Con su Música a Otraparte
Los Yetis
—Mayo 20 de 2011—
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Audición de
discos y concierto
El Café de Otraparte
Entrada Libre
Un recorrido por la historia del
rock en español de los años 50 y 60.
En 1966 la fiebre del go-go infecta Medellín y ese virus tiene nombre propio: Los Yetis. La ciudad, una de las más conservadoras de Colombia, empezó a sentir terremotos en sus cimientos por el bailoteo de miles de adolescentes que buscaban distanciarse del gusto tanguero y bolerista de sus padres. Para eso, nada mejor que el espíritu go-go representado por un peludo y abominable hombre de las nieves. Los Yetis representan un caso muy especial dentro de la escena sesentera colombiana: ídolos pop adolescentes asociados con el Nadaísmo (movimiento de vanguardia intelectual colombiana de finales de los años cincuenta), son la única banda comercialmente exitosa fuera de la capital Bogotá, y han logrado permanecer en el imaginario musical de la nación.
Su verdadera entrada a la industria musical se da en febrero de 1966 gracias a Discos Fuentes, que apoyaba al grupo con una maquinaria de mercado entonces inédita en Colombia. Ellos se convertirían en los nuevos ídolos de miles de jóvenes contagiados por la epidemia go-go que expandieran años antes The Beatles. Los Yetis combinaban versiones de clásicos internacionales del momento con temas propios que mantenían su esencia salvaje y unas letras reivindicativas a ritmo de beat, surf y garage. El universo artístico de Los Yetis tuvo mucho que ver con las dinámicas de la industria musical y con el modelo que ésta proponía para ese par de años en los que la Nueva Ola dominó radios, diarios y televisores. Sin embargo, su música evidencia que detrás de las concesiones que hicieron al modelo comercial había una esencia intranquila que apenas lograba contenerse dentro de la estructura que quería la industria.
Su encuentro con el Nadaísmo, llámese histórico o estético, logró ligar dos líneas de vanguardia de forma orgánica a la par que su música eléctrica encedía a toda una generación que buscaba un sonido propio, diferente al de sus padres. (Adaptación del texto del bloguero Rulitoman).
Juancho López, Juan Nicolás Estela, Luis Fernando Garcés y Víctor Hugo Acevedo dieron un nuevo impulso a Los Yetis en 2010.
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Oír “Me siento loco”
de Los Yetis
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Para salir a la conquista de su destino, la generación go-go se armó de guitarras; era una revolución con música. Esta música proclamaba la nueva sensibilidad, un cambio de ritmo en todo: en la vida, en la moda, en las costumbres, en las relaciones sexuales, en la cultura en general. Su advenimiento fue celebrado por la juventud como la llegada de profetas salvadores, con mandamientos que invitaban a la alegría de vivir, al frenesí del baile en cuyas convulsiones se expresaba un rompimiento brusco de las ataduras y coacciones morales, el estallido glorioso de su libertad plena, el gozo radiante de sus impulsos y esperanzas. Definitivamente los melenudos habían ingresado en la escena universal como ídolos de la nueva generación, con una audiencia tan beligerante y multitudinaria, como nunca tuvieron el predicador de moral ni el político demagógico. A su manera loca, irreverente y audaz, ellos son mensajeros de una humanidad reconciliada que depone las armas para abrazar a su enemigo y sacarlo a bailar esa canción de Los Yetis que se titula “Amigo caníbal, déjame vivir…”.
De esta hermosa y alegre generación go-go, el conjunto Los Yetis encarna la síntesis de sus valores humanos y artísticos. ¿Quiénes eran esos Yetis que en plena ciudad industrial se atrevían a desafiar la mansedumbre del rebaño con sus melenas alborotadas, sus gargantas de volcán y sus guitarras que estremecían el silencio con la furia de una locomotora?
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