Conferencia

Cosas sabidas
y por saberse

Cecilio Acosta

Miradas y narraciones
alternas de nuestra evolución
socio-política y cultural

—20 de mayo de 2019—

Cecilio Acosta (1818 - 1881)

Cecilio Acosta
(1818 – 1881)

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Guillermo Enrique Rodríguez Santander (Valencia, Venezuela, 1991) es músico, docente, investigador y gestor cultural, licenciado en Artes (mención Música) de la Universidad Arturo Michelena. Emigró a Colombia el 1.° de mayo de 2017 en el marco de las fuertes protestas venezolanas antigubernamentales que dejaron numerosos muertos y heridos. Se radicó en la ciudad de Armenia, donde trabajó como voluntario de la Pastoral Social mientras se desempeñaba también como profesor invitado en el proyecto Escuela Itinerante de Teatro, coordinado por la Secretaría de Cultura de la Gobernación del Quindío y ejecutado por la agrupación teatral Asociación Versión Libre Teatro. Bajo la dirección de la profesora María del Rosario Trujillo, allí fue docente en teclado y teoría musical, compositor, arreglista, así como formador vocal y coral para obras de carácter pedagógico.

En 2017, por solicitud del entonces Administrador Diocesano, presbítero Carlos Arturo Quintero Gómez (hoy obispo de Armenia), redactó y pronunció el discurso «El tiempo de la esperanza» en homenaje al bicentenario de la publicación de «El triunfo de la libertad sobre el despotismo» del prócer venezolano Juan Germán Roscio. En abril de 2018, su artículo «El venezolano en busca del sentido» fue publicado en el número especial sobre Literatura y Migración de la revista literaria «La Caída», apoyada por el Instituto Distrital de las Artes (IDARTES) de Bogotá, y al final del mismo año su tesis de grado (mención excelencia), «El movimiento musical nacionalista venezolano desde la mirada del relato-de-vida de Alecia Castillo», apareció en la Revista de Estudios Culturales de la Universidad de Carabobo. Actualmente dedica su tiempo a la enseñanza de piano, la investigación histórica y los estudios culturales.

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Ya está hueca, y sin lumbre, aquella cabeza altiva, que fue cuna de tanta idea grandiosa; y mudos aquellos labios que hablaron lengua tan varonil y tan gallarda; y yerta, junto a la pared del ataúd, aquella mano que fue siempre sostén de pluma honrada, sierva de amor y al mal rebelde. Ha muerto un justo: Cecilio Acosta ha muerto. Llorarlo fuera poco. Estudiar sus virtudes e imitarlas es el único homenaje grato a las grandes naturalezas y digno de ellas. Trabajó en hacer hombres: se le dará gozo con serlo. ¡Qué desconsuelo ver morir, en lo más recio de la faena, a tan gran trabajador!

José Martí

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Cecilio Acosta es el nombre de un desconocido prócer civil venezolano que, tanto por algunos textos de historia como por su carácter austero y humilde, se ha asentado por sí solo en el fondo polvoriento del baúl de la nombradía. Su gesta, sutil pero brillante, resulta extraordinaria para su época por cuanto no hay acciones extraordinarias en ella. Es decir, no hay grandes conquistas de un hombre a caballo liderando un numeroso ejército, ni portentosas tácticas militares tan típicamente sobrecargadas de romanticismos. No. Su biografía nos habla de un individuo que, al igual que otros ilustres de su centuria, amaron a Venezuela con la grandeza de una dedicación auténtica combinada con la sabiduría de un semblante exquisito.

Guillermo Rodríguez

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Guillermo Enrique Rodríguez Santander

Guillermo E. Rodríguez S.

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Cecilio Acosta

Por Guillermo Rodríguez

Cecilio Acosta (1818-1881) es el nombre de un desconocido prócer civil venezolano que se ha asentado por sí solo en el fondo polvoriento del baúl de la nombradía. Con motivo de su bicentenario, celebrado en febrero de 2018, convino hacer una relectura de su trabajo para complementar una modesta lista de artículos y columnas dominicales que se escribieron en algunas academias venezolanas y en medios digitales con el fin de localizar nuevos enfoques historiográficos que enriquecieran no sólo los datos ya conocidos de este personaje, sino que además ampliaran las perspectivas de su pensamiento y producción intelectual por fuera de su trabajo como jurista y profesor titular de la Universidad Central de Venezuela en 1853.

La razón principal por la que se rememora a Cecilio actualmente es por ser el autor de Cosas sabidas y cosas por saberse (1856), un perspicaz ensayo que, camuflado bajo la forma de una carta dirigida a algún amigo suyo que residía en los recónditos interiores del campo venezolano, interpretaba con agudeza el papel de la educación y la importancia de la formación para el trabajo en Venezuela mucho antes de que éstas se declarasen un derecho público, gratuito y obligatorio en ese país en 1870. Todo ello ante la urgente necesidad de progreso en vista del profundo estado de atraso y desidia al que las grandes campañas independentistas y los posteriores alzamientos caudillistas habían sumergido a la nación durante décadas.

El hecho de que este aniversario también coincidiera con la creciente tensión por la presencia en aumento de más y más refugiados venezolanos en Colombia a causa de la crisis humanitaria que vive el vecino país desde 2015, produciendo en ocasiones choques y fricciones culturales entre locales e inmigrantes, sirvieron para elaborar una pregunta muy elemental basada en ese contexto para profundizar y debatir sobre los vínculos entre el pasado y el presente: «¿Qué posibilidades había de que Cecilio —un hombre al que nunca se le registró viaje alguno dentro o fuera de Venezuela— hubiera tenido la oportunidad de relacionarse con otros escritores foráneos de su época para establecer vínculos intelectuales y dialogar sobre los idearios y problemas del siglo xix?».

La investigación que profundizó en estos preceptos, y que sirvió de base para la realización de esta conferencia, puede leerse completa en este artículo.

Fuente:

Comunicación personal.