Conversación
Lectura de Viaje a pie
desde el camino
Décima versión del recorrido
—Febrero 1.º de 2018—
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Este año cumplimos nuestro décimo aniversario con el proyecto “Lectura del ‘Viaje a pie’ desde el camino”, por lo cual esta versión tuvo un significado muy especial y nos regaló gratas sorpresas para los casi 40 asistentes a la travesía desde Envigado hasta Manizales. Tres municipios nos acompañaron con sus grupos, y las tertulias nocturnas tuvieron nutrida asistencia de viajeros y comunidades visitadas. La experiencia para los casi 300 viajeros a pie que nos han acompañado en estas diez versiones es más que gratificante, según sus comentarios y relatos, los cuales compartiremos en una próxima publicación. En el imaginario de los pueblos del “Viaje a pie”, el espíritu de “El brujo de Otraparte” ha renacido y cada año añoran nuevamente el sonido de sus pasos.
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Fotografías de los viajeros a pie
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El camino nos atrapó con sus dulces y serpenteantes laberintos verdes. «¡Que sea infinito!», gritaron algunos viajeros. Nuevamente nos acarició con su pantano, con el agua que se desliza por nuestra piel, helando nuestros huesos. Y nos atragantamos de verde en todas sus texturas y tonos. El camino agudiza y exacerba las funciones vitales de estos locos viajeros a pie. Amantes de la aventura, soñadores de tierras prometidas, estrellas, planetas lejanos, nuestra curiosidad se abre con alegría a cada recodo del camino. Olemos a musgo y a tierra virgen. Nos tragó el lodo de los profundos canalones y nos bañó con sudor a mulas y arrieros. Escuchamos el agua indomable deslizarse, despeñarse, rugir, gritar, caer, sollozar, gemir, lamer la piel hasta descubrir el pellejo. Bailar la danza eterna de la armonía del caos. Nos transformamos en tierra, viento y nube. En cada paso cargamos nuestros sueños, dolores y miedos. El miedo a ser vencidos por una naturaleza insensible a nuestras egolatrías y lamentos. En el camino del laberinto verde llevamos también a cuestas nuestra esfinge…
Viajeros a pie
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Benjamín Correa
Ilustración © Daniel Gómez Henao
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Observa don Benjamín, exjesuita, que su maestro de novicios, el reverendo padre Guevara, les ordenó que no se bañaran durante un año, porque así les sería fácil conservar la inmaculada castidad de san Luis Gonzaga. ¿Qué mujer atrevida podría acercarse a un novicio? Este sistema del padre Guevara es mucho mejor que el alambre de púas.
En Colombia, desde 1886 no se sabe qué sea alegría fisiológica; se ignora qué es euritmia, qué es eigeia.
¿Podría un sedentario de este pueblo andino comprender al yanqui que se lanzó en bola de caucho por el Niágara, o al galo que atravesó el Atlántico en solitaria navecilla de vela? ¡Meses y meses en medio y en garras de ese divino monstruo glauco, oscuro, plata, oro! ¿Podrán nuestras mujeres comprender a la Lindy americana? El gran efecto del excursionismo es formar caracteres atrevidos. Que el joven se acostumbre a obrar por la satisfacción del triunfo sobre el obstáculo, por el sentimiento de plenitud de vida y de dominio. El hombre primitivo no comprende sino los actos cuyo fin es cumplir sus necesidades fisiológicas.
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