Prólogo de
El payaso interior
Por Ernesto Ochoa Moreno
El payaso interior es un texto inédito de Fernando González, rescatado de una de sus primeras libretas manuscritas y que, según se desprende de las referencias que en él se leen, hacía parte de un libro que estaba escribiendo en 1916, año en que fue publicada su primera obra: Pensamientos de un viejo, salida de las prensas el 12 de abril, cuando el autor estaba a punto de cumplir 21 años.
Con los rasgos característicos de las “libretas de carnicero” en las que, como él mismo decía, Fernando González tomaba notas, apuntaba ideas y pensamientos que luego le servirían para redactar sus libros, esta que recoge el texto de El payaso interior es una libretica de apenas 15.5 por 11 cm., con tapas negras, del color de las tablas de los viejos ataúdes. Son 66 páginas amarillentas, de las que faltan las cuatro hojas centrales, de la 49 a la 52. Están numeradas a mano hasta la 55, a la que siguen once más sin numerar, rematando el escrito en el envés de la pasta. Las notas fueron hechas con tinta de encabador, como era la usanza, con excepción de las tres últimas páginas que fueron escritas a lápiz. Al final, entre la última hoja y la pasta, se puede observar que 16 hojas fueron cortadas de raíz, y sólo queda ese reborde tajado. El hecho de que haya continuidad del texto entre la última página y lo que fue escrito en la contratapa deja entrever que el cercenamiento fue anterior al momento en que Fernando González redactó lo que se conserva del texto que aquí se publica.
El payaso interior no es, propiamente hablando, un nuevo libro del autor envigadeño, sino los restos del que escribió o intentaba escribir en 1916, casi como una continuación de Pensamientos de un viejo. Al iniciar la redacción del texto, el 7 de abril de ese año, el autor deja constancia de que se trata del segundo tomo de esa obra proyectada. ¿Existió un primer tomo? No es posible afirmarlo, aunque se puede presumir que sí y es dable pensar que pudo haber sido destruido por él mismo, suerte que entonces y después corrieron muchas otras de sus libretas. Sólo un estudio detallado y exhaustivo del archivo que se conserva podría arrojar alguna luz al respecto. Vale anotar que si existió ese primer tomo, este segundo es, como todas las segundas partes que González anunció de algunas de sus obras (Mi Simón Bolívar, Santander), un muñón, un proyecto inconcluso.
De los años anteriores a 1916, se conocen de Fernando González varios escritos menores, aparecidos en 1911 en el periódico liberal de Medellín La Organización, de Libardo López y Roberto Botero, y en 1912 en el periódico envigadeño Vox Populi, fundado por Alfonso González Ochoa, hermano de Fernando y su futuro agente literario. (Cfr. Faber Cuervo, “La prehistoria de Fernando González”, en La frágil tolerancia de Occidente, pag. 75-86, Itagüí, 2003). Apartes de una libreta de 1914 fueron publicados en Acuarimántima (revista de poesía), Medellín, número 28, julio-agosto de 1980. Una entrevista hecha a Fernando González por Fernando Isaza fue publicada por El Espectador, entonces en Medellín, en el suplemento “La Semana”, el 28 de noviembre de 1915, y en el mismo periódico aparecieron ese año algunas colaboraciones suyas. También en 1915, en la revista Panida, se publicaron algunos textos que luego formaron parte de Pensamientos de un viejo. (Cfr. Javier Henao Hidrón, Fernando González, filósofo de la autenticidad, 2ª ed. pag. 61-62). Por lo demás, un facsímil de las primeras páginas de El payaso interior fue publicado en El Colombiano Dominical, el 23 de abril de 1995.
El payaso interior hay que leerlo en el contexto de Pensamientos de un viejo. Comparte su estilo, el estado anímico del escritor, su posición inicial frente a la vida, frente a todo. Se trasvasan de un texto a otro algunos heterónimos o alteregos primigenios del escritor —técnica que va a ser una constante en el estilo literario de Fernando González—, como es el caso de Juan Matías y su interlocutor, Juan de Dios. No tiene El payaso interior la redondez de Pensamientos de un viejo, pero ahí está, atormentado y balbuciente, iluminado por su precoz lucidez, buscador desde entonces de la verdad y la autenticidad, pugnaz y al mismo tiempo enternecido por su propia angustia, el filósofo de Otraparte.
Fuente:
El payaso interior. Medellín, Fondo Editorial Universidad Eafit, colección Rescates, diciembre de 2005.