Con su Música a Otraparte
Grandes voces
inmortales en
la
música popular
—Junio 24 de 2011—
Enrico Caruso
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Canciones de grandes voces
en discos de 78 r.p.m.
El Café de Otraparte
Entrada Libre
Coordina:
Hugo Álvarez Restrepo
Aquellos grandes maestros de la voz, aquellas voces inmortales, no siempre estuvieron dedicadas a la interpretación de obras líricas o, llamándolas de otra forma , obras clásicas.
Una de las voces imperecederas de la historia, y considerada por la crítica especializada como la más grande de todas, la de Enrico Caruso, nos quedó grabada en varias canciones de las llamadas populares. En la fonoteca de los que nos preciamos de coleccionistas de la música de ayer, no puede faltar, por ejemplo, la bellísima canción A la luz de la luna, interpretada por el Gran Caruso en dúo con el genial barítono Emilio de Gogorza.
Y así también, Tito Schipa, Carlos Julio Ramírez (grande entre los más grandes), o, para sólo mencionar uno más, Beniamino Gigli, que nos legó en su admirable voz obras como Vidalita, que ocupa un lugar de honor en nuestras fonotecas, así también, repetimos, gracias a los discos cuidadosamente guardados para conservar su insuperable sonido, nos dejaron como legado obras magníficas.
Estas preciosas e imperecederas voces, acompañadas de otras inmensamente bellas en la música popular como las de Juan Arvizu, Libertad Lamarque, Alfonso Ortiz Tirado, Toña La Negra, Pedro Vargas, María Luisa Landín, Alfredo Sadel, Mercedes Simone y otras más, muy especialmente seleccionadas, son las que escucharán los asistentes en El Café de Otraparte.
¡Acompáñenos y tendrá un inolvidable recuerdo!
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Hugo Álvarez Restrepo se inició en la poesía en Sonsón, Antioquia, su pueblo natal. Su vida ha girado en torno a la arquitectura (su profesión), la fotografía (ganador de varios premios nacionales), la música (como autor de varias canciones y coleccionista miembro de la Corporación Daniel Uribe), la madera (ex director de Cemade, Centro de la Madera), el ejército (oficial activo de la Reserva Especial y Cónsul en Medellín) y la poesía (su gran amor, en sus especialidades del soneto y la décima).
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Escuchar “Santa Lucía”
de Enrico Caruso
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Enrico Caruso
(1873 – 1921)
Enrico Caruso (Nápoles, 25 de febrero de 1873 – 2 de agosto de 1921) fue uno de los tenores italianos y del mundo más famoso de la historia de la ópera. Caruso fue también el cantante más popular en cualquier género durante los primeros veinte años del siglo XX y uno de los pioneros de la música grabada.
Cantó en las más importantes salas de ópera del mundo, incluyendo La Scala de Milán y el Covent Garden de Londres, aunque es más conocido por haber sido el primer tenor del Metropolitan Opera en Nueva York durante diecisiete años. El director Arturo Toscanini, quien dirigió algunas de las óperas donde Caruso cantó en el Metropolitan, lo consideraba uno de los más grandes artistas con los que había trabajado.
El repertorio de Caruso era de unas sesenta óperas, casi todas cantadas en italiano, aunque también cantaba en francés y en inglés (con un fuerte acento italiano).
Así mismo, tenía un repertorio de unas 500 canciones, desde clásicas a folclor itálico tradicional a temas populares de la época.
Fue el primer vocalista en grabar muchas canciones. Durante su carrera realizó cerca de 260 grabaciones y ganó millones de dólares con la venta de sus discos de 78 r.p.m.
El 8 de abril de 1904 grabó Mattinata, una composición de Ruggiero Leoncavallo, considerada como la primera canción compuesta exclusivamente para ser grabada. Caruso y la industria fonográfica hicieron mucho para promoverse en las dos primeras décadas del siglo XX. Su registro de 1902 de Vesti la giubba, del Pagliacci (Payasos) de Leoncavallo, fue el primer disco con un millón de ejemplares.
Debutó en su ciudad natal en 1894, aunque fue en Milán donde obtuvo su primer gran éxito en 1898 con la interpretación de la ópera Fedora de Umberto Giordano. Sus giras le llevaron por todo el mundo, con actuaciones en San Petersburgo, Roma, Lisboa y Montecarlo. Destacó en su magnífica interpretación de La bohème de Giacomo Puccini. Con su fama ya firmemente afianzada, debutó en el Covent Garden de Londres con Rigoletto de Verdi, ópera con la que también debutó en el Metropolitan Opera House de Nueva York en 1903, con un extraordinario éxito.
La belleza y fuerza de su voz le ganó al público del Metropolitan. Una de las razones de su fama mundial se debió, además de a una voz de tenor casi perfecta, con una potencia soberbia, a la difusión por medio del fonógrafo de sus interpretaciones, lo cual supuso el inicio de un nuevo fenómeno de masificación de la música. Cantó, así mismo, papeles en Adriana Lecouvreur del italiano Francesco Cilea, y en La fanciulla del West de Puccini. Su interpretación de Canio en Pagliacci de Ruggero Leoncavallo fue especialmente memorable. Cantó por última vez el 24 de diciembre de 1920 en Nueva York, en el Metropolitan Opera House.
Fuentes: