Mademoiselle Tony
y la gatica Salomé
Por Ernesto Ochoa Moreno
Por primera vez se publican en un mismo volumen los libros El Remordimiento y Salomé, de Fernando González, en una bella edición del Fondo Editorial Eafit que, junto con la Corporación Otraparte, había iniciado el año pasado, con Pensamientos de un viejo, la Biblioteca Fernando González, enriquecida ahora con este nuevo título.
Cuando en 1935 apareció en Manizales la primera edición de El Remordimiento, en nota del editor, Arturo Zapata, en la última parte (La semilla de donde salió El Remordimiento, que transcribe apartes del diario escrito por el autor durante su consulado en la ciudad francesa de Marsella), se lee: “Este diario se publicará con el título Salomé, segundo volumen de El Remordimiento”. No se cumplió el anuncio y apenas en 1938, en los números 11, 12 y 13 de la revista Antioquia, Fernando González publica por entregas, a manera de folletín, el mencionado texto como una novela titulada La Primavera. Lo anticipa en estos términos: “Se trata de una novela, del autor, de una gata, de la primavera y de unas señoritas: ninguna se casa ni se muere”. En El Remordimiento dirá: “Tony no se muere, ni se casa, ni le sucede nada. Se queda virgen”.
En 1984, veinte años después de la muerte de Fernando, tras confrontar los originales y las libretas manuscritas, Miguel Escobar y Fernando González, hijo, publican, en la Colección de Autores Antioqueños, la novela en referencia ya con el nombre Salomé. Ese texto, más exhaustivamente investigado, de forma que se han recuperado párrafos inéditos, es el que sirvió de base tanto para la edición de Salomé de “Palabras Rodantes” de Comfama y el Metro, como para ésta que ahora, junto con El Remordimiento, entrega a los lectores el Fondo Editorial Eafit.
En cuanto a esta nueva edición de El Remordimiento, es discutible el criterio con el cual se suprimió el subtítulo: “Problemas de teología moral”, y la dedicatoria “a mis amigos franceses Auguste Bréal y Alban Roubaud”. Por otro lado, Fernando González siempre escribió el nombre de Tony con i griega en El Remordimiento y el hecho de que en La Primavera de la revista Antioquia lo escribiera con i latina, no creo que justifique unificar el nombre por esta última grafía, como se hace en la edición comentada. No habiendo ninguna documentación que explique el cambio, lo mejor hubiera sido respetar la forma como aparece en la edición príncipe de cada una de las obras.
Estos escrúpulos míos, corregibles en futuras ediciones, no desmerecen el gran aporte que es para la bibliografía fernandogonzaliana la publicación conjunta de las dos obras. Nacen ambas en el mismo tiempo y en el mismo ámbito. Están, pues, relacionadas directamente y se complementan a la hora de entender el proceso interior y de búsqueda que vivió Fernando González en esa vibrante primavera de 1934 en Marsella. Sin el erotismo de la ascesis (los calzoncitos de Tony son una metáfora del renunciamiento), que anima tanto la historia de la gatica Salomé como los escarceos amorosos y el concepto de remordimiento en la historia de Mademoiselle Tony, es difícil entender la propuesta vivencial, filosófica y mística, del solitario de Otraparte. Era Dios el que olía a primavera. Era Dios el que lo tentaba en los ojos verdes de la muchacha alsaciana.
“Amo a Dios: luz, forma, todas las ideas. ¡Oh, único, muchacha de las muchachas, árbol de los árboles, mar de los mares!… ¿Eres Tú, Señor, el que te mueves así en el cuerpo de Tony? Sí. Eres Tú, que estás jugando conmigo y ya me matas. ¡Déjate coger! ¡Déjate de guiños y de símbolos!” (El Remordimiento, pág. 172, edición de Eafit).
Fuente:
El Colombiano, sábado 25 de octubre de 2008, columna de opinión Bajo las ceibas.