Fernando González
por Elkin Obregón.
Llamarlo filósofo es una comodidad para nosotros, pero muchos sentirán la tentación de decirle místico, de decirle poeta, y yo no dudaría demasiado en llamarlo simplemente un hombre. Alguien que aspira menos a ejercer un oficio, a practicar una disciplina, a cumplir una tarea, que a ser consciente de su vida minuto a minuto y permitir que de la abundancia del corazón hablen los labios.
Qué libertad la de este hombre, qué riqueza de inflexiones de la voz, qué matices de la ternura, de la emoción, de la inteligencia, y también a menudo de la exaltación, de la terquedad, del extravío. Cuánto miedo le causarían esos hombres que no se atreven a equivocarse, cuánta risa los que se dedican a repetir verdades ilustres, cuánto asombro los que creen que educar es verter un alma blanda y reciente en un molde de siglos para que salga una estatua obediente a todos los cánones.
William Ospina