Fernando González, narrador
Qué humor, qué oído para el lenguaje, para el habla. […] Quizá el mayor humor sin estridencias de Fernando González. […] Justamente la vida, arroyos, ríos de vida. Donde quiera que Ud. toca: vida.
Thornton Wilder, sobre Don Benjamín,
jesuita predicador, novela (o lo que sea) de F. G.
Por Elkin Obregón S.
Hace muchos años, unos cuantos ociosos pusimos sobre el tapete un ocioso tema, cuál era el mejor escritor colombiano. Se vivía ya en pleno gabismo, pero Benjamín Botero (q.e.p.d.) y este cronista se decidieron por Fernando González.
Oficiábamos, como todos, en el culto a Gabo, pero, parodiando al poeta Pombo, optamos por oráculos más altos. Al menos, por uno. No nos referíamos, creo, al autor de esa obra magnífica, larga confesión de agonías, de búsquedas, de hallazgos, de epifanías. Aludíamos más bien al simple y llano hecho de escribir; y me reafirmo: su sola manera de decir las cosas es tan bella como lo que dice.
Produce placer degustar esa habla fresca, rotunda, escueta, elocuente; un habla que no se propone ser hermosa, pero que lo es como ninguna otra, y fluye siempre, llena de burlas e improperios; pero también, y sobre todo, de amor. Pues eso: por curiosa paradoja, la magnitud de ese corpus espléndido oculta un poco el brillo de su lenguaje. Para no entrar en complicaciones, lector, te remito a la revista Antioquia (referente en buena parte de lo que aquí se está diciendo), publicada por González a lo largo de varios años (1936-1945) y que en sabia hora editó en un solo tomo (en 1997) la Universidad de Antioquia. Del estupendo prólogo de Alberto Aguirre cito dos párrafos que me vienen a cuento; en uno opone al «lenguaje melifluo» de los escritores colombianos el «verbo descarnado» del envigadeño. En otro, se refiere así a su prosa: «Límpida, translúcida, de un sobrio hálito poético». Y concluye: «Es un deleite leer la prosa de Fernando González».
Quod erat demonstrandum.
Nota. Le robé el título de esta croniquita a Miguel Escobar Calle, quien, a propósito de Don Benjamín… enfatizó en esas páginas de González su vocación de narrador. Muchos aciertos debemos a Miguel Escobar, cuya obra, dispersa en prólogos, notas y conferencias, pide a gritos un libro. Editores no faltan.
* * *
Coda
En su espacio semanal de El Colombiano, Ernesto Ochoa Moreno dedica una columna al libro Para leer a Fernando González, al que juzga con justicia el más completo estudio sobre el pensamiento del filósofo de Otraparte.
Al final del bachillerato fui condiscípulo de su autor, Alberto Restrepo González, al que llamábamos «el envigadeño»; era un joven apacible y cordial, apreciado por todos. A ese aprecio se agregó un profundo respeto a raíz de un episodio en la clase de literatura en el que Restrepo demostró una dignidad y una entereza cuyo recuerdo nunca me abandona. Estas pocas líneas me impiden memorarlo como se debe. Tú te lo pierdes.
Fuente:
Obregón S., Elkin. «Fernando González, narrador». Periódico Universo Centro, n.º 92, Medellín, columna de opinión Caído del zarzo, noviembre de 2017.