Cartas a Estanislao
Por Ernesto Ochoa Moreno
El 10 de septiembre de 1935 se publicó en Manizales el libro Cartas a Estanislao de Fernando González. A esa primera edición de Arturo Zapata, seguirán la de Bedout en 1972, y la de la Universidad Pontificia Bolivariana en 1995. Ochenta años, pues, de un libro polémico, intenso, que bien merece ser releído y estudiado hoy, porque muestra toda la capacidad crítica y la franqueza del escritor antioqueño. Y, al mismo tiempo, su amor pugnaz a la hora de destapar la mentira de Colombia y de la sociedad en la que vivía. Es un libro que hiere y golpea, en el que González hace gala de la sorna y la irreverencia que le granjearon odios y anatematizaciones.
Cartas a Estanislao recoge 47 cartas, escritas entre 1930 y 1935 a personajes y amigos (Antonio José “Ñito” Restrepo, su suegro Carlos E. Restrepo, sus hermanos Alberto y Alfonso, Don Benjamín Correa, el acompañante de Viaje a pie, Alejandro López, el francés Auguste Bréal, Eduardo Santos), pero sobre todo al abogado Estanislao Zuleta Ferrer, a quien dirige trece cartas que dan título al libro.
Como bien se sabe, Estanislao Zuleta, gran amigo de Fernando, murió el 24 de junio de ese 1935, en el accidente aéreo en que pereció también el cantante argentino Carlos Gardel en Medellín. Fue honda la amistad del escritor envigadeño y el joven abogado, progenitor del conocido filósofo y escritor que llevó el mismo nombre de su padre.
Se lee en el diario del solitario de Otraparte: “24 de junio de 1935. Murió hoy a las 15, quemado dentro de un avión, Estanislao Zuleta… Sentí una punzada en el corazón. En todo caso, ya se me acabaron las alas. La juventud terminó. Era mi único amigo”.
Cartas a Estanislao inaugura el género epistolar en la obra de González. Y muestra a cabalidad una de las facetas más humanas del maestro, además de aportar una rica veta de originalidad y contundencia a su producción literaria, enriquecida con una prosa franca, directa, sin tapujos, adobada al mismo tiempo por la intimidad que propicia la amistad o la ironía de la respuesta a críticos y detractores.
Además de las cartas que aparecen en este volumen de 1935, han sido publicadas también las que le escribió, entre 1943 y 1963, al jesuita Antonio Restrepo, maestro de su hijo Fernando, publicadas en 1989 (Mis cartas de Fernando González), así como la correspondencia con su suegro, el expresidente Carlos E. Restrepo (Universidad de Antioquia, 1995), y las cartas que le escribió a su hijo Simón (U. Pontificia Bolivariana, 1997).
En Cartas a Estanislao campea la “irreverencia espontánea, picaresca, densa y sutil”, que dice Henao Hidrón. Pero es mucho más que irreverencia. Es denuncia de la mentira de un país de cuyas costumbres políticas, morales y sociales pinta un gran fresco, perturbador y vigoroso.
“En Cartas a Estanislao hice poemas a la orgullosa y divina aceptación de uno mismo y lancé diatribas contra la mentira que ha sido la humanidad en América”. [Ver carta].
Fuente:
El Colombiano, sábado 19 de septiembre de 2015, columna de opinión Bajo las ceibas.