El payaso interior
Por Ernesto Ochoa Moreno
El próximo martes tendrá lugar en la Universidad Eafit la presentación del libro El payaso interior, de Fernando González, editado en asocio con la Corporación Fernando González – Otraparte, contando con el apoyo entusiasta del rector, Juan Luis Mejía. Es el primer título de la nueva colección «Rescates» que ha iniciado el Fondo Editorial de dicha universidad, hoy bajo la dirección de Héctor Abad Faciolince.
En este pequeño volumen, limpio y sobrio, que cabe en el bolsillo del saco, como soñaba Fernando González que fueran todos sus libros, se recoge un texto inédito, rescatado de una de las primeras libretas manuscritas del escritor envigadeño. Más que un libro completo, lo que se conserva de El payaso interior y que ahora se publica es apenas una vislumbre de la obra en dos tomos que el autor escribía en 1916, el año en que apareció Pensamientos de un viejo. Es más, esas páginas recuperadas salieron de la pluma del joven y rebelde pensador en el mes de abril, en coincidencia con la puesta en librerías de ese su primer libro.
«Estoy felicísimo, impaciente, nervioso, en el cielo. Ahora sale mi libro. Vendrá “El payaso interior”. Eureka. ¡No estar aquí Alfonso!». Y añade: «Es preciso aceptar esta alegría nueva ya que mi vida es tan triste de continuo. Quizás el segundo libro no me proporcione semejante contento. Quizás la vida venidera sea una cadena de melancolías. Aceptemos este vaso de regocijo que se nos ofrece, ¡oh corazón mío!».
A renglón seguido: «Miércoles 12 de abril. Salió “Pensamientos de un viejo”. ¿Qué hombre que esté en un gran goce, puede acostarse a dormir? Es porque la alegría es tormento de ver que una grandeza, una satisfacción está entrando al corazón, y que no acaba de entrar, y que el tiempo pasa, y quisiéramos infinito en eternidad. ¡Oh, crueles placeres limitados de la tierra». Y más adelante: «Mientras se está preparando para darlo al público dentro de dos horas mi libro, yo estoy aquí en una mesa, escribiendo análisis de mi estado de espíritu. ¡Vivo tan triste de ordinario, que esta alegría me ha contentado mucho».
Fernando González, que iba a cumplir 21 años el 24 de ese mismo mes de abril de 1916, tenía planeado por lo visto publicar de inmediato El payaso interior. No lo hizo. ¿Por qué? Tengo la impresión, a raíz del contacto con la libreta manuscrita del maestro en la labor de transcribir su no siempre clara caligrafía, que nuestro escritor no reelaboró sus notas (como siempre hizo con sus otros libros) y presuntamente destruyó lo que se perdió. Tal vez la publicación de Pensamientos de un viejo dejó en agraz su nuevo proyecto; tal vez, siempre con su indómita búsqueda, juzgó que El payaso interior no aportaba mucho a lo ya planteado en su primer libro; tal vez no le dejaron espacio ni tiempo los estudios de Derecho que culminaría en 1919 con su tesis El Derecho a no obedecer, titulada finalmente Una tesis, para tranquilidad de los pacatos examinadores.
Son conjeturas mías. Lo que sí no es conjetura es la emoción con que se lee este breve escrito de Fernando González, que ahora se rescata y que hay que saborear en el contexto de Pensamientos de un viejo, ya que comparte su estilo, su tono, su enhebramiento de aforismos y, por lo demás, permite sentir la soledumbre, entre angustiada y gozosa, con que el filósofo de Otraparte inició su búsqueda y su viaje. Como lo digo en la nota introductoria a la edición comentada, «no tiene El payaso interior la redondez de Pensamientos de un viejo, pero ahí está, atormentado y balbuciente, iluminado por su precoz lucidez, buscador desde entonces de la verdad y la autenticidad, pugnaz y al mismo tiempo enternecido por su propia angustia, el filósofo de Otraparte».
Vale la pena poner de relieve la importancia bibliográfica de esta publicación. Luego de la muerte de Fernando González, fuera de algunos cortos textos inéditos publicados en periódicos y revistas, gracias al desvelado y vigilante interés de su hijo, Fernando González Restrepo, cuya sombra bondadosa se me aparece retozona en este momento en que se hace realidad un sueño que él se llevó a la tumba, no había cristalizado el propósito de publicar obras inéditas suyas. Las cartas de Ripol y Cartas a Simón recogieron la respectiva correspondencia epistolar. El Pesebre reprodujo una novena del Niño Dios escrita al alimón con el padre Ripol. No más. La Corporación Fernando González – Otraparte adelanta la trascripción de las más de setenta libretas («libretas de carnicero», como él decía) en las que el solitario de Otraparte asentó tanto la redacción primera de sus grandes libros, como también proyectos de nuevas obras, observaciones, reflexiones, notas de diario y mucho más. Una herencia que, si la tacañería rampante que existe frente a la cultura no frustra el sueño, deberá salir al público algún día. El payaso interior es un anticipo. Y una grata sorpresa.
Fuente:
El Colombiano, columna de opinión «Bajo las ceibas», sábado 3 de diciembre de 2005.