Lectura y Conversación

Piedad Bonnett

15 de noviembre de 2011

Piedad Bonnett

Piedad Bonnett

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Piedad Bonnett (Amalfi, Antioquia, 1951) es licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad de los Andes y profesora en la misma institución desde 1981. Tiene una maestría en Teoría del Arte, la Arquitectura y el Diseño en la Universidad Nacional de Colombia. Ha publicado los libros de poesía “De círculo y ceniza” (Ediciones Uniandes, 1989, reedición de 1995), “Nadie en casa” (Ediciones Simón y Lola Gubereck, 1994), “El hilo de los días” (Colcultura, 1995), “Ese animal triste” (Norma, 1996), “Todos los amantes son guerreros” (Norma, 1997), “Imaginación y oficio” (2003), “Tretas del débil” (Alfaguara, Punto de lectura, 2004) y “Las herencias” (Visor, Palabra de Honor, 2008).

Arango Editores publicó en marzo de 1998 una antología poética suya con el título “No es más que la vida”, y en junio del mismo año Editorial Pequeña Venecia de Caracas una selección poética. Su antología “Lo demás es silencio” fue publicada en España por Editorial Hiperión en 2003, siendo la segunda colombiana incluida en la prestigiosa colección. El primero fue José Asunción Silva. En 2008 apareció “Los privilegios del olvido”, antología del Fondo de Cultura económica prologada por José Watanabe. Con el primero de sus libros recibió mención de honor en el Concurso Hispanoamericano de Poesía Octavio Paz. Con “El hilo de los días” ganó en 1994 el Premio Nacional de Poesía, otorgado por el Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura, y con “Explicaciones no pedidas” el Premio Casa de América 2011.

Es autora de cuatro novelas: “Después de todo” (2001), “Para otros es el cielo” (2004), “Siempre fue invierno” (2007) y “El prestigio de la belleza” (2010), las cuatro publicadas por Editorial Alfaguara; y de cuatro obras de teatro: “Gato por liebre”, “Que muerde el aire afuera”, “Sanseacabó” y “Se arrienda pieza”, montadas por el Teatro Libre bajo la dirección de Ricardo Camacho. Este grupo utilizó también su versión en verso de “Noche de epifanía” de Shakespeare para uno de sus montajes. Una traducción suya de la misma obra hace parte de la colección “Shakespeare por escritores” (Editorial Norma, 1999 -2000). Su traducción de “El cuervo” de Edgar Allan Poe fue publicada por El Ancora Editores en 1994.

En 1992 fue merecedora de la Beca Francisco de Paula Santander para un trabajo de dramaturgia, y en 1998 de una de las Becas de Investigación del Ministerio de Cultura con el proyecto “Cinco entrevistas a poetas colombianos”, que da origen a su libro “Imaginación y oficio” (Editorial Universidad de Antioquia, 2003). Cuentos y ensayos suyos han sido publicados en diversas revistas y periódicos del país y del extranjero. En 2007 fue una de las representantes de Colombia en el Festival de Literatura de Berlín y en el Hay Festival de Segovia. En 2008, durante la Feria del Libro de Bogotá, fue homenajeada por la Consejería para la Equidad de la Mujer de la Presidencia de la República.

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"Explicaciones no pedidas" de Piedad Bonnett

En su poesía se produce un comercio casi secreto entre los extremos de la violencia colectiva y de íntima nocturnidad que han caracterizado la poesía, y, en muchos sentidos, toda la cultura de su país.

Miguel Gomes

Piedad Bonnett […] encauza sus sentimientos en un lenguaje neutro, dolorosamente contenido, casi lacónico y que funciona con insinuaciones y elipsis, a la manera de un iceberg que esconde bajo el agua una masa terrible.

Carlos López Degregori

Hay acá una voz fuerte y sutil, que enlaza en su andadura natural bellas imágenes atrapadas al asunto cotidiano, reflexiones desde la vida y desde el libro, y una suerte de restos de amores náufragos, expresados con rigor en la palabra.

Juan Manuel Roca

Piedad Bonnett ha sido, sin lugar a dudas, una de las figuras más prolíficas e interesantes de este decenio, por la variada solidez de su propuesta.

Juan Gustavo Cobo Borda

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Y es que ella sabe que las palabras son las únicas que pueden darle una forma al misterio que somos, ese milagro en manos de la muerte. Ella sabe que la poesía nos exige concentrar nuestra atención en lo que una vez olvidamos: el claroscuro de todos los días, la llama de la infancia que arde en un algún lugar de la memoria, y esa sensación de estarnos yendo a cada paso, sin que nada ni nadie nos detenga.

En sus textos las palabras logran convertirse en noche que avanza detrás de las puertas y se instala como un huésped sombrío en el corazón, en las paredes, en los cuartos. Ella las ve ir y venir como una caravana inquietante que pregunta con todas sus voces por el amor y por el miedo, por la luz y las pequeñas muertes de las que todavía no regresamos.

Lucía Estrada

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¿Para qué poetas en
tiempos de penuria?

Por Consuelo Gaitán

José Asunción Silva, Porfirio Barba Jacob, Aurelio Arturo, Luis Carlos López, León de Greiff, Álvaro Mutis, José Manuel Arango, Giovanni Quessep… ¿Dónde están las mujeres en la poesía colombiana? Se podrían aventurar muchas respuestas pero no es la hora ni el lugar. Solo aportaré un dato: la editorial más prestigiosa de poesía contemporánea en lengua española, Visor, inició su nueva colección Palabra de Honor, con estos nombres: Juan Gelman, Luis García Montero, Ángel González y Piedad Bonnett. Con esta voz poética, no es para menos. Este es su poema “Oración”:

Para mis días pido,
Señor de los naufragios,
no agua para la sed, sino la sed,
no sueños
sino ganas de soñar.
Para las noches,
toda la oscuridad que sea necesaria
para ahogar mi propia oscuridad.

Precisamente con su último libro, Explicaciones no pedidas, de próxima aparición en España, obtuvo el premio Casa de América 2011, distinción que se suma al Premio Nacional de Poesía obtenido en 1994 aquí.

Cuando se le pregunta a la escritora Piedad Bonnett cuál es su lenguaje natural, ella contesta sin dudarlo: la poesía. Y es que su más de media docena de libros lo atestiguan: allí hay una voz propia, poderosa y distinguible. El mundo poético de Bonnett es triste, muy triste. Desde sus primeros poemas son la soledad y el miedo la materia que circula por entre el lenguaje desprovisto de artificios:

De niña me fue dado mirar por un instante
los ojos implacables de la bestia.
El resto de la vida se me ha ido
tratando inútilmente de olvidarlos.

Y eso es lo que distingue su voz: esa manera contundente, casi valiente, de vivir el miedo, el desconcierto y los desarraigos que va brindando la existencia. No huye del dolor, descubre sus heridas, se lee a sí misma y se muestra como espejo ante nosotros, sus lectores, y nos devuelve esa lectura en forma de poesía y, a veces, logra que lloremos juntos: por la precariedad de un padre cargado de miedo y de miseria, por las incertidumbres de nuestros hijos, por el amante que se desvaneció entre sueños, por la casa familiar que ya no está, por la belleza imposible de una tarde… Su refugio es la poesía, les da forma a esos miedos primitivos y ancestrales, les opone resistencia con la palabra. Allí la verdad y la belleza van de la mano escuchando el rumor constante de la muerte, “porque no hay cicatriz, por brutal que parezca, que no encierre belleza”.

Pero la poesía de Piedad Bonnett está llena también de matices irónicos y de guiños a la vida. Con qué meticulosidad describe el orden cotidiano de las cosas, su misterio, los pequeños rayos que iluminan los recovecos del día a día, los caminos que se escogen sin buscarlo y las trampas que tiende la vida:

Innobles son los tratos que la vida propone.
Escoge
—nos ladra la muy perra—
entre tu bilis negra y tu soberbia.

Cómo no esbozar una sonrisa ante el ofrecimiento que le hace al amante ausente y silencioso; no son reproches, ni pedidos, es el reflejo irónico de sí mismo:

Te ofrezco a cambio
todo el silencio que tu oído pide,
que tu corazón pide,
y de puntillas
salgo de ti.

En últimas, hay un gran consuelo en estas imágenes descarnadas e irónicas; son hermosas —“y va la soledad pegada al viento”—, nos sirven de asidero, serenan las congojas del alma —“es demasiado sol para mi pena”—, nos ayudan a vivir: siempre hay paz en la certeza.

Fuente:

Revista Arcadia n.º 73, Especial Mujeres, sexto aniversario, p.: 33.

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Poemas de
Piedad Bonnett

Perlas

Como el molusco
los poetas tenemos una belleza extraña,
que atrae y que repugna.
Nos gusta el fondo amargo de las aguas,
y en las profundidades vivimos, respiramos,
escondidos debajo de las conchas calcáreas
y a menudo aferrados a las piedras.
Cada tanto,
un elemento extraño nos invade,
se enquista en nuestra entraña
y comienza a crecer.
Una hermosa señal de que no estamos solos,
de que somos del mundo, para el mundo.
Amamos esa masa que crece en nuestros vientres,
que se hace dura y bella a expensas de lo blando.
La cerrazón asfixia, sin embargo.
Por eso nos abrimos y expulsamos
esas íntimas lágrimas,
casi siempre imperfectas.
Lo oscuro pare luz, y eso consuela.

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En caso de emergencia

Al vuelo cero cero setenta y ocho
ha entrado una monja que se persigna apenas se sienta,
una muchacha de una belleza dolorosa,
un hombre de negocios en cuyos zapatos relucientes
podríamos mirarnos mientras nos cepillamos los dientes,
un niño con un letrero colgado al cuello,
una vieja celebridad de la tele.
Ni aun así, en caso de emergencia,
podríamos salvarnos.

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El soñado

Es el soñado,
el hecho de retazos miserables,
de descripciones de otros, Frankestein del deseo,
el de la hoja de vida imaginaria
y la conversación imaginaria
y la carta de amor imaginaria,
el que se niega
a ser como los otros
pero es todos los otros y ninguno,
muerta literatura,
y la literatura, ya sabemos
está hecha por dioses pequeños e impacientes
y a menudo rabiosos
que adoran lo que existe y sin embargo
viven de consagrar lo que no existe.

Fuente:

Bonnett, Piedad. Explicaciones no pedidas. Premio Casa de América 2011, Visor, España, 2011.