Alberto Aguirre, Óscar Hernández
Monsalve y Fernando González.
Era muy vivo, Fernando González; un ser vivo para pensar y también para vivir. Al pie suyo uno no sentía el tufillo de la cadaverina, sino la vibración de la vida y el impulso de seguir vivo. Leyendo sus obras se tiene esa misma sensación y se padece este mismo impulso.
Alberto Aguirre