias, instintos y anhelos, y culmina, en la consunción de las apariencias, como autoexpresión, en el Espíritu:
En todas las formas lo que se expresa es la energía. Tendencias, instintos, anhelos. (n)
El objeto de la vida es que el individuo se auto-exprese. La Tierra es teatro para la expresión humana; el hombre es cómico; la vida es representación. (n)
… el hombre llega a la sabiduría por el sendero de su propio dolor, o sea, consumiéndose. (n)
Cada hombre está llamado a llegar al Espíritu con sus propios pies. Cada mente manifiesta en su procedimiento el modo de su auto-expresión. ¿Qué decir de la pintura, la religión, la música, las artes retóricas? Allí es más evidente, que en las ciencias, que el hombre es aljibe, forma a través de la cual mana el Espíritu. En esos dominios, somos canales por donde se manifiesta el Señor que ardía en la zarza egipcia. En tales dominios, el valor está en desnudarnos, en quitar lo que sea de aluvión, así como quitan la tierra y la arena de aporte para llegar a la roca viva de donde brota el manantial. (n)
El individuo, al auto-expresarse, se acerca al Espíritu. (n)
Dentro del gran drama del padecimiento y la meditación sobre Suramérica, que es lo que constituye la obra, en los fragmentos del diario genovés («Pensamientos genoveses») encontramos un vibrante viaje pasional y mental, con una muchacha florentina:
Viaje pasional:
Primer día. El cónsul de Colombia, en el restaurante, solo, tentado por las posibilidades de la soledad absoluta. La muchacha al frente, en la mesita del frente, sola, irresistible animal de 19 años. Miradas, inquietud por «las cautelas» del padre Ignacio. Uova al tegame. Sonrisas.
Segundo día. Comen juntos. Ella domina al cónsul: come con mayor desfachatez; ordena a los mozos con imperio agradable. Cuando come las lechugas desfachatadamente, el cónsul queda anonadado. Éste paga y salen juntos.
Tercer día. Salen del restaurante. El cónsul parece un perrillo que quisiera ser un dios griego y cristiano. Ella juega en la mesa de una fiesta de caridad; el cónsul pasa las liras. El hombre tropical está anonadado por esta heredera de las maneras imperiales de un pueblo muy viejo…
Cuarto día. Ella lo tienta. Quiere dormir con él en la soledad, sobre los folletos inmundos de Olaya Herrera. Alza la falda y baila sobre facturas y folletos, graciosamente. El cónsul se acuerda de «La Moza», la ramera de su Envigado; se acuerda de Cipriano; se acuerda de «La Coja», cabe las tapias del cementerio envigadeño, sobre la tumba del suicida Burgos, y la despide… (n)
Viaje mental:
La fortaleza consiste en la verdad, y ésta, en atender a la razón a cada instante. Si te contrarías en tus satisfacciones inmediatas al ejecutar un acto, señal es de que es bueno. […] Todos estos pensamientos ¿serán venganza contra la muchacha, contra el pueblo de maneras imperiales, heredero de la cultura de los Poncios Pilatos? ¿Serán sofismas vengativos de un tropical, por carecer de la desfachatez para ordenar a un mozo que traiga unas lechugas? […] Si un ser me engaña y sufro por ello, señal es de que estaba apegado a él: cosa irracional. […] El que me engañare, ningún mal ni bien me hace; se lo hace a sí mismo. (Ahora, al copiar esto, creo percibir aquí el despecho. Luego estaba apasionado. Ahora comprendo que no había tal virtud; que sin «las cautelas», la misma resistencia a acostarse es un vicio. En Génova, con esta florentina cuyo nombre debo tener por ahí, pequé más resistiendo que acostándome: de la mezcla que hice entre el dios griego y el cristiano no podían salir sino los pecados de la soberbia y la hipocresía). (n)
Hoy, abril de 1936, al sacar en limpio estos pensamientos, comprendo que toda esta teoría sobre la virtud nació de aquella muchacha del restaurante Ferrari. Todo nace de la mujer, hasta el ascetismo. Un pensador experimentado busca siempre los orígenes de toda filosofía, convencido de que se trata siempre de sublimaciones del amor, el hambre y el miedo. Seamos claros: resistí a esa muchacha, cuyo nombre no he podido encontrar en mi memoria, por un paladeo artístico de la sensualidad, pues así me educaron los jesuitas; quise dominarla y convertirla, y cuando ella se fue a los baños de mar con el joven más fuerte que yo…, pues escribí los pensamientos acerca de la virtud… (n)
Se repite en mi mente el drama imbécil, al copiar estos pensamientos hoy, abril de 1936. Ahí reveo al cónsul suramericano, comiendo lechugas, solo en su mesa, esperando vanamente a la que deseó dominar, llamando esto, en términos del padre Ignacio, convertir. Como el dominado era él […]. Así es como este cónsul-jesuita escribe al día siguiente, antes de partir para Milán, los pensamientos que siguen. (n)
Viaje espiritual:
¡Nada como Dios! […] Dios es la vida: el calor, el frío, las flores, el agua, etc. Es el amor, el sentimiento. Pero estas cosas revelan a Dios, no son Él. […] Escojo conocimiento. (n)
¡Deja las puertas abiertas! ¡Nada busques! Recibe todo lo que llegare, el bien, y también el mal, transformándolo. (n)
En los breves y ocasionales trozos de Nociones de izquierdismo y la revista Antioquia se señala la necesidad de la superación de tiempo y espacio para lograr el pleno desarrollo de la conciencia, hasta llegar a la comunión posesiva del universo o realización del hombre en Dios:
… la cima humana está en aquel estado en que el hombre se siente propietario del universo, solidario con toda vida. Casi es actitud divina; casi se trascienden entonces el espacio y el tiempo. (ni)
Su actividad de universalización del yo es así: padecer, conocer, amar y realizar. ¿Realizar a quién? A Dios. Por eso, Éste [Jesús] se llamó a sí mismo El Hijo del Hombre. (ap)
[La conciencia] es infinita potencialmente. La vida individual es una limitación de ella. En cada instante estamos sometidos a una causalidad, alindados, y por eso decimos «yo». El secreto para ser inteligente consiste en libertarse de la individualidad mediante la comprensión. Es una verdad bellísima. ¡Ojo! (ant v)
Creo que los siguientes son postulados: 1.º El hombre desaparece, al morir, en cuanto individuo humano; 2.º Al morir, desaparecemos para el tiempo y el espacio en cuanto individuos; 3.º El hombre es hijo del Sol y de la Tierra, es decir, fenómeno proveniente de la posición relativa de estos dos astros. (ant vi)
Ayer, mi hijo Álvaro me anonadó así: «[…] El yo superviviente está fuera del espacio y el tiempo. Son cosas divinas». (ant vi)
… las ideologías son manifestaciones de las necesidades vitales, y unas veces triunfan unas en la conciencia humana y luego las otras. Todo lo aparente, material o moral, es forma limitada en que se manifiesta la energía; cuando los individuos cumplimos este fin, dejamos de ser actuales y queda de nosotros el cascarón […]. (ant xiii)
El maestro de escuela es el viaje por la disolución del yo representativo o yo apariencial, a través del viaje pasional por la vivencia del grande hombre incomprendido; el viaje mental por el concepto de egocentrismo, como generador del complejo de incomprensión, y por el concepto de culpa, como objetivador causal, en los demás, de la pasión de la insignificancia propia; viaje espiritual (u oración) a la gracia o ruptura con el mundo de la necesidad causal.
El Libro de los viajes o de las presencias es la propedéutica amplia de la metafísica vivencial o teoría de los viajes o de las presencias, explicada, patentizada y aclarada con ejemplos de múltiples viajes pasionales, mentales y espirituales:
Viajes pasional y mental en que se explica la intimidad de «mi finca», «me van a robar mi finca». (lvp)
Ahora voy a dar el viaje pasional, el mental y espiritual por medio del cual llegué al misterio del pecado original o de la unicidad de los hombres en el pecado. Veamos cómo se concilian todos los opuestos enunciados antes. (lvp)
Viaje pasional en que se vive todo esto y que se titula: Pío xii y la hermana Pascualina sucediéndose. […] Viaje mental por estas pasiones de la agonía de Pío xii. (lvp)
La tragicomedia del padre Elías y Martina la velera es el íntegro viaje de Fernando González, desde latencia en las entrañas de sus antepasados, sensuales, airados y místicos, hasta cadáver hermafrodita en la inocencia de la reconciliación:
La vida del padre Elías es la descripción de su apariencia; es la narración del espacio-tiempo llamado padre Elías; son las escenas que eran él y que se patentizaron, a saber: 1.º Instinto de reproducción, con sus circunstancias antecedentes, concomitantes y subsiguientes; 2.º Instinto de propiedad: «lo mío y lo tuyo»; 3.º Instinto de dominio: «hacer buenos a los otros»; 4.º Instinto de vivir: «es el que nos hace huir de todo lo que puede destruirnos». En él está toda la perturbación original; constituye el núcleo del yo y es como raíz de los anteriores. (t ii)
El origen de los mundos pasional y mental es la voluntad del Hombre: del primer hombre en quien estaban todos los hombres, y de cada hombre, pues cada uno va repitiendo lo que el primer hombre hizo: caer en la tentación de la Inocencia, o sea, abandonar la simplicidad no representativa del saber uno, o contemplación de la Intimidad, a cambio del conocimiento de los opuestos en la representación:
Existen tantos mundos como coordenadas, y la posibilidad de coordenadas es infinita… […] Pero la Tentación de la Inocencia fue la originaria de los mundos pasionales y mentales; de ella proceden todos: los emotivos o estéticos, los mentales y el entendiendo o humano-divino, o retorno a la Inocencia, viaje del Crucificado. Una flor abierta es bella porque nos recuerda el capullo, la infinita posibilidad o latencia del capullo. Un botón y una niña inocente que se asoma a la nubilidad son las apariencias más avasalladoras: ¡la tentación de conocer el bien y el mal! (t i)
Sabio y eterno es el que es,
no el que aparece y conoce.
En la tentación de la inocencia
inmane la Muerte. (t i)Adán (el Hombre) era todo, porque su presencia era Dios; su presencia era el Inefable. Era, pues, sabiduría-amencia-inmortalidad. Quiso aparecer, abrir la inocencia, para ser presencia del Bien-Mal, dios de su mundo, y lo fue, fue el Bien y el Mal, la estética, la mente, los contrarios gemelos, macho y hembra, y la Muerte. De suyo era nada, pues era la presencia del Inefable, y esa nada quiso aparecer (ser aparente) y lo fue: ramera pintarrajeada… (t i)
Por la voluntad humana de tener su mundo de representación y de aparecer en él, pasional y mentalmente, es preciso hacer el viaje pasional, mental y espiritual, para volver hasta la Intimidad o Presencia, en la que inicialmente estaba el Hombre:
[En el primer acto vimos cómo el padre Elías] comenzó a entender su mundo pasional, al vivir atento y sumiso las tentaciones y presencias mentales que era; vimos que el drama fue con unas manos, una voz, con figuraciones hermafroditas de la inocencia tentadora. […] En este segundo acto asistiremos al drama de «lo mío» y «lo tuyo», el cual ya se inició en el primero con ese apego del padre por su huerto Progredere. Aquí se entiende o glorifica todo el mundo mental. En el tercero y último acto veremos cómo se desvanece el núcleo del yo, lo durísimo, lo roqueño, la pretensión de hacer de «este mundo» el Paraíso: es el intervencionismo mental, el bregar por hacer «buenos» a los hombres «con nuestra acción». Esta es, como veremos, la penúltima presencia…, triunfando de la cual, y de la última, que es el deseo de ser, se entra al Reino de los Cielos, y que, por eso, se dijo: «Buscadlo dentro de vosotros mismos». (t ii)
Viaje pasional:
En el primer acto, el padre Elías padece atento y vigilante sus tentaciones estéticas, y en monólogos al respecto entiende y va libertándose de la carne organizada […]. (t ii)
¡Qué mano grande, larga y poderosa! Iba hoy para misa y me encontré con la muchacha que me gustara hace dos años y a quien no seguí viendo: no existió en mí durante este tiempo… […] Prometí ir mañana… Me dio la mano…, ¡esa mano…! Reaccionaron mis coordenadas vitales y soy impaciencia por ir… ¡Vea, pues! Impaciencia por ir a sufrir, a desear, a bregar… Sí…; todo esto indica que mi cruz es mi cruz, que lo mío sucederá… Iré, pero sin finalidad, porque sí, porque soy esa mano. Esa mano es mi presencia y me abrazaré a mi presencia. (t i)
¡Qué hermosas! ¡Qué vitalidad y amplitud la de esa mano que hoy es mi yo! Ancha y larga y tibia: poderío en sus proporciones y elasticidad y tibieza. ¡Mano verídica; mano de la vida! Es una ignorada hasta de sí misma. ¡Mano salutífera! ¡Mano verdadera! […] [Y] al ver sin ver y coger sin coger esa mano, ella fue mi yo y el mundo; mi mundo fue ella, sin por qué, ni cómo ni para qué. ¡Morí y fui la mano! […] Lo más poseedor que he vivido en mi cruz es esa mano. (t i)
Has de saber que desde esta mañanita soy unas manos de muchacha, tibias, y soy también el que se descompone con su primo Palillo en el ataúd. (t i)
A los setenta años, esclerótico y desdentado, esas manos acarician mi cadáver […]. (t i)
Viaje mental:
Glorifica, pues, a esta muchacha Martina, que soy yo, y a este cadáver que también soy yo, así como te glorifico al no mentir, al llevar mi cruz y ofrecerte estas manos tibias quinceañeras: ¡dame esa muchacha y ese cadáver en inteligencia…! (t i)
Aquí, en este rincón en la noche, voy entendiendo, padeciendo y entendiendo. […] Lo «malo» sería no ir entendiendo la relatividad que va siendo este delicioso asombro, y elevar «esa mano», la relatividad que soy, a Ser. (t i)
Viaje espiritual:
Padezco, pero entiendo, y el Inefable va siendo, va siendo, va ya a Ser, ¡pero es infinito…! Nunca es en mi cruz; va siendo… […] Si oramos (nos abrimos como puerta sin alas al silencio), sin medir con la nada que somos, el Inefable aparece en la puerta que se vive como nada: eso es la glorificación del cuerpo. (t i; ver t ii, acto iii)
* * *
Ser o realidad, y apariencias
Esencia y apariencia
Desde la adolescencia, el amor fundamental de Fernando González es la esencia misma de la realidad, en la propia alma, parte del Ser Único:
Y en verdad que en este crepúsculo blanco, de blancura turbia, parece que el mundo tuviera un alma, y que esa alma, disuelta en las cosas, fuese Sor Melancolía… Pero no; tú, novia de mi corazón, eres la esencia del mundo: eres mi alma, y mi alma es parte del Uno Primitivo… Es el Ser… […] ¡Mi novia es la esencia del mundo! ¡Mi novia es todo lo blanco y melancólico…! (pv)
El objetivo de la búsqueda metafísica es la esencia, o realidad no-aparente, que el hombre, padeciendo y entendiendo, encuentra más allá de representaciones, manifestaciones, deseos e intelecciones:
Hay algo que es diferente de los deseos y de las intelecciones: la esencia. (msb)
Lo inespacial rodea a lo fenoménico. Si no es así, ¿en dónde termina lo fenoménico? (msb)
¿Qué me importa lo humano? Todo es efímero; busco la esencia. (msb)
El mundo de los sentidos es una apariencia desvaneciente, y detrás está la esencia, dice el que se hace filósofo con el primer dolor. (dm)
A pesar de que las formas fisiológicas lo determinan, el hombre no se reduce a los determinismos y limitaciones formales; más allá de lo meramente fenoménico, aparente y limitado, su esencia es la infinita posibilidad, tal como lo patentiza su deseo de libertarse de la limitación impuesta por las formas:
Lo triste está en que las formas son limitadas. Estos linderos de las formas nos determinan. ¡Qué más legislación que esta cárcel de nuestros huesos craneanos, de ese tubo óseo de la columna vertebral y de estos músculos que unen el esqueleto! ¡Ya somos hombres! Ya no somos únicamente la esencia de infinitas posibilidades. (vp)
… porque somos la esencia existe en nosotros el deseo de tener todas las facultades de los seres reales y posibles. Pero el hombre culto respeta su límite, acepta la suprema necesidad de la forma. (vp)
Porque el amor es la esencia que subyace a las apariencias formales y deviene en las formas y manifestaciones de la vida fenoménica, la metafísica es metafísica del amor:
¡Oh, señora Venus, todas cuyas gracias se formaron de las espumas del mar en las riberas de Chipre, ayúdanos, que vamos a exponer nuestra metafísica, que es amor…! Para nosotros el mundo fenoménico es efímero como las burbujas de que se formó Afrodita. El amor subyace bajo esas formas. Por eso cambian constantemente; de ahí el devenir, ¿pues cómo podía ser duradero lo que es forma del amor? […] El amor es para nosotros lo que está detrás de las formas, la médula de lo fenoménico o, para decirlo en forma bárbara, el nóumeno. […] ¡Qué estúpidos e insinceros estos enormes libros, casi siempre en latín, que tratan de la vida, de la esencia de las cosas y que no citan el amor! […] Se ha creído que el amor es únicamente el amor sexual; pero en verdad esa es la materia bruta de todo lo hermoso y grande. (vp)
Las manifestaciones fenoménicas no agotan la realidad, pues la esencia está surgiendo y manifestándose siempre como infinidad de tendencias, inagotables mientras el íntegro proceso del devenir aparente no se unifique en el todo inespacial, o esencia, que es el amor:
Toda nuestra actividad, y más aún, los mundos todos, son el surgir de la esencia […]. Y el amor tiende siempre porque nunca se realiza completamente en los fenómenos. […] Para el hombre culto los conceptos se van unificando, hasta llegar al todo inespacial que es el amor, la esencia de todas las formas. (vp)
La metafísica es la búsqueda de aquello que debemos devenir, hasta llegar a la Realidad, que es la esencia amorosa en la que todo se funde:
… para el metafísico, así como se funden los conceptos de electricidad, magnetismo, luz y calor en el de movimiento, todo se funde en la esencia amorosa que deviene en las formas. La esencia tiende siempre; la esencia es un verbo […]. (vp)
No puede haber cultura sin metafísica, pues ésta trata de los destinos del hombre, y para saber cómo cultivarnos es necesario saber qué debemos devenir. (n)
Realidad y apariencia
El camino por el que González llega a la noción o vivencia de Realidad es complejo y se constituye como un proceso de deslinde entre el aparecer del ser, representado y captable en categorías de coordenadas, y el Ser mismo, en categoría de eternidad, sin representación ni forma, ni concepto alguno, de los mundos de coordenadas.
Inicialmente concibe la Realidad Una, perfección de las perfecciones, como el conjunto del espacio y de los sucesos:
El conjunto del espacio y de los sucesos es la perfección de las perfecciones, metafísicamente hablando. (dm)
Al madurar su vivencia metafísica de la Realidad, supera la idea de que el espacio y las formas que contiene constituyan la perfección metafísica, y ve el Ser o la Vida o la Realidad como aquello íntimo, presente, esencial (Intimidad, Presencia, Esencia amor), que espacio-temporalmente se va manifestando como sucediendo, en los sucediéndoses o seres, en el sucediendo de cada uno de los seres o existentes:
… tiempo y espacio son modos de la Eternidad, que es Presencia Total, y que, por eso, cada existiéndose posee un presente, un Yo, que es la cantidad de pasado y de futuro posibles en sus coordenadas. Y que cada existiéndose se existe en los infinitos otros, y el total existiendo es en la Intimidad […]. (lvp)
Las formas, las apariencias, son apenas imágenes representativas (en representación o patentización) de la esencia o Intimidad:
Hay que respetar la realidad. Las apariencias, tales como suelen suceder, son imágenes de la vida emotiva y espiritual. […] ¿No es sustantiva la forma, como decía el magistrado Duque Parra? (lvp)
Cada existente, todo existente, es extensión con conciencia de sí como cuerpo actuante. Cada existente, en tanto en cuanto es, es un saberse actualmente actuante. Cada existente es un actuante sabiéndose actuante, instante a instante:
… cada ser es una concreción o modo determinado de la extensión (su cuerpo), con la idea de ese cuerpo actualmente existente en acto (el alma). La amiba, el pez, el reptil, etc., cada uno es la idea o alma de su respectivo cuerpo existente… (lvp)
Aunque en el tejido de los fenómenos en devenir cada existente sea una conciencia de su realidad actuante (un sucediéndose), la Realidad no está constituida por una serie de pequeñas apariencias granuladas, autónomas e independientes entre sí, cuya suma constituya la Realidad.
La Realidad es totalidad una y única (Unitotalidad).
La Realidad es conciencia de realidad (Intimidad), realidad representándose (Sucediendo), y vida generadora y sustentadora de esas conciencias-existencias, esos representadores, y esas acciones, en infinita diversidad de representaciones (Presencia o Intimidad).
El devenir es la representación o manifestación formal o patentización de la esencia o sustancia única que subyace a los fenómenos, o sea, la manifestación de lo que son los seres:
Devenir es cumplir o manifestar lo que se es. La niña tiene en sí la belleza de la mujer y la manifiesta. (msb)
Todos los existentes o cosas o seres o sucediéndoses; todos los seres que existen o van siendo-existiendo-con-conciencia-de-que-son-sucediéndoses, lo son en la Esencia amor, en la Intimidad, en la Presencia, en la Realidad unitotal.
Todo lo existente sucediéndose, los seres que actúan la multiplicidad de formas corpóreas, instintivas, pasionales, emocionales, mentales o racionales, no son unidades autónomas, existentes por sí mismas; sustancias múltiples, que por sí mismas, como sustancias reales autónomas, llegan a constituir la Realidad o la Vida. Es al contrario: los existentes formales, o apariencias fenoménicas, son algo en cuanto la Realidad Viva y Unitotal, esencia no formal, realidad no aparente, los constituye como seres. La realidad de los existentes es manifestar o patentizar, fenoménica y granuladamente, la Esencia, Intimidad o Presencia de que ellas son apariencia. Las formas, los existentes, las vidas, los sucediéndoses, sin la Esencia Amor o Intimidad o Presencia, más allá, más a lo profundo de sus formas aparentes, nada serían:
Realmente no hay cuerpo, mente, razón; hay Intimidad, Sucediendo, Presencia, y en esa Trinidad que es una, hay número infinito de sucediéndoses. (lvp)
Todo lo que hay es innumerable cantidad de apariencias, de manifestaciones, de representaciones, que llamamos individuos o sucediéndoses o seres, que son presencias, patentizaciones de la Una, Única y Total Esencia o Sustancia o Realidad o Vida o Intimidad o Presencia o Dios, que se patentiza aconteciendo en diversos niveles de manifestación que el hombre de conciencia universal puede vivir:
… la cultura hace comunista al hombre, es decir, propietario del universo, hijo de Dios; anarquista, es decir, capaz de gobernarse a sí mismo; el hombre culto vive dentro de la realidad (Dios) como pez en el agua […]. (ni)
Porque no hay sino sucediéndoses y sucediendo e Intimidad, y todo es un solo Dios o Realidad. […] Y porque el Sucediendo es Infinito, aparece: infinito número de sucediéndoses-concienzándose en la Intimidad. O sea, las creaturas son a imagen y semejanza de Dios; son trinas. (lvp)
Esencia y vida
La metafísica es metafísica de la vida en cuanto ésta es representación de la infinita variedad de fenómenos que brotan del amor, presente como esencia, manifestación vital, propia y única, en cada ser o existente:
… lo único hermoso es la manifestación que brota de la esencia vital de cada uno. Aquí podéis vislumbrar la idea madre de nuestra metafísica […]. Para nuestras encantadoras lectoras sí queremos anticipar que nuestra metafísica es efímera, agradable y esferoide como los encantos de sus cuerpos. (vp)
La vida es permanente representación fenoménica de la esencia amor, y el hombre, existente metafísico y actor del drama vital, como manifestación individualizada de la Vida Única:
Y nosotros somos metafísicos y poetas, enamorados de ti, Julia; afirmamos que sobre la esencia, amor, se representa el fenómeno vida. Consideramos a ésta como una representación perpetua y creemos que somos actores del gran drama. (vp)
Cada existente vivo constituye un mundo real, y la totalidad de los existentes y sus vidas constituyen la Realidad Única o Esencia amor, que es la Vida:
Cada existente es un mundo real, y todos los mundos son uno solo, la Vida. (lvp)
Siendo la metafísica la comunión con la esencia amor, realidad fundamental, sobre la cual se urde la trama fenoménica del devenir vital, mientras el científico se limita al análisis del ropaje externo de los fenómenos, el metafísico, despojando de sus formas aparentes las manifestaciones fenoménicas de la vida, se compenetra con la esencia o realidad fundamental ultrafenoménica. En lenguaje pasional: mientras el científico analiza el ropaje que cubre el cuerpo de la hermosa muchacha que es la vida, el metafísico, que sabe que él y la muchacha son la esencia amor manifestada fenoménicamente, posee el cuerpo de la muchacha que para él se desnuda:
¡Cuán bella es la vida para el metafísico! Es él quien percibe lo que hay debajo de los fenómenos; el que adivina el hilo madre que sirve de eje para la tela efímera del devenir. ¡Y generalmente se percibe a sí mismo como esencia! Imaginaos una muchacha variada y ricamente vestida. Pues el metafísico es el único para quien ella se desnuda. Los demás, el físico, el matemático, etc., están ocupados en examinar sus vestidos. ¡Nosotros somos los verdaderos amantes de esta muchacha! (vp)
Ser y existir
La búsqueda de la Realidad exige el deslinde entre existir y ser.
González clarifica la diferencia entre existir y ser desde dos grandes perspectivas: el juicio y la muerte.
A través del análisis del origen, lugar y naturaleza del juicio dentro del existir del hombre, conciencia-de-ser-en-devenir o existiéndose o sucediéndose, logra González una inicial claridad de la diferencia entre existir y ser.
Primero es el ser generador de los existentes; luego, la existencia de estos:
Lo que mi mente creó se hizo realidad y existe, pues las cosas primero son y luego existen. (msb)
El mundo mental-racional pertenece a la representación o apariencia, pero no tiene esencia propia; es manifestación de la esencia o substancia o Dios, a través del existente humano, pero no ser substancial autónomo:
Hasta hoy se había considerado a la razón como facultad espiritual. Ochoa sostiene que hace parte de la apariencia. Dice que arte y ciencia son apariencias, pues no hay sino un verbo sustantivo: ser. No se puede concebir nada existente fuera del Dios escondido. (hd)
Ser y pensar no están situados en un mismo orden de realidad. Los juicios no pertenecen al orden del ser, no emergen de la esencia, de la Intimidad, sino de la representación, de la reacción pasional del existente en tiempo y espacio: son excremento pasional; expresiones mentales originadas en la reactividad pasional, no en la realidad fundamental, que es el espíritu. No hacen parte del espíritu, sino de la persona:
El juicio es también excremento pasional. (hd)
El juicio no hace parte del espíritu, sino de la persona. Toda proposición es reacción. (hd)
Ser y pensar no se identifican, sino que, al contrario, en la medida en que el hombre no piensa, es:
No pienso, luego soy. (hd)
En los días de El Hermafrodita dormido, González apenas empezaba a trabajar el problema de la relación individualidad-solidaridad, perturbación-reconciliación, luchando por clarificar las nociones de individuación y personalización, que a partir de Los negroides maduraría en El maestro de escuela y en el Libro de los viajes o de las presencias.
Desde la noción de individualidad, entendida como la realización del ser, afirma: no pienso, luego soy, es decir, no se es por la capacidad de pensamiento, sino por la superación de la necesidad del pensamiento:
No pienso, luego soy. Con esto quiero decir que sólo el que es capaz de dominar el pensamiento, es individuo. Se refiere a mi teoría de que el olvido es una facultad que se adquiere en los grados altos de civilización. (hd)
Desde las noción de existir, afirma: no pienso, luego existo, o sea que el hombre no existe porque piensa, sino al contrario, cuando supera la necesidad de pensamiento, realiza plenamente su existencia:
No pienso, luego existo. Pensar es muy fácil; todo el mundo vive pensando. La verdadera existencia principia cuando podemos no pensar. ¡Eso sí es catapulta! Pero lo que hacemos todos es rastro de babosas. (hd)
No pienso, luego existo. Pues sólo así soy dueño de mí, individuo. […] Mientras más te des al mundo, menos te abandonará el pensamiento; aun en el sueño te atormentará […]. Esta es la regla: no pienso, luego existo. (n)
Posteriormente, a partir de la vivencia y del análisis de la muerte, precisa González que el existir, cuyas categorías son espacio y tiempo, es posterior al ser, cuya categoría es la eternidad, pues el existente aparece, se representa, es apariencia y posibilidad, se sucede espacio-temporalmente; mientras que el Ser, más allá de apariencia y representación, es.
Fuera de espacio y tiempo, ya no existimos; salimos de la posibilidad, la apariencia, la representación, el sucederse, y somos pura realidad, Ser, y nada más. El hecho de la muerte establece la diferencia radical entre existencia y ser:
Al morir, cesa la posibilidad que se llama tiempo y espacio, posibilidad de ascender. Cesa la apariencia; no existimos después de la muerte, sino que somos. (er)
La muerte posibilita el paso del existir al ser:
… la vida fenoménica es un mal, un sufrimiento, pero es una posibilidad. Una vez muertos, hay una liquidación y tenemos definitivamente la cantidad de conciencia adquirida; ya no existimos, sino que somos. (er)
Las formas de existencia o representación son modos del devenir, no del ser; por eso, cuando, al morir, todas las manifestaciones existenciales del ser desaparecen, se llega a la comunión total con la Realidad Única, más allá de modos y formas, por lo que bien puede decirse que muerte no hay, y el hombre, el yo (con mayúsculas), no puede morir:
Todo lo que llamamos existente es determinado modo de la vida, determinado por infinito número de modos precedentes y por los infinitos coexistentes con él, junto con los cuales (pasados y presentes) se realiza el existir de modos futuros, condicionándose y determinándose mutuamente. En la realidad todos son uno solo. Por eso, el yo es muerto vivo y vivo moribundo y que no puede morir. (lvp)
Ser y coordenadas
El análisis del juicio y de la muerte clarificó la diferencia entre existir y ser: la Realidad es puro Ser, sólo Ser, nada más que Ser.
Lo que no sea únicamente Ser, no es real por sí mismo, es decir, toda representación dentro de modos o formas de ser, es real únicamente en cuanto manifestación, patentización, presencia (con minúscula), devenir espacio-temporal del Ser.
El único verbo sustantivo es ser; los demás son adjetivos. Se es. Lo demás es sacar, manifestar, hacer, devenir. (msb)
El Ser es la Realidad que, aunque se representa o patentiza en coordenadas, no pertenece a las categorías de la existencia (espacio, tiempo, mente, pasión), sino a la categoría de eternidad. La existencia es devenir y manifestación o representación, o patentización del Ser o Sustancia única, en categorías de coordenadas:
… el término ser no es temporal. Los demás verbos son temporales o de la representación; ser es sustantivo, verbo sustantivo y trata realmente de la Intimidad, cuya categoría es eternidad. (lvp)
Es una ley que todo se represente: desde la gravedad que lo hace en astros, hasta la infección orgánica, que se localiza. (mc)
El tiempo es el uso de la energía. (dm)
… el tiempo no existe de suyo, sino que es el suceder de los fenómenos; es una apariencia, una resultante, así como la sombra. Estos son misterios muy grandes […]. (er)
El principio fundamental es este: el Ser es, y su categoría es la eternidad. Los seres o existentes devienen representándose, patentizan el Ser, y sus categorías son el tiempo y el espacio.
La Realidad unitotal, la Vida, posee una doble condición categórica: en cuanto Ser o Sustancia o Esencia o Intimidad o Presencia, es, y tiene la categoría de eternidad; en cuanto manifestación en devenir, en existentes, seres, sucediéndoses, existe, y tiene las categorías de espacio y tiempo.
Las coordenadas expresan el marco categorial espacio-temporal, pasional-mental, ético-estético de la manifestación del Ser en seres; explican cómo existen los sucediéndoses o seres en devenir, o sea, cómo se patentiza la Sustancia única en existentes:
Hay que habituarse a decir y a vivir esto: nuestro tiempo y espacio (o mejor nuestro sucediendo); el sucediendo de Juan; el de Pedro, etc. […] Debemos, pues, ir acostumbrándonos a ser lo que somos […]. Todo eso es lo que significan las coordenadas, que no me cansaré de repetir. (lvp)
En la Crítica de la razón pura, don Manuel Kant sostuvo que el proceso del conocimiento, propio de la razón pura, parte de la intuición de los sentidos, limitados al tiempo y al espacio.
Que la razón elabora los conceptos a partir de la intuición sensible, espacio temporal, por lo cual aquello que no sea fenoménico, espacial y temporal, captable por los sentidos, sólo resulta inteligible y puede ser pensado, pero no realmente conocido.
Que lo pensado, sin intuición previa de los sentidos, en el tiempo y el espacio, puede no ser irracional, pero no tiene garantía alguna de ser real.
Que aunque a partir de la contemplación de la inmensidad cósmica, del sentido del deber y las exigencias morales, y del anhelo de eternidad, inscritos en la conciencia humana, la razón práctica postule la realidad del cosmos, del alma, de la eternidad y de Dios, no es posible conocer nada sobre esos postulados, ni tener certeza de que sean algo real, pues al no ser espacio-temporales no son objeto de los sentidos ni objeto de conocimiento, sino de mero pensamiento.
Que, por las razones anteriores, la metafísica, como conocimiento racional de algo real que esté más allá de los fenómenos, es imposible.
A través de la crítica de la negación kantiana de la metafísica, explica González su doctrina de las coordenadas y su sentido de la metafísica de las vivencias, así:
La crítica kantiana, por ser una crítica del conocimiento humano reducido a hecho mental-conceptual, llevó a Kant a la negación de la posibilidad de la Metafísica o Viaje:
El primer ensayo serio de las coordenadas humanas lo hizo Emmanuel Kant en su Crítica de la razón pura. Encontró que tiempo y espacio son categorías de la mente humana. Pero su procedimiento fue conceptual, y muy restringidas las verdades que pudo vivir entonces. Por eso, negó la posibilidad del Viaje. (lvp)
La atomización racional-conceptual de la Unitotalidad de la Realidad en dicotomías mentales, Yo y No-yo, y el empleo de conceptos y de juicios analíticos, sólo le permitió a Kant llegar a la conclusión cierta de que espacio y tiempo son categorías de los sentidos:
¿Cómo fue esto? Pues que en su tiempo no era aún posible conocer más, y mucho menos aceptando el mundo de los conceptos, juicios sintéticos, juicios analíticos, Yo y No Yo. Pero fue mucho el llegar a la noción de tiempo y espacio como categorías estéticas. (lvp)
Kant absolutizó la posibilidad de conocer las categorías del Yo, o mente razonante, que son entes, creaciones conceptuales, y negó la posibilidad de conocer la categoría de eternidad, propia de la Realidad unitotal o Ser. Al darse cuenta de la imposibilidad de atribuir a la Unitotalidad Real (Ser o Sustancia Única o Dios) las categorías propias de la mente humana, que es sólo una de las manifestaciones de la Realidad, decidió optar por las dicotomías de pluralidad de mundos y sustancias, y negar la metafísica:
Por eso, por la limitación, negó los viajes, porque halló también categorías de la razón, o sea, llegó al asunto con la herencia conceptual de alma y cuerpo, «este mundo» y «otro mundo», en fin, politeísmo filosófico. (lvp)
Genialidad de Kant para entrever o postular la posibilidad de la sabiduría viva, pues así como había intuiciones válidas en los mundos sensible y mental (mundo de las sensaciones, la experimentación y la ciencia), dentro de categorías de espacio y tiempo, y conceptualizaciones cuantitativas, cualitativas, relacionales y modales, también, dentro de la categoría de eternidad, eran válidos los postulados de la Razón Práctica o Sabiduría viva, que por la vivencia del cosmos, del alma, de Dios y de la eternidad, más allá de las categorías de los mundos sensible, mental-conceptual y científico, reclamaba su realidad:
Pero el viejo era grandioso, y entrevió el camino y dijo en Crítica de la razón práctica: Veo… en mí…, en el cielo estrellado…, en mis profundidades y angustiosas exigencias…, que hay Dios, Eternidad…, y que somos inmortales. Es decir, entrevió la sabiduría viva. (lvp)
Incapacidad de Kant para ver que la relación entre la totalidad de las existencias que se representan dinámicamente como patentización del Ser e interactúan entre sí, cada una con su respectivo yo, según el tiempo y espacio que haya vivido (sucediéndoses), constituye un todo (el Sucediendo); y que, por lo mismo, todos los sucediéndoses son el Ser mismo, en diversas formas de presencia o manifestación o existencia, que van trascendiendo las categorías espacio-temporales del mundo de la representación a medida que van superando pasado y futuro, que son coordenadas del devenir espaciotemporal:
¿Qué le faltó a Kant? Vivir que tiempo y espacio son las coordenadas de los infinitos sucediéndoses que hay en la Epifanía del Hijo; que cada uno, al sucederse con los otros en la totalidad del sucediendo, tiene su tiempo y espacio de que resultan su alto y bajo, bien y mal, quieto y movido, todos los valores (mundos); y… lo principal, que estos tiempo y espacio son modos de la Eternidad, que es Presencia Total, y que, por eso, cada existiéndose posee un presente, un Yo, que es la cantidad de pasado y de futuro posibles en sus coordenadas. Y que cada existiéndose se existe en los infinitos otros, y el total existiendo es en la Intimidad, de lo cual resulta que las coordenadas también se van existiendo, y los Presentes o Yoes van devorando el pasado y el futuro. (lvp)
Estancamiento de Kant, y de la filosofía posterior a él, en las coordenadas sensibles y mentales, en las categorías de espacio y tiempo, en los mundos de la sensibilidad y la mente, el pensamiento y la ciencia, propios de esas coordenadas, en los que sólo son posibles la sensación, la conceptualización, el juicio, el razonamiento, la teorización y la explicación de lo que deviene y se manifiesta en espacio y tiempo.
Estancamiento de Kant, y de la filosofía posterior a él, en la negación de la posibilidad de la metafísica, porque habiendo entendido, correctamente, que mental y racionalmente no puede hacerse metafísica, no pudieron entender que, en la sensibilidad y la mente razonadora y conceptualizadora que deviene en coordenadas, es la Sustancia Única, la Esencia Amor, la Vida Unitotal, el Ser, la Intimidad, la Realidad, lo que se está representando en los existentes o «sucediéndoses» sensibles, mentales y conceptualizadores, por lo cual, más allá de la sensibilidad orgánica y de la conceptualización mental-racional, es posible la metafísica:
Todo lo cual significa la posibilidad del Viaje, de la «metafísica» decía Kant en el idioma antiguo. ¿Por qué se detuvo Kant? Por las rémoras. […] En [este] libro se habla como de rémoras al tratar de los «conceptos», como advertencia para no estancarse en ellos, pues en sí son la materia conciliable, el material del camino, pero, si se toman como definitivos, son los ídolos y producen la muerte o quietud: rémoras. Unos cuatro mil años de filosofía conceptual heredó Kant. Su hazaña, en tales condiciones, fue superior a la de Colón como navegante. Los conceptos son limitaciones, entidades, nacidas de la imaginación sensual orgánica, del aparecer a los sentidos, y la «mente» los endiosa, y «la razón» construye con ellos juicios, razonamientos. (lvp)
Desde el análisis crítico de la negación kantiana de la metafísica, es fácil entender qué son las coordenadas.
Las coordenadas son las determinaciones o límites o modos del Ser, dentro de los cuales los seres patentizan la Realidad o Sustancia unitotal o esencial:
Cada existiendo (ser) tiene sus coordenadas. Son su determinación o situación espacial en la total situación o apariencia. Y tiene su alma, que es la idea de sus coordenadas en función dentro del total existiendo. Los valores (todas las impresiones y conceptos abstractos) son relatividades nacidas del sucederse en coordenadas dentro del sucediendo infinito. […] En otros términos: coordenadas es una determinada forma o modo del existente. (lvp)
Las coordenadas, en la duración y el lugar, patentizan, representan, pero no agotan la Realidad, que por Ser en categoría de eternidad, fuera de toda determinación o modo, no tiene coordenadas:
Pero la verdadera eternidad es la Presencia como esencia, o sea, Dios. Dios no tiene coordenadas. Su categoría es la Presencia como esencia. La eternidad no puede entenderse por la duración. (lvp)
… todos los infinitos mundos o sistemas de coordenadas son creación; todos son grados de tiempo (presente, pasado y futuro) en jerarquía infinita y que todo eso es en la Eternidad. Viene a ser como la Eternidad representada o Realidad manifestada. […] En esos mundos, en todos, rige la ley de causalidad, la cual no es sino la representación, así: mi estado de mañana es mi estado de hoy, es la consecuencia de mi vida de hoy. Eso es el karma. Pero en Dios, en la eternidad, nada de eso rige. (lvp)
Mientras el hombre no supere la espacialidad y la temporalidad, la pasionalidad y la mente (todas las manifestaciones de la Realidad en coordenadas), no puede vivir fuera de las coordenadas de la representación, y no conoce ni ha llegado a la Realidad:
Cuando unas coordenadas terminan, o mejor, cuando termina determinado modo existente, el mundo, su mundo, se acaba. Podríamos decir que al morir Lucas de Ochoa, su mundo termina. Es claro, pues terminan sus coordenadas. (lvp)
Pero el hombre que, por razón del límite, existe dentro de coordenadas espaciales, temporales, pasionales y mentales, no está condenado a vivir siempre dentro de ellas, pues también le pertenece la categoría de eternidad, por lo que, una vez superadas las coordenadas de la representación, se unifica con el Ser o la Realidad, o sea, realiza la inmortalidad:
Terminadas las coordenadas, cesa el imaginar, pero las coordenadas no cesan sino que se transforman. Somos inmortales. Pero si no se le ha revelado la Presencia a uno, las coordenadas son los elementos de su cuerpo descompuesto. (lvp)
Ser – Realidad – Dios
Desde un principio, González tuvo la convicción de que la infinita armonía o energía o ley, el todo, el uno absoluto, la realidad, es Dios, que sólo puede ser aprehendido por intuición, pero se vislumbra en todas las manifestaciones, cada una de ellas centro de la infinita realidad, como manifestación divina:
El uno absoluto, que es el todo y que aprehendería el hombre por intuición, si fuera infinito, podemos compararlo con una circunferencia cuyo centro esté en todas partes. Así, es centro de la infinita realidad cualquiera ciencia o cualquier propósito; desde ellos se llega a percibir una remota vislumbre de lo infinito. (vp)
… la suprema energía o suprema ley que se llama Dios. (vp)
… somos dentro de la Ley. La única realidad es Dios. (msb)
No hay sino Dios a quien vamos. (msb)
… todo existe, o sea, todo es manifestación divina. (dm)
En las formas de la representación, íntimo en ellas como manifestándose, patentizado como patentizándose, presente como presencializándose, subyace la Esencia Amor, o Realidad originante de las formas, o Sustancia o Presencia o Intimidad o Dios manifestado, que es la Vida:
«Yo [Dios] soy la Vida, y lo viviente recibe la vida de mí. En toda criatura vivo Yo en su respectiva “realidad”, que siempre es en gerundio, en siendo, entendiendo, amando». (cr)
Las formas de existir: la pasionalidad y sus deseos, la mente y sus juicios, el idioma y sus modos, son formas de manifestación de la Realidad presente, fundante, íntima, originante, o Dios, que está en todas las formas como ausencia:
El cuerpo, el mundo pasional, el mental, las formas todas, o signos, mitos o mundos son moradas del Inefable, y existen porque el hombre es presencia en ausencia, dialéctico o viandante. (t ii)
«Yo [Dios] no soy idioma, ni forma, pero estoy en toda forma, en ausencia; la ausencia es la forma, y es el idioma o símbolo…». (cr)
González vivencia la noción de Dios a partir de la doble noción de nada:
Néant, puro ser, nada de lo representado, imaginable e imperfecto.
Nada y Realidad se identifican como Néant:
Nada (Néant) es carencia de modos, figuraciones, representaciones, existencia, y, así, es pura perfección de ser, es lo mismo que Ser.
Nada (Néant) es la Realidad misma, en cuanto no es ninguna de las manifestaciones o representaciones dentro de las categorías de tiempo y espacio.
Nada (Néant) es la Realidad con categoría de Eternidad.
Nada (Néant) es la Realidad o el Ser, en cuanto ni se identifica ni es plenamente identificable con algo existente y expresable en coordenadas:
… néant […] es el no ser cosa, ninguna cosa, nada objetivo para la imaginación; lo que está en el todo y en cada parte, pero que no es la parte ni el todo, es decir, Presencia, Intimidad. Lo inefable, porque no es cosa. (lvp)
Nihil o rien, carencia absoluta de posibilidad, manifestación, existencia o ser:
… rien […] significa carencia de cosas. (lvp)
La Nada, como carencia total de ser y existencia, como vacío, como nihil o rien, como nada de nada, jamás podrá ser porque, de ser algo, no tendría Sustancia o Esencia o Intimidad o Presencia que la originara y la sustentara, y, absurdamente, sería representación o apariencia o manifestación o forma o imagen que nada patentizaría ni representaría.
Si los seres son algo en tiempo y espacio, en representación, es porque son modos, expresiones, manifestaciones diversas de la Sustancia única o Ser o Intimidad o Dios.
Sin el Ser, sin la Esencia, sin la Sustancia subyacente, sin la Intimidad o Presencia, que los origina y sustenta, los seres, los existentes, se tornarían pura nada negativa (nihil o rien):
No se puede concebir nada existente fuera del Dios escondido. (hd)
Sé que hay un Ser y que soy apariencia suya. Soy perfecto en cuanto me relacione con Él. No varía. Parece que cambiara, porque al variar nosotros, los efectos producidos son diversos. (hd)
… categoría del Inefable o Padre es Ser, y categoría nuestra es la existencia: participación del Ser y de la Nada (ausencia del Ser). (t ii)
Así, pues, en nosotros está el Ser en siendo; la Inteligencia en entendiendo y el Inteligible en existiendo. (t ii)
Somos siendo (existiendo) en el Ser; somos entendiendo en el Entender; somos siendo-entendiendo (amando) en el Amor o Beatitud. (t ii)
Dios es el Ser, la Realidad que no tiene categorías ni condiciones limitantes; la Vida, Realidad que no tiene nada perecedero; la Presencia, Realidad que es plenamente Ser, plenamente realizado, por sí y ante sí ( ser a se o per se, de los escolásticos); la Intimidad, Realidad que no tiene nada de apariencia y, se manifieste o no se manifieste en el devenir, es y todo es y sólo es.
En categorías espacio-temporales, las existencias o representaciones o manifestaciones en coordenadas de mundos fenoménicos o presencias, por sí mismas son Nada (rien) y son Nada (Néant) porque son el Ser, la Realidad, que es Dios, como Sucediendo:
Lo difícil, lo casi imposible, será hacerle vivir a González la Nada, y que viva que es nada por ser infinita realidad. […] Bregaré así con González: hacerle vivir que todos los infinitos mundos o sistemas de coordenadas son creación; todos son grados de tiempo (presente, pasado y futuro) en jerarquía infinita y que todo eso es en la Eternidad. Viene a ser como la Eternidad representada o Realidad manifestada. (lvp)
Dios es la Realidad sin representación ninguna, Sustancia Unitotal, Puro Ser, Presencia-Intimidad, en categoría de Eternidad:
Lo inefable, porque no es cosa. Por eso, dicen casi todos que no existe Dios, y entonces lo niegan… Y dicen verdad, que Dios no existe, pues no es cosa, pero como la gente es imaginativa… (lvp)
* * *
Dialéctica de los viajes
La teoría de los viajes es metafísica vivencial del Ser o de la Realidad que genera, desde la Unitotalidad sustancial de la Realidad, un método para vivir y una gnoseología del conocimiento vivo, brujería o sabiduría.
Para poder caminar en el mundo de la representación, de imágenes y conceptos a emociones, o de emociones a imágenes y pensamientos (de mundo mental a mundo emocional o de mundo emocional a mundo mental), hasta llegar, pasando del existir al Ser o Realidad, más allá de toda representación, es preciso incorporarse al proceso dialéctico regido por la lógica vital.
La teoría de los viajes es metafísica de la dialéctica de los mundos de coordenadas o mundo de la representación o mundo de la necesidad causal, regido por la lógica vital o «lógica real con dialéctica cerrada», que es la lógica del ritmo vital de los diversos niveles o coordenadas de realidad:
Como lo podéis observar en el paseo que transcribí, el camino fue de imágenes a mundo emocional… En el caso del viejo que encontré el lunes, es diferente: primero se entra en el mundo mental, y luego llegan las imágenes… En todos ellos hay lógica real, con dialéctica cerrada… Para cualquiera de estos viajes, el secreto está en la vibración, el ritmo de la vibración: ponerse al unísono con la vibración de… ese mundo y de… esas gentes. (lvp)
La teoría de los viajes explica y ejemplariza cómo ir viviendo fisiológica, instintiva, pasional, emocional e intelectualmente (dentro de la necesidad causal regida por la lógica vital), para ir sintiendo, entendiendo, agotando y superando las sensaciones, sentimientos y conceptos expresivos de las vivencias en los diversos mundos de coordenadas, y, libres de ellos, al entender la necesidad dialéctica que los origina y los rige, ascender a mundos superiores no-representativos, donde no opera la dialéctica de la necesidad causal:
Cada tramo del camino es un mundo, con sus respectivas coordenadas, que son la fisiología determinada, el medio, el hábitat… Alrededor de esas coordenadas se forman las vivencias, y de éstas, la mente extrae los conceptos básicos: y ya tenéis el Bien y el Mal de ese mundo, y con ese bien y mal y coordenadas funciona la causalidad y aparece la necesidad. Pero, como la Intimidad una y única vivifica y une los mundos todos…, funciona la dialéctica así: vive tus vivencias hasta llegar a la nada de ese mundo, y así lo trasciendes y pasas a otro. Vives entonces que ese Bien y ese Mal eran reales en esas coordenadas; que es un mundo real y que ya puedes visitarlo cuando lo necesites. Te libraste de él. Este es el misterio de «la Verdad os hará libres». Si en cualquier mundo concienzamos nuestras vivencias, si las vivimos, padecemos y penetramos religiosamente, quedan consumidas en el conocimiento, en la Intimidad, y a Ella nos conducen. La Cruz es, pues, el Camino. Para pasar de un mundo a otro más real o íntimo hay que desnudarse en absoluto hasta la nada; conocer la nada de la manifestación en tal mundo y el cómo de sus leyes y necesidad. (lvp)
La teoría de los viajes es metafísica del viaje en uno mismo, desde la apariencia de cada cual, hasta su Intimidad o Dios en uno:
… cada uno viaja montado en sí mismo. (lvp)
Dios está en nosotros. No en mí, sino en nosotros. Pero no lo busques sino en tu representación (tú te representas en los otros y ellos en ti). Es vivencia permanente y en sucederse. Con eso nos basta y sobra. ¿Por qué buscas un dios que esté fuera? Ese no sería Dios, sino un personaje. (lvp)
Dios no es cognoscible, porque no es objeto, pero es en nosotros, lo vivimos, que es más que conocer. (lvp)
Conduce a la unificación con la Realidad o Intimidad o Néant o Dios, el Ser no representable, negado por quienes sólo pueden vivir en los mundos de la representación:
¿O aún estáis en ese estado de los que nada saben sino sus cositas y a todo lo cerrado para ellos lo llaman irrealidades? (lvp)
Todo el devenir o manifestación de la realidad, en permanente estado de gestación, es vivo y dialéctico. No hay casualidad:
El vulgo cree en casualidades. Los libros de vulgarización dicen y repiten que los investigadores hacen sus hallazgos por casualidad. ¡No! Nosotros, los de la vocación, sabemos que todo es vivo y dialéctico; que la cosa se va gestando siempre. […] No hay casualidad. (lvp)
El camino del devenir dialéctico va desde la necesidad causal de la representación, en mundos de coordenadas, hasta la liberación de la causalidad y la reconciliación de los opuestos, en la comunión con la Intimidad, más allá de los mundos de representación, que es la beatitud:
La primera libreta contiene partes del diario de Lucas de Ochoa en 1938, cuando estaba sumergido en el mundo de la causalidad o necesidad. En él habitan casi todos los hombres de hoy. Somos ahí como pajuelas al viento huracanado, sometidos ciegamente al juego causal de la representación. […] Al final de las pocas notas de esta libreta, se percibe ya el mediador o dios que nos saca de tal mundo; el remordimiento o inconformidad, nacidos de una sospecha, un llamado de la Intimidad. En la segunda libreta va apareciendo lentamente, dialécticamente, la reconciliación de la necesidad con la intimidad. Este mundo es el primero de los superiores o cielos, deleitoso, o mejor, tiene beatitudes. En la tercera libreta se va ascendiendo hacia la Intimidad, pero en zigzag, con recaídas a infiernos, zigzaguear que precisamente es la característica del camino dialéctico. «Setenta veces siete cae el justo». (lvp)
La teoría de los viajes es camino dialéctico de liberación de la individuación o nacimiento a la conciencia de la representación, que tuvo lugar en el infinito indeterminado o Paraíso, se continúa en todo hombre que se individualiza, es causa de la representatividad humana en la dicotomía, y constituye al hombre como existente que sólo por el padecimiento y la meditación llega a entender vivamente, o a vivenciar, la Intimidad o Realidad no representativa:
Y me di a practicar […] ejercicios de silenciamiento de mi alma, y luego «miré» y «vi» que ese «infinito» que precedió a mi «conciencia» y representación es de una plena satisfacción indeterminada, lo mejor de todo, lo mejor de lo mejor, pero no hay allí nada imaginable, ningún contraste y, por ende, pas d’idées, pas d’images, pas de douleurs, pas de plaisirs, mais parfaite béatitude. Y oí nítidamente en mí: «Nacer es volverse ñudo, individualizarse, conocer el bien y el mal. ¡El Paraíso fue eso!». (lvp)
Sólo padeciendo (viaje pasional) y meditando (viaje mental) este mundo y esta vida de la representación fisiológica, imaginativa, pasional y mental, puede el hombre comprender o entender vivamente o intuir o vivir la Realidad no representativa ni representable («lo otro»):
El mundo es necesario para padecerlo, meditarlo y entender. No se puede ver o vivir lo otro sino digiriendo esta vida (¡ahí está el viaje!). (lvp)
Cuando se logra salir de las apariencias y representaciones, se vive que uno no hizo más que sucederse, camino a la Intimidad o Realidad no representada:
Al salir de la nada se está en el punto en que uno vive que no hay enemigos ni amigos; que nadie le ha hecho mal; que uno se sucedió; que nacimos para sucedernos, pero atraídos por… ¿quién? La Intimidad. (lvp)
El viaje de la representación pasional y mental, al Espíritu o Intimidad, es proceso dialéctico, que se realiza así:
1.º Existir en yo pasional y mental.
2.º Irse desnudando de pasiones y conceptos, mientras se vive la lucha por permanecer en el mundo en el que se está y la angustia por el desaparecimiento de la representación existencial en coordenadas y opuestos, que se vive como desaparecimiento definitivo.
3.º Reconciliación de los opuestos de la representación, en la unificación con la Presencia o Intimidad, en Beatitud:
Mientras haya diversidad, yo, tú y nosotros, e intimidad, se trata como de un traje y de desnudarse. Y llegando al Espíritu, al cuerpo espiritual, se presenta la gran pregunta: ¿y cómo podré ser yo, si entro a la Intimidad? ¿Desaparezco? Entonces la vida no es para mí… ¿El nirvana o desaparecimiento? Y son los gritos de agonía del yo, que se afirma siempre, que no puede negarse, y que es la inimaginable tragedia de la agonía…: ¡morir totalmente!… y… «esto es imposible para el hombre, pero posible para Dios». (lvp)
En el sucediéndose, al ir siendo glorificada la nada por la Presencia, la ignorancia por el conocimiento, aparece la emoción y se manifiesta por insultos a la nada. […] En otros términos, «señora» y «puta» son un sucediendo de que nacen los dos conceptos mentales, los opuestos. Son el demonio bicéfalo que reina en ese sucediendo y cuya reconciliación es «mujer». Cuando se trascienden las coordenadas de la propiedad, mío y tuyo, mueren la «puta» y la «señora», reconciliadas en «mujer». […] En esos instantes de la angustia de morir unas coordenadas, y sólo entonces, como un último y desesperado intento de permanecer los opuestos, le salen al Maestro las mentadas «expresiones vulgares». (lvp)
* * *
La teoría de los
viajes como metafísica
El viaje a la Intimidad o Realidad o Ser se hace en cuatro pasos:
Pasar de conceptos y juicios y razonamientos a vivencias; de pensar a vivir:
Primer paso: Destripar los conceptos abstractos y los juicios sintéticos que formamos con ellos: sacar de tales conceptos las emociones, sentimientos, experiencias, herencias, que cada uno encierra en ellos. Eso se llama la vivencia. Sacar la vivencia que cada uno encierra en los términos abstractos y de uso común, y que luego usa engañosamente para juicios sintéticos y para razonamientos, formando así un mundo racional que cubre y tapa en absoluto la vida, la intimidad. (lvp)
Ir descubriendo mentalmente, por la meditación, el mundo racional-mental-conceptual engañoso en el que se ha vivido, recubriendo con conceptos generales, que no las expresan, las vivencias que no nos atrevemos a confesarnos a nosotros mismos y a los demás, y nos vamos desnudando de vocablos y construcciones mentales vanos:
Segundo paso: Meditar, con ejemplos de su propia vida, en cómo esos conceptos abstractos, o los vocablos que los expresan, son vanos, pues lo que por medio de nuestra vivencia metemos allí no nos atrevemos a confesárnoslo. Y que con los juicios que así formamos, nos creamos un mundo engañoso, para adornarnos (el yo para los otros o para ocultarnos), y en cómo ese mundo mental engañoso, que es toda filosofía conceptual, nos envuelve en una causalidad suya, y vivimos así muertos: vive en nosotros la nada. […] Destripa en vivencias, en hechos vivos, los conceptos y juicios. Eso es desnudarse para comenzar el viaje, o si no, bien puedes haber estudiado cien años filosofía conceptual, y morirás sin haber nacido. (lvp)
Realizar el proceso de desnudamiento conceptual, hasta agotarlo:
Tercer paso: Es todo un período largo el de descomponer nuestros términos abstractos y vanidosos en sus vivencias. El derrumbe de la mentira (la nada). Es el curso larguísimo preparatorio para la vida filosófica. (lvp)
Amar a Dios, que es lo vivo que, instante a instante, y sin conceptos, está presente en uno, después de haber quitado los términos vacíos que recubren las vivencias.
Llegar al conocimiento vivo, o sea, a la comunión con el Ser, a la Realidad no representada ni representable que subyace a todo como Intimidad, a Dios en uno como Presencia e Intimidad:
Cuarta posición, ya afirmativa: (Primer paso en el viaje). Amar por sobre todas las cosas y a todas las cosas en Él, a eso vivo que encuentras como vivencias al destripar la nada conceptual. Eso es Dios en ti. Es lo que tienes de verdad y de vivo. ¡Nunca mientas! Dios es vivo y es la verdad. No lo podemos ni debemos negar. Dios, que se te está revelando en ti mismo, en tu vivencia, pero sólo en tu vivencia de cada instante. (lvp)
La culminación del Viaje o Metafísica, en la total desnudez, en la pura vivencia sin apariencias pasionales ni mentales, es la beatitud: ser como saber o saber como ser; paso del existir, en representaciones, a ser; conciencia viva de la Intimidad, sentir en uno a Dios; unificación con Dios:
Beatitud es el sentimiento que acompaña al tránsito a la Intimidad. (lvp)
Beatitud es el sentimiento que acompaña al pasar de menor a mayor Presente o Presencia, con la idea de mi mente o intimidad como causa puesta por la Intimidad o Padre. Es pues contentamiento o amor en Dios. (lvp)
La Beatitud: En la desnudez de la vivencia se siente la Intimidad: Dios en nosotros. Y a través de la vivencia pura se llega a un amor nuevo, en aumento constante a… ¡la Intimidad entrevista como el relámpago, y que tiene fuerza atrayente infinita (oración y éxtasis)! […] [Una] vez revelada la Intimidad, hay que vivir muy alerta atisbándola en todo y todos, cultivándola y comulgando en todo con ella. Esto es religión. El Evangelio es entonces la fuente inagotable. Todo el universo se ilumina, porque se ve en él la Intimidad. Y entonces aparece nítidamente en cada uno su Cruz: agricultor, animales, obrero, poeta, músico, escultor, marido o esposa, pordiosero, fraile, político, solitario y maestro. Sólo entonces aparece la vocación, en la completa desnudez. Y la vocación es Cruz y nada más dulce que la Cruz: es a los espectadores a los que parece que «esa Cruz debe ser muy amarga y dura». La única amarga e insoportable es la cruz de la vanidad, que es la que más se usa. (lvp)
El Viaje, la Metafísica, es viaje vivo (no racional-mental-conceptual), viaje de la apariencia a la Intimidad, de la representación a la Presencia, del tiempo y la mortalidad a la inmortalidad, de los existentes representativos al Néant o Ser, en el que no queda nada de la existencia aparente-representativa:
Apenas se siente la Intimidad, el camino es fácil, las jornadas rinden cada vez más y se marcha con miradas a horizontes lejanos: parece que fueran cesando los bienes y males, y que ya va a aparecer sólo la Intimidad, el Padre nuestro. Lo difícil es tener la revelación, nacer de nuevo. Pero una vez recibida, la muerte va quedando vencida. […] Tenemos que perecer; no quedará nada de nosotros. Si quedare, nueva representación, hasta quemarla totalmente. «Hay que volver a nacer», así: «No vivo yo, sino que vive Cristo en mí» (Pablo de Tarso). (lvp)
De la apariencia coordenada decimos que existe; y del Néant decimos que no existe. El hombre que se busca y va viviendo que todo es en él apariencia mortal, llega a sentir que es nada en serie de coordenadas o mundos, y ya, anonadado, vive al Néant, o sea, la Intimidad, cuya epifanía era y es. Ya encontró al Padre, y acepta su Cruz, su nada o apariencia sucesiva, como camino. (lvp)
En el Libro de los viajes o de las presencias se hallan otros enunciados del viaje o metafísica, ya analizados dentro del contexto del método.
* * *
La metafísica de la libertad
González inició la meditación sobre la libertad, como toda su reflexión metafísica, a partir de la conciencia del límite; la concretó en el estudio de las causas del devenir determinista, del que están absolutamente ausentes la libertad y la finalidad, y la concluyó descubriendo el mundo de la libertad en la reconciliación de los opuestos causalidad-libertad, más allá de las leyes de la representación, en la Intimidad.
El viaje y la teoría de la libertad constituyen la culminación de la metafísica de las vivencias en la comunión con la Realidad como identidad existencia-ser-saber, en la Intimidad o Presencia.
El mundo del determinismo causal absoluto
Desde Una tesis en 1919, a propósito de la cuestión del trabajo y el desarrollo de las sociedades, empezó González a trabajar desde la doctrina del hombre-causa el problema de la contradicción entre los opuestos libertad-necesidad.
González afirma la sujeción total de los hombres (individuos y pueblos), en cuanto prisioneros del determinismo del devenir, a la necesidad causal universal, pero niega la posibilidad de que sean causa que modifica libremente el orden de la necesidad universal:
… he dicho que el hombre estaba encerrado en la irremediabilidad del desenvolvimiento universal. (ut)
En los expositores de la política y de asuntos económicos se observa que parten del principio del hombre-causa; en las disertaciones sobre lo que se debe hacer en Colombia, por ejemplo, se ve que tienen por base el concepto fundamental de que en los pueblos se puede hacer lo que se quiera. Eso es muy cierto, si por ello se entiende que los deseos de los pueblos son realizables porque una necesidad los hace nacer, pero es falso si se entiende que un gobernante puede modificar a su amaño una nación, aunque ésta no esté necesitada a ello por las leyes de la naturaleza. Los pueblos pueden hacer lo que quieren, pero no pueden querer libremente. (ut)
El concepto de hombre-causa es falso, pues el hombre sólo actúa dentro de sus necesidades y en función de ellas, para satisfacerlas:
Las leyes que se fundan en el concepto del hombre-causa son inútiles y perjudiciales. (ut)
El hombre desde que nace se encuentra lleno de necesidades, nace con el instinto de vivir y de huir del dolor; contra ese dolor y proporcionalmente a él reacciona; esa reacción para satisfacer sus necesidades es lo que se llama trabajo. (ut)
El hombre no es causa, sino parte del determinismo universal; por ello, los intentos de transformación de los pueblos, a base de cambios institucionales, son inútiles:
Las instituciones no modifican en nada el carácter de un pueblo; si este es esclavo no dejará de serlo porque se dé una Constitución Republicana; el hombre no es causa sino parte del todo. (ep) [112]
Desde Viaje a pie, a partir de las nociones de hambre, amor y miedo, consideradas indistintamente como motivo, móvil, factor o causa, hasta El maestro de escuela, vuelve sobre el mismo tema:
El hombre, sujeto de la necesidad universal, no es causa libre, pues no puede ser el que quiere, sino que se limita a actualizar las latencias que trae necesariamente de su pasado:
El hombre no es causa, sino que se actúa, se realiza a sí mismo. Si no fuera así, tendríamos que Jerónimo, el portero del Juzgado, podría a su antojo ser un Simón Bolívar. Esto es creer en la libertad, o sea, en el desorden. Si uno fuera libre de ser santo o diablo, imbécil o genio… ¡Sólo al padre Garcés puede ocurrírsele que habría quien escogiese su papel…! (msb)
Así el hombre no sea causa, como el mundo está regido por la ley de la causalidad, nada alcanza al hombre, al margen de la necesidad causal:
Nada se une, ningún mensaje nos alcanza, que no sea por la ley de causalidad. Todo lo que se junta tendía a juntarse. Todo lo que sucede iba a suceder desde los comienzos de la apariencia. (dm)
Los amigos tenían razón al sostener que Job estaba leproso y sin hijos, hijas, asnos, camellos, etc., porque había obrado mal. Efectivamente, no puede resultar una mula, por ejemplo, del coito de dos libélulas. Se opone la ley de causalidad que rige al mundo […], porque en el universo rige la ley inmutable. No hay caprichos. (dm)
En el Universo no puede haber acción caprichosa, pues la ley de causalidad consiste en la necesaria aparición o manifestación, por la unión viva (coito) de seres o acontecimientos, de lo que estaba latente en seres o sucesos manifestados anteriormente en el tiempo:
La ley, o sea, que cada cosa aparecida exista latente en otra que se llama causa, no tiene excepción. […] De lo contrario, viviríamos en un mundo caprichoso y no sabríamos si por donde hay la huella de un pie pasó un hombre; si donde hay ceniza y carbones hubo un incendio […]. No ignoro que el estudio de las causas es cuestión muy delicada y en que se cometen errores. Pero estos no desvirtúan la ley consistente en que toda apariencia estaba potencialmente en otra que la precedió en el tiempo, o mejor, en otras, porque todo, todo viene del coito de seres o acontecimientos. (dm)
La noción de causa, entendida como creación o libre comunicación de la vida, al margen de las latencias antecedentes, no es posible, pues todo suceso es expresión necesaria de las latencias encerradas en acontecimientos y realidades antecedentes, preñados de futuro, que se encarnan como instintividad y reactividad:
Todo lo que sucede estuvo latente en la realidad anterior y está grávido del futuro. […] Los hombres intervienen en la historia como expresiones de la latencia, de lo que subyace y que brega por manifestarse. De ahí que el universo sea voluntad y representación. Hombres históricos son aquellos en quienes encarna la potencia en forma de instintos y reacciones actuantes […]. Como vemos, de aquí está ausente la vulgar idea de causa: lo que comunica su ser a otro; creación de la nada. Y está ausente la noción de libertad. (s)
[Los hombres son] instrumentos […] de la necesidad. (me)
La sociedad no es la causante de los sufrimientos del hombre, que son patentizaciones necesarias de lo que estaba latente en los seres y en los acontecimientos que lo precedieron, y viven en:
Manjarrés era otro mártir. ¿La sociedad? No, todo es causado. Es la necesidad. (me)
Dado que sólo hay necesidad, ni el hombre es causa, ni hay culpa:
Aquí nos es indispensable analizar un mito: la culpa. «La culpa» es ente imaginario que está en razón inversa de la comprensión del suceso; no hay responsables… (me)
El único compañero del hombre en la Tierra es la necesidad. Lo demás es opinión. (me)
El mundo de la libertad
Al ir viviendo su experiencia metafísica de superación de mundos por medio de viajes pasionales y mentales, a través de los cuales se iban agotando los mundos de la representación y se iba ascendiendo a mundos de eternidad, González descubrió que el determinismo causal sólo operaba en los mundos de coordenadas, en las categorías de la representación (espacio, tiempo, pasionalidad y mente), pero no en el mundo de la esencia, fuera de las coordenadas, en la categoría de eternidad, pues Dios, el Ser no representativo ni fenoménico ni espaciotemporal, no pertenece al orden causal, y ni es causa alguna, así sea la causa última, dentro del determinismo casual representativo:
… todos los infinitos mundos o sistemas de coordenadas son creación; todos son grados de tiempo (presente, pasado y futuro) en jerarquía infinita y que todo eso es en la Eternidad. Viene a ser como la Eternidad representada o Realidad manifestada. […] En esos mundos, en todos, rige la ley de causalidad, la cual no es sino la representación, así: mi estado de mañana es mi estado de hoy, es la consecuencia de mi vida de hoy. Eso es el karma. Pero en Dios, en la eternidad, nada de eso rige. El Néant no está sometido a leyes ni a representación. (lvp)
Es verdadera la ley de causalidad; toda la ciencia es verdadera, pero en el mundo de la representación, en el mundo conceptual, en los mundos infinitos, en nuestro orgullo o ignorancia, llevamos esas leyes hasta la Eternidad y le abrimos libro de contabilidad al Padre con la columna del Debe y la del Haber. Hacemos del Creador una de las causas, la última causa, el último eslabón de la cadena de la necesidad: me debes, te debo, etc. ¡Pobres pelotas que somos! (lvp)
Dentro de las coordenadas de representación de la Realidad, el hombre es síntesis de tiempo y eternidad, pues en cuanto existente representativo que deviene en coordenadas espacio-temporales está sujeto al determinismo causal; pero en cuanto ser vinculado filialmente con Dios, en categoría de eternidad, en la Intimidad o Presencia, no está sometido a la ley de la necesidad causal:
Y mostrarle a González que somos síntesis de tiempo y eternidad, representación con Intimidad, y que así tenemos nexos filiales con el Néant. Que hay cosas de Eternidad en nosotros, no sometidas a karma ni a ley alguna. […] [Algunos] teósofos, casi todos los filósofos y todos los científicos se han quedado estancados en eso del karma […]. (lvp)
En el universo todo aparece por ley, todo es necesitado, pero el hombre, por su intimidad y por su representación, a cada instante tiene dos posibilidades. Esto parece absurdo, pero no lo es, si se piensa que el hombre es eternidad en el tiempo. Síntesis de eternidad y de tiempo, consciente de ser síntesis puesta por la Intimidad. (lvp)
El hombre es siempre doble posibilidad; a cada instante decide entre ascenso o descenso, esclavitud o liberación:
Como somos doble posibilidad a cada instante, así como hay súperos, los hay infernales, y como es uno el que decide a cada instante, por eso quedamos realmente solos y ellos se presentan como posibilidades. (lvp)
La absolutización de la necesidad causal, propia del mundo conceptual y del mundo científico, genera la dialéctica de la nada, o sea, la absorción del hombre por el mundo de la representación o de las coordenadas, que impide la llegada a la Intimidad, y es lo que se ha llamado Infierno:
El secreto del fuego eterno es este: que si uno personifica su nada y la enfrenta a la Intimidad, ése es el pecado contra el Espíritu Santo y lo coge la dialéctica de la nada, el serrucho de la causalidad, y ¿cómo volver a la Intimidad? ¡Imposible para el hombre, pero todo es posible para la Intimidad! (lvp)
La dialéctica de la libertad
La metafísica de la libertad nace de la angustia del hombre al sentirse, o tener conciencia, de existir en el sucederse, que lo lleva a la búsqueda de seguridad en la Intimidad:
¿Y por qué buscamos la Intimidad? Por la seguridad, que es el sentimiento opuesto a la angustia. Nos sentimos en el sucederse y nace la angustia o falta de gravedad; entonces buscamos la Intimidad, que es la seguridad. (lvp)
Así como la dialéctica de la necesidad es horizontal, pues se mueve en el plano de los determinismos, la dialéctica de la libertad es vertical, pues asciende de la dispersión representativa a la Realidad esencial: Intimidad o Presencia:
Tal es la dialéctica. Buscar la Intimidad en todo es lo que conduce nuestra representación hacia arriba. Es lo que llaman Su Presencia. (lvp)
La libertad se va viviendo a medida que se va saliendo del mundo determinista de las coordenadas espacio temporales, al ir entendiendo las pasiones vividas (viaje pasional), por el conocimiento o saber vivo, a través del viaje mental:
Yo quiero entender. Esto me produce siempre libertad. (lvp)
… la cautela, la atención, el examen (viaje mental) son andaderas preciosas. Algunos llaman a esto Vía de la Meditación. (lvp)
El hombre tiene la libertad en su intimidad. Los viajes mentales concilian o libertan de los conceptos pasionales y así vamos hallando la libertad en la intimidad. El hombre es un proceso de liberación. Libertad humana es cada verdad vivida, cada reconciliación de opuestos. (lvp)
A la Intimidad, que es la Realidad sin representación o la Verdad o la Identidad o Dios, se llega cuando se sale de la necesidad causal, al consumir la apariencia de los mundos y de sí mismo en devenir, o sea, cuando se ha entendido todo lo pasional y mental representativo:
Como vivir en el Camino, o sea, luego de nacer de nuevo, es consumir la apariencia en la Intimidad, la Nada [rien] en la Intimidad, cuando uno muere queda la Intimidad y la nada que no haya consumido en ella. (lvp)
¿Y qué es la Intimidad? La Verdad, y todo juicio verdadero es de identidad. Todo juicio verdadero es: sólo Dios es y somos por Dios y en Dios. (lvp)
Libertad y gracia
La vivencia de los mundos superiores, o sea, de la realidad no representativa, determina la aparición de una realidad nueva, no generada ni generable por la representación, propia de la necesidad causal: la Libertad, o sea, la Gracia.
Desde 1941 empezó González a tener la vivencia nítida de la posibilidad de la libertad como gracia o realidad distinta del mundo de la determinación causal:
Efectivamente, ya sea desde el punto de vista de la causalidad materialista, o de la mística, sólo rompiendo la causalidad, introduciendo en ella un nuevo elemento libertador, cesa la ley que dice: cada cosa es eterna: el odio engendra odio y amor el amor. Ojo por ojo: el primer ojo sacado creó al segundo, y éste al tercero, y así el ojo sacado es eterno. Pues viene Cristo y dice: «¡Perdona!». Cesa entonces la causalidad del odio y es reemplazada por la del amor. Queda así explicado el fenómeno de la Redención: Cristo dio sus ojos, todo su cuerpo, amorosamente, y mató así la causalidad antigua. Nació otra. ¿La Gracia? (me)
La causalidad es el dios potente, el dios serrucho, invulnerable, para cuya derrota se necesita la muerte en cruz infamante del padre de los dioses (La Redención). (ant xv)
El hombre va siendo libre, dentro de la necesidad. Ni es sólo apariencia en tiempo y espacio, ni es sólo eternidad, más allá de las coordenadas; pero Dios, o la Intimidad, es la intimidad o realidad del hombre en eternidad, es la libertad o la gracia:
El hombre obra por necesidad, pero es libre. […] [El] hombre es el sucesivo desarrollo de su representación; […] es intimidad y […] es libre. […] Si estoy conociendo al hombre y hallo que es representación más necesidad, me expreso en esta proposición: Hombre igual representación necesitada. Hallo luego que es síntesis de representación necesitada y de intimidad, de tiempo y de eternidad, lo expreso así: Hombre igual intimidad, representación, necesidad. (lvp)
La libertad es el «pleno juicio de identidad», o sea la plena identidad ser-conocer, conocer-vivir:
¿Y qué es libertad allí? Dos y dos son cuatro. Una vez que viváis esto, ¿podéis concebir que dos y dos son cinco? No. Podéis afirmarlo verbalmente, pero no vivirlo. ¡Esa es la libertad en la Intimidad o en el juicio de identidad! (lvp)
La pura y total aquiescencia del ser y el saber para el Ser:
Aquiescencia: Libertad. La libertad está en la Intimidad, porque allí hay aquiescencia pura. El pleno juicio de identidad. (lvp)
La Gracia, o sea, ya superada la representación, es la plena vivencia de la Intimidad en eternidad:
Y entonces, ¿qué es libertad? Como somos representación creada por la Intimidad, de ésta viene «la gracia». En el proceso no se ve ni aparece libertad: el proceso es espacio-temporal. La libertad está en la intimidad, que es eterna. («Lo que mi Padre me dio…, menos el hijo de perdición»). Hay que vivir velando y orando, «bregando por conocerlo de vista». (lvp)
Diréis: «Entonces, el hombre no es libre. Su ascenso procede de fuera, con la gracia». ¡No! La Gracia es la Intimidad del hombre. («El Reino de Dios está en vosotros»). (lvp)
Reconciliación de opuestos
La reconciliación de los opuestos es el estado más alto a que se puede llegar como existente. Es la perfecta aceptación, y la plena y auténtica manifestación de sí, en Dios:
La reconciliación es el estado más alto a que puede llegar un existente. Es aquel estado en que uno se acepta a sí mismo y se manifiesta con absoluta verdad tal como es: vivencia sucediéndose en la Intimidad. (Es la primera reconciliación y el nacer de nuevo). (lvp)
El hombre existe a la vez en Dios (Intimidad) y en el mundo que le corresponde (sucesos y extensión). Ha logrado la reconciliación de los opuestos quien puede vivir en su mundo de extensión y sucesos, pero más allá de toda apariencia falsa:
Uno no es propiamente Intimidad en la Nada, sino Intimidad en el mundo creado que le corresponde en el sucederse (movimiento en el atributo divino de la extensión). Ese mundo es real, pero inteligible, o sea, transeúnte. El mal consiste en que el Yo, la conciencia, no llegue a la reconciliación de las apariencias con la Intimidad. (Ésta es la idea de Dios en el hombre). (lvp)
Todo lo vivido es Dios en nosotros. La reconciliación de opuestos empieza, no cuando dejamos la vida, sino cuando dejamos abstracciones, memorizaciones de conceptos heredados e imaginaciones de irrealidades no vividas:
Comienza la reconciliación cuando se abandonan los juicios, proposiciones y términos abstractos heredados o recibidos. Las vivencias todas, si bien tienen la misma jerarquía de los mundos a que pertenecen, son siempre Dios en nosotros: cielos. (lvp)
La pasionalidad y la conceptualidad, generadoras de entes imaginarios, pasionales y mentales, que encubren la vida, son manifestaciones de la limitación ontológica y cognoscitiva del hombre:
Toda pasión procede de pasado y futuro, y de un presente imaginario que creamos, o sea, tiene su origen en la limitación o ignorancia. Uno forma y ve imágenes de muerte, futuro y pasado en cuanto imagina, e imagina por ser creatura (limitada). (lvp)
Lo que llaman razón es otro ente. Realmente es la actividad mental cuando convierte en ídolos los entes de imaginación pasional (politeísmo filosófico) y se da a construir. (lvp)
El trabajo de la mente inteligenciadora, al desentrañar los contenidos pasionales de los conceptos imaginados por la mente razonante, nos libera de la pasionalidad y de la racionalidad conceptualizadora y nos permite ascender o profundizar hasta unificarnos con la Realidad-Verdad, identidad de Ser-Saber o Dios:
Conclusión espiritual o viaje espiritual: cada mundo tiene la nada conceptual resultante de las vivencias pasionales respectivas. De esa nada procede la angustia. La mente nos liberta y nos conduce a mundos superiores, a mayor Intimidad. Por eso dijo Cristo: «La verdad os hará libres». (lvp)
Y se consume la Nada mediante el viaje mental por los mundos pasional y conceptual, llegando así a la Intimidad. ¿Y qué es la Intimidad? La Verdad, y todo juicio verdadero es de identidad. Todo juicio verdadero es: sólo Dios es y somos por Dios y en Dios. (lvp)
El hombre es ser representativo, en cuanto es espacio-temporal y pasional-mental; es ser íntimo, en cuanto es eterno. La condición para la plena vivencia de la intimidad en la comunión es agotar, por el padecimiento y la inteligencia, la representación:
Uno es representación e intimidad. Si la representación no es padecida (vivida y reconciliada en la intimidad), no desaparece, sino que aumenta, pues entonces en vez de vivir la Intimidad se engendra representación. Por eso es absurdo afirmar que se puede ascender de mundo sin realizarse (la Cruz). […] Verdadera vida es padecer su representación, atento a la intimidad, velando y orando (viajes mental y espiritual). Si la primera condición para entrar al Reino, que es «toma tu cruz», no se cumple, uno no vivió. Muere animal o nonato. Si no se cumple la segunda condición, que es «sígueme» (sigue la Verdad, el Camino y la Vida que soy yo, Cristo), entonces lo coge a uno la dialéctica de la representación y lo lleva a mundos de dura representación. (lvp)
Propiamente, el hombre ni es libre ni es determinado; es un proceso de liberación; es la manifestación que se va libertando en la Intimidad, porque tiene intimidad pero no es la Intimidad; porque existe en representación, pero no es sin representación:
¿No veis, por todo lo anterior de este libro, que el hombre es representación con intimidad, o eternidad manifestada, y que de ahí nace la dialéctica, o camino, o viajes, o mundos? Por consiguiente, el hombre es un libertándose, un reconciliándose, un encadenado que va siendo liberto por el conocimiento vivo, pero nunca será libertad, porque ésa es categoría de la Intimidad. Cristo lo dijo claramente: «La verdad os hará libres». Leed bien: os hará, en sucediendo; en presente, sólo Dios es libre, porque la Presencia es su esencia. La Intimidad es libre. La manifestación se va libertando en la Intimidad. (lvp)
La vida y la metafísica íntegra de Fernando González constituyen un llegar a la Intimidad en la plena reconciliación o libertad:
En lo anterior, tan largo, está explicado eso que he llamado llegar a la Intimidad mediante viajes pasionales, seguidos de viajes mentales por el mundo pasional vivido antes. Y el criterio para saber que se llegó a la Intimidad es la reconciliación del Bien y del Mal, el juicio de identidad. (lvp)
Esto es la totalidad del Viaje infinito. Y, si vives esto, has triunfado de la angustia, el animalón unto y bisunto de pesadillas. Ya no temerás perder tu Yo. Ya sabes que el Yo es la Presencia que hay en nosotros. Ya sabes también que la muerte es de las coordenadas, y no de la Presencia o Yo. (lvp)
… es mi deseo grande el que llegue a revelársete el Camino, la Verdad y la Vida. Todo lo demás quedará lleno entonces. (lvp)
* * *
Conclusiones
Dentro de la filosofía universal, la filosofía de González constituye una novedad, por un doble aspecto:
Como el primer gran intento de una metafísica integradora de todas las formas de la sabiduría universal, incluida la sabiduría indígena latinoamericana (brujería indígena), sistemáticamente desconocida o excluida o invalidada en el universo filosófico.
Como Metafísica de las Vivencias, que abre nuevas posibilidades a la metafísica, invalidada, varada e impotente desde que la crítica kantiana, al negar la posibilidad de la metafísica racional, negó toda posibilidad metafísica.
A ello aludía González en los siguientes textos:
… se trata de algo nuevo, verdaderamente nuevo, casi de darle otras coordenadas al hombre, casi de pasar de oruga a mariposa. O sin casi. […] ¡Qué cuentos de humildad! Esto que voy a enseñar, que estoy enseñando, no es de este Lucas de Ochoa, de este «viejo loco», de este «hideputa viejo loco», sino de la Presencia que hay en él, y que es su Dios vivo, Jesucristo. (lvp)
¡Alabado seas, Señor, porque hiciste que yo, un moco, escribiera el Libro de los Viajes! (lvp)
Este librito, el de los Viajes y Presencias, lo viví siguiendo a Cristo con mi cruz, es decir con mi personalidad de envigadeño airado, lleno de amor y remordimientos, y puedo decir, por eso, por ser de Cristo, que allí se contiene mucho del Viaje, mucho del camino y del modo apropiado para viajar. Va a hacer un año que salió al público ese librito y, ¡ay, ay!, no ha habido en Colombia, que yo sepa, un solo lector que sospeche las estrellas que contiene. Pero tal es también la voluntad divina. (113)
— o o o —
~ 16 ~
Filosofía del conocimiento
En plena coherencia con su lógica vital y su metafísica de las vivencias, la filosofía del conocimiento de Fernando González es una gnoseología del saber vivo como participación de la Realidad:
Lo único firme y que tiene valor es el conocimiento, que consiste en participación de la Realidad. (lvp)
En la obra de Fernando González, el conocimiento se plantea como proceso dialéctico que va de la atisba de la múltiple apariencia fenoménica a la contemplación del Ser; de la división entre saber y ser, en la representación, a la unificación ser-saber en la Realidad; del conocimiento inductivo-deductivo, mental-conceptual, al saber vivo, sub specie æternitatis; de la lucha dramática, entre contrarios conceptuales, a la conciencia del todo en la contemplación unitiva; de la representación, en ausencia, a la Intimidad en Presencia.
Objeto del presente capítulo es recorrer el difícil y largo camino dialéctico que recorrió González, para llegar al saber contemplativo, en la pura nada conceptual.
* * *
Ser y conocer
Qué sea conocer, sólo puede saberse habiendo aclarado previamente qué sea la Realidad y qué sea el hombre.
¿Qué es la Realidad?
La Realidad es la infinita Unitotalidad del Ser, siempre nuevo, inocente y libre en su múltiple manifestación formal espacio-temporal:
… la Realidad es infinita y Unitotal, siempre nueva en su forma espacio-temporal. […] En la Realidad no hay repetición, no hay Bien ni Mal […]. [En] la Realidad todo es nuevo. Es infinita posibilidad y libertad. (t i)
¡Qué mundo de mundos, y son Uno! (cr)
La realidad fenoménica o creatural es ser-comunicación, pues cada ser, como si hablara, siendo comunica la desnuda intimidad de su realidad:
Cada criatura usa como idioma su desnudez, su íntima desnudez. (cr)
La gente creerá que […] tierra, cielos, piedras, plantas, animales, no hablan, y resulta que siempre están hablando de Dios más bellamente que los racionales; estos son proposiciones verbales, monedas falsas, ídolos muertos, dioses que acaban por ser; por eso, los racionales son, casi siempre, idólatras, idolatría de la letra, de la ley, de los reglamentos o reglas. (cr)
¿Qué es el hombre?
El hombre es todo, porque todo habita en él:
Y anoche invoqué a los súperos para que vinieran. Ellos habitan en nosotros, pues el cielo está en nosotros, lo mismo que el infierno. […] Todo es uno mismo, pero en los instantes uno vive como «individuo» y los dioses y demonios son «otros». (lvp)
Siéndolo todo, el hombre es un yo, de múltiples maneras:
Representación en la temporalidad, es decir, ser-siendo, o existente que encarna toda una predisposición o proceso existencial-temporal antecedente, que determina sus reacciones:
Mi yo es únicamente las reacciones del hombre en el tiempo todo anterior a mi nacimiento, lo cual llamo mi predisposición […]. (t i)
Conviviente que reacciona fisiológica y pasionalmente:
… «yo» es también mis reacciones tenidas desde que nací, al convivir, y las reacciones al estar conviviendo ahora […]. (t i)
Mente ideadora que se idea a sí misma, a medida que va deviniendo, como resultado de sus reacciones, y que abstrae en yo sus reacciones:
… soy ese complejo de reacciones confusas y de que sale una idea que deviene y que bautizo con ese nombre: «yo». (t i)
Soy nada o reacciones conscientes abstraídas mentalmente en yo. (t i)
Existente espacio-temporal, pasional-mental, apenas capaz de procesos de formalización mental y emocional:
… y glorifica sus coordenadas por procesos mentales (artes, ciencias). (t i)
El hombre es algo más que un yo, pues no se agota en el yo, pasional y mental, sino que por el padecimiento, como Inteligencia padeciendo-entendiendo, se va haciendo anímico, esencial, y se va liberando de las apariencias:
… lo esencial es que ese primer dolor es el que nos libra, en poco o en mucho, de las apariencias y nos hace anímicos. (dm)
Por eso, vivir y digerir la vivencia, la cual proviene de otra, y ésta de otra, síntesis pasadas, entenderlas. Padezco, pero medito. (lvp)
En el hombre está vivo el entender, el entendiente o entendedor, el ir entendiendo lo que va siendo. Eso, vivo y operante en él, que le permite algo más que pensar, razonar, abstraer y conceptualizar, no es el yo:
Yo soy, pues, estas reacciones, y éste que las padece y las va entendiendo […] también está en mí, pero no es mi «yo». […] Lo otro…, lo otro que hay en mí, no es mío, pero está en mí. […] Porque veo que nada voy entendiendo que verdaderamente pueda decir que yo lo entiendo, ni tampoco que fue entendido completamente. No hay ideas completas… Si afirmo: yo soy la inteligencia, vivo que miento; si digo yo entiendo, ídem. Pero si digo: yo soy airado, yo soy sacerdote cocineril, velero; yo soy corruptor de menores; soy tristeza por esa muerte de Palillo, etc., siento que así es. (t i)
El hombre es el inteligente, en cuanto es el participante de la Inteligencia; el que va siendo, al ir entendiendo e irse entendiendo; el que, dentro de la categoría de eternidad, al trascender las coordenadas espacio-temporales, participa de la realidad; el que llega al verdadero conocimiento, o sea, a la patentización, a la vivencia de la Realidad inespacial e intemporal (Intimidad o Divinidad) que hay en él:
Patentiza su latencia divina, entendiendo […]. (t i)
La convivencia, o sea, el vivir la vida, es el verdadero conocimiento.
Saber y ser se identifican, puesto que entender es obra viva de la inteligencia, y no de la mente que razona, abstrae, piensa y conceptualiza. El hombre es lo que sabe, el hombre sabe lo que vive, saber es ser:
Ojo: Recordar siempre el primer principio de toda sabiduría: saber es ser. Cuando uno llega a ser una yerbita, por ejemplo, ya lo entiende todo de ella. (t ii)
* * *
Crítica de los conceptos
Toda conceptualidad es engañosa y provisional.
Los conceptos no expresan la realidad misma, sino los contenidos para los que está preparada la conciencia de cada uno:
… el lenguaje es engañador, porque todos usamos las mismas palabras, pero no contienen lo mismo, contienen aquello para lo que está preparada la conciencia de cada uno. (ni)
Los conceptos, más que la realidad de los seres, manifiestan el grado de evolución de la conciencia del hombre:
… toda noción es provisional, indica el grado evolutivo de una conciencia. Por sus nociones conoceréis al hombre. Ellas son la manifestación […]. (ni)
Las palabras son disimuladoras, encubridoras y determinadoras de los actos:
… las palabras sirven casi siempre para disimular, para vestir los actos, para hacerlos amables al bautizarlos, para tergiversar su origen. Un acto, antes de estar bautizado, está en la niebla de la posibilidad, puede ser mil cosas, es indeterminado, vago, inexistente. Una vez que se le ha dado un nombre queda petrificado. La palabra es determinadora. (vp)
Indudablemente lo que más ha impedido al hombre, en cierto modo, el ascenso a la conciencia cósmica, ha sido el lenguaje, que es limitador y separador de individualidades. Por eso los grandes conscientes que ha tenido la humanidad han percibido, como una etapa próxima del hombre, la comunicación emotiva, sin necesidad del lenguaje articulado. (msb)
… la reacción es la salud, es el acto propio de ella. La palabrería no es reacción, o es despilfarro inútil de la energía. (ap)
Los conceptos son expresión de contenidos fenomenológicos, de entes producidos por abstracción e imaginación. No expresan la realidad de los seres reales, sino las apariencias de los seres afines con quien conoce:
De la vida no vemos, ni oímos, ni gustamos, ni olemos, ni palpamos sino sus apariencias afines a nuestras coordenadas. De ahí los conceptos de abstracción imaginativa que se llaman seres, instantes, muertes, nacimientos, toda la fenomenología, y, además, los conceptos de vacío, espacio vacío, yo hice, yo hago, yo haré, todas las palabras, que son nombres de entes, y todos los verbos, nacidos de la vivencia temporal. (lvp)
El concepto, a no ser que en él se logre expresar la Intimidad, es el cadáver de la vida:
El concepto es el cadáver de la vida (del Yo). Por eso, cuando nos comunicamos, tartamudeamos, nos expresamos mímicamente, y luego quedamos profundamente tristes, a menos que en el o los interlocutores se haya encendido la llama vital del drama de cada uno de ellos, comulgando todos en la Intimidad, que era precisamente lo que bregábamos. (lvp)
Los filósofos que pretenden dar a sus discípulos los frutos cosechados por ellos, conceptualmente, ¿no cometen el pecado de formar códigos, joyas muertas con que se adornan en las bibliotecas los estudiantes? (lvp)
Mientras se esté en la conceptualidad muerta, el hombre no vive. Y muere sin haber vivido. Y es lo común, así como en los almácigos descuidados, que casi todas las plantitas perecen inútilmente. (lvp)
Los conceptos son producto y expresión de la actividad pasional humana, antes que de la actividad de la mente razonante. Quien vive de sus conceptos, sin someter a la crítica mental su contenido pasional, no vive en comunión con la realidad, sino en una nada o infierno de causalidad determinista formado por la pasionalidad, generadora primaria de todo concepto:
En el presente ensayo no hay sino unas nociones a que ha llegado el autor, paseando, padeciendo, actuando, etc., es decir, son el resultado de su vida y no tienen otro valor social que la incitación que produzcan. (ni).
Los conceptos abstractos, con sus juicios, resultan de la vivencia pasional. Quien no usa el cuerpo mental es víctima de ellos: vivirá en causalidad formada por ellos, lo cual se llama La Nada, o sea, el Infierno. (lvp)
Nadie es ofendido personalmente por mis anotaciones, ni el gato, ni Lucía, ni Ospina Pérez. Porque no es a ellos a quienes insulto, sino al concepto pasional mío, nacido de mi convivencia con ellos. La gente cree por aquí que odio, cuando me oyen insultarme a mí mismo en los prójimos. Lo insultado es el concepto, la limitación conceptual nacida en mí, al representarme en ellos y ellos en mí: y mi intimidad ama a los prójimos, el gato y Ospina Pérez. Son realmente mi representación. […] Resumen: a las criaturas no las odio, pues sé que son yo y las amo como a mí mismo. (lvp)
Una vez que, por medio del viaje mental, se ha entendido la pasionalidad que encierran los conceptos, y estos han dejado de pertenecer al mundo pasional, para pertenecer al mundo mental, se convierten en medio para lograr la objetivación de las vivencias pasionales, pues el mundo conceptual es mundo objetivizante, producto de la mente razonadora, fragmentadora de la realidad viva, atomizadora de la unidad en multitud de fenómenos objetivados al margen de la unitotalidad de la vida:
Como veis, nada de «conceptos» ni construcciones conceptuales. Toda explicación mata aquello que pretende explicar, porque lo fragmenta. Objetivar su vida y la vida del mundo es deformarla, y entonces vive uno en la nada de los opuestos, endiosada la Nada, así: bello, feo, bueno, malo. Se trata de que todo es uno y de que la razón forma conceptos abstractos y nos tapa la Intimidad. La razón o inteligencia razonante es atomizadora de lo que carece de átomos. (lvp)
El que pierde la Intimidad y queda prisionero de los conceptos nacidos del viaje pasional, es arrastrado en ese camino a los mundos inferiores y al «tormento eterno», el cual consiste en que el hombre siempre se sabe (más o menos) intimidad, y, en ese caso, intimidad perdida. (lvp)
Y cuando un sucediéndose se detiene en una presencia (concepto) se hace idólatra y pierde la Presencia (mundos infiernos o inferorum). Hay que ser viajeros, eternos viajeros al Padre, en beatitudes. (lvp)
Sin embargo, los conceptos son caminos, en modificación permanente, hacia el Amor, Esencia o Sustancia única o Intimidad, que subyace a los fenómenos:
Para el hombre culto los conceptos se van unificando, hasta llegar al todo inespacial que es el amor, la esencia de todas las formas. ¿Qué otra cosa sino esto sostenía en mil novecientos cinco el padre Quirós cuando paladeaba la hermosa tesis de que los seres se componen de materia prima y forma sustancial? (vp)
La tristeza o ausencia se encuentra cuando quedamos en un concepto expresado. Eso es muerto; es lo que se llama dios muerto o ídolo… Los conceptos valen algo si conservan el cordón umbilical con la Intimidad. Pero si son definitivos, circundantes, aisladores…, ahí mismo mueren y sirven para ídolos. (lvp)
* * *
Crítica del juicio
En los días de El Hermafrodita dormido, González tuvo la intuición de que el juicio mataba el proceso filosófico:
¿El juicio? ¡Va! Eso es matar el proceso filosófico… (hd)
La maduración del juicio sobre el juicio es toda la crítica del juicio.
Psicológicamente, los juicios son expresión de la reactividad del hombre, rastros del hombre en el universo:
[Lucas Ochoa reacciona] demasiado fuertemente y luego se enerva. Oscilaciones terribles de inervamiento tenso y depresiones. De ahí que sus juicios sean tajantes, y que luego se contradiga, para terminar por irse para un templo a buscar a Dios y decirle que lo saque de las apariencias. (hd)
Los juicios, afirma, son como el rastro que deja la babosa en el sembrado de lechugas. (hd)
Los juicios que publicas son apenas reacciones de un alma que está tan metida en la carne como una nigua. (hd)
Expresión de pasionalidad vivida:
Sobre todo que los sentidos no juzguen; son jueces autonombrados. El juicio es también excremento pasional. (hd)
Ahí tienen los lectores amigos de la psicología el origen de los juicios humanos: las piernas de una muchacha; las heridas causadas por una muchacha eufórica a un seudo-jesuita que quiso convertirla, por soberbia. (n)
El juicio, así como tiene raíces psicológicas, reactivas y pasionales, tiene, también, raíces metafísicas, pues la existencia humana es manifestativa de la Sustancia Única o Intimidad, que se representa en todo lo real.
Todo es centro del universo, porque en la Realidad unitotal, como si fuera esférica, todo se imbrica entre sí:
En verdad, todo aquello a que concretemos la mente es centro del universo. Todo es unidad… (mc)
Todo problema filosófico es esférico; parece que todo en el universo sea esférico. El pensador no puede detenerse en un aspecto, pertenecer a una facción. (n)
Los juicios son expresión procesual, itinerante, de contenidos vivenciales de la conciencia humana, que, según su carga vivencial, «salta» por los mundos de la representación en extensión y pensamiento, hasta llegar a Dios, en el juicio de identidad:
Resulta que todo juicio es expresión de vivencias, sintomático, resultado del cuerpo afectado y del afectante. Todo lo existente en nuestro mundo son modos del atributo extensión (cuerpos) y modos del atributo pensamiento (ideas). La Intimidad se nos presenta como extensión y como idea. Siendo todas las creaturas formas de la Extensión y del Pensamiento, producidas por otras formas, y éstas por otras, somos judíos errantes cuyo reposo no se concibe. (lvp)
Hay Dios vivo, cuya existencia es su esencia, ni grande ni pequeño, ni esto ni aquello, y que no tiene nombre, pero que al menos hemos llamado Néant o Intimidad. Y el resto son sus hijos, que hacen El Viaje al Juicio de Identidad. (lvp)
Precisamente, en la raíz metafísica última del juicio, y no en las raíces psicológicas, pasionales y mentales inmediatas, está toda la problemática filosófica y religiosa, pues decidir sobre el juicio es decidir sobre el ser:
Me parece ver que el que juzga es la intimidad, pero intimidad envuelta en representación, en pasado-presente y futuro; es juicio de la intimidad que nace en el morir del tiempo o representación: es una intimidad enferma de muerte y preñada de nacimiento continuo. […] Pero ¿quién es el que juzga y qué es lo que juzga? ¿Ahí está toda la problemática filosófica y religiosa? (lvp)
El que juzga es el yo, es decir, la vivencia presente y total de la representación vivida hasta entonces, por lo que el juicio no es sólo expresión de la actual conciencia de vivencias pretéritas, sino, también, profecía de la fuerza del futuro latente en la totalidad vivencial:
¿Quién es el que juzga? Es la conciencia de la vivencia total que tengamos de nuestra representación. Y como ésta es pasado y futuro… y lo que llamamos presente no es sino la conciencia que en cada instante tengamos de eso (de pasado y de futuro como presencia, muy variable, según la región habitada), es decir, presente o juicio es una presencia de lo que se está sucediendo, de la transformación de eso, en eso que va a nacer; y así, propiamente presente es conciencia de muerte y de nacimiento, de cadáver y de vivo, ni muerte ni nacimiento. Y el juicio no es sino la expresión de esa conciencia y, si tiene desnudez, debe estar impregnado de vida y de muerte; tener sabor de nacimiento y de fuga […]. (lvp)
El juicio tiene que ser expresión simultánea de la conciencia que se tiene al emitirlo, y negación, hacia el futuro, de la conciencia actual:
Que tu afirmación tenga un sabor de negación, o no has alcanzado la desnudez. (lvp)
Los juicios analíticos y sintéticos carecen de valor metafísico porque pertenecen al mundo del ente, no a la realidad del ser, pues generan objetos, entes de imaginación o de razón; expresan descomposiciones pasional y mentalmente elaboradas, determinadas y objetivadas de la realidad que es transobjetiva.
El juicio válido es el juicio de identidad, tautología que expresa unificación vital, comunicación, comunión entre el que juzga y lo juzgado, identificación vital del hombre con la realidad, lo cual constituye el verdadero conocimiento:
Juicios sintéticos y juicios analíticos son aquellos que se usan en las construcciones de la filosofía y ciencia conceptual, las que proceden a construir con entes de imaginación o de razón, que no son reales. No se conoce nada hasta que se tiene el juicio de Identidad, y éste es una tautología, así: Intimidad igual intimidad, o Dios es…, y lo demás es apariencia en la Intimidad, o Dios creó el mundo de la nada. (lvp)
El supremo conocimiento es el juicio de identidad. (lvp)
* * *
Esencia del conocimiento
Apoyado en las nociones vivenciales de Realidad y de Hombre, y en la crítica del concepto y del juicio, González precisa qué no es y qué sí es saber o conocimiento vivo.
Conocer, saber, sentir, creer, memorizar
El lenguaje de González acerca del conocimiento sólo puede entenderse desde la noción de verdad viva, pues su filosofía es un esfuerzo permanente por deslindar el conocimiento como saber vivo o vivido o vivencial, del conocimiento como actividad mental.
Es preciso aclarar qué es y qué no es, para González, saber o conocer, pues él emplea, indistintamente, los conceptos conocer, saber, sentir, vivir, entender, creer, para referirse al conocimiento mental-formal o al conocimiento vivo.
Qué no es saber o conocer
Toda la producción de entes pasional-mentales, no es conocimiento.
Racionalizar o discurrir no es conocer, pues el saber y el darse cuenta de que se sabe no se identifican, sin más: la razón es ente, y el razonamiento, discurso construido con entes, resultante del posterior darse cuenta de que se sabe algo, o sea expresión ya conscientemente racionalizada de lo que se ha conocido subconscientemente:
Lo que llaman razón es otro ente. Realmente es la actividad mental cuando convierte en ídolos los entes de imaginación pasional (politeísmo filosófico) y se da a construir. (lvp)
¿Este bobo conoce su mano o su pierna? ¡Ved cómo camina y coge! Las conoce. ¿Por qué no puede razonar acerca de pierna y brazo? Una cosa es conocer y otra el discurso hablado o escrito. ¿Se dan cuenta de lo que saben? Saber es una cosa y darse cuenta de ello, otra. (me)
La objetivación de lo conocido, que se reduce a análisis y formulación conceptual que precisa, limita y define por limitación lo captado vivamente, tampoco es conocimiento:
Conciencia es objetivar lo que conocemos […]. (me)
Pensar y expresar por medio de conceptos y racionalizaciones lo pensado, no es conocimiento, sino generación de mundos de entes abstractos:
… razonamiento es expresión de lo conocido por medio de palabras escritas o habladas. (me)
Una cosa que decimos que conocemos es algo que aislamos en concepto, es decir, en algo determinado. (lvp)
El pensador abstrae y con sus abstracciones piensa; por lo tanto, siempre repite. Pensar es perder la vida en vidas artificiales; pensar es huir de la Realidad. (t i)
Pensar, como acto de lógica abstracta, es perder la vida al pretender señalar pautas a la Vida unitotal:
La Vida no está sometida a vuestras lógicas; sino que las lógicas las abstraéis mentalmente de La Vida. Y con vuestras lógicas pensáis mundos y pretendéis luego poner esos mundos a tapar La Vida, y perdéis vuestras vidas. (t i)
Pero los pensadores se dan a pensar sobre al gateo y el caminar, y escriben manuales para enseñar al gateo a gatear, al parto a parir, a La Vida a ser La Vida. Los bolcheviques le enseñan a La Historia a ser Historia… ¡Ja, ja, ja…! (t i)
«El Pensador»: ¿Qué es eso que piensa? El Yo, el ente mental, que es un complejo abstraído, recordado de reacciones pasadas; un muerto que se erige en Ser, clasifica, propone y tapa La Vida con sus elucubraciones. (t i)
La memorización, consistente en almacenar en la memoria, sin proceso vivo, tampoco es proceso vivo de conocimiento:
No he podido vivir (obsérvese que uso la palabra vivir y no el término saber, porque del que hacen repetir «dos por dos son cuatro», y lo aprende de memoria, dicen que sabe) […]. (lvp)
Podéis graduaros de teólogos, de médicos, etc., pagando las mensualidades de vuestra «universidad» o «seminario» y repitiendo la lección hasta que la sepáis de memoria. Pero la amencia no se puede comprar ni aprender (prender de la memoria). (t ii)
En síntesis, todo conocimiento obtenido a base de conceptos, juicios y razonamientos, que no sea presencia o patentización viva, vivida, vivencial de lo que hay de eternidad en el devenir de los seres, es mera creación mental-imaginativa de entes, que en lugar de llevar a la Presencia, conduce a la desesperación:
[Sin Presencia] seremos la presencia vana que crea la mente-imaginación, y tales son los desesperados. (t i)
Qué es conocer o saber vivo
Viviendo procesos cognoscitivos y precisando aspectos del conocer, desde la conciencia de la realidad como unitotalidad viva e infinita, y del hombre, como yo (en categorías de espacio y tiempo) e inteligencia (en categoría de eternidad), González va construyendo, orgánicamente, la noción de conocimiento.
El conocimiento es dinamismo creciente y universalizante, pues el hombre vive y actúa en planos múltiples:
El hombre es factor de la necesidad. Vivimos en varios planos: vegetativo, animal, mental, moral y metafísico. De nada debemos renegar: vegetales, cuando se trate de ello, y animal, y niño, y gobernante y metafísico cuando se actúe en esos planos. (n)
La conciencia humana es saltona, o sea que tiene categoría cuántica. Así como se explica el tiempo como compuesto de instantes, y el espacio como compuesto de partes, dentro de la teoría cuántica de Max Planck el conocimiento se explica como el salto a niveles superiores de realidad, por acumulación de cargas de conciencia:
Dice Max Planck que la naturaleza procede por saltos: un electrón, por ejemplo, que tiene órbita x, se va cargando de energía, y apenas tiene carga z cambia de órbita, y así tenemos un fenómeno nuevo en la naturaleza, una nueva apariencia. Si no hubiera saltos, no habría fenómenos, dice Planck. […] Contestemos a esta teoría, así: en la naturaleza, considerada en conjunto, no hay saltos. El bellísimo animal es infinito. Natura non jacit saltus. Pero la conciencia humana es granulada o saltona. Esto quiere decir que la teoría de Planck (aceptada por Einstein y todos los físicos) es categoría del conocimiento, así como el tiempo, compuesto de «instantes», y el espacio, de «partes». (ant xiv)
Conocer o saber o sentir (tener conciencia) o vivir o convivir con los seres o existentes o manifestaciones de la Sustancia única o Realidad o Presencia o Intimidad en devenir, es el verdadero conocimiento que penetra más allá del mundo físico espacio-temporal, capta algo más que entes imaginarios y mentales, y, en la unificación de la convivencia, realiza algo más que pensamientos, abstracciones, conceptualizaciones y juicios:
Y concienzarse es el viaje a través de los infiernos y los cielos, que son muchísimos: son la representación o creación. Viaje desde la atomización en seres y sucesos hasta visiones de la Presencia, infinitas. Del Yo hasta el Nosotros, y mucho más. […] Y el progreso está en ir intuyendo la Presencia a través de la representación; presencia en mí (tercer modo de conocimiento de Spinoza, la intuición). Va desapareciendo el fenómeno y naciendo el conocimiento. En tanto morimos y renacemos en cuanto el presente aumenta, en cuanto cesa la atomización en «seres» y «sucesos». (lvp)
Conocer o saber vivo es convivir con el universo hasta unificarse con él, por la apropiación de los fenómenos, a través de la integración a la armonía del dinamismo universal:
Saber no es otra cosa que convivir, que asimilar, que unificarse con los seres. (msb)
Conocer es el fin del hombre, o sea, convivir con el universo. (msb)
¿Qué es conocer? Ahí están dos obreros en una edificación; el uno le arroja al otro adobes; el uno los lanza con precisión y el otro los agarra; siempre exactos. Ambos parecen elementos del paisaje. Consuenan; conviven; no son dos individuos, sino accidentes del fenómeno edificación. También está ahí el malabarista: lanza cinco bolas al espacio, una a una, medidamente, y las apara y relanza. Es una armonía; no es un individuo. ¿Veis al de la garlopa? Alisa un tablón. Coge tú el instrumento: ya te dije cómo se maneja… ¡Alisa, pues! Se te hunde, dañando el madero. ¡Pero si leíste en el libro todo lo que debes hacer para aparar ladrillos y pelotas y para cepillar! ¿Por qué no lo puedes hacer? Entonces, ¿qué es conocer? Conocer es unificarse con el universo. El albañil, el malabarista y el carpintero se han apropiado los fenómenos ladrillo, pelota y garlopín. Sus individualidades crecieron. (me)
Conocer es convivir hasta unificarse con algo, más o menos. (me)
Así, conocer es familiarizarse con lo fenoménico llamado universo, hasta asimilarlo al «yo». (me)
El conocimiento es acción humana integral (no simplemente mental o racional), pues cada célula es una conciencia que se apropia de las cosas, experimentándolas:
… cada célula es una conciencia. (msb)
[Rosalía] se ha entregado a varios. No puedo equivocarme. Tiene un modo de hablar, de mirar, de sentarse, en fin, en toda su habituación se ve que ha traspasado muchas barreras. Es una experimentada. Es como un filósofo viejo, un viejo químico, etc., que, como han experimentado mucho, se parecen a las mujeres como Rosalía. Rosalía y los sabios han perdido la inocencia. Cada célula de su cuerpo es sabia y no se admira, no se sobresalta. (dm)
El conocimiento está en todo el organismo, o mejor, lo que conozco, y en la medida del conocimiento, hace parte de lo «mío»: mi dedo, mi oreja, mi ladrillo, etc. (me)
Conocer es vivir la verdad, o sea tener conciencia de la unidad intemporal de la realidad que se manifiesta en las apariencias:
… las verdades se viven, pero no se demuestran. Por eso no es posible discutir sobre los bellos fenómenos de nuestra vida. Lo único posible es mostrar hechos del mundo físico. Nunca discutas acerca del espíritu […]. (msb)
Vivir la verdad es, pues, el verdadero conocimiento, y este sentir la vida es el criterio de la verdad. La verdad no se ilumina con otra cosa. La verdad es la vida. (lvp)
Al sol siempre, todos los días sin excepción, lo hemos visto salir: «Creo que mañana saldrá el sol» no tiene gusanillo de duda. El futuro se nos hace conciencia neta con el pasado. Un presente afirmativo neto. Con lo anterior habéis visto que creer es la presencia de la realidad en el hombre: el futuro y el pasado están presentes. Es vivir. (lvp)
Conocer es sentir, o sea realizar lo conocido en la conciencia hasta llegar al sentimiento de un solo Ser o Sustancia única que deviene en los seres, en múltiples manifestaciones formales:
Siempre creo. Porque es muy diferente saber una cosa y sentirla. Por ejemplo, sabemos que moriremos y no lo sentimos. Sabemos que existe el Espíritu y no lo sentimos. Adquirir conciencia de las cosas es apropiárselas. (hd)
… sientan (realicen en su conciencia) […]. (ant xvi)
El culminar del conocimiento es el sentimiento de un solo ser (Dios). Unión divina; ascenso a Dios. Ahí desaparecen los sentimientos de bien, mal, pecado, dolor y placer, todos los entes morales, entes de la imaginación. (me)
El hombre es del tamaño de su amor. «Donde está tu tesoro…», etc. Pero, entonces, me preguntarán ¿cómo puede el hombre ascender (aumentar en realidad)? […] Este animal es muy complicado y posee un dispositivo que le permite irse universalizando, haciendo suyo el universo. Su actividad de universalización del yo es así: padecer, conocer, amar y realizar. ¿Realizar a quién? A Dios. Por eso, Éste se llamó a sí mismo El Hijo del Hombre. […] ¿Y cómo se conoce? Padeciendo y reaccionando. En ese ciclo está el proceso que se llama adquirir conciencia de algo. (ap)
La amencia, estado de la conciencia en el que se ha trascendido la mente y se ha llegado a la convivencia con los seres de los diversos mundos, como presencias en la propia conciencia, es la culminación del conocimiento:
La gran pregunta: ¿cómo se hace uno animal, o vegetal, o mineral o elemental? El hombre es esos mundos, junto con el suyo humano. Y se procede así: a) Conquistar la amencia, en primer lugar. Podéis graduaros de teólogos, de médicos, etc., pagando las mensualidades de vuestra «universidad» o «seminario» y repitiendo la lección hasta que la sepáis de memoria. Pero la amencia no se puede comprar ni aprender (prender de la memoria). ¿Creéis que pagando las mensualidades y obedeciendo al rector se ve a Dios? ¿Dios en veinte lecciones? No mientas nunca; no te escondas nunca y tendrás la amencia. ¡Tan largo y duro camino cuanto preciosa es La Amencia! (t ii)
La plenitud del conocimiento es la beatitud: vivir la Realidad transfenoménica, el Ser, Dios, que no es objeto alguno, nada de algo; llegar, por la superación de la conciencia mental-pasional, a la Intimidad o identificación de saber y ser:
Lo difícil, lo casi imposible, será hacerle vivir a González La Nada, y que viva que es nada por ser infinita realidad. Esto es lo que se llama sabiduría, que nada tiene que ver con la ciencia y sus leyes y conceptos. No se puede enseñar, porque sólo viviendo verídicamente se revela. Por eso, el fin del vivir es la sabiduría; la vida es el camino para la sabiduría. (lvp)
Sólo que este ojo carnal ve y no sabe; es la mente la que sabe después. Y el otro ver es ver-saber-saberse consucediéndose. Es unificación consciente en que lo visto y el vidente se saben dos en uno. Nunca se pierde la conciencia del yo, y así siempre hay la beatitud. (lvp)
Dios no es cognoscible, porque no es objeto, pero es en nosotros, lo vivimos, que es más que conocer. Nosotros somos por Dios. Nos creó de la Nada. Somos, pues, Nada con Intimidad. (lvp)
De suerte que al negar que conozcamos a Dios y afirmar que vivimos en Él y por Él, decimos la verdad, y ¿quién cambia la llama abrasadora de la verdad por la «certidumbre» y frialdad del «conocimiento»? (lvp)
* * *
Dialéctica del conocimiento
El conocimiento es dialéctico, porque es saber vivo que deviene desde la captación de las más elementales manifestaciones vitales, en coordenadas fisiológicas espacio-temporales, hasta el conocimiento de la Vida misma, fuera de las coordenadas, en categoría de eternidad, como unidad de ser y saber:
Si uno no obra su representación, ¿cómo trasciende o entiende? ¿No se queda ahí, lo mismo que si no hubiera nacido? ¿No será precisamente la escuela en que todo entra con sangre? (lvp)
Dialéctica de la evolución: de la filogénesis al conocimiento como participación de la Realidad
El hombre, portador de todas las manifestaciones evolutivas de la vida, es liberto reciente que, en proceso de desarrollo filogenético y ontogenético, conoce a través de un proceso dialéctico que parte de la conciencia instintiva fisiológica y se va perfeccionando hasta llegar, en categoría de eternidad, a la amencia o beatitud o conocimiento sub specie æternitatis:
Lo que pasa es que el hombre es un liberto reciente; que la inteligencia es un epifenómeno, un amago del ojo llamado intuición. Su filogenia es, sin embargo, infinita: por milenios fue elementos; por milenios, gases; por milenios, mineral; por milenios, unicelular, y pez, y lagarto, y lagarto volador, herbívoro, mamífero, homínido, hombre, y su latencia es tan infinita como su filogénesis. Por eso principia a tener el ojo-intuición. (lvp)
Dialéctica de la mirada: del ojo bizco al ojo simple
Al desarrollo dialéctico del conocimiento corresponde el desarrollo dialéctico de la manera de ver:
La mirada bizca o del ojo suramericano, típica del alumno de los jesuitas, o sea del hombre suramericano, es la mirada de quien por no poder ver la realidad, no puede llegar a conocer.
La mirada miope o doble o del ojo mental es la mirada bizca, generadora de los sistemas filosóficos y científicos, racional-conceptuales, propios de la mente occidental, constructora de mundos de entes mentales, por incapacidad de llegar a la síntesis y a la esencia.
La mirada de ojo simple u ojo redondo u ojo inocente, propia del brujo o bienaventurado, es la mirada de quien ve la Realidad, más allá de toda representación, en la categoría de eternidad, pues ha llegado a la comunión con la Intimidad, en el silencio.
El largo camino entre la mirada bizca y la mirada de ojo simple constituye la dialéctica del conocimiento, así:
Incapacidad para ver la realidad y, por lo mismo, para actuar correctamente ante la realidad: vicio solitario.
Esfuerzo por ver, partiendo de la visión de opuestos generados por una mirada incorrecta y expresados conceptualmente como si fueran realidad, y no entes mentales: ciencia y filosofía conceptuales.
Contemplación de la Realidad Única, conciliados los contrarios, en la categoría de eternidad: beatitud.
La mirada bizca o el ojo suramericano
La educación de espaldas a la realidad, de la que son maestros-símbolo los jesuitas y el mono Marceliano, genera la mirada opaca y bizca, incapaz de asir la realidad, generadora del vicio solitario, o sea la reactividad de espaldas a la realidad:
El padre Torres nos enseñaba mineralogía en el Seminario, así: «El cuarzo es blanco, de sabor tal, inodoro y abunda en…». No lo veíamos por ninguna parte. (dm)
… el mono Marceliano me repitió, refiriéndose a la mujer, la lección del cuarzo: «La mujer es…, para el tacto…, etc.». (dm)
¡Somos viciosos solitarios! Grandes viciosos lo fueron los señores Caro, Suárez, Ospina. […] Tenéis la cara del estudiante de los jesuitas: ojos apagados, opacas las escleróticas, barrosos, grasosos y húmedas las manos. (dm)
Un amigo mío tiene un ojo desquiciado desde que estuvo en las lecciones de cuarzo; mira siempre para adelante, mientras que el otro ojo es ágil, agarra tenazmente las imágenes. ¡Qué horrible ese ojo sin voluntad! (dm)
El hombre suramericano es bizco, o sea incapaz de conocer la realidad:
Suramérica es como el muchacho de los jesuitas, capaz de sugestionarse hasta sentir el olor de las trenzas, hasta sentir que se electrizan en agradable cosquilleo las terminaciones nerviosas. El suramericano se habituó a que la masa nerviosa reaccionara con la imaginación y no con la realidad; no puede poseer ya la realidad. (dm)
En política, en ciencias físicas, en amor y en derecho, existe ese ojo suramericano que no puede asir el objeto, el ojo desquiciado de mi pobre amigo. (dm)
El hombre de la mirada bizca no puede conocer, pues apenas ve la apariencia:
Pero todo es superficial, no sale del alma así como la planta nace en la tierra. […] ¡En verdad, bizcos solitarios, cuán dignos sois de admiración! (dm)
La mirada doble o el ojo miope u ojo mental
La mirada miope sólo puede observar fenómenos y resultados de experimentos de laboratorio:
Desde la Revolución Francesa los ojos se han gastado entornándose en la extremidad del tubo ampliador del microscopio; los oídos se han perdido, y lo mismo todos los sentidos, a causa de esa parálisis fisiológica que produce el acto de observar atentamente. El sabio moderno no es aquel que dominaba a los hombres con el poder de su energía: es un enfermo, dispéptico, miope, duro de oído, varicoso, barrigón; es la figura del cocinero. (vp)
Ver las posibilidades hipotetizables:
¿Hay una fuerza vital? ¿La vida es un quimismo? El vitalismo, el quimismo, el finalismo, todo lo trascendental es hipótesis; todas las explicaciones últimas son hipótesis, propias para dirigir el ojo miope del sabio, pero nada más. (vp)
La mirada doble de la ciencia se extravía en el mar de las apariencias y carece de capacidad para llegar a la esencia unificadora:
¡Cuán bella es la vida para el metafísico! Es él quien percibe lo que hay debajo de los fenómenos; el que adivina el hilo madre que sirve de eje para la tela efímera del devenir. ¡Y generalmente se percibe a sí mismo como esencia! Imaginaos una muchacha variada y ricamente vestida. Pues el metafísico es el único para quien ella se desnuda. Los demás, el físico, el matemático, etc., están ocupados en examinar sus vestidos. ¡Nosotros somos los verdaderos amantes de esta muchacha! (vp)
Genera sistemas que son apenas excrecencias provisionales que manifiestan el devenir:
¿A qué se parecen los filósofos sistemáticos? A rumiantes de cuernos temporales que se resistieran a abandonarlos en la primavera. Pues los sistemas filosóficos son también excreciones del compuesto psicofísico. Hay que abandonarlos como excreciones. Los hombres somos agentes del devenir y como tales debemos ser dóciles. (vp)
La mirada doble es la mirada de la mente que piensa, del pensamiento voluntario, de la ciencia conceptual que fragmenta en opuestos la unitotalidad de la Vida, construye proposiciones y genera falsas presencias, o sea entes de razón, que reviste de realidad:
Pero no ven, porque el ojo simple, el que funciona cuando se ha conquistado la Amencia, está enceguecido por los dos ojos, del «bien» y del «mal», que fue lo que quiso Adán. Adán volteó su rostro de la presencia del Señor. Allí estaba, y miró al árbol del Bien y del Mal. No ven, porque cultivan los ojos mentales, los que ven dos, un mundo doble: Bien y Mal, Ser y Nada. (t ii)
Pero, ¿cómo comunicarte esto, si lo que se comunica con proposiciones enhiladas son las cosas de los dos ojos, del mundo mental, induciendo y deduciendo de los gemelos? (t ii)
Desde el mundo de la lógica racional y el pensamiento voluntario, o ciencia occidental, el hombre sólo se ve a sí mismo como determinación y efecto, y le es imposible captar sus categorías de eternidad y libertad, y vivir el conocimiento como proceso de liberación:
El mal de ahora es que, por las muchas «ciencias», el hombre general se vive como esclavo, como irresponsable, como efecto. Y realmente, intuitivamente, el hombre es eternidad en temporalidad; es libertad en cadenas. Eso no lo pueden ver los razonadores, porque todo razonamiento se fundamenta en la necesidad lógica o espacio-temporal. Eso lo ve la intuición u ojo de la Inteligencia. (cr)
La mirada de ojo simple u ojo redondo u ojo inocente
Desde los días de Viaje a pie intuyó González la unificación de la totalidad de apariencias y conceptos, en el amor o esencia de todo:
Para el hombre culto los conceptos se van unificando, hasta llegar al todo inespacial que es el amor, la esencia de todas las formas. (vp)
La amencia es el vivir de quien ya no tiene mente, o sea de quien ha dejado de ver con la mirada doble del ojo mental que, guiada por los primeros principios mentales, ve opuestos y construye mundos de entes:
Entiendo por demente al que tiene mente, o sea, los primeros principios nacidos de las coordenadas humanas, pero de coordenadas humanas en desarreglo. Entiendo por amente al que vive en la Inteligencia y ya no tiene mente; ya no piensa sino que vive; es el Inteligible y la Inteligencia. A eso lo llamo también Sabiduría y Beatitud. (t ii)
El ojo simple funciona al llegar a la amencia, cuando se ha salido de las coordenadas pasionales y mentales:
… el ojo simple, el que funciona cuando se ha conquistado la Amencia […]. (t ii)
Al lograr el silencio, es decir, la superación de la condición dramática causal:
… miro por el ojo único, el que no es doble («bien y mal», «mío y tuyo», «risa y llanto»). ¡Cómo se reposa entonces! Sólo el que aprende a ser Silencio es beato. (t ii)
… si el padre Elías conquista el silencio, no será persona del drama […]. ¡Dichoso el padrecito Elías, me dice el Cristo, si conquista el no ser gallo que saquen a reñir […] en la gallera de la necesidad! (t ii)
Al tener la vivencia de la nada que se es, o sea la conciencia de que se es una patentización de la Sustancia única, Vida o Dios, que es la Realidad de la que todo es manifestación:
Porque el hombre es nada, es hecho de la nada; si quiere ser y ver tiene que anonadarse para ver con el Ojo Simple y ve Al que Es. «Dioses sois». No lo verá ni vivirá sino El Amente, el de ojo de águila, el que se haga a sí mismo nada, porque «donde esté el cadáver estarán las águilas». (t ii)
Ver con el ojo simple es realizar plenamente el propio ser: unificar ser y saber, sujeto conocedor y realidad conocida:
El Atemporal nos dio el «aliento» suyo en el muñeco de barro; por eso, entender es ir siendo el Atemporal. (t i)
… el Ojo Simple es el Ser y el Entender, el Inteligible y la Inteligencia. (t ii)
Dialéctica de la existencia: de la dramaticidad a la contemplación
A medida que se va realizando el desarrollo filogenético y ontogenético y, con él, el crecimiento de la capacidad de ver la Realidad, se va desarrollando la capacidad de conocimiento vivo como proceso dialéctico existencial, que va desde el conocimiento dramático hasta la contemplación.
El conocimiento humano es producto de la vida y sus condiciones, pues fuera de la vida nada sucede:
Toda idea es el producto necesario de las condiciones de vida. (ep) [114]
Ningún conocimiento puede ser conocimiento puramente objetivo; en los estadios iniciales del desarrollo cognoscitivo, todo el conocimiento es dramático, pues los condicionamientos fisiológicos y pasionales determinan el conocimiento del hombre, carente de la libertad que se requeriría para lograr el conocimiento objetivo:
… esto es lo más grave, no tener un lugar desde donde objetivar la existencia. No puedo prescindir de ser actor. Somos, aun el más filósofo, unos carajos, víctimas de la reactividad. (dm)
¡Me da risa! La vida es adjetiva, completamente experimental, dramática. El estado de ánimo consistente en comprender que todo es irritabilidad nerviosa se parece algo a un punto extravida desde el cual se puede objetivar la existencia. ¡Dadme un punto fuera de la vida y os la explico! (dm)
Lo peor es la esclavitud en que vivimos. […] No hay por donde agarrar esto, pues cualquier apreciación que haga es un fenómeno reactivo, determinado por el miedo y la fisiología. ¿Quién es, pues, libre? ¿Quién objetiva la vida? (dm)
Las cosas por sí mismas no tienen significación; es el hombre, en cuanto ser que se representa dramáticamente en el cosmos, quien les asigna significados:
… la significación de las cosas es producto humano o, en otros términos, que sin el hombre el mundo carece de interpretación. Éste es esencialmente cómico, se representa en la Tierra. (ni)
Todo conocimiento es originado en la reactividad, la representatividad y las vivencias, por lo que toda reacción pasional, todo pensamiento, toda idea, tendrán siempre el sello de quien los ha elaborado, pues, simultáneamente, el hombre va siendo (existe) en el universo, y el universo va siendo en la conciencia del hombre, que lo hace suyo.
El conocimiento es producto de la relación del hombre con la realidad que se representa dentro de coordenadas, pues en el conocimiento también se cumple la ley de la acción humana que dice que el hombre se actúa y está presente en cada acto suyo:
… todo pensamiento es una reproducción en uno mismo (vivencia) de serie de imágenes. […] De aquello en que pensamos, participamos. (ap)
Toda idea es la resultante de la idea afectante y de la afectada. Ídem, mutatis mutandi, el cuerpo o extensión. Mejor: todo estado es resultante del estado afectado y del afectante. Mejor: todos mis actos tienen el sello mío. La vida mía soy yo sucedido en el mundo, y la del mundo es él sucedido en mí. Mi vida soy yo extendido en sucesos en el tiempo y el espacio. ¡Un film! ¡Una cinta! (lvp)
El hombre sólo conoce lo que de alguna manera está en él:
Toda idea es uno mismo modificado por lo que lo afecta. […] Si no fuéramos microcosmos, amasados de barro (resultantes de toda la evolución), no podríamos conocer, pues toda idea es resultante del ser afectado y del afectante. Lo que no esté en uno no puede uno conocerlo. Algo parecido veía Berkeley, cuando afirmaba que «sólo lo semejante conoce a su semejante»». (lvp)
El pretendido conocimiento objetivo es autoexpresión del sujeto, porque el conocimiento racional-conceptual-formal, producto de la mente y los conceptos, formas y significaciones que se elaboran a través del pensamiento voluntario, son dramáticos y expresan lo que pasional y mentalmente está presente en cada uno:
Vaya al escenario a que fuere, me sucederé. Seré yo afectado por diferentes circunstancias, pero mi reacción siempre será Lucas de Ochoa. Así es como todas las pinturas, las poesías, esculturas y arquitecturas de Miguel Ángel son él, ya se trate de cúpula, cuadro o verso amoroso. Siempre él… Ídem todos, todos: es ley universal. (lvp)
Porque somos lo que esté presente en nosotros. El alma es la idea de la presencia. El hombre ve lo que es su presencia; imagina y objetiva su presencia en las cosas; oye su presencia en las vibraciones acústicas, y expresa su presencia: ésta es la que da sentido a las palabras, que de suyo son vibraciones nada más; ama su presencia y a lo que afirma su presencia, y odia a lo que niega o disminuye su presencia; y con ese amor-odio hace construcciones mentales que llama filosofías, las cuales son segregación mental de la presencia de cada uno, con la pretensión vana de afirmarse como eterna. El mundo pasional-mental fue el que quiso y se hizo Adán en el Paraíso, y la Historia es la tragicomedia de tal mundo. (t ii)
Todo acto pasional-mental (toda pasión y todo pensamiento), por el hecho de darse dentro de unas coordenadas espacio-temporales, fisiológicas, pasionales y mentales, genera conceptos y valores propios de esas coordenadas, útiles para determinar, dentro de ellas, la causalidad y necesidad de la manifestación de la realidad de esos mundos:
Cada tramo del camino es un mundo, con sus respectivas coordenadas, que son la fisiología determinada, el medio, el hábitat… Alrededor de esas coordenadas se forman las vivencias, y de éstas, la mente extrae los conceptos básicos: y ya tenéis el Bien y el Mal de ese mundo, y con ese bien y mal y coordenadas funciona la causalidad y aparece la necesidad. (lvp)
Sin embargo, el proceso dialéctico del conocimiento va libertando al hombre de las coordenadas en las que se genera el conocimiento dramático, pasional y mental, y le va permitiendo conocer de una manera nueva, como identificación vida-conocimiento.
El progreso dialéctico del conocimiento consiste en ir superando la intuición sensible de fenómenos (inframental y subconsciente), y la aprehensión y construcción mental-conceptual (granuladora, discursivo-inductiva) de representaciones fenoménicas, hasta llegar a la comunión con la Sustancia o Presencia o Intimidad, en la Amencia, más allá de todo fenómeno, de todo concepto y de toda coordenada.
Conocer es viajar desde la dramaticidad del enfrentamiento entre conceptos opuestos, producida por la fragmentación de la vida en multitud de fenómenos espacio-temporales, pasional-mentales, hasta la comunión con el Ser, como Presencia única en eternidad, más allá de espacio, tiempo, mente y pasiones:
… la fragmentación de la vida en sucesos y lugares se explica cuando no tenemos conciencia sino de las protuberancias de ella, cuando no vemos con los otros ojos […]. (lvp)
Se trata de que todo es uno y de que la razón forma conceptos abstractos y nos tapa la Intimidad. La razón o inteligencia razonante es atomizadora de lo que carece de átomos. (lvp)
La dialéctica del conocimiento va de conocimiento granulado de entes múltiples a conciencia viva de la Sustancia única o Presencia:
… concienzarse es el viaje a través de los infiernos y los cielos, que son muchísimos: son la representación o creación. Viaje desde la atomización en seres y sucesos hasta visiones de la Presencia, infinitas. Del Yo hasta el Nosotros, y mucho más. (lvp)
La dialéctica del conocimiento va del presentismo, o eternización del instante, por la atomización de la conciencia, hasta la conciencia de Eternidad o unitotalidad de la Vida:
… el progreso está en ir intuyendo la Presencia a través de la representación; presencia en mí (tercer modo de conocimiento de Spinoza, la intuición). Va desapareciendo el fenómeno y naciendo el conocimiento. En tanto morimos y renacemos en cuanto el presente aumenta, en cuanto cesa la atomización en «seres» y «sucesos». Los infiernos son el politeísmo de la conciencia, el presentismo. Presentismo es aquel estado primitivo en que el instante, con su contenido, se endiosa, se vive como único, sin nexos con el sucederse. Es la atomización de la conciencia. Lo llamo politeísmo, en el sentido de que hay tantas presencias como instantes, y exclusivas. (lvp)
La dialéctica del conocimiento va desde la diferenciación entre objetos y sujetos hasta la comunión con la Realidad, que es identificación entre gnoseología y metafísica, conocer y ser:
El hombre, todo hombre o mujer que se desocupe (desocupe su conciencia o soplo divino) de sí mismo, de su imaginación, mente y razón, con sus anejos, instantáneamente es La Presencia, o Dios en la conciencia, que es la Puerta sin Alas. (cr)
Uno es aquello que conoce, es decir, aquello que vive:
… saber es ser […]. (cr)
… como que uno va siendo, de modo que no hay sujeto conocedor ni objeto conocido; no hay símbolo y cosa significada, ni vasija y bebida. (cr)
Dialéctica del conocimiento liberador: de la oposición de contrarios a la comunión en la Intimidad
La dialéctica del conocimiento vivo es la dialéctica de la libertad. El conocimiento vivo es la dialéctica de la libertad.
La Realidad es Sustancia única o Presencia o Intimidad que se manifiesta en representaciones formales y fenómenos múltiples.
El hombre, en cuanto patentización o apariencia fenoménica de la Sustancia, existe representándose en categorías espacio-temporales, pasional-mentales; y, en cuanto Presencia e Intimidad sustancial, es, sin representación, en categoría de eternidad.
El hombre, por sí mismo, como representación espacio-temporal, es nada; como Intimidad en eternidad, es Dios.
Debido a la doble categorialidad humana (espacio-temporalidad de existencia y eternidad de ser), el conocimiento humano, dentro de la categoría de eternidad, donde no operan las categorías espacio-temporales de las coordenadas, es intuición contemplativa, vivencia de comunión con la Intimidad, identificación con el Ser, no representable, ni conceptualizable, ni dramatizable.
La ley tiene como fin sujetar los espíritus ciegos. La medida de la carencia de libertad y autodeterminación es la ignorancia. El conocimiento es la liberación del hombre, pues la verdad es la libertad en acción o la acción de la libertad:
El Estado ejerce autoridad sobre el pueblo en proporción a la ignorancia de éste y con el único fin de que se haga libre mediante el conocimiento. (ni)
Las leyes se dictan para sujetar con ellas a los espíritus ciegos, que somos casi todos, y tengamos así libertad en las leyes. La verdad es la que liberta de las leyes. La Intimidad, Cristo, nos libertó, dice san Pablo, de la ley antigua. (lvp)
Dentro de la dialéctica coordenadas-eternidad, el conocimiento es el camino de la liberación:
En cada instante estamos sometidos a determinada causalidad y el secreto para crecer en conciencia está en comprender aquélla para libertarse. La única libertad está en el entendimiento. […] El único método para libertarse es comprender. Sólo el espíritu es libre. (ant viii)
… la libertad nace del conocimiento. (ant xiii)
Yo quiero entender. Esto me produce siempre libertad. (lvp)
Cada verdad vivida libera de apariencias. Se es libre en la medida en que se vive en la Intimidad, más allá de las apariencias o representaciones de la Realidad, y en cuanto se vive en la Reconciliación, más allá de las contradicciones entre opuestos:
Cada verdad que viváis os hace libres en el espacio que ella comprende. Se es tan libre en cuanto se viva en la Intimidad. Sólo es perfectamente libre El Reconciliado. (lvp)
La liberación es conocimiento vivo (experiencia viva) que por el padecimiento va sacando al hombre de las representaciones pasionales y mentales hacia la Intimidad:
Uno es representación e intimidad. Si la representación no es padecida (vivida y reconciliada en la intimidad), no desaparece, sino que aumenta, pues entonces en vez de vivir la Intimidad se engendra representación. Por eso es absurdo afirmar que se puede ascender de mundo sin realizarse (la Cruz). […] Verdadera vida es padecer su representación, atento a la intimidad, velando y orando (viajes mental y espiritual). […] Si no se cumple la segunda condición, que es «sígueme» (sigue la Verdad, el Camino y la Vida que soy yo, Cristo), entonces lo coge a uno la dialéctica de la representación y lo lleva a mundos de dura representación. (lvp)
En la medida en que se conoce se van trascendiendo las categorías correspondientes a las coordenadas espacio-temporales, mental-pasionales, y se va conquistando la liberación de las necesidades causales que en esas coordenadas tienen lugar, pues todo juicio verdadero es expresión de conocimiento vivo, de comunión con la realidad, de vivencia de la verdad, o sea, juicio de identidad, que al poner como presente lo pensado, los objetos construidos mentalmente por medio de la granulación de la totalidad viva, hace presente la realidad misma, que tiene categoría espacio-temporal en cuanto se representa, pero tiene categoría de eternidad en cuanto participa de la Sustancia única o Intimidad, más allá de toda representación.
Conocer, llegar a la verdad, hacer el juicio de identidad, es irse liberando, o sea, irse eternizando, o sea, irse deificando:
¿Y qué es la Intimidad? La Verdad, y todo juicio verdadero es de identidad. Todo juicio verdadero es: sólo Dios es y somos por Dios y en Dios. Veamos: Todo juicio es de identidad. En otras palabras, de intimidad. En otras palabras, de eternidad. En otras, conocer es eternizarse. En otras, conocer es vivirse en Dios. En otras, el que conoce va renaciendo en la eternidad. En otras, la verdad es la libertad. (lvp)
Conocimiento vivo, Intimidad que subyace como esencia a todo lo viviente, y libertad, se identifican:
Gran oración es la de Sócrates: «¡A cambio de todo, dame conocimiento!». (Conocimiento vivo, Intimidad, libertad). (lvp)
La libertad es la verdad o intimidad, en cuanto el conocimiento es un ir entendiendo coordenadas de representación; ya entendidas, irlas trascendiendo; ya trascendidas, ir conciliando opuestos; y, ya realizado el íntegro proceso dialéctico representación-Intimidad, ser uno con la Intimidad, cuya categoría es la eternidad:
En el proceso no se ve ni aparece libertad: el proceso es espacio-temporal. La libertad está en la intimidad, que es eterna. (lvp)
La libertad producida por el conocimiento no es voluntad de hacer lo que se desee, sino compenetración entitativa, convivencia, comunión con la realidad, pues quien llegó al juicio de identidad ya es lo que expresa el juicio, o sea, pura compenetración de ser y saber, total aquiescencia:
La libertad está en la Intimidad, porque allí hay aquiescencia pura. El pleno juicio de identidad. […] ¿No veis, por todo lo anterior de este libro, que el hombre es representación con intimidad, o eternidad manifestada y que de ahí nace la dialéctica, o camino, o viajes, o mundos? Por consiguiente, el hombre es un libertándose, un reconciliándose, un encadenado que va siendo liberto por el conocimiento vivo, pero nunca será libertad, porque ésa es categoría de la Intimidad. Cristo lo dijo claramente: «La verdad os hará libres». Leed bien: os hará, en sucediendo; en presente, sólo Dios es libre, porque la Presencia es su esencia. La Intimidad es libre. La manifestación se va libertando en la Intimidad. […] El hombre tiene la libertad en su intimidad. Los viajes mentales concilian o libertan de los conceptos pasionales y así vamos hallando la libertad en la intimidad. El hombre es un proceso de liberación. Libertad humana es cada verdad vivida, cada reconciliación de opuestos. (lvp)
Dialéctica del pensamiento: de la reactividad instintiva a la intuición viva
Reactividad instintiva
El conocimiento vivo tiene su raíz en la subconsciencia, porque el proceso de unificación con el universo es originariamente instintivo y subconsciente.
Todos los vivientes, a través de la reactividad instintivo-fisiológica subconsciente, tienen la capacidad de obrar en armonía con el ambiente:
El gallinazo se refugia cuando va a llover, y nunca yerra. Así, todos los animales ejecutan sus actos en armonía con el ambiente, pero ninguno discurre verbal ni escritamente, sino el hombre. A eso lo llaman instinto. (me)
El instinto, menospreciado por el hombre razonador, para magnificar la conciencia razonante, que es apenas epifenómeno, es el fundamento de la sabiduría:
… la verdadera sabiduría es el instinto. El humano le ha dado a una parte del instinto el nombre de sentido común. Debido a su soberbia, ofuscado por poseer la actividad razonante, que ejerce en parlamentos, el instinto ha sido despreciado. El fin último en la escuela debe ser aumentar el instinto. La conciencia razonante es epifenómeno. (me)
Es imposible engañar la mente instintiva:
Nos engañamos a nosotros, o sea, a la conciencia, pero no puede engañarse a la mente instintiva. (er)
Pensamiento subconsciente
El conocimiento vivo, trátese de imágenes y reactividad primaria, fundamento del obrar humano, o de visión, intuición, revelación o pensamiento creador, nace, sin esfuerzo, en la profundidad vital más primaria de la conciencia, anterior a los dinamismos mentales:
Para obrar según ideas o sentimientos accidentales es preciso estar constantemente recordándolos, trayéndolos al campo de la conciencia. Sólo se obra conforme a una idea o representación cuando ella está en la subconciencia. […] La vida nuestra es automática, instintiva; la parte de la voluntad y conciencia es mínima. (vp)
… hay pensamientos […] subconscientes que son como el florecer y que constituyen las obras maestras. […] Se descansa, se libra la mente y al tiempo aparece una idea límpida, evidente como una visión. Esto es lo que llaman los místicos tener revelaciones. (msb)
No es por esfuerzo consciente, sino por intuición creadora subconsciente, sin esfuerzos mentales, ni actos voluntarios, como las ideas e imágenes que elaboramos voluntariamente se unifican y forman un organismo vivo que el hombre, como pariendo, da luego a luz:
Las ideas e imágenes se atropellan en mi mente. He asimilado la historia de Venezuela y el libro que he soñado se organiza en mí, igual al niño en el útero. Trabajo subconsciente que anonada. Apenas […] invoqué la subconsciencia, todo mi organismo y facultades se fueron concretando a la obra. Durante sueño y vigilia todo mi ser está prognata. […] Todo se va organizando, todo va llegando y me urge. (mc)
Las ideas subconscientes son las ideas madres o ideas generales, que al organizar y unificar los hechos, o apariencias, alrededor de la verdad desnuda o sustancia, que está más allá de la apariencia, libertan de la multiplicidad de los hechos inconexos:
Las ideas generales nos libertan de las libretas, o sea, de la multiplicidad de hechos inconexos. (mc)
¡Qué capacidad castigadora que tienen las ideas madres, que atraen a los hechos! ¡Qué suprema dominación ejerce el centro de la tierra, que nos retiene y retiene a los elementos según sus densidades! ¡Qué imperio el del sol sobre sus planetas y el de otro sol sobre los soles y el de La Verdad Desnuda sobre la apariencia! ¡Benditas sean, pues, las ideas madres! (mc)
Las ideas subconscientes inervan, vivifican, convierten en organismo vivo los hechos dispersos, sometidos a estudio:
Nada vale la observación cuando no se logra coger la idea que explica los hechos sujetos al estudio. Ella los inerva; atrae a unos para allá, a formar el tronco; a estos a formar las extremidades y a otros a servir de fondo y de complemento. (mc)
Al generar la unificación comprensiva, y sacar al hombre de la multiplicidad de las apariencias, las ideas madres conducen a Dios:
¡Venid, que estamos ansiosos de comprensión y perdidos en las libretas, en la variada apariencia! […] Queremos salir de la selva de los sucesos […]. Venid, ideas madres, a sacarnos de las apariencias y a conducirnos a Dios […]. (mc)
Pensamiento voluntario o construcciones mentales
La antítesis del pensamiento instintivo subconsciente, primario, premental, y del pensamiento subconsciente creador, es el pensamiento voluntario o mental consciente, epifenómeno de la energía vital:
No hay tal pensamiento; es la energía poderosa; el pensamiento es epifenómeno. (ce)
El pensamiento voluntario, producto de la decisión, la documentación, la enseñanza y el esfuerzo mental sistemático, que elabora construcciones mentales pensadas o imaginarias, constituye el conocimiento objetivo y la ideología:
… hay pensamientos forzados o voluntarios [que] son vulgares: obra de enseñanza, por ejemplo. El pensamiento voluntario es el de un hombre que dice: voy a escribir sobre esto, y piensa y se documenta y escribe. (msb)
Dialéctica del conocimiento: del conocimiento inductivo-deductivo al conocimiento vivo en la Amencia
En Mi Simón Bolívar, González presenta dos modos de conocer: inductivo-deductivo e intuitivo; posteriormente, en Mi Compadre, habla de una tríada de formas de conocimiento: «Hay tres modos de conocer: inducción, deducción e intuición»; en sus últimos años, explicita que la intuición o conocimiento sub specie æternitatis es el conocimiento propio del mundo de la Beatitud o Amencia.
Conocimiento inductivo-deductivo-dialéctico
Corresponde al pensamiento voluntario. Es especie inferior de conocimiento que sólo conoce indirectamente, por medio de razonamientos y conceptos:
Hay una especie de conocimiento inferior, el adquirido mediante el método inductivo-deductivo-dialéctico. También se llega a conocer por medio de este método, pero tal conocimiento es indirecto. «Sé que esto es verdad porque conozco que otras cosas lo son». Es el razonamiento, sencillamente. Pero tal conocimiento no satisface, porque es indirecto. (msb)
Inducción (conocimiento indicativo) y deducción (conocimiento explicitador de lo que está subyacente), ambos, producto del pensamiento voluntario, son modos de conocimiento indirecto:
Indirectos los dos primeros […]. Inducción es indicación: humo, luego hay fuego. Deducción es sacar, es aquello de los escolásticos, como abrir un baúl y retirar los vestidos. (mc)
La razón y sus productos pasional-mentales, arte y ciencia, hacen parte de la apariencia del devenir y no del ser:
Ochoa sostiene que [la razón] hace parte de la apariencia. Dice que arte y ciencia son apariencias, pues no hay sino un verbo sustantivo: ser. (hd)
El conocimiento sensible-inductivo-deductivo, forma propia del conocimiento racional-conceptual de las ideologías occidentales, llamadas ciencias, es forma inferior de conocimiento, pues no llega a la convivencia o juicio de identidad:
Los vulgares no creen sino lo que saben por estos sentidos (estos que tiene todo mundo), y por autoridad, y por costumbre, y por deducir de conceptos y porque así suele suceder, que es la ciencia inductiva, como si eso fuera saber. ¡Y eso es lo que enseñan en eso que llaman universidades! (lvp)
Conocimiento intuitivo
Es especie superior de conocimiento, consistente en captación directa y viva de la realidad, evidente por sí mismo, puesto que lo conocido se hace parte del yo:
La intuición es el conocimiento directo. El que intuye dice: Lo sé —¿por qué?— porque sí; así como sé que existo; lo que intuyo hace parte de mi yo y es evidente por sí mismo. (msb)
La intuición (pensamiento subconsciente) es forma de conocimiento que se apropia directa o inmediatamente de lo conocido, sin que, por razón de la naturalidad del proceso de apropiación de la realidad, se perciban los procesos inductivo-deductivos que en ella tienen lugar:
Intuición es un modo de conocer instantáneo; no es que allí no haya el proceso inductivo-deductivo, sino que es tan natural que no se percibe; casi se confunden objeto conocido y sujeto conocedor. La conciencia echó raíces en el objeto y se lo apropió. (mc)
La intuición es presencia viva de la realidad en el cognoscente, que no tiene conciencia del proceso de aprehensión de la realidad, ni objetiva su conocimiento:
Cuando el conocimiento es connatural, no se tiene conciencia de él. El tigre, por ejemplo, sabe a qué motivación equivale cada movimiento de su presa, pero no tiene objetivado tal conocimiento, no puede dar una conferencia sobre eso. (mc)
La intuición no se reduce a la captación de fenómenos, sino que, en su forma más alta, es presentimiento, sentimiento vivo, o adivinación del futuro latente, indicado en el presente que se ha conocido vivamente:
Intuir: lo hace el gallinazo respecto de la lluvia. La intuición no es fenómeno inexplicable; se trata de tener el alma libre para interpretar, para sentir el futuro indicado por el presente. (ant vi)
La intuición es el juicio mismo de identidad: ser es saber:
La intuición, saber algo porque ese algo es ya uno mismo, es un juicio de identidad. (lvp)
¡Pues eso es intuición! No ver el camino sino al caminante. […] Intuición es estar en el tejado, sin escalera. (cr)
Amencia: conocimiento «sub specie æternitatis»
Desde los años de Mi Simón Bolívar y la revista Antioquia, González intuía la posibilidad del saber vivo y directo, en categoría y conciencia de eternidad:
Conciencia. Percibir el ser, la unidad cósmica, como la araña en el centro de la tela percibe todo su universo. (msb)
No quiero razonamientos, sino conciencia. (msb)
Quisiera saber que el yo perdura, pero no un saber proveniente de libro de trescientas páginas, sino un saber directo: tener conciencia de la eternidad. (ant vi)
El camino a la Amencia
En sus años de madurez logró realizar su intuición y precisar en qué consistía ese saber vivo: más allá del mundo de instintos y vivencias, que es mundo del pensamiento subconsciente y de la instintividad; más allá del mundo de la mente, que es mundo del pensamiento voluntario y del conocimiento racional-conceptual, está el mundo de la Amencia u Ojo simple o Beatitud o Gracia o Bienaventuranzas o Contemplación o Reconciliación, o Comunión, que no es producto de desarrollo o esfuerzo fisiológico, pasional o mental, sino efecto de la Inteligencia, o «núcleo del yo», o cuerpo espiritual o Intimidad o Presencia, que hay en el hombre, poseedor de la categoría de eternidad.
En el mundo de la Amencia, se trata de apariencias que aún no han aparecido en «esta vida», pero que ya amagan:
Se trata […] de la fenoménica de la glorificación del núcleo del «yo». (t ii)
El camino para llegar a conocer sub specie æternitatis, en la Amencia, exige la realización veraz, sincera, auténtica de sí mismo:
Cruz única la de cada uno. Por eso: no mientas, o sea, no quieras ser otro ni finjas ser otro. Tu haber es tu predisposición única. ¡No huyas de tu mundo o tentaciones! Eso, no mentir, es toda la sabiduría. (t i)
No mientas nunca; no te escondas nunca y tendrás la amencia. (t ii)
Se llega a la Amencia si cumplimos nuestro punto de apoyo, si somos lo que somos, sin mentir. (t ii)
El desnudamiento de la pasionalidad y de las mentalidades de los mundos y de los hombres, que se logra por medio de la convivencia pasional-mental o unificación vivencial con su pasionalidad y su mente, y por el entender o inteligenciar esos mundos de representación, por obra de la Inteligencia o Intimidad en el hombre, que va superando mundos de coordenadas, hasta llegar, a la Intimidad, la Realidad o Dios, en la Amencia:
Hay viajes a los mundos de cada semejante, y entonces, luego de trajinar por sus vidas, obras, ambientes, etc., se produce la identificación. Mientras no se produzca, no se puede entender o intuir (ver en uno mismo el mundo de ellos). Hay que llegar al juicio de identidad, y entonces decimos: viví el mundo de Schopenhauer, el mundo de Pablo de Tarso, el mundo de Platón… (lvp)
Si en cualquier mundo concienzamos nuestras vivencias, si las vivimos, padecemos y penetramos religiosamente, quedan consumidas en el conocimiento, en la Intimidad, y a Ella nos conducen. La Cruz es, pues, el Camino. Para pasar de un mundo a otro más real o íntimo hay que desnudarse en absoluto hasta la nada; conocer la nada de la manifestación en tal mundo y el cómo de sus leyes y necesidad. (lvp)
Lo que ni nace ni muere es El Inteligible y La Inteligencia, que en nosotros se sucede en entendiendo: naciendo-muriendo-naciendo… (t i)
… Cristo es la Inteligencia y […] está crucificado en nosotros. (t i)
El entendiendo […] es el Espíritu Santo en nosotros. (t i)
A La Inteligencia se le ha dado el nombre de Dios, de Realidad, de Ser, de Espíritu Santo, y es lo que todos somos en gerundio. (t i)
La práctica permanente de la comunión con todos los seres, hasta llegar a ser entrega total o perfecto amor:
Vivir comulgando con todos (practicar). […] La comunicación irá aumentando, hasta hacerse identificación o entrega total, o perfecto amor. (t ii)
El esfuerzo por vivir sin mente, más allá del pensamiento voluntario, en la identificación de saber y ser:
Ojo: No permitir nunca que se entremeta la mente, que es el diablo. (t ii)
La superación total de los mundos de representación, por el «suicidio de arriba»:
Suicidarse en el vergel es ir entendiéndose como relatividad; […] o de lo que uno va siendo: desplazamiento o trasmutación de coordenadas por cuantos de entendiendo, y el Suicidio es la vivencia de que somos viajeros caducos en la vida, hojas secas del árbol de la Vida… (t ii)
Ahí tenéis el bello mundo de la Amencia, meta gloriosa de los crucificados, reino de los cielos a que nos lleva la Inteligencia en la cruz. Suicidio y Amencia, puertas del Paraíso, si no el Paraíso mismo. (t ii)
La contemplación en la Amencia
La Amencia es la total superación de pasionalidad y mente, y el conocimiento del amente es la Beatitud o Sabiduría: conocer en la categoría de eternidad, o vivir la Inteligencia, o realizar la unificación ser-saber:
… entender es lo mismo que ser […]. (t i)
Ojo: Recordar siempre el primer principio de toda sabiduría: saber es ser. (t ii)
Si estamos atentos, amentes, recipientes, serenos entendiendo-siendo. (t ii)
Entiendo por amente al que vive en la Inteligencia y ya no tiene mente; ya no piensa sino que vive; es el Inteligible y la Inteligencia. A eso lo llamo también Sabiduría y Beatitud. (t ii)
Es el conocimiento-convivencia con la Realidad o Presencia o Intimidad en todos los seres de todos los mundos de coordenadas, en la plena apertura de sí, en la intemporalidad, sin tratar de imponer a la realidad las propias pasiones y el propio pensamiento, que es actividad tiránica de ciencias e ideologías del mundo mental-pasional, espacio-temporal:
Que no quede de uno sino la generosa apertura. Estar hospitalariamente vacío. O sea, hacerse como marco de puerta, puerta sin alas […]. No ese tiranizar los entes convivientes, ese maltratarlos, que llaman clasificación, mensuras, ensayos, etc. Eso es la tiranía de la mente, y por eso todos los seres están tristes, esperando la segunda venida de la Inteligencia, como lo dijo Saulo de Tarso. (t ii)
Y cuando seas digno de la amencia, todos los entes conversarán contigo y todo será inmortal. Serás el Atemporal. (t ii)
Es la contemplación de Dios, en todo, por la Gracia:
Eso ha sido llamado Gracia, Intuición, Ojo Simple. (cr)
… el que ve con el Ojo Simple, con Cristo, no ve ni «bien» ni «mal» sino que ve al Divino Niño. (cr)
Dialéctica de la ciencia: de la ciencia conceptual a la ciencia viva
Fernando González va articulando, progresivamente, la noción de ciencia.
Ciencia es toda forma de relación con los seres, que por la superación de la individualización, permite la comprensión:
Estoy individualizado, impotente para comprender. […] La ciencia no es otra cosa que el entrar en relaciones con los seres. (msb ii)
Estudio de las fuerzas determinantes de la evolución de los fenómenos:
Todas las apariencias (seres, cosas) están cambiando de estado, progresivamente. Llamamos fenómenos a estas apariencias y ciencia al estudio de las fuerzas que determinan su evolución. (ni).
La dialéctica de la mirada, el pensamiento y el conocimiento, generan dos tipos de ciencia: ciencia occidental, analítica, hipotética, explicativa, objetivadora, y ciencia oriental, sintética y sapiencial, de las que habla en Viaje a pie y en la revista Antioquia. Ciencia conceptual, racional-conceptual, propia del mundo mental, y ciencia viva, metafísica de las vivencias, camino de la beatitud, propia del mundo del entendiendo, de las que habla en el Libro de los viajes o de las presencias y en La tragicomedia del padre Elías y Martina la velera.
Ciencia occidental
Hay una ciencia de «sabio de laboratorio»:
… interpretación propia de cierta forma de la mente, la occidental, la cual trabaja siempre bajo el supuesto de las siguientes leyes: a) fatalidad lógica o evolucionismo: negación de la libertad; b) el monismo, o negación de la pluralidad de sustancias: de ahí el término «fenómeno» para toda apariencia; y c) negación de pluralidad de vidas, o sea, del cielo, como opuesto a la vida terrenal. La ciencia del Occidente ha trabajado siempre bajo el supuesto de esas tres verdades; podríamos decir que ellas son condiciones o categorías de las ciencias occidentales: biología, química, física, sociología. Darwin y Marx, Pasteur y Einstein no pueden ser concebidos sino en donde estén impregnados de aquellas verdades. (ant xiii)
La ciencia occidental es conocimiento mental que, con base en nociones o conceptos en evolución, objetiva las apariencias o fenómenos, estudia las fuerzas que los determinan y formula las leyes que los rigen:
Todas las apariencias (seres, cosas) están cambiando de estado, progresivamente. Llamamos fenómenos a estas apariencias y ciencia al estudio de las fuerzas que determinan su evolución. De tales postulados deducimos que en la mente no hay verdades sino nociones, las cuales también evolucionan. (ni).
El científico contemporáneo:
El sabio alemán, el sabio de esta civilización de cocina que tenemos desde la Revolución Francesa, es un devorador de hechos, es un almacén de datos, es una cartera de apuntes, es unos anteojos, detrás de los cuales está una fisiología enferma. ¡Cuán feo es el sabio moderno! Es que estamos en los tiempos en que reunimos los datos, en el siglo del análisis […]. (vp)
El científico occidental moderno y su ciencia son incapaces de síntesis:
El sabio moderno no es aquel que dominaba a los hombres con el poder de su energía: es un enfermo, dispéptico, miope, duro de oído, varicoso, barrigón; es la figura del cocinero. Este no es el sabio. Será el peón de la ciencia; el sabio será aquel hombre sintetizador que vendrá después de este período de análisis. La embriología, la sistemática, la filogenia, esa belleza recién nacida que se llama la biología, ¿qué son sino un número monstruoso de hechos desarticulados? ¿Quién será capaz de sintetizar los innumerables hechos que componen el bagaje de la sabiduría moderna? (vp)
El mundo de la ciencia occidental es el mundo del científico de ojo miope, que por vía experimental, inductiva, deductiva y analítica, forma hipótesis sobre hechos dispersos, pero es incapaz de explicaciones últimas:
¿Quién podrá extraer de ese libro de datos una explicación de la vida, de la muerte, de los anhelos e intuiciones del hombre? Cada ciencia es una reunión de hechos dispersos. ¿Hay una fuerza vital? ¿La vida es un quimismo? El vitalismo, el quimismo, el finalismo, todo lo trascendental es hipótesis; todas las explicaciones últimas son hipótesis, propias para dirigir el ojo miope del sabio, pero nada más. (vp)
Ciencia conceptual
En el Libro de los viajes o de las presencias y en La tragicomedia del padre Elías y Martina la velera, desde la noción de ciencia conceptual, Fernando González continúa la crítica del conocimiento científico, que desde la noción de ciencia occidental había iniciado en Viaje a pie.
La ciencia conceptual, sistematización abstracta mental-racional, producto del yo, carece de vitalidad y es inoperante para captar y expresar la vida, que es dramática:
El yo es síntesis genética de nuestro pasado, que se percibe como presente, pero con urgencia de negarse, de seguir. Es, pues, una afirmación enferma de negación y ansiosa de afirmación de… afirmaciones imprecisas, múltiples. El Yo es un muerto vivo y moribundo. De ahí que toda sistemática racionalista (construcción con abstracciones mentales) no tenga vida, sea inoperante. Toda filosofía-sabiduría tiene que ser descriptiva y dramática: el drama del sabio determinado en lugar, tiempo y modos. (lvp)
La ciencia occidental, atomizadora, ideadora, catalogadora, constructora de mundos mentales construidos con ideas, o verbo mental, genera ideologías:
El mundo mental es granulado, de ideas: «yo», «no yo», «uno», «dos»…, magnitud, extensión, pensamiento, tú, nosotros, vosotros, etc. En este mundo se dice: índice, catálogo, elenco. […] [Es] ideológico. A él pertenece lo que llaman Filosofía en Occidente, desde Aristóteles hasta ahora. […] Del mundo Mental son todas las ciencias que se elaboran con ideas; son ideologías. Su material es el verbo mental. La mente es el mundo mental, y éste es la misma mente. (t ii)
El conocimiento científico, racional-conceptual, es verdadero y válido solamente en el mundo de la representación, de la causalidad y de los conceptos, dentro de las categorías de espacio y tiempo, pero no dentro de la categoría de eternidad:
Es verdadera la ley de causalidad; toda la ciencia es verdadera, pero en el mundo de la representación, en el mundo conceptual, en los mundos infinitos, en nuestro orgullo o ignorancia, llevamos esas leyes hasta la Eternidad y le abrimos libro de contabilidad al Padre con la columna del Debe y la del Haber. (lvp)
El conocimiento de la ciencia occidental, propio de la mente o perturbación original, es mirada miope o bisoja:
… esa fue la Perturbación Original: la Mente, la astutísima Mente, animal callidissimum, con dos bellísimos ojos: El Bien y El Mal. (t ii)
Los mundos pasional y mental constituyen el Espectro, o gran representación de la perturbación original; es el drama de la representación necesitada y tiránica, apoyada en epifenómenos y sometida al determinismo causal:
… el Espectro, eso que llaman «mente» y «pasiones», se realiza con punto de apoyo en cualquier epifenómeno, ya sea colección de estampillas, mujeres, colección de colillas de tabacos, de llaves, de recortes de uñas, de plantas y animales (Mutis, Linneo), de filosofías, de anécdotas, de cirugías, de caridades, de músicas, de poesías, de átomos…; y el amor y el odio, el bien y el mal, los valores, se realizan y forman el drama con idénticas leyes, y matices y colores; sólo cambia el punto de apoyo que se tiene para realizar el pecado original. (t ii)
Los hombres crean gobiernos en cuanto son ignorancia y mente y en proporción a ella… El entendiendo no es sujeto de gobierno. Es el que gobierna. En cuanto pasional y mental, el hombre patentiza un dictador; en cuanto es entendiendo, se liberta de la dictadura… El gobierno es la forma objetiva de la ignorancia del hombre. (t ii)
Ciencia oriental
El mundo de la ciencia oriental es el mundo de la sabiduría que viven el santón, el brujo, el sabio griego, el beato de Ojo Simple que mira de arriba para abajo.
La ciencia oriental es proceso vivencial, dramático, intuitivo, que a través del drama existencial trasciende hasta la categoría de eternidad, e intemporal o beatamente, en comunión, conoce más allá de los fenómenos.
Es el mundo de la ciencia introspectiva y vivencial.
Es el conocimiento intuitivo, que en el proceso dialéctico va llegando, o ha llegado ya, de la subconsciencia (pensamiento subconsciente) a la amencia (comunión viva con la Presencia o Intimidad).
La ciencia oriental es introspectiva:
… la introspectiva del Oriente. (ant xiii)
Entiende al hombre como manifestación de Dios:
Al contrario, el Oriente ha trabajado siempre dentro de la idea del «nirvana», es decir, que el hombre es avatar o manifestación de Dios. (ant xiii)
Se expresa a través de patentización de vivencias:
… tratados, vidas de santos de todas las épocas (cristianos, santones mahometanos, hindúes, egipcios, hebreos, misterios griegos, etc.) […]. (ant xiii)
El santón o el brujo o sabio griego, más allá de los fenómenos, vive en la sustancia:
[El sabio griego] era el hombre que se había libertado de las pasiones, el que había dejado atrás lo fenoménico y vivía una vida sustancial, fuera del tiempo, como los dioses. (vp)
El científico y su ciencia occidental, sin respuestas para los grandes dramas humanos, están impotentes ante la angustia de los hombres que los desprecian, mientras viven sus dramas existenciales:
¿Qué influencia social puede tener este sabio que sólo trae la duda? ¿Qué influencia puede tener sobre el moribundo? […] La ciencia no puede ofrecer sino hipótesis débiles, y por eso es despreciada y ofendida por el Santo, por todos, por el hombre, pobre caña mecida por el huracán del miedo a la putrefacción, a la muerte elemental. (vp)
El científico está inerme ante el santón:
Indudablemente que la ciencia está inerme ante el santón. Moriremos de rodillas como Montaigne… (vp)
Ciencia viva
En múltiples lugares, Fernando González había expresado cómo se conoce o se adquiere conciencia, dramáticamente, por medio del padecimiento:
¿Y cómo se conoce? Padeciendo y reaccionando. En ese ciclo está el proceso que se llama adquirir conciencia de algo. (ap)
Por generarse a nivel instintivo y pasional, el conocimiento tiene que ser dramático: conocimiento de sí mismo, en situación y en camino:
El yo es síntesis genética de nuestro pasado, que se percibe como presente, pero con urgencia de negarse, de seguir. […] El Yo es un muerto vivo y moribundo. (lvp)
La conceptualidad que no expresa el drama vivo es vacía, cadáver de un yo que cuando elabora un concepto, ya es otro. La sabiduría o saber vivo es el conocimiento en la convivencia dramática, más allá de la mente razonadora:
El concepto es el cadáver de la vida (del Yo). […] Por eso, la filosofía o curso de la vida interior, curso dialéctico de la vida interior, tiene como instrumento principal la comunión, la convivencia; luego, en su orden, el diálogo y la conferencia, y, por último, las artes literarias, y, entre éstas, como la forma mejor, la dramática (tal como los diálogos platónicos). (lvp)
En el mundo del entendiendo se comunican viajes en que el viajero y el viaje son uno mismo en gerundio: no haciendo viajes, sino siendo los viajes. Padeciendo-entendiendo-siendo. En este mundo se debe decir: itinerario. […] [A este] mundo corresponde la Sabiduría, la Religión, Retorno al Paraíso o Inocencia. […] Del mundo del entendiendo son La Verdad, La Vida y El Camino, pero en siendo, padeciendo y entendiendo. (t ii)
Los ámbitos de la ciencia oriental o ciencia viva y de la ciencia occidental o ciencia conceptual
Cada una de las dos formas de ciencia es participación de poder; pero cada una tiene su mundo propio: la ciencia viva es superadora, y el conocimiento científico, impersonal y descriptivo:
El destino es la ley que nos limita. ¿Podemos subir y hacer cada vez superior nuestro destino? Quizá con la contención. Esa es la esencia de las doctrinas de los superadores, tales como Siddharta Gautama y Jesucristo. Regado en todo está el poder, así como el platino lo está en algunas partes de la tierra, y podemos absorberlo de las cosas, como se chupa una naranja. Los libros son depósitos de poder; también los hombres y los acontecimientos. Lo malo está en que la ciencia de nuestro siglo es descriptiva, impersonal; debía ser humana, relacionarse con el poder del hombre. (vp)
Por ello, cuando se pretende atribuir al conocimiento científico conceptual y su universo fenoménico-causal, válido únicamente en el mundo mental, el carácter de ciencia oriental o ciencia viva o sabiduría capaz de vivir (vivenciar) la metafísica, se produce una multiplicidad de fenómenos perniciosos:
Se convierte a Dios, el Ser, supracausal y eterno, en eslabón inicial de la cadena causal, espacio-temporal:
[Pero] en nuestro orgullo o ignorancia, llevamos esas leyes [de la causalidad] hasta la Eternidad y le abrimos libro de contabilidad al Padre con la columna del Debe y la del Haber. Hacemos del Creador una de las causas, la última causa, el último eslabón de la cadena de la necesidad: me debes, te debo, etc. ¡Pobres pelotas que somos! (lvp)
Se ahoga la vida en la conceptualidad mental:
Las construcciones conceptuales de las ciencias [son] peligrosísimas si se les da trascendencia metafísica. Generalmente se ahoga en ellas la Vida. (lvp)
Se cae en el conceptualismo huero:
Quien desde aquí [desde lo pasional-mental (el Espectro)] trate […] del Inefable, como si fuera lo patente, lo racional y del espacio-tiempo, no sabe lo que dice, ni dice nada y está manoseando lo de esta vida y… esto o aquello, o lo inenarrable. (t ii)
Se genera el agnosticismo:
La forma más baja e impropia es la exposición conceptual (Aristóteles y toda Europa, con escolásticos y demás). El uso de los métodos conceptuales en el ejercicio de la sabiduría produjo el agnosticismo respecto de lo verdaderamente real. Murió el sage y fue el reino del savant o experto. Pero desde hace cincuenta años se oye protesta dolorida que dice: «¡La Vida! La razón es apenas un modo de proceder por conceptos abstractos. La vida no es racional, sino que la mente humana razona». (lvp)
Se prolonga el drama de los determinismos del hombre, que en lugar de libertarse, en la asunción de su propio drama, por el conocimiento vivo, se pierde en el determinismo conceptual y valorativo, a la huida del Espectro: el drama del hombre en la ausencia del Inefable:
Es cierto que hay novelas, cuentos, dramas, tratados, etc., que tratan de… la bulla o ruido, de la vida mental con sus leyes, de todo eso con que el hombre «cree» matar el silencio y el Gran Espectro, y tales libros son «lo actual», lo que recibe los aplausos de hoy de los asustados dueños de «este mundo», pues los hombres del día darían todo, incluso sus millonadas, por imaginación que los entretuviera, que matara el silencio y que les hiciera olvidar… al Espectro, a la absoluta e infinita soledad que es la del desterrado del… Inefable. (t ii)
¡Estoy en oscuridad y herido, Fabricio…! Estoy sintiendo que «lo mío» y «lo tuyo» viven ahora más que siempre. Goteo propiedad y mente (que son el diablo), como la herida de esa hoja arrancada. Este huerto no estaba muerto en mí; era mi cruz, y la arrojé violentamente, por haberme puesto a imaginar y conceptuar, a fabricar novelas, con «miedos», «esperanzas» y «virtudes». […] «El mío» y «lo tuyo» soy yo, y con esta donación pretendí comprar la beatitud, por haber filosofado… Ya está hecho; ya revivifiqué mi cruz con la mente… (t ii)
Se viven los utopismos mentales, generadores de las opresiones históricas:
Parece que eso está escrito en el Libro: que se padezca también y principalmente ese orgullo satánico (del «yo» o «mente») de que en la Tierra puede haber «paz justa», como si vivir no fuera drama esencialmente. El Paraíso, repartiendo los frutos «con justicia». El mundo mental de Carlos Marx lo padeceremos todos: allá y aquí, en la barca de San Pedro y en el Kremlin. (t ii)
Se vive el oscurecimiento de la sabiduría:
El auge de La Mente (lo que Adán quiso ser y fue), que principió en el siglo xvii, la Ciencia, ese producto mental, ha opacado tanto al ojo simple en el hombre de hoy, que hasta Su Iglesia padece vergüenza por eso de «endemoniados, posesos, legión de demonios», «ordenar a las potencias infernales». (t ii)
[Moisés fue] el primero que vivió el Paraíso y narró el origen del mundo mental como la pérdida de la Presencia por haber comido el hombre del fruto dialéctico: El Bien y El Mal; la nada y el ser; los contrarios, los conceptos. (t ii)
Se vive la desmoralización, so pretexto de cultura:
Los filósofos que pretenden dar a sus discípulos los frutos cosechados por ellos, conceptualmente, ¿no cometen el pecado de formar códigos, joyas muertas con que se adornan en las bibliotecas los estudiantes? Lo mismo sucede en ciencias físicas y en todas, pues hay que vivirlas, descubrirlas en uno, inventarlas (hallar dentro), porque somos vivos; o se tiene al arriero que va hoy a Manizales en avión, y está completamente desmoralizado. Y lo mismo, los indios americanos bautizados, dizque cristianizados… (lvp)
El antagonismo entre ciencia mental y ciencia viva se genera porque el verdadero conocimiento no es el logro de la objetividad, ni la construcción, a través del método racional-conceptual, de objetos mentales de conocimiento (el llamado conocimiento objetivo), sino la identificación, a través de la convivencia, con la realidad viva, evidente e innegable por su misma vitalidad:
… el raciocinio es para los que corren y no han flotado en la emoción divina. (msb)
La razón no sirve sino para el mundo fenoménico, para la causalidad material. Los que quieren comprobar con la razón la supervivencia, tienen que escribir un libro muy largo. A causa del cansancio, acaba por decir el lector: es verdad… (msb)
No hay sino un camino al Néant o Vida Eterna: Cristo y la Cruz. La ciencia es conceptual. Si la ciencia conceptual fuera el camino al Padre, querría decir que el ciclotrón y demás van a destapar al Néant, que éste es objeto de telescopio o de microscopio y que los niños no van al Reino. (lvp)
Dostoyevski: «Si me probaran que Cristo era mentira, entre esa ciencia (“la ciencia”) y Cristo, me quedaría con Cristo». Esta paradoja es interesantísima, define la Fe, así: es más vivo, está más vivo en mí, Cristo que toda verdad adquirida por medios (razonamientos). Es lo mejor que se ha pensado, vivido y escrito acerca de la ciencia conceptual y la ciencia viva. […] Todo lo que se haga para que la verdad viva en los hombres es poco. Las escuelas son para eso, y para lo demás, pero con ese fin también. (lvp)
La ciencia viva, o conocimiento vivo o sabiduría, es el juicio de identidad:
Así [es] el niño del hula-hula, que no sabe cómo es que hace girar el aro alrededor de su cuerpo. Y, al contrario, un maestro o sabio conceptual puede poner su atención conceptual en ese juego, y explicarlo por tiempos y movimientos […]. Y para demostrarlo, coge el aro, ensaya… y el aro se le cae. Ahí vemos la diferencia entre sabiduría conceptual (pingofríos) y conocimiento vivo o identificación… Por eso dije antes: la suprema sabiduría es el juicio de identidad. (lvp)
A pesar de la polaridad dialéctica entre ciencia y sabiduría, es preciso, al hacer la crítica del conocimiento discursivo-intuitivo-deductivo, evitar un doble exceso:
La negación de la voluntad de verdad y de esperanza a la investigación científica:
Nos aíra el que insulten a Freud, a Darwin, a Nietzsche, etc. ¿Porque se equivocaron? ¿Y quién no se equivoca? El progreso científico se realiza por medio de entusiastas, de sabios entusiasmados que sólo ven la verdad que descubrieron y que la trabajan sin cesar, creyendo que ella es toda la verdad. […] Por eso es infantil el tratar mal a los investigadores; es anticristiano el insultarlos porque tuvieron esperanzas. (ant xiii)
La conversión del conocimiento científico, espaciotemporal-conceptual, en conocimiento absoluto, olvidando que tras fenómenos, apariencias, representaciones y determinismos causales hay Dios vivo, sin el cual el conocimiento lleva por caminos torcidos:
[Los] principios o frases hechas, a que llaman proposiciones, […] no son sino vasijas en que [puede] meterse el diablo, si olvidamos que Dios es Dios vivo; no de madera, de oro, de palabras, de formas, sino Vivo […]. (cr)
* * *
La verdad
En Pensamientos de un viejo, González emprende su camino, convencido de que la verdad es producto del yo, sueño construido por el hombre:
Cuando la vida te muestre la entrada de una nueva senda, recoge tus sentidos, purifícalos, y purifica también tu voluntad de todo otro querer, y tu memoria de todo recuerdo, y puestas todas las energías en aquella ilusión, ámala y suéñala hasta que místicamente creas que tu sueño no es sueño, y que tu alma va por ese camino… (pv)
[Cuando la razón] descubre que no hay verdad ni bien sino relativos; descubre que no hay por lo tanto un fin absoluto, cierto; descubre que todo es una creación de la fantasía… (pv)
Pronto, la concepción de la verdad como ilusión creada por la fantasía, empieza a matizarse:
La verdad, ciertamente, está en el hombre, pero no como creación de la fantasía, sino como misterio del propio ser en devenir hacia la plenitud del ser, que es la plenitud de la verdad:
Toda la verdad está en ti mismo, oculta por envolturas. La sabiduría y todo eres tú mismo que devienes y devendrás como el capullo. (msb)
La verdad, más que expresar sueños, expresa estados de vida:
La verdad es el estado en que se vive. (dm)
A partir de El Hermafrodita dormido, cuando en la obra de González aparece la clarificación de la diferencia entre pensamiento y ser («No pienso, luego soy»), surge la convicción de que la verdad no es adjetiva ni onírica ni conceptual, sino ontológica; es decir, que así como la apariencia corresponde a la existencia, y existencia y apariencia se identifican en cuanto representación en devenir, así, ser corresponde a realidad, y Ser y Verdad se identifican en cuanto realidad:
[La verdad] no se halla nunca en palabra de hombre. Esta es, a lo sumo, manifestación de una conciencia que deviene. La verdad es muda, no sufre adjetivos, ni nombres; únicamente un verbo: Ser. La apariencia Existe, es decir, es manifestación. (hd)
Para el existente dramático, espacio-temporal, la verdad tiene una condición indicial y no absoluta: el hombre va llegando a la verdad, pues cada verdad hallada tiene carácter de promesa, provisionalidad e indicio:
La verdad es siempre una promesa, un indicio, y así, mientras estemos encarnados, podremos subir al séptimo cielo y luego el diablo nos abofeteará… (hd)
A medida que el hombre va expresando o patentizando o pariendo lo que en él estaba latente y va naciendo; a medida que va viviendo-entendiendo-siendo, va llegando a la verdad total: el Ser:
Somos profetas, quiere decir, que en nosotros se expresa la vida, que diremos lo que nos nazca, y… todo lo que nace es verdad. (ant xiv)
La verdad es viva, se vive en camino, consiste en la plenitud de la luz al final del camino:
Somos caminantes; la vida es camino y las nociones son posadas; no es en libros o escuelas en donde estamos matriculados, sino en la escuela de la vida; y ahí no nos gradúan; no hay término, no hay doctorado; el único fin a que podemos aspirar en esta escuela de la brega es a dar a luz nuestro espíritu en el lecho mortuorio iluminado por el resplandor de la verdad, la cual nunca ha visto ni verá el hombre cara a cara. (ni)
No es que lo racional sea falso por el sólo hecho de ser tal; lo que sucede es que la vida no es sólo racionalidad, y lo racional sólo es verdadero si estuviere vivo:
No se trata, como dicen algunos, de que la vida sea irracional, sino que posee muchas formas y modos y que lo esencial en ella es vivirla. Lo que no es vivo no vale un comino. Todo lo vivo es verdad. Lo racional es verdad, si estuviese vivo. Exige siempre que tu dios sea vivo. (lvp)
La verdad no es, pues, un raciocinio ni un enunciado, sino la vida misma:
La verdad es la vida. (lvp)
… todo [es] vanidad, menos La Verdad Viva. (cr)
* * *
El criterio de verdad
Sólo el conocimiento vivo es verdadero.
Ideas y pensamientos sólo constituyen conocimiento en la medida en que expresan la vida como formas manifestativas de la esencia amor, Sustancia Única o Intimidad que subyace a todo.
La identidad vida-verdad es el criterio de verdad, puesto que la verdad y la vida se identifican:
Todo lo vivo es verdad. Lo racional es verdad, si estuviese vivo. (lvp)
Es verdad, puesto que vive. (mc)
La conciencia de la unidad vital es la verificación de la compenetración con la vida, o sea, de la comunión con la verdad:
Si tengo razón, sentiremos que la historia y el personaje viven. Todos los detalles sufrirán el dominio de la idea y correrán por sí solos a organizarse. Cuando un historiador o retratista encuentra la esencia, se siente una corriente vital que anima todo. Es criterio infalible. (mc)
Vivir la verdad es el criterio de verdad, porque es llegar a la conciencia de que lo que se sabe vive, y lo que es vivo es seguro:
Vivir la verdad es, pues, el verdadero conocimiento, y este sentir la vida es el criterio de la verdad. La verdad no se ilumina con otra cosa. (lvp)
Fe es la verdad viva en mí. Y no necesita criterio de verdad, porque la verdad poseída implica seguridad completa. ¿Qué luz puede iluminar la verdad? (lvp)
* * *
Ciencia y cristianismo
Las ciencias, en cuanto conocimiento vivo, es decir, en cuanto unificación viva con la Intimidad representada en los fenómenos, no son producto de la mente, sino de la Inteligencia o Cristo o Espíritu Santo:
… todas las ciencias, todas las artes, cristianadas, son la gloria del Señor, son propiedad artística de Cristo o la Inteligencia. (cr)
Las ciencias tienen que ser cristianadas, o sea, liberadas de la atomización conceptual y de la oposición entre contrarios, en que fueron convertidas por la voluntad de dominio del hombre de mirada doble, para que patenticen en espacio y tiempo la eternidad de la Vida unitotal o Sustancia única o Intimidad o Presencia o Ser:
… cristianar «las ciencias» […] es conciliar todos los contrarios que ven los dos ojos (el espíritu de dominio) en el Principio y Fin, que es El Eterno Nacimiento. El verdadero sentido de las ciencias, o su verdadera definición es: espacio-temporalización de La Eternidad. «¡Llenos están cielos y tierra de la majestad de Tu Gloria!». (cr)
* * *
Conocimiento y contemplación
Todo es uno: una sola Esencia o Sustancia o Presencia o Intimidad o Ser o Vida o Dios que se representa en existentes en coordenadas espacio-temporales, sin que Dios mismo sea existente, ni representación, sino realidad-fundamento o Presencia-Intimidad que fundamenta las representaciones o seres o existentes:
… Dios no existe. No es objeto, ni ser, como los que existen. Pero es más vivo, más vivencia, que todo lo que existe. Es, pues, la Intimidad, que nadie ignora y a quien nadie ha visto. (lvp)
Por no pertenecer a ningún campo de coordenadas, Dios no puede ser conocido mentalmente por el pensamiento voluntario, por la ciencia occidental o conceptual, que conoce con base en conceptos, inducciones, deducciones y juicios analíticos y sintéticos:
Al Néant o Padre nuestro no lo conocerás mentalmente, por conceptos, científicamente, porque no es átomo, ni electrón, ni núcleo, ni cuanto de energía. La ciencia es para los campos de coordenadas. (lvp)
El karma, la ley de causalidad es verdadera y funciona en todas las coordenadas. En el Néant, no. (lvp)
Pero sí puede vivirse con el conocimiento vivo o ciencia oriental o ciencia viva o sabiduría, o metafísica vivencial, o intuición superior, o mirada de ojo simple, o contemplación, en la Amencia:
… Dios no es objeto de conocimiento conceptual ni literario, sino de conocimiento vivo. (lvp)
Dios no es cognoscible, porque no es objeto, pero es en nosotros, lo vivimos, que es más que conocer. (lvp)
La forma válida de conocimiento, con relación a Dios, no es discursiva, sino vivencial-contemplativo: vivir intemporalmente a Dios, pues la categoría de eternidad (propia del Ser o Dios) no está en el tiempo ni en los procesos racionales espacio-temporales, sino en el instante:
Dios es indeterminable, e inimaginable, pero lo vivimos, que es mucho más que eso que llaman conocer. El supremo conocimiento es el juicio de identidad. Dios y la Nada. La nada no es, sino que existe. Nosotros somos nada con Intimidad. El Infierno existe en la Nada. Uno puede escoger entre Nada e Intimidad. (lvp)
La vivencia de Dios, en la comunión, determina la plenificación del conocimiento en la acción de la Verdad, que es el amor:
Los cristianos, al vivir Cristo en nosotros, y en tanto cuanto viva en nosotros, somos la Vida y hacemos las obras de la Verdad, que siempre son amor… (cr)
Dios está en el instante, y quien ve a Dios con el ojo simple, o conocimiento vivo de la comunión, se hace cristiano:
Bueno, el cuento anterior es para resaltar eso de no hacer planes, de no programar, de no granular para razonar, para deducir e inducir, y creer que uno se hace cristiano poco a poco: es ya, ya, ya; Dios está en el instante. (cr)
Los razonamientos, cuando uno brega por ver con Ojo Inocente, son muy útiles para espacio-temporalizar la Eternidad; pero de suyo, sin Cristo, son los caminos torcidos del Hijo de Perdición. (cr)
* * *
Conclusiones
El conocimiento, para González, es saber vivo, proceso humano integral que se genera en la fisiología y la instintividad, pasa por la pasionalidad y el pensamiento, y concluye en la intuición viva, comunión, identificación con el Ser, según el principio fundamental de la metafísica y el conocimiento: Ser es Saber.
La filosofía del conocimiento de González se estructura como una serie de procesos dialécticos que, en definitiva, se sintetizan en el no-conocer, o contemplación del Néant, Intimidad o Presencia o Dios, más allá de toda representación cognoscible por proceso inductivo-deductivo.
La gnoseología culmina en la mística, por el hecho claro y simple de que el conocimiento es acción de todo el ser humano que tiene por objeto la Realidad o Sustancia unitotal.
— o o o —
~ 17 ~
Antropología
En la medida en que González fue clarificando su método, su metafísica y su filosofía del conocimiento, fue realizando su conciencia de comunión con la Realidad y clarificando, ampliando y profundizando su vivencia y su noción del hombre.
La antropología gonzaliana es un proceso dialéctico desde el hombre fisiológico-instintivo hasta el hombre espiritual-contemplativo, que González deviene viviendo sus experiencias de hombre fisiológico, mental y espiritual.
En el presente capítulo seguiremos el itinerario antropológico de González a partir de la antropología de la ensoñación del hombre posible, en los mundos posibles, pasando por la antropología del determinismo causal hasta llegar a la antropología de la universalización de la conciencia en la Amencia, o sea, la realización del hombre como hijo de Dios.
* * *
Etapas de la búsqueda antropológica
La búsqueda antropológica de Fernando González se realiza en tres grandes etapas.
Antropología desde la ensoñación
En un primer período, Pensamientos de un viejo (1916), el enfoque antropológico se centra en la lucha por la liberación de los límites y la unificación del hombre con el universo a través de la ensoñación metafísica.
El hombre es ser limitado en el espacio y en el tiempo, que en la ensoñación de ultramundos, de los que lo excluyeron las limitaciones de la individuación, busca liberarse de las contradicciones y tristezas generadas por el límite, unificándose con todo el universo:
… somos limitados; siempre habrá tú y yo; es imposible suprimir el espacio y el tiempo, y por lo tanto, siempre seremos los soñadores de las cosas… (pv)
Mientras lleves en ti la vida, estarás repleto de afirmaciones y negaciones. […] Todos los grandes filósofos han presentido el silencio, pero les ha sido imposible hundirse en él. (pv)
¿Qué ha hecho el hombre y en qué se ocupa el hombre? Lo mismo que el paralítico: sueña… Llena el horizonte de ultramundos, alegrías y dolores, para no verse tan triste… (pv)
Antropología del individualismo fisiológico-pasional-mental determinista
En un segundo período, a partir de Una tesis (1919), desde un marcado influjo de racionalismo, liberalismo y positivismo europeos, González inicia su lucha contra la ensoñación metafísica generada por la perversión imaginativa, y emprende la experiencia de la filosofía como vivencia de la vida real y la comprensión del hombre como ser de necesidad que por el crecimiento en conciencia, a través de su autorrealización, va camino de la libertad en el anarquismo:
Para las últimas tesis han servido asuntos prácticos y de interés cercano. Magnífico esto: induce a pensar que si en la juventud se arraiga la vida real, pronto desaparecerá del gobierno y de todas las manifestaciones colombianas el ensueño metafísico. (ut)
Hoy está Colombia en el auge de la metafísica y de la exaltación romántica, pero sólo aparentemente: las raíces de la conciencia nacional ahondan en la vida real, racional y positiva: la llama antes de extinguirse da su gran resplandor… (ut)
La búsqueda antropológica se centra, entonces, en el hombre producto del devenir cósmico, sujeto al determinismo universal:
Las leyes de la naturaleza se cumplen irremediablemente y el hombre mismo está encerrado en la irremediabilidad universal, pese a su orgullosa pretensión de creer dirigir la vida. (ut)
En la materia amorfa de que se formaron todos los mundos estaba latente el devenir de la tierra; en el primer movimiento estaban encerrados todos los movimientos sucesivos. ¡Ridícula pretensión creer que el más infeliz ciudadano puede cambiar los destinos humanos! ¡Y aun esa ridícula pretensión estaba en la materia amorfa! (ut)
Poseído por el instinto de vivir y huir del dolor, el hombre satisface sus necesidades mediante el trabajo:
El hombre desde que nace se encuentra lleno de necesidades, nace con el instinto de vivir y de huir del dolor; contra ese dolor y proporcionalmente a él reacciona; esa reacción para satisfacer sus necesidades es lo que se llama trabajo. (ut)
El hombre se personaliza por el acrecentamiento de la conciencia, en el que emplea sus mayores esfuerzos:
El hombre es ser consciente y su personalidad aumenta en proporción al aumento de su conciencia. (ut)
… ¿por qué no se ha disminuido realmente el esfuerzo? Porque el hombre es perfectible, y su mayor producción la emplea en extender más su conciencia, en hacerse más hombre, en aumentar sus necesidades, en acrecer su personalidad. (ut)
El hombre es ser indefinidamente progresivo, individualizante y diferenciador, porque aunque está sometido al determinismo legal que señala un mínimum fijo y un máximum indefinido a las necesidades humanas, es conciencia en crecimiento continuo:
… las necesidades tienen un mínimum fijo y un máximum indefinido; el hombre siempre está en estado de tendencia. Si el hombre, por medio del trabajo, llena sus necesidades, otras nacen y le impulsan a reaccionar. (ut)
Por ser imperfecto es dinámico el hombre, y por ser indefinidamente perfectible será eternamente dinámico. (ut)
El progreso es, pues, el levantamiento general de la humanidad, pero no la igualdad de los individuos: esto último es contra el orden de las leyes. (ut)
Por la ilimitación de sus necesidades, su capacidad de progreso indefinido y su tendencia al crecimiento permanente de la conciencia, el ideal del hombre es el anarquismo:
La necesidad de gobierno es proporcional al grado de civilización. El pueblo en donde menos necesidad haya de gobernar será el más civilizado. […] El anarquismo, que es la supresión de todo gobierno, es un ideal hermoso, pero muy lejano aún de nuestra época. (ut)
González continúa el trabajo iniciado en Una tesis, y va elaborando una antropología determinista del individuo fisiológico-pasional-mental, que por el crecimiento en conciencia, a través de la cultura, se va libertando de sus embolias, hasta personalizarse, o autoexpresar su individualidad.
La antropología de este período, que concluye en los días de El maestro de escuela, tiene como ámbito la plenitud vital dentro del mundo fisiológico-mental, determinado por la necesidad causal:
La figura, la configuración, el estado fenoménico, la apariencia (¿se entiende cuál idea deseo expresar?) es una consecuencia de la ideología, así como la concha es una segregación. Se obra porque así se piensa. El pensamiento es todo. El mundo es pensamiento. (msb)
¡Oh, supremo poder de la sinergia orgánica! ¡Oh, supremo imperio de las armonías glandulares! ¿Quién manda? ¿Quién es el gobernador? El que nace para ello. ¿Por qué eligen al que no lo es? ¿Por qué los pueblos no confirman los nombramientos que hizo la naturaleza? Esos son los errores humanos. (dm)
El Karma es lo único que satisface. Veamos: la vida es apenas una etapa entre muchas que forman una escala que asciende a la conciencia divina. La vida próxima es determinada por la presente, según la ley de causalidad, así como ésta lo fue por los actos pasados. (msb)
… cuando hay un gran hombre en un país no debe haber elecciones. Ya la Naturaleza eligió. Y si las hay y no eligen al gran hombre, siempre será él quien manda. (dm)
Cada uno tiene su merecido y cada campo produce lo que en él sembraron. (dm)
El grande hombre es el egoente, o sea, el que ha desarrollado su yo fisiológico y mental hasta percibir el yo como entidad, logrando así la capacidad de impertinencia representativa y la proyección de su yo fuera del tiempo y del espacio:
Este joven se posee porque carece de espíritu crítico y no duda de sí mismo. Por eso camina y mira y habla y ríe y sonríe y ordena y orina y come y bebe como si fuera un rey de reyes. Yo quisiera, para triunfar en todas partes, un espíritu cerrado a la duda acerca de mí mismo: entonces tendría lo que vale millones, lo que es de ansiar como el oro y como la gloria y como el arte oratorio y el escénico, a saber: una gran capacidad de impertinencia. (msb)
Me apasionan la muerte y la vida, y, por sobre todo, la eternidad. Repetir: Soy indestructible, porque yo no puede ser cortado, ni quemado, ni aplastado: yo está fuera de las leyes físicas y pasa por los mundos: se arropa de la inteligencia, del cuerpo astral y del cuerpo físico. (msb)
… nadie ama la grandeza humana como yo. Cuando veo un hombre grande, mis ojos se dilatan […]. (dm)
La meta del hombre es la personalización, o sea, la original manifestación de la individualidad en la segregación o desalinderamiento de los gregarismos de especie y de las formas sociales, generadoras de la vanidad:
Individuo es el que no forma parte de la comunidad, es el que está completamente deslindado por cercos firmes de calicanto. ¿Qué son estos cercos? Son las ideas y deseos y odios y amores sólidos, rotundos, propios. […] El hombre que permite que otro se le meta en el subsuelo es un proindiviso. La mujer individua es mujer bella. Todo ser individuo hipnotiza y atrae; hasta huele a individualidad. (msb)
Todo es en orden al individuo, que es el hijo de Dios. (msb)
… los términos personalidad e individualidad [son] sinónimos. (dm)
La personalidad es el conjunto de modos propios de manifestarse el individuo. Aquello que se manifiesta se llama individualidad. (dm)
Lo bello es la individualidad, el soplo divino que al manifestarse por modos propios embellece todo lo exterior. (dm)
Individualidad es la serie de instintos y complejos concretados en un ser. […] Personalidad es la manera como cada individuo se auto-expresa. Es la forma de la individualidad. Todo ser es individuo, pero pocos son personas. Casi todos los individuos están latentes, esclavizados por las maneras de la especie (formas sociales). (n)
Vanidad significa carencia de sustancia; apariencia vacía. […] Vanidad es la ausencia de motivos íntimos, propios, y la hipertrofia del deseo de ser considerado. (n)
[Vanidad es] hurto de cualidades para ser considerado socialmente. (n)
La vanidad está en razón inversa de la personalidad. Es social, o sea, no puede existir en el hombre solitario. Es simulación, hurto de cualidades. (n)
La realización del hombre es la realización del yo, es decir, la egoencia:
Egoencia y Vanidad. Ésta es vacío; aquélla, realidad. El vanidoso simula y sus manifestaciones o formas carecen de la gracia vital. El egoente, haga lo que hiciere, tiene la gracia de la lógica; haga lo que hiciere, ya vaya roto o sucio, nos enamora, porque la vida es lo que nos subyuga. (n)
La cultura es el medio para la individuación personalizada:
… cultura: ciencia y arte de desnudarse, de encontrarse a sí mismo. (n)
La obra nada vale sino como manifestación del espíritu. Lo único vivo es el espíritu y lo único eficaz son las disciplinas. Cultura (n).
Antropología de la liberación
Durante los días de El maestro de escuela, González vive la culminación de la descomposición del yo, de la que ya había tomado conciencia desde los días de Don Mirócletes:
«Mi alma es un terreno en descomposición, y por eso me gustan los sacerdotes suspensos, los excomulgados, las formas religiosas en descomposición también. Ahí siento más el misticismo». (dm)
Manuelito es alma en descomposición. […] Manuelito se defendía de la descomposición buscando grandes hombres y cosas bellas, pero en resumidas cuentas no podía entender y no veía sino muertes. Era hábil para comprender en todos sus detalles a un agonizante. (dm)
A través de la dolorosísima agonía de la descomposición del yo, González hizo dos grandes descubrimientos:
La insuficiencia del determinismo causal de la representación:
Efectivamente, ya sea desde el punto de vista de la causalidad materialista, o de la mística, sólo rompiendo la causalidad, introduciendo en ella un nuevo elemento libertador, cesa la ley que dice: cada cosa es eterna: el odio engendra odio y amor el amor. Ojo por ojo: el primer ojo sacado creó al segundo, y éste al tercero, y así el ojo sacado es eterno. (me)
La posibilidad de la libertad, en la gracia, más allá de la necesidad causal y de la representación individualista:
Desde anteayer llamé al infinito luminoso para que me envíen un guía, porque hace treinta años que estoy perdido, en angustia, en garras de la causalidad de tres pasiones: soberbia, lujuria y avaricia. […] Lo primero que me ha mostrado el guía alígero es la oración del Padrenuestro, principalmente en aquella frase que dice: perdona mis deudas así como perdono a mis deudores. Las frases de Cristo son verdaderas, sea cualquiera la concepción filosófica que se tenga de la vida. Para panteístas, materialistas y espiritualistas, son igualmente verdaderas. […] Pues viene Cristo y dice: «¡Perdona!». Cesa entonces la causalidad del odio y es reemplazada por la del amor. Queda así explicado el fenómeno de la Redención: Cristo dio sus ojos, todo su cuerpo, amorosamente, y mató así la causalidad antigua. Nació otra. ¿La Gracia? (me)
El Libro de los viajes o de las presencias, La tragicomedia del padre Elías y Martina la velera y Las cartas de Ripol contienen la antropología de la liberación del mundo fenoménico determinista-causal, y la antropología de la libertad, o reconciliación de los opuestos, en comunión con Dios, Intimidad o Presencia.
De las dos vivencias anteriores surge la antropología de la superación del mundo del determinismo causal, en la dialéctica de la libertad y la vivencia de la Gracia: el hombre, así como es apariencia fisiológico-mental en devenir, con categoría espacio-temporal, es, también, celícola, o sea, siendo-entendiendo-libertándose por la acción de la Gracia de Cristo, y conquistando, más allá de todos los mundos de coordenadas, en la Amencia, la Comunión con Dios, en categoría de eternidad:
Cada existente es un mundo real, y todos los mundos son uno solo, la Vida. […] [Siendo] el hombre el existente último en la tierra, evolución de todos los precedentes, minerales, vegetales y animales, en resumen, es todo eso y puede viajar por infinito número de mundos inferiores. Y […] siendo un tramo en la escala, así como el animal lo fue para el hombre, el mineral para el vegetal, etc., tiene en latencia infinito número de celícolas. (lvp)
* * *
Los principios fundamentales
de la antropología
Dentro de cuatro principios básicos, que orientaron toda su vida y permean toda su filosofía, realiza Fernando González la vivencia y la reflexión sobre el hombre:
Todo ser es manifestación de conciencia:
¿A dónde va todo lo aparente? Hay indicios que a la conciencia. Todo ser es manifestación de conciencia. (mc)
Todo organismo es armonía viva:
Todo organismo es una armonía causada por el alma que lo rige. (mc)
El hombre se hace fecundo por la lucha entre su condición de gregario, regido por los determinismos de la mente, y su condición de anarquista, regido por la libertad infinita de la Inteligencia:
El hombre se hace grávido en cuanto lucha y se consume. (hd)
… el hombre es esencialmente anárquico y también es gregario, pues está gobernado por la Inteligencia y por la mente. (t ii)
Sólo desde sus relaciones con Dios puede conocerse el hombre:
Si el conocimiento pudiera comprarse y yo tuviera millones, los daría por entrar hondo en un ser cualquiera, hasta tener conciencia de sus relaciones con Dios. ¿Por qué se mueve? ¿Para dónde dice que va y quiere ir y a dónde va? (mc)
* * *
Qué es el hombre
González no tiene una definición conceptual, única y absoluta del hombre, sino que, a partir de la vivencia del hombre como ser material, fisiológico y pasional, va viviendo ascensionalmente la realidad humana, hasta llegar a vivir al hombre como hijo de Dios.
En el nivel elemental, el hombre es existente material, hijo y parásito de la tierra:
Somos hijos de la tierra y sus parásitos; nos liga a ella, como un cordón umbilical, la ley de la gravedad. Por momentos la abandonamos, nos parece que existe otro ser que nos llama hacia las alturas aéreas; nos parece abandonar todo lo terrestre y después caemos más definitivamente abrazados a su seno materno; somos únicamente materia dura, materia grave. (vp)
Solenoide, como la tierra:
Dejemos henchirse nuestros pulmones y que por la columna vertebral pasen las corrientes magnéticas de la tierra; somos, y ella lo es también, solenoides. (vp)
Animal en formación que, limitado por su piel, va perfeccionando su condición sensible y táctil:
Lo nuestro está limitado por nuestra piel; ella es nuestro lindero. ¡Qué bien alindados estamos los hombres! (vp)
Devenimos. […] Somos animal en formación […]. (vp)
Somos sensibilidad que se perfecciona. El sentido del tacto es todo en nosotros […]. Y todo esto está cubierto por la epidermis. (vp)
… somos el animal que tiende, el animal descontento. (dm)
¡Somos tacto, únicamente tacto especializado! (hd)
Ser nuevo, poseedor de modalidades nuevas de la materia, que constituyen lo que se llama espíritu:
Somos un ser nuevo. Esta extraña modalidad de la materia que llamamos espíritu aún no ha aprendido a vivir, a obrar […]. (vp)
El hombre es energía
La energía crea el cuerpo que la encierra:
Lo único propio que tenemos es nuestra energía; está encerrada dentro de nuestros cuerpos formados de huesos, carne y piel. (vp)
El cuerpo no es sino una forma creada por la energía, por la esencia que se manifiesta en los fenómenos […]. (vp)
Genera la inteligencia, fundamentalmente biológica:
El cuerpo desnudo es una gran universidad […]. Todo está en el cuerpo; la inteligencia es el resultado de la armonía cósmica orgánica. (msb)
Origina la sinergia, generadora de la alegría y la acción:
El hombre, el yo, la facultad de pensar, el sentimiento de la alegría, todo es una sinergia. (vp)
… en todas las manifestaciones humanas, filosofía, arte, ciencias, pasiones, triunfa la energía. Es la vida manifestada la que domina. (dm)
A través del hábito se manifiesta la energía. (dm)
La misma energía vital que le hace creer al sapo que lo mejor es acercarse a la sapa, obliga a Miguel Ángel a trabajar el mármol. (ce)
La misma fuerza que se manifiesta en Teresa de Jesús, se manifiesta en las cortesanas […]. La energía es siempre promesa. En los presidios están los indicios de los grandes hombres. (mc)
Un hombre es una protuberancia de la vida. Hay que buscar a las agujas perdidas, a las pulgas, a los seres humildes, pero ¿a un hombre? Que lo vean, que lo sientan, que lo toquen, en su esencia. ¿No ves que es protuberancia vital. (ce)
Es el vínculo interno, que hace al hombre hijo de Dios:
Las cosas exteriores no te embellecen; tu única propiedad es tu energía y ella es la que abrillanta al mundo exterior; por consiguiente, que jamás te fatigues; no te dejes usar, que no eres cosa sino hijo ilegítimo de Jehová. (ant x)
El hombre es espíritu que transita en la carne
Parece que el hombre sea híbrido de carne y espíritu, puesto que, siendo capaz de trascendencia, permanece terreno:
¿Será el hombre compuesto de espíritu y carne y por eso, por ser híbrido, su semejanza con el pájaro manco, con el pájaro bobo que tiene alas y no puede volar? (msb)
Puesto que es corporalidad y carnalidad que deviene agónicamente su experiencia terrenal, el hombre es espíritu que transita en la carne:
Parece que el hombre no es obra definitiva; para mí tengo que es un espíritu que transita en la carne. Esto me contenta y me hace agradable la vida: pensar que no somos el cuerpo, ni las pasiones, sino transeúntes que pasamos por una experiencia terrestre. (hd)
El hombre es espíritu, o sea, presencia divina cegadora, no conceptualizable:
Todos los hombres son espíritus dentro de la carne. (msb)
El es-pí-ri-tu está mezclado con la sangre y es imposible separarlos; algunos dicen que el espíritu es la sangre. Toda separación es arbitraria. El carácter y obras, la agonía, son resultante de espíritu y sangre. Esa mezcla se llama hombre. (dm)
… el Espíritu, al manifestarse en un hombre, ciega […]. (n)
Y nadie puede decir en palabras o formas qué sea eso divino que tenemos en ausencia; Bossuet dijo algo maravilloso: «Cuando hablamos de espíritu, no sabemos de qué hablamos», o sea, no es cosa, ni forma, ni palabra… ¡No, no sabemos de qué hablamos, pero lo tenemos y lo vivimos, y vivimos por él! (cr)
El hombre es fuente por donde mana el espíritu, que se manifiesta cuando consume sus instintos:
… el hombre es un espíritu, un complejo, que debe manifestarse, que debe consumir sus instintos en el espacio y el tiempo […]. (n)
… las leyes expresadas son cadáveres; lo único vivo es el espíritu. (n)
… el hombre es aljibe, forma a través de la cual mana el Espíritu. En esos dominios, somos canales por donde se manifiesta el Señor que ardía en la zarza egipcia. (n)
La tarea y el problema del hombre está en la plena manifestación del espíritu:
El problema está en que el espíritu, el soplo divino que Dios infundió al muñeco de barro, llene la carne y la ropa como la brisa marina hincha las velas. (vp)
El hombre, en cuanto es espíritu, es conciencia encarnada
Somos diosecillos andrajosos que trepamos la escala de la conciencia. (msb)
¡Pobre átomo de conciencia! No gozo ni sufro: estoy atontado por la encarnación. ¿Será el hombre una conciencia encarnada? (msb)
… el hombre es la conciencia en desarrollo… (msb)
El hombre es microcosmos consciente, resultado del devenir o proceso de evolución, generado por fuerzas internas y externas; ser, que por expansión de conciencia, tiende a apropiarse del universo, pues en sí lo encierra todo, desde el mineral hasta Cristo, Señor del Reino:
Nuestra doctrina es completa: consideramos al hombre como un devenir (evolución); estaba en la materia amorfa; llegó al zoísmo; le apareció la idea de propiedad y tiende a la expansión de su conciencia. Toda esta evolución se efectúa mediante fuerzas que obran sobre él por dentro y por fuera. (ni)
El hombre es una existencia con una síntesis que se llama presente. Y es consciente de ser eso que es, como todo lo que hay. (lvp)
Todos los hombres somos microcosmos, y en todos está el mineral, el vegetal, el animal, todo lo que precedió a su aparición como flor en el tallo que brota de la tierra toda. En tal sentido «el hombre es hijo de la tierra y del sol» (Giordano Bruno). (lvp)
… el hombre es puente al superhombre y algo más. Y el mineral es puente al vegetal… y algo más. (lvp)
¡Bendito también en esta noche Teilhard de Chardin, el francés para quien el muñeco de barro que hizo Jehová para infundirle su soplo es toda la filogenia, todos los animalillos y animalones, incluso en estos el Homo sapiens, pues éste es apenas un puente para el Divino Niño de Belén! Y por sobre todos, y todos en Él, bendito nuestro Señor y Rey, Jesucristo, que entró a su Reino montado en el burrito […]. (cr)
En cuanto microcosmos, existente cósmico-representativo, instrumento de la evolución, el hombre es manifestación de Dios:
El hombre es por sí mismo, como hijo de Dios, muy grande, lo tiene todo. No creáis que la sabiduría esté fuera y que el hombre tenga que ir a cogerla, a aprehenderla: está en uno mismo, pues somos microcosmos. (msb)
… los hombres son apenas instrumentos de la evolución, o sea, representativos. (mc)
[El hombre] es esencialmente cómico, se representa en la Tierra. (ni)
… uno cree ir, pero no es cierto: uno es manifestación divina, complejo de tendencias que hacen parte de la familia, de la sociedad, del universo, de la apariencia manifestada. (mc)
El hombre es Nada en el Todo, o ser por participación en el Ser; eternidad en el tiempo; existente que patentiza la Inteligencia, pues sin Intimidad, sin presencia de la Esencia o Sustancia única o Ser o Padre, el hombre sería mera apariencia vacía, mera nada:
… el hombre es eternidad en el tiempo. Síntesis de eternidad y de tiempo, consciente de ser síntesis puesta por la Intimidad. (lvp)
… conócete y sabrás que eres carga negativa que gira (se representa) alrededor de un centro positivo (La Inteligencia); que eres nada en el Todo. (t i)
… categoría del Inefable o Padre es Ser, y categoría nuestra es la existencia: participación del Ser y de La Nada (ausencia del Ser). […] La nada hace parte o es esencial de la criatura. (t ii)
El hombre es ser metafísico, o sea, existente que padece, entiende, vive la conciencia de no ser totalmente terreno; crea dioses a la medida de su mundo y a imagen de sí, pues como hechura a imagen y semejanza, es incapaz de captar la totalidad de la divinidad:
Lo más característico del animal hombre no es el habla, sino que pare dioses. Es animal metafísico. (ant vii)
… los hombres somos moldes vivos que damos a luz a la divinidad a nuestra imagen y semejanza. (ant xvii)
Somos el animal que padece y entiende. (t i)
El dios de cada hombre es Dios en ausencia. O sea, cada hombre es del tamaño de su dios. […] Llamo presencia, con minúscula, a la que cada existente tiene ahora, o sea, a Dios en la ausencia respectiva. A esas presencias las llamo también dioses, con minúscula. Y digo: cada existente en determinado momento es del tamaño de su dios. Su dios es su mundo. (cr)
Cuando venga El Señor, entonces no seremos vanidad. ¿Pero ahora? Vivimos un vivir alejados de La Patria, llorando, riéndonos, escondiéndonos de nosotros mismos, para no saber quiénes somos: el arrojado del Paraíso. (cr)
El hombre es existente que tiende a Dios
Patentización de Dios en coordenadas, o sea, viajero que va de la ausencia a la Presencia; ser en devenir, existente dialéctico, superador de categorías y coordenadas limitadas y limitantes que va manifestando a Dios hasta llegar a la Intimidad o Presencia, cuya categoría es eternidad:
… eso somos, impulso hacia Dios […]. (n)
Si soy eterno, como me lo canta algo dentro de mí, ¿qué me importan el dolor y la muerte? ¡Cuán sabroso es sentirse eterno! (msb)
… soy gesto divino: nada, pero divino. (me)
Nunca hablaremos del hombre en cuanto individuo, pues, en cuanto tal, es sagrada manifestación divina. (db)
El hombre es una existencia con una síntesis que se llama presente. Y es consciente de ser eso que es, como todo lo que hay. (lvp)
P.—¿Qué somos, pues? R.—Viajeros de viaje infinito e inenarrable por sus maravillas. P.—¿Y dónde termina el viaje? R.—El océano de la Presencia es infinito. El que no tiene fin, el Dios vivo, es el mundo del eterno viaje. Toda creatura es un conociendo – amando – beatificándose – haciendo presente la infinita Presencia. (lvp)
Por eso hace muchos miles de años que se dijo: como es arriba es abajo. Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. El hombre es un sucediéndose trismegisto. (lvp)
El hombre […] es eternidad que vuelve a la eternidad, luego de consumir las coordenadas que se creó allá en donde no había mente. (t i)
[El hombre] se representa; es el origen y medida de todo este mundo: el hombre se patentiza en este mundo, o mejor, su mundo es su patentización espacio-temporal. Tenemos, pues: que el Hombre es creatura divina en coordenadas; conoce o «recuerda» al Ser cuyo es y el cual es en coordenadas espacio-tiempo; es el heredero de Dios, porque es dios en latencia. Patentiza su latencia divina, entendiendo, y glorifica sus coordenadas por procesos mentales (artes, ciencias). (t i)
… el hombre es presencia en ausencia, dialéctico o viandante. (t ii)
Dramas entre Cristo y el rey de este mundo somos nosotros. (cr)
Uno, un hombre, es cagajón que flota en el océano de la vida. Por eso dijo Pablo, patrono de los viajeros: «En la vida somos, nos movemos y vivimos». (cr)
El hombre es hijo de Dios, porque al universalizarse, por la superación de las coordenadas espacio-temporales de la existencia, y eternizarse, por la vivenciación interna de la unitotalidad de la Realidad, realiza su latencia divina, su categoría de eternidad, la imagen y semejanza de Dios, la Intimidad que porta:
… el hombre es el animal que se universaliza, que se libra de las limitaciones de espacio y tiempo, mediante la inducción que efectúa sobre las huellas. Es el animal que posee la facultad de revivir, unificando dentro de sí el pasado, el presente y el futuro. Tal facultad es tan admirable, que ha inducido al hombre a llamarse hijo de Dios. (ni)
Aquí estoy en el espacio, pero estoy en todas partes, porque hay algo en mí que es ubicuo. Soy hijo de Dios y Él es ubicuo. En el hijo está el padre. ¿Puede no haber en mí algo de mi padre? (msb)
Tú eres el todo, pues eres hijo de Dios; eres Dios. Este es el misterio que sabrás cuando seas flor perfecta, abierta al sol tibio. (msb)
… somos formas del impulso vital, hijos de Dios. (dm)
Uno no es propiamente Intimidad en la Nada, sino Intimidad en el mundo creado que le corresponde en el sucederse (movimiento en el atributo divino de la extensión). (lvp)
… en nosotros está el Ser en siendo; la Inteligencia en entendiendo y el Inteligible en existiendo. […] Somos, pues, dioses, hijos del Inefable. (t ii)
¡Somos criaturas de la Divinidad! ¡Arrojemos más alto la flecha de nuestro orgullo de ser criaturas de Dios! Así: […] ¡No te limites, no te granules, no te disminuyas, joven, que eres hijo de Dios, y como idea divina que eres, hasta la Eternidad es tu categoría! (cr)
En cuanto es hijo de Dios, el hombre es Cristo mismo:
La Puerta es uno mismo. Cristo es uno mismo vacío. Dioses somos. (t i)
La mirada del Ojo Simple es la condición para ver al hombre como dios:
Homo homini Deus: el hombre es Dios para el hombre, cuando ve con el ojo simple o de La Inteligencia. (cr)
El hombre es resucitado en cuerpo glorioso, o sea, existente que habiéndose representado vitalmente en coordenadas llega a la plenitud de la unidad ser-entender-amar, o Vida eterna:
Somos siendo (existiendo) en el Ser; Somos entendiendo en el Entender; Somos siendo-entendiendo (amando) en el Amor o Beatitud. […] Por eso, el hombre es un resucitando en cuerpo glorioso: entendiendo, siendo, amando. (t ii)
* * *
Unidad de cuerpo y espíritu
Aunque el hombre, a partir de la dinamicidad instintiva fisiológica y pasional, y a base de ideas generales, elabora antropologías dicotómicas, en que se oponen cuerpo y espíritu, no hay tal contrariedad entre ellos: el cuerpo y el espíritu del hombre constituyen unidad integral, en la que la carne manifiesta el espíritu y se confunde con él:
La carne me sonríe y se me confunde con el espíritu. No hay antinomia; existe, cuando estamos enfermos, viejos, pues entonces creamos un mundo nuevo, para engañarnos. La carne, Estanislao, es el espíritu; son los instintos los que luchan, bregan, vencen, mueren y renacen, y son ellos los que, pervertidos y flacos, crean las ideas generales, el mundo mejor que este de la tierra en donde tiemblan las espigas del yaraguá. (ce)
Recuerden […] que el hombre es carne organizada, animada por un soplo, y que el soplo no se ve, sino que se intuye en la sonrisa de la carne. (db)
Por razón de la unidad carne-espíritu, el hombre es pasión y un poco de razón:
Pasión y un poco de razón allá dentro: he ahí al hombre. (n)
El hombre es microcosmos complejo, «hijo de todos», cuya alma es idea de su propio cuerpo e idea de todos los existentes:
Y el hombre, alto en la escala de los existentes, complejo más que todos, hijo de todos, es microcosmos, y su alma o idea de su cuerpo complejísimo, que puede ser afectado por todos, es, por decirlo así, panidea: idea de todos los existentes. Por eso, puede cometer la animalidad toda y contemplar la Intimidad. (lvp)
… somos hombres, «cuerpo, mente y espíritu» […]. (cr)
En cuanto cuerpo, fisiología, pasión y mente, el hombre es representación, o sea, existencia en devenir necesario, sometido a las categorías de tiempo y espacio, en el atributo de la extensión; en cuanto espíritu, es realidad más allá de la apariencia fenoménica, o sea, Intimidad, Presencia, Conciencia, nexo intemporal con el Néant o Dios, en categoría de eternidad:
… las categorías del hombre son temporalidad, espacialidad y eternidad. (lvp)
… somos síntesis de tiempo y eternidad, representación con Intimidad, y […] así tenemos nexos filiales con el Néant. [Hay] cosas de Eternidad en nosotros, no sometidas a karma ni a ley alguna. (lvp)
Uno no es propiamente Intimidad en la Nada, sino Intimidad en el mundo creado que le corresponde en el sucederse (movimiento en el atributo divino de la extensión). (lvp)
El hombre es síntesis de eternidad y de tiempo, puesta por la Intimidad o Dios:
En el universo todo aparece por ley, todo es necesitado, pero el hombre, por su intimidad y por su representación, a cada instante tiene dos posibilidades. Esto parece absurdo, pero no lo es, si se piensa que el hombre es eternidad en el tiempo. Síntesis de eternidad y de tiempo, consciente de ser síntesis puesta por la Intimidad. (lvp)
La necesidad de padecer la representación para llegar a la Intimidad nace de la doble condición humana: representativa-fenoménica-espaciotemporal-necesitada, en cuanto el hombre es existente-representativo; e íntima-libre-suprafenoménica, en cuanto el hombre es ser-eterno:
¡Qué fácil cumplir nuestro destino al adquirir conciencia del paso del tiempo, del sucederse de los fenómenos! (sal)
Uno es representación e intimidad. Si la representación no es padecida (vivida y reconciliada en la intimidad), no desaparece, sino que aumenta, pues entonces en vez de vivir la Intimidad se engendra representación. (lvp)
Si estoy conociendo al hombre y hallo que es representación más necesidad, me expreso en esta proposición: Hombre igual representación necesitada. Hallo luego que es síntesis de representación necesitada y de intimidad, de tiempo y de eternidad, lo expreso así: Hombre igual intimidad, representación, necesidad. La segunda es más comprensiva que la primera. (lvp)
* * *
Solidaridad humana
Por su esencia y por su representación, los hombres son existentes esencialmente solidarios, constitutivos del gran inteligible llamado el Hombre.
Los hombres se saben solidarios en su condición de criaturas, al no hallar memoria de haberse hecho, ni poseer capacidad de permanecer, por sí mismos, en su ser:
¿Nos hicimos, acaso? Por más que nuestra memoria se dilate, no hallaremos a nuestra voluntad interviniendo en nuestro aparecimiento sucesivo: nos hallamos dentudos, cojos o bizcos, biliosos o vinagrados, sin saber cómo ni cuándo. […] Hallamos que somos sombras, apariencias evanescentes. ¿Dónde está el que tiene conciencia de realidad, el que no se halla en el pasado, dentudo de un momento a otro, sin saber cómo ni cuándo? […] ¿Dónde está el que es causa de sí mismo, razón suficiente de sí mismo, el que no es sombra de nadie? […] Él hizo un muñeco de barro y sopló… Por ese vaho nos le asemejamos remotamente. Él quiso que el hombre participara de la realidad, del amanecer eterno. Pero ¿qué pasa, villetanos? Que no tenemos conciencia sino de que el muñeco de barro se deshace: sucesivamente, canas, caries, desgano, cansancio y arrugas nos están repitiendo desde la cuna que somos unas sombras sin realidad. (db)
En cuanto constituyen y expresan la unidad cósmica en manifestaciones físicas, emotivas, mentales y espirituales:
… el universo es solidario. [Porque] todos son masa informe. Castigo sirve en cuanto se confunde con cultura, educación. (dm)
Somos solidarios en la unidad cósmico-vital:
Somos solidarios. Hay atmósfera sensitiva. Los días tristes, ciertos días negros… ¿Provendrá en mucho el estado triste de sufrimientos que tienen lugar en otros puntos de la Tierra y de que no tenemos conocimiento consciente? Así, todo acto es común al género humano; toda emoción es de todos, todo heroísmo, ídem, etc. ¿Será el universo un solo ser? ¿La separación será por incapacidad de percibir la unidad? ¿Nos parecerá que hay multiplicidad por falta de conciencia? Los astros todos, atmósferas y éteres ¿no serán aspectos de un solo ser? (sal)
Ley: el universo es uno, inmenso organismo. Ley: los seres son parte de uno solo. La voluntad consciente es casi nada en el devenir. Con la ejecución de un reo, toda la humanidad sufre más o menos. En todo dolor somos partícipes; lo mismo en toda alegría, heroísmo, superación. Hay una atmósfera física; otra emotiva, otra mental y otra espiritual. (sal)
En la unidad de la multiplicidad de yoes constitutivos de un solo inteligible, que es el Hombre (Adán):
En los actos a que estoy habituado se manifiestan Adán, Eva y Mirócletes Fernández; ahora me toca a mí. (dm)
En Adán y Eva, desnudos y maliciosos, estábamos nosotros. (dm)
El Hombre (Adán) fue echado en forma de yoes o individuos ombligados para que hicieran la Gran Representación que quiso ser: el Bien y el Mal. (t i)
… todos somos un inteligible, al que llaman los padres antiguos Adán. (t i)
… eso de considerar a los demás como «otros» es apenas el punto de partida de «esta vida»… (t i)
En la común desubicación, ignorancia, carencias, desarmonía, pesadumbre, confusiones, desorden vital, habituaciones existenciales, indicios de la unicidad de los hombres en la perturbación o pecado original:
¡El pecado original! Moisés era la sabiduría suprema cuando escribió eso del pecado original. Si el hombre no cometió ese pecado, todo él es y vive como si lo hubiera cometido. ¿Por qué hay sobre la Tierra un animal que ignora lo que debe hacer y que todo lo hace como si estuviera fuera de su medio? ¿Por qué hay en el mundo un ser que es una nota desarmónica en el armonioso conjunto? ¿Por qué hay melancolía en medio del soberbio equilibrio de las estrellas…? ¿Será porque el hombre es el hijo de la malicia? (msb)
El hombre es hijo de Adán y éste era Mirócletes en el paraíso. Somos un enredo de embolias, semejantes a ovillos de hilo cuando un niño juega con ellos. (dm)
Ahora voy a dar el viaje pasional, el mental y espiritual por medio del cual llegué al misterio del pecado original o de la unicidad de los hombres en el pecado. (lvp)
… cuando se entiende que se trata de que El Hombre quiso ser dios, tener mundo, «su bien y su mal», y que lo tuvo, porque era libre, hecho a imagen del Libre…, entonces se entiende claramente que no hay papeles individuales, sino que parece que los hubiera, porque este mundo es espacio-temporal, o sea, granulado, dialéctico, dramático. (t ii)
En el común egoísmo o conciencia de ser centro del universo y de la vida, expresado en la negatividad, la confusión y la enfermedad de todos y cada uno de los yoes:
No hay Yo pequeño. Todo Yo se sabe centro del universo y de la vida. Todo enfermo siente que todo el universo está enfermo; todo mísero, ídem. Este es el egoísmo real, fundado en que todos somos solidarios. Tu delito es mi delito y tu virtud es mi virtud. Así quedan reconciliados egoísmo y altruismo, dos conceptos. (lvp)
En su condición mental, o sea, en su capacidad de juicio; ya que todo acto judicativo involucra a todos los hombres, pues pone de presente que cada uno puede juzgar las acciones de los demás porque en él están presentes, por existir en idénticas coordenadas pasionales y mentales:
En una ciencia viva de criminología se enseñará pronto así: el ladrón y el robado son uno mismo; el homicida y la víctima son uno solo. Porque el robo nace de los conceptos «mío» y «tuyo» que no han sido conciliados en la Intimidad, y tales conceptos viven en las coordenadas en que caímos por el pecado original. Yo me represento en ti y tú en mí. Y tenemos que el juez, el carcelero, el verdugo, el homicida y el muerto representan el ente asesinato; lo crean y lo padecen. Son uno solo. (lvp)
¿Cómo puedo imputar algo sin que me nazca? ¿Y cómo me puede nacer sin estar fecundado? ¿Cómo imputo el hecho, si no está en mí, en el hombre? (lvp)
En cuanto tienen que representarse los unos en los otros, dramáticamente, y mientras algún hombre no haya ascendido, el Hombre no puede ascender:
… no podrá aparecer el sucesor del hombre sino cuando haya desaparecido toda ceguedad. Mientras haya uno solo atrás, no podremos pasar el río que nos separa de la tierra prometida. (hd)
El hombre no es fin, sino comienzo, y la tierra no es sino uno de los palacios del espíritu. La Patria es un instrumento; otro es el cuerpo. El alma es divina y todos somos solidarios; mientras haya perversos, opresores y delitos, ninguno podrá ascender a otros mundos. (hd)
En verdad, allá en el substractum, todas las deudas, robos, crímenes, son los míos. ¿Qué quiere decir eso? Algo así como que no hay sino individuos, y que no hay individuos; que yo me represento en los otros y ellos en mí y que lo sabemos. Nos sabemos sujetos y objetos y adheridos como siameses. El asesino y el asesinado son uno solo, pero son dos; y como el juez y los otros también son el asesinato, son todos y es uno solo. Hay que «castigarlos» a todos. Todos tenemos que padecer todo delito. (lvp)
La Cruz hay que padecerla comunalmente; cada uno su cruz, pero la representación es comunal. (t i)
En cuanto son comunistas, es decir, dinamismo de conciencia que tiende a la madurez de la plena solidaridad o igualdad o comunidad o comunismo:
… todos los hombres son iguales en potencia y llegarán a ser iguales al fin de los tiempos; todos son flores que van abriendo sus pétalos a los rayos del sol, que para ellos es el espíritu. De aquí este mandamiento: Ama a todos los hombres. (msb)
… comunismo es vocablo que pertenece a la conciencia del alma humana; no es lo mismo que el régimen que hay en Rusia. (ni)
Comunismo no es partido político. (ni)
De suerte que comunismo no es negación de la propiedad, sino culminación de ésta. Así pues, comunismo, como es obvio, no se impone, sino que es perfección a que se llega mediante disciplinas. Es un estado de conciencia que tuvieran Jesucristo, Buda, Sócrates y Nietzsche. (ni)
En cuanto son epifanía de Dios:
¿Cómo vivir aquí, en orgullo estéril y estéril deleite y angustia, buscando mi beatitud, si todos somos hermanos, todo lo existente es la epifanía? […] Dios está en nosotros. No en mí, sino en nosotros. Pero no lo busques sino en tu representación (tú te representas en los otros y ellos en ti). Es vivencia permanente y en sucederse. (lvp)
Si tenéis temor de que llegue gente, pues tendréis tu dios, mi dios, su dios; estaréis muy solos y alejados; y si recibiereis al prójimo, a todos, pues tendréis a vuestro Padre. (cr)
En la unidad de destino, pues aunque hay la apariencia de que se cumplen papeles individuales, el papel de todos los hombres es común:
… hoy sé muy bien lo siguiente que antes eran frases vacías: nadie puede pasar de esta región o experiencia humana, sin que todos estemos listos para ello; al morir quedamos detenidos, en espera, u obrando (¿cómo?), hasta que todos pasemos juntos. […] No hay nadie, ni en el pasado, ni hoy, ni en el futuro, que no sea todos los delitos y todas las santidades. (lvp)
Yo soy único. Soy una cruz única. Puesto yo entre los otros yoes, puesto mi mundo único y mi cruz única, así como trazada una «recta» en el «espacio» nace la geometría toda… Los mundos son infinitos, porque infinitos predispuestos somos. Pero esa predisposición, sola, no sería consciente ni dramática. Los predispuestos todos fuimos puestos en la Tierra como convivientes, para que reaccionáramos, para que reaccionara cada predisposición única ante las otras predisposiciones y se efectuara así el drama o vuelta al Paraíso. (t i)
… todos juntos vamos a Dios, y somos amasados aquí juntos. (cr)
En la radical naturaleza cristiana del hombre, que fue lo que Cristo patentizó:
¿O no vivís que el prójimo es yo, tú, nosotros, vosotros? Si los prójimos no fueran uno mismo, ¿cómo iba a ordenar Él que se amara al prójimo como a uno mismo? (t ii)
¡Eureka!… Acabo de ver con el Ojo Simple… Es porque El Padre, El Hijo y La Llama no son mi Dios, ni tu Dios, sino Nuestro Dios… Nosotros somos «el soplo» de Jehová, el hombre, Adán: la humanidad es Adán, granulado para que vivamos y glorifiquemos la Perturbación Original. Cuando nos enseñó a orar dijo: «Padre nuestro…, nuestras deudas…, vénganos Tu Reino…, el pan nuestro». Y aquello de amar al prójimo como a uno mismo carece de sentido si no vivimos que el prójimo es uno mismo: el «soplo» cubierto por la cruz o pecado original. Y El Hijo, Dios, murió voluntariamente en La Cruz, para glorificarla y vencer a la muerte; re-di-mir-nos, a todos, pasados, presentes y futuros como a uno solo: El Hombre… (cr)
Un cristiano no puede estar separado de un cristiano; si permanecen separados y en cuanto lo estén, no son cristianos […]. (cr)
* * *
El yo
Inicio de la búsqueda
Desde los días de Pensamientos de un viejo se plantea González los problemas relativos al yo, que afrontará a lo largo de su vida.
El yo como fuente y medio de expresión de la sabiduría:
No imitéis tampoco el estilo de ninguno, por admirable que sea. Sería eso despreciar vuestra propia personalidad. En el yo debéis buscar la sabiduría, y el modo de expresar la sabiduría… (pv)
La naturaleza absorbente del yo, que no se limita a constituirse como condición permanente de la autopercepción y acicate de toda acción, sino que, además, se erige en amo de los seres y en constructor omnímodo de ideales o dioses, de los cuales se nutre:
¡El yo! Ese es el compañero odioso, ese es el tirano a quien es necesario arrojar lejos… Y quizá no se encuentre jamás el silencio, quizá después de la muerte siga uno sintiéndose a sí mismo… (pv)
… he topado un compañero insoportable, el más insoportable de todos los compañeros: soy yo mismo. Ni aun en el sueño puedo abandonarme. ¡Nunca puedo separarme del perro de mi yo…! (pv)
El yo, el eterno yo es el acicate de toda acción. El yo, un enorme pulpo con millones de brazos, y millones de ventosas en cada brazo, quiere absorberse, hacer suyas todas las cosas y los seres, y no satisfecho, inventa ideales, dioses, y pega a ellos sus brazos hambrientos… (pv)
La posibilidad de la supervivencia del yo, más allá de la muerte:
El gran problema está en averiguar si después de muerto no vuelve uno a sentirse… Yo quiero… yo necesito… yo siento… El gran problema está en saber si en la tumba se disuelve ese yo… (pv)
La noción de yo
Tratando de aclarar la relación representación-realidad en la existencia y en la actividad del hombre, González vivencia el yo desde cuatro enfoques progresivos y complementarios:
El yo como esencia o esseidad humana: egoencia, sinergia.
El yo como síntesis progresiva de lo que el hombre va siendo: representación.
El yo como la negatividad generada por la individualidad: mentira, demonio, pecado original.
El yo como la positividad humana, con categoría de eternidad: núcleo del yo, lo roqueño del yo.
El punto de partida, en Pensamientos de un viejo, es la mutabilidad y la multiplicidad del yo, al ritmo de la pluralidad de actividades:
Desde que me estudio a mí mismo, lo que más admirado me trae es este constante mudarse de mi alma. La más pequeña variación atmosférica hace cambiar mi yo. Y cada nuevo cambio trae una nueva visión del Universo. (pv)
El yo se multiplica en muchos yoes: unos discuten…, otros meditan, éste sueña, aquél recuerda. ¡Qué tumulto interior! (pv)
En Viaje a pie, el ego aparece como la entidad humana misma, como síntesis de la sinergia, fundamentalmente orgánica:
¿Cuándo será que arrojemos de la conciencia la idea nítida de que somos el cuerpo y la pasión, la memoria y el pensamiento? ¿Cuándo será que pasemos a otro plano de conciencia en que percibamos el ego como una entidad? Hoy nos parece imposible; somos mucha carne y osamenta; el cerebro es una proporción ínfima… (vp)
El hombre, el yo, la facultad de pensar, el sentimiento de la alegría, todo es una sinergia. Este número inmenso de células que forman el cuerpo, esta multitud de órganos diferentes, cooperan para formar la síntesis que expresamos con el término yo. (vp)
El ignorante se aburre en los caminos; sólo percibe las sensaciones de cansancio y de distancia. Es como un fardo. Su alma está encerrada en la carne. Los ojos le sirven sólo para ver la comida, el obstáculo y la hembra; el oído, para oír ruidos, y el tacto, olfato y gusto, para los fines primordiales. Sirve para ilustrar esta idea el considerar el yo como un prisionero en casa cerrada y que, mediante labor, fuera abriendo miradores y salidas al mundo. (vp)
En Don Mirócletes, el yo es el conjunto de las necesidades celulares, entre las que se ha habituado a vivir el hombre:
Cada célula necesita de esos ingredientes, y el conjunto de sus necesidades se sintetiza en la palabra yo. (dm)
En Mi Compadre, el yo es autónomo, independiente del cuerpo y eterno:
… el fin de toda cultura psíquica es llevarnos a sentir el yo como independiente del cuerpo, eterno e indestructible. (mc)
En Don Benjamín, jesuita predicador, es el sentimiento resumen, siempre verdadero, de las vivencias:
El yo es sentimiento resumen; jamás puede ser erróneo; puede serlo apenas en la propiedad de las palabras que lo expresan. (db)
Desde los días de la revista Antioquia, el yo se identifica con la individualidad o alinderamiento de la inteligencia infinita, debido a la causalidad:
Definamos qué es para nosotros inteligencia: es la posesión consciente de su individualidad y de los nexos que tiene con el universo. Es la conciencia. Esta es infinita potencialmente. La vida individual es una limitación de ella. En cada instante estamos sometidos a una causalidad, alindados, y por eso decimos «yo». (ant v)
En El remordimiento es la resultante del conjunto de fenómenos interiores que, generados por fuerzas que luchan entre sí, actúan en un momento dado, y determinan el yo futuro:
[El yo consiste] en el conjunto de fenómenos interiores que actúan en determinado momento. Pero no es al conjunto al que damos tal nombre, sino a la resultante de esas fuerzas que se ayudan y se combaten. […] No existe el yo como ente constante, inmutable: con ese pronombre nos llamamos a nosotros mismos, pero es un algo, un enredo de reacciones indeterminable prácticamente, variable, múltiple. Mientras más inferior sea el animal, más determinado y constante el yo. Los hombres brutos casi no varían; la contradicción de instintos está ausente, y por eso son buenos para la acción; tienen poca conciencia y obran por reflejos. (er)
En el Libro de los viajes o de las presencias, el yo es existente que se sucede, y sabe que es tal:
El yo es un sucederse que se sabe tal. (lvp)
Síntesis temporal del sucederse de la Intimidad en la representación, que juzga dentro de las categorías del tiempo:
¿Quién es el que juzga […]? ¿Ése que juzga será una síntesis de pasado y futuro o es algo fuera del tiempo? […] ¿El que juzga será ese yo síntesis en constante descomposición, en fuga? Sí. Me parece ver que el que juzga es la intimidad, pero intimidad envuelta en representación, en pasado-presente y futuro […]. (lvp)
Síntesis genética de pasado, percibida como presente y negada hacia el futuro:
El yo es síntesis genética de nuestro pasado, que se percibe como presente, pero con urgencia de negarse, de seguir. Es, pues, una afirmación enferma de negación y ansiosa de afirmación de… afirmaciones imprecisas, múltiples. El Yo es un muerto vivo y moribundo. (lvp)
Idea del propio cuerpo o del propio ser sucediéndose con todo el universo:
El yo ahora es la idea de mi cuerpo o ser sucediéndose con el universo mundo. (lvp)
El pasado vivido y la tendencia o urgencia de futuro, que el hombre vive como presente, o presencia, dentro de las coordinadas entre las cuales existe como un sucediéndose:
… el hombre tiene un yo, que es el calificador o mediador: conciencia de cantidad de presente. (lvp)
Así, nuestro yo es la cantidad de presente que vivimos; la cantidad de pasado y futuro que nuestras coordenadas nos suministran como presencia. […] Como vimos ya, el yo nunca es determinado instante en determinado lugar y espacio, y en determinadas circunstancias. El Yo es conciencia (presencia) del pasado, con urgencia de futuro, o sea, un muerto vivo y un vivo enfermo de muertes y de nacimientos. Quiere decir: la Vida y nuestra vida no tienen instantes, ni pasado, ni futuro, sino que es la Presencia representada. […] ¿Y no veis que el hombre no tiene por dentro un muñequito que se llame el yo, sino que es un sucediéndose con una variable conciencia de ello? (lvp)
Más allá de espacio-tiempo, devenida, ya, la totalidad de la representación, el Yo es la idea o vivencia de la Intimidad:
Cuando la Intimidad se me revela, el Yo (Lucas de Ochoa) ya no es la idea del sucediéndose sino la idea o vivencia de la Intimidad. Es mi yo, el L. de O. glorificado. (lvp)
En La tragicomedia del padre Elías y Martina la velera, el yo es la mente generadora de la abstracción u objetivación de sí, por la ideación de las reacciones pasadas al reaccionar en la convivencia con los seres presentes:
La reacción no dice que la mano sea: mi reacción, mano salutífera, es un hecho y ese es mi yo. ¿Una mano sola, sin mí? […] El yo es la reacción de la convivencia de los entes. (t i)
… soy ese complejo de reacciones confusas y de que sale una idea que deviene y que bautizo con ese nombre: «yo». Esa idea es la mente. La idea de un complejo de reacciones pasadas reaccionando ante los actuales convivientes míos […]. (t i)
Soy nada o reacciones conscientes abstraídas mentalmente en yo. (t i)
La imagen de sí mismo, resultante de la actividad mental imaginadora e idealizadora, erigida en ser:
… lo que imaginaré seré yo mismo, un yo mismo que creo más noble. (t i)
¿Qué es lo que vemos morir? Las reacciones producidas en el yo, que es complejo de anteriores reacciones que se erigió en Ser. (t i)
La mente o individualidad:
… en realidad son uno solo, el «yo», o «mente» o «individuación»… (t ii)
La propia nada, o la propia cruz, o la manifestación dolorosa y dramática del existente limitado como individualidad espacio-temporal-mental-pasional, que ha de ser entendida:
… la nada que es el yo […]. (t i)
… pues viví que así es su visita, haciéndonos Él en la nada que somos; porque no somos sino la cruz o el yo, tú, nosotros, vosotros… (t i)
… el yo es la cruz, lo espacio-temporal, lo que tiene que ser glorificado. (t i)
La reacción de la individualidad ante las otras individualidades, o existentes o predispuestos, es decir, puestos en un mundo y unas circunstancias que les antecedieron:
[Todo hombre es] condenado a su mundo que le apareció cuando fue puesto en la Tierra con «herencia» o individualidad, o sea, predispuesto. Una predisposición única formada por todo el pasado. […] Yo soy único. Soy una cruz única. […] Los predispuestos todos fuimos puestos en la Tierra como convivientes, para que reaccionáramos, para que reaccionara cada predisposición única ante las otras predisposiciones y se efectuara así el drama o vuelta al Paraíso. De suerte que mi «yo» aparece como conciencia de mis reacciones ante otros predispuestos. (t i)
El conjunto de mundos estéticos y mentales en los que cada individuo se padece, entiende, o glorifica a sí mismo y a todos los demás, o sea, al inteligible llamado el Hombre:
Los cuerpos o mundos estéticos y mentales son en realidad uno solo, el «yo» o cruz de ese inteligible que habitó el Paraíso y que fue puesto en la Tierra en forma de individuos ombligados, a gustarlos, padecerlos, y entenderlos o glorificarlos. (t ii)
El sentimiento de la limitación del hombre, ilimitado en cuanto tiene la categoría de eternidad, pero limitado en cuanto participa de la confusión o perturbación o pecado que el Hombre quiso ser desde el origen y quiere seguir siendo hoy:
El yo es el sentimiento de la limitación en el ilimitado que era el Hombre. (t ii)
El yo es el pecado original que debemos empapar en la Gracia de la Inteligencia. (t ii)
[El yo es] el medidor, «el astutísimo animal». (t ii)
Decir, como lo dicen, que el amor, el sexo, el deseo de dominio, etc., son el origen de todo, es no entender nada. ¡Es el punto de apoyo! ¡Es el ego! El ego es el lote que a cada hombre le correspondió en la Perturbación original. Y se materializa en cualquier cosa o ente: en una mujer; […] en la noción honradez o en la de robo; en destruir o en construir. (t ii)
Por eso, «aquello» que se apoya en el ego es un «inteligible» (el entendiendo), algo que no puede ser visto, oído, tocado, razonado, etc. Es «una realidad» que fue puesta en la Tierra, en ombligados o yoes, para que viera, oyera, oliera, tocara, amara, odiara y cumpliera la digestión del fruto del árbol del Bien y del Mal que comió en el Paraíso; se «apoya» y conoce y tiene su mundo suyo en que es dios. (t ii)
Y, ¿por qué ese Inteligible aparece en la Tierra granulado y ombligado, o sea, en yoes, en apoyos? Porque era en el Inteligible y la Inteligencia, y miró a las presencias, a mundos suyos. Apartó sus ojos de la Inteligencia y miró al Bien y al Mal. (t ii)
El pecado actual, o sea, la obra de la representación mental y pasional humana que instante a instante genera ideaciones, patentizaciones del yo, generadoras de mundos de contrarios que se expresan como poder, enfrentamiento entre los hombres y avidez de posesión:
Tu mundo. Tu yo que es fornicación, y que en todo lo que ve, oye y toca, fornica, se representa. Te estás representando siempre. (lvp)
¿Que no hay «pecado»? ¿Pero no experimentáis íntimamente que el «yo» es el «pecado»? ¿Que toda la Naturaleza está asustada y huye ante un «yo»? (t ii)
Todo lo hecho o no hecho ha sido patentización de mi yo; éste ha creado los sucesos; parecidos a mí, como mis hijos. (t ii)
Siempre que discutimos, peleamos o matamos, es para que no nos quiten el reino o para conseguirlo. Toda la actividad idealista humana es para que reine alguien disfrazado de cuarenta puntos. ¡Y eso es mortal, el «yo»! (t ii)
En este segundo acto asistiremos al drama de «lo mío» y «lo tuyo» […]. En el tercero y último acto veremos cómo se desvanece el núcleo del yo, lo durísimo, lo roqueño, la pretensión de hacer de «este mundo», el Paraíso: es el intervencionismo mental, el bregar por hacer «buenos» a los hombres «con nuestra acción». Esta es, como veremos, la penúltima presencia…, triunfando de la cual, y de la última, que es el deseo de ser, se entra al Reino de los Cielos […]. (t ii)
La ausencia de la Presencia o Intimidad, o la presencia de la ausencia, reificación de entes mentales imaginarios, es decir: la conciencia de lucha entre Realidad o nada:
… el yo es la ausencia de la Presencia, ausencia en presencia. (t ii)
Porque al ser Presencia en ausencia (existente), su conciencia o yo es auge de la Presencia o auge de la ausencia, y se establece la dialéctica, o tiempo, o camino, entre ausencia y Presencia. (cr)
… a eso, a la ausencia, la llamé Yo [Cristo] con el nombre de Hijo de Perdición. De suerte que el fariseón es la ausencia, pero no lo que había en él de divino, «el Soplo». (cr)
El yo como alma
La identidad entre yo y alma determina el que la nocionalización de alma recorra el mismo itinerario que la nocionalización de yo, es decir, desde constituir la esencia humana como egoencia, hasta ser conciencia o vivencia de coordenadas que unifican la apariencia.
En Pensamientos de un viejo, a partir de la sospecha de la multiplicidad de almas en cada hombre, González llegó a entender las nociones de alma y de yo como una sola:
La palabra alma es impropia: el interior del hombre se compone de una infinidad de deseos y temores; el hombre tiene muchas almas. (pv)
En el hombre hay muchas almas. […] ¿Amo alguna cosa? ¡Y mira qué multiplicidad hay en el hombre, pues yo aborrezco ese amor mío…! Quisiera no desear. (pv)
El carácter, o modo de conducirse el individuo, es síntesis de múltiples factores:
El carácter es la manera como el individuo se conduce en el mundo, el modo de reaccionar. Es una síntesis, una resultante de todos los factores: físicos, psíquicos, heredados, adquiridos, etc. (msb)
Todo organismo es una armonía causada por el alma que lo rige. (mc)
El alma es la idea de las coordenadas en las que se existe:
Cada existiendo (ser) tiene sus coordenadas. Son su determinación o situación espacial en la total situación o apariencia. Y tiene su alma, que es la idea de sus coordenadas en función dentro del total existiendo. (lvp)
El alma, en cuanto es la presencia que unifica la apariencia, es el mismo yo:
Ignoro el sendero de que hacen parte mis actos… ¿Y qué es eso que anuda en forma de yo mi apariencia? Según Spinoza, es que la totalidad tiene dos atributos: extensión y pensamiento, y el yo o alma es la idea de un cuerpo actualmente existente en acto. (lvp)
El alma es el dinamismo imaginero (imaginador) y objetivador de lo que se hace presente en la vida del hombre:
Porque somos lo que esté presente en nosotros. El alma es la idea de la presencia. El hombre ve lo que es su presencia; imagina y objetiva su presencia en las cosas; oye su presencia en las vibraciones acústicas, y expresa su presencia: ésta es la que da sentido a las palabras, que de suyo son vibraciones nada más; ama su presencia y a lo que afirma su presencia, y odia a lo que niega o disminuye su presencia. (t ii)
El yo como negatividad
El yo es negatividad en cuanto es generador de mentira o vida imaginaria:
La tentación es la mentira o vida imaginaria de nuestro «yo», que pretende eternidad, y oculta así lo Inefable. (t i)
Mente o individualidad creadora de amasijo de mundos limitados e imaginativos, a los que les asigna carácter de universalidad y les da entidad:
El hombre es desde el Pecado Original un amasijo de mundos creados por esa Perturbación. Y no se «glorifican o entienden» uno por uno, sino en conjunto, pues están condicionados los unos por los otros; en realidad son uno solo, el «yo», o «mente» o «individuación»… (t ii)
Generador del mundo de la mente medidora, judicativa, opinante, pensante, conceptualizadora, proyectadora de futuros imaginados, que son el origen del mundo de la pasionalidad ávida de posesión, juzgadora ética, convertidora moralista, creadora de paraísos terrestres, eternizadora de las coordenadas espacio-temporales y su representatividad:
Esos letrados escribían con la mente, el yo mental, y sus obras huelen a Yo […]. ¡Qué inmundicia todas esas miles y millones de obras que escribe el «yo»! ¡Lejos de nosotros! […] ¡Qué asco los libros y obras del yo mental, del yo pasional! Dondequiera que el yo se erige en juez, en actor…, ¡qué asco! ¡Y hasta quiere ser eterno; pide vida eterna para él! (t ii)
[El] núcleo del «yo» […] es la vivencia de «lo mío» y «lo tuyo», la cual lleva implícito «el deseo de vivir eternamente», […] la raíz misma del «yo» (el diablo) […]. (t ii)
«El deseo de ser», de «eternidad del yo», es el Rey de los demonios mudos de que nos habla La Verdad, El Camino y La Vida. Es… ¡Luzbel! (t ii)
Instinto de vivir: «es el que nos hace huir de todo lo que puede destruirnos». En él está toda la perturbación original; constituye el núcleo del yo y es como raíz de los anteriores. (t ii)
Mundo del yo pasional-mental, generador del mundo moderno del poder, que convierte a los hombres en los «señores» caritativos que llevan a «los pobres» como perrillos encadenados:
El dinero. El capital. Las vecindades. La conciencia de la ganancia. La intimidad tapada por la nada personificada en dios. Yo tengo derecho a todo lo que pueda ocupar con mi yo. (lvp)
¡Ay del que se viva a sí mismo y se objetiva como el hijo mimado del Señor! De tal vivencia nació precisamente la monstruosidad moderna de que «los señores» se paseen llevando encadenados como a perrillo a los pobres «sobre quienes ejercen sus caridades». […] Los «pobres», así, son el alimento del ansia de sentirse poderosos. ¡Yoes que van a hacer el Reino de los Cielos! (cr)
El yo como positividad
El yo es positivo en cuanto comunión, identidad y unidad indisoluble con los otros yoes y con Dios, en un tramo del viaje a la Presencia:
… yo y nosotros es lo mismo, en un tramo de la escala de la conciencia. (lvp)
En cuanto, a la vez que es moribundo, es también inmortal, o sea, presencia siempre creciente, no mental, ni perteneciente a las coordenadas, que hay en el hombre:
… el yo es muerto vivo y vivo moribundo y que no puede morir. (lvp)
Ya sabes que el Yo es la Presencia que hay en nosotros. Ya sabes también que la muerte es de las coordenadas, y no de la Presencia o Yo. Eternamente tendrás Yo en creciendo de realidad infinita. Las «muertes» son la apariencia que acompaña al paso a otras coordenadas. Dime: ¿perdiste el Yo de ayer, el Yo de hace un año? Pues en pequeño, en modos de tus coordenadas y de las coordenadas de determinada sociedad y de la humanidad toda, a cada instante se «muere»; cada acto tuyo, por pequeño que sea, cambia en algo tus coordenadas, y las del total social y las del universo. (lvp)
En cuanto jamás desaparece, ni aun tras la superación del sucederse en las coordenadas espacio-temporales, pues su fundamento vivo es la Inteligencia como Presencia o Intimidad en entendiendo-amando-siendo:
¿Quiero por ventura eternizar mi yo en algún tramo del sucederse mío? ¿De niño? ¿De mozo? ¿De viejo? ¡No y mil veces no! ¿Cómo, pues? Con la Presencia como mi posesión, conciencia de la Presencia; L. de O. consciente de la Presencia. No se trata del nirvana oriental. (lvp)
… la Inteligencia no es el yo; ella está en nosotros en gerundio, en entendiendo. El que entiende es la Inteligencia, que no es el yo. Éste es la leña del horno. (t ii)
En cuanto constitutivo del núcleo humano purísimo, por el que el hombre es hijo de Dios, por el que Cristo o la Inteligencia vino a encarnar:
Este yo que tanto usamos […] tiene un núcleo purísimo, más que purísimo brillante, más que Sirio, pero cubierto de mica, cuarzo y otros envoltorios, todos los trapos cagados en que está arrebujado Luzbel: la Ausencia. El núcleo es lo que persigue el Amor; por el núcleo (otro hijo de Dios) vino a encarnar la Inteligencia. Por eso Dios murió en la Cruz, para vencerla y rescatarnos. (cr)
… la chispa del amor o núcleo del yo. (cr)
En cuanto plena unidad de saber y ser, entre Dios y los seres, una vez realizado el sucederse total de los seres, pues cada Yo posee un núcleo inmortal o comunión de Presencia e Intimidad con los otros yoes y con Dios, Creador y Trinidad:
… yo sucedido y todos los sucedidos hasta el infinito, somos uno solo: Dios y sus hijos. (lvp)
Dios o Intimidad es trino y uno, así: Intimidad (Néant o Padre). Nada (Manifestación o Hijo). Espíritu Santo (Conciencia de la Intimidad en la nada o creación). Por lo tanto, resucitaremos y tendremos cuerpos gloriosos (nada entendida) e Intimidad. Será entonces la unicidad y la infinita variedad. El viaje que ni el ojo vio ni el oído oyó. En otras palabras, nunca jamás se perderá el Yo, tu yo. Será tu yo en nosotros y en Él (Néant). (lvp)
El núcleo del yo es lo que perseguimos con los amores, y ese núcleo […] no lo perderemos porque es inmortal, y es eterno en Dios. Y esos núcleos o verdaderos yoes, cuando caminan en la Inteligencia, no pierden sus autenticidades […]. Si se perdiera la autenticidad en Dios, Dios no sería Amor y Plenitud, sino silencio y muerte, Él solo… No. La infinita soledad o realidad de Dios es la infinita compañía. Por eso dije este enigma: La Soledad es la compañía y La Compañía es la soledad. (cr)
* * *
La conciencia
Naturaleza de la conciencia
González trabaja sobre la conciencia a partir de dos hechos: su universalidad y su grado de desarrollo como índice de participación de ser o de realidad viva:
… todo es consciente y se emociona. (msb)
El universo es uno, inmenso organismo. Los seres son en su totalidad aspectos del Ser. La voluntad consciente es casi nada en el devenir. El hombre progresa en la medida de su conciencia. Hacerse consciente es civilizarse. (ant ii)
González va respondiendo los interrogantes acerca de la conciencia al ir viviendo el proceso del crecimiento en conciencia, desde las vivencias elementales, instintivas, fisiológicas, espacio-temporales, en las que se capta la realidad de manera fragmentaria y contradictoria, en pasado, presente y futuro, hasta llegar a la conciencia de eternidad o mirada de Ojo simple, que es la comunión con la Unitotalidad, en la Amencia:
… la fragmentación de la vida en sucesos y lugares se explica cuando no tenemos conciencia sino de las protuberancias de ella, cuando no vemos con los otros ojos […]. [El] vivir es para concienzarse; […] el «presente» en la mayoría es apenas un parpadeo del pasado y del futuro, y que va aumentando más y más a expensas del pasado y del futuro, hasta que concebimos la Conciencia en que todo es presente… (lvp)
La conciencia epifenómeno
Al comienzo de sus viajes o metafísica, Fernando González vive la conciencia como epifenómeno resultante de la contrariedad, originadora de la lucha interior del hombre:
Hemos averiguado que los fenómenos conscientes, alegría y tristeza, remordimiento, tentación, son hijos de la batalla que se libra en nosotros, apariciones que se suceden al resplandor de la pelea; hemos descubierto que la conciencia procede de la contrariedad. (er)
En el mundo de la representación, la conciencia se identifica con el Yo, o sea, es complejo resultante de sentimientos, conocimientos, actos pasados y presentes, necesidades, deseos y temores:
¿De qué se compone lo que llamo mi conciencia? Es una resultante de los siguientes componentes: sentimiento de mi mujer e hijos, padres, libros, lecturas, actos ejecutados, necesidades, deseos, temores, etc. Esas sensaciones se resumen en mí, diciendo: «Yo, Fernando González». (ant vi)
Sé que todos los sentimientos, ideas y actos de un hombre son manifestación de su estado de conciencia. (ant viii)
Dentro de los procesos vitales primarios, la conciencia es resultante de la lucha entre instintos; epifenómeno que, por no ser esencial, puede suprimirse:
Comprendí que los fenómenos de la conciencia son como el dolor físico, que es sentimiento posterior a la irritación nerviosa; primero hay la irritación y luego nos duele. Primero hay lucha de instintos, derrota, y luego nos remuerde. La conciencia apareció; es evolución; hecho superpuesto a los procesos vitales; no es esencial. Puede suprimirse, por anestesia. (ce)
En cuanto epifenómeno resultante de la lucha entre instintos, en el mundo de la representación, la conciencia es transeúnte, y no se hallan indicios de su sobrevivencia:
Si algo restare de los hombres muertos, esos «algos» no aparecen, no son materia de conocimiento. (ant vi)
No he podido encontrar algo, un indicio siquiera, que me permita afirmar que el hombre muerto continúa como «individuo consciente». Todo sucede como si al morir desapareciera la conciencia individual. Estoy aterrado de esto porque no deseo morir. (ant vi)
Apenas muera, ya no veré, ni oiré, ni sentiré (no habrá nervios), ni recordaré (no habrá nervios y recordar es rehacer simuladamente la disposición nerviosa correspondiente a determinadas escenas), etc. Luego si no tendré deseos, sensaciones, memoria, pensamiento, etc., no tendré conciencia. (ant vi)
La conciencia esencia
Al ir madurando su vivenciación de la conciencia, en planos superiores de existencia, González empieza a encontrar indicios de que la conciencia es esencial al hombre.
Hay indicios de que todo lo aparente va hacia la conciencia:
¿A dónde va todo lo aparente? Hay indicios que a la conciencia. (mc)
Parece ser que sólo hay conciencia, pues todo ser es manifestación de conciencia, y conciencia y universo se convierten entre sí, pues el universo es conciencia manifestada, y la conciencia, universo vivido:
Todo ser es manifestación de conciencia. (mc)
El mundo, a cada instante, es nuestro estado de conciencia. (ant vi)
Nada hay sino conciencia y ésta no se enseña; se adquiere. (ant viii)
Es posible pensar la esencialidad y la perdurabilidad de la conciencia humana, si se puede postular la existencia de un Dios personal que, más allá de la muerte, conserve las individualidades conscientes:
A menos que haya un orden, un Dios personal y que la fuerza vivificadora (?) vivifique a otro organismo. Pero… entonces será otro yo. O a menos que haya un Dios personal y él me otorgue la conservación de mi individualidad, por modos que no puedo imaginar. (ant vi)
A partir de estos indicios, en Mi Simón Bolívar afirmó el primado de la conciencia, definió al hombre como ser de conciencia, y señaló el devenir la conciencia como la tarea individual e histórica del hombre:
El hombre lo es todo; en la conciencia está todo el universo. (msb)
1. El hombre es una conciencia que deviene. 2. El fin del hombre es devenir la conciencia. 3. La sociedad es un medio para el desarrollo de la conciencia en los individuos. 4. Todo está subordinado al desarrollo de la conciencia de los individuos. (msb)
El hombre es conciencia, en cuanto ésta es la posesión inteligente de sí y de los nexos con el universo:
Definamos qué es para nosotros inteligencia: es la posesión consciente de su individualidad y de los nexos que tiene con el universo. Es la conciencia. (ant v)
Existir es ser nada divina, o sea, hechura que desde su origen más elemental concienza el universo:
Uno, desde que nace, tiene conciencia de que está en la cuna o en el regazo materno, con hambre, con frío, calor, dolor, bienestar, plétora, carencia…, y reacciona y se acomoda al ambiente y acomoda éste a su conciencia: ¡lo conciencia! Uno, desde la cuna o la estera, filosofa, administra, gobierna, artesana (esto es verbo inventado por mí: artesanar). ¡Consciencia el universo! Y, antes de la cuna o estera, en el huevo uterino, padece los golpes del vientre materno, hambres y fríos, tristezas y alegrías… y reacciona: consciencia su universo. Como huevo, desde huevos, somos conciencia, el reflejo o nada divina que es el Rey de la creación. Esto no lo saben en «este mundo», porque «los grandes» se apropiaron pasionalmente, mentalmente, literariamente de Filosofía, Política, Artes y Trabajo. ¡Qué trabajadores que fuimos cuando éramos en la forma de espermatozoos! (cr)
Crecimiento en conciencia
El hombre es oscura instintividad, ser artificial y relativo, que por medio de la disciplina se va realizando:
Hoy somos aún subhombres, monos pervertidos. Al hombre no se le puede quitar la religión (idea de perfeccionamiento); el hombre es artificial, un ser relativo… (msb)
El hombre no es el ser supremo: esto lo he vivido. El hombre es artificial: esto lo he experimentado. El hombre vive y obra como si fuera artificial. […] La vida del hombre es paja; los oscuros instintos ocupan todo. […] Todos los sentidos son perversos. Por eso «la vida del hombre es disciplina». (msb)
Las limitaciones fisiológicas y psicológicas son la causación de los actos del hombre, que actúa movido por el hambre, el amor y el miedo:
… en nosotros hay hambre, amor y miedo. Todos sus trabajos los ha ejecutado el hombre debido a estas tres causas; todo su desenvolvimiento es motivado por ellas. (vp)
Hambre: trabajo, invenciones, etc. Amor: trabajo, arte, belleza. Muerte: remordimientos, religión, filosofía, ciencia, etc. Pero los tres motivos se mezclan y son la causa de todas las acciones humanas. Según predomine uno de ellos en la mezcla, así es la vida del individuo. Las muchachas montan una pierna sobre otra y yo filosofo, porque ellas tienen más amor y yo más miedo. (sal)
La limitación, en cuanto causa, y el dolor, en cuanto efecto de la pasionalidad y de la incapacidad de comprensión, son generadores de la acción:
… actuamos a causa de las pasiones, de la incomprensión; el dolor y la limitación son padres de la acción. (s)
A pesar de sus límites, el hombre progresa porque es promesa, evolución, superador que se realiza autoexpresándose, al avanzar desde el instinto hasta la conciencia :
A la entrada de nuestra casa está escrito: El hombre es promesa. (msb)
¡Qué obedientes las criaturas! Menos el hombre, porque es el superador. (msb)
El hombre evoluciona; su camino va de la simulación, la oscuridad de su conciencia, el grupo irresponsable e imitador, hacia la expresión individual. Parte la especie humana del instinto, para llegar a la conciencia; de la imitación, hacia la auto-expresión; de la educación, hacia la cultura. (n)
El hombre logra su realización al asumir la realidad en el dolor, sin huidas conceptuales y pasionales:
«Ideas sublimes», «Haz godo», «verticalidad programática», etc., todo eso es literatura, bazofia de tripones. La cosa dura es la realidad. Cuando uno se mete en la realidad y va amasando su obra con su dolor, entonces es un hombre. (ap)
La acción humana egoente, o sea, generada desde la individualidad actuante, es manifestación de la autenticidad vital, libertadora del gregarismo generado por la vanidad:
… la representación se efectúa regida por las mismas leyes […]. […] No hay diferencia sino en el punto de apoyo del yo. Todos somos «locos» para «los otros»; en sí, nadie es «loco»… Es expresión del medidor que mide consigo mismo como medida. «Individuo» se es en cuanto se tiene un punto de apoyo propio, del cual nazca su representación o mundo del bien y del mal propio. Y todos somos «individuos», pero la vanidad nos lleva a imitar, a ser grey. Ese punto de apoyo es el tuétano de la cruz de cada cual. Pedagogo es el que ayuda a los niños a encontrarse, no el que los hace obedientes, gregarios, «buenos»… Cada hombre, pues, segrega su mundo del bien y del mal […]. (t ii)
La sabiduría, que es el desenvolvimiento de la conciencia, se adquiere viviendo, pues los estados de conciencia no se pueden enseñar, sino que se viven, como camino de beatitud o de infierno:
El desenvolvimiento de la conciencia, que es la verdadera sabiduría, se adquiere viviendo y no hay maestro que pueda enseñarlo. (msb)
Los estados de conciencia no se pueden enseñar; se llega a ellos por medio de la vida; por eso, ésta es invaluable, camino para la beatitud o el infierno. (ant viii)
Se crece en conciencia, viviendo heroicamente, instante a instante, el estado de conciencia más alto que se posea:
No buscar satisfacción sino en la conciencia más alta en el instante que se vive; la de ahora será baja respecto de la de luego: tal es el camino del heroísmo. (n)
Sintiendo el universo, es decir, apropiándose de él por la concientización:
Hazte conciencia, hijo mío; para eso estás aquí, para apropiarte cada vez más el universo, sintiéndolo. (msb)
Deviniendo la conciencia, es decir, realizándola hasta que sea conciencia de Dios:
… la vida es apenas una etapa entre muchas que forman una escala que asciende a la conciencia divina. (msb)
… la conciencia no se dilata sino que deviene, evoluciona. Un capullo va abriendo los pétalos: deviene. Un renacuajo adquiere bronquios, bota la cola…: deviene. Devenir es cumplir o manifestar lo que se es. […] El deber del hombre es devenir su conciencia. Sé que existo: eso es conciencia. Sé que amo: es conciencia. Sé que soy en el todo: suprema conciencia. Sentir los astros, los ángeles o rishis, a Dios. Eso es devenir. (msb)
Engendrándose y pariéndose a sí mismo, y a todo en uno mismo:
… llegaremos a parir todo, hasta que, arrugados, acabados, deshecho el cuerpo, paramos nuestra alma en el lecho mortuorio. Entonces nos quedaremos con las ideas generales, con la conciencia que hayamos podido desnudar. (mc)
… uno no se va, sino que se gesta a sí mismo; se concienza. (lvp)
Los grados de conciencia
El estado de conciencia es lo que diferencia a los hombres, potencialmente iguales:
Todos somos potencialmente iguales; nos diferenciamos por el estado de conciencia. (ant viii)
A cada instinto le tienen el individuo y la sociedad sus respectivos reglamentos, llamados moral social o individual. La conciencia normal de la humanidad se llama moral religiosa. […] El común de los hombres no tiene otra conciencia que la formal, esa que se encuentra en proposiciones llamadas mandamientos. (er)
La individualidad está en proporción inversa al gregarismo y en proporción directa al cultivo de la conciencia:
Esto del gregarismo e individualismo es fácil de comprender: en proporción al cultivo de la conciencia, el hombre se individualiza. Los inconscientes encuentran el placer en la compañía (coitos, honores, juergas, atavíos, riquezas). […] La producción moderna, maquinista y complicada, estimula el gregarismo. (ant ii)
La tarea del hombre es ampliar la conciencia, desde sus grados elementales de conciencia orgánica y conciencia formal, o moral religiosa, que obedece a proposiciones normativas (conciencia común de los hombres), hasta que sea conciencia cósmica:
Todos los hombres […] tenemos latente toda la conciencia, los siete grados de ella y quizás más, y el fin de la existencia es desarrollarlos. Eso es civilización. (msb)
Lo importante es amplificar la conciencia, pasar de la conciencia orgánica a la conciencia cósmica. (msb)
Dios está escondido detrás de las zarzas. ¡Metámonos! No importa que salgamos desgarrados. El fin es aumentar la conciencia: que lleguemos a ser unos viejecitos arrugados y con una gran protuberancia que casi se adivine a través de la piel; que la muerte sea nuestro propio parto. (mc)
De dos maneras puede medirse y conocerse el crecimiento en conciencia y el grado de conciencia a que se ha llegado: por el crecimiento del sentido de propiedad y por la universalización de la conciencia.
Grados de conciencia según su universalidad
La conciencia inicial es conciencia orgánica:
… conciencia orgánica: es la percepción unificada del propio cuerpo, sintetizada en la palabra yo. Quien no ha pasado de ahí, al decir yo expresa su cuerpo únicamente. El yo de cada uno encierra aquello que se ha apropiado. (msb)
Luego, la conciencia se hace conciencia individual o del yo que percibe contradicciones y roces:
[La conciencia] no es otra cosa que la percepción de contradicciones y roces. (vp)
Es la facultad de percibir las modificaciones, y al yo como centro. (msb)
Inicialmente, la percepción directa de la realidad como unidad cósmica, más allá de acción, pensamiento, imaginación, sueño, es apenas un desiderátum, pues el espíritu del hombre se unifica con el universo subconscientemente, y la conciencia es apenas una lucecilla tenue y engañosa:
Quiero estar solo, sin libros, aislado, para que mi alma tenga que manifestarse. Aprender a ocuparse en algo que no sea leer, moverse, soñar y pensar… ¿Qué es ello?: Conciencia. Percibir el ser, la unidad cósmica, como la araña en el centro de la tela percibe todo su universo. (msb)
¡Inmenso poder del espíritu humano, que se unifica con el todo en el abismo (subconsciencia) y cuya cima lleva lucecilla admirable, engañosa pero divina: la conciencia! (s)
Hay siete grados de conciencia y siete tipos de hombre, según su desarrollo de conciencia:
1. Hombre de conciencia fisiológica: mínimum de yo y máximum de cosas extrañas. 2. Hombre de conciencia familiar: comienza a crecer el yo y a disminuir lo extraño. [Su yo encierra sus hijos, su compañera, su hogar]. 3. Hombre de conciencia cívica: el romano y el griego. 4. Hombre de conciencia patriótica: aquí existe ya un lote de tierra amojonado más o menos y quizás no recorrido materialmente, que hace parte del yo. 5. Hombre de conciencia continental. Aquí el hombre se apropió, incluyó en su yo, un gran lote terrestre, limitado por océanos, con muchas patrias. En este siglo hay varios hombres así, y es un estado de conciencia muy hermoso. 6. Hombre de conciencia terrena. Al llegar a este grado el hombre tiene dentro de su yo, apropiado, todo el globo terrestre y sufre y goza con él y con sus destinos. Aquí está Mahatma Gandhi. Los felices que han llegado aquí son como árboles corpulentos arraigados en la Tierra toda. ¡Oh, Mahatma Gandhi, que iluminas el mundo desde hace 40 años! ¡Por ti se cree en el hombre! ¡Mahatma!, desde aquí, desde mi remoto pueblo, invoco para tus luchas la energía innominada…, y 7. Hombre de conciencia cósmica. Desaparece en él el yo, o mejor, se infunde en él todo lo manifestado. «Yo soy el que es». De ahí no sigue sino el Dios escondido en la zarza ardiente. (msb)
La culminación de la conciencia, por su universalidad, es la Conciencia Cósmica o Beatitud:
A mayor conciencia, mayor universalidad. (msb)
… la conciencia cósmica es la percepción de la unidad perfecta. (msb)
Grados de conciencia, según el sentido de propiedad
El crecimiento en conciencia es crecimiento en el sentido de propiedad, pues el hombre, en cuanto crece en conciencia, se apropia de más cosas:
Porque cuando el hombre llama mías a las cosas es porque ya tiene conciencia del tiempo y principia a tenerla de la familia, es decir, la conciencia comienza a salirle de las vísceras, del lindero de la carne. (ni)
Según la relación entre la amplitud de la conciencia y el sentido de la propiedad, la conciencia pasa por las siguientes etapas:
Primera etapa de la conciencia. La llamaremos conciencia visceral, y a la noción de propiedad que le corresponde, propiedad visceral […]. El hombre se llamaba dueño únicamente de las cosas que agarraba y que iba a consumir. Era nómada. La propiedad, es decir, el sentimiento de ella, era instantáneo, unido a sus necesidades fisiológicas. […] Segunda etapa. Aquí el hombre tiene ya conciencia del tiempo y se apropia las cosas para años […]. Durante tal etapa, se introducen expertos, pues la cuestión es gozar del presente, consumir… […]. Tercera etapa. Comienzan a aparecer los bienes comunes: parques, bosques, museos, bienes municipales, nacionales, humanos. […] Principia el hombre a sentir la aurora del comunismo. Principian a aparecer hombres que se ponen del lado del hijo ajeno, si él tuviere la razón […]; hombres que de vez en vez, en ciertos amaneceres celestiales, dicen: «Todo el universo es mío». (ni)
Según el desarrollo de la conciencia de propiedad, hay tres grados de conciencia, la razón de ser de cada uno de los cuales es el perfeccionamiento del sentido del amor y la extensión de su vivencia:
Conciencia bruta: Es aquella que tiene el ser vivo cuando no siente la propiedad sino en virtud de las necesidades orgánicas, instantáneas; satisfecha el hambre, cesa la propiedad (el amor). Conciencia pronominal (mío, tuyo): Cuando el hombre se apropia las cosas para un tiempo más o menos largo; divídese en individual, familiar, municipal, nacional, etc. Conciencia comunista: Es cuando el hombre siente que todo el universo es suyo y es uno; vive el hombre entonces dentro de la ley de causalidad. No hay oposición entre yo y tú, mío y tuyo. El hombre llega a ser hijo de Dios. De suerte que comunismo no es negación de la propiedad, sino culminación de ésta. […] Es un estado de conciencia que tuvieran Jesucristo, Buda, Sócrates y Nietzsche. Comunismo no es partido político. (ni)
La culminación de la conciencia, según el crecimiento del sentido de propiedad, expresión del amor solidario y oblativo, es la anarquía o el comunismo:
La evolución de la conciencia humana puede considerarse como la misma de la noción de propiedad. (ni)
* * *
Finalidad de la existencia humana
El hombre, ser de conciencia, capaz de volverse sobre sí mismo y avanzar desde la instintividad hasta la universalidad de la conciencia, desde la individualidad hasta la personalidad, desde la representación hasta la Intimidad, vive en el mundo de las contradicciones entre opuestos, no tiene claro el fin de su existencia, y se interroga sobre su origen y su fin:
Esta extraña modalidad de la materia que llamamos espíritu aún no ha aprendido a vivir, a obrar; desea contradicciones; no sabe de dónde viene ni para dónde va y se admira al ver que posee ese don raro de volver sobre sí misma. (vp)
No se ve para qué fue materializado, formado el hombre. ¿Para adorar a Dios? Se va elevando, elevando y se lo comen los pelícanos. ¿Para conocer a Dios? Hay instantes en que creemos que se ve a Dios en todas partes; pero Dios es muy esquivo. Es como coger un pez entre el agua con la mano. ¿Para trabajar? No, porque trabajamos para descansar. ¿Para beber, fumar, teatro, cohabitaciones, todo eso que encierra el término divertirse? Queda uno haciendo muecas. Conclusión: el hombre apareció para nada, o sea para hacerlo todo a medias, pues no sabe nadar bien, ni orinar bien, ni nada bien. (dm)
A pesar de las confusiones sobre el origen, la tarea y el fin de la existencia humana, desde múltiples perspectivas es posible captar la finalidad de la vida del hombre:
Concienzarse
Expandir la conciencia, deviniéndola hasta sentir (hacer conscientes) las realidades superiores, y llegar a la conciencia absoluta:
Somos diosecillos andrajosos que trepamos la escala de la conciencia. (msb)
… nuestro fin es concienciarnos; extender nuestras raíces a través de lo existente para percatarnos más y más y más, hasta penetrar en las cercanías de un foco sagrado, cuyo nombre me es vedado pronunciar… (msb)
El fin del hombre en esta vida es expandir su conciencia. […] El deber del hombre es devenir su conciencia. […] Sentir los astros, los ángeles o rishis, a Dios. Eso es devenir. (msb)
… el fin de la vida es luchar para hacerse consciente. (hd)
Todos los hechos están determinados por los precedentes y determinan a los que siguen, y la finalidad es la conciencia absoluta. (mc)
… el vivir es para concienzarse. (lvp)
Comprender
Iba muy feliz pensando en que comprendía. Es el fin de la vida. (mc)
Crecer en poder
Realizar en sí todo el universo, enseñorearse de la tierra para humanizar la materia:
Hay que realizar […] en uno todo el universo. (msb)
El hombre es el dios de la Tierra, y toda ella está destinada para su señorío, y todo hombre debe ser un señor. Allí está el ideal bolivariano. Que no haya pueblos ni hombres oprimidos por otros; que todos sean libres para llegar a expresarse cada vez mejor. (msb)
… ¿cuál es el fin de la encarnación, sino ascender en poderes vitales? (msb)
¿Cuál es el fin por el cual brega el hombre? Humanizar la materia, dominarla, darle sentido humano. (ni)
Desencarnarse
El ascenso hasta la conciencia absoluta, conlleva la desencarnación:
¡Sube, Lucas; asciende hacia la conciencia absoluta; asimila en ti a este Simón Bolívar que llegó casi hasta la conciencia cósmica! (msb)
¿Acaso fue creado el hombre para trabajar? ¿Fue creado el hombre para la obra? ¿No es, por ventura, el hombre, el rey de la creación? El hombre fue creado para ascender en conciencia, para desencarnarse a través de áspera brega… (hd)
Crear el futuro
Por la realización de un ideal, crear realidades nuevas, opuestas a la actual realidad aparente:
La grandeza humana […] consiste en oponerse a la realidad aparente y crear el futuro, pues el alma humana es creadora de apariencias. Tener un ideal y realizarlo. (hd)
Llegar al comunismo o a la anarquía
Lograr la plena libertad y superación de sí al sentirse vivir como centro del universo:
¡El universo es mío! No se lo pueden apropiar. Somos comunistas, ácratas. Los débiles y enfermos son los que creen en la propiedad ajena. Todo es del hombre que vive conforme a la naturaleza. (msb)
Tenemos pues un fin para el hombre: el comunismo universitario; tenemos un método de cultivo, la cultura (Universidad); todas las instituciones son para nosotros instrumentos o andaderas: el gobierno es método de cultura; el matrimonio, modo de crear hombres; la religión, forma evolutiva en que manifestamos nuestro amor por la anarquía que nos espera cuando nos sintamos centros del universo. (ni)
El destino humano es el engrandecimiento de la conciencia, la extensión del sentimiento de propiedad, universalizarse. Y eso es comunismo; el futuro humano es comunista, no habrá cosas ajenas, cerco ni enemigo; el hombre será «el hijo de Dios». (ant ix)
Cristo es el verdadero comunismo, así: cuando «todos», todos Lo vean, ahí mismo seremos uno solo con Él, sin dejar de ser cada uno yo, yo, yo. (cr)
Realizar la tragedia humana universal
Tener un bien y un mal, tener un mundo, ser diosecillo de ese mundo, y morir la muerte individual, y la de su mundo, que muere, también, al ser entendido y vivido:
Nacimos para ir realizando la tragedia individual, la muerte individual que nos corresponde de La Muerte o cumplimiento del destino del Hombre. Adán fue puesto en la Tierra para que «muriera». Para que existiera, pues ir existiendo es ir muriendo o cumpliéndose eso que quiso El Hombre: tener un mundo; conocer el bien y el mal; ser dios de su mundo… (t ii)
Triunfar de la muerte
Morir bellamente, en la plena realización de sí mismo:
Cada día me consumo. No debo quejarme de estas experiencias, porque ellas me hacen doctor. El fin de la vida es llegar a la muerte con el cuerpo consumido por la jornada y el alma como luna llena que se asoma. (hd)
El fin de la vida es adquirir capacidad de morir alegremente. […] Yo quiero reunir mis cosas debajo de la almohada, para sacarlas cuando esté muriendo y decirle a quien venga a liquidarme: «Todos estos calzoncitos son sacrificios que hice al espíritu». (er)
El fin de este vivir es triunfar de la muerte. Y no busques «otra vida». La Vida es única. Otra vida es creación de tu apariencia. (lvp)
Hacerse el esencial
El día en que el hombre sienta que no es accidente; cuando perciba esto de modo natural, así como de modo natural percibe hoy que es los atributos, el vientre y el cerebro, estará en capacidad de soledad, no será ya un animal; será, con relación a nosotros, lo que el miriápodo es respecto al hombre. Se llamará: El Esencial. (vp)
Llegar al Espíritu
… todo es andaderas y el fin reside en la unión con la fuerza infinita. (msb)
Lo único dinámico, siempre prometedor y finalidad última, es el espíritu. (n)
Conocer a Dios
El hombre, en cuanto individuo, es ser procesual, viajero que viajando desde las presencias del mundo de la instintividad fisiológica llega, por el conocimiento, a la conciencia universal o cósmica y actualiza la latencia de divinidad que hay en su ser:
Nacemos para conocer a Dios. La vida orgánica que se nos da (pasiones, complejos) es para experimentar. Ni la patria, ni los padres, ningún amor vale metafísicamente: son andaderas. (mc)
Realizar el superhombre
El superhombre es el hombre que al realizar plenamente su conciencia se ha hecho dios, se percibe a sí mismo como Dios e hijo de Dios:
[El sabio (hombre de conciencia cósmica)] se ha unificado con el universo y percibe esa unificación; se percibe a sí mismo como Dios. ¿No somos hijos de Dios y, por consiguiente, dioses? (msb)
[Gandhi] se hizo también dios, o sea, hombre. (vp)
¿Quién es el superhombre? El que se domina a sí mismo, para ascender en conciencia. Una vez que se logra ser el modelo, se crea otro ideal, etcétera. (er)
… la Intimidad es trina: Ella; Ella manifestada; Espíritu Santo o conciencia de la Intimidad en la manifestación. […] Todas las cosas son nadas con Intimidad. […] Todo sucediéndose es extensión (cuerpo), Intimidad (pensamiento) y conciencia de ello (Espíritu). Nosotros somos trinos también. […] En este punto del camino humano aparece el superhombre en quien se reconcilian la intimidad y la nada, lo cual se expresa con esta conciencia suprema: eternamente soy nada con intimidad y puedo habitar libremente mi casa (los infinitos mundos). (lvp)
* * *
Libertad y liberación
El determinismo humano
Desde Pensamientos de un viejo hasta El maestro de escuela, Fernando González vivió en el mundo del determinismo.
La vida está sometida a la ley de la causalidad:
No creo en el infierno, sino en la ley de causalidad, que es peor. (dm)
¡Qué hermosa es la vida, sometida siempre a la armonía, siempre bajo la causalidad, bajo la ley, bajo la soberana voluntad del Señor! (ppe)
El pasado, dentro de la gran unidad de la Vida y del Ser, determina el camino del hombre:
¡Cuán innumerables son los caminos por los cuales puede ir nuestra vida! Innumerables son los senderos que desde el instante presente conducen al futuro… Cierto es que no puedes escoger entre ellos, que el pasado fija tu camino venidero; pero cierto es también que tú ignoras cuál será esa tu senda. (pv)
… cada ser es desarrollo en el espacio y en el tiempo de una unidad determinada, única y eterna. Lo que ha sucedido y lo que sucederá estaba latente en el primer instante de la vida. (vp)
En la vida humana, automática e instintiva, la porción consciente es mínima:
La vida nuestra es automática, instintiva; la parte de la voluntad y conciencia es mínima. (vp)
El hombre no sólo no es libre, sino que tiende a la esclavitud:
Ante la variedad de constituciones en los hombres, hay que concluir que no somos libres, en el sentido que le dan a tal expresión. (er)
… el hombre no puede ser libre: si lo es, busca perros para amos… El hombre común tiende a la esclavitud. (n)
Si el hombre se cree ser libre, es porque sólo puede verse en el pasado:
… el presente es tan indivisible, que siempre nos vemos como materia de crítica. Cuando la conciencia aparece respecto de un hecho interno, éste ya sucedió: por eso nos creemos libres, porque nos vemos siempre en el pasado. (er)
Sólo en áspera y difícil lucha puede el hombre conquistar la libertad, porque la existencia en coordenadas fisiológicas, pasionales y mentales se reduce a necesidad:
La libertad es joya perdida; la han encontrado por momentos almas que hicieron jornadas de leguas. (hd)
Cuando se vive en cuerpo fisiológico-pasional-mental exclusivamente, sin experiencia del espíritu, aparece evidente la necesidad histórica. (lvp)
¿Qué es la libertad?
A través de un largo y difícil proceso vivencial, González fue ascendiendo desde el mundo de la armonía vital fisiológico-pasional determinista hasta el mundo de la armonía de la Intimidad en la libertad.
En Mi Simón Bolívar, la libertad se entiende como carencia de coacción, que permite el ascenso hacia la belleza y el amor:
Somos pasiones hasta que rompamos las cadenas de la causalidad física. (msb)
Libertad es el estado perfecto en el que el hombre no sufre coacción que le impida ascender:
Ascender. Eso es lo esencial; no importa saber a dónde; en todo caso, el que asciende va siempre a la belleza, a la ausencia de peso y densidad, a donde no hay odio. (msb)
En Don Mirócletes se vive como la capacidad de escapar de las fuerzas elementales de la vida y llegar a la cúspide de la razón, inteligencia controladora y superadora de la pasionalidad:
¡Cuán fastidiosas y faltas de la gracia de la inteligencia son las fuerzas elementales! Nos doblegan. El hombre no es libre sino cuando huye de esas fuerzas y alcanza la cúspide de la razón. Los dos períodos más animales, más esclavos y fatales que tiene el ser humano son: la agonía y la pubertad. Ahí falta por completo el control de la inteligencia. (dm)
En los años de la revista Antioquia ocurre un hecho importantísimo: la vivencia de la libertad como la superación de la individualidad, mediante la comprensión, lo que permite la conciencia de la armonía universal:
El secreto para ser inteligente consiste en libertarse de la individualidad mediante la comprensión. Es una verdad bellísima. (ant v)
La libertad consiste en tener conciencia de la armonía universal. (ant vii)
En el Libro de los viajes o de las presencias la libertad se enfoca desde tres perspectivas:
1. Como proceso dialéctico (en el espacio infinito, instante a instante), entre posibilidad de Intimidad o Nada (nihil), necesidad o libertad:
Esto es lo que entiendo por libertad humana: que somos posibilidad de nada o de dioses; y solos nacemos y morimos; un enfrentarse ante el Yo, la Intimidad y la Nada. Para este nuestro negocio verdadero estamos solos en el espacio infinito; somos libres ahí nada más. En frases que suenan como paradojas, o como enigmas, diremos: tu posición privilegiada consiste en que vives para crear en ti a Dios o a la Nada. En esos dos caminos rige la necesidad, la ley. Pero en cada instante y lugar puedes crear a Dios o a la nada. (lvp)
Cristo lo dijo claramente: «La verdad os hará libres». Leed bien: os hará, en sucediendo; en presente, sólo Dios es libre, porque la Presencia es su esencia. La Intimidad es libre. La manifestación se va libertando en la Intimidad. Et pas plus. (lvp)
2. Como reconciliación de contrarios, en la Intimidad, dentro de la categoría de eternidad:
Cada verdad que viváis os hace libres en el espacio que ella comprende. Se es tan libre en cuanto se viva en la Intimidad. Sólo es perfectamente libre El Reconciliado. (lvp)
El hombre tiene la libertad en su intimidad. […] El hombre es un proceso de liberación. Libertad humana es cada verdad vivida, cada reconciliación de opuestos. (lvp)
Realización viva del juicio de identidad, plena comunión con la realidad viva, en la aquiescencia pura:
Dos y dos son cuatro. Una vez que viváis esto, ¿podéis concebir que dos y dos son cinco? No. Podéis afirmarlo verbalmente, pero no vivirlo. ¡Esa es la libertad en la Intimidad o en el juicio de identidad! «La verdad os hará libres». (lvp)
Aquiescencia: Libertad. La libertad está en la Intimidad, porque allí hay aquiescencia pura. (lvp)
3. Como acción de la Gracia, o Intimidad, en cuanto la Gracia es la intimidad o sustancialidad o esencia del hombre, que, en «la gracia», es la Intimidad o Dios mismo que en él se representa:
Y entonces, ¿qué es libertad? Como somos representación creada por la Intimidad, de ésta viene «la gracia». En el proceso no se ve ni aparece libertad: el proceso es espacio-temporal. La libertad está en la intimidad, que es eterna. […] Diréis: «Entonces, el hombre no es libre. Su ascenso procede de fuera, con la gracia». ¡No! La Gracia es la Intimidad del hombre. («El Reino de Dios está en vosotros»). (lvp)
La posibilidad de la libertad
La posibilidad de la libertad tiene su fundamento en la esencia o intimidad humana: en cuanto el espíritu es presencia de la divinidad en el hombre, y la existencia proceso dialéctico entre necesidad y libertad, en la vida humana hay un espacio que no está sujeto a ningún determinismo, ni puede ser sometido a tiranía alguna:
El espíritu humano no puede prosperar sino en la libertad y en la simpatía. (hd)
… a los tiranos hay que contestarles con la divinidad que hay en nosotros. […] Imposible tiranizar un espíritu. (hd)
El hombre, como ser de libertad, es capaz de asumir el instante fugaz, que encierra todo su pasado, todo su futuro, toda su realidad actual, todas sus posibilidades, y es lo único suyo:
Lo único nuestro es el instante que pasa, ese que se alejó ya galopando cuando lo percibimos; ese instante es también la fábrica de nuestro futuro y es hijo de nuestro pasado; pero sólo él es nuestro. (vp)
Esta idea de que el instante presente es lo único mío, es muy importante. Quizás en ella resida la sabiduría, la santidad, todas las grandezas y bellezas. (msb)
En la iglesia pensé que la doctrina del superhombre, la terrena, se conforma con la de Cristo, a saber: hay que vivir cada segundo en belleza, eternamente. Hacerlo todo muy bien. Ser eternos ya, aquí. Se puede muy bien; no es preciso ir. Dios está todo aquí. (sal)
Pasado y futuro forman un ñudo: el instante, y ése somos. (ant xvii)
En cuanto poseedor de la categoría de eternidad, el hombre puede actualizar la eternidad en la instantaneidad del presente:
Soy el instante presente. […] Yo soy el presente y la eternidad. […] ¿Por qué ansío otra parte y otro día? Ahora, en este vocablo, en este segundo, está todo Dios, toda la belleza y felicidad y poder. (msb)
Nosotros somos existentes en la Eternidad. (lvp)
En cuanto es capaz de superar los mundos de entes espacio-temporales, creados por la voluntad y el pensamiento, es capaz de vivir en la Beatitud o Comunión con Dios, en la categoría de eternidad:
Nosotros somos nadas y Él [Dios] se nos da en ellas instante a instante, y si no tenemos voluntad propia, «realidad» imaginativa, «un mundo» nuestro, en una palabra, ese mismo siendo que somos, «doloroso», se hace Beatitud. […] Pongamos toda la atención en lo que vamos siendo y ninguna en lo que queremos ser y pum…, ahí está patente la Beatitud. ¡Nada, pues, de lo nuestro! [de lo que imaginativamente queremos ser]. Toda la atención a lo que uno va siendo, sea lo que sea, y ahí está Él en la Puerta sin alas. (cr)
… somos nadas y siéndoses instante por instante: […] el dolor proviene del contraste entre nuestra voluntad (imaginación —planes—, razonares o alcahueterías de la mente a un plan propio, a un deseo propio; pasado y futuro) y el Instante a Instante, que es Dios en nosotros, o la Beatitud. (cr)
Proceso de liberación
El hombre se va libertando en áspera lucha:
No hay ascensión sino mediante lucha; en ella se perfecciona el hombre. (msb)
Asciende, al libertarse de las tiranías:
El hombre no puede ser libre, pero la guerra lo va libertando de los sucesivos tiranos. El hombre no puede ascender sino en la guerra de independencia. (er)
Progresa, al sacrificar lo mejor de la vida al espíritu:
… el hombre es el que progresa: pro-gre-de-re. […] [La] libertad se consigue únicamente cuando se han ofrecido al espíritu todas, todas las cosas buenas. (er)
El proceso de la liberación humana es un fenómeno, radicalmente moral, de mejoramiento por medio de la búsqueda de un ideal al cual tender, la objetivación autocrítica, el desprecio de sí en cuanto alejado del ideal, y el esfuerzo permanente de superación:
El hombre es un porvenir: porque todos se desprecian en el instante presente. (er)
El hombre no es libre, pero la inteligencia lo liberta: pruebas. Ni las necesita, pues nadie escoge lo que le parece menos bueno. La mayor motivación nos mueve a obrar. (er)
La inteligencia liberta al hombre por medio del siguiente mecanismo: conocimiento (ideal); remordimiento (desprecio del instante presente); arrepentimiento, tentación, etc. Fenómenos morales. Porque resulta que la inteligencia objetiva nuestros actos y los critica; nos objetivamos y nos criticamos. (er)
El proceso de liberación del hombre, así como es un hecho fundamentalmente moral, es, también, un hecho fundamentalmente metafísico, pues el hombre es necesidad en representación, libertad en intimidad, y eternidad en el tiempo:
En el universo todo aparece por ley, todo es necesitado, pero el hombre, por su intimidad y por su representación, a cada instante tiene dos posibilidades. Esto parece absurdo, pero no lo es, si se piensa que el hombre es eternidad en el tiempo. Síntesis de eternidad y de tiempo, consciente de ser síntesis puesta por la Intimidad. (lvp)
En esto de la libertad y necesidad no hay sino las antinomias que resultan del construir con entes de imaginación, a lo cual llaman filosofía conceptual o racionalista. […] Lo que llaman razón es otro ente. Realmente es la actividad mental cuando convierte en ídolos los entes de imaginación pasional (politeísmo filosófico) y se da a construir. (lvp)
Como existente representativo hacia la Intimidad, y como ser moral en lucha consigo mismo, el hombre se va libertando por la disciplina, la meditación comprensiva y el padecimiento de la representación.
La libertad nace interiormente, gracias a la disciplina constante, que permite la atención voluntaria para asumir, instante a instante, al presente vivo:
La comprensión es la que nos liberta; por más que un hombre se afilie al comunismo y al anarquismo; por más que las leyes reconozcan la igualdad entre los hombres, un vil seguirá vil, un esclavo, esclavo, y un peón, peón. La libertad nunca viene de afuera; es centrífuga y los únicos medios para adquirirla son las disciplinas. (db)
En la atención voluntaria es donde encuentro un grano de libertad. […] Nada le resiste. No hay imposibles para esta obrera. […] El hombre concentrado es muy hermoso, está más allá de la belleza animal; hace parte de la divinidad. (er)
La meditación, al generar la inteligencia comprensiva de la representación, produce el ascenso en conciencia a planos superiores de motivación y de realidad, en la vivencia de la verdad:
La meditación es la que nos liberta, pues mediante ella ascendemos a planos superiores de motivación. (er)
… la libertad nace del conocimiento. (ant xiii)
Únicamente la meditación nos liberta de las trabas. (db)
La libertad nunca viene de afuera. (ant v)
El único método para libertarse es comprender. Sólo el espíritu es libre. (ant viii)
Yo quiero entender. Esto me produce siempre libertad. […] ¡Dame tu presencia a cambio de todo! (lvp)
Cada verdad que viváis os hace libres en el espacio que ella comprende. (lvp)
El padecimiento de la representación, hasta reconciliarla con la Intimidad, es la realización del hombre y la liberación de la representación:
Uno es representación e intimidad. Si la representación no es padecida (vivida y reconciliada en la intimidad), no desaparece, sino que aumenta, pues entonces en vez de vivir la Intimidad se engendra representación. Por eso es absurdo afirmar que se puede ascender de mundo sin realizarse (la Cruz). (lvp)
Al conciliar libertad y necesidad, por la vivencia de la dialéctica existencial: ser-sucediéndose, conocer-conociendo-conociéndose, libertad-libertándose, se llega a la conciencia de la plena unidad o reconciliación entre todos los contrarios, en la Intimidad:
La conciliación de libertad y necesidad es del siguiente modo: no hay necesidad y libertad, sino que la vida es sucediéndose – conociendo – libertándose. La vida en y por la Intimidad, se entiende, pues La Vida o Intimidad es libre… (lvp)
Liberación cristiana
El hombre, en cuanto sujeto de determinismos, es incapaz de autolibertarse; pero Cristo liberta al hombre:
Esta carne, amadísimos, es nuestro centro de gravedad: la Tierra se opone a que ascendamos. […] Cristo nos hace libres, y pegados a Él podremos abandonar esta pelota terrestre. (db)
El hombre es un esclavo espacio-temporal, de la vanidad o ausencia, del vano, que «es homicida desde el principio». ¡El Libertador es El Hijo del Carpintero e Hijo de Dios, aquel joven judío que murió en La Cruz!… y ¡re-sucitó!… […] El hombre es un libertándose tras Cristo. (cr)
* * *
La muerte
Vivencia de la agonía
La agonía final, que es a lo que comúnmente se llama morir, es una experiencia compleja.
Experiencia de soledad y orfandad:
… el hombre está muy solo al morir y se convierte en niño. Somos átomos conscientes, y tristes como huérfanos. (dm)
De inocencia original:
¡Lo más agradable de la muerte y del nacimiento es la inocencia! (ce)
De irracionalidad:
Sacristanes y beatas, ánimo, que esto no es como ir a cine; morir es cosa irracional. (lvp)
De individualidad absoluta:
… hay un modo de vivir en que la muerte es accidente. (ant ix)
Hay un modo de vivir en que uno se apaga bendiciendo, como los jesuitas y como murió Juliano: vivir sinceramente, sin miedo, pegado a la voz interior. (ant ix)
Nacimos para ir realizando la tragedia individual, la muerte individual que nos corresponde de La Muerte o cumplimiento del destino del Hombre. (t ii)
Cuando es para la cárcel, hay un modo de ir; para el putarral, otro; para ser coronado papa, otro; y para agonizar, cada uno tiene su agonía. ¡Ésta sí es netamente individual! ¡Nadie se puede robar la agonía ajena, ni uno mismo puede robarse su agonía! (lvp)
Nadie pasa al cielo llevado. Tiene que parirse a sí mismo en agonía, y nadie puede ayudar a agonizar. Se muere solo; se nace solo. Son negocios íntimos, y la representación sí es social. Esto se reduce al gran principio de mi pedagogía: que los discípulos digieran sus vivencias. (lvp)
De crisis fisiológica, generadora de ideas y sentimientos religiosos:
Las ideas y sentimientos religiosos, las formaciones religiosas son fenómeno natural en el moribundo; son crisis fisiológica, así como la pubertad, las formaciones sexuales, etc. (dm)
De síntesis de las sucesivas agonías de padecimiento y consunción de complejos, afrontadas en el transcurso de la existencia:
Uno muere solo, solo, solo; para poder morir, es necesario vivir en cacería encarnizada de la propia persona, dándole muerte, consumiendo y padeciendo los complejos que la forman: vanidades, ambiciones, amoríos (con el término amorío quiero indicar que no es Amor sino el que se tiene a Dios). (rpo)
De muerte íntegra, en la que nada queda de la condición existencial espacio-temporal y fisiológico-pasional:
… todos, absolutamente todos tenemos que morirnos íntegros; esa es la gran oportunidad de este vivir: el morir íntegramente. Cristo lo dijo: que sólo el que aborrezca su vida, el que pierda su vida, la hallará. (lvp)
Así, joven, a tu pregunta de si superviviremos, de si seguiremos «viviendo» después de «morir», te contestaré que no. La vaca racional que somos se acaba. Pero el Paraíso es. Por eso, decían los antiguos hijos de Hermes Trismegisto, cuando alguien «moría»: «Lo recogió Él en sus pueblos», y más adelante dijeron: «Fue al seno de Abraham»… (lvp)
Todo lo creado perece. No busques inmortalidad para ti, pues entonces tendrías la inmortalidad de los mocos. (lvp)
El hombre existe para morir, o sea para vivir su representación hasta el agotamiento total:
¿Has visto a alguien que no se muera todo, todo íntegro, pudor, honor, amor, odio, memoria, mente, voluntad, respiración, etc.? El nacimiento, el vivir, la literatura, la brega toda, y, en resumen, el ca-dá-ver, son evidencias de que El Hombre fue puesto en la Tierra para que gustara y se saciara de ser un dios pretencioso, avergonzado, cagado y cadáver cubierto de hediondas flores vanas. (t ii)
Realizar la experiencia de la visión de los espectros y del Gran Espectro que constituye la Historia:
Los espectros son los cuerpos pasionales y mentales. (t ii)
A lo que se esconde tras el rol de las personas lo llamaré El Espectro, y así diré que cada actor padece su espectro y que todos juntos padecen y cumplen el Gran Espectro […]. (t ii)
¿Qué son las historias que verdaderamente son La Historia, sino eso, la narración del Espectro que se cumplió allá, allí o aquí? Las tenemos con nombres particularizados, como Job, Edipo, Prometeo, el rey Lear, Macbeth, Hamlet, don Quijote… La más viva, florida y esotérica es la Tragicomedia de Calixto y Melibea […]. (t ii)
Tenéis todos, hermanos, que morir en silencio, acogotados, mirando al Gran Espectro, a menos que todo vuestro vivir sea un morir, un abrazo de ajusticiados con el ajusticiador, pues entonces no tendréis que verlo de sopetón, a la hora menos pensada, en el lecho o suelo mortuorio, con el pelo parado… (t ii)
La esencia de la agonía es la llegada a la Intimidad:
La agonía es el arribo, por bien o por mal, ante la Intimidad desnuda. (lvp)
Por todo lo anterior, el significado de la muerte y la justificación de la vida están en el morir bellamente:
No deseo sino morir bien. […] Aquí lo que venimos a hacer es a morir bellamente. Sólo en la muerte tiene justificación la vida. Que la muerte sea una coronación. El resto son diversiones. (ce)
La alegría aparece cuando se vence a la muerte. (ant xiv)
Sólo desde la fe puede vivirse el pleno sentido de muerte, que es misterio:
Mi vida es ya de muerto (o de vivo), a ratos creo que de vivo. La fe es un don sobrenatural y es cosa rara, por lo menos muy honda, muy oculta. (rpo)
Vivencia de la muerte
La muerte no forma parte orgánica de deseos, ideas y creencias del hombre:
Siempre que ocurre la muerte de un ser familiar, me desequilibro; lo que prueba que mi vivir no está acorde con la muerte; ésta no forma parte orgánica de mis deseos, ideas y creencias. (dm)
Sin embargo, en ella, en cuanto expresión de la fugacidad de la vida, radica el encanto de vivir:
El encanto de la mujer consiste en que nos abandona; es el mismo encanto de la vida; ¿pues qué sería de la vida y del amor a ella si no supiéramos que íbamos a morir? (vp)
La muerte es parte del acontecer dialéctico vital, por lo que sin captar el sentido de la muerte la vida no puede captarse en toda su dimensión:
… la vida tiene aspectos agradables, pero no sé sino captar lo que huela a muerte. (dm)
Sin «muerte» constante y constante resurrección no hay viaje, no hay dialéctica, ni beatitud, ni vida, ni Dios. Muerte es categoría del Sucediéndose. Por eso, «Jesucristo triunfó de la muerte». (lvp)
La existencia es proceso fisiológico de composición y descomposición; la vida es dialéctica permanente de muerte y resurrección; todo viviente es necróforo, portador de la muerte:
El hombre, todo ser, huele a cadaverina, sobre todo cuando está en multitud. Viviendo vamos muriendo; nuestro organismo es cadáver y vida; vivir es descomponerse y transformarse. […] Aun en lo más vivo percibimos el cadáver. […] Todos llevamos los estigmas de la muerte. Basta considerar que en pocos años cambian completamente las células orgánicas. […] Somos, en verdad, necróforos. (vp)
En la calle Paraíso vi el almacén de flores: las unas, moradas, morado hondo, como la muerte. Ya sé, a los treinta y ocho años, a qué huele la vida: a celo; es el mismo olor, allá en el fondo, que tienen los cadáveres. Hay un principio de cadáver en el niño y en el botón; en el polen hay ya un futuro muerto. Todos somos futuros muertos, hijos del Sol y de la Tierra; vamos haciéndonos cadáveres a medida que perfumamos, sonreímos, lloramos y amamos. […] Había hortensias, claveles, rosas y unas espigas casi negras. ¡Qué olor a vida, a individuos que marchan, amando, al cementerio! (sal)
La muerte no es sólo el acto episódico de la agonía final, sino dinamismo integrante de todo el curso del acontecer existencial:
… uno muere así como nace; se va preparando por el envenenamiento y muriéndose, muriéndose…; de suerte que no hay un instante en que se pueda decir: murió. Morir es acto largo, por orden, lento, preparado. (dm)
El sucediendo no es fragmentario; es infinito, pues en Dios es Presencia. Pero para cada sucediéndose, lo aparente para él en sus coordenadas se le presenta protuberante y como «muerte». Jesucristo decía: «No está muerta, está dormida». (lvp)
¿ Quién ha visto a alguien que no vaya viviendo su muerte, la suya propia, desde que nace? (t ii)
El hombre tiene que lograr la reconciliación de los conceptos vida y muerte, ya que el existir humano es un proceso dialéctico permanente de muerte y resurrección:
Siempre que uno nace, murió, y siempre que murió, nació. (ant xvii)
¿Cuándo, realmente, viviremos la reconciliación de estos conceptos duros, cerriles, nacidos de estos sentidos de carne densa y grasosa, vida y muerte? Esta es la reconciliación: vida es Dios-Hijo, infinita realidad; y muerte es apariencia del viviendo y concienzándose en esa infinita realidad. (lvp)
Fin de la vida es la preparación para la muerte:
El fin de la vida es adquirir capacidad de morir alegremente. […] Yo quiero reunir mis cosas debajo de la almohada, para sacarlas cuando esté muriendo y decirle a quien venga a liquidarme: «Todos estos calzoncitos son sacrificios que hice al espíritu». (er)
Estaré preparado [para morir] cuando nada me hale de la Tierra. Ahora, si muriera, mi espíritu tendría nostalgia y reencarnaría; vagaría por Marsella, por París, por todo el mundo, bregando por oír la voz que exclama: «Jamais de la vie!». No estoy preparado para irme. La belleza de la Tierra me detiene aún. Estoy insatisfecho. […] Y como yo no he renunciado a nada, pues lo hice siempre para gozar más, resulta que sentiré la necesidad de volver; reencarnaré. (er)
El enigma de la muerte
Dentro del mundo del determinismo, la muerte tiene una condición enigmática imposible de aclarar. El hombre no sabe qué sea la muerte:
Llamamos muerte a algo que no sabemos qué es. (pv)
La vida es un hilo continuo cuyo principio y fin son ignotos. (dm)
El más allá de la muerte es un oscuro arcano del que nada se puede descifrar:
¿Qué sucede después de la muerte? ¡Nada podemos descifrar en esa negra noche…! (pv)
La incapacidad de poseer la verdad firme impide al hombre saber qué haya más allá de la muerte:
El valor en la muerte […] es indicio de tontera… Para que no lo fuese, sería necesario que supieses algo firmemente, y está probado ya que todo el que cree saber algo firmemente es idiota… (pv)
No hay sistema filosófico que pueda explicar la muerte:
Cualquier muerte nos desquicia. ¿Y quién puede tener un sistema filosófico que le explique estas cosas? (dm)
No hay razones en qué apoyarse para entender la posibilidad de la supervivencia del yo, pues imaginativa y orgánicamente la supervivencia del yo aparece imposible:
… un yo separado del cuerpo es inimaginable. (ant vi)
La voluntad de eternidad, como hecho de conciencia, no permite concluir la realidad de la eternidad del yo:
Yo quiero ser eterno: es un hecho de mi conciencia. ¿Puedo concluir de allí que soy eterno? No veo el porqué. (ant vi)
La existencia individual, fuera de las categorías de espacio-tiempo, parece imposible:
Al morir, el hombre se acaba como individuo. Entonces ¿cómo perdura? En cuanto elementos desintegrados y en nuevas combinaciones, es seguro que perdura. ¿Quedará un ente individual, algo como un yo? ¡Este es el problema! […] Al morir, desaparecemos para el tiempo y el espacio en cuanto individuos. (ant vi)
En cuanto el conocimiento humano es espacio-temporal, y las formas de conocimiento empírico-inductivo-deductivo no son posibles sin el cuerpo, el hombre es incapaz de explicar el más allá inespacial e intemporal de la muerte:
Al morir desaparecemos en cuanto hombres. […] ¿Podrá perdurar esto de entender, sin el cuerpo? Claro que sin él no percibiré unidades; luego no induciré ni deduciré. Esta facultad se ejerce orgánicamente y sobre hechos aparentes que suministran la materia para ello. No puedo aceptar que terminado mi organismo yo siga entendiendo. (ant vi)
No sabemos cómo es el post mortem, porque entonces se sale del espacio y el tiempo y todo conocimiento está en ellos. (ant ix)
Dada la absoluta imposibilidad de hacer juicios limitados, generados en vivencias y experiencias, que den seguridad ante la muerte, es en los juicios inciertos, sobre la posibilidad del más allá, donde radica la posibilidad de pensar la vida post mortem:
Todo, todo es posible en la muerte porque nada es seguro. Porque nada es seguro, en ella está para nosotros el tormento eterno, el descanso, quizá una pesadilla eterna, o un vagar perpetuo… (pv)
El temor a la muerte
El temor ante el enigma de la muerte tiene múltiples fundamentos.
La apariencia de la aniquilación del yo, que sigue a la muerte:
La nada de la conciencia nos es inconcebible. Por eso no podemos aceptar el término morir, en el sentido de acabarse el yo. Y como las apariencias son todas de acabarse, de allí el terror. (msb)
La vivencia del conflicto entre los deseos de eternidad y eternización fisiológica espacio-temporal, generador de la rebeldía contra la experiencia de la muerte, que aparece como aniquilación total que nos niega en el futuro:
Yo no quiero que mi ser se eternice en ninguno de sus instantes vividos […]. ¿Y quiero morir? Tampoco… ¡Es la esperanza! Es el cumplimiento de un [Lucas de Ochoa] que siento que soy siempre y que confundo durante los presentes con el cumplimiento de sus deseos de entonces. De esto resulta que uno no quiere morir, porque lo que vemos de un muerto es un acabamiento total. […] Veo, pues, que acepto el tiempo, el vivir muriendo, porque ésa es mi representación, no es «yo», y porque sé que fue bueno venir a la representación. Nos negamos satisfactoriamente en el pasado, algo en el presente y nada en el futuro, y estamos satisfechos de lo de antes de nacer… ¿Será que esto nos capacita para nuevos paraísos? ¿Escuela? […] No da angustia el no haber sido hombre en el pasado infinito […]. Resulta, pues, que uno está satisfecho de no haber sido hombre y no está completamente satisfecho de serlo, pero no quiere, se resiste a dejar de ser hombre. (lvp)
La limitación pasional que, generada por imaginaciones de pasado, futuro y presente, hace padecer la vivencia de la muerte como negación de todo lo vivido y lo imaginado en tiempo y espacio:
Toda pasión procede de pasado y futuro, y de un presente imaginario que creamos, o sea, tiene su origen en la limitación o ignorancia. Uno forma y ve imágenes de muerte, futuro y pasado en cuanto imagina, e imagina por ser creatura (limitada). (lvp)
La limitación del juicio (actividad del existente humano que se manifiesta), incapaz de juzgar la realidad ultrafenoménica o esencial, en categoría de eternidad:
Ahora, a las cuatro y media, veo que no sé nada, sino que existo y que muero; que todo lo que vive, muere. ¿Cómo es la Intimidad? Un existente no puede imaginar sino existentes y cómos de ellos. La Intimidad no existe ni tiene cómos. Sólo sé que está en mí, manifestada, y que el sabor misterioso de la vivencia y lo dubitativo del juicio procede de allí. Toda afirmación o negación que no conlleve la sal angustiosa de la muerte y la sombra de la duda es pura vanidad. (lvp)
La incapacidad de captar vivamente la Intimidad, mientras se está captando vivamente el acabarse del sucederse consciente:
Como somos sucederse consciente, cuando va acabando ya, la Intimidad se entrevé apenas en el sucederse; pues si éste va acabando más y más, y ya… ya… ya va a terminar, no se entrevé la Intimidad… casi nada… menos… ¡nada! «Y Cristo dio una gran voz y expiró». (lvp)
La rebeldía del yo contra su aparente desaparecimiento en la Intimidad:
Y llegando al Espíritu, al cuerpo espiritual, se presenta la gran pregunta: ¿y cómo podré ser yo, si entro a la Intimidad? ¿Desaparezco? Entonces la vida no es para mí… ¿El nirvana o desaparecimiento? Y son los gritos de agonía del yo, que se afirma siempre, que no puede negarse, y que es la inimaginable tragedia de la agonía…: ¡morir totalmente!… y… «esto es imposible para el hombre, pero posible para Dios». (lvp)
La confusión, generada por la condición mortal del hombre, entre apariencia desaparecida y ausencia de realidad:
¿Y por qué tengo miedo de acabar, de la mortalidad? Porque precisamente soy eso, y una reacción no tiene en sí otra cosa que la afirmación suya, y si le dicen que termina, porque no era sino reacción, se desvanece de ausencia. ¿Y quién le dice que termina? Se lo dice a cada instante el sucederse, la experiencia. ¿Y a quién se lo dice? Al entendiendo… Y el entendiendo no soy yo. Es la Inteligencia en mí. (t i)
El miedo a vivir la experiencia de la terminación de un mundo sin haberlo consumido, ni haber realizado en él la propia individualidad:
Cuando un hombre muere, se acaba el mundo. ¿Entendéis? […] El mundo se acaba apenas muere cada hombre; por eso es el miedo a la muerte, el miedo de aquéllos que no cumplen su individualidad o punto de apoyo. ¡Miedo de morir sin haber consumido su mundo! (t ii)
La conciencia de no haber entendido, o ser nada:
… el que «teme» a la muerte es en cuanto está muerto o no ha entendido, y así lo dijo Él: «Dejad a los muertos que entierren a sus muertos». (t i)
El «miedo a la muerte» es en proporción a lo muertos que seamos, a nuestra nada. (t ii)
Esencia de la muerte
Al ir asumiendo la existencia como fenómeno fisiológico-pasional o representación (nada) que manifiesta, en tiempo y espacio, la Intimidad en coordenadas pasionales y mentales, y al ir viviendo la realidad de la Intimidad, más allá de las coordenadas de representación, Fernando González fue respondiendo la pregunta sobre la esencia de la muerte.
Desde la adolescencia tuvo la intuición de que la muerte no era la aniquilación, sino un cambio de forma:
La muerte es sólo un cambio de forma. […] ¡Suprimir la vida…! ¡Pero es imposible! ¡Todo cambia, renace, y nada muere! (pv)
En Viaje a pie vive la muerte como el agotamiento de la sinergia:
El hombre, el yo, la facultad de pensar, el sentimiento de la alegría, todo es una sinergia. […] Nosotros, los animales pluricelulares, morimos, o sea, se acaba la sinergia. Lo único que muere en el universo es lo compuesto; los elementos no mueren. Desde pequeños le hemos tenido envidia al amibo. (vp)
En Mi Simón Bolívar la vive como una transformación producida por la total extracción del yo, lo cual genera un estado intemporal e inespacial, síntesis o resultante de las experiencias vividas:
¿Sabéis lo que pienso? Nos extraen un diente y… ¿qué importa dónde esté? Es tan ajeno al yo como la navaja o el lápiz. […] Pues morir no es otra cosa que extraer al yo todo del cuerpo. ¡Curioso! Trabajo de dentistería… (msb)
Llegué a los treinta años, y a los treinta y cuatro y percibo, a lo lejos, ¡pero la percibo!, a la muerte, como una transformación. (msb)
Al morir se sale del tiempo y del espacio; ya no hay sucesión. Por lo tanto, la conciencia queda en un estado, síntesis o resultante de todos los estados experimentados, creados, vividos. Ese es el cielo o el infierno. Uno vive la vida que merece, que se causó. (msb)
En Mi Compadre la muerte es el desnudamiento de la conciencia, el parto de la propia alma, o sea, el propio parto de cada uno:
… llegaremos a parir todo, hasta que, arrugados, acabados, deshecho el cuerpo, paramos nuestra alma en el lecho mortuorio. Entonces nos quedaremos con las ideas generales, con la conciencia que hayamos podido desnudar. (mc)
… que la muerte sea nuestro propio parto. (mc)
En El remordimiento morir es pasar del existir al ser:
… no existimos después de la muerte, sino que somos. (er)
En Arengas políticas es triunfar, o sea, generarse a sí mismo:
Sabemos que vivir, en el sentido humano, es ir dando a luz continuamente, y que así morir es triunfar, convertirse en patria. (ap)
En el Libro de los viajes o de las presencias la muerte es la desaparición de la filogenia y la eternidad de la Presencia, o sea, la desaparición definitiva del hombre de los mundos de coordenadas y de las formas de representación en ellas:
Lo que muere en un sucediéndose es el pasado y el futuro, porque se van haciendo presente. Nada real muere. Muere es la ignorancia al venir la Presencia. (lvp)
Por eso dijo Pablo: yo me glorío de Jesucristo, que vive en mí; de mí no, sino que confieso que soy debilidad, nada vivificada por Cristo. A la pregunta del doctor Manuel Jaramillo: «¿Nos acabaremos como se acaba una vaca?», hay que contestar: exactamente del mismo modo. Al morir, si hemos vivido concienzándonos, se acaba nuestra ignorancia, el tiempo y espacio nuestros, pasado y futuro, en tanto en cuanto nos hayamos concienzado. El hombre se acaba en sus coordenadas. No queda sino la Presencia. Lucas de Ochoa, y la oruga, y el sapo, y el unicelular marino, y los elementos químicos, y los átomos y electrones que son toda la filogenia mía, pasan, porque son nada, apariencia, y queda la Presencia, Cristo en mí. (lvp)
La muerte no es aniquilación, sino «neantización», o sea, la muerte no es reducirse a nada (rien o nihil), sino participar de la Nada (Néant):
Se necesita mucho camino para no confundir la «muerte» con la nada (nihil) y saber que el Néant, la negación de toda determinación, es… ¿qué? (lvp)
En La tragicomedia del padre Elías y martina la velera la muerte es la desaparición del yo y sus reacciones de representación:
¿Qué es lo que vemos morir? Las reacciones producidas en el yo, que es complejo de anteriores reacciones que se erigió en Ser. Lo que vemos morir eran muertos, hijos de muerto. Por eso dijo Cristo: «Dejad a los muertos que entierren a sus muertos». Y ese «yo» desaparecerá como la quietud del sol al dar en la puerta cochera. Y ya no habrá el soñar, el imaginar, el abstraer, el pensar y llamar a eso acción. (t i)
El salir de las coordenadas de existencia o hacerse invisible en los mundos de coordenadas:
… si uno se sale de sus coordenadas, si reniega de todas las coordenadas, pues ya no es ni tiene mundo, es decir, está muerto. (t i)
Cuando uno principia a entender esto, se hace invisible para «este mundo», que es a lo que llaman «morir». (t i)
El fin de la tragicomedia humana:
La Tragicomedia no termina sino con la «muerte». (t ii)
Superación del miedo a la muerte
Deviniendo la conciencia, hasta superar las categorías espacio-temporales, se aclara el enigma de la muerte, pues por el padecimiento de las propias vivencias se llega a asumir solitariamente la experiencia de la muerte, como un engendrarse sí mismo, en la conciencia de que vivir es ir dándose a luz, y morir, parirse a sí mismo:
Sin conocer qué hay después de la muerte, no podemos juzgar. Por eso quiero agrandar mi conciencia hasta que salga de las categorías de tiempo y de espacio. (msb)
Lo único que sabemos es que vivir es ir dando a luz, dando a luz continuamente, y que, luego, al morir, resulta que uno se parió a sí mismo. (ant xiv)
* * *
La inmortalidad humana
Los indicios
A la noción de la inmortalidad humana se llega a partir de múltiples indicios.
La vaciedad del cadáver, a la desaparición del yo, es indicio de que la parte esencial del hombre no está en el cuerpo, ni el hombre es dueño de su esencia:
Un hombre muerto queda tan vacío que es un indicio aterrador de que su parte esencial se fue no se sabe para dónde. Este indicio es el que nos hace entrar a las iglesias, a las pagodas o a las mezquitas, a donde quiera que dicen estar el Dios escondido que tiene en su poder los destinos de eso que nos abandona con el último suspiro. (vp)
El temor a morir, indicio leve de que la muerte es partida, y no aniquilación:
Hoy he pensado en la bondad, en el fin de la vida, en los pechos, en el modo de vivir… Y yo que pienso en estas cosas, ¿desapareceré, terminaré como una armonía, no seré sujeto activo? ¡Morir! El mismo terror tan infinito que experimento al pensar en la muerte; el vértigo que me da al posesionarme de que moriré, del día en que entraré a la sepultura, ¿no me indican, acaso, que no moriré, sino que me iré? Pero estos no son sino indicios leves de que hay otra vida […]. (msb)
La urgencia innata en el hombre por saber vivamente sobre su inmortalidad:
Yo tengo absoluta necesidad de saber si soy indestructible. No quiero que mi convicción resulte de una prueba contenida en un volumen, que sea una deducción o una inducción. (msb)
El sinsentido de la existencia humana como mera casualidad, y la absurdidad de un persistente deseo vano de inmortalidad:
Yo, Lucas, soy inmortal; estoy dentro del cuerpo y dentro del tiempo y del espacio, en corriente cambiante, pero yo soy inmortal. ¿Por qué iba yo a aparecer casualmente? ¿Por qué anhelar la eternidad, si no fuera eterno? (msb)
La vivencia de sí (desde el rechazo de la conciencia de límite) como ser que nada limita:
Quiero estar en el instante y en el pasado y en el futuro; ocupar el aquí y el allá; ser ubicuo y eterno; trascender las limitaciones del tiempo y del espacio. No quiero morir, ni comprender la muerte sino como un paso: pro gredere. Ha llegado mi atrevimiento a rechazar la conciencia de las limitaciones. Mi alma, posada sobre el planetucho Tierra, como águila sobre picacho, grita: Yo soy y nada más. (msb)
El hecho mismo de la muerte, que de no ser bueno no tendría lugar:
La vida consiste en que las conciencias atraviesan el tiempo y el espacio; después siguen, como los cometas, su ruta. Es bueno morir. Si no lo fuera, no moriríamos. (msb)
La posibilidad de llegar a un estado síntesis de conciencia, en el que superadas todas las representaciones, apariencias o coordenadas, el hombre sea plena y desnuda realidad:
… no hay premios ni castigos. El cielo consiste en el estado de conciencia adquirido a tiempo de morir. Lo mismo, el infierno. Es un estado-resumen de la conciencia. (er)
La unicidad de la sustancia, que determina la condición apariencial de la muerte, pues todo es la vida, realidad o Sustancia única:
Riamos, riamos con la risa ligera del bailarín liviano, pues somos realidad… Hemos comulgado, y sentimos que no somos eso que cae, eso que se pudre y se arruga, eso que muerden las sierpes villetanas. El Señor nos ha dado realidad. Y porque sabemos ya esas cosas, nos despreciamos en cuanto sombras. […] Ya sabemos, ya sentimos […], que mientras más sea azotada y destruida nuestra apariencia, más sonreirá y se acercará el alma al eterno amanecer en donde no existen los negroides de las Américas… (db)
¿Y por qué temes? Considera que de la sustancia no puedes salir, pues ¿para dónde te irías? Fuera de la sustancia no hay donde; por ende, no temas a esa apariencia que llaman muerte. Sobreponte, hijo mío. (ant x)
La intuición del momento futuro en el que el inteligible el Hombre, por haber superado las coordenadas de representación, ya no tenga tarea en la Tierra:
Este último hombre ya no tendrá que hacer en la Tierra, y suponemos que pasará a otro astro o región en donde se le ofrecerá nueva escala para su ascenso al equilibro divino… (s)
La exigencia lógica vital de que realizado el proceso de la representación y la intelección, en tiempo y espacio, el viaje de cada hombre no culmine en el vacío, sino en la Realidad o Presencia o Dios:
El Inteligible (El Hombre, no los hombres) es el que vuelve al Paraíso cuando «todo el mundo se haya cumplido»; cuando todo el mundo haya sido entendido o glorificado; cuando hiciere la digestión de su deseo de ser como Dios. (t ii)
Vía…, viajero. ¿A dónde va el hombre? A siendo-entendiendo lo que es… ¿Y qué es? El entendiendo y lo entendido. ¿Y cuándo llegará? Eternamente el entendiendo glorificará al entendido, o sea, es un glorificar eterno al cuerpo o entendido; es eterna beatitud en El Inefable. (t ii)
El más allá de la muerte
Al final de su búsqueda, desde la vivencia de la libertad en la Gracia, por la fe, González logró responder la pregunta por el más allá de la muerte, que dentro del mundo de la necesidad nunca había podido responder.
La muerte es la vida o comunión con la Presencia, o sea, Cristo:
Soy muy feliz, muy feliz. Estoy enamorado, pero muy enamorado de la muerte, que es Cristo, es decir, la vida. (rpo)
… hoy, 28 de enero de 1949, vivo que soy inmortal. ¿Lo sé? No, señor. La palabra saber es para los que estudian en libros. Lo vivo es una realidad en mí, así como el 4 contiene al 1, al 2 y al 3, así contiene ella a «saber». Y vivo también esto: que para saber o vivir que somos inmortales, hay que pedírselo a Cristo. Es el único modo, es la puerta única. ¡Qué bueno! ¡Qué bueno! (rpo)
La muerte, muy viva, no opuesta a la vida, sino esencia de la vida, no me abandona. (rpo)
La presencia de Dios en el hombre, más allá de las vivencias representativas, o sea, la vivencia de ya, que encierra todo (eternidad):
No hay más Dios ni más vida que lo que tenga de pasado y de futuro tu vivencia de ya. ¿Y en la tumba? ¿En el hoyo? Ahí, Dios es presencia también. (lvp)
Cristo, manifestación de Dios, enseña a vivir la cruz y a triunfar de lo fenoménico:
[Lucas de Ochoa] será eternamente un sucediéndose en coordenadas, en infinito número de mundos…, a menos que Cristo viva en L. de O. y entonces entrará a la Beatitud. El tiempo existe como mi cruz, y si Cristo se me revela, moriré a mi cruz, triunfaré de la muerte. (lvp)
La Intimidad y las apariencias reconciliadas en la Intimidad (cielos), si se vivió muriendo, «haciendo el viaje». La Nada (infiernos y mundos aún por consumir o entender), si se vivió en la apariencia, sin entender o glorificar las representaciones en la Intimidad:
Como vivir en el Camino, o sea, luego de nacer de nuevo, es consumir la apariencia en la Intimidad, la Nada en la Intimidad, cuando uno muere queda la Intimidad y la nada que no haya consumido en ella. (Mundos para purgar la nada restante). Si no se consumió o reconcilió en la Intimidad la apariencia, sino que se vivió la apariencia, y ésta, con su causalidad, se apoderó del existente, al morir se es mayor nada. (Infiernos). Si se vivió muriendo y se reconcilió toda la nada o apariencia en la Intimidad, pues nada muere, cuando dicen que murió el santo. (Los cielos). En otras palabras: a) Cuando dicen los circunstantes: «murió», si todo era nada sin reconciliación, queda toda la nada. (Estos son los demonios, los espantos, los muertos longevos y hasta los muertos inmortales o fuego eterno). b) Si vivió uno muriendo, o sea, reconciliando su nada con la Intimidad y llegó al cabo de la obra, al morir es intimidad. (Los celícolas). c) Y como todo existente es síntesis de tiempo y eternidad, de Intimidad y de Nada, es claro que hay infiernos, lugares de padecer la nada. (lvp)
El yo, en cuanto síntesis momentánea de representaciones, en cuanto yo mental-pasional, no supervive a la muerte:
¿Unos muñequitos, los infinitos yoes, todos los yoes, eternos? ¿No es la Presencia lo eterno? A mí, a éste que estoy aquí, en esta cama; que estuvo vestido de camisita en donde las Hermanas; que donde los jesuitas vivió humillado y meado en la cama, asombrado por el padre Aguirre; y gateando y comiendo tierra en una casa de una calle de este pueblo… ¿En qué Yo de esos me van a eternizar? ¡Me cago en la mar salada! Lo que muere en un sucediéndose es el pasado y el futuro, porque se van haciendo presente. Nada real muere. Muere es la ignorancia al venir la Presencia. […] El hombre se acaba en sus coordenadas. No queda sino la Presencia. (lvp)
Vivir más allá de la muerte es, sin dejar de ser criaturas (siendo los mismos dentro de otras categorías no espacio-temporales), participar de la Inteligencia o la Realidad o el Amor o Dios, en categorías de infinito y de divinidad:
¿Quiero por ventura eternizar mi yo en algún tramo del sucederse mío? ¿De niño? ¿De mozo? ¿De viejo? ¡No y mil veces no! ¿Cómo, pues? Con la Presencia como mi posesión, conciencia de la Presencia; L. de O. consciente de la Presencia. No se trata del nirvana oriental. (lvp)
Sólo en Cristo es posible la conciencia viva de inmortalidad:
Me diréis: «¿Y cómo es eso? Si Cristo vive en mí, entonces no seré yo el que entra en el Reino, sino Cristo». No. El yo ahora es la idea de mi cuerpo o ser sucediéndose con el universo mundo. Cuando la Intimidad se me revela, el Yo (Lucas de Ochoa) ya no es la idea del sucediéndose sino la idea o vivencia de la Intimidad. Es mi yo, el L. de O. glorificado. (lvp)
Nada muere, la muerte es desaparición de apariencias (nada), paso de las apariencias existenciales a la desnudez del Ser:
Nada «muere». ¿Habéis visto «muertos»? El que haya visto «muertos» es porque es «muerto»: no vive aún el entendiendo en él; no ha nacido de nuevo; es nada, pues la nada es la que muere en el Ser. (t ii)
La muerte se reduce a vivencia de la ausencia como presencia:
El primero y beatífico fruto de la Sabiduría es el triunfo sobre la presencia de «la muerte», la cual es precisamente la Ausencia como presencia. (t ii)
En Las cartas de Ripol, en forma de tesis, se sintetiza bien qué sea morir y qué la vida post mortem.
La Presencia o Sustancia única no puede morir:
Tesis IV: La Presencia no puede morir. Prueba: La Presencia (con mayúscula) no puede morir porque ¿de qué moriría? (cr)
El hombre muere en cuanto existente, en cuanto representación de la Sustancia, Presencia o Intimidad, en tiempo y espacio:
Tesis V: Nosotros, presencias o existentes, moriremos en cuanto a la ausencia. Prueba: Así como la oscuridad, que es ausencia de luz, «muere» al encender un fósforo. Por eso, Jesucristo dijo de los «muertos»: «Dejad a los muertos que entierren a sus muertos». El hombre muere en cuanto no es Vida o Presencia. En la presencia humana muere la ausencia. Corolario: Así entendemos qué sea «morir»: morir entendiendo, morir en La Verdad, es nacer, en la Presencia; y morir ausentándose, morir en la ausencia es convertirse en más ausencia. Eso es el Lago de Fuego del que nos habla Lucas. Y los que mueren en ausencia son los luego espantos, los espectros, larvas del pecado original, muertos longevos. (cr)
Lo que muere es la ausencia, o sea, cuando el hombre va superando en el conocimiento vivo de la Totalidad o Presencia los pequeños conocimientos de pequeñas presencias de la Realidad, muere a esas pequeñas presencias:
Tesis VI: En nuestras presencias (con minúscula) va muriendo la ausencia, a medida que atisbamos y percibimos La Presencia, que está en nuestras ausencias, o pecado original, o espacio-tiempo, o mente y cuerpo pasional. Prueba: Tenemos una botella: jamás tendrá el vacío absoluto: si está «vacía», está llena de aire, no está vacía; si le sacáis el aire, está llena de éter; si la llenáis de agua o vino, etc.… Nunca hay vacío absoluto; hay La Presencia en la ausencia de los específicos […]. (cr)
Más allá de la muerte permanece el núcleo del yo, es decir, lo que dentro de las coordenadas del existir, envuelto en imaginaciones, dicotomías, conceptos, pasiones, apariencias, hay de Sustancia o Presencia o Realidad o Dios en el hombre:
Este yo que tanto usamos, tan desvalorizado como el sueldo y el céntimo, tiene un núcleo purísimo, más que purísimo brillante, más que Sirio, pero cubierto de mica, cuarzo y otros envoltorios, todos los trapos cagados en que está arrebujado Luzbel: La Ausencia. (cr)
Porque el yo representativo, apariencial, es ausencia, representación, dolor, angustia, cruz; solamente deviniendo o padeciendo la existencia aparente, o sea, agotando el yo representativo, puede ser encontrado el yo íntimo no representativo, «el núcleo del yo», la realidad positiva del hombre.
Eso es lo que significa la Encarnación, la Cruz, la muerte de Jesucristo: que la Sustancia o Presencia o Inteligencia o Amor llega hasta la apariencia del hombre (agonía, cruz, muerte) para sustentar, hacer real esa apariencia:
El núcleo es lo que persigue el Amor; por el núcleo (otro hijo de Dios) vino a encarnar La Inteligencia. Por eso Dios murió en la Cruz, para vencerla y rescatarnos. Eso no lo han podido entender los hindúes, por qué Dios tiene que ser crucificado. Pues por eso, por ser Dios, o Amor, o Inteligencia, o Realidad sustanciales. «Cuando me eleven, elevaré el mundo». Ese yo era suyo y lo amaba con el mismo amor con que se ama a sí mismo; estaba en infinita ausencia; bajó a los infiernos por él. ¡Eso es Amor, o Dios! (cr)
Si Dios no llega a la muerte del hombre, si Dios no muere la muerte del hombre, entonces su Presencia o Realidad abandonaría al hombre mortal, a la humanidad-mortalidad, al hombre-muriéndose, y no habría tal Dios-Único, ni tal Dios-Amor:
Dios se hizo voluntariamente muerto para poder pescar del mar de la muerte a la vida. […] … dioses con minúscula no tienen que morir crucificados; pero El Único, por Amor, tiene en esa Unicidad y en ese Amor la Inteligencia y Vida y ésta viene a la Muerte o Cruz para vencer a la muerte y rescatar o redimir su criatura. Así no hay sino un avatar o encarnación; los santos, santones y pecadores son avatares de Cristo en ellos: el Redentor, el Unigénito, uno con el Padre y con el Amor es Jesucristo. (cr)
El más allá de la muerte es la Realidad, la Unidad, la Vida: Dios y las criaturas, en categoría de eternidad:
Y los verdaderos yoes no envidian, porque al participar (mejor reflejar) de la Inteligencia, de la Realidad y del Amor, siendo estos Uno, Infinito, toda participación tiene la categoría de infinito. Muertos, verdaderamente muertos, tendremos categorías divinas, sin dejar de ser criaturas. Y dije «verdaderamente muertos» porque morir es difícil, es nacer. Hoy, creo, verdadero «muerto» o resucitado no hay sino Jesucristo. (cr)
Muerte no hay, pues todo sucede en Dios, la Vida y la Eternidad:
¡No huyáis, cobardes lloronas de entierro! ¡Nadie se ha muerto! ¡No muere sino la muerte! No leáis o recitéis el Padrenuestro y el Evangelio con voces de llorona, sino con la voz de la Vida, con la Paz y Egoencia de Nuestro Padre. ¿O sois hijos de la muerte? (cr)
¿Qué sabéis de la «muerte»? Todo lo que sucede, sucede en Mí, en la Eternidad; todo «morir» y «vivir» es en Mí, en La Vida. (cr)
Con mi vida de Dios-hombre vencí a la Muerte, propiedad de Luzbel… (cr)
Mirando con el ojo inocente se vive que:
… no hay muerte […]. (cr)
… «morir» […] es ver a Jesucristo… (cr)
* * *
Conclusiones
El largo camino antropológico que recorre González, desde el hombre modalidad de la materia hasta el hombre hijo de Dios, es un viaje desde la conciencia fisiológica hasta la conciencia cósmica o comunista o beata.
Qué sea el hombre, qué sea cada hombre, no puede esclarecerse sino desde su relación con Dios, por cuanto es nada con Intimidad, o, dicho de otra manera, patentización de Dios.
La realidad del hombre, la plenitud del ser del hombre, sólo aparece en la desnudez absoluta, una vez que por el devenir de la conciencia y la liberación de la gracia, la conciencia se universaliza, se superan las manifestaciones individualizantes, fisiológicas, pasionales y mentales del yo, y se desnuda el yo nuclear, «lo roqueño del Yo», que es la intimidad del hombre, o sea, la Intimidad que constituye la nada en participación de la Realidad.
Una vez que supera la última manifestación del yo aparente, la voluntad de eternización fisiológica, que es lo que constituye el fenómeno del temor a la muerte, sólo queda la pura nada de la representación (nihil) y la pura Nada de la Realidad (Néant), y allí, en el anonadamiento de las bienaventuranzas, se realiza plenamente el hombre.
La antropología de González se sintetiza como el viaje del hombre de existir como nada con apariencia de realidad, a ser Nada como Realidad sin apariencia alguna.
— o o o —
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Teología moral
La moral que vivió y propuso Fernando González es dinamismo dialéctico evolutivo, de la acción en la representación, dentro de las coordenadas espacio-temporales.
El problema fundamental de la moral que propone González es la conciliación de la inexistencia de culpa y culpables, en el mundo de la necesidad, con la existencia del pecado y los pecadores, en el mundo de la libertad.
La finalidad de la moral es la realización del hombre en la reconciliación de los opuestos contradictorios, en la contemplación de la Presencia o la Intimidad o el Ser.
El objeto del presente capítulo es patentizar cómo la moral que González vive y propone culmina en experiencia metafísica de unificación entre ser y saber, en el salto del existir al ser, en la experiencia mística de contemplación del Ser, más allá del bien y mal.
* * *
Metafísica y teología moral
La metafísica es amoral, está más allá de la moral, puesto que tiene por objeto el ser mismo y su devenir necesario.
El devenir de la Sustancia, única y eterna, representación continua en múltiples formas que culminan en la conciencia absoluta, está constituido por el complejo de hechos evolutivos, necesariamente determinados los unos por los otros, ni buenos ni malos:
La sustancia es eterna, pero la forma es continua representación. (sal)
No olvidemos que somos aficionados a la filosofía y que para nosotros no existen el bien ni el mal. Eso es para los moralistas. Para nosotros existen hechos que forman el complejo evolución. Desde tal punto de vista, todo lo que sucede tenía que suceder, era necesario. Todos los hechos están determinados por los precedentes y determinan a los que siguen, y la finalidad es la conciencia absoluta. (mc)
Metafísicamente no hay mal, ni culpa, ni culpables, pues el Ser o Sustancia única, en categoría de eternidad, es ajeno a las categorías de bien y mal; y patentizado en los existentes, dentro de categorías de representación, es cumplimiento necesario de su destino:
… no me importa eso de bueno, malo, moral, sino que me importa la metafísica. Es bello lo que cumple su destino, a saber: un sapo bien sapo, un dictador bien dictador. (mc)
¿La culpa? Nadie tiene la culpa. No hay mal ni enemigos. Hay una escuela y se aprende mucho. (lvp)
Los actos humanos, en cuanto expresión del espíritu que subyace a toda representación, no son, metafísicamente, ni buenos ni malos:
No concibo qué sea un hombre malo, ni he visto en mi vida una acción mala. Todo hombre y toda acción, cuando se miran bien, aparecen dignos de que uno se entristezca. (pv)
En todos los ojos se ve al espíritu; cuando se ha llegado a ese plano de existencia, no se puede ofender a ninguno, ni a quien nos ofende. Nadie es malo, nadie, ni la niña que asesinó a su padre; hay gente que aún no ve, pero en todos los ojos está el espíritu. Además, no podrá aparecer el sucesor del hombre sino cuando haya desaparecido toda ceguedad. (hd)
¿Qué me importan la moral y la ley, a mí, el predicador de la personalidad, de la auto-expresión, a mí, que amo a Jesús y al diablo, a Bolívar y a Gómez…? No amo sino a los honrados con su propia alma. (n)
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Origen de la moral
Raíces ontológicas de la moral
Aunque metafísicamente no haya lugar para el bien y el mal, ni en el Ser no-representativo ni en los seres existentes en representación necesaria, sin embargo, la moral tiene raíces ontológicas, en cuanto cada existente es concreción de materia con alma, o idea de sí, y tendencia a la autoafirmación, según el alma o idea que de sí mismo tiene.
Cuando el ser representativo y consciente de sí se mantiene o perfecciona en su ser, según la idea que de sí mismo tiene, y atribuye su afirmación o progreso a alguna causa objetiva, genera los entes psíquicos bien y alegría; cuando sucede lo contrario, origina los entes psíquicos mal, tristeza y dolor:
… cada ser es una concreción o modo determinado de la extensión (su cuerpo), con la idea de ese cuerpo actualmente existente en acto (el alma). La amiba, el pez, el reptil, etc., cada uno es la idea o alma de su respectivo cuerpo existente… Y así, por las coordenadas de su cuerpo, de que tiene idea, aparece la afirmación de sí mismo o conato. Y nace su Bien y su Mal. Cuando pasa a mayor perfección su cuerpo, ídem su alma o idea, y siempre acompañada con la idea de un objeto como causa. Así nacen «alegría» y «bien» como nombres de sentimientos y de los objetos causantes. Y si pasa a menor perfección, «tristeza», «dolor» y «mal». (lvp)
Toda vida psíquica, en cuanto es conativa, es moral; es decir, todo viviente genera entes psíquicos como producto de su conación de permanencia o perfeccionamiento:
Tal es el origen de la moral y de los entes psíquicos todos. El caballo tiene conato de caballo: afirma su propio ser. Cuando tal afirmación pasa a perfección, está alegre; y triste, en el caso contrario. Y el mundo exterior que acompaña tales cambios es «odioso» o «amable», y tenemos su bien y su mal. (lvp)
La moral humana es la más desarrollada, pues el hombre, en cuanto microcosmos que contiene todos los seres, es idea de todos los existentes, puede ser afectado por todos ellos, a todos los puede afectar, y puede cometer toda animalidad o llegar hasta la Intimidad:
Y el hombre, alto en la escala de los existentes, complejo más que todos, hijo de todos, es microcosmos, y su alma o idea de su cuerpo complejísimo, que puede ser afectado por todos, es, por decirlo así, panidea: idea de todos los existentes. Por eso, puede cometer la animalidad toda y contemplar la Intimidad. (lvp)
Ontológicamente, como factor de la necesidad, el hombre es amoral, ser de determinismos; como existente necesariamente operante, que se desarrolla aceptando y viviendo los diferentes niveles o coordenadas de la existencia, en la lucha y la elevación motivacional, es ser moral:
El metafísico sabe la necesidad de los sucesos. ¿Se deduce de ahí que no deba obrar? No, porque además de metafísicos, somos morales; la vida terrena, en el espacio y el tiempo, nos obliga a ser morales, es decir, a separar las cosas y hechos en buenos y en malos. El hombre es factor de la necesidad. Vivimos en varios planos: vegetativo, animal, mental, moral y metafísico. De nada debemos renegar: vegetales, cuando se trate de ello, y animal, y niño, y gobernante y metafísico cuando se actúe en esos planos. […] Un hombre completo no reniega de la guerra, del pecado y del mal. Elevar la motivación, pero no renegar de los actos. Ahí está el deber. (n)
Raíces teologales de la moral
La existencia moral del hombre también se fundamenta en la teologalidad, o sea, en la relación de Dios con la intimidad del hombre y en la íntima relación del hombre con Dios:
Entiendo por teología moral el estudio de Dios en cuanto se relaciona con el hombre. (er)
¿Quién es el juez? ¿Quién conoce sus méritos y sus culpas? […] Nadie sabe las cosas que le decía a Dios en sus momentos de íntima convivencia con Él en soledad. […] ¿Quién es malo? ¡Si nadie oye lo que otro dice a Dios cuando entra a saludarlo! (dm)
El hombre, así como manifiesta el espíritu al representarse como existente evolutivo dentro de determinismos dialécticos necesarios, también asciende, como ser teologal, desde la necesidad hasta la conciencia universal o comunión con Dios, en la sabiduría, a través de la lucha moral:
Todo acto merece compasión, y ninguno debe ofendernos. […] Todas las acciones son hechas con el fin único de hallar felicidad. (pv)
No espero ni me arrepiento. Esa es la sabiduría. Trabajo como el que espera, pero no espero sino que gozo y aprendo, ascendiendo en conciencia. (msb)
El ascenso perfectivo del hombre patentiza la condición teologal del hombre moral:
Sin el mecanismo del remordimiento, el hombre no sería el que es. Sería un ser tranquilo, sin porvenir, como el caballo. En los otros animales no existe el remordimiento. De ahí su belleza plástica, su naturalidad. Mientras que nosotros tenemos aspecto de promesa, de obra comenzada, de esbozo. Como animal, es detestable el hombre. El remordimiento comprueba que somos futuros diosecitos, o sea, herederos del reino. El remordimiento es prueba de que no somos completamente terrenales; que habitamos aquí provisionalmente, como en una escuela. (er)
El hombre, existente moral
Existiendo agonística y ascensionalmente, el hombre realiza el ser moral en el que está constituido en virtud de su naturaleza psíquica y teologal.
El hombre es existente moral porque llega a la plena unificación con la Sustancia única o Esencia amor o Realidad viva, padeciendo, representando y agotando los entes morales:
¿No seremos todos los hombres iguales, pobres pavesas que irán a consumirse en el fuego de amor cuando terminen los eones? (dm)
El culminar del conocimiento es el sentimiento de un solo ser (Dios). Unión divina; ascenso a Dios. Ahí desaparecen los sentimientos de bien, mal, pecado, dolor y placer, todos los entes morales, entes de la imaginación. (me)
Porque al irse siguiendo atentamente, en el padecimiento y la meditación, logra vivenciar y concientizar, en el tormento o remordimiento, los múltiples hechos de su inestable psiquismo:
… el que tiene unidad psíquica, carece de remordimiento. Este no es posible sino en el hombre que se desdobla, y que por eso mismo se critica. (dm)
Mientras más complejo el individuo, mayor delicadeza, mayor sensibilidad, más tormentos. […] Los minerales son muy sencillos; reaccionan siempre de un mismo modo. Los vegetales comienzan a estar atormentados, pero imperceptiblemente. Los animales inferiores, un poco más, y así hasta llegar al hombre, de quien podemos decir que es un ser atormentado por el remordimiento, un ser moral. (er)
Porque posee la capacidad de remordimiento, o sea, el poder de concienciar el reclamo de los instintos vencidos:
… ese dolor que se experimenta después de toda acción, no es otra cosa que los lloriqueos de los instintos que se oponían a ella. […] ¡Sean para mí, desde ahora, santos los tormentos! ¡Santo sea para mí el dolor! ¡Santo sea el remordimiento! (pv)
… apareció el remordimiento. Este es el dolor de un instinto no satisfecho, de un deseo contrariado… […] ¿Entendéis ahora por qué yo exclamo: ¡Viva el remordimiento!…? ¿Entendéis por qué yo alabo al remordimiento como al musageta de toda filosofía…? (pv)
El remordimiento es el dolor de los instintos vencidos. (pv)
Porque es capaz de guerra interior, debido a su condición existencial, pasional-mental, que lo constituye como luchador que asciende en virtud del remordimiento:
El hombre asciende en virtud del remordimiento: despreciamos al ser actual y actuante que somos, porque la inteligencia nos muestra seres que obran mejor y deseamos ser como ellos. De allí que nuestros actos nos remuerdan. (er)
El hombre no puede estancarse en un lugar, idea, hábito; tiene que ir adelante, transformándose, como las plantas y los animales, como el reino mineral también. […] La guerra es de la naturaleza humana; sin ella, el hombre degenera, no progresa. […] ¿Es de la naturaleza humana, de toda la naturaleza, la tendencia al sacrificio, a la superación, a resucitar sobre su propio cadáver, a convertir en cadáver lo que somos? Concedo. La lucha con pasiones, con dificultades, consigo mismo, ¿es natural al hombre? Concedo. ¿Es natural al hombre, necesaria, determinada forma de lucha, de guerra, por ejemplo, la que consiste en matarse mutuamente? No. (sal)
El instinto de lucha o guerra es lo natural; sus maneras son contemporáneas y determinadas por los cuadros sociales, por la evolución a que se haya llegado. […] Pasteur ¿no fue un guerrero?, ¿y Edison?, ¿todos estos sabios? Don Bosco, ¿qué fue? Job fue tan soldado que definía la vida como milicia. ¿No fue el rey de los guerreros Jesús Cristo? (sal)
Para muchos es motivo de pesimismo el que seamos guerreros. ¡Pues si esa es la prueba de que vamos! […] Estemos alegres porque somos guerreros. (sal)
El amor por la guerra es propio de las naturalezas nobles que pronto llegarán a ver a Dios. (er)
La vida es vasija; no tiene sino lo que en ella echamos. El hombre es animal moral. Valemos en cuanto nos sacrificamos. (er)
Porque es luchador social, que aunque moral, política y jurídicamente está sujeto a determinismos económicos, sin embargo, determina los fenómenos jurídicos, morales y religiosos desde su íntima estructura individual:
El carácter moral y filosófico es al mismo tiempo una resultante de la determinación del factor económico. (ep)
La moral y la política son creados por el factor económico. (ep)
El Derecho, la Moral y la Religión son determinados en cada país por la estructura íntima de los individuos que lo componen. (ep)
Por la condición trascendental de la existencia humana:
El hombre es moral, o sea, asciende en planos de motivación. La vida moral consiste en odiar al que fuimos y amar al que seremos, o sea: Somos el animal erecto que mira hacia el cielo. (er)
Porque tiene la capacidad de determinar el significado moral de los propios actos, y la intencionalidad de los actos ajenos que lo afectan:
El significado moral de los hechos lo determina la vitalidad del actor. (dm)
… todo el que sufre tiende inconscientemente a comprender las intenciones de su verdugo, por las actitudes. Los insectos que han adquirido en sus formas y colores la misma apariencia de las ramas en donde viven, son ejemplo típico del poder de la inteligencia. (mc)
Porque, en cuanto existente complejo, inestable y consciente de su falta de unidad interior, posee la capacidad de generar remordimientos y conciencia de pecado:
Yo no soy uno, y de allí los remordimientos de conciencia. (msb)
¿Por qué el hombre es moral, o sujeto a remordimiento? Los constituyentes psíquicos están en perpetuo equilibrio inestable. La resultante a que llamamos yo cambia a cada instante, con las mutaciones fisiológicas y del ambiente: de ahí resultan las tentaciones, el pecado, los remordimientos. (er)
¿De dónde más, si no de que la personalidad humana es compuesta, puede provenir la conciencia de pecado? (me)
Porque la solidaridad ancestral en la incapacidad de conocimiento y de acción genera en él la solidaridad en la conciencia de pecado:
El hombre es melancólico; el mono es inocente. Aquél arrastra un gran peso, el pecado, sobre todo nosotros, descendientes de todas las razas y contaminados por los inmigrantes de todos los claustros. Los hombres parecemos presidiarios descompuestos por la pesada cadena: el peso del pecado nos quita la gracia. El amor es feo en el hombre, por eso. Por eso es feo todo acto de hombre. El mono se rasca la cabeza con gran inocencia. El hombre no sabe comer, ni beber, ni amar. Todo en él es contradicción porque está contaminado por el remordimiento, por la conciencia de su «pecado». […] Cuando el hombre come, la boca muestra la imperfección del pecado de la gula. Cuando ama… (msb)
El hombre es el animal que investiga, que aprende, a quien se enseña hasta el amor a la madre, pues no sabe quién es, ni de qué es e ignora lo que debe o no debe hacer. ¡El hombre no sabe ni cómo orinar! Hasta en eso hay materia de pecado, hay un enredo. (msb)
Porque es capaz de encauzar la energía hacia la disciplina, la autolimitación, la contención, la trascendencia, todo lo cual crea el misterio, la gracia y la moral:
La moral son linderos que crean el pecado y, por consiguiente, el misterio, el amor, la picardía, la gracia. Ésta consiste en la agilidad con que el hombre se mece en la barrera que separa el bien del pecado, sin dejarse ir; es un asomarse a lo prohibido. (hd)
La vida del hombre es disciplina. Hay que manifestar la energía por donde no es su cauce, so pena de descender hasta el infierno. El que sigue sus hábitos de beber, y comer y pensar, termina bebiendo suciedades, comiendo inmundicias y pensando en tinieblas. (er)
Porque desde la inteligencia crítica, valorativa e idealizadora, es capaz de generar vivencias, nociones y juicios de responsabilidad, remordimiento, utilidad y pecado:
… el hecho evidente es que uno se critica, es un juez que habla recio y dicta la sentencia siempre que ocurre algo grave, como una muerte de un ser próximo, un rayo en la iglesia de San José o un viaje por caminos oscuros. El hecho es: uno vive y se juzga como responsable de sus actos; no importa que razone cien años en contra; y antes de morir hay un instante en que uno se juzga definitivamente. (dm)
¿Qué importan el estupro y el robo, si ningún humano busca sino la belleza, pero todos caemos en el fango, y siempre nos disgustamos al vernos sucios? (dm)
El hombre tiene la inteligencia y el pecado; se critica; percibe ideales y de ahí nace el remordimiento. (hd)
La bondad y la maldad pueden definirse de igual manera, cambiando el término poder por utilidad. (ni)
El hombre da la impresión de que no se encuentra bien en la Tierra. No hace nada con la sencillez y elegancia de los otros seres. Inventó el pecado y de ahí que tenga ojos y maneras de criminal, cuando come, cuando camina, cuando habla, cuando cohabita. Podemos afirmar que el hombre, en la Tierra, no se siente completamente en casa, no está aclimatado. (er)
Todos somos ansiosos de amor y de belleza, y, por eso, equivocados, prostitutos. (n)
Porque siente la necesidad de despertar la conciencia del propio valor y, objetivando la culpa propia, inculpando y devaluando a los otros, y creando mitos, llega a libertarse de la conciencia de culpa y de disminución:
¿Qué hay detrás del juicio? La necesidad biológica de librarse del sentimiento de «la culpa», una de las cuestiones más hermosas de la psicología. Todo derrotado, todo entristecido, todo el que padece disminución, busca objetivar la culpa; las idas y venidas de un entristecido pueden compararse al de quien lleva una carga a botar, que mira para todas partes, buscando en dónde. Los griegos temían a la fatalidad, a los dioses vengativos, y las obras de sus grandes trágicos consisten en mostrar al dios que tuvo la culpa. En el cristianismo, como el hombre dizque es culpable, todos buscamos un semejante que nos lleve la cruz. Y, como «conocemos nuestros actos, pero no los motivos de ellos», en Francia creen que están haciendo justicia. A esto se reduce todo este periodo de la posguerra: a buscar culpables. (ant xvi)
La íntima actividad humana es objetivar los «males», arrojando la culpa a los semejantes. Es la raíz del arte, de los mitos. (me)
… la oculta finalidad de las filosofías morales es objetivar «la culpa». El asceta busca el Cielo, el dominio sobre sus pobres deseos: comprobarse que es un «grande hombre». (me)
Porque al trascender tiempo y espacio tiene la capacidad de generar esperanza y desesperanza:
Esta serie de esperanzas y desilusiones son trascendentales, son el mecanismo de la teología moral. Esa esperanza de encontrar algo que no sabemos qué es ni dónde está constituye el encanto de salir a pasear por las callejuelas y los bulevares; constituye el encanto de los viajes […]. Racionalmente estamos convencidos de que la cosa no existe, pero vivimos esperanzados. Parece que la sinergia orgánica tuviera por objeto no dejar debilitar la esperanza. (er)
Porque tiene la capacidad de generar bienes y males, al triunfar o fracasar en el empeño de autoafirmación y perfeccionamiento:
… cada ser es una concreción o modo determinado de la extensión (su cuerpo), con la idea de ese cuerpo actualmente existente en acto (el alma). La amiba, el pez, el reptil, etc., cada uno es la idea o alma de su respectivo cuerpo existente… Y así, por las coordenadas de su cuerpo, de que tiene idea, aparece la afirmación de sí mismo o conato. Y nace su Bien y su Mal. Cuando pasa a mayor perfección su cuerpo, ídem su alma o idea, y siempre acompañada con la idea de un objeto como causa. Así nacen «alegría» y «bien» como nombres de sentimientos y de los objetos causantes. Y si pasa a menor perfección, «tristeza», «dolor» y «mal». Tal es el origen de la moral y de los entes psíquicos todos. El caballo tiene conato de caballo: afirma su propio ser. Cuando tal afirmación pasa a perfección, está alegre; y triste, en el caso contrario. Y el mundo exterior que acompaña tales cambios es «odioso» o «amable», y tenemos su bien y su mal. (lvp)
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La lucha moral
El hombre, por el hecho mismo de serlo, es combatiente moral, pues la existencia humana, en cuanto vivencia de la desarmonía, la melancolía, la malicia, el mal y el pecado, dentro de un cosmos inocente y alegre, es lucha entre el bien y el mal:
El hombre es doble; el bien y el mal luchan en él. (vp)
La casa del hombre es el lugar del pecado. Toda la vida cósmica es ordenada, metódica y alegre. (vp)
¿Por qué hay sobre la Tierra un animal que ignora lo que debe hacer y que todo lo hace como si estuviera fuera de su medio? ¿Por qué hay en el mundo un ser que es una nota desarmónica en el armonioso conjunto? ¿Por qué hay melancolía en medio del soberbio equilibrio de las estrellas…? ¿Será porque el hombre es el hijo de la malicia? (msb)
La Tierra está destinada sólo para la felicidad, y el hombre es el depósito del mal. (msb)
… el hombre es corrompido; carece de inocencia. (sal)
El hombre es existente descontento y avergonzado de su animalidad y de sus habituaciones, que en el tormento de la inconformidad busca permanentemente la trascendencia:
El hombre grande es el que está descontento de ser el animal que suda, digiere y tiene hambre; en su cuerpo, feo siempre, ha dejado el tormento de la inconformidad la desarmonía […]. (vp)
Indudablemente que nos aborrecemos, que odiamos nuestros propios hábitos, y por eso somos el animal que tiende, el animal descontento. (dm)
Tenemos vergüenza de ser animales. He ahí un hecho que nadie puede negar. (er)
La vergüenza es consecuencia del pecado […]. (ant xi)
El hombre es ser desadaptado a la condición terrena, que desterrado o perdido, lucha permanentemente por hallar algo que se le perdió:
… el hombre vive y actúa en la tierra como quien no es de ella completamente, y jamás se aclimata a ella. (dm)
Indudablemente, el hombre es un ser que está perdido o que busca una cosa que se le perdió […]. (er)
En este processus de la moral: variedad de instintos, tentación, remordimiento, pecado, arrepentimiento, se halla la explicación de por qué todos los buenos observadores han dicho que el hombre no es completamente terrenal. Es un desterrado. Es un pájaro manco. Es animal que se tapa con hojas. […] ¿Por qué nos avergonzamos de la Tierra? He ahí todo el problema moral y religioso. (er)
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La noción de culpa
Fernando González va deviniendo la noción de culpa en dos grandes etapas: dentro del mundo de la necesidad causal y dentro del mundo de la gracia.
La culpa en la etapa determinista de la necesidad causal
Durante la etapa determinista de sus viajes, Fernando González entendió la moralidad de los hechos como ente imaginario, resultante del proceso psicológico de la absolutización de los conceptos deterministas, causalidad y necesidad:
El significado moral de los hechos lo determina la vitalidad del actor. (dm)
… las obras son síntomas de los instintos en lucha, síntomas de la vida. (er)
… todo es causado. Es la necesidad. […] El único compañero del hombre en la Tierra es la necesidad. Lo demás es opinión. (me)
La culpa es mito, ente imaginario, nacido de la incapacidad humana para comprender los sucesos:
Aquí nos es indispensable analizar un mito: la culpa. «La culpa» es ente imaginario que está en razón inversa de la comprensión del suceso; no hay responsables… Un buen defensor… Los presidiarios lo son porque no tuvieron quién explicara sus vidas. (me)
El mito de la culpa se origina en los fenómenos de subjetivación (apropiación causal de hechos) y de objetivación (valoración y conceptualización de vivencias):
Manjarrés estaba transformado. Se había hecho «bueno». Conversaba con «amor». A todas horas estaba «amando». […] ¿Qué sucedía? Que el ser que «tenía la culpa de su fracaso» se consumía y entraba en la muerte. Por consiguiente, Manjarrés se sentía culpable; a medida que Josefa se moría, él adquiría mala conciencia. Es el fenómeno del remordimiento. […] Manjarrés se había vuelto «bueno», porque su mal se le subjetivaba con el enflaquecimiento de la cónyuge. ¡Pero qué problema! ¿De suerte que el hombre «bueno» lo es porque se siente culpable? ¡Claro! Quien se hace «bueno» ya no es egoísta, se está descomponiendo. (me)
Quien se echa «la culpa», ya está muerto. (me)
La absolutización de los conceptos deterministas de causalidad y legalidad conduce a la idea de un dios necesariamente entrelazado a la cadena de la necesidad causal, que, por ello, en cuanto bueno y justo, está necesariamente obligado a causar sufrimiento a quien no ha obrado bien:
La posición de los amigos de Job es la que han tenido los gnósticos y que tienen los actuales teósofos: que la ley obliga al Néant (Dios); que el sufrimiento es consecuencia del pecado, y la felicidad, de las «buenas obras». La ley de causalidad. La posición (o enfoque del problema, como dicen hoy) por parte de Job es no aceptar que sufra por malo y un no aceptar que pueda sufrir un hombre puro. Es la misma de los amigos. (lvp)
La culpa en la etapa de la liberación de la causalidad
En la etapa de la madurez, desde la vivencia de la gracia y la reconciliación de opuestos, González entiende los entes bien, mal y sufrimiento como resultantes de la ausencia de Presencia en los existentes, y, desde tal noción y vivencia, explica la posibilidad de su desmitificación.
Las experiencias morales son exclusivas de los existentes. Dios, cuya categoría es la pura y plena Presencia, es ser acausal (ni causado ni causante):
Dios no perdona ni condena, sino que, al arrepentirnos, parece que nos causara diferentes efectos. (hd)
El ser está fuera de la apariencia: esto es evidente. Dios no existe. Es. Yo soy el que es. Si de Dios se pudiera tratar, sería fenómeno. (er)
Dentro de la dialéctica Intimidad-representación-reconciliación, el mal, el pecado, la culpa, vividos mítica y subjetivamente, son expresión vivencial de la carencia de reconciliación entre representación (seres existentes o aparentes en coordenadas) e Intimidad (Dios, Néant):
«Pecado» es una perturbación de la Intimidad. (lvp)
El mal consiste en que el Yo, la conciencia, no llegue a la reconciliación de las apariencias con la Intimidad. (Ésta es la idea de Dios en el hombre). (lvp)
El pecado es la esclavización del hombre al mundo dialéctico de la necesidad causal, por la personificación y enfrentamiento de la apariencia o nada humana a la Intimidad:
El secreto del fuego eterno es este: que si uno personifica su nada y la enfrenta a la Intimidad, ése es el pecado contra el Espíritu Santo y lo coge la dialéctica de la nada, el serrucho de la causalidad, y ¿cómo volver a la Intimidad? ¡Imposible para el hombre, pero todo es posible para la Intimidad! (lvp)
No hay nunca culpables. Sucedió lo que estaba sucediéndose hacía tiempos remotos. Las leyes se dictan para sujetar con ellas a los espíritus ciegos, que somos casi todos, y tengamos así libertad en las leyes. La verdad es la que liberta de las leyes. La Intimidad, Cristo, nos libertó, dice san Pablo, de la ley antigua. Esta es una de las islas bienaventuradas y que llamaremos La Verdad. En esta isla podéis visitar estas regiones: Cada verdad que viváis os hace libres en el espacio que ella comprende. Se es tan libre en cuanto se viva en la Intimidad. Sólo es perfectamente libre El Reconciliado. (lvp)
La culpa conduce al infierno, o sea, a la sujeción a la dialéctica de la necesidad, que nunca se acaba mientras se viva en las categorías espacio-temporales de la representación causal:
Infierno, igual a ignorancia, oscuridad, con sus ansias y pasiones. Cielo, igual a vivencia-conocimiento, con sus noches cargadas de silencio. (lvp)
Es cierto que Cristo habló del «fuego que nunca se acaba», pero también es cierto que «nunca» se refiere a este tiempo, que es categoría de la vida humana. […] Puede ser en abismo insondable, en nada grandísima, pero hay Intimidad. «Nunca», en «ningún tiempo»…, pero, ¿si el tiempo es categoría de este universo en que habitamos ahora? ¿Quién conoce los secretos de la Intimidad? Pero nada sé, en definitiva, de este misterio del fuego eterno. Ninguna vivencia, titubeos… (lvp)
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Dialéctica moral
Como la moral pertenece al mundo de la representación, y toda la representación es dialéctica, la moral es proceso dialéctico de crecimiento en conciencia, que va de la lucha entre los contrarios bien y mal, en la representación existencial en coordenadas, hasta la reconciliación de los contrarios en la Presencia o contemplación del Ser, en eternidad.
El proceso dialéctico moral parte de la moral externa, impuesta desde fuera, moral de código, ajena a la libertad interior, propia de conciencias inmaduras y de vidas senescentes; continúa en la moral interna, centrífuga, lucha por la apropiación del universo, a través de la lucha entre los contrarios bien y mal; culmina como moral «más allá del bien y del mal», en la reconciliación de los opuestos en la Presencia, por la comprensión y la contemplación, en la conciencia universal o Amencia o Beatitud.
Moral externa o formal
La moral de código es moral petrificada, conceptual, aceptada, intrascendente, expresión de hombres y culturas de ocaso:
Los códigos morales, las virtudes aceptadas, petrificadas, las catalogaron hombres debilitados ya. Predicador de moral se llega a ser al declinar de la vida. […] Grecia nos da un ejemplo cuando, al decaer, apareció aquel tábano sobre el caballo Atenas: Sócrates. […] Sócrates, feo y frío, lógico como un serrucho, tolerante y descreído, apareció cuando se acabó el ánimo griego. Surgió la moral, ese chorro inicuo de frases que sale de las bocas sin dientes. (vp)
… el 24 cumpliré 39 años, y hasta ese día he resuelto que dure mi primavera, con reacciones fuertes, no deliberadas. Desde ese día me entregaré de lleno a la virtud, es decir, al otoño. (ce)
… al envejecer, cuando los instintos vitales disminuyen, el hombre siente remordimiento de haber vivido. Decimos entonces que se espiritualiza. (ce)
La moral de código es la moral de la pobreza vital, expresada a través de los prejuicios; moral que ni aparece ni molesta, porque porta y expresa una tabla de valores sintomática del estado humano y social que la promulga:
A medida que crece nuestra pobreza vital, aumenta nuestra moralidad y nuestro apego a los prejuicios y al valle en donde el Negro Cano comercia con las ideas generales. (vp)
Los que llama buenos la sociedad son los incoloros cuyas acciones no aparecen. (dm)
A los instintos anárquicos que de vez en vez aparecen en el hombre y lo dominan momentáneamente, es a lo que llamamos el mal. El modo de obrar aceptado por la sociedad en determinada época, es lo que se llama el bien. Esos dos entes son la moral oficial, la del hombre-vulgo. Así, el remordimiento de la moral vulgar es muy fácilmente determinable. (er)
… la moral es tabla de valores dada por las tendencias dominantes; que, por ende, es sintomática. (ce)
Moral centrífuga o viva
La bondad viva consiste en proceso vivo de lucha por llegar a la comunión o apropiación de seres en la comprensión trascendente, más allá de la apariencia:
Tengo una gana loca de ser bueno. Es decir, de comprender más cosas, de apropiárselas, de trascender más y más la apariencia. (hd)
La moral auténtica es interior, centrífuga, carente de coerciones externas y resultado del estímulo, la disciplina o guerra o tiranía interior:
Al hombre no se le puede hacer bueno por medio de la coerción, del miedo y del asesinato. La bondad no es un barniz, sino fuerza centrífuga. Los métodos psicológicos son los que hacen bueno al hombre: educar, estimular, sugerir. (hd)
La libertad del hombre no se puede tocar, sino encauzar. Todo, familia, sociedad y Estado, es un medio para el progreso del individuo. Éste es la única promesa de la tierra; es el hijo de Dios vivo. (hd)
El alma humana no se manifiesta sino en la libertad externa y por medio de la tiranía individual sobre las pasiones. (hd)
El que busca la bondad fuera de sí mismo es vicioso y no encuentra sino vicio. Antes de pretender convertir a otros, conviértete. […] Hay algunos que buscan ejecutar actos heroicos de bondad: son viciosos. […] Lo único difícil es la constancia en la bondad oscura y sin llamaradas. Ser un pequeño héroe: he ahí lo difícil. Los verdaderos santos no los conoce el mundo. Lo demás es vicio fácil; acto heroico y rápido, presenciado, es vicio fácil. […] El que busca meterse en el alma ajena y modificarla es vicioso. (n)
Moral más allá del bien y del mal
Bien, mal y sufrimiento no son manifestaciones de bendición o punición divina, sino formas de presencia de la ausencia, o de ausencia como presencia, en la conciencia del hombre que está deviniendo su representación.
Quien hace su viaje moral, llega a la superación de los contrarios bien y mal, yo y el otro, en la Intimidad:
¿La culpa? Nadie tiene la culpa. No hay mal ni enemigos. Hay una escuela y se aprende mucho. Apenas se siente la Intimidad, el camino es fácil, las jornadas rinden cada vez más y se marcha con miradas a horizontes lejanos: parece que fueran cesando los bienes y males, y que ya va a aparecer sólo la Intimidad, el Padre nuestro. (lvp)
Al final del drama aparece la Intimidad desnuda y su posición trasciende toda posición o enfoque: que el Néant no está sometido a nadie ni a nada, que no es contenido ni continente y que ellos (los contendores) son nada o ignorancia… Job aceptó, vivió ser nada ante la Intimidad, y Dios indicó que esa era la actitud verdadera de la nada: reconocerse nada en la Intimidad, y que todo «bien y mal» nace de la ausencia de Presencia en la nada. No creo que se pueda pasar de allí en los viajes o metafísica. Es lo más grandioso acerca de este misterio, después de la vida de Cristo. (lvp)
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Naturaleza de la acción moral
La acción moral es acción vital de todo el hombre: reactividad fisiológico-emocional, lucha entre instintos, intuición subconsciente, elaboración consciente de ideales, actividad social, todo lo cual se sintetiza en el remordimiento o dolor de los instintos vencidos que, al impulsar al hombre a superarse para conquistar el ideal, lo hace crecer en humanidad.
La acción moral, como conciencia de estado orgánico, se genera desde los instintos:
Los impulsos instintivos son trampolín. (ant xv)
Llegado a este punto, creo que la moral es así: debemos cumplir las tendencias latentes en nuestro ser. (ant vi)
… todo fenómeno moral es conciencia del estado orgánico. (ce)
Es proceso motivado subconscientemente, igual que las actividades fisiológicas, emocionales y mentales:
La moral son linderos que crean el pecado y, por consiguiente, el misterio, el amor, la picardía, la gracia. Ésta consiste en la agilidad con que el hombre se mece en la barrera que separa el bien del pecado, sin dejarse ir; es un asomarse a lo prohibido. (hd)
… se trata de sucesos internos, motivaciones, vida subconsciente. Note el lector que los hechos materiales han sido pocos y entienda que nunca me propuse nada con Toní. Y, sin embargo, ahora comprendo que mentalmente, la mente fisiológica e instintiva, pecaba. Nos engañamos a nosotros, o sea, a la conciencia, pero no puede engañarse a la mente instintiva. Si ahora fuera a morir, diría: hasta aquí, no pequé; hasta aquí fue el lógico desarrollo de las motivaciones y maneras que me dieron mis abuelos, las hermanas de la Caridad, los jesuitas, la sociedad toda. […] La subconsciencia es la que peca, prevarica. Así pasa con los jueces, que viven prevaricando, pero honradamente. Prevarica la mente instintiva. […] La compasión nace por asociación de emociones, y se va prevaricando poco a poco. (er)
Estamos en el fondo del hombre. En este oscuro bosque se elabora la vida moral, inconscientemente, y la conciencia es apenas como la cima de las montañas iluminadas por el sol, o que emergen del mar. (ce)
… Estanislao, ¿crees que se pueda ordenar así: «¡Cree!» «¡Ama!»? No; creer y amar son cosas involuntarias. Creemos lo que está en nosotros y amamos lo que deseamos. (ce)
Es vivencia consciente de infidelidad, o sea, de estado de imperfección humana que por medio de la imaginación de ideales, impulsa a la búsqueda de la divinidad, que es el destino del ser moral:
La infidelidad, tal como la describo, es patrimonio de las almas cuyo destino es la Divinidad. Es gran virtud. Procede del estado de imperfección que nos induce a buscar. Los hombres fieles no tienen porvenir. Las muchachas que van a venir son imaginaciones que sostienen la vida y la entretienen. La realidad es siempre sombría. (er)
El proceso moral es lucha interna entre instintos, que genera emociones y se objetiva en sentimientos de alegría, triunfo, derrota, libertad, etc.:
El hombre es moral, o sea, guerrero. De ahí que nunca haya alegría simple. Sin dolor no puede haber alegría, y viceversa. Alegría y dolor, como elementos simples, no existen sino en abstracto. La emoción no se produce sino en los actos acompañados de lucha interna, y, por ende, todas son compuestas de gritos del instinto triunfante y de lamentos del vencido. (er)
… la libertad es sentimiento u objetivación; otro es la salud; otro la belleza; la esclavitud y la fealdad lo son también. (ce)
La lucha entre instintos se encarna, moralmente, en el padecimiento de la representación pasional, y en el entendimiento de la misma, por la meditación:
Abstente de cumplir tus pasiones y actúa siempre para elevar la mente de todos. ¿Estará bien esto? No. Si uno no obra su representación, ¿cómo trasciende o entiende? ¿No se queda ahí, lo mismo que si no hubiera nacido? ¿No será precisamente la escuela en que todo entra con sangre? ¿El bautismo de sangre y fuego? […] Decididamente, es una escuela y el lema es el viejo que siempre he tenido: «Padezco, pero medito». Los filósofos que pretenden dar a sus discípulos los frutos cosechados por ellos, conceptualmente, ¿no cometen el pecado de formar códigos, joyas muertas con que se adornan en las bibliotecas los estudiantes? Lo mismo sucede en ciencias físicas y en todas, pues hay que vivirlas, descubrirlas en uno, inventarlas (hallar dentro), porque somos vivos; o se tiene al arriero que va hoy a Manizales en avión, y está completamente desmoralizado. […] Nadie pasa al cielo llevado. Tiene que parirse a sí mismo en agonía, y nadie puede ayudar a agonizar. Se muere solo; se nace solo. Son negocios íntimos, y la representación sí es social. Esto se reduce al gran principio de mi pedagogía: que los discípulos digieran sus vivencias. (lvp)
La moral es social, en cuanto dentro de la socialidad, que es categoría de la acción moral, la motivación determina la moralidad de los actos humanos:
Los actos humanos son morales y se aprecian por la motivación. (ce)
La sociedad es categoría a que estamos sometidos; es nuestro medio de acción moral, así como el espacio y el tiempo son categorías de la mente. (n)
* * *
Dinamismo del progreso moral
El dinamismo moral tiene raíces biológicas:
El papel biológico del remordimiento es perfeccionar al hombre […]. (er)
Prospectividad mental, en cuanto mentalmente percibimos el hombre ideal:
… por las facultades intelectuales percibimos un hombre ideal; el remordimiento nos hace llegar a él, para emprender una jornada nueva, etc.… (er)
Carácter revolucionario, en cuanto el hombre debe consumirse todo en actos y no en hábitos, pues la esencia de la virtud es la lucha, y no la habituación:
No se debe uno consumir en hábitos. Eternamente revolucionario, ¡oh joven! (ant xv)
… la virtud, la esencia de la virtud, reside en la lucha. Virtud habituada es vicio, es manera de ser, forma normal y fácil de manifestar la personalidad. (er)
Naturaleza sacrificial, en cuanto el hombre moral se sacrifica en aras de la moral del futuro:
El hombre complicado (héroe, santo) es el rico en instintos, en herencias, en ideales; es el creador de la moral de mañana. Tiene muchas tentaciones, caídas y remordimientos. Es una víctima ofrecida al futuro humano. (er)
* * *
Método para el viaje moral
El método de González para la realización del viaje moral se inserta plenamente dentro del viaje metafísico-vivencial, o sea, que parte de la instintividad y llega a la comunión con la Intimidad, por el crecimiento en conciencia:
Agrandar la conciencia de la sucesión de las cosas es gran arma en todas las luchas morales. (er)
Vivencia de los instintos
El viaje moral se inicia desde la instintividad:
Tenemos derecho a experimentar: sabido es que la santidad consiste en el vencimiento. […] Tenemos el derecho de cumplir los instintos, para llegar a odiarnos en virtud del remordimiento y llegar a ser otros en virtud del arrepentimiento. Es el proceso de la teología moral. (er)
Vivencia de la tentación
La reactividad instintiva se convierte en tentación, o sea, tendencia a obrar anárquicamente, en contra de la moralidad establecida:
Tentación es la manifestación consciente de una tendencia anárquica. Digo manifestación consciente para dar a entender que es un sentimiento causado por instinto que quiere cumplirse. Digo tendencia anárquica para indicar que se trata de algo que no es aceptado, que está fuera de la conducta a que nos obligan las ideas morales aceptadas por nosotros o por la sociedad. (er)
La tentación consiste en un estado de conciencia en que una tendencia reprobada pretende realizarse, a causa de circunstancias accidentales. […] [Si] fuese aprobada, se llamaría inspiración. (er)
Vivencia del remordimiento
Se vive el dolor de los instintos vencidos, o sea, el remordimiento, que hace que el hombre se odie tal como es en el momento de ceder a la tentación. La noción de remordimiento cubre la íntegra dimensión de la actividad moral humana. Es la intranquilidad que precede, sigue o acompaña la acción:
Remordimiento es la intranquilidad que precede, acompaña o sigue a una acción. (er)
El dolor producido por la objetivación de los actos que no están acordes con el ideal de la inteligencia:
Podemos hacer una definición de remordimiento: es dolor producido por la objetivación de los actos propios que no están acordes con el ideal que percibe nuestra inteligencia. (er)
El dolor interno por la represión o sacrificio de las tendencias:
… remordimiento es dolor interno causado por tendencia reprimida, o bien, sacrificada. […] Hay, pues, estos remordimientos: Precedente al acto. Concomitante. Subsiguiente. Al primero lo llamamos tentación. El segundo es el que da ese aspecto de tormento a las acciones humanas. No existe en los animales, y de allí que obren tan bellamente, con naturalidad terrenal. El animal vive en la Tierra como en perfecto medio. No así el hombre, animal que mira para el cielo, que siempre obra sin consentimiento pleno, atormentado por el remordimiento. […] [Una] vez ejecutada la acción, el instinto opositor se queja amargamente, como víctima. (er)
… los fenómenos de la conciencia son como el dolor físico, que es sentimiento posterior a la irritación nerviosa; primero hay la irritación y luego nos duele. Primero hay lucha de instintos, derrota, y luego nos remuerde. (ce)
El resultado del choque entre tendencias contrarias:
Siempre que hay tendencias contrarias, hay remordimiento, más o menos aparente. (er)
El dolor beato o el dolor que reclama, según se trate de acciones en que vencieron instintos superiores o inferiores:
Esto es lo curioso del remordimiento, que remuerde la acción baja y que remuerde la acción alta. Pero este segundo remordimiento va mezclado de beatitud, de un orgullo que da gusto. […] Es el buen remordimiento, así como hubo buen ladrón. El primer remordimiento es doloroso. [El] remordimiento bueno consiste en los reclamos de los instintos vencidos. (er)
Hay remordimiento siempre que es vencido el instinto más fuerte y más arraigado. (er)
He descubierto que el remordimiento es fenómeno propio de todo acto humano; que sólo existen instintos vencidos y vencedores. (ce)
Y comprobé que hay una guerra de tendencias en el hombre; que el instinto más fuerte vence; que el remordimiento son las quejas de los vencidos; que la moral es tabla de valores dada por las tendencias dominantes; que, por ende, es sintomática. (ce)
La crítica de un ser superior al actor:
Creándome ideales, puedo llegar a sentir remordimiento por la vida de que me enorgullecí durante años. El remordimiento no es otra cosa que la crítica hecha por un ser superior al actor. De ahí que los santos, mientras más se perfeccionan, mayor dolor sienten por su pasado. (er)
En cuanto dinamismo de progreso humano, el remordimiento es índice del ascenso en conciencia:
Es el índice del progreso en conciencia. A mayor remordimiento, mayor ascenso en la escala de los años espirituales. El que se avergüenza de su obra (libro, estatua, etc.) está por sobre ella; el que lo hace de su pasado, está por encima de él. Quien se aprueba y vive tranquilo, es una babosa. (er)
En cuanto síntoma de desadaptación y tendencia, es indicio de la naturaleza teológica del hombre, hijo de Dios y heredero del reino:
Como animal, es detestable el hombre. El remordimiento comprueba que somos futuros diosecitos, o sea, herederos del reino. El remordimiento es prueba de que no somos completamente terrenales; que habitamos aquí provisionalmente, como en una escuela. […] El significado biológico de este fenómeno es superior a todo. (er)
En cuanto impulsa a nuevas búsquedas, es sublimador del dolor resultante de la reacción y la lucha:
El remordimiento es sublimación del dolor físico. (er)
En cuanto impulsa a trascender estados de conciencia, es mediador o dios que saca al hombre del mundo de la necesidad:
Al final de las pocas notas de esta libreta, se percibe ya el mediador o dios que nos saca de tal mundo [de la necesidad]; el remordimiento o inconformidad, nacidos de una sospecha, un llamado de la Intimidad. (lvp)
Vivencia del arrepentimiento
El arrepentimiento, o sea, la transformación que lleva al hombre a ser otro, por el dolor que suscita el ascenso en conciencia, se vive como lucha vital, objetivación inteligente de las vivencias y autocrítica libertadora.
Luego de las experiencias de tentación y remordimiento, el hombre objetiva sus actos; se autocrítica desde el hombre futuro, imaginado en esperanza como superior al que actualmente es; en la medida en que imagina y desea ser ese hombre ideal, se desprecia en el momento presente y busca transformarse:
La inteligencia liberta al hombre por medio del siguiente mecanismo: conocimiento (ideal); remordimiento (desprecio del instante presente); arrepentimiento, tentación, etc. Fenómenos morales. Porque resulta que la inteligencia objetiva nuestros actos y los critica; nos objetivamos y nos criticamos. Entonces dice: «Podrías haber obrado de otro modo mejor; ser más noble, etc.». La imaginación nos hace ver las lejanas promesas de seres que seremos, más bellos, que no hacen lo que hicimos. Somos el animal erecto que mira siempre al horizonte, línea que siempre se aleja, ideal que nunca se alcanza. En cuanto conocemos, deseamos, y en cuanto deseamos, estamos descontentos de la realidad. (er)
El arrepentimiento genera la voluntad de perseverancia en la virtud o capacidad de lucha moral, como renunciación y sacrificio, que produce la transformación libertadora:
Firmeza de carácter. […] Consiste en la perseverancia en la virtud, y, por consiguiente, en transformarse cada día en otro mejor. (hd)
Quisiera practicar la química y la virtud. La primera, por ser esa misteriosa alquimia, con otro nombre, y porque trata de las reacciones de los cuerpos: la virtud en los cuerpos simples. Y la segunda, para acercarme a Dios. Practicar la virtud es reaccionar, luchar y vencer. (er)
Venga a mí la juventud de guerreros, la capacidad de sacrificio. Vengan los que deseen renunciar para tener, morir para vivir. Yo conozco el método… Parece una paradoja, pero muy seriamente les digo: traje el olor de los calzones de Toní, a cómoda de madera fina, para incitar a la juventud colombiana al sacrificio. (er)
Para mis jóvenes, el método será el altar de los sacrificios. Como el método es limitación, camino, mis jóvenes serán sacrificios encarnados. (er)
Santidad y serenidad son fenómenos contrarios. […] En la vida moral no veo sino guerra, tormento. Como la santificación consiste en elevarse en ideales, causa mayor delicadeza en la conciencia. Cada día se tiene como imperfecta la belleza de ayer. Se progresa, y, por ende, hay remordimiento. La serenidad pertenece a los brutos. ¡Cuán serenos y bellos los animales! (er)
Vivencia de la santidad
En la medida en que se agotan los instintos, y se vence o supera la instintividad y la pasionalidad, se produce la liberación de la necesidad causal, propia de los mundos de la representación, hasta llegar a la contemplación de la Vida o Realidad o Dios, lo cual constituye la beatitud o contemplación, en la Reconciliación o Gracia.
Si no se vive la instintividad necesitada, y desde ella la tentación, el pecado, el remordimiento y el arrepentimiento, no se puede ascender a la beatitud o liberación de la necesidad de la sucesión:
Tenemos derecho a experimentar: sabido es que la santidad consiste en el vencimiento. […] Tenemos el derecho de gozar de todos los instintos, para sentir el dolor que causa el goce y llegar así, poco a poco, a la beatitud. Ésta consiste en estado de conciencia no sujeto al tiempo ni al espacio. Evidentes son para mí estas cosas, pues he llegado a despreciar la vida en virtud de haberla gozado. Si le dije a Toní, non serviam, o sea, no me acostaré, fue porque ya me había acostado con otras. Y si he llegado a amar tanto la vida, como campo de experimentación y ascenso, es a causa de mis pecados y arrepentimientos. ¿Qué sabría hoy de la belleza, si hubiera huido desde el principio de pecado y fealdad? ¿Cómo podría apreciar ahora mis beatitudes, si no hubiera sufrido la sucesión, la detestable sucesión? (er)
* * *
La norma moral
No hay norma moral metafísica y absoluta porque la Realidad Única, más allá de opción, elección y responsabilidad, es la Vida, el Ser.
El universo moral dice relación a acción y camino, a espacio-tiempo, pasión-pensamiento-juicio, deseo-lucha, interés-subjetividad-valoración:
Buenos llamamos a los actos de los instintos que en determinada época priman en nosotros. (ce)
La clasificación en «males» y en «bienes» la hacemos siempre con nuestra conciencia limitada. Son apreciaciones. «Bien» y «mal» no existen; hay vida únicamente. (ant v)
La bondad y la maldad son producto de la intencionalidad del hombre, que se va representando (siendo-siéndose) en cuanto sujeto moral:
¡Tú eres el malo! La bondad y la maldad de las comedias y de la vida, dependen del payaso interior… (pv)
La virtud, la santidad, el heroísmo no pueden estar en el acto mismo, en el vestido, en las formas. Hay que convencerse de que los actos son vasijas en que están contenidas las intenciones. Son instrumentos, indiferentes, ajenos a la moral. Sólo el hombre es moral, sujeto de moral. (er)
Los principios morales son relativos:
Son relativos los principios políticos, como los religiosos y morales. (ep)
El proceso moral tiene que partir del cumplimiento de las tendencias latentes en la propia existencia y del agotamiento de los instintos, pues cada hombre, en cuanto unidad instinto-conciencia, existe representativamente, instante a instante:
Llegado a este punto, creo que la moral es así: debemos cumplir las tendencias latentes en nuestro ser. (ant vi)
Pornografía es tenerle miedo a la vida, a la verdad de la vida, tener los instintos vitales encapuchados en la oscuridad de la vergüenza. (er)
Dentro de ese contexto de relatividad agónico-temporal se inserta la norma moral, que es la sinceridad absoluta:
Absolutamente sinceros: este es el primer mandamiento. (vp)
… hay un modo para ser grande, divino: la sinceridad; no temer; cumplir con aquello que se nos aparece como la verdad. ¡Música…! ¡Música…! Acorde el interior con los actos. Hay que ser músicos. (ant ix)
* * *
Criterio moral
El índice del progreso moral es el remordimiento:
A mayor remordimiento, mayor ascenso en la escala de los años espirituales. (er)
El criterio de la moralidad es la alegría de la conciencia, que aprueba la acción:
En eso consiste el ser buenos, en alegrarnos. (vp)
El criterio es muy seguro. Lo que me deje contento después de hecho es bueno; viceversa, es malo. A lo que me sienta impulsado por costumbre ancestral, es malo; es bueno lo que perciba como tal mi razón […]… Yo soy malo, pero en mí hay otro que sabe cómo debe manejarse el bueno. (dm)
Cuando se ha oído la conciencia y no se obedece, se camina por las tinieblas. (hd)
* * *
Finalidad de la moral
La finalidad de la moral es la realización del superhombre o del santo: la realización, por el crecimiento en conciencia, del hombre que cada uno lleva en sí mismo; la vivencia de la contemplación de Dios, mediante la liberación de la necesidad causal.
La lucha moral liberta al hombre de sí mismo:
El fin es irnos libertando de nosotros mismos. (er)
Conduce a la perfecta desnudez, que implica la posesión de sí:
Morirán perfectamente desnudos, triunfantes de las inhibiciones, en pobreza de cosas y dueños de sí mismos. No volverán a la Tierra sino para sonreír. (er)
Libera de leyes, prejuicios y amos:
Las leyes naturales rigen la vida actual y las leyes humanas no son otra cosa que obstáculos, cuando van en oposición con aquéllas, como sucede generalmente. (ut)
Mis discípulos contemplarán sus almas, anchas como camas de dos puestos, y comprenderán que nacieron para guerrear y que de nada necesitan. Solos en el Universo, también gozarían. Solos, estarían alegres como niños sanos, lanzando al cielo la ropa de que van despojándose (los calzones de la señorita), o sea, los prejuicios y los amos. (er)
Conduce a la suprema libertad: realización del superhombre, del santo, o sea, a la posesión de Dios o sentimiento vivo de ser hijo de Dios:
¿Quién es el superhombre? El que se domina a sí mismo, para ascender en conciencia. (er)
Mis discípulos son los que renuncian cada día a lo que más les gusta, porque no les satisface. Quieren poseer a Dios. […] Ofrezco a mis jóvenes la suprema libertad. Les ofrezco el sentimiento íntimo de ser hijos de Dios. (er)
En síntesis, la moral ayuda al hombre a engendrarse a sí mismo, es decir, a engendrar al santo o superhombre que cada hombre lleva latente en sí:
El artífice de sí mismo es el santo. Más importante es la vida moral (vivir la moral) que la vida científica (vivir la ciencia). El conocimiento de estas leyes de los cuerpos inanimados no tiene importancia al lado de trabajar con el remordimiento, o sea, al lado de la santificación. El remordimiento es el puente que conduce al superhombre. (er)
* * *
Moral cristiana
De la instintividad a Cristo
El camino moral, recorrido desde la intuición inicial del remordimiento en Pensamientos de un viejo, llevó a González hasta la comunión con la Presencia, Intimidad o Ser Vivo, más allá de todo fenómeno o representación.
En la etapa de la filosofía del determinismo causal, González pensó que la moral griega, encarnada en los valores estéticos, como moral de la sinergia orgánica, había sido ajena a los fenómenos morales de pecado y remordimiento:
A [los griegos] no les remordía la conciencia casi nada, únicamente a causa de estar feos, y suprimieron este problema, en Esparta, matando a los niños deformes o débiles. En Grecia, la piedra de toque de lo bueno y lo bello era la sinergia orgánica; el espíritu, entre ellos, era, por decirlo así, la sonrisa de la carne organizada. (er)
Me admira mucho que Sócrates no tratara del remordimiento, de la guerra interna. (er)
Atribuyó al catolicismo la invención del conflicto entre sentidos y espíritu, la teoría del pecado, la conciencia de culpa, la imaginación de ideales contrarios a los de la vida terrena, la desadaptación del hombre a su condición terrena, y el tormento del remordimiento:
Con el aparecimiento de la teoría del pecado y con la creación de vidas ideales contrarias a la de la Tierra se rompió el vivir normal en que estaba el hombre desde hacía muchos siglos, desde que logró dominar a la naturaleza enemiga con sus invenciones. El catolicismo, al establecer una contradicción invencible entre los sentidos y el espíritu, hizo imposible para el hombre el ambiente de la Tierra y desde entonces es un ser atormentado, un judío errante. El hombre no duerme ya tranquilo y lucha por amoldarse, lo que es imposible. […] ¡Gran poder el del pecado! Por él somos desadaptados y aguzamos la inteligencia. (vp)
Entendió la moral cristiana como moral de la hipertrofia de la conciencia del espíritu, del sentimiento de cielo y del dolor del remordimiento, generadora del combate contra la Tierra, la condenación de la alegría vital, y la concepción de la santidad como el ensimismamiento del hombre a la búsqueda del espíritu indestructible:
Los actos son agradables cuando son pecado. (vp)
Esto del remordimiento apareció con el cristianismo, es el gran beneficio de esta religión. (er)
Luego vino el cristianismo. La esencia de esta moral consiste en hipertrofia del instinto del cielo, lugar en donde no hay muerte, cambio de sentimientos, infidelidad en todo sentido. La Tierra es infiel. El hecho protuberante de esta moral es el remordimiento. Aparece el cristianismo porque el hombre se resiste a desaparecer; se hipertrofia su miedo a la muerte, a dejar de ser propietario. Y para lograr el cielo, ¡guerra a la Tierra! […] Por consiguiente, el hombre abandona la Tierra y se mete dentro de sí mismo a buscar el espíritu, la parte inmutable, la indestructible, aquella que no es el deseo, ni la pasión, ni el pensamiento, aquella que no pueden encadenar ni matar. Pero el hombre, así encerrado dentro de sí mismo, siente que es terrenal; el amor lo tienta en las primaveras, lo tienta el odio, la carne reclama; cae, tiene remordimientos, enflaquece, se tortura, el cilicio, las hambres: ahí me tenéis al santo, al que se convirtió en campo de batalla entre la Tierra, repleta de las bellas apariencias que nacen, sonríen al sol y mueren, y el cielo, paraíso de la beatitud, de la eterna y completa satisfacción. La piedra de toque de lo bello y lo bueno consiste ahora en lo que sea inmutable, lo que no se parezca a la Tierra y sus fenómenos. El grito del cristianismo es ¡odio a la Tierra! (er)
[El Renacimiento fue] una transacción entre la Tierra y el Cielo. Se convino en que las Venus servirían para estatuas de santas; que los Padres de la Iglesia aprenderían de los maestros griegos, para servir al arte, a las letras y ciencias cristianas. Que se podría pecar, pero con un poco de remordimiento y para confesarse. Se inventó el Purgatorio, el pecado venial, la compra de indulgencias. Grecia iba triunfando, cada día conquistaba posiciones, pero vino el atormentado Lutero y la parte bárbara de Europa, el norte, se opuso, y el cristianismo tomó su antiguo aspecto de tormento. (er)
Pero, a la vez que iba deviniendo su vivencia del cristianismo como el creador de la conciencia de pecado, remordimiento y desprecio a la Tierra, González fue vivenciando a Cristo, superador de la necesidad fenoménica, como un camino posible para la liberación de las limitaciones espacio-temporales del hombre. Se hizo consciente de la validez milenaria de la propuesta moral de los grandes liberadores o superadores de las limitación, Buda, Sócrates y Cristo:
El método es un camino. Por eso Jesucristo, cuando quiso manifestar su infinita importancia, dijo que Él era El Camino. […] Hay en el corazón humano el deseo extraño de librarse del límite. ¿Será este el secreto de la grandeza de Jesucristo y de Sócrates? […] ¿Cuánto hace que le dieron la cicuta a Sócrates o que crucificaron a Jesucristo? De ahí para acá no hay sino sudor y deseos de rapiña. […] ¿Quién se atreve a modificar el camino? ¿Cuánto hace que los caminos de la humanidad son Jesucristo y Sócrates? (vp)
El destino es la ley que nos limita. ¿Podemos subir y hacer cada vez superior nuestro destino? Quizá con la contención. Esa es la esencia de las doctrinas de los superadores, tales como Siddharta Gautama y Jesucristo. (vp)
A partir de la vivencia de la resurrección entrevió que el camino de Jesús, vencedor de todo lo fenoménico, incluida la muerte, era el camino para el hombre necesitado de supervivencia, sujeto de responsabilidad moral, viajero hacia lo inespacial:
Jesús es el camino; Jesús que triunfó de lo fenoménico. ¿Quién otro ha vencido a la muerte? Esos pobres campesinos de Galilea no pudieron inventar la resurrección de Jesús y sus conversaciones de resucitado. […] ¿Sería verdad que Jesús venció lo fenoménico? ¿Sería verdad que Jesús no era su cara judía y su cuerpo virgen? […] ¿Quién superior a Jesús? Vivió como eterno; fue quien consideró la forma corporal como accidente, fue el Superador. ¡Nada de Siddharta Gautama, ni de Sócrates, ni de Confucio! Jesús fue el primero que venció a la muerte. Nosotros […] aún sentimos que al morir nos pudriremos y queremos estar con nuestros parientes y conciudadanos en la bóveda. ¡Es que el soplo divino es muy escaso! Pero el día en que logremos percibir que fue natural que Jesucristo resucitara y se fuera para el Padre, Él, un yo, cambiaremos nuestro título de ciudadanos del universo por el de ciudadanos de lo inespacial. (vp)
Parece que lo único que satisface es plagiar a Cristo. ¿Será el camino? (ant vii)
Mi conciencia es cristiana. Todo lo que he escrito me causa remordimiento. ¡Cógeme, Señor! ¡Tranquilízame! En mi interior oigo una voz que me reprocha y que me dice que Cristo es el único cimiento. (ant vii)
Desde la vivencia de liberación total de las representaciones, vive la propuesta moral de Cristo como moral liberadora:
Queridos hermanos y colegas: somos unos putos, es decir, juzgados, pues tal adjetivo viene del verbo puto, putas, putare, que significa juzgar. […] Sólo Cristo nos ofrece la salvación. Él es el camino. Santo será quien bregare por imitarlo, porque sólo Él puede abstenerse de tirar piedras a la mujer adúltera. Cuando estamos alegres, ágiles, lleno el pensamiento, la campesina burda nos parece una deidad: nos tienta. Esta carne, amadísimos, es nuestro centro de gravedad: la Tierra se opone a que ascendamos. […] ¿Quién nos liberta de la gravedad? El ejemplo de aquél que permaneció solo, agachado melancólicamente al lado de la mujer adúltera. Cristo nos hace libres, y pegados a Él podremos abandonar esta pelota terrestre. (db)
El hombre complicado (héroe, santo) es el rico en instintos, en herencias, en ideales; es el creador de la moral de mañana. Tiene muchas tentaciones, caídas y remordimientos. Es una víctima ofrecida al futuro humano. Allí está Cristo, crucificado para que el hombre progrese. Tales individuos representan la parte revolucionaria, atormentada y llena de futuro. Para el presente son enemigos, anormales y no gratos, pues tienden a perturbar. De ahí que se les llame locos y criminales. Por eso la paradoja de Dostoyevski acerca de que en los presidios están los genios. Pero son la sal de la vida; hacen progresar a la humanidad y una vez llegada ésta al punto a que tendían esos genios, se les coloca en los altares y se dice: «¡Qué ingratos fueron los hombres!». (er)
Y llega a la vivencia nítida de que Cristo es El Camino:
¿Quién es Jesucristo? Es la Intimidad o Padre, manifestado al hombre por el Espíritu Santo. Es la manifestación reconciliada con la Intimidad: el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre. Porque la representación es la Intimidad no reconciliada. Por eso, Cristo resucitó en cuerpo glorioso (reconciliado), y así nos mostró el camino, la verdad y la vida. Seremos representación reconciliada con la Intimidad, si cargamos la Cruz y lo seguimos. ¿Cuál es la escuela, la única escuela, y el libro? La vida de Jesucristo y el Evangelio. […] ¿Cómo se debe vivir, pues? Aceptándote en tu suceder, vivir tu vida, meditarla en el recogimiento, llamando a la Intimidad. En palabras de este libro: haciendo con honradez absoluta tus viajes pasionales, mentales y de beatitud. No mentir nunca. (lvp)
Sólo hay un Maestro, que es vuestro daimón que os conduce al Espíritu Santo o Inteligencia. Por eso dijo el Cristo: Cuando os recogiereis en la Presencia (orar), El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo moraremos en vosotros. (t i)
Pecado original y liberación cristiana
La reflexión de González sobre el problema del pecado original parte de este dilema: ¿por el hecho del pecado o perturbación original, el hombre es ignorante y desadaptado; o por la invención del pecado, el hombre se hizo desadaptado?
En Viaje a pie, dentro de un contexto imaginero, lleno de lógica vital, se plantea la huida de la responsabilidad como condición originaria, inherente a la naturaleza misma del hombre:
Gusta del pecado quien lo aborrece o lo teme. Casi se mueren de delicia Adán y Eva en el Paraíso, pues su terror supremo era la manzana, y comieron de ella… Espectáculo para oídos y ojos divinos aquel Paraíso, cuando fue la hora de la siesta: Eva, desnuda, el vaso de la juventud por antonomasia; tenía quince años y medio; el sol tropical le había dorado la piel; era una perfecta naranja en su epidermis; su juventud era tanta, que la carne se le mecía con un movimiento de ebriedad de la fuerza interior; sus ojos tenían el brillo y la suavidad atrayente de todo su ser que no podía resistir tanta felicidad en potencia. […] Ese no del amor es un sí; por eso fue allí, en el Paraíso, donde el hombre se hizo rábula. «No fui yo, sino la serpiente; yo no quería», contestó Eva a Dios. Entonces fue cuando el hombre y la mujer quisieron por primera vez ampararse en la letra. […] Dejemos a Eva grávida de Caín y continuemos nuestro análisis, pero no sin haber llamado la atención de los lectores hacia un hecho que comprueba la verdad del relato bíblico: Caín, el primogénito, fue malo, el inventor del asesinato con todas las circunstancias agravantes; Abel, el segundón, fue bueno. En tiempos de Moisés no se conocían las leyes de la herencia. O es una coincidencia muy rara, o la verdad lógica del relato corrobora su verdad histórica… (vp)
La ignorancia, desadaptación, desarmonía y melancolía del hombre patentizan el hecho del pecado original, presente en él:
¡Gran poder el del pecado! Por él somos desadaptados y aguzamos la inteligencia. (vp)
Sí; el mono es inocente y las razas perfectas son inocentes, o sea naturales, imágenes de la esencia igual a sí misma. El hombre es melancólico. ¿El pecado original? […] El hombre, después de pecar, se tapó con hojas. ¡Qué símbolo tan bello! (msb)
¡El pecado original! Moisés era la sabiduría suprema cuando escribió eso del pecado original. Si el hombre no cometió ese pecado, todo él es y vive como si lo hubiera cometido. ¿Por qué hay sobre la Tierra un animal que ignora lo que debe hacer y que todo lo hace como si estuviera fuera de su medio? ¿Por qué hay en el mundo un ser que es una nota desarmónica en el armonioso conjunto? ¿Por qué hay melancolía en medio del soberbio equilibrio de las estrellas…? ¿Será porque el hombre es el hijo de la malicia? ¡Oh, Moisés! Tú, al crear tu hipótesis, revelaste que el hombre era para ti una inexplicable desarmonía. (msb)
Uno de los mayores bienes es la soledad, pero huimos de ella; el que no tiene hijos busca perros y gatos; el que no tiene necesidades se las crea. Bello es el impulso del hombre; esencialmente es hacia la plenitud, pero todos vamos por caminos torcidos. Algo hay misterioso en esa historia del pecado original. (n)
En El remordimiento, por el contrario, se atribuye a la invención del pecado la conversión del hombre en ser insular y desadaptado en la Tierra:
El hombre da la impresión de que no se encuentra bien en la Tierra. No hace nada con la sencillez y elegancia de los otros seres. Inventó el pecado y de ahí que tenga ojos y maneras de criminal, cuando come, cuando camina, cuando habla, cuando cohabita. Podemos afirmar que el hombre, en la Tierra, no se siente completamente en casa, no está aclimatado. (er)
En su madurez, González llegó a la noción de la Perturbación Original como realidad que no es objeto de conocimiento racional-conceptual-científico, sino de sabiduría o saber vivencial:
Nuestro origen está en la Perturbación Original. Ella creó esto del «yo» y «nosotros»…, y, como sólo tenemos conocimientos de experiencias posteriores, experiencias en las cadenas…, pues todos nacemos predispuestos, nuestros conocimientos son de las reacciones de nuestra predisposición al convivir con otros predispuestos… Sabemos, pues, de la Perturbación Original, pero no conocemos nada de ella. La vivimos, pero no la conocemos. Tal es la diferencia entre sabiduría y ciencia. (t i)
Según la experiencia del existir humano, es claro que una perturbación inicial, de la que ningún hombre está exento, originó (culpa original u originadora) las coordenadas espacio-temporales; la pérdida de la conciencia de la Intimidad, presente en el propio ser; la granulación del Hombre en individualidades o yoes; la pérdida de la solidaridad; la voluntad de ser dioses, o sea, de divinizar el yo o erigir el yo en Ser:
… la vida y nuestra vida no tienen momentos, ni pasado ni futuro, sino que son la Presencia que se nos representa. […] Esto significa claramente que la perturbación, el «pecado original», el que engendró nuestras actuales coordenadas en que vivimos, pues eso significa «original», fue en un cielo en donde la apariencia o cuerpo estaba glorificado. Propiamente no fue en la eternidad, porque ésta es categoría de Dios. […] El Paraíso no fue en esta tierra y bajo estos cielos, en estas categorías espacio-temporales. En todo caso, había la Presencia de La Intimidad en los cuerpos de Adán y Eva, o sea, eran cuerpos glorificados… Sus almas eran la idea de sus cuerpos glorificados en La Intimidad: veían a Dios. No había el mismo sucederse (tiempo y espacio) que hay aquí. No había muerte. Otras coordenadas, otro mundo. Y lo mismo eran los elementos, minerales, plantas y animales: «Toda la creación espera angustiada la segunda venida del Hijo de Dios» (Pablo de Tarso). En nada había dolor, placer, bien y mal, sino participación de la beatitud, que es aquiescencia y contentamiento en La Intimidad. […] Sucedió la Perturbación: ¡Ser dioses, intimidades, seres con la idea de sí mismos como alma! ¡Y lo fueron! Fueron coordenadas cuyas categorías son tiempo, espacio, «bien» y «mal». Todos nacemos en estas coordenadas y representamos el Pecado original. (lvp)
Esa soberbia del Yo, al erigirse en Ser, en la Inteligencia, fue el pecado original […]. (t i)
En nuestras presencias (con minúscula) va muriendo la ausencia, a medida que atisbamos y percibimos La Presencia, que está en nuestras ausencias, o pecado original, o espacio-tiempo, o mente y cuerpo pasional. (cr)
Al generar el mundo pasional mental, la Perturbación Original genera el drama, a la vez íntimo, social e histórico, de la existencia humana valoradora, razonadora, inculpadora y condenadora, a la huida de la propia responsabilidad en el drama del hombre:
… y el amor y el odio, el bien y el mal, los valores, se realizan y forman el drama con idénticas leyes, y matices y colores; sólo cambia el punto de apoyo que se tiene para realizar el pecado original. (t ii)
Esencia de ese mundo pasional-mental es granular al Hombre y al Universo. Al Hombre, en homicidas y homicidados, en «buenos « y «malos», en ricos y pobres, en felices e infelices, en explotados y explotadores, etc., para así poder entretenerse en la dialéctica, en ese juego mental al que llaman razonar, investigar quién tiene la culpa. […] Es tan terrible La Culpa, que desde el principio estamos echándola a «otro»: la mujer al marido; éste a la mujer; un grupo a otro (partidos); el rico al pobre y el pobre al rico, Francia a Alemania… ¿La sífilis? España se la echó a Galia; Galia a América… ¡Echar la culpa! ¡Fue Eva! ¡Fue La Serpiente! ¡Desde el principio, ciencias, filosofías, políticas, todo es buscar al culpable fuera de uno mismo! (cr)
Sin la Perturbación Original no resultan compresible el mundo y el vivir humanos:
Sin la Perturbación Original en el Paraíso no es posible concebir estos existentes: Nada. Vergüenza. Remordimiento, etc., etc. Todos los entes del mundo mental. […] El Paraíso y la perturbación en el Paraíso explican todo, todo, todo: sin ellos, todos los mundos quedan en el vacío. (t ii)
«Este mundo» y «está vida» son incomprensibles sin la Perturbación Original: todo sucede como perturbación original. El espacio-tiempo, el yo y los otros son la perturbación original: el echar la culpa, el esconderse tras «otro» es la perturbación original. Yo. Yo mismo soy la perturbación original, y Cristo (la verdad) me redime… (cr)
Cristo realiza y presencializa al hombre integral al asumir, sin evasiones ni inculpaciones, la condición humana de existente limitado y dramático en espacio y tiempo, y de hijo de Dios, o existente con plena conciencia de la Presencia de Dios como intimidad del hombre:
Hubo una perturbación original. Toda la creación veía al Amado cara a cara. Luego de la Perturbación comenzó «este mundo vano». Quedamos lejos, muy lejos, en lo vano, con dos ojos. Principió entonces el largo camino de retorno, porque había quedado en nosotros el entendiendo y el amor (el Cristo y el Espíritu de Verdad). (cr)
Desde el principio, Adán (el Hombre) está buscando un culpable fuera de sí mismo. Necesita «otro» que cargue con su miseria; su vanidad no lo deja reconocerse, confesar, desnudarse… Y vino Cristo, ¡a echarse la culpa a cuestas y glorificarla!… Por eso, Dios tuvo que morir crucificado. ¡Por Amor! (cr)
Al existir como hombre integral, o sea, en solidaridad con las limitaciones y determinismos del drama de la representación necesaria, y en plena intimidad con su Padre, Cristo patentizó la verdad y libertó al hombre de la necesidad de la legalidad causal representativa:
No hay nunca culpables. Sucedió lo que estaba sucediéndose hacía tiempos remotos. Las leyes se dictan para sujetar con ellas a los espíritus ciegos, que somos casi todos, y tengamos así libertad en las leyes. La verdad es la que liberta de las leyes. La Intimidad, Cristo, nos libertó, dice san Pablo, de la ley antigua. Esta es una de las islas bienaventuradas y que llamaremos La Verdad. En esta isla podéis visitar estas regiones: Cada verdad que viváis os hace libres en el espacio que ella comprende. Se es tan libre en cuanto se viva en la Intimidad. Sólo es perfectamente libre El Reconciliado. (lvp)
Los contenidos de la moral cristiana
Desde la vivencia de la experiencia de Jesucristo, que al vivir sus determinaciones históricas, instante a instante según la voluntad del Padre, superó la totalidad de la manifestación fenoménica, incluida la muerte, y reconcilió la representación necesitada en el tiempo con la Intimidad libre, en la eternidad, González empezó a vivir la moral de la libertad en la Gracia, al ir conciliando las nociones y vivencias de la necesidad causal determinista de cada instante con las nociones y vivencias de la voluntad amorosa de Dios:
En estos dos últimos meses he sufrido dos tentaciones y las he analizado con el fin de escribir este pequeño ensayo. También he tenido muy presente en mi conciencia, durante las tentaciones, y me ha sido de gran alivio en todo, hasta para mi soledad espiritual, lo siguiente: Hacer la voluntad de mi Padre. Consiste esto, el más perfecto estado que pueda concebirse, y que fue el de Jesucristo durante su vida terrena, en no desear lo que no sea nuestro, en cumplir los deberes de nuestro estado, conformes, pero con iguales bríos que el ambicioso. No ambicionar, pero luchar como el más ambicioso. El que viva esta frase, realizándola en su naturaleza, es hombre óptimo: Hago la voluntad del Padre. Porque ¿cómo se manifiesta la voluntad divina? Pues en nuestra posición actual, no en la imaginaria. Dios quiere que vivamos este instante y no el tiempo que aún no es llegado y que ni sabemos si llegará para nosotros. (er)
¡Jesucristo está tan por encima de todos! Eso nos da de sopetón al leer su vida, pasión y muerte. Sólo Él hizo siempre y con Intimidad la voluntad del Padre, es decir, aquello para lo que fue enviado. (lvp)
Desde la vivencia cristiana de Dios como Intimidad y Presencia, y del hombre, en Cristo, como existente con categoría de necesidad en la representación, y con categoría de libertad en la gracia, trascendió la moral del determinismo.
De la moral del «deber ser», que es moral de catecismo, expresión de representaciones mentales y pasionales, propias del ente y no del Ser, con las cuales todos los hombres, es decir, el inteligible llamado El Hombre, según su lógica y su voluntad de poder, elabora su bien y su mal y satisface su libido de dominio, reduciendo los vivientes a la condición de entes a su servicio, llegó a la moral del ir-siendo-padeciendo-entendiendo-libertándose:
El deber del existente es existir su existencia: No mentir. (t ii)
No seáis discípulos, porque sólo hay un maestro, que está dentro de vosotros; no seáis hombres de Deber ser. No seáis hombres de catecismos de Moscú o de otra parte. Sed hombres entendiendo, o sea, hombres en La Inteligencia, en El Inefable. Sólo hay un Maestro, que es vuestro daimón que os conduce al Espíritu Santo o Inteligencia. (t i)
Aparecer lo que somos: coordenadas con sus mundos; esos mundos con sus respectivas leyes somos; pero somos también el entendiendo, el Espíritu Santo en nosotros. En tal sentido, si no fuera tan estúpido eso de el deber ser, diríamos que el único mandamiento es: No mentir y seguir a la Inteligencia hasta la final patentización, la glorificación de los mundos todos en la Cruz… Tal es el único mandamiento: ir siendo lo que somos. Por eso, los cristianos no tenemos ley, porque La Madre está en nosotros en entendiendo. (t ii)
Lo que hay es que fue echado a la Tierra un ente diabólico, avergonzado, «sabio», «rey», que no entiende sino el ruido vano y mentiroso de sus «palabras» y que inventó en su vértebra hipertrofiada por la vanidad eso de El Deber Ser. El Deber Ser, o sea, que el universo mundo, que todos los entes están a su servicio, al servicio de sus vicios, su imaginación, sus deseos formulados en forma de principios, de verdades… Llámase a sí mismo rey de la creación y establécese a sí mismo como «bien» y a todo lo demás como «mal»; a sí mismo como bello, perfecto, y a todo lo demás como malo e imperfecto; a sus ruidos articulados como «idioma», como «hablar», y a todos los otros como «brutos» y «mudos inconscientes». (t ii)
De la moral de la acción humana, según las categorías de los opuestos bien y mal, propios de las coordenadas deterministas fisiológicas, pasionales y mentales, llegó a la moral como sabiduría, o comunión con la Intimidad o total unidad en la Presencia, más allá del bien y del mal, en la Amencia, en la categoría de eternidad, vivenciada a medida que se reconcilian opuestos:
Porque somos lo que esté presente en nosotros. El alma es la idea de la presencia. […] [Las] presencias resultan por ausencia de La Presencia; por eso son espacio-temporales y se ven con los dos ojos: el Bien y el Mal. Las delimita la ausencia. Todo se ve entonces doble, en gemelos: el ser y la nada; lo bueno y lo malo, etc. Ahora: de la presencia que uno sea en determinado momento nace la doble noción consciente, así: mal, diablo, lo que limita o niega a la presencia que uno es; bien, viceversa. […] El Crucificado es La Presencia, pues «encarnó por obra y gracia del Espíritu Santo». […] Y así, en la Presencia, o ante Jesucristo, huye su demonio […]. Ni buenos ni malos. No es sino La Presencia. (t ii)
De la moral de la lucha entre instintos, en el mundo de la representación, llegó a la sabiduría moral o metafísica del ser moral o vivencia de la comunión con la Intimidad, como vivencia mística cristiana de la Inocencia o las Bienaventuranzas:
La Inocencia […] es la vivencia o comprensión de todo en uno: bien y mal; feo y bello; homicida y homicidado… Es la santa idiotez…, la beatitud… (t ii)
En lugar de la moral de los mundos de coordenadas espacio-temporales, pasionales y mentales, que desde la mirada doble, generadora de contrarios, quiso ser el inteligible El Hombre (todos los hombres), llegó a la moral de la vivencia de la Cruz, moral de la mirada de Ojo simple, que más allá de bienes y males ve la Intimidad en las representaciones:
«En todo espacio-tiempo está Él o Eso, escondido; en el acto más heroico está el espacio-tiempo, y Él, escondido…». «En el acto más perverso está Él, escondido en mucho espacio-tiempo…». La diferencia entre bueno y malo en los actos, palabras, etc., reside en la cantidad de espacio-tiempo […]. [Cuando] se ve con el ojo inocente, no hay espacio-tiempo, no se ve ni se vive sino a Él y ya no hay mal; ¿no será así, por ventura, el problema del mal? Es decir, es el espacio-tiempo, el reino del bien y del mal que quisimos libremente tener y lo tuvimos y no acabará, porque las cosas acaban en el espacio-tiempo; ¿no será, cuando nos hayamos consumido en la cruz, lo que quisimos tener y tuvimos? ¿«Este mundo espacio-temporal»? Que las tempestades humanas y las otras son nuestro espacio-tiempo, con el fin de que las consumamos, padezcamos, entendamos y glorifiquemos: allí está Él, escondido en nuestras angustias. (cr)
La moral cristiana se resume en la Cruz libertadora de Cristo, o sea en la lucha por entenderse, padecerse y aceptarse a sí mismo, como apariencia, según predisposiciones y latencias, dentro de las coordenadas existenciales; y como patentización de la Sustancia única o Dios, por razón de la Presencia o Intimidad o Dios en el hombre, en categoría de eternidad:
Lo malo sería huir de mí, no padecerme atentamente, entendiendo… Dios es en uno mismo. Lo «malo» sería no ir entendiendo la relatividad que va siendo este delicioso asombro, y elevar «esa mano» [de Martina, la velera], la relatividad que soy, a Ser. (t i)
Moral de la solidaridad y la aceptación del otro, que sea lo que fuere, en cuanto representación individual, en cuanto manifestación de Dios, es siempre uno mismo:
No maldecir al asesino, al amancebado, a nadie, porque son Dios en mucha ausencia, pero son Dios, pues sólo Dios da vida. […] Toda criatura es cristiana, porque toda criatura es Dios en ausencia. (cr)
Siempre que uno sienta repugnancia, odio, rencor, resquemor o antipatía por algún prójimo, algo hay en uno de ausencia, de falso yo, que, al reaccionar, produce esos sentimientos. Toda criatura humana es un núcleo divino en ausencia. En los actos o manifestaciones ajenas, por criminales que las juzguemos, debemos atisbar y comunicarnos con ese núcleo que está viviendo en ausencia, tal como el nuestro, mutatis mutandis. […] No atender sino al núcleo divino, y ayudarle compadeciendo, coentendiendo, amando, o sea, conviviendo-orando. (cr)
La norma moral cristiana
Al descubrir y vivir a Cristo como el camino, la norma moral «no mentir» se complementa así: No mentir, tras Cristo:
¡No mentir es la ley de oro del vivir humano! Y como segunda regla de oro, dentro de la primera: no tener miedo de ser uno su propio viviendo tras Jesucristo o La Verdad. El único miedo divino es el miedo al miedo. (cr)
La norma moral cristiana es la aceptación sincera, verídica y desnuda de sí como cruz cristiana que conduce a la patentización de la divinidad que hay en el hombre:
No mentiré; me patentizaré y así no idolatraré en una presencia. Si huyera aterrado, abandonaría mi cruz e idolatraría en otra, imaginada, y lo que imaginare seré yo mismo, un yo mismo que creo más noble. (t i)
Cruz única la de cada uno. Por eso: no mientas, o sea, no quieras ser otro ni finjas ser otro. Tu haber es tu predisposición única. ¡No huyas de tu mundo o tentaciones! Eso, no mentir, es toda la sabiduría. (t i)
¡El tiempo, y las presencias, y la cruz y la muerte! Voy tras Él, que está en mí; La Inteligencia, atento, sin mentir, sin huir. (t i)
La norma moral general «no mentirás» se cristianiza como vivencia de la Cruz, o realización de lo que en el hombre hay de Ser, de Presencia, de Intimidad:
Todo esto quiere decir que no mentirás es el único, el unitotal mandamiento. Obedecer, convertirse en el dios en que El Inefable se nos entrega. No dudo en deciros que es único mandamiento, porque en él están todos comprendidos. Sin vivir la presencia que cada uno es, no se puede amar al Inefable. Los dioses o daimones son los guías para el Inefable. Sin eso, seremos la presencia vana que crea la mente-imaginación, y tales son los desesperados. (t i)
El camino es no mentir. Todo lo demás es estudiar para…, para ganar dinero, fama, honores, etc. (t i)
¿Cómo negar lo que voy siendo? Sería mentir y resistir a mi cruz o camino. Que vaya siéndolo tras el Cristo, es todo el Evangelio para mí. Negarme verbalmente porque se me ordena, o para parecer otro, sería renegar del Camino. Jesucristo nos dejó un mandamiento, no mentir, pues dice: «Toma tu cruz y sígueme». (t i)
… la voluntad del Padre es precisamente lo que nos va sucediendo; que Lo veamos en la muerte del gato, en el algo, en la rascada de la rodilla y en la pulga de anoche. Todo eso se vuelve Eternidad, si nos abrimos a Él: comamos, bebamos, fumemos, abracemos, etc., en su Presencia. (cr)
El proceso de liberación exige llegar a tener la atención en la Presencia y no en las representaciones; es decir, en llegar a la moral, más allá del bien y del mal:
Cada hombre, pues, segrega su mundo del bien y del mal, como la ostra su casa, y por eso fuimos echados en La Tierra, ombligados, para padecernos y entender. (t ii)
En tener la atención en La Presencia está toda la libertad humana y, por lo tanto, toda la responsabilidad. El hombre es un libertándose tras Cristo. (cr)
El viaje existencial, que es el mismo viaje moral, pues el hombre, en cuanto tiene que actuar, es existente moral que en la desnudez lucha por la realización de sí contra la apariencia y la mentira, hasta llegar a la pura nada de representación o apariencia o existencia (coordenadas espacio-temporales), en la pura Presencia o Intimidad o Ser (Eternidad), donde ya no hay moral, sino las bienaventuranzas:
La cuestión es vivir lo que somos, entendiéndonos, sin valorarnos de buenos o malos. Ni alabanza ni censura. Si tenemos ese sentimiento de bien y de mal, caemos en el idealismo; ya no nos viviremos, sino que huiremos de nosotros mismos, queriendo ser otros. (t i)
Existiendo en la diafanidad del Padre, o sea, no mintiendo, siendo la nada que somos, vamos en viaje infinito participando de la Presencia, siendo menos ausencia, cada vez menos, y menos; siendo las Bienaventuranzas. (t ii)
El pecado individual
Hay existentes que se van representando, sometidos a necesidad. No hay culpables; pero hay pecado. El pecado es la acción dominadora del yo, que perturba la naturaleza. Aun antes del hecho cristiano, la culpa está presente en todos los seres, como conciencia innata de avergonzamiento causado por la acción del yo, o mente:
El gato vive cogiéndose el sexo. El gato se masturba. No sabía que esto sucediera. Y es casi constantemente, desde hace ocho días […]. Y su aura es de temor, de pecado, de vergüenza. ¡Idiotas, los que han dicho que la conciencia de pecado la inventó el cristianismo! Está en el mineral, en todo. Hay minerales con vergüenza. ¿Será el hombre el prostituto y que prostituyó a toda la naturaleza? Pablo dice que la naturaleza toda espera ansiosa la redención. ¿Serán estos que vienen de visita, que lo cargan y lo acarician? (lvp)
… la muerte de «un tirano» u «opinante» o «yo» es gran fiesta para la serena Naturaleza perturbada por el «pecado». ¿Que no hay «pecado»? ¿Pero no experimentáis íntimamente que el «yo» es el «pecado»? ¿Que toda la Naturaleza está asustada y huye ante un «yo»? (t ii)
El pecado es la prolongación de la perturbación original en los individuos esclavizados al mundo dialéctico de la necesidad causal representativa, que necesariamente, por carencia de libertad, personifican y enfrentan la apariencia o nada humana a la Intimidad:
El secreto del fuego eterno es este: que si uno personifica su nada y la enfrenta a la Intimidad, ése es el pecado contra el Espíritu Santo y lo coge la dialéctica de la nada, el serrucho de la causalidad, y ¿cómo volver a la Intimidad? ¡Imposible para el hombre, pero todo es posible para la Intimidad! (lvp)
Pecar es representar o patentizar la perturbación que cada uno es, en cuanto no es la Intimidad, o en cuanto no tiene la Presencia de la Intimidad como alma o conciencia de sí:
… dijo Cristo que si miro a una mujer con ánimo fornicario, ya forniqué. Quiere decir que si soy fornicario, miro fornicariamente y fornico, o que la fornicación se representa; es y se representa. […]. También dijo Cristo que «por sus frutos los conoceréis», que es lo mismo que lo dicho acerca del mirar fornicario. También le dijo a Judas, luego de la Cena: «Lo que has de hacer, hazlo pronto». Judas es traición y la representa. (lvp)
El existir representando una presencia sin intimidad, enfrentada a la Intimidad, que es lo que constituye el pecado, genera el fuego que no se extingue, es decir, el hecho de que mientras el hombre viva dentro de coordenadas regidas por la dialéctica de la representación, vivirá en drama y angustia:
Es cierto que Cristo habló del «fuego que nunca se acaba», pero también es cierto que «nunca» se refiere a este tiempo, que es categoría de la vida humana. […] «Nunca», en «ningún tiempo»…, pero, ¿si el tiempo es categoría de este universo en que habitamos ahora? ¿Quién conoce los secretos de la Intimidad? Pero nada sé, en definitiva, de este misterio del fuego eterno. Ninguna vivencia, titubeos… (lvp)
Así la escala de valores morales, nacida de deseos, pensamientos e imaginaciones, no sea absoluta y única, desde la perspectiva moral cristiana, el hombre es responsable de las elaciones que apagó:
¡Cuántos males he hecho y propagado! ¡A cuántos seres que querían volar conmigo les hice serpear; cuántas elaciones apagué! ¡Ay! (lvp)
Como la lucha moral cristiana es combate por desnudarse de apariencias para realizar el hombre íntegro (Cristo), que tiene como su conciencia la presencia de Dios en él, la responsabilidad moral y el juicio cristianos versan sobre la atención con que se vivió para propiciar la manifestación o nacimiento de Cristo en el universo:
¡Y eso es responsabilidad! Vivir atento y vigilante para que nazca el Eterno Niño. Que todo sea Pesebre. […] ¿Hice de mi resistencia su pesebre? ¡Tal es la postrimería llamada juicio! ¡Es autojuicio de la conciencia desnuda! (cr)
* * *
Conclusiones
La moral gonzaliana es moral de la instintividad pasional.
El hombre es ser moral en la medida en que existe dentro de los mundos fisiológico y pasional; una vez que por medio de los viajes supera el universo de la pasionalidad, supera, también, el orden moral.
La moral es mundo de lucha entre opuestos.
Cuando el hombre, gracias a los progresos logrados a través de la lucha moral, ha superado su instintividad, agotado su pasionalidad y logrado la reconciliación de los opuestos, está más allá del bien y del mal, deja de existir en representación, pasa a ser en contemplación, intimidad o presencia en Dios.
Toda la lucha moral, tal como la vivencia y presenta González, es un camino de lucha, en representación existencial, hacia la vivencia de la comunión con el Ser, más allá del mundo moral.
La moral que González vive y enseña es una moral de raíces cristianas: crecer en la presencia o amor, hasta llegar a Dios; de raíces spinozianas: agotar las posibilidades de posesión, que por el solo hecho de poderlas realizar constituyen un derecho del hombre; nietzscheanas: llegar a ser, más allá del bien y del mal.
— o o o —
~ 19 ~
Estética
Con la avidez contenida del devorador de las cosas bellas, en el aquietamiento de la conformidad contemplativa, Fernando González se sienta a la puerta de la belleza a la espera de la gracia de la belleza repartida en los seres:
… mi corazón no es fruto,/ sino el devorador./ El devorador de las cosas bellas;/ el cazador sentado/ bajo el árbol/ de la conformidad. (msb)
Unos doscientos místicos hay en el mundo que buscan la belleza… […] Necesito belleza. ¿Pero dónde encontrarla? […] La belleza es deseable, más que el dinero, más que la fama. Necesito ahora vivir entre la belleza. […] ¿Dónde encontraré la grandeza a quien deseo entregarme…? (msb)
Lo que deseo es la gracia que constituye la belleza y que ha sido repartida a los seres bellos. (msb)
En todo caso, yo necesito belleza, necesito sentarme como un pordiosero a la puerta de la belleza. (msb)
No soy inteligente ni tengo memoria, ni voluntad, ni rapidez de concepción, pero soy de los hombres más enamorados de la belleza. (n)
Ama la belleza interior y las cosas terrenas:
Renuncio a las pocas primaveras a cambio de belleza interior […]. (sal)
Ansia de belleza, belleza social, belleza interior, aspiración a lo perfecto. (dm)
En mí encuentro los siguientes instintos: amor inmenso por las cosas terrenas, ríos, fuentes, plantas, minerales, muchachas. (er)
Pero su gran anhelo es llegar a poseer la Belleza Suprema: Dios, modelo intemporal de la belleza, muchacha que no envejece, Realidad difusivamente manifestada como energía vital en los seres bellos:
En todo caso, ansío la belleza suprema. (msb)
Las ciencias nos excitan, nos impulsan; también las formas bellas. Todo lo bueno nos impulsa a subir. El alcohol lo inventamos para simular la euforia del guerrero. Indudablemente que el hombre es soldado conquistador de la tierra prometida. Eso fue Toní. Eso significa mademoiselle Toní. Por eso no quise sus besos, su dureza, sobre todo la insuperable dureza de la pared abdominal. ¡Eso sí era juventud! ¡Eso sí fue combate! Y en ella, en todos los seres, he amado a la juventud perfecta, y si muchas veces he obrado feamente, ha sido por estar prisionero. Amar las cosas a causa de la divinidad. (er)
Otro inmenso amor por llegar a Dios, o sea, a muchacha que no envejezca, a la belleza modelo. (er)
* * *
Metafísica de la belleza
Los principios de la estética
Principio fundamental: La belleza infinita es posible porque todo es centro del universo.
La estética gonzaliana es búsqueda y experiencia de la belleza esencial, que está más allá de todas las cosas, pero se manifiesta en la sucesión del acontecer cósmico en el que cada ser es un centro del universo, que induce al amor de la belleza infinita:
Quien vive en el tiempo, en la sucesión de las cosas, no puede amar sino lo infinito y la eternidad; lo que sea infinitamente bello. (msb)
Sólo me consuela el principio fundamental de la estética, de que todo es centro del universo; que al fin, al fin todos tenemos la misma importancia. (me)
Principio vital: Todo lo vivo es bello.
La estética es efecto de la culminación vital, en cuyas manifestaciones se patentiza el devenir universal:
La belleza es la vitalidad. […] La vitalidad embellece todo […]. (dm)
… tal no es la belleza de la vida, animal profundo, devenir de un pasado remoto y oscuro hacia remoto y oscuro mañana, animal que se nutre de todos los instintos, de todos los jugos. (er)
La Estética es efecto de culminación vital. Lo bello es vitalidad. Se trata de fenómenos semejantes en todo a la fecundidad fisiológica. La misma energía preside al aparecer de organismos y de obras de arte. (er)
Principio formal: La belleza es manifestación de la desarmonía.
Desde el comienzo de su búsqueda, González descubrió el principio estético baconiano que enuncia la desarmonía como condición de la belleza, por cuanto la belleza, más allá de las formas, pertenece al orden metafísico:
Cuán intensamente te recordé, amada, al leer esta noble verdad extraña de Lord Verulamio: «No hay hermosura exquisita sin cierta extrañeza en la proporción». ¡Frase posible sólo de ser entendida por aquel que haya enseñado su corazón a gustar las discusiones metafísicas! El hombre que se acostumbra a contemplar las sombras misteriosas que aparecen más allá del mundo y de sus conceptos limitados, acaba por enamorarse del silencio y de la belleza de la desarmonía. (pv)
La primera máxima de mi estética es: sólo puede haber belleza en la desarmonía. Cuando hemos hecho abrevar nuestro corazón en todos los sueños inventados por los hombres, aparece en nuestro espíritu la nostalgia del país desconocido, del país sin contornos, que está más allá de los conceptos, y más allá de la vulgaridad de los rostros humanos, que ríen unas veces y otras lloran… ¡Oh, este mi anhelo infinito de belleza desarmónica! ¡Oh, tú, mujer de mi anhelo que estás más allá de la belleza y de la fealdad! ¿Dónde encontrar el país que esté más allá de los conceptos…? (pv)
La belleza desarmónica, propia de los agonistas inconformes, se manifiesta en los grandes hombres, superadores que a través de la lucha buscan la plenitud vital más allá de los límites de la apariencia:
El destino es la ley que nos limita. ¿Podemos subir y hacer cada vez superior nuestro destino? Quizá con la contención. Esa es la esencia de las doctrinas de los superadores, tales como Siddharta Gautama y Jesucristo. […] Emerson recorrió la tierra para conocer a los hombres que habían absorbido el jugo de la naranja vital y se habían superado. […] Más hermoso que la montaña alta; más conmovedor que la mañana pletórica de tibieza, es el espectáculo del hombre grande. El hombre grande es el que está descontento de ser el animal que suda, digiere y tiene hambre; en su cuerpo, feo siempre, ha dejado el tormento de la inconformidad la desarmonía que hizo decir a Bacon de Verulamio que no había belleza sin cierta desarmonía en la proporción de las formas. (vp)
Naturaleza metafísica de la belleza
Desde el principio, la belleza fue para González la realidad última, ultrafenoménica, manifestada en el eterno cambio fenoménico:
Para encontrar belleza es necesario disolver nuestra alma en las cosas; es necesario contemplar el constante cambio de los fenómenos, y recordar así el irse de nuestros quereres. Todo pasa, todo cambia y todo vuelve a renacer… Y el alma se va tornando silenciosa, melancólica… En aquellas regiones todo es crepuscular… Silencio, olvido… Presentimientos del Alma Única, infinita, que atrae entonces al pobre corazón. Es algo, algo así como un eterno crepúsculo. Allí termina todo lo que es… (pv)
La belleza suprema es difusiva por sí, sin finalidad alguna, se esparce por el universo como plétora de energía, y el hombre puede asimilarla y expresarla en formas y actos bellos:
Ayer alcancé a ver una muchacha que se mecía en el ala de una portada de una finca muy buena para comprar; la muchacha se había subido a un travesaño de la portada y se mecía; era forma viva en plenitud. Llamaba a la eternidad. ¿Para qué se mecía? Lo pletórico no tiene finalidad. Se mecía porque sí. La energía se manifiesta porque sí. (ce)
Naturaleza estética del hombre
Todo hombre existe distanciado de la belleza elemental de los demás vivientes, en virtud del espíritu que lo hace complejo, provisional, crítico, itinerante, buscador del bien, atraído por la belleza, que es su centro de gravedad:
¡Qué divino es el destino de lo creado, mi destino! Percibir la belleza y poseerla. (msb)
La belleza o energía está regada en el universo y podemos asimilárnosla. (msb)
De Roma me vine con una greco-turca, alma bella en cuerpo hermoso. La belleza abunda en los reinos vegetal, mineral y animal, pero no en la especie humana. Indudablemente que este fenómeno proviene de nuestra complicación; todos los seres tienen la sencillez del instinto y son obras maestras; todos ellos parecen definitivos como el Moisés. El hombre tiene la inteligencia y el pecado; se critica; percibe ideales y de ahí nace el remordimiento. Parece que el hombre no es obra definitiva; para mí tengo que es un espíritu que transita en la carne. (hd)
La belleza es lo que buscamos todos, aun el perverso y la ramera; todos vamos en busca de la belleza, por caminos torcidos; en el más atroz delito, a ella se persigue. El hombre es siempre atraído por ella, centro de gravedad. (n)
Los ojos verdes de este gatazo negro que se asolea en Vía Malta, a la vuelta de mi apartamento de Vía Doménico Fiasella, 10-2, me producen incitamiento vital. Me hacen pensar: ¡qué bueno asimilar energía y producirla luego en formas y actos bellos! ¡Eso es posible! Lo que más me ha conmovido en Génova es este gato, por sus ojazos. (n)
Todas las maldades y bondades se ejecutan en busca de lo bello. (n)
En virtud de la tiranía ineludible de la inteligencia y el amor, inherentes a su condición de viajero hacia el infinito, el hombre percibe el bien y lo bello como fuerzas ascensionales inagotables, y quiere ascender en bondad y belleza:
El bien y lo bello son dictadores, porque nos enamoran y queremos ser buenos y bellos. Es la dictadura del amor y de la inteligencia. Un grande hombre ejerce una dictadura y asciende a la especie humana. […] Pero ese gran tirano de Cristo ¿a quién ató y azotó y abofeteó y desterró porque no lo seguía o para que lo siguiera? Lo seguían porque él era la felicidad del camino. Hoy la humanidad tiene la gloria de poseer a Gandhi, quien ejerce la dictadura. Todos ellos son ejemplos, caminos, y de todos ellos puede decirse lo mismo: no ejercen coerción sino sobre sí mismos. Son bellos. Y está en el centro del espíritu el amor, la tendencia a la belleza. Esta es para el hombre como el imán para el hierro. Es ley de todo lo viviente, someterse a la belleza. Tal es la dictadura. Tal debe ser el gobernante: un dictador. Sujetos a él los hombres por la caricia irresistible de la espiritualidad, y por la firmeza de su alma. Pero hay quienes pretenden suplir la belleza que les falta con policía, cárceles, rifles y sacerdotes pagados. (hd)
… eso de la beatitud no existe, porque nunca podremos agotar la posibilidad de mejorar. Mientras estemos incitados por la belleza, siempre, pues no tiene límites, viviremos intranquilos. (hd)
Ética y estética
La metafísica de las vivencias es vivencia de la Belleza Suprema, manifestada en las expresiones efímeras de las formas, patentizadoras de la esencia vital de cada uno:
… lo único hermoso es la manifestación que brota de la esencia vital de cada uno. Aquí podéis vislumbrar la idea madre de nuestra metafísica, que expondremos en las alturas, a cinco mil trescientos metros sobre la vulgaridad latinoamericana, allá, acostados sobre el cráter del páramo del Ruiz. Para nuestras encantadoras lectoras sí queremos anticipar que nuestra metafísica es efímera, agradable y esferoide como los encantos de sus cuerpos. (vp)
La belleza vital es metafísica, pero no abstracta; es expresión del amor vivo y encarnado, cuya materia bruta es la sexualidad, y cuya culminación es el amor a Dios:
Se ha creído que el amor es únicamente el amor sexual; pero en verdad esa es la materia bruta de todo lo hermoso y grande. ¡Cuán bella es la vida para el metafísico! Es él quien percibe lo que hay debajo de los fenómenos; el que adivina el hilo madre que sirve de eje para la tela efímera del devenir. (vp)
Todo debe estar materializado en esta vida del espacio y del tiempo para que nos conmueva y nos ascienda. La belleza abstracta no atrae, no es belleza para el hombre. Vivimos una vida relativa, y a Dios sólo podemos amarlo con los medios actuales. La idea debe contemplarse vívida, encarnada: Sócrates, Jesucristo, Buda y demás santos han conmovido y formado al hombre porque eran doctrinas vivas, hombres-filosofías, hombres-belleza. (msb)
La búsqueda estética es, simultáneamente, metafísica y ética, pues dada la doble dimensión objetiva y subjetiva de la belleza, la experiencia estética es, simultáneamente, contemplación de lo bello, búsqueda del bien y liberación como tendencia a la bondad y belleza absoluta, objetivada en formas y actos:
Belleza y bondad subjetivas son el conjunto de fenómenos internos que causa la contemplación de objetos y actos. […] Hay tantas bellezas como tipos de hombre. Baudelaire encontraba emociones estéticas en los olores de la putrefacción. Pueden decir que era degeneración, pero sus emociones existieron. (er)
Belleza objetiva es propiedad que tienen las apariencias, en cuanto perfectas, y en virtud de la cual causan incitación hacia lo mejor, a la imitación, a la apropiación. (hd)
Definamos: belleza y bondad objetivas son las cualidades que deben reunir los objetos y actos para producir en el hombre de determinada época los fenómenos a que llamamos belleza y bondad. […] La belleza objetiva podemos dividirla en pagana, cristiana, bárbara, atrasada, normal, genial, perversa, etc. Tantas, como tipos de hombre, tantas, como épocas históricas bien caracterizadas. (er)
La mutabilidad de los valores, según que la psiquis aprecie como bueno y bello lo que la vitaliza, permite establecer la unidad de los fenómenos estéticos y morales:
… si […] consideramos que el mundo íntimo del hombre está en continuo cambio (equilibrio inestable), diremos que moral y estética no tienen valores absolutos, que bueno y bello son fenómenos, variables y efímeras mariposas de Psiquis. […] Bello y bueno llama un ego determinado a las cosas que incitan su vitalidad, y viceversa, para malo y feo. Me parece que hemos llegado a las raíces de las ciencias morales. (er)
Bondad y maldad, lo mismo que belleza, pueden definirse por relación a sentimientos de euforia y poder:
… son bellas las cosas cuando están ordenadas de modo que causen euforia o sentimiento de poder en el contemplador. […] La bondad y la maldad pueden definirse de igual manera [que la belleza], cambiando el término poder por utilidad. (ni)
La vivencia de la belleza, camino a la Belleza Infinita, conlleva siempre las vivencias morales de libertad, bondad y orden:
Tenía la sensación nítida de que iba a nacer, que me iba a nacer una cosa muy buena. Yo creo que esa cosa es la libertad, o la belleza, o la bondad, o denle el nombre que deseen. (er)
… como yo creía que Toní tenía la libertad, la belleza o la bondad escondida en su alma, bajo sus ropas o entre sus ojos, me di a la tarea de atizarla mentalmente para que me abriera. (er)
¿Para qué las libertades, si la belleza, el orden y la verdad están ocultos? (ce)
¿Cuándo se ha enseñado en Colombia que la moral es parte de la música? (ant vi)
* * *
Noción de belleza
A partir de los principios metafísicos fundamentales de la estética: anhelo y posibilidad de la belleza suprema, y a partir de la centralidad de cada ser en el universo: belleza como manifestación vital, belleza formal como patentización de la belleza esencial místico-metafísica, González fue construyendo su noción de belleza, sintetizada en el ansia de posesión y perfeccionamiento, suscitados por la contemplación de las manifestaciones de la energía vital.
Bella es toda manifestación de la vida y toda cualidad de los objetos que incita a la posesión, como camino a la realidad esencial:
Esta serrana, vestida con un faldín prensado, en esa mañana de plenitud, nos trajo algunas emociones e ideas. Pensamos que la belleza es la gran ilusión; pensamos que la naranja es una esfera de oro, y que para comérsela se tira la corteza dorada. ¡Aquella falda prensada…! (vp)
¿Sabéis cuál es la verdadera definición de belleza? Bello es todo lo que nos incita a poseerlo. (vp)
Emocional llamamos nuestro método. Comprender las cosas es conmoverse; hasta que uno logre la emoción intensa, no ha comprendido un objeto; mientras más unificados con él, más lo habremos comprendido. De ahí que sea tan viva la definición de la belleza cuando se hace consistir en la cualidad de los objetos que nos incita a poseerlos. (msb)
Bello es lo que produce en el hombre plenitud vital:
Bello. Esta palabra nace en el hombre para calificar aquellos objetos que le causan sentimientos de vitalidad. Su raíz está en el sexo, en el origen de nuestra vida. Todo arte es amor, porque éste es origen de la vida. Generalmente llamamos bello a lo que despierta en nosotros plenitud vital. (er)
La muchacha, símbolo de la plenitud vital, es sinónimo de belleza:
Pocos somos los que hemos sido preñados por las muchachas, o sea, por la belleza. (er)
Bello es todo lo que por el movimiento emotivo del alma del contemplador incita a la posesión, la seguridad y la perfección:
Cuando pronunciamos ante algo la palabra bello, manifestamos un hecho emotivo, la tendencia a poseer lo contemplado. En este impulso de posesión de lo bello y lo bueno, está lo que constituye el instinto de propiedad. El comunismo es error psicológico. Bello es lo que produce en el hombre una incitación a la perfección. (hd)
Belleza. Se tiene esta cualidad en cuanto uno se posee a sí mismo. […] Es propiedad divina. Subjetivamente consiste en el efecto que causa la contemplación de lo bueno. Es un movimiento en el alma del contemplador. (hd)
La belleza consiste en aquello que simula o participa de la seguridad. (ant ix)
Belleza es orden que causa euforia y sentido de poder:
… son bellas las cosas cuando están ordenadas de modo que causen euforia o sentimiento de poder en el contemplador. Feas son cuando más o menos directamente apocan nuestro sentimiento de poder. (ni)
Belleza es sinónimo de ese algo innominado, aludido como poder o espíritu:
¡Cuán divino es el poder, la belleza, el espíritu, eso que se llama…! Su nombre no se ha inventado, pues apenas tenemos oscuras vislumbres de ello. Los yanquis lo llaman «it». (msb)
* * *
Cualidades de la belleza
Las cualidades de la belleza son los modos característicos de la manifestación exterior de la energía vital, esencia de todo lo bello.
Vitalidad
Exteriorización de la fuerza vital en multiplicidad de formas, repletas de las palpitaciones de la vida:
La belleza es la vitalidad. […] [El] secreto está en la fuerza interna que derrama al exterior sin que lo sepamos. […] La belleza de los actos no consiste en los modos, sino en que estén rellenos de vida, que sean como fundas de paraguas… con el paraguas dentro. […] La vitalidad embellece todo, hasta los vestidos rotos y los vicios. (dm)
No es bello sino lo que vive y en cuanto vemos la vida, la palpitación. (hd)
[La historia es] útil, por futurista; emocional, por adivina; estética, porque vivifica. (s)
Fugacidad
Manifestación de la vida, fugaz e inestable:
Sólo es bello lo que cambia y se va… (pv)
… la moral y la estética son variables, porque proceden de equilibrio inestable. Ellas son síntomas, índices. (er)
Interioridad
Manifestación de la energía interior, patentización de la entidad vital, manifestada como individualidad única:
La belleza no es plástica; es interna y expresiva; es la fuerza que está dentro y que emana, que se expande en las formas. En las estatuas griegas palpita la energía interna; por eso los griegos creían en el Daimón. (vp)
La mujer individua es mujer bella. Todo ser individuo hipnotiza y atrae; hasta huele a individualidad. Por ejemplo, una mujer que pasó ahora por mi lado me hizo saber que era bella sin mirarla y sentí que atraía mis ojos como si fuera un imán. Sin querer mirar sentí que esa mujer era un ser, que me atraía… (msb)
Lo bello es la individualidad, el soplo divino que al manifestarse por modos propios embellece todo lo exterior. (dm)
Entonces comprendí que era la grandeza de alma la que embellecía todo lo exterior, incluso los vicios. (dm)
… lo bello es lo sencillo y que arroja vida de dentro; la belleza es centrífuga. (hd)
… la belleza es centrífuga; no se puede comer y asimilar, comprar o forzar. Está dentro de nosotros, como una semilla. (ant vii)
Lógica y verdad
Expresión de la energía vital humana como verdad o acuerdo entre la acción y la conciencia, la acción y el destino; de tal manera que bello y verdadero se convierten:
Únicamente obra con fuerza el que lo hace de modo que el acto esté acorde con su conciencia; esto no quiere decir que haya una verdad y que la fuerza esté en ella; significa únicamente que se le infunde vida al acto que emana de nosotros, al que es nuestra verdad. El que asesina, creyendo que lo debe hacer, obra enérgicamente. Todo lo que es lógico es bello. (vp)
¡Nada es verdadero sino lo bello! (dm)
¡Qué bella la lógica de la vida! (mc)
Nada es bello sino lo verdadero. (rpo)
Es bello lo que cumple su destino, a saber: un sapo bien sapo, un dictador bien dictador. Lo feo es un sapo con alas de ángel, Olaya de presidente en Venezuela. Estoy por aquella definición: bella es la verdad. (mc)
Los gordos per se tienen gordas todas las partes; hay armonía. Los falsos gordos son ilógicos. Porque no hay distingos: un sapo debe ser bien sapo y un ladrón, bien ladrón; la belleza consiste en la exactitud. (me)
Todo es bello, aun lo que llaman desgracias. (me)
Ascensionalidad
Tendencia de la energía a actualizarse y ascender:
¿Y qué es lo que nos produce las emociones de belleza y alegría, y qué es lo que produce el deseo? Precisamente esa tendencia de la energía a actualizarse. Por eso, sólo es bello lo que promete, lo que asciende. […] ¡Cuán lejos de la verdad están las definiciones que hacen consistir la belleza en la contemplación desinteresada! Deseable es lo que emerge, lo activo en potencia que nos invita a fecundarlo. (vp)
Las ciencias nos excitan, nos impulsan; también las formas bellas. Todo lo bueno nos impulsa a subir. […] Indudablemente que el hombre es soldado conquistador de la tierra prometida. (er)
La belleza, la emoción a que llamamos belleza, es inconcebible sin el deseo y éste sin la sinergia orgánica. (ant vi)
Gracia
Facilidad y sencillez de la integralidad:
Un pensamiento completo es bello y fácil: gracioso. ¿Hay, por ventura, bellezas difíciles? La belleza se impone a todos los seres; hasta los minerales y las plantas parecen dominados por ella, y los acontecimientos le rinden homenaje. Estuve leyendo un libro acerca de las campañas de Bolívar, que llaman profundo, y me ha dolido la cabeza, lo mismo que con la obra de José Manuel Restrepo, y es porque sus ideas están enredadas en un balbuceo muy difícil. (msb)
Poder
Capacidad de euforia y superación:
¡Cuán grande es el poder de la belleza! La belleza tiene su reino, como repetía Rosario, la negra que crio a mis hijos. (hd)
¿Qué constituye la parte activa de la belleza sino la sobreposición? ¿A quién buscan las gentes y los éxitos sino al sobrepuesto? El hombre sobrepuesto se llama Cristo o Sócrates, Napoleón o Bolívar. (ant x)
Tenemos, por ejemplo, la belleza: son bellas las cosas cuando están ordenadas de modo que causen euforia o sentimiento de poder en el contemplador. Feas son cuando más o menos directamente apocan nuestro sentimiento de poder. (ni)
Incitabilidad
Emoción generadora de la atracción y el deseo de apropiarse de lo bello y lo bueno, en virtud del instinto de propiedad:
Cuando pronunciamos ante algo la palabra bello, manifestamos un hecho emotivo, la tendencia a poseer lo contemplado. En este impulso de posesión de lo bello y lo bueno, está lo que constituye el instinto de propiedad. El comunismo es error psicológico. […] Así como para averiguar si un acero está imanado, se le acerca una aguja, para saber si un objeto es bello, se le presenta al hombre. Si hay incitación, estímulo vital, el objeto es bello. ¿Ningún efecto? Es indiferente, y es feo si hay repulsión. (hd)
Relatividad
Relación entre el hombre que aprecia y el objeto contemplado:
… para que un objeto sea bello se necesita que sea superior al contemplador. La belleza, como fenómeno humano, es relativa. Hay objetos bellos para el vulgo. Y así como puede llegarse a que venenos sean un estímulo necesario, también hay formas de arte para los degenerados. Existe lo morboso como objeto de arte para los caídos. (hd)
Progresividad
Manifestación siempre creciente de la energía vital:
Esencial a la belleza es que cada vez más, cada vez más…, como la aurora. (ce)
Ritmo
Patentización de la energía vital, que saca al hombre de su habituación:
… entiendo por música el ritmo, el aleteo que nos saca de por aquí, de la dura habituación. (ant ix)
Juventud
Promesa, tendencia al futuro, fuerza ascensional, comunión con la vida:
La salud es belleza, y ésta es prometedora. Por eso es bella la vida, y por eso la juventud es bella: porque prometen y ascienden. (vp)
No te vayas de mí, juventud, hermosa muchacha. Tú no hablas de virtud, tú no reprochas, tú no acusas. Me aceptas y ríes. Cuán bondadosa eres, pues no me excusas ni me insultas. ¿Virtud y vicio? Para ti no existen. Sólo existes tú. Eres el ser más agradable […]. (msb)
… la vida es bella, una promesa. ¿Y qué hay bello sino la promesa? (msb)
El que busca la juventud es Dios en potencia. (dm)
… desde el balcón que domina el mar, seguiré las costumbres del hombre y pensaré e invocaré a Dios para que me envíe juventud. (hd)
* * *
La búsqueda de la belleza
El camino de los hallazgos estéticos
El viaje metafísico hacia la comunión con Dios, Belleza infinita, que llama desde los seres, se realiza en la convivencia con los fenómenos vitales a través del método emocional:
Sentémonos a la puerta de todo lo bello hasta hacerlo nuestro, por el método emocional. […] Sólo por la emoción podremos embellecernos a nosotros mismos. (msb)
Estoy observando, oyendo, espiando la primavera, el resurgir de los instintos, el empuje de la savia en «Salomé», mi gatica, en las muchachas, en las putas, en los viejos, en los niños, en las aves, en la yerba, en larvas y semillas, para desencarnarme e irme yendo para donde no hay formas sino la belleza inmutable. Desde la carne, por medio de los ojos entornados, atisbo a Dios y éste me hace señales maliciosas, me llama y me sonríe. ¡Nada como Dios! (ce)
El punto de partida de la ascensión estética es la aceptación de la propia instintividad:
Decididamente resolví elevarme a atisbar a Dios desde mi casa de carne: instintos. No renegaré de ellos; son instrumentos de elevación. Los objetivaré y aprovecharé. Sólo me importa la belleza. (sal)
La búsqueda de la belleza es lucha por superar el atractivo de la belleza pasional, que es entristecedora:
… cuando mediante la disciplina de la raza se separa algo de la animalidad, aparecen el Héroe, la Belleza o el Arte. Son las primeras moradas del superhombre. […] Ya comienzan a aparecer las [estrellas] y yo busco en mi memoria la existencia de seres bellos, seres grandes… Apenas surge el recuerdo de una mujer, alta, poderosa, tan poderosa que todo lo arrastraba; detrás iban los deseos como fieras mansas. Apenas la vi pasar y hui. Yo siempre huyo de la belleza de la carne, porque es terriblemente entristecedora. (msb)
¡A cambio de todos los goces sensuales, dame, Señor, sabiduría y belleza! (hd)
Las muchachas más bien causan dolor; amor doloroso. Tengo treinta y ocho años y sufro mucho aún a causa de los frutos terrestres, tan tibios, tan pasajeros, tan desfachatados. El refugio es indudablemente el espíritu… (sal)
En realidad, soy un enamorado de la belleza, pero también hombre que persigue a las muchachas, que piensa a lo animal, etc., 99% hombre vulgar. Apenas si de vez en cuando puede mi alma mirar con hermosos ojos verdes a través de la inmundicia de mi conducta. (er)
La captación de la belleza exige la liberación del pensamiento, que cuando llega a dominar genera, como afán y miedo, el sentimiento obsesivo de la fugacidad temporal, que hace perder el ritmo, o sea, la lógica vital:
Afán. — Es el sentimiento de que el tiempo dado para ejecutar un acto no es suficiente. […] Un ser, en cuanto afanado, carece de belleza. Es imperfección. El afanado teme, está dominado por el pensamiento. Ningún ser que tenga un pensamiento que lo domine es bello. (hd)
Finalidad de la búsqueda estética
La contemplación contenida de la belleza educa y perfecciona la condición humana:
La belleza es peligrosa para el que la contempla, si no es un sabio de la contención; si lo fuere, es educadora y causa de emociones ricas en perfeccionamiento. (vp)
Ayuda a trascender mundos y a crecer en el amor a los hombres, portadores de la belleza:
Estoy entrando en reinos desconocidos y exclamo: ¡Qué divino es el destino de lo creado, mi destino! Percibir la belleza y poseerla. No odio. Amo a los hombres en cuanto son bellos. (msb)
Rejuvenece y fortifica:
Lo importante es extraer de las cosas bellas la emoción que nos rejuvenece, que nos fortifica. Asimilarse arte y vida. (hd)
Conduce a Dios, la Belleza sustancial, escondida detrás de los fenómenos:
A cada dos minutos miro para el cielo y llamo a la Belleza, al que está escondido, y has de saber que oigo el ruido de sus alas, cada vez más, cada vez más. Es como la aurora, que cada vez más, cada vez más. (hd)
¡Cuán feliz, oh hermano mío, cuán feliz me siento porque sé que moriré y que seguirán las cosas bellas apareciendo! Es felicidad de lágrimas. Debido a eso, no me entrego a la prostitución, no leo y camino como un buen loco que no quiere correr. Todo es pintura, todo es efímero. ¿Dónde te hallas, belleza sustancial? (hd)
El superhombre trasciende detalles y se eleva a la emoción divina por medio del amor a las cosas bellas. (mc)
¡Sólo Dios! ¡Sólo la idea de belleza! Lo que tenemos aquí, en Jerusalén y en Buenaventura, son amagos divinos que nos vienen de más lejos, de mucho más lejos que la luz de los soles que gastan mil años de luz para aparecer aquí, durante las noches, como ojos de gatos en celo en la oscuridad del jardín. (sal)
Voy con los ojos muy abiertos y calofríos en la columna vertebral en busca de la belleza. En todo caso, yo dije: «A cambio de todo acércame a ti». Si no hubiera nada, ni Dios ni belleza, ¡qué horrible! (sal)
* * *
Vivencia cristiana de la belleza
Desde su adolescencia, González entendió la noción baconiana de la belleza desarmónica como principio estético cristiano, o sea, como expresión de la belleza esencial, metafísica y mística, no conceptual ni formal, superación de la estética griega que concebía la belleza como armonía formal, terrena:
En aquella época incomprendida, en aquella revolución grandiosa, cuando apareció en el mundo la doctrina del Cristo, nació el concepto más grandioso de la vida, y un concepto de belleza superior al de los griegos: la belleza desarmónica… Mucho más hermosa es para mí una virgen gótica que la Venus de Milo: porque es de una belleza metafísica… Y para que no te burles de mi loca afirmación, te recuerdo la sentencia de Lord Verulamio… (pv)
Para González, estética y mística se condicionan en cuanto la santidad está condicionada por la sensualidad:
… mientras bregaba por comprender a Dios, anotando en mis libretas, veía ejercitar los caballos en el hipódromo y contemplaba a la joven Taylor, dieciséis años, hermafrodita perfecto sobre la potranca salvaje. […] Paseando por [el vestíbulo], en largas veladas invernales, rezábamos el rosario. Toní no era religiosa. Era apenas un animal poderoso, enemigo temible para el espíritu. Durante el rezo estaba encerrada, metida en su pijama rojo y bajo las tibias mantas, leyendo novelas de amor. La luz salía por las rendijas de su puerta, y cuando yo pasaba por allí, sentía que mi alma aumentaba su potencial y que entre Toní y yo había comunicación, una lucha y una fecundación. Sentía que allí, en pijama rojo, con pechos iniciales, tibia, yacía la imagen de la juventud; que mañana caerían mis dientes, cesaría el brillo de mi piel y que vendrían otras imágenes, muchas formas de juventud en diferentes maneras de pijama, y entonces elevaba la voz, sacaba el pecho, miraba hacia arriba y: Padre nuestro que estás en los cielos… Danos tu Reino… Durante esos rezos me convencí de que la vida santa está condicionada por el estímulo sensual. Toní me fecundó, me enseñó muchas cosas. Si es verdad que ella se quedó a orillas del Huveaune, virgen, también lo es que yo quedé grávido. Mientras la alsaciana, metida en su pijama rojo, se deleitaba con las peripecias de un amor en París, yo elevaba la mente a Dios, para pedirle conocimiento y belleza. (er)
Cristo es el camino a Dios, en cuanto la encarnación es concreción ejemplar de la belleza formal, que nos permite objetivar y sentir la verdad y adorar a Dios, pues el hombre entiende mejor las cosas del espíritu a través de los sentidos:
Indudablemente que no podemos vivir en lo abstracto. Por eso vino Jesucristo, en formas tan bellas, para que pudiéramos adorar a Dios. Vino para hacerse ejemplar, camino, para que viéramos, para que oyéramos y tocáramos la verdad. Recuerdo que todos los días iba a pedir belleza a la iglesia de la calle Paraíso y que al encontrar en mi camino una mujer poderosa, de esas que hay en Francia y que nos tumban, apresuraba el paso y oraba con fervor intenso. La mujer bella, al lograr objetivarla, me había mostrado el significado de la oración: «… estás en los cielos… dame belleza interior…». No hay sensualidad vil en esto. Afirmo una noble verdad: que el hombre, sujeto a los sentidos, entiende mejor las cosas del espíritu, en forma materializada. […] Por ejemplo: ¿tuve deseos viles con Toní? Ningún deseo natural es vil; pero lo que más tuve fue incitaciones al perfeccionamiento. ¡Es curioso! Tan enamorado, y jamás he causado mal a las mujeres y son ellas las que me han dejado grávido de ideas y de amor a Dios. En la vida espiritual hay almas-madres. Todo, árboles, paisajes, animales, sucesos, las fecunda. (er)
* * *
El arte
Naturaleza del arte
El arte es amor, en cuanto es creación viva, parto, maternidad, nacidos del amor:
Todo arte es amor, porque éste es origen de la vida. (er)
Los ojos ven; toda la personalidad asimila lo visto y por medio de la mano pare el artista pintor. […] Su obra no es, por consiguiente, retrato, autorretrato o reproducción, a menos que pudiera decirse que el hijo lo es de la madre. […] Los ojos miran; la mano aprende modos de líneas y colores y el artesano hace retratos, autorretratos o reproducciones; no hay gestación; no hay parto o aparecimiento. Es mecánico. Es voluntario. Diferencia entre ver y mirar. Nada tiene que ver con la maternidad de los genios. (rr)
El arte es expresión original de la energía vital, como voluntad:
Todo ente, animal, suceso o idea es la figuración original por vórtice en la energía latente. Así, todo ente es un desequilibrio o voluntad. (rr)
El arte proviene de la plenitud de los instintos vitales y de la condición teologal del hombre, que, como Dios, es trinidad:
Crear es indicar un camino con un dedo prognata que chorree vida, con voz penetrante en el caos de la posibilidad y con neta imagen mental. (dm)
El arte proviene de embriaguez causada por los instintos vitales en su cúspide. El verdadero arte huele a semilla, a semen, a humus. Es ceiba retorcida que extiende sus raíces a los ríos, pantanos y descomposiciones. La bonitura es arreglo, es artificio, es planta sin raíces y mútila. (er)
El gran arte es la inocencia perfecta, la reconciliación con la vida, eso que la gente enjolivée apellida perversidad. (er)
Arte es el modo de comunicar la desnudez de la vivencia. Si el arte no es la forma exacta de la desnudez de la vivencia, es palabrería ruidosa, juego de palabras, de colores o de superficies. No puede haber nada sobrante ni falto. Arte es el modo manifestado de la concepción. Y cada concebido sólo tiene un traje: el que lo comunica. Lo sobrante no lo expresa; lo faltante, tampoco, y como toda concepción y vivencia es única, ¿cuándo y dónde no habrá necesidad de arte? Siempre existirá, porque el hombre, como Dios, es trinidad. (lvp)
En cuanto manifestación de las posibilidades vitales de la individualidad, el arte nace de capacidades congénitas del artista, que al hacer su obra realiza sus posibilidades vitales latentes:
La individualidad es lo que se manifiesta: es igual en todos, pero más o menos dormida a causa de embolias psíquicas […]. (dm)
Con esas cualidades de la vitalidad se nace; ellas nos explican todas las cosas de la vida, pero no se adquieren. (dm)
Hay muchas posibilidades en cada uno y el secreto del arte consiste en darles realidad. El valor de la obra se mide por la vida que adquiere la posibilidad que había en el artista. (dm)
En cuanto manifestación de la conciencia, el arte tiene origen divino:
… el arte no es otra cosa que manifestación de la conciencia; es divino. (ant xi)
En cuanto expresión de la realidad y de la vida, se nutre de las energías de la tierra y de la patria en que se vive. A propósito de la obra de Tomás Carrasquilla, dice González:
Este Carrasquilla es tan mirón, tan escuchador, tan sastre de ropas y de almas, tan realista, tan semidiós que se nutre de las energías de su patria antioqueña, que a pesar de que soy cuarentón estéril, al leerlo y al oírlo, me empreña de este juicio: es único en Colombia; es orgullo colombiano, es el que puedo enviarle a M. Bréal, para que vea que somos iguales a los europeos. (tc)
Dentro de esta concepción estética, González, artista aficionado (hd), es un solitario que vive el arte como desnudamiento, a la conquista de la inocencia y la comunión con la vida:
Pero yo, el solitario que renunció a honores fáciles, que vive en pobreza, para no verse obligado a juntarse con López, Laureanos y Olayas, yo soy artista de la vida, pintor de animales en celo. (er)
Para los colombianos, yo soy pornográfico. Pueblo mísero, envilecido por centurias de dominio español, convento de clérigos vestidos hasta las orejas, pueblo cuya capital es Bogotá, ciudad habitada por hombres que piensan, escriben y viven para «cubrirse», porque son pecados andantes. Miguelángel, Goethe, el Libertador y yo no nos tapamos. (er)
Noción de arte
El arte es la vida misma. Saber vivir su individualidad y su socialidad, dentro de sus límites, es secreto artístico:
Vivir es un secreto artístico. Vivir solo o en sociedad es arte. (ant x)
El arte es la comunicación precisa, viva y desnuda de la emoción:
Cuando yo diga arte, entiéndase sobriedad de formas esenciales. (dm)
… el arte consiste en tener la emoción y comunicarla. (mc)
Respecto de Toní, deseo ser perfecto. Diré nada más que lo referente a ella; concentraré todo mi organismo a revivirla. Tal es la perfección artística. Contaré todo lo que sucedió y nada más. (er)
La medida impera en el arte. (s)
El arte es el modo de comunicar la desnudez de las vivencias para llegar a la comunión con Dios, la Presencia en el hombre:
Arte es el modo de comunicar la desnudez de la vivencia. (lvp)
Todas las artes son, pues, modos de comunicar la desnudez de la vivencia. Escultura, por ejemplo, es desnudar un mármol, o un tronco de árbol… del sobrante, para que quede desnudo el concepto o espíritu que animaba al artista. Note bien: arte es conseguir la desnudez del dios, para que todos comulguemos o lo tengamos en nosotros (Presencia). (lvp)
El arte es viaje a través de mundos y lenguajes, para identificarse con ellos y expresarlos en su lengua:
Los medios de comunicación de la desnudez de las vivencias son en infinito número; cada mundo posee su lenguaje y sus artes. Para el Viaje hay que conocerlos, o mejor, al hacernos un mundo, implícitamente conocemos su modo de comunicación o arte. (lvp)
El arte es itinerario de revelación de realidades o presencias, propias de los mundos, hasta llegar, a través de la metafísica, al comunismo de la beatitud, donde todo lenguaje se transmuta por el lenguaje de la locura lírico-mística, que es música esencial:
El arte […] no es copia de apariencias sino revelador de realidades. (t ii)
Arte es todo modo de comunicar la desnudez de las presencias. El lenguaje es arte; todo signo es arte; el mundo formal es arte. Por lo tanto, itinerario. (t ii)
El arte es experiencia metafísica de la desnudez de la existencia, el saber y el lenguaje, en la beatitud de la comunión:
El lenguaje humano de hoy y todas las artes de hoy son expresiones del animal medidor que somos en estas nuestras coordenadas. Para la metafísica o los Viajes aparecen necesariamente nuevas artes y lenguaje que comunican las vivencias de cada mundo. En los cielos, el lenguaje es casi la desnudez, pues allí se saben coexistiéndose; algo semejante a la telepatía y superior aún. Es comunismo en la beatitud. Hasta hoy sólo se ha ensayado por místicos (Juan de la Cruz, Tagore, etc.) el lenguaje sugestivo o de locura lírico-mística, en que cierta música esencial tiene un algo de índice. (lvp)
La limitación de las artes
El gran arte es el amor:
… todo nace en el amor […]. Aunque me escupan desde las gateras, seguiré predicando el amor. […] El gran arte enseña que para engendrar hay que enamorar. El gran arte es el arte de amar. Educar es amar: política es amor: es el arte de crear una patria, engendrándola en nuestros compatriotas. (ap)
Las artes, así manifiesten vivamente la vida, se alejan de la vida que manifiestan, pues son limitadas.
Tienen la limitación del artista que genera sus obras a semejanza suya:
La tristeza peor es la del artista: saberse limitado: todas las obras se parecen al artista […]. (ant xvii)
Tienen la limitación que exige la obra de arte:
… hay que limitarse para la obra de arte. (er)
… el arte exige límites. Por eso, se aleja mucho de la vida. (er)
Tienen la limitación propia de la simbolización y la formalización, que, sólo asociadas a complejos vividos, pueden patentizar la viva, que es la mejor de las artes:
Respecto de la música, es simbólica, como todo arte y cosa aparente. […] El bisbiseo de los pajarillos es caricias, imploros, lenguaje, y nos recuerda la soledad en los bosques y enramadas. Por eso, la música es el arte inferior: tiene valor en cuanto el sonido está asociado a complejos, a instantes vividos. Yo, que no oí música en mi niñez, no entiendo otra que la de las aves, el viento, la selva y los instrumentos de cuerda. (sal)
La escultura imita a Dios, haciendo hombres y animales. La pintura apenas, apenas si logra dar remota idea de los colores y de los espacios. Es casi imposible; arte dificilísima… Mejor que todas las artes es la vida; mujeres y hombres, que estatuas; visiones, que cuadros; sonidos, que música compuesta; conversación, que escritura; pensamientos, que discursos; vidas, que novelas. (sal)
Finalidad del arte
Para González, el arte, como sentimiento embriagante de vitalidad y expresión de la afirmación de la vida, permite averiguar hasta dónde llega el poder de la vida:
El arte me atrae, describir novillas, ceibas, hombres; buscar la euforia; sentir la ebriedad, esa inducción psicomotriz al contemplar las formas en que se afirma la vida. Ando por aquí en busca de seres que me indiquen hasta dónde es capaz la vida. (ce)
Lograr, por medio de la expresión de la demasía vital y la sensualidad desbordada, la vibración de la idea aparente, que es la vida:
Así es mi arte, una demasía vital, desbordarse de la sensualidad. Por eso, en Roma me siento perfecto animal en su medio. Al contarle a [Anita] Tilotta la violencia serena y majestuosa con que se hunde en el Océano Atlántico el Amazonas, separando sus aguas y formando un río entre el mar, la acción de cada músculo era calidísima y la palabra rotunda como vestido de mármol hecho por Canova…, y entonces comprendí más que el arte es sensualidad, así como tierra son las flores y toda la apariencia de sobre el haz del globo. La vida es idea aparente, y el secreto del arte consiste en lograr que la obra, estatua, cuadro, escrito o acción, sea apenas vestido bajo el cual vibre la idea como pecho de joven bajo la tela. (hd)
Comunicar el espíritu, que al hacer convivir y comulgar, engrandece, dignifica y embellece al hombre:
He ahí el fin del arte: producir emoción de grandeza y dignidad; producir el embellecimiento del género humano. (hd)
El fin de las artes mayores es comunicar el espíritu; hacer convivir, comulgar. […] Pero el summum, la vía magistral para la comunión, es la ejemplaridad actuante. (lvp)
* * *
El artista
El auténtico artista lo es por razones ontológicas; posee cualidades esenciales, que le permiten crear: es hombre libre. El artesano, en cambio, lo es por razones pragmáticas: produce porque necesita subsistir, utiliza condicionadamente su talento, vive en el mundo de la necesidad.
Cualidades del artista
Todas las cualidades de artista son expresión de su poder de creación en la libertad:
Vocación
Poder creador y habilidad, es decir, maestría para la concepción viva y el manejo de los medios de expresión, pues la verdadera obra de arte es generación viva de existentes únicos:
Convinimos […] en que el artista crea sin finalidad ninguna: tiene vocación, y que los demás son artesanos. […] El artista produce. Pro-duco. Pro-yecto. Parior. El artista debe esmerarse en ser artesano también: tener las habilidades de su arte, para que el hijo, cuando llegue, pueda manifestarse. (ant xvii)
… para cualquiera de las artes se requieren dos maestrías: la de la concepción viva y la del dominio de los medios para la expresión formal; concebir y parir. Lo principal es la concepción, pues el que verdaderamente está preñado, pare. Pero siempre es necesaria la artesanía. Hay que practicar diariamente; escribir por escribir; enriquecer el léxico; vagar trabajando, describiendo, observando los mundos físico, mental y espiritual; personajes, sucesos, lugares, animales y plantas, pasiones y acciones. Y recordar siempre cómo todo vocablo es nombre de algo existente único o de una actividad única. El vocabulario es mucho en la artesanía. ¡Concepto sin nombre es preñez frustrada! La palabra es el aparecer del nacimiento y perfecciona a éste. En otras palabras, la forma justa es sustancial. (lvp)
La espontaneidad y facilidad con que trabaja, y la singularidad de la existencia del artista genial, resultan inexplicables, tal como lo sintetiza González, a propósito de Ricardo Rendón:
No podía ejercer voluntariamente, como los artesanos. La hora del nacimiento sorprende a la madre. […] Trabajaba tan fácilmente, que producía en los asistentes el sentimiento de «eso no es gracia». Característica también del parto. […] De ninguna de sus obras se puede decir que el secreto esté en tal rasgo o línea. Está en toda y se ignora en qué consiste. Unicidad. […] Era idiota para la vida práctica y de sociedad: poseso. […] Producía sensación de lejanía. No podía familiarizarse. El genio como excepción monstruosa. Rebuscando en su gente, no se halla explicación de su genio. Lo que nos explicamos está por debajo. (rr)
Capacidad de convivencia con la vida y sus fenómenos
La obra de arte es parto, resultado de conocimiento vivo, convivencia, cohabitación amorosa:
Respecto de la obra artística: hay que concebir, y viene el alumbramiento. Para concebir, vi-vir, o sea, cambiar de ambiente, documentarse, experimentar, ir de aventuras, orar, invocar. ¿Cómo parir, sin estar preñado? ¿Y cómo estar preñado, sin haber amado y cohabitado? ¿Y cómo amar, sin conocer? Conocer es al arte lo que cohabitar al amor carnal. ¿Cómo conocer sin convivir? (ant xvii)
Belleza personal
El trabajo artístico es expresión de la individualidad:
Para obrar, tener fuerza; para el arte, ser bello. (ce)
Objetivamos el mal. Tal es el origen de tragedia y mitología. […] El arte, «el otro mundo», los mitos, son la objetivación de los tormentos. (me)
Conocimiento de sí mismo
La creación artística es expresión del mundo interior; los personajes se crean con elementos vitales del autor:
La creación de un personaje se efectúa con elementos que están en el autor, reprimidos unos, latentes, más o menos manifestados, otros. Durante el trabajo, la imaginación y demás facultades se concentran e inhiben los complejos psíquicos que no entran en la creación, y desarrollan, activan aquellos que lo van a constituir, hasta el punto, a veces, de que el autor sufre un desdoblamiento y la ilusión de haber perdido su personalidad real. La creación artística es, en consecuencia, la realización de personajes que están latentes en el autor. Nadie puede crear un criminal, un avaro, un santo, un idiota, un celoso, sin que los lleve por dentro. Puede ser buena toda la apariencia de un artista y crear un monstruo. Pero ahí se traiciona, ahí confiesa… La observación no es bastante por sí sola para creaciones verdaderas; ayuda apenas. (dm)
… en Bogotá creen que el tema es como flores en floristería, que uno escoge y se adorna. El tema es uno mismo. Tu virginidad es tu tema. (ant xvii)
Las obras de arte son reacciones. La miseria es el ambiente del arte. Por lo menos, la cuna. Su dialéctica es así: por habitar en casa miserable, se van los artistas. La creación es una fuga. Teoría de los mitos. (ant xvii)
Amor
Las mujeres de Francia. Míralas pasar. Carecen de misterio; no tienen secreto; no hay en ellas inocencia. No existe el amor, el cual esencialmente consiste en la conquista de una inocencia. En Francia no existe, pues, el amor. ¿Qué arte puede haber sin amor? (hd)
Capacidad de afrontamiento
El artista tiene que poseer la capacidad de enfrentar las habituaciones sociales y, a la vez, expresar la propia individualidad y la propia conciencia:
Cáigase el mundo social sobre mí, pero me manifiesto: en esta frase podemos resumir el estado de conciencia que caracteriza al artista […]. (ant xi)
Poeta es el que convive con su presencia, como […] Job, pues la presencia es lo que somos, es la patentización de lo que quisimos ser en el Paraíso; y es lo que somos antes de nacer, todas las presencias, representación infinita en el tiempo, unitotal o el tiempo-espacio. (t ii)
Vivencia de la divinidad
El arte es manifestación de Dios, la Intimidad en los existentes:
Quien escribe por exigencia de su espíritu, para manifestarse, así como pare el animal, es artista, vive divinamente. Dios se manifiesta en todo; la actividad divina es la manifestación: Deus sive natura. (ant xi)
Arte es modo de comunicar la desnudez de la vivencia. Los hay de todas las vivencias, las de abajo y las de arriba. Y si hay arte (comunicación de la desnudez), la Intimidad, ya sea en remordimiento, en amargura por haberse alejado de Ella, ya sea en amagos positivos de Ella, da la belleza a las obras. (lvp)
… palabras e imágenes son la morada de los dioses. (t i)
… las palabras son las moradas de las presencias. (t ii)
Cualidades de la obra de arte
La obra de arte es tal porque es patentización de la realidad viva a través del trabajo del artista, que vive en comunión con Dios y con la vida. La obra de arte tiene, pues, las cualidades propias de la manifestación de la belleza viva:
Sobriedad
… escribir un libro sobrio como las nalgas de la Venus o como las piernas del Apolo. (hd)
Sencillez
La sencillez artística consiste en que la esencia resalte. (mc)
Inocencia
Eso se llama enjolivement; es el arte preciosista, cosa triste, muerta y que repugna al gran estilo; eso no se puede hacer con Goethe ni conmigo. ¿Es posible coger un niño sano, vital, y quitarle las nalgas, el vientre, los pies, los órganos genitales, y decir que los ojos, sólo los ojos, son presentables, son bellos? Para quien ame lo bonito, sí. Pero tal no es la belleza de la vida, animal profundo, devenir de un pasado remoto y oscuro hacia remoto y oscuro mañana, animal que se nutre de todos los instintos, de todos los jugos. (er)
El gran arte es la inocencia perfecta, la reconciliación con la vida, eso que la gente enjolivée apellida perversidad. (er)
Todo lo que está «muy bien escrito» es detestable. Cada cosa debe aparecer con el vestido que tenía mientras era vivida. El vestido y la música de su mundo propio. (lvp)
Sinceridad o naturalidad
Sólo hay un estilo verdadero y consiste en decir lo que uno piensa. Y como sólo hay una palabra propia para cada cosa, resulta que sólo hay un estilo. (ant v)
Llamo estilo la manera de manifestarse. Hay estilo para montar a caballo, para comer, para caminar, para escribir. El verdadero estilo consiste en manifestarse naturalmente. De suerte que cada hombre debe usar y perfeccionar su estilo, aquél para el cual nació. Todo hombre debe cultivar su jardín. (ant v)
Transparencia
¿Cuál será pues el criterio para el valor del estilo, del arte, sea cual fuere? La transparencia. El que la forma desaparezca en aras del dios. Por eso, comulgar es que esté Cristo vivo dentro de nosotros: que se trascienda todo arte o modo. (lvp)
Por eso, para mí, el diálogo vivo, frente a frente y desnudos los dialogantes, tirando sus personas o máscaras, confesando su mutua pequeñez, ensayando y volviendo a ensayar, unidos por los ojos, por la emoción que los anima y mueve, en esa brega por conocerlo de vista, como Zaqueo…, en fin, el diálogo es la mejor de las artes, porque eso divino, la ejemplaridad actuante, la comunión íntima, es sólo de Cristo. (lvp)
El secreto del artista es individualizar los fenómenos, y a un mismo tiempo hacer vivir el substractum (la intimidad), de tal modo que el deudor del artista nos haga vivir nuestras deudas y que nos digamos: «Se está refiriendo a mí este señor». (lvp)
Adimensionalidad o exactitud
Obra pequeña: ¡eso es!, ¡eso es! Pequeña. Este es uno de los adjetivos para definir lo bello en arte. Aun el Moisés, con ser tan inmenso, te parece que lo puedes llevar para la casa. […] Lo bello no tiene dimensiones. […] Al decir pequeño, quiero significar lo que no tiene longitud, ni latitud, ni espesor; que nada le sobra; que es una idea materializada y que la materia es la precisa para que la idea se manifieste. Mientras que la obra frustrada es aquella que tiene materia sobrante, inanimada. […] Quizá la palabra no sea pequeña, sino liviana. Las obras feas, pesan, y es propiedad de la belleza espiritualizar la materia. Ésta, al mismo tiempo que sirve para que la idea se manifieste en formas, está oculta por la idea. La idea, en las obras bellas, no sólo ocupa toda partícula de la materia que la realiza, sino que forma un aura, así como dicen los ocultistas que pasa con el alma y el cuerpo. […] Pequeño, sencillo y liviano tienen casi el mismo significado en este ensayo sobre el arte. (hd)
Ahí me tienes otro adjetivo de los que buscaba para adueñarme de la belleza. Pero pequeño, liviano y natural, una vez escritos, no tienen lo que yo viví al sentirlos y meditarlos. (hd)
«Esilidad»
No existe la palabra propia sino en italiano. Esile. (Se pronuncia ésile). El diccionario trae como equivalentes, débil, delgado, flaco, sutil, tenue. […] Para ser esile, es necesario que haya suavidad de curva, delgadez llena, línea perfecta y…, en fin, se necesita que el objeto calificado así revele la belleza de la debilidad. Decir magro, delgado, sutil, débil, no es lo mismo. Esile contiene un complejo de cualidades físicas y psíquicas. Esile no puede ser sino lo que tiene una gran alma. Además, esile lleva consigo la idea de belleza pecaminosa, extraña. (hd)
Unicidad
La obra artística suspende o sorprende el ánimo por la unicidad (de único) que posee todo lo que nace. (rr)
Hermafroditismo
De todo [el Hermafrodita] resulta el complejo de emociones que forman el infierno de la belleza. Es delgado, femenino y masculino. Quisiera llevarlo y pegarle y besarlo, y adorar a Dios en él. El Hermafrodita constituye el summum de la conquista en el arte: ¡reunir en la creación humana las bellezas de la mujer y del hombre, unificar la Naturaleza en un mármol! […] El reino de nuestro Padre que está en los cielos tiene muchas moradas. El Hermafrodita griego no es la sucia inversión, sino la unificación de las bellezas, Dios padre y Dios madre. En el fondo de la inversión yace el ansia de perfección. (hd)
Orden dinámico
… sin ordenación no puede haber emoción estética […]. (db)
… estamos sometidos a la ley de la sucesión, en cuyo manejo está el secreto del artista narrador. (db)
Vitalidad
Síntesis de todas las cualidades de la obra de arte:
Respecto de Toní, deseo ser perfecto. Diré nada más que lo referente a ella; concentraré todo mi organismo a revivirla. Tal es la perfección artística. (er)
* * *
Conclusiones
Para González, la verdadera obra de arte, realizada en desnudez, sinceridad, temor y amor, para engendrarse y parirse a sí mismo, es viva, actuante, inconclusa, eterna, penetrada por el misterio: obra de Dios:
Eso es lo grandioso y asombroso de las grandes obras de todas las artes: que están todas bañadas de misterio, posibilidad y eternidad; todas ellas nos sumergen como en océano invisible, indeterminado, pero vivo y actuante; todas son a un mismo tiempo inacabadas y eternas; siempre se están haciendo y revelando; siempre inconclusas y prognatas. Si haces tu obrita con mucha diligencia, muy bien pintada, o escrita o cincelada, con todos los detalles, pues muy bien, hijo mío; pero es mortal, es tu obrita y no la obra de Dios. Pero si ejecutas tu obra a la desnuda, con mano de amor y terror, sin vergüenza, sin finalidad, pariendo nada más, pariéndote en urgencia grande, por debajo y por dentro de tu obra emerge el dios, hoy, mañana y siempre. Será eterna. (lvp)
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Teodicea
Objeto del presente capítulo es clarificar el itinerario y los contenidos religiosos y teológicos de la obra de Fernando González: de dónde partió su intuición y su búsqueda de Dios, cuál fue su sentido de la experiencia religiosa, cuáles fueron los indicios que lo llevaron a Dios, cuál fue el proceso vivencial a través del cual fue madurando la noción de Dios, cómo vivió su experiencia religiosa y cómo llegó a la vivencia cristiana de la Trinidad.
* * *
La búsqueda de Dios
Lugar de Dios en la vida y obra de González
Uno de los más serios obstáculos para la comprensión de la filosofía de Fernando González ha sido el prurito de los analistas de su obra de tratar de entenderla eludiendo, trivializando, descontextualizando, deformando o excluyendo de ella la búsqueda, la vivencia y el testimonio de Dios.
Al servicio de ideologizaciones cientificistas, racionalistas, marxistas, deístas, agnósticas, ateas, el proceso de interrogación, búsqueda y experiencia viva de Dios que realizó Fernando González a lo largo de toda su vida se ha entendido como anacronismo aldeano, rezago conservador-fascista, resabio esoterista, trastorno neurótico de origen sexual, embeleco heterodoxo, escarceo esoterista, refugio consolatorio ante el fracaso de sus predicciones sociológicas, balbuceo tardío de debilidad senil.
La verdad es que la búsqueda de claridad sobre la realidad de Dios y el esfuerzo por llegar a la comunión viva con Él no fue experiencia adjetiva, tardía, evasiva o alienante de un Fernando González senil y valetudinario; al contrario, desde la niñez, en la convivencia con los fenómenos vitales y el crecimiento en conciencia, González emprendió la lucha por realizar, en la comunión con Dios, el hombre que, más allá de las apariencias, estaba latente en él.
El proceso de la búsqueda de Dios
En su niñez, González intuyó el llamado de Dios; en su juventud se distanció críticamente de los formalismos especulativos teológico-religiosos, ad usum; en su adultez anduvo, detectivescamente, a la búsqueda de indicios de la realidad divina; su madurez fue la vivencia agónica de la relación con Dios y el difícil trabajo de tratar de nocionalizar y simbolizar su vivencia de Dios; en sus días finales llegó a la beatitud de la comunión con Dios en la reconciliación de los contrarios, el silencio, la amencia, las bienaventuranzas.
Excepción hecha de la negación de Dios a que lo indujo el padre Quirós en el colegio de los jesuitas: «Niegue a Dios; pero el primer principio tiene que aceptarlo, o lo echamos del colegio…» (n), nunca hubo en la vida de Fernando González un atisbo de duda sobre la realidad de Dios, ni otro interés más fundamental y más persistente que el de la experiencia personal de Dios vivo.
González se entendió a sí mismo como teólogo, y a la teología como lucha con Dios:
Yo no soy, yo, Lucas Ochoa, sino un teólogo. He escogido la mejor parte: disputar con el Maestro. (msb)
Yo soy un teologucho y no me importa que me admiren; me sobra con mi propia admiración y esa es la que busco. (msb ii)
Asumió su fisiología y su pasionalidad como el rasgo más elemental de su anhelo de divinidad:
Hace poco mis deseos eran destruir y profanar. Hoy, un pequeño tiempo de mis días está ocupado por el ansia de ascender a la luz. Ahora soy el animal que mira al cielo mientras defeca… (msb)
Tuvo la conciencia nítida de que vivir fisiológicamente, sin hacer lo que debía para encontrar a Dios y entrar en comunión con Él, lo hacía inferior, lo degeneraba, lo hería en su esencia vital:
¿Hasta cuándo? ¿Cuándo madurará mi alma? Ya es tiempo de que yo no fuera de este mundo, pero me he quedado y eso me degenera. Debí haber escogido decididamente hace tiempos; no lo hice, y voy por camino en el cual soy inferior. Una voz me ha llamado siempre a la filosofía y no le he obedecido fielmente. Resultó que aún vivo fisiológicamente y que tampoco acepto decididamente a Dios. Dejé a Cristo allá, entre las rameras; lo necesitamos; debe de estar entre todos nosotros, inmundicias errantes. Me duele el centro de huesos y músculos y siento herida mi esencia vital. (mc)
La comunión con Dios fue el anhelo fundamental y el objetivo supremo de su decisión, incondicionada e irrevocable, de superar a costa de cualquier sacrificio los mundos de la representación:
Llegaré a vivir en medio de un mundo muy agradable, en las vecindades de la esencia que subyace bajo los fenómenos. (msb)
En todo caso, ansío la belleza suprema. (msb)
Mi vida se divide en períodos. Períodos como los solares, tormentosos, pasionales, místicos. Otras veces no soy nadie. ¡Llámame a ti, Señor Dios de los ejércitos! (dm)
En la avenida del Prado, bajo los plátanos, que ya tiemblan y van a retoñar, oigo dentro de mí el galope de los deseos que ya conozco; entonces le digo al Señor: ¡cógeme y sácame como espada de su vaina! Pues esta mañana bajé muy temprano y la Toní me sirvió el café en la mesita trípode, al lado del plátano, y tenía una terrible pugnacidad en las caderas y los ojos afelpados. […] Miré a la Toní, mientras se retiraba, y le dije al Señor: ¡sácame consumido, que no quiero volver a la Tierra, lugar de ilusiones! (sal)
Guiado por la voluntad divina, yo haré todo y pasaré por todo. Tomaré los remedios más repugnantes para librarme de la existencia, tan variada, tan llevadora y traedora, que nos encadena: hay en ella muchos segundos, muchos acontecimientos, días, noches, primaveras e inviernos; muchos ojos y tentaciones; mucha alegría y tristeza; muerte y vida. Es un girar, un retorno inacabable, con iguales ilusiones pasajeras… (sal)
Como no quiero sino a Él, digo todo lo que me parece conocer… amar… Y nada odio, pero parezco áspero. En fin, usted me conoce: anhelo de infinita libertad en Cristo; no temer, ni odiar, sólo vivir libre, en Dios. (rpo)
Vivió en la conciencia de existir en Dios:
¡Sólo Dios! ¡Sólo la idea de belleza! (sal)
Veo a Dios. ¡Cuán bello es el que está escondido, el que susurra bajo las formas de la vida! Tú, Señor, eres el niño que palpita en todas las cosas, como si fueras a nacer ya, ya… Toda la vida está grávida de ti, Señor Niño Jesús, y mañana vas a nacer en todas partes y de todas las cosas. Eres como la aurora, que cada vez más, cada vez más… (er)
Superada la crisis de la disolución del yo, enfrentado a la angustia de la muerte de su hijo Ramiro, vivió en oración sus últimos temores y oscuridades frente al misterio de Dios:
Resumen: oscuridad, mucho miedo y orar continuo…, pero como en el vacío. Amo más que nunca a Dios y los dioses (héroes), pero es como un amor que no agarra. (rpo)
La vida nuestra es exactamente la misma de cuando usted vino. Por dentro va la procesión, en la cual hay la novedad de que apenas pienso en Dios y en los seres amados. En la oscuridad de la noche me da algo así como un desvanecimiento o una admiración ante algo muy grandioso que está cerca y dentro, y que no sé qué sea, pero que sé que es amor imperecedero e imperecedera vida. (rpo)
Ya al final, tras sesenta años de búsqueda, su conciencia se hizo conciencia viva de Dios Amor o Intimidad o Presencia o Padre o Néant, y su existencia realización de la comunión con Dios en su intimidad, como su intimidad, como la Intimidad del hombre y de todas las manifestaciones de la vida:
¿Qué puedo contarle? Que cada día temo menos al futuro (la muerte), porque cada día vivo más el hecho de que todo (vida y muerte) es voluntad de Dios: Creación. (rpo)
Por aquí hay milagros: milagros de amor. O sea, que soy feliz y que todos en casa son felices, con la felicidad de Cristo, que es, según entiendo, un milagro que consiste en que mientras más padezcamos como hombres de aquí más felices nos sentimos; o sea, cierta participación misteriosa en eso de la Cruz. Estos son tartamudeos; y lo cierto del caso es que ahora soy feliz. Mi súplica ahora al Señor es que me dé vivencia en su resurrección; vivencia del Dios Vivo, del Padre y hermano Dios Jesucristo. (rpo)
… se trata de algo nuevo, verdaderamente nuevo, casi de darle otras coordenadas al hombre, casi de pasar de oruga a mariposa. O sin casi. ¿No veis? En ese casi se traiciona el que estas nuevas coordenadas de que trato, no son todavía las mías normales […]. ¿O será por «humildad», por ese prejuicio de «hay que ser humilde»? ¡Qué cuentos de humildad! Esto que voy a enseñar, que estoy enseñando, no es de este Lucas de Ochoa, de este «viejo loco», de este «hideputa viejo loco», sino de la Presencia que hay en él, y que es su Dios vivo, Jesucristo. (lvp)
Desde la conciencia viva de Dios-Intimidad-Presencia asumió la experiencia de la muerte con el gozo del regreso a la casa del Padre:
Soy hijo de Dios, hijo pródigo que, llagado y raído, al parecer de los entremontesinos, voy de retorno a la casa paterna, al juicio de identidad. (t i)
González resume su lucha de sesenta años a la búsqueda de la verdad y de la libertad como un camino de obediencia a Dios:
… yo fui obediente y humilde, pero con el infinito orgullo de que llamo a La Verdad para que habite en mi nada. […] ¡Seré obediente como el agua…! Pero, al Señor en mí. (cr)
Con inmenso dolor, que sintió hasta el fin de sus días, vivió Fernando González el haber sido juzgado como ateo por haber buscado desde niño el encuentro personal con Dios:
¡Qué bueno haber continuado siendo maestro de escuela para enseñar estas cosas que he vivido! Pero no quisieron. Dijeron que era ateo. Ateos llaman a los que, como Zaqueo, «hacemos diligencias para conocerlo de vista». (lvp)
La búsqueda y la experiencia de Dios como la Vida y la Realidad constituye la médula de su vida y de su filosofía:
El fin último de mi Yoga es Dios infinito. […] El propósito debe ser crecer, hacerse potente, para irse acercando a Dios. (msb)
El Dios es el imán que extrae del fango al hombre. (msb)
Lo que sucede es que la religión va ascendiendo con los creyentes. Quitadme mi religión y tendréis el animal inmundo en toda su desnudez. ¡Cómo brilla para mí esta verdad! (msb)
… nuestro fin es concienciarnos; extender nuestras raíces a través de lo existente para percatarnos más y más y más, hasta penetrar en las cercanías de un foco sagrado, cuyo nombre me es vedado pronunciar… ¡Señor! ¡El ritmo de mi vida se acelera cuando te intuyo, y temo deshacerme! ¡Mi materia densa vibra ahí y más retorno a la rojiza tierra de mis ansias! (msb)
Sé que hay un Ser y que soy apariencia suya. Soy perfecto en cuanto me relacione con él. (hd)
Claridades fundamentales
Fernando González siempre tuvo claridad teológica sobre los siguientes puntos fundamentales:
Todo existente tiene necesidad de un dios y de una fe religiosa:
Todo ser necesita una altura. Todo ser necesita un dios. […] Cuentan de un poeta inglés que puso esto en el collar de su perro: Yo soy vuestro perro, Señor; pero ¿cúyo sois vos perro, Señor? (pv)
En el período actual de la civilización todo pueblo necesita una fe religiosa, una superfísica. (ep).
Todo ser necesita de un Hacedor, o muere. (n)
Detrás de toda búsqueda humana de felicidad se esconde la búsqueda de Dios:
Corrí locamente detrás de su sonrisa
y la encontré seria como una señora…
¡Qué tristes son las señoras serias
que desconciertan nuestra loca juventud!
Tras de Dios es que corremos,
huyendo de negra soledad… (dm)Sólo la compañía de Aquél es buena; toda otra es dolorosa; en todo buscamos la belleza, el bien, aun en el delito: éste es una sima a que se llega por los hábitos malos. (n)
El camino de la vida divina conduce al hallazgo del Dios único, pues la grandeza del hombre se mide por la disminución de sus dioses:
Sigue por este sendero que conduce a la vida divina… (pv)
Mide la grandeza de un hombre por la disminución de sus dioses […]. (pv)
* * *
Sentido de la religión
Fundamento de la religión
González fue un hombre profundamente religioso que vio en el ser humano la manifestación de Dios, y en la religión el camino ascensional, sin el cual el hombre no podría realizar sus posibilidades:
El hombre tiene que tener dios porque no es absoluto. Dios, encarnado en un amigo, en alguien que sirva de interlocutor y de escala. El hombre es el que da y recibe, el que cambia. (msb)
Las religiones son las hacedoras del hombre. Éste es una promesa indudablemente. (msb)
Proceso de nocionalización vivencial de la religión
El proceso de vivenciación de la religión para González se realizó en cuatro grandes pasos, según la noción de Dios que iba viviendo:
1.º La religión consiste en la lucha por realizar la idea de perfeccionamiento a través del esfuerzo por asemejarse a Dios, entendido como un ideal de conducta, personificado en algo o en alguien:
Yo no soy irreligioso. El hombre es algo, es tolerable, por las religiones. Éstas lo forman y lo ascienden. Entiendo por religión un ideal de conducta, por ejemplo un ser ideal (Dios) como modelo al que uno tiende a asemejarse. […] Al hombre no se le puede quitar la religión (idea de perfeccionamiento); el hombre es artificial, un ser relativo… […] El hombre al ascender se va quedando solo y al fin no le queda sino el amor a la grandeza. Pero no basta la grandeza abstracta, no personificada. […] Hay que tener un dios concreto, un amor personificado. (msb)
2.º La religión es la vivencia de la atracción que ejerce en el hombre la Ley suprema: Dios o el Amor:
Amor, tal como se entiende, es atracción. ¿Y cómo no detestar el ser atraídos por lo que no sea la Ley? De ahí que el primer mandamiento sea amar a Dios y a las criaturas en Él. En tanto se es animal en cuanto se ama o se odia. Las religiones no hablan de amor sino en cuanto se refiere a Dios y a los hombres en Dios. (msb)
3.º La religión es la manifestación de la voluntad de anarquía o comunión con el Universo:
… la religión, forma evolutiva en que manifestamos nuestro amor por la anarquía que nos espera cuando nos sintamos centros del universo. (ni)
4.º La religión es la vivencia del amor a Dios y a los hombres en Dios, o sea, vivencia de la Intimidad en la intimidad:
Atisba, convivencia y comunión con Dios, Intimidad de toda la realidad, en todo el universo y en todos los hombres:
… una vez revelada la Intimidad, hay que vivir muy alerta atisbándola en todo y todos, cultivándola y comulgando en todo con ella. Esto es religión. El Evangelio es entonces la fuente inagotable. Todo el universo se ilumina, porque se ve en él la Intimidad. Y entonces aparece nítidamente en cada uno su Cruz […]. (lvp)
Vivencia de la presencia de Dios, en la aceptación humilde y total de la verdad de las propias vivencias y la propia representación:
«¡Ama a Dios!». ¿Qué significa eso? ¿Acaso un personaje que está afuera, allá, y que me atisba? Eso no puede significar sino que aceptes y vivas tu verdad, que te aceptes íntegramente, con la negación que conlleva tu afirmación, como lleva germen destructor todo fruto. Que vivas así: incierto, con auges afirmativos y podredumbres llenas de auroras. Sé humilde aceptante, aun de tu vanidad. Aceptarse y representarse (confesarse) es estar en Dios y amar a Dios. (lvp)
Religión es aceptar las vivencias, sin mentir ni huir, a menos que la vivencia sea de huida. (Este es mi culto religioso y mi primer deber moral). (lvp)
En síntesis, la religión verdadera, efecto del nuevo nacimiento, es la entrega a la Intimidad y su adoración en la propia representación, en acto permanente de rendimiento a la verdad viva, presente en uno mismo:
… vino un súpero en la forma de conciencia del sucederse. Ese fue el instante en que nací de nuevo… Tuve luego la sospecha de la Intimidad; luego la visión del Camino y presentimiento de que voy resolviendo o trascendiendo eso de vida-muerte-pasado-presente-futuro, y tengo la verdadera religión: adorar la Intimidad en mi representación, sinceramente, sin otra finalidad; rendirme a la verdad viva y entregarme a quien sé que está en mí y yo en Él. (lvp)
* * *
Descubrimiento de la
teología y anhelo de Dios
Desde su juventud, González rechazó decididamente dos tipos de trascendentalidad:
La exaltación metafísica racional-conceptual de la Edad Media, el racionalismo de la Revolución francesa y el Romanticismo español, por revaluados y arcaicos:
Puede decirse que esta exaltación de ideas metafísicas que ha dominado a Colombia, es resultante de su aislamiento: Colombia nació y vivió hasta hoy en la Revolución francesa y en el Romanticismo español, mientras que el resto del mundo mira ya esas ideas como algo revaluado y arcaico. (ut)
La religiosidad procolectivista, que anula la individualidad en aras del gregarismo socializante y estatolátrico:
La religión se pone del lado de la tesis colectivista, del lado de la tesis gregaria, porque le interesa que el individuo permanezca estacionario, y que las modificaciones evolutivas no hagan nacer la necesidad de modificaciones en la ley moral: ese es el origen del Socialismo Católico. La religión quiere anular al individuo, que es una bestia indómita, y por eso predica la estatolatría. (ut)
Como consecuencia de su rechazo de la metafísica especulativa, carente de sentido de la realidad, y de la religiosidad colectivista, promotora del gregarismo antiindividualista, González rechazó la teología como infundio metafísico y socializante.
En la medida en que fue viviendo que la profundidad de la realidad viva excede y precede toda fenoménica apariencial, y es inabarcable para la conciencia, la teología se le hizo el saber esencial:
Hace cinco años que la teología era para mí una patraña y hoy me parece lo esencial. El mismo fenómeno del rayo de sol y los corpúsculos: no existen sino las cosas que ocupan la conciencia. ¡Cuántas alegrías y existencias habrá que no las abarca mi conciencia! (msb)
A partir del descubrimiento de la validez de la teología como vehículo expresivo de la realidad viva transfenoménica, Dios se hizo, para él, la única realidad esencial:
La enseñanza en la tierra consiste en hacernos conscientes de que nada es esencial, ni padres, ni hijos, ni mármoles. Hay que llegar a Dios. (hd)
… la verdad, o sea, Dios, la coloco por encima de la patria y de todo… (ce)
… soy rico en ilusiones, y sólo Dios no es ilusión. (ce)
Desde entonces, la búsqueda de Dios, realizada con emoción creciente e inefable, como intuición, brujería, conocimiento esencial, vivencia mística, constituyó la tarea fundamental de su vida:
Estar perdido dentro de la luz astral en noches silenciosas y tranquilas. ¡Es delicioso y se percibe la grandeza de los seres! Somos dioses, hijos del Eterno Ser. ¡Cuánto le debemos a Dios!: crearnos; ser. ¿Cómo es Dios? ¿Persona? Pronuncia palabras ante Él y blasfemarás. Nada sé; lo presiento y tiemblo de placer, mejor dicho, de una emoción que no sé nombrar, así como tiemblan las doradas espigas del yaraguá en la vertiente vecina, al soplo del vientecillo. ¡Oh! ¡Todos somos en Dios! ¿Por qué no caen los astros? ¿Qué es moverse? Gracias, Dios mío, porque soy. Sólo hay un verbo sustantivo: Ser. (msb)
Me descubro y alabo a Dios; cada vez aumenta más mi humildad; siento más y más que soy hechura; nada sé ni del pasado, ni del presente, ni del futuro; apenas capto un poco, poquísimo de mi presente. El espíritu me llevará de la mano, porque soy hechura, ajuntamiento de óvulo y espermatozoo, copulación de elementos positivo y negativo en una noche iluminada u oscura. (sal)
Amo a Dios: luz, forma, todas las ideas. ¡Oh, único, muchacha de las muchachas, árbol de los árboles, mar de los mares! ¡Oh, Tú, el ejemplar, Tú, el que no eres sino bueno! ¡Ven y sáciame, porque corro desolado! ¡Ábreme, porque estoy tocando a todas las puertas! ¡Ven, que ya me estoy muriendo de amor! (er)
¡Ven, Dios, en cuanto eres solitario! Ven a mí y dame tu pecho, pues sin tu leche me siento morir. Ven y confórtame. Apártame de ajuntamientos, dame la lechita de la soledad. Robustece a este mamón, a este hijo de la soledad. (er)
Hace un año que pienso y pienso; hace un año que renuncié a los amores de las cosas; hace tres años que busco a Dios, como mi mamá buscaba las agujas, en Envigado…, y los seres, los pescadores, los ojos de las muchachas, las piedras y mi gatica «Salomé», me están diciendo ya que por aquí humea; pero si encuentro, si es verdad, quiero que sea para todos nosotros; si de pronto va y doy con el niño Jesús, como un rey mago, tienes que irte conmigo. Hay una estrella, también para mí apareció una estrella que me lleva para no sé qué pesebre en donde no sé qué niño está naciendo a cada momento: ¡un niño que nunca ha nacido un niño así! Es la muchacha de todos los amores, es la belleza de todas las bellezas; piensa que es bello aunque no lo bañen y lo peinen… (ce)
Infinita realidad, recíbeme, ¡que todo me doy! […] Haznos cada vez más partícipes de tu inteligencia. ¡Ábrenos! (me)
Llegó a la convicción de que sólo en la unión con Dios resulta eficaz y provista de sentido la acción humana, pues el cimiento de toda vida es la aceptación de la voluntad de divina:
Nada hace quien no se sienta unido a Dios. (mc)
Una cosa sé, ya con seguridad, y es que Dios es lo único que presta sentido a todo lo que hacemos. No, no es eso. Quiero decir que lo que no esté fundado en la voluntad de Dios, no tiene valor verdadero, es ilusión. Por ejemplo, que me den los «honores» mayores, ¿qué? La misma angustia, el mismo desespero. Mientras que si me quedo solo y humillado y uno mi soledad y humillación al Infinito, soy rey de reyes, o sea, beato. (rpo)
Para mí tengo que la verdad de las verdades, el cimiento inconmovible de toda vida, es aceptar la voluntad de Dios, y que esta Voluntad es siempre verdadera vida, ya sea de criado, de gerente, de cartujo, de rey o de mendigo. (rpo)
Los tiranos sólo pueden ser enfrentados desde la divinidad del hombre:
Esta teodicea que hago en los Campos Elíseos es muy importante, porque a los tiranos hay que contestarles con la divinidad que hay en nosotros. (hd)
Los hombres sólo pueden entenderse y estudiarse desde su relación con Dios:
Nuestro deber es averiguar por qué [Juan Vicente Gómez] ha obrado; qué relaciones tiene con Dios. Hay un principio que debe guiar al filósofo detective: los superhombres son llevados como los niños, de la mano; los lleva una fuerza oculta. (mc)
La amistad se vive desde la conciencia de Dios:
Voy a cumplir treinta y nueve años y no tengo sino tres amigos: Auguste Bréal, Juan Vicente Gómez y Teresa de la Parra. Con ellos siento a Dios. (sal)
* * *
Los indicios de Dios
El Dios que busca González no es el Dios conceptual, primer principio aristotélico-tomista que había negado, casi veinte años atrás, en el colegio de los jesuitas; es el Dios vivo, simple y esquivo, del cual, por la comprensión, se logra apenas una vislumbre, luego de buscarlo a partir de los múltiples indicios de su realidad:
Hay instantes en que creemos que se ve a Dios en todas partes; pero Dios es muy esquivo. Es como coger un pez entre el agua con la mano. (dm)
Venid, ideas madres, a sacarnos de las apariencias y a conducirnos a Dios, que es tan sencillo, tan simple, según lo vimos una vez en la Catedral de Medellín, que cuando lleguemos a Él, diremos: ¡Vean, pues, lo que era Dios! ¡Es tan inocente como un niño! ¡Pero si Dios es como los niños, que son bellos aunque no se bañen! (mc)
Prácticamente toda manifestación de lo real es indicio de Dios:
Las múltiples manifestaciones de la Sustancia única
Todo es manifestación de Dios, puesto que no hay sino la Sustancia única en representación múltiple:
Vivimos buscando el goce. La quintaesencia de la vida es moverse en busca del placer propio a cada uno. La vida puede definirse así: movimiento en busca del placer. Es movimiento en busca de lo que nos hace falta; es la tendencia de lo imperfecto hacia lo perfecto. (vp)
No hay sino Dios a quien vamos. (msb)
Todos estos seres del mundo y estos sucesos del mundo nos descubren al Dios escondido en la zarza. Lo mismo pasa con la muerte de los padres, hermanos, maestros y amigos. (dm)
… está lejos de ese jesuita nuevo la palabra verdad; no existe, ni tampoco el error, en los hechos: todo es manifestación de Dios. ¡Existir! Ex, fuera; stare, estar; todo existe, o sea, todo es manifestación divina. (dm)
… no hay sino un verbo sustantivo: Ser. No se puede concebir nada existente fuera del Dios escondido. (hd)
La centralidad de todo lo existente
La intuición de que todo conocimiento y toda opción puede constituir el centro de la infinita realidad es indicio de la aprehensibilidad y de la realidad del uno infinito, o realidad viva unitotal, cuyo centro está en todas partes:
El uno absoluto, que es el todo y que aprehendería el hombre por intuición, si fuera infinito, podemos compararlo con una circunferencia cuyo centro esté en todas partes. Así, es centro de la infinita realidad cualquiera ciencia o cualquier propósito; desde ellos se llega a percibir una remota vislumbre de lo infinito. (vp)
La armonía universal
La suprema armonía universal, canto de alabanza a la suprema energía o suprema ley universal, es indicio de Dios, que llama, trascendentalmente, al hombre:
… de todo el universo, menos del hombre, sale una armonía que es como canto de alabanza a la suprema energía o suprema ley que se llama Dios. (vp)
Hay indicios de que algo supremo, la armonía suprema, nos llama más allá de la Tierra. (vp)
La armonía cósmica es indicio de la realidad de Dios, fin de los fines, que atrae planetas y soles:
Y la tierra, y los planetas, y todos los soles se mueven. ¿Qué centro de gravedad los atrae? Los atrae la perfecta armonía, el fin de los fines, Dios. (vp)
La muerte como pérdida de la esencia
La vivencia de la pérdida de la esencia humana, en la muerte, es indicio que remite a la realidad de Dios, escondido más allá de los fenómenos:
Un hombre muerto queda tan vacío que es un indicio aterrador de que su parte esencial se fue no se sabe para dónde. Este indicio es el que nos hace entrar a las iglesias, a las pagodas o a las mezquitas, a donde quiera que dicen estar el Dios escondido que tiene en su poder los destinos de eso que nos abandona con el último suspiro. (vp)
La tendencia humana a la perfección
La constante tendencia del hombre a la perfección, que, iniciada como busca de placer, termina en la búsqueda de la vivencia de la unidad suprema, es indicio filosófico de Dios, unidad perfecta:
La vida puede definirse así: movimiento en busca del placer. Es movimiento en busca de lo que nos hace falta; es la tendencia de lo imperfecto hacia lo perfecto. Aquí llegamos a tener una vislumbre de Dios. Por cualquier punto por donde comencemos a filosofar se llega a donde se perciben luces de una unidad que alumbra como lejano sol; emanaciones de la unidad perfecta. (vp)
La conciencia del límite
La conciencia del límite, que remite el hombre a la Ley como totalidad, es indicio de Dios Ley Absoluta, que rige la energía:
En la ley está la energía. La ley es todo. A Dios se le debía llamar Ley. Esta es el lindero de nuestra vida. (vp)
La superación del yo
La desaparición del yo, a la llegada del hombre a la conciencia cósmica en la que se unifica con el universo, es indicio de Dios escondido, en quien se identifican ser y existir:
Hombre de conciencia cósmica. Desaparece en él el yo, o mejor, se infunde en él todo lo manifestado. «Yo soy el que es». De ahí no sigue sino el Dios escondido en la zarza ardiente. (msb)
La civilización
El indefinido crecimiento en conciencia, constitutivo de la civilización, es indicio de Dios como fin del viaje infinito:
Civilizarse es hacerse cada vez más consciente. Aquí llegamos a Dios, pues por doquiera se encuentra uno con Él. Civilizarse es adelantar en su desarrollo, acercarse cada vez más a su fin. La idea de fin es la que determina el camino, el progreso. Pro gredere: ir adelante. (msb)
La experiencia del dolor
La concientización humana de la condición desvaneciente del mundo de los sentidos, a través del sufrimiento, se constituye en indicio de Dios, esencia subyacente a los fenómenos, y constitutiva del hombre, que es manifestación de Dios:
El mundo de los sentidos es una apariencia desvaneciente, y detrás está la esencia, dice el que se hace filósofo con el primer dolor. A costa de lágrimas es como se intuye a Dios. (dm)
En los cuadernos de Fernández encontré esto: «El 24 de abril murió el ternero de Manuelito». Si esta frase tiene ecos en mí, debo analizarlos: 1.º Ternero. Tierno. Los ojos de un ternero mamón son el círculo de la divinidad. […] 2.º […] Murió el ternero que me descubrió a mí mismo, en cuanto soy Dios. ¿Cómo pudo morir la ternura, la alegría, la adoración ante el universo? (dm)
La atracción de la conciencia infinita
El deseo persistente de estar en otras partes es indicio de Dios, conciencia infinita, que atrae al hombre, existente que en su debilidad posee categoría de eternidad:
¿Por qué […] me atormenta el deseo de estar en otras partes y en otros tiempos? ¿Será porque mi conciencia es expansiva, evolucionante y ansía ocupar el presente, el pasado, el futuro, el aquí y el allá? ¿Será ubicua y eterna? La infinita conciencia nos atrae como un imán al pedazo de hierro, y así como éste al acercársele el imán queda tembloroso, nosotros ansiamos. Somos débiles pajuelas atraídas por Dios, pero también somos muy grandes, pues comprendemos, y quizá iremos a fundirnos con la eternidad. (msb)
El poder humano de comprensión
El poder organizador de las ideas madres, creadoras, por el conocimiento intuitivo de organismos vivos, es indicio que permite vislumbrar a Dios creador:
Al final veremos cómo armonizan todos los órganos, todos los detalles, y tendremos una vislumbre de la divinidad, lo único a que podemos aspirar. (mc)
La belleza formal
La belleza formal de la muchacha es indicio de Dios, en cuanto Él es secreto que se oculta bajo todas las formas:
¿Eres Tú, Señor, el que te mueves así en el cuerpo de la Toní? Sí. Eres Tú, que estás jugando conmigo y ya me matas. ¡Déjate coger! ¡Déjate ya de guiños y de símbolos! ¿Eres Tú el que te manifiestas en ramas, en brazos retorcidos, en esta ceiba? Déjame poseer todas las formas, todas las maneras, todas las turgencias, todas las curvas, todos los pechos indiciales, y promesas y realidades, porque si no… ¿qué haré con mi amor que no quiere una sola muchacha, ni un solo árbol ni una sola agua? (er)
Las curvas disimuladas ocultan a Dios; son indicios. Dios es interesante porque es un secreto. (ce)
La nostalgia de patria o la semejanza con Dios
La nostalgia humana de una patria que no está en ningún lugar, y de la cual se hallan rastros en la belleza corporal, en el dolor de la conciencia, en el deseo de purificación y en el anhelo de retorno, o sea, el existir del hombre como «dios cagado» o semejanza de la divinidad, es indicio de la realidad de Dios:
Los españoles degeneran por aquí en el trópico. Barrera y yo somos pájaros mancos. Parecemos dioses y somos opinantes de banca de la plaza. ¿Dónde estará aquella patria buena de donde nos desterraron? […] Eso precisamente es lo que no nos permite trabajar y nos encadena a las bancas de la plaza y a la tienda de Agustín. Es la patria que sentimos o adivinamos entre el atolondramiento de la carne. Amagos de volver a de donde nos arrojaron, amnesiados. (me)
Éramos unos dioses,
y nos arrojaron
por ladrones
o lascivos.
Pero quedan rastros:
las uñas ovaladas,
puntudos los dedos
y sentados en las bancas,
criticando:
Barrera, dios cagado,
pero con asco. (me)
* * *
La noción de Dios
Al ir madurando, en camino, la vivencia de Dios, González va perfeccionando la inagotable noción de Dios.
Cada nueva vivencia de Dios genera una nueva noción, contentiva de las anteriores, incoactiva de nuevas vivencias y generadora de nuevas precisiones nocionales.
El hombre elabora nociones de Dios, según sus vivencias de Dios, dentro de las categorías del existir humano en coordenadas.
Todo el proceso de clarificación de la noción de Dios, a partir de vivencias de relación con Dios, se realiza dentro de la dialéctica Dios-padre-del-hombre, el hombre-hijo-de-Dios-y-padre-de-Dios; es decir, Dios creador e intimidad del hombre, y el hombre, manifestación de Dios, creador de dioses.
Desde la dialéctica Dios creador del hombre y el hombre paridor de dioses, González va vivenciando a Dios y pariendo y perfeccionando sus nociones de Dios.
El hombre es animal metafísico que pare dioses:
Lo más característico del animal hombre no es el habla, sino que pare dioses. Es animal metafísico. En tal sentido es admirable y digno de compasión. (ant vii)
El hombre es padre e hijo de Dios, pues realiza a Dios en la humanidad:
… el trabajo humano realiza a Dios en la humanidad: […] por eso, somos hijos y padres de Dios… (jfr)
Dios, ídolo-ideal
La noción de Dios que inicialmente tiene González es la noción de Dios-ídolo, imaginado por cada hombre como el ideal o modelo de perfección a lograr:
… el ídolo del hombre es… según la imaginación de cada cual… (pv)
La gente sin carácter llora cuando muere un niño, cuando una máquina tritura a un hombre, cuando hay un terremoto en Italia; pero el filósofo aficionado piensa que allí está la prueba de que Dios es un gran carácter, el prototipo del hombre duro y organizado del porvenir: sacrificarlo todo al ideal. (dm)
Como el hombre es hechura, no puede estar solo; necesita de un ideal y es llevado a crearlo. De ahí mi teoría de que Dios es padre e hijo del hombre al mismo tiempo. (er)
Así como el hombre histórico inventa su héroe nacional, así el hombre teológico idealiza su dios:
Dios es lo que nos falta y que anhelamos: es el hombre perfecto, el ideal en cada época de épocas. También el cielo es la morada en donde hallaremos lo que anhelamos, todo íntegro… No es Dios, pues, el creador del hombre, sino que éste crea a su imagen culminada a su Dios; y crea también su casa ideal, el Cielo, e inventa a su hombre político, el Héroe Nacional. (s)
Causa del bien
Al superar la noción del tótem primitivo, dios-demonio, origen, a la vez, del bien y del mal, el hombre logra realizar la noción de causa, y desde ella llega a las nociones particularizadas de diablo, causa del mal, y de Dios, causa del bien:
Dios y el diablo eran una sola persona, eran el tótem de los clanes. Este tótem causaba las muertes y las guerras; hacía productiva la caza, vencía al enemigo, alejaba la desgracia. El dios de los primeros hombres era también el diablo; era la fuerza que crea y la que destruye; la energía que hace germinar y la que produce la muerte. Al cabo de muchos años se individualizó el dios en forma de fetiche. […] Sí, indudablemente, el dios individualizado sucedió al dios que era la fuerza vaga, universal, destructora y creadora. (vp)
Las fuerzas destructoras, el mal, fue concretándose poco a poco en el diablo […]. También fue concentrándose toda la idea de bien en la figura de Dios. (vp)
El tótem apareció porque el hombre ignoraba el principio de causalidad, y eternamente existirán Dios y el diablo, porque jamás el hombre llegará a conocer todas las causas. (vp)
Respectividad absoluta, fuente de las fuentes
La realidad relacional no definible, con la que todos se relacionan o lindan, genera la noción de Dios fuente de todas las fuentes:
¿Puede un ser poderoso, o mejor aún, puede un ser humano no tener un lado sin linderos con Dios…, con el alma indefinida? (dm)
[Abrahán] está sin alinderar con el predio común que llamamos Dios, la fuente de la vida. (dm)
¿Y Dios? Pueda ser que de este mirar las cosas con asco me apegue a Dios. ¿No podrá conversarse de Dios? Dios no falta, no ofende, no tiene vanidad y no agoniza. Es la fuente de las fuentes. (dm)
Drama social del hombre
En Don Mirócletes, Dios es el hombre y su drama:
Dios es el drama humano que se representa todo en el más humilde. (dm)
Gracias, Juan Pablo; yo no uso tu dinero, ni tu generosidad. Busco a Dios en ti, pues oye: tú también eres Dios, Dios que presta dinero al diez por ciento mensual y que goza contando su oro… (dm)
En Nociones de izquierdismo, desde la vivencia de conciencia y propiedad, expresión de autoposesión vital en anarquismo y comunismo, nace la noción de Dios-Sociedad:
Del estudio precedente acerca de la conciencia y de la noción de propiedad, dedujimos que la cultura hace comunista al hombre, es decir, propietario del universo, hijo de Dios; anarquista, es decir, capaz de gobernarse a sí mismo; el hombre culto vive dentro de la realidad (Dios) como pez en el agua; en una palabra, el hombre universitario es mu-si-cal. (ni)
Totalidad de la realidad
En Pensamientos de un viejo, Dios es la totalidad de la vida en continuo proceso dinámico:
Las cosas son lo que deben ser, y serán lo que deben ser. Toda la vida futura está en potencia en la vida actual. Y la vida actual y la futura son determinadas por la vida pasada. Y todo ello es Dios. (pv)
En Mi Simón Bolívar, desde la vivencia de la doble dimensión de la representación fenoménica, percibida por los sentidos, y la realidad ultrafenoménica, que trasciende la capacidad de la mente del hombre, se genera la noción de Dios-Realidad única:
Penetra un rayo de sol en mi dormitorio y millones de corpúsculos que flotan en él son visibles para mí. Así está todo el espacio, pero sólo el rayo de sol los hace visibles. Del mismo modo somos dentro de la Ley. La única realidad es Dios. (msb)
Realidad trascendental no apariencial
La vivencia del Ser, más allá de categorías existenciales, causales y deterministas, genera la noción de Dios escondido, esencial, no formal, ni objeto, ni objetivable, ni afirmable, ni negable conceptualmente:
Eres el Deus absconditus; eres el que está fuera del metro y fuera del litro; eres, Señor, quien trasciende del verbo y del adjetivo, quien es negado cuando afirmado. Volveremos a Medellín a ser jueces; a juzgar lo que tú no has juzgado, para ganar la subsistencia. Confesamos, Señor, que somos el animal que suda y que se hunde en la tierra cuando tu voz le llega, así como la lombriz cuando se levanta el cespedón. (vp)
¿Quién es Lucas de Ochoa en los días en que saca en limpio sus aventuras italianas? Cada rato sale a la ventana del consulado, donde trabaja, mira para el cielo y llama a Dios. También cuando sale de paseo con los hijos mira para el cielo, como las aves de presa cuando se asolean en los tejados. Tiene una gran seguridad de que somos hechura y de que podemos recibir energía. La cuestión es ponerse en relación con ella. Casi todos cortan la corriente y se arrugan como pasas. Se siente vivir en comunicación con todo lo creado. «Hasta allá —dice—, hasta el sol más lejano está unido a mí». Muchas veces despierta durante la noche y siente la solidaridad con las estrellas, siente que el sol está calentando el otro hemisferio y ve a la tierra que va por su camino, tan bella. Se entra a los templos y se está durante horas parado contra una columna, porque afirma que tiene relaciones con Dios. ¿Quién es Dios? Contesta que la esencia, lo que no es hecho. Que Dios no es formal. (hd)
El ser está fuera de la apariencia: esto es evidente. Dios no existe. Es. Yo soy el que es. Si de Dios se pudiera tratar, sería fenómeno. (er)
Padre del hombre
La conciencia de la unificación cósmica, como ubicuidad de la conciencia humana desarrollada, y ubicuidad de Dios, siempre presente por esencia, presencia y potencia, origina la noción del hombre hijo de Dios y de Dios Padre del hombre:
[El hombre de conciencia cósmica] es el sabio; se ha unificado con el universo y percibe esa unificación; se percibe a sí mismo como Dios. ¿No somos hijos de Dios y, por consiguiente, dioses? (msb)
Aquí estoy en el espacio, pero estoy en todas partes, porque hay algo en mí que es ubicuo. Soy hijo de Dios y Él es ubicuo. En el hijo está el padre. ¿Puede no haber en mí algo de mi padre? (msb)
La vivencia de la realidad como manifestación multiforme e inalcanzable, a cuyas múltiples representaciones, inabarcables para la conciencia humana, subyace Dios como realidad esencial, omnipresente y operativa, genera la noción de Dios-esencia-presencia-potencia:
… no soy capaz de gozar lo que tengo; no soy capaz de leer lo que tengo; no soy capaz de ver lo que está aquí, de paladear el hecho de vivir dentro de la atmósfera, sobre la Tierra, y con estrellas, cielos y dioses, sobre y debajo. Estamos en Dios, somos en Dios. «Dios está en todo por esencia, presencia y potencia». (msb)
Belleza infinita, muchacha que no envejece
Desde la vivencia de la belleza formal-vital y el atractivo que ejerce la muchacha, icono de la belleza formal-fenoménica, surge la noción Dios-muchacha-juventud-eterna, vida infinita, vida y belleza suprafenoménica:
A cada dos minutos miro para el cielo y llamo a la Belleza, al que está escondido […]. (hd)
Amo a Dios: luz, forma, todas las ideas. ¡Oh, único, muchacha de las muchachas, árbol de los árboles, mar de los mares! (er)
En mí, encuentro los siguientes instintos: amor inmenso por las cosas terrenas, ríos, fuentes, plantas, minerales, muchachas. Otro inmenso amor por llegar a Dios, o sea, a muchacha que no envejezca, a la belleza modelo. (er)
… ninguna muchacha, ninguna forma, pajarillo o niño es como Dios. Es lo único que no necesita bañarse, ni peinarse. Es un niño perfecto. Es… ¡la perfecta juventud! (ce)
¡Qué asco el que le tengo a la vejez! Soy un enamorado. Soy místico, porque para mí Dios es la juventud perfecta; Dios no se baña ni se corta el pelo: es la juventud. Por Sabaneta busco a Dios y ya me hace guiños y mi corazón se encabrita y ya me tumba… (ce)
El Ser, la verdad viva e infinita
Dios es la Verdad viva, el Amor, la Realidad; el Ser, fuera de toda forma espacio-temporal, en quien existimos o nos representamos:
Nunca mentiré. Dios es dios vivo. Los otros dioses son de letras, o de madera, o de barro o piedras. Todo vanidad. Nada se excluye: todo vanidad, menos La Verdad Viva. Los existentes existimos en ella; en tal sentido decimos que Dios existe. Él es… (cr)
… fe es la vivencia y goce sucesivo de La Eternidad, y Esperanza es la realización sucesiva del Infinito o La Verdad, La Realidad y El Amor. (cr)
La Vida
Dios es la Vida que se manifiesta en toda vida y sustenta toda vida:
[Dios es] inmutable y está dentro de nuestras mil apariencias. (hd)
… los plátanos forman túneles verdes al juntar sus ramas hojosas, y le parece a uno ver a Dios en las manchas de Sol, allá en la lejanísima luz del final del túnel sombreado. (er)
Dios es la vida: el calor, el frío, las flores, el agua, etc. Es el amor, el sentimiento. Pero estas cosas revelan a Dios, no son Él. (n)
Lo que hay vivo en el hombre:
Amar por sobre todas las cosas y a todas las cosas en Él, a eso vivo que encuentras como vivencias al destripar la nada conceptual. Eso es Dios en ti. Es lo que tienes de verdad y de vivo. ¡Nunca mientas! Dios es vivo y es la verdad. (lvp)
Es Dios vivo, único. Lo demás son apariencias de coordenadas, de mundos en que hay ausencia de conocimiento o Presencia. (lvp)
Yo soy la Vida, y lo viviente recibe la vida de mí. En toda criatura vivo Yo en su respectiva «realidad», que siempre es en gerundio, en siendo, entendiendo, amando. (cr)
El Néant, la Presencia
En el Libro de los viajes o de las presencias, a partir de la agonía vivencial de presencias y ausencias, nace la noción de Dios-Néant, Dios-Nada, Dios-pura-Presencia-sin- nada-de-algo:
Todos tenemos miedo de algo: de caer, de los perros, de los asesinos, de los rayos, de los terremotos, de los sapos, de los gusanos. Cada uno tiene su miedo. Sentir miedo de algo. Eso no es grave, sino natural. El que «busca al Señor» es porque está agonizando y el agonizante no tiene miedo de algo definible, sino que es como estar cayendo sin que haya donde caer, algo parecido a no tener centro de gravedad, es decir, tiene miedo de sí mismo, nada ni nadie puede acompañarlo. Está cayendo irremediablemente solo y jadea en «busca del Señor». ¿Está cayendo? No. Es caída. «El Señor» es… la nada positiva del que cae, del que es caída. (lvp)
… la verdadera eternidad es la Presencia como esencia, o sea, Dios. (lvp)
Dios es sólo Ser; Nada (Néant) de lo que no sea únicamente puro ser, o sea, que Dios, cuya categoría es la eternidad, no tiene coordenadas espacio-temporales, propias de los existentes, que fuera de ser son también apariencia. Por ello, a Dios no puede entendérsele, ni conocérsele mental y científicamente, porque Él es, más allá de la objetivación mental, del fenómeno, de la causalidad, y no resulta inteligible por la duración y el espacio:
Dios no tiene coordenadas. Su categoría es la Presencia como esencia. La eternidad no puede entenderse por la duración. Al Néant o Padre nuestro no lo conocerás mentalmente, por conceptos, científicamente, porque no es átomo, ni electrón, ni núcleo, ni cuanto de energía. La ciencia es para los campos de coordenadas. ¿Esperas hallar al Néant y verlo o comprobarlo en los cuantos de luz, en los fotones, en los cuantos de energía? Los físicos buscan y buscan en vano el campo de inercia para entender el movimiento y el campo unificado para explicarlo todo. ¡No! El Néant es Nada, o Presencia infinita, infinita posibilidad de mundos, creador de la nada. Es, pues, nuestro Padre, somos en Él. Creó todo… y no se le halla el cómo y el cuándo y el por qué, porque Él creó los cómos, los cuándos y los porqués. A Moisés le dijo: «Tendré misericordia del que tendré misericordia, y no tendré misericordia del que no tendré misericordia». ¿O es que quieres medir a Dios con tus coordenadas? ¿Quieres pedirle cuentas? (lvp)
Los franceses, y los idiomas que conozco, tienen dos vocablos… Los franceses: rien, que significa carencia de cosas, y néant, que es el no ser cosa, ninguna cosa, nada objetivo para la imaginación; lo que está en el todo y en cada parte, pero que no es la parte ni el todo, es decir, Presencia, Intimidad. Lo inefable, porque no es cosa. Por eso, dicen casi todos que no existe Dios, y entonces, lo niegan… Y dicen verdad, que Dios no existe, pues no es cosa, pero como la gente es imaginativa… ¡Qué curioso! Y no hay nadie que no viva a Dios. (lvp)
[Dios es la] existencia como esencia. Total existiendo presente. Todo Presencia. (lvp)
La Intimidad
Desde la vivencia de la intimidad, nace la noción de Dios-Intimidad:
En la desnudez de la vivencia se siente la Intimidad: Dios en nosotros. (lvp)
Dios no existe en cuanto no es ser-siendo-representación, pues no es objeto ni ser con categorías de apariencia. Dios es pura Intimidad:
… Dios no existe. No es objeto, ni ser, como los que existen. Pero es más vivo, más vivencia, que todo lo que existe. Es, pues, la Intimidad, que nadie ignora y a quien nadie ha visto. Moisés no pudo verle «el rostro»; le vio «las espaldas». En tus vivencias, búscalo: ellas son sus «espaldas». (lvp)
… Dios no es un existente que se vaya a buscar allá o acullá, a otra vida. Dios está en cada hombre y es su Intimidad. (lvp)
El hallazgo de la Intimidad se realiza en la intimidad del hombre, y es tan vivo y real, que es el juicio vivo de identidad que hace al hombre ser la Intimidad misma:
… la Intimidad se revela tan desnuda, que es uno mismo. (lvp)
A [la Intimidad] la hallarás en ti mismo, en la perfecta muerte de tu vanidad, o en ninguna parte; y no la hallarás como «otra cosa», como «cosa», como «ente», como «Ser» o «No Ser», sino algo así como un puro e infantil juicio de identidad. Esa es la Nada Real. (lvp)
El Inefable
En La tragicomedia del padre Elías y Martina la velera, Dios es el Inefable:
El Inefable o Padre es; no existe; existe sólo en los entes, en presencia-ausencia. Por eso dicen: por esencia, presencia y potencia está Él en todos los mundos, a lo cual, en sus implicaciones, se llama Providencia. (t ii)
* * *
Metodología de la búsqueda de Dios
La metodología de la búsqueda se plantea como búsqueda vivencial, puesto que Dios, por no ser objeto ni existente en representación fenoménica, no es existente cognoscible a través de procesos racionales.
Conocimiento vivencial
Dios no es cognoscible, en cuanto se entiende por conocimiento aislar algo por medio de determinación conceptual:
Dios no es cognoscible, porque no es objeto, pero es en nosotros, lo vivimos, que es más que conocer. Nosotros somos por Dios. Nos creó de la Nada. Somos, pues, Nada con Intimidad. Una cosa que decimos que conocemos es algo que aislamos en concepto, es decir, en algo determinado. […] De suerte que al negar que conozcamos a Dios y afirmar que vivimos en Él y por Él, decimos la verdad, y ¿quién cambia la llama abrasadora de la verdad por la «certidumbre» y frialdad del «conocimiento»? (lvp)
La existencia de Dios no es demostrable racional ni científicamente, pues Dios no es objeto que se aprehenda y se pruebe, sino realidad viva, Dios vivo en quien vivimos y nos acoge:
Muy interesante el libro Dios de Restat. Es riquísimo, abundante en aporte de ciencias a las pruebas de que hay un Dios. Pero, para mí, creo que vivimos en Dios y que a Dios no se le prueba, no se le coge, no es objeto, sino que se le vive. Claro que las pruebas son bellísimas, pero lo confortante y lo vivificante es sentirnos en su poder. (rpo)
Al no ser existente en coordenadas de apariencias imaginables, objetivables, conceptualizables y explicables científicamente, Dios sólo es vivenciable:
Dios es indeterminable, e inimaginable, pero lo vivimos, que es mucho más que eso que llaman conocer. El supremo conocimiento es el juicio de identidad. Dios y la Nada. La nada no es, sino que existe. Nosotros somos nada con Intimidad. (lvp)
Vivencias de la búsqueda de Dios
González busca a Dios, así:
Ascendiendo a través de la lucha:
Oye, Lucas: yo crezco a expensas tuyas. A medida que te atormento y venzo y desprecio, crezco yo, el divino. Así es como el Dios nace del cerdo, del vencimiento del cerdo. No hay ascensión sino mediante lucha; en ella se perfecciona el hombre. 1. El que sufre se diviniza. 2. Sólo de la lucha sale el triunfo. 3. Gozar es descender. 4. Luchar siempre y vencer y seguir más y más alto, luchando y venciendo. 5. Sólo Dios es felicidad. Gozar es de la carne. (msb)
Nosotros los solitarios, los de la Universidad selvática, pertenecemos más bien al Renacimiento. El amor a la libertad, al ágil pensamiento en medio de la naturaleza, entre el Sol; ese apego a su libertad entre la multitud, ese no comprometerse, no agruparse, ese apellidarse «hijo del padre Sol y de la Tierra madre», ese no tener más patria que los cielos, es propio de épocas de ruidos musicales. Decididamente, los celícolas somos inactuales. […] Hay tres modos de vivir hoy: como gregario, obrero de la gran maquinaria; como gerente (dictador, ídolo creado por el rebaño), y como solitario. Esto último exige creencia en los cielos. (n)
Luz: te amo y a ti busco. Me amo en cuanto puedo llegar a participar de ti. Acepto padecer entre las formas determinantes para llegar a tu resplandor. (ant viii)
Atisbándolo dentro de sí mismo, pues la propia alma es el tesoro del hombre, donde se encuentra lo necesario para vivir la vida divina y producir los frutos humanos:
Aprende a hacer de tu alma tu tesoro: allí encontrarás lo necesario para vivir una vida divina. […] Que tu novia esté en tu propia alma y tus hijos en tu propia alma… (pv)
Dios se halla dentro del hombre como presencia, de la cual éste es apariencia:
Búscalo en tu interior. Apacigua la intranquilidad de tu corazón y el bullicio de tu sangre, y apenas haya silencio lo verás. (msb)
No hay sino Dios a quien vamos. […] Estoy seguro de que la alegría me buscará y que la evolución es fatal. Nada que yo no deba ser (porque el poder está en mi interior) seré. Por eso vivo en perpetua felicidad, o, al menos, debo vivir. Gracias te doy, Señor, porque estás en mí, todo en mí, y todo en el instante presente. (msb)
Sé que hay un Ser y que soy apariencia suya. Soy perfecto en cuanto me relacione con él. No varía. Parece que cambiara, porque al variar nosotros, los efectos producidos son diversos. Dios no perdona ni condena, sino que, al arrepentirnos, parece que nos causara diferentes efectos. Es inmutable y está dentro de nuestras mil apariencias. (hd)
En las propias reacciones orgánicas, fisiológicas, sensoriales y cerebrales, expresión de la sinergia orgánica:
… dice que en el retrete invoca a Dios para que lo saque de la carne, pero espíritu maduro, como estrella que aparece en las cimas de los Andes. (hd)
Toní era mi acicate. La rosa, y el Sol, y la noche, son los acicates para adorar a Dios. Hombres, espíritus encarnados, apenas lo sentimos por medio de reacciones químicas, a través de los sentidos y del cerebro. Para nosotros Dios está más bello cuando tenemos sinergia orgánica. Poemas sensuales eran los de Salomón y de Teresa de Jesús. Ésta, al morir, tuvo unos griticos de delicia: murió desfallecida de felicidad. Los vulgares se dividen en dos grupos, a saber: los unos quisieran que la Divinidad, en sus relaciones con los hombres, nada tuviera que ver con los sentidos. Los otros, doctores de vereda, afirman que somos histéricos. Estos encuentran el treponema en toda manifestación de la belleza; aquéllos odian al universo, tan esferoide, tan palpitante y tibio. Yo creo que somos como el rosal que hay en el patio de casa: estamos sembrados en los sentidos y algunas mañanas aparece una rosa en la punta de una vara joven. Así sucedió que Toní, con sus ojos vitaminosos, con sus pequeñas cosas duras, me tumbó y quedé ciego en el cuarto del consulado, como Saulo en el camino de herradura… (er)
Desde la carne, por medio de los ojos entornados, atisbo a Dios y éste me hace señales maliciosas, me llama y me sonríe. ¡Nada como Dios! (ce)
Puesto que Dios no es personaje exterior, sino presencia como epifanía (presencia siempre manifestándose en la intimidad del hombre), sólo puede ser hallado en la propia representación, en la vivencia, en la conciencia permanente del continuo sucederse. Quien llega a vivir a Dios-Presencia se ha divinizado, se ha hecho dios:
Dios está en nosotros. No en mí, sino en nosotros. Pero no lo busques sino en tu representación (tú te representas en los otros y ellos en ti). Es vivencia permanente y en sucederse. Con eso nos basta y sobra. ¿Por qué buscas un dios que esté fuera? Ese no sería Dios, sino un personaje. ¡Ay de quien busque a Dios fuera de su presencia! Dios es pre-sen-cia…, uno, único, y epifanía infinita de su presencia. Y por ser Dios en ti es por lo que vas en fuga aparente, y digo aparente, porque tu conciencia es de pasado y de futuro y progresiva. En esa conciencia está tu divinidad en posibilidad. (lvp)
Dios es la Presencia viva del hombre, su intimidad:
Todo existente es La Presencia en ausencias. En otras palabras: Dios (La Presencia) está por esencia, presencia y potencia en todas las criaturas. En otras palabras: La Presencia (Dios) es la que da vida a las criaturas. En otras palabras: «Somos, vivimos y nos movemos en Dios» (Pablo). (cr)
Conviviendo amorosamente con los existentes
Toda la vida del tiempo y del espacio es una glorificación de Dios; amando la vida conocemos, amamos y nos acercamos a Dios:
Amemos la vida que vivimos, esta del tiempo y del espacio; amémosla, porque así es como se alaba a Dios y nos le acercamos. Así lo glorifican todos los seres: el ave, al cantar y volar; el viento, al mover las frondas, y todas las cosas, al ser tan obedientes. ¡Qué obedientes las criaturas! Menos el hombre, porque es el superador. (msb)
Le estoy agradecido a Dios porque creó los hombres y cosas para que yo me deleitara estudiándolos y para que lo conociera y amara a Él en ellos. (dm)
Se siente vivir en comunicación con todo lo creado. […] Dice que tiene algunas cosas como ayuda para sus relaciones con Dios: por ejemplo, los rayos del sol que entran por las ventanas de las iglesias y que se materializan en los corpúsculos del polvillo ambiente; el sol, al cual mira de reojo, mientras respira lenta y profundamente; la luna silenciosa y las estrellas multicolores. (hd)
Las cosas encierran algo del misterio de Dios:
… en Europa, en bata de baño o con la guía bajo la axila, yo creí que la verdad la tenían Teanós, Toní, madame Rousseau, Irene de París, las venus griegas, las ruinas romanas, la mujer de Ostia, Anita Tilotta, las pinturas italianas, Miguelángel, Leonardo… Una vez creí que estaba en Pompeya, en la casa de los Vetti; a poco, que se escondía en el gran lupanar; luego, la busqué en libros y conferencias. Un día, en primavera, parado en la Plaza de la Concordia, mirando hacia el Arco del Triunfo, creí que en ese atardecer tan luminoso, la verdad, Dios, estaban dispersos en el aire dorado de los Campos Elíseos. Y hoy, en Colombia, entre las cañadas de Envigado, a pesar de que sé que eso no se encuentra en la Tierra, subconscientemente vivo creyendo que la cosa la tenían Teanós y Toní y que se quedaron con ella a orillas del Huveaune… (er)
Dios se esconde detrás de las formas:
En la vida espiritual hay almas-madres. Todo, árboles, paisajes, animales, sucesos, las fecunda. (er)
Convéncete, hombre, que ninguna muchacha, ninguna forma, pajarillo o niño es como Dios. Es lo único que no necesita bañarse, ni peinarse. Es un niño perfecto. Es… ¡la perfecta juventud! Ya tenemos los 40 años. Tú ya pasaste… y ¿por qué no te ejercitas y bregas por ver esa muchacha que no cansa, siempre fiel, que es Dios? Atísbala por allá en El Carretero, que por allá pasa con frecuencia, y échale un piropo y dile: «Me voy contigo, reina del Cauca tibio…», y te sonreirá y no te dirá nada, pero síguela y verás que se mete a un sombrío de písamos, por allá en San Francisco, cerca a la finca de mi amigo Aquilino Villegas, y allá te da un abrazo que te mata… Despiertas y comprendes que hacía dos días que estabas parado en un pie, como las garzas en una pata, como Sócrates en las noches invernales, atisbando un ángel blanco… Ya despierto, vas a examinar y… era una ropa que tenían secando en un alambrado. Pero no creas; era la muchacha, era Dios, que siempre está escondido detrás de los rastrojos, de las formas. Moisés no lo pudo ver sino detrás de los rastrojos. (ce)
Ayer me senté a contemplar a dos [muchachas lavanderas], tan pletóricas, tan maliciosas, que tuve que decirle al Señor: «No me sonrías así, que estás haciendo cosquillas; no te rebullas así, Señor, en sus caderas, que me estás dando comezón y estoy desfallecido…». (ce)
Los pueblos son igualmente inanimados y crueles en todas partes. Este de Medellín cree que quise burlarme de Abraham en Don Mirócletes, cuando la verdad es que yo perseguía a Dios, al observar sus jaleos con la felicidad, con el mutuo a interés… (ce)
Escuchando y siguiendo, en la desnudez, el llamado de Dios
Una voz me llama a gritos.
¿Por qué apareció dentro de mí
una clara voz clamante
que me censura y que me urge?
¿A dónde?¿Hacia dónde me llamas?
Los clamores aumentan en mí
cuando las estrellas vivas
titilan como risueños ojos
enigmáticos.Alguien me llama.
Una voz me censura,
una voz evidente
que no razona
pero que me urge.Me urge para que viva
según sus órdenes.
Oiré la voz y obedeceré.
¿Será un ángel bello? (msb)Acostarse sobre la hojarasca, bajo los árboles del bosquecillo, durante días, para esperar que nos llegue la voz secreta del espíritu: es como un alumbramiento. Apenas mi espíritu se purifique de papel sellado, creará una obra limpia, temblorosa de emoción y que haga sentir algo de la Divinidad. Quiero acercarme al Dios escondido en la zarza. (msb)
Apenas soy un copista de lo que me dicta Dios. Escribí este verso: Oiré la voz y obedeceré. (dm)
Le pregunté cómo oraba en los templos. Dijo que apaciguaba la mente, hacía el vacío interior y recibía energía y órdenes. Que el espíritu comienza a hablar sin voces apenas uno lo pide y está listo. (hd)
Pienso en muchas cosas, pero sobre todo en Dios. Oigo que me está llamando como el Rousseau a Salomé: me llama en los ojos afelpados de Toní, en el continente americano, en los viajes, y siento que no me resuelvo a obedecer. Soy como la canaria; imploro una vocación, un castigo… que no viene. (sal)
Estoy resuelto a seguir la voz íntima, a pesar de las tentaciones y contra ellas; y cuando oiga la voz claramente, no seré tentado. […] Guiado por la voluntad divina, yo haré todo y pasaré por todo. (sal)
Por mi alma hay una gran cantidad de alas de gaviotas… […] Y Dios me hace señales; ahora es cuando todo el universo se me ha convertido en señales divinas; es como un guiño de ojos. Creo que Dios me llama para nombrarme cónsul no sé dónde. Lo cierto del caso es que no odio y que las heridas que me causan allá, cicatrizan; son estímulos para irme. Mucho más que en El Noral, pero mucho más, oigo unas voces que no se oyen con los oídos […]. (ce)
En la vivencia atenta del presente, instante a instante
Dios es el instante, en cuanto cada instante es la realidad que, entonces, el hombre posee:
Deseo ser el hombre de esta idea: todo está en el instante presente, toda la felicidad, etc. El instante presente es como un manjar que contuviera todos los sabores, los cuales se percibirían en cuanto se les atendiera. Caminamos a empujones, bregando, porque no atendemos al instante, que es Dios, lo real, sino al sueño del futuro, una bomba ilusoria. Por eso somos tan desgraciados. (msb)
Lo importante es gozar del instante, en el cual está todo. Todo el tiempo, el espacio y el goce. Atento al instante y hundirse en él y estarse ahogando en el infinito. (dm)
Que tu religión sea: amor y asombro en tu vivencia de cada instante. Eso es tu «otra vida»… No hay más Dios ni más vida que lo que tenga de pasado y de futuro tu vivencia de ya. (lvp)
Dios está en el instante. ¡Vigilar, vigilar!, decía Jesucristo. ¡Estad vigilantes y alertas, porque el enemigo no duerme!: está atisbando para meterse en nuestros instantes; está en nuestra mente, que es la granuladora, la formadora de imágenes, y luego de proposiciones, y luego de principios, y luego de razonamientos. Razonando no lo ve nadie; ve su propia vanidad o diablo. (cr)
El hombre, todo hombre o mujer que se desocupe (desocupe su conciencia o soplo divino) de sí mismo, de su imaginación, mente y razón, con sus anejos, instantáneamente es La Presencia, o Dios en la conciencia, que es la Puerta sin Alas. (cr)
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El Dios cristiano
La primera imagen de Jesús en la obra de Fernando González es la imagen nietzscheana del Jesús judío, decadente y triste, que al final de una historia de poder, de violencia y de muerte predica la moral amorosa de las bienaventuranzas, y entre los ensueños de vidas posibles, a la búsqueda del superhombre, se presenta al pensador:
¡Nada que ame tanto el último hombre como los decires de Jesús! Al fin de aquel libro que relata la historia del pueblo de los grandes valores; al fin de esa historia llena de matanzas, crueldades, crímenes y grandezas, aparece el decadente Jesús con sus bienaventuranzas… (pv)
… la tristeza de Jesús. (pv)
Y mientras tú afirmas la vida, mientras predicas la venida del superhombre, la imagen de Jesús se te presentará, camino de la aldea de Magdalena, predicando el amor… […] Mientras las nubes son arrastradas en rápida procesión, sueña que vas por los caminos de Galilea, tras el Maestro… (pv)
En Viaje a pie desaparece la figura decadente del Jesús melancólico de la vejez de Israel, superada por la de Jesús vencedor de lo fenoménico, triunfador de la muerte, libertador, superador de todos los anunciadores de la libertad, pues vivió como eterno:
Jesús es el camino; Jesús que triunfó de lo fenoménico. ¿Quién otro ha vencido a la muerte? Esos pobres campesinos de Galilea no pudieron inventar la resurrección de Jesús y sus conversaciones de resucitado. […] ¿Sería verdad que Jesús venció lo fenoménico? ¿Sería verdad que Jesús no era su cara judía y su cuerpo virgen? El día en que el hombre sienta que no es accidente; cuando perciba esto de modo natural, así como de modo natural percibe hoy que es los atributos, el vientre y el cerebro, estará en capacidad de soledad, no será ya un animal; será, con relación a nosotros, lo que el miriápodo es respecto al hombre. Se llamará: El Esencial. ¿Quién superior a Jesús? Vivió como eterno; fue quien consideró la forma corporal como accidente, fue el Superador. ¡Nada de Siddharta Gautama, ni de Sócrates, ni de Confucio! Jesús fue el primero que venció a la muerte. (vp)
En Salomé, la resurrección se vive como expresión del amor de Cristo a la Tierra:
El fraile barbudo […] habló acerca de aquella frase que le dijeron a Jesús Resucitado los discípulos de Emaús: «Quédate con nosotros». Jesucristo amaba mucho los caminos; todo su pensamiento se desarrolló en ellos. […] En la iglesia pensé que la doctrina del superhombre, la terrena, se conforma con la de Cristo, a saber: hay que vivir cada segundo en belleza, eternamente. Hacerlo todo muy bien. Ser eternos ya, aquí. Se puede muy bien; no es preciso ir. Dios está todo aquí. (sal)
En la revista Antioquia, Sócrates y Jesús, vencedores de lo fenoménico, aparecen como la fuente de la religiosidad de González:
Sócrates y Jesús son la fuente de mi religiosidad; me aferro a ellos para conservar la esperanza de no ser borrado como individuo del libro de la vida. (ant vi)
En la crisis de disolución del yo, que patentiza El maestro de escuela, llega González a la vivencia de la universalidad de Jesucristo, destructor-superador del orden de la necesidad causal que rige los mundos de coordenadas, e introductor del orden nuevo de la Redención o de la Gracia, libre del determinismo causal:
Desde anteayer llamé al infinito luminoso para que me envíen un guía […]. Ya llegó el enviado que pedí, pues siento la luz del cielo y la suavidad de la convalecencia. Experimento el santo dolor (remordimiento) que nos eleva, así como el duro cemento a la pelota rebotante. […] Lo primero que me ha mostrado el guía alígero es la oración del Padrenuestro, principalmente en aquella frase que dice: perdona mis deudas así como perdono a mis deudores. Las frases de Cristo son verdaderas, sea cualquiera la concepción filosófica que se tenga de la vida. Para panteístas, materialistas y espiritualistas, son igualmente verdaderas. Del mismo modo como el sol alumbra y calienta al cavernario, al acuático y al celícola. Efectivamente, ya sea desde el punto de vista de la causalidad materialista, o de la mística, sólo rompiendo la causalidad, introduciendo en ella un nuevo elemento libertador, cesa la ley que dice: cada cosa es eterna: el odio engendra odio y amor el amor. Ojo por ojo: el primer ojo sacado creó al segundo, y éste al tercero, y así el ojo sacado es eterno. Pues viene Cristo y dice: «¡Perdona!». Cesa entonces la causalidad del odio y es reemplazada por la del amor. Queda así explicado el fenómeno de la Redención: Cristo dio sus ojos, todo su cuerpo, amorosamente, y mató así la causalidad antigua. Nació otra. ¿La Gracia? (me)
De la vivencia de la Redención y la Gracia de Cristo, que libertan de los determinismos causales, nace la conciencia de la solidaridad con los hombres en el drama de la representación del bien y del mal, y la urgencia de vivir la liberación de los determinismos, en comunión con Cristo, que asume, sin rechazo, odio ni condenación, todo el mal de los hombres:
Dios me está llamando, sigue llamándome […]… Momentos de éxtasis; perenne sentimiento de aceptación; me parece que vivo dentro del bien. Todo es bello, aun lo que llaman desgracias. Continúa el ansia de confesarme, pero no he vuelto a buscar a quién dejarle a los pies mi bulto de miserias. Ayer leí el periódico en el café de Suso y luego fui a la iglesia, en donde estaban comulgando mis hijos. Les hallé que bajaban del presbiterio, comulgados, palma contra palma las manos, cerca de las bocas. ¡Qué envidia y qué goce! Necesito sentir a Cristo en mí. Entra, Señor, entra y barre y embellece… ¡Tú que llamaste a Lázaro de la podre, Tú que resucitaste y comiste luego pescado! ¡Qué hermoso eres, que no robaste, no opinaste, no te disfrazaste! ¡No pesas y trasciendes, no te corrompes y renaces! ¡Empuja, pues, y derrumba! ¡Llámame con voz más urgente! Yo no puedo ir a Ti, pues «venga a nos tu reino». De mío voy a la prostitución. Empuja, urge, incita; todos son tus símbolos que me llaman, me hacen guiños. Estoy preñado de ganas de realidad. Pero murmuróme mi Trasgo, dentro: «¿Por qué tienen de sacristán a Vicente, el bujarrón?». ¿Pero qué importa? ¿No soy un prevaricador, ladrón, perseguidor? Precisamente Jesucristo anda llamándonos a todos, bujarrones y ladrones. (me)
Desde la vivencia de Cristo como El Esencial, superador de lo fenoménico, lleno de amor por la Tierra, libertador de los determinismos causales, crucificado y resucitado, Fernando González concluye que para vivir a Dios, sólo hay un Camino, Cristo:
No hay sino un camino al Néant o Vida Eterna: Cristo y la Cruz. La ciencia es conceptual. Si la ciencia conceptual fuera el camino al Padre, querría decir que el ciclotrón y demás van a destapar al Néant, que éste es objeto de telescopio o de microscopio y que los niños no van al Reino. Adelante se verá que Dios es Dios vivo y que se llega a Él por este camino: ser verídico y hacer el viaje pasional, luego el mental y perseguir siempre la Intimidad. (lvp)
A Dios, generador de formas, modos y causas, sólo puede llegarse asumiendo la Cruz, en seguimiento de Cristo, el revelador de Dios, que nos permite salir del mundo causal de la ciencia y de las coordenadas espacio-temporales, y vivir, en la libertad, en la categoría de eternidad:
…. el único modo de llegar al Padre es tomando con honradez absoluta su cruz y siguiendo al Hijo de Dios, «para que no viva yo en mí, sino Cristo en mí» […]. (lvp)
Todo el sucediéndose son mundos de coordenadas, infinito número de mundos y en todos ellos hay matices del bicéfalo placer-dolor, nacimiento y muerte, tiempo y espacio, bien y mal. Todos son mundos-caminos, más o menos altos y amplios. La gran Regeneración o Nuevo nacimiento es cuando se nos revela la Presencia. Entonces «no vivo yo, sino que vive Cristo en mí», y Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida y él nos dará eternidad en el Padre. (lvp)
El hombre es un esclavo espacio-temporal de la vanidad o ausencia, del vano, que «es homicida desde el principio». ¡El Libertador es El Hijo del Carpintero e Hijo de Dios, aquel joven judío que murió en La Cruz!… y ¡re-sucitó!… (cr)
Dios Trinidad
La Realidad, el Dios único y vivo, buscado afanosamente durante tantos años, vivenciado y conceptualizado desde tantas vivenciaciones, tiene su culmen en la Trinidad:
Néant es el Padre, a quien nadie conoce sino el Hijo, que es La Epifanía (Jesucristo). El Espíritu Santo es la Sabiduría. (lvp)
Sólo la Trinidad divina tiene Presente infinito, lo cual llaman eternidad, al mismo tiempo que tiene todos los presentes de cada existente, lo cual produce nuestra eternidad o inmortalidad y la dramática beatitud celeste. […] Lo nuestro es beatitud en la Trinidad. Somos los hijos. Beatitud es el sentimiento que acompaña al pasar de menor a mayor Presente o Presencia, con la idea de mi mente o intimidad como causa puesta por la Intimidad o Padre. Es pues contentamiento o amor en Dios. Beatitud divina es lo que acompaña a la Presencia de la realidad infinita que se es: el Néant o Padre, el Hijo o Representación y el Espíritu Santo o Conciencia. (lvp)
… al Amor, por ser infinito, lo llamamos Espíritu Santo; a la Inteligencia o Vida, Cristo, y al Ser, Padre… ¡y son uno solo y son tres! (cr)
… en toda «realidad» o apariencia o nudo está la mejor finca, o sea, La Realidad, o sea, El Padre, El Hijo y El Espíritu. (cr)
Tomemos, por ejemplo, la palabra padre. Tal palabra es vasija divina: del Padre de Jesucristo y Padre nuestro: del Padre del Hijo, que son uno solo y son dos, y que con la Lengua de Fuego son tres, pero son uno solo: La Realidad, Dios. (cr)
… Dios es Dios vivo; no de madera, de oro, de palabras, de formas, sino Vivo, y como Dios-Hombre, resucitado en cuerpo glorioso de hombre, que por su propia virtud ascendió al Padre y nos envió al Espíritu de Verdad para que habitara realmente en nosotros, en La Iglesia, y nos mostrara todo aquello que vaya conviniendo para que todo se cumpla, mientras Él, Jesucristo, volviera como relámpago a dar a sus hermanos nuevos cielos y nueva tierra […]. (cr)
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Culminación de la
experiencia de Dios
El proceso de la experiencia de Dios, a través de las coordenadas espacio-temporales, culmina en el suicido cristiano, o sea, en la superación de toda apariencia:
Todo termina bien cuando uno le pide en nombre del Maestro y Señor; va sucediendo el asunto, poco a poco, y puede que uno crea que se vanió, pero luego ve, al final, que el Espíritu Santo es la inteligencia infinita, y que el suceder o historia no es sino la voluntad de Dios, que es la posibilidad infinita del bien, o sea, que todo lo bueno que pidamos, se cumplirá. (rpo)
Suicidarse en el vergel es ir entendiéndose como relatividad; como afirmaciones-negaciones necesitadas de lo que uno es: coordenadas; entendiendo en coordenadas; o de lo que uno va siendo: desplazamiento o trasmutación de coordenadas por cuantos de entendiendo, y el Suicidio es la vivencia de que somos viajeros caducos en la vida, hojas secas del árbol de la Vida…; y el suicidio de abajo es presencia del mundo de nuestras coordenadas pasionales-mentales, presencia sin posibilidad; callejón sin salida, presencia objetivada como el Ser (Dios)… Y ambos son el mundo del suicidio: La Inocencia, que es la vivencia o comprensión de todo en uno: bien y mal; feo y bello; homicida y homicidado… Es la santa idiotez…, la beatitud… (t ii)
… desde que me conozco, habito en el mundo del suicidio que tiene en su centro, en un montículo, como a su Rey, al Crucificado. (t ii)
[Cristo] nos quema, nos quema, hasta que no quede sino el «soplo divino», o espíritu, o lo que sea, en todo caso, Realidad, y Lo veamos y oigamos con el Ojo Simple. (cr)
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Conclusiones
En la vida y en la filosofía gonzaliana, la pregunta por Dios es esencial, primaria y fundante: equivale a la pregunta por la Realidad, el Ser, la Vida y la Verdad.
Para González, Dios es Esencia amorosa que subyace a los fenómenos, Sustancia única, Verdad, Belleza, Sabiduría, Amor, Muchacha que no envejece, Vida, Realidad unitotal, Intimidad, Presencia, el Ser más allá de todo límite y de toda representación.
Excluir la pregunta por Dios de las preguntas fundamentales que se hizo González, o situarla en un rango inferior, es tanto como cerrarse a la posibilidad de la comprensión de la filosofía gonzaliana.
Los grandes problemas que su filosofía plantea sobre la posibilidad de la metafísica, la unicidad de la Sustancia, la unidad vida-universo-conciencia-Dios, la vida post mortem, la dialéctica de la liberación, en fin de cuentas, no son otra cosa que variaciones sobre el problema de Dios como la Realidad, y, sin distorsionar el pensamiento y las vivencias de González, no pueden responderse al margen del problema de la realidad de Dios:
… no hay sino sucediéndoses y sucediendo e Intimidad, y todo es un solo Dios o Realidad. (lvp)
La búsqueda de Realidad, objeto del gran viaje metafísico-vivencial de González, culmina en la experiencia mística del Dios Trino, de Cristo.
Tal es la verificación de la verdad y validez de la metafísica de las vivencias: si la metafísica como vivencia es válida, tiene que devenir en experiencia mística de la Realidad Viva y de la Verdad Viva, y no en teoría mental-conceptual del Ser.
Notas:
[1] | Revista Acuarimántima, n.º 28, julio-agosto, 1980, p. 6. |
[2] | Henao Hidrón, Javier. Fernando González, filósofo de la autenticidad. Marín Vieco, tercera edición, 1994, p. 51. |
[3] | Vélez Correa, Jaime S. J.; Jaramillo Uribe, Jaime. «Proceso de la filosofía en Colombia». En: Revista Universidad de Antioquia, n.º 143, noviembre de 1960, p. 930. Ver Fernando González visto por sí mismo. |
[4] | Abbagnano, Nicolás. Historia de la filosofía. Tomo ii, p. 120. |
[5] | Bruno, Giordano. Sobre el infinito universo y los mundos. Orbis, Buenos Aires, 1981, nota 98, p. 112. |
[6] | Ibíd. Prólogo. Cita A. J. Cappelletti, p. 19. |
[7] | Ibíd. Sobre la causa, el principio y el uno. Diálogo iii. Cita A. J. Cappelletti, p. 26. |
[8] | Ibíd. Diálogo iv, p. 27. |
[9] | Ibíd. Diálogo v, p. 28. |
[10] | Bruno, Giordano. Sobre el infinito universo y los mundos. Nota 46, p. 70; nota 94, p. 109. |
[11] | Bruno, Giordano. La cena de las cenizas. Diálogo iii. Cita A. J. Cappelletti. En: Sobre el infinito…, p. 15. |
[12] | Bruno, Giordano. Sobre el infinito universo y los mundos, p. 15. |
[13] | Bruno, Giordano. Sobre la causa, el principio y el uno. Cita A. J. Cappelletti. En: Sobre el infinito…, p. 18. |
[14] | Bruno, Giordano. Sobre el infinito universo y los mundos, p. 79. |
[15] | Ibíd, p. 109. |
[16] | Bruno, Giordano. Summa Terminorum Metaphysicorum. En: Opp. Lat, iv, p. 101. |
[17] | Bruno, Giordano. Sobre el infinito universo y los mundos. Diálogo i, p. 64. |
[18] | Ibíd. Diálogo i, p. 74. |
[19] | Bruno, Giordano. Opera Omnia i. Ver: Abbagnano, Nicolás. Historia de la filosofía. Tomo ii, p. 251. |
[20] | Bruno, Giordano. Sobre el infinito universo y los mundos. En: Opera Omnia i. Ver: Abbagnano, Nicolás. Historia de la filosofía. Tomo ii, p. 302. |
[21] | Ibíd, p. 388. |
[22] | Abbagnano, Nicolás. Historia de la filosofía. Tomo i, p. 127. |
[23] | Bruno, Giordano. Sobre el infinito universo y los mundos. Diálogo v, p. 181. |
[24] | Bruno, Giordano. Sobre la causa, el principio y el uno. Diálogo iii. Cita A. J. Cappelletti. En: Sobre el infinito…, p. 25. |
[25] | Obras. Pfeiffer, p. 318. Ver: Abbagnano, Nicolás. Historia de la filosofía. Tomo i, p. 565. |
[26] | Maimónides, Moisés. Guía de los perplejos. Primera parte, p. 17. |
[27] | Spinoza, Benedicto. Ética. Segunda parte, proposición 7, escolio. Aguilar, Buenos Aires, Biblioteca de Iniciación Popular, quinta edición, 1973. |
[28] | Ibíd. Primera parte, proposición 25, corolario. |
[29] | Ibíd. Primera parte, proposición 29. |
[30] | Ibíd. Primera parte, Apéndice. |
[31] | Ibíd. Segunda parte, proposición 40. |
[32] | Ibíd. Segunda parte, proposición 44, corolario ii. |
[33] | Ibíd. Cuarta parte, proposición 37. |
[34] | Ibíd. Cuarta parte, proposición 50, escolio. |
[35] | Ibíd. Quinta parte, proposición 36. |
[36] | Spinoza, Benedicto. Tratado teológico-político. Orbis, Barcelona, 1986, pp. 168-169. |
[37] | Spinoza, Benedicto. Ética. Cuarta parte, proposición 35. |
[38] | Ibíd. Cuarta parte, proposición 28. |
[39] | Ibíd. Quinta parte, proposición 3. |
[40] | Ibíd. Quinta parte, proposición 47. |
[41] | Emerson, Ralph Waldo. Ensayos. Americalee, Buenos Aires, 1943, p. 189. |
[42] | Ibíd, p. 72. |
[43] | Ibíd, p. 63. |
[44] | Ibíd, p. 64. |
[45] | Ibíd, p. 66. |
[46] | Emerson, Ralph Waldo. Discurso en el Templo Masónico de Boston (1841). En: Lee Masters, Edgar. El pensamiento vivo de Emerson. Losada, Buenos Aires, 1945, p. 179. |
[47] | Emerson, Ralph Waldo. Hombres representativos. Clásicos Jackson, México, 1963, p. 111. |
[48] | Ibíd, p. 134. |
[49] | Emerson, Ralph Waldo. Ensayos, p. 67. |
[50] | Ibíd, p. 196. |
[51] | Ibíd, p. 105. |
[52] | Ibíd, p. 186. |
[53] | Ibíd, p. 188. |
[54] | Kant, Emanuel. Crítica de la Razón Pura. Sopena, Argentina, p. 68, 1961. |
[55] | Ibíd, p. 63. |
[56] | Ibíd, p. 68. |
[57] | Ibíd, pp. 70-71. |
[58] | Abbagnano, Nicolás. Historia de la filosofía. Tomo iii, p. 44. |
[59] | Ibíd, p. 47. |
[60] | Ibíd, p. 48. |
[61] | Ibíd, p. 53. |
[62] | Ibíd, p. 54. |
[63] | Schopenhauer, Arturo. El mundo como voluntad y representación. Orbis, Barcelona, 1985, Libro i, Sección 2, p. 19. |
[64] | Abbagnano, Nicolás. Historia de la filosofía. Tomo iii, p. 128. |
[65] | Ibíd. Libro i, Sección 2, p. 19. |
[66] | Ibíd. Libro i, Sección 2, p. 19. |
[67] | Ibíd. Libro ii, Sección 1. |
[68] | Ibíd. Libro i, Sección 8, p. 45. |
[69] | Ibíd. Libro ii, Sección 15. |
[70] | Ibíd. Libro i, Sección 10, p. 60. |
[71] | Ibíd. Libro ii, Sección 21, p. 110. |
[72] | Ibíd. Libro iii, Sección 55, p. 110. |
[73] | Ibíd. Libro iv, Sección 71, p. 215. |
[74] | Hervás Marco, Ramón. Personajes enigmáticos. Bruguera, Barcelona, 1974, p. 58. |
[75] | Ibíd, p. 55. |
[76] | Ibíd, p. 66. |
[77] | Nietzsche, Federico. Humano, demasiado humano. Bedout, Medellín, 1982, aforismo n.º 475, p. 254. |
[78] | Nietzsche, Federico. Así hablaba Zaratustra. Bedout, Medellín, 1984, p. 235. |
[79] | Nietzsche, Federico. Ecce Homo. Bedout, 1982, p. 125. |
[80] | Nietzsche, Federico. Así hablaba Zaratustra. Bedout, Medellín, 1984, p. 51. |
[81] | Ibíd, pp. 58-59. |
[82] | Ibíd, p. 121. |
[83] | Ibíd, p. 182. |
[84] | Nietzsche, Federico. La genealogía de la moral. Bedout, Medellín, 1963, p. 122. |
[85] | Ibíd, p. 123. |
[86] | Ibíd, p. 153. |
[87] | Ibíd, p. 171. |
[88] | Ibíd, pp. 64-65. |
[89] | Ibíd, p. 208. |
[90] | Nietzsche, Federico. Humano, demasiado humano. Bedout, Medellín, 1982, p. 294. |
[91] | Nietzsche, Federico. Así hablaba Zaratustra. Bedout, Medellín, 1984, p. 182. |
[92] | Ibíd, p. 226. |
[93] | Nietzsche, Federico. Ecce Homo. Bedout, 1982, aforismo 288. |
[94] | Kierkegaard, Søren. El concepto de la angustia. Orbis, Barcelona, 1984, p. 19. |
[95] | Ibíd. Ver Abbagnano, Nicolás. Historia de la filosofía. Tomo iii, p. 168. |
[96] | Kierkegaard, Søren. De interpretatione. Ver Abbagnano, Nicolás. Historia de la filosofía. Tomo iii, p. 171. |
[97] | Kierkegaard, Søren. El concepto de la angustia, p. 20. |
[98] | Kierkegaard, Søren. Diarios. Citado por Demetrio G. Rivero en El concepto de la angustia, p. 7. |
[99] | Kierkegaard, Søren. El concepto de la angustia, p. 68. |
[100] | Ibíd, p. 193. |
[101] | Abbagnano, Nicolás. Historia de la filosofía. Tomo iii, p. 164. |
[102] | Kierkegaard, Søren. El concepto de la angustia, p. 66. |
[103] | Ibíd, p. 117. |
[104] | Abbagnano, Nicolás. Historia de la filosofía. Tomo iii, p. 163. |
[105] | Ibíd, iii, 176, 165. |
[106] | González, Fernando. «El retrato que me hizo Pepe Mexía». En: Salomé. Ediciones Autores Antioqueños, Medellín, 1984, vol. 3. (N. del E.) |
[107] | González, Fernando. «El republicanismo». En: El Espectador. Columna de opinión «La Universidad», n.º XII, circa 1919. (N. del E.) |
[108] | Vélez Correa, Jaime S. J.; Jaramillo Uribe, Jaime. «Proceso de la filosofía en Colombia». En: Revista Universidad de Antioquia, n.º 143, noviembre de 1960. Ver Fernando González visto por sí mismo. |
[109] | Esta frase no fue incluida en: González, Fernando. Arengas políticas. Universidad Pontificia Bolivariana, Nueva Colección Rojo y Negro, vol. 2, Medellín, abril de 1997. (N. del E.) |
[110] | Revista Acuarimántima, n.º 28, agosto de 1980, p. 26. |
[111] | Vélez Correa, Jaime S. J.; Jaramillo Uribe, Jaime. «Proceso de la filosofía en Colombia». En: Revista Universidad de Antioquia, n.º 143, noviembre de 1960, p. 929. Ver Fernando González visto por sí mismo. |
[112] | «Escritos políticos». Bajo este título general se agrupan diversos artículos de prensa de Fernando González, publicados en 1919. (N. del E.) |
[113] | Vélez Correa, Jaime S. J.; Jaramillo Uribe, Jaime. «Proceso de la filosofía en Colombia». En: Revista Universidad de Antioquia, n.º 143, noviembre de 1960. Ver Fernando González visto por sí mismo. |
[114] | «Escritos políticos». Bajo este título general se agrupan diversos artículos de prensa de Fernando González, publicados en 1919. (N. del E.) |
Fuente:
Restrepo González, Alberto. Para leer a Fernando González. Editorial Universidad Pontificia Bolivariana / Universidad de San Buenaventura, Medellín, 1997.
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Última revisión: 17 de octubre de 2024