Con su Música a Otraparte
Sesión Videodj
Hill Country Blues
—Septiembre 1 de 2012—
Houston Stockhouse, Sonny Boy & Peck Curtis. Fotografía de Chris Strachwitz tomada del librillo del disco “Sonny Boy Williamson – King Biscuit Time”.
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Selección de videos
El Café de Otraparte
Entrada Libre
Coordina:
Manel Dalmau
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El viejo blues, nacido del dolor, del lamento y de la tristeza del esclavo, se ha convertido hoy en día en un género musical con una larga y profunda identidad.
Su origen estalla en el sur de los Estados Unidos, entre el sudor derramado sobre los campos de algodón, las carreteras quebradas por el polvo y las cabañas devoradas por el acoso de la pobreza.
El sonido africano permanece como un superviviente que nos recuerda el largo viaje de aquellos hombres y mujeres que perdieron la libertad, que fueron arrancados de sus hogares en la madre África y se convirtieron en esclavos del progreso blanco.
Los acordes de las viejas guitarras hechas con manos rudas, el roce del slide contra las afiladas cuerdas, el agónico susurro gutural de las canciones, que reclaman un amor ya agotado, una infidelidad torturada, un trabajo perdido, una familia sin techo, o un latigazo blanco, fueron algunos de los motivos para que el hombre negro tomara la decisión de ponerle sonido a sus lamentos y agarrarse a la vieja África para recordar la melodía de su origen.
Una identidad que tomaba fuerza en las iglesias en forma de cantos espirituales, la nostalgia del hogar africano que soltaban las guitarras de metal en los porches de las casas a la hora de tomar un gran vaso de limonada fresca, en las esquinas de las calles sin electricidad, en atrevidas emisoras de radio que relataban el nacimiento de una música que tomaba fuerza, y que fue satanizada por los blancos pero adoptada finalmente por ellos como un acontecimiento de masas, maquillando el viejo blues abetunado del country para transformarlo en el invento del rock n’ roll.
El viaje inicia con el acento cajún de Louisiana, atraviesa las granjas del Mississippi, la chillona Alabama, continúa por la húmeda Arkansas y finaliza por el asfalto quemado de Tennessee.
Con la compañía de una armónica desesperada, o con la timidez descarada de la guitarra, el Hill Country Blues amanece en noches claras para el viaje al hogar lejano.
Esta es la historia de unos viejos labradores, de incansables herreros, de homéricos vagabundos y de hábiles ladrones de suspiros, que se convirtieron en cantantes entre el aroma del maíz tostándose bajo el sol, la dulzura del bourbon o la aspereza de un Lucky sin filtro.
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“Deep Blue Sea Blues”
Texas Alexander & Lonnie Johnson
(1928)