Pensamientos varios 1
Por épocas el espíritu concentra su energía en un grupo de imágenes, incitado por alguna emoción, por algún detalle que sirve como centro; nos parece entonces que toda la vida es lo que amamos, que si la mujer amada, por ejemplo, nos rechazara, tendríamos que arrojarnos sobre los rieles de un tren. Me río de las cosas de la vida, que son apenas disculpa para vivir. En nuestra ignorancia, las miramos como esenciales. Nuestra vida es un camino, y estatuas y emociones tienen sentido en cuanto ponemos allí nuestra alma. Después toda forma es concha calcárea vacía, sarcófago más o menos refulgente. Tiene vida mientras estamos allí prisioneros, y luego creemos oír en ella el ruido de las olas y las voces de náyades y tritones. Con las imágenes que un día nos tuvieron prisioneros podemos a lo sumo reconstruir artísticamente nuestra historia. Sí; nuestra vida es como debió ser la cáscara terrestre cuando hervía el alma de fuego. Lo cierto es que mi alma rompe las apariencias y nada perdura; lo que ayer me conmovió, hoy es hoja muerta. Escribo esto porque los mármoles se alejan de mi alma. Fueron un libro que ya leí, pero me esperan en otra parte. Fui promovido; me faltan muchas experiencias y el fin está en el grado, que consiste en la capacidad para morir agradecidamente. La enseñanza en la tierra consiste en hacernos conscientes de que nada es esencial, ni padres, ni hijos, ni mármoles. Hay que llegar a Dios.
¡Qué bueno haber continuado siendo maestro de escuela para enseñar estas cosas que he vivido! Pero no quisieron. Dijeron que era ateo. Ateo llaman a los que, como Zaqueo, “hacemos diligencias para conocerlo de vista”.
Libro de los viajes o de las presencias
Todo pasa. Pasa esta pequeña experiencia de la vida. Dentro de la historia general del mundo, la del individuo es nada, y nada es la de la tierra dentro de la historia del tiempo y de las estrellas. Y dentro del infinito y de la eternidad ¿qué serán estas vidas nuestras?…
Por eso, no se le debe temer a la muerte. Y si no se le teme a la muerte, ¿a qué podemos temer? Se acaba el temor y el desespero y la impaciencia.
La lectura se debe mirar como un medio para acostumbrar nuestra vida a un mayor número de matices en la vida.
Con la ejecución de un reo, toda la humanidad sufre más o menos. En todo dolor somos partícipes; lo mismo en toda alegría, heroísmo, superación. Hay una atmósfera sensitiva. Los días tristes, ciertos días negros… ¿El estado triste provendrá en mucho de sufrimientos que tienen lugar en otros puntos de la tierra y de que no tenemos conocimiento consciente? Así, todo acto es común al género humano; toda emoción es de todos, todo heroísmo, idem, etc. ¿Será el universo un solo ser? ¿La separación será por incapacidad de percibir la unidad? ¿Nos parecerá que hay multiplicidad por falta de conciencia? Los astros todos, atmósferas y éteres, ¿no serán aspectos de un solo ser?
No podemos vivir en lo abstracto. Por eso vino Jesucristo, en formas tan bellas, para que pudiéramos adorar a Dios. Vino para hacerse ejemplar, camino, para que viéramos, para que oyéramos y tocáramos la verdad.
Silencio. ¡Cuán bello el silencio! Pero hay que aquietar este mundo interior. Hay muchos que gritan ahí dentro. El silencio es una conquista. No es el ruido externo lo que nos aturde; es el grito de las pasiones. No es aislarse; es desprenderse; el silencio no es un don sino un fruto difícil. Este silencio físico es apenas un medio para acallar la propia algarabía.
Mi verdadera religión: adorar a la Intimidad en mi representación, sinceramente, sin otra finalidad; rendirme a la verdad viva y entregarme a quien sé que está en mí y yo en El.
Libro de los viajes o de las presencias
No hablará mi lengua ni escribirá mi mano sino para examinar y buscar la Intimidad en mis vivencias. Gran respeto a los demás en las suyas, y ayudarles a entenderlas. Todo el amor y esmero que ponga ahí será poco.
Libro de los viajes o de las presencias
¡Estar perdido dentro de la luz astral en noches silenciosas y tranquilas… es delicioso y se percibe la grandeza de los seres! Somos dioses, hijos del Eterno Ser. ¡Cuánto le debemos a Dios!: crearnos; ser. ¿Cómo es Dios? ¿Persona? Pronuncia palabras ante él y blasfemarás. Nada sé: lo presiento y tiemblo de placer, mejor dicho, de una emoción que no sé nombrar, así como tiemblan las doradas espigas del Yaraguá en la vertiente vecina, al soplo del vientecillo. ¡Oh! ¡Todos somos en Dios! ¿Por qué no caen los astros? ¿Qué es moverse? Gracias, Dios mío, porque soy. Sólo hay un verbo sustantivo: SER.
Cuando uno se da a Cristo en el prójimo, el asunto del prójimo ya es de Cristo.
El hombre es una caja de posibilidades hacia arriba y hacia abajo, hacia la materia densa y hacia el éter, y hacia ambos tiende. Amor, en su verdadera acepción, es la tendencia etérea y lo demás se llama El Mal.
Somos entre dos caminos, el que hunde en las apariencias, cada vez más, o el que sube cada vez a mayor soledad en Dios.
A todo hombre le ocurren grandes aventuras, a pesar de que esté encerrado en un cuarto de diez metros, pues el tamaño de los sucesos individuales se mide por la repercusión en el alma. Encerrado estaba cuando maté a una rata a golpes de zapato hace cinco meses, y ese hecho fue grande en consecuencias. Modificó mi moral, mi conducta con mis hijos, mujer y amigos.
En mí encuentro los siguientes instintos: amor inmenso por las cosas terrenas, ríos, fuentes, plantas, minerales, muchachas. Otro inmenso amor por llegar a Dios, o sea, a muchacha que no envejezca, a la belleza modelo.
Soy un sucederse que sospecha o presiente que va a terminar, y que grita llamando a la Intimidad y no la halla… “Padre, Padre, ¿por qué me has abandonado?”.
Libro de los viajes o de las presencias
Desde anteayer llamé al infinito luminoso para que me envíen un guía, porque hace treinta años que estoy perdido, en angustia, en garras de la causalidad de tres pasiones: soberbia, lujuria y avaricia.
Aquí en Vía Malta, a la vuelta de mi casa, hay un gato negro, con los ojos verdes, y es mi consuelo. Lo miro y me voy pensando: ¿No será posible llegar a tener el alma tan bella como este gato los ojos?
Acostarse sobre la hojarasca, bajo los árboles del bosquecillo, durante días, para esperar que nos llegue la voz secreta del espíritu: es como un alumbramiento. Apenas mi espíritu se purifique de papel sellado, creará una obra limpia, temblorosa de emoción y que haga sentir algo de la Divinidad. Quiero acercarme al Dios escondido en la zarza.
¿Llegaré al Silencio? ¿Podré presentir, pregustar, preoír al Silencio antes de irme? Sí, ya. Si nos negamos ya, ya es el Silencio.
En el silencio no hay humildad ni orgullo, obediencia ni mando, pobreza ni riqueza, bien ni mal. ¡Es el Silencio! No hay nada por encima ni por debajo del Silencio, que es la Paz.
Hace pocos momentos estuve en el parque Acquasola, para recuperarme al sol, porque estoy muy débil. Allá estaba una viejecita caderona, que casi no podía mover las piernas, apoyada en su bordón, y que se agachaba difícilmente a recoger palillos secos. ¿Qué puede recoger en un parque de estos? Formó un haz; abrió un trapo que sacó del bolsillo del delantal; para extenderlo, cogió por una punta con los dientes; formó como una bolsa y echó allí la leña que iba recogiendo. Había que verla ir lentamente, moviendo las caderas difícilmente con movimientos de pato y mirando a diez metros a la redonda para buscar chamizas.
¡Hacía este trabajo tan limpiamente, con tanta conciencia! ¡Muy modosa, muy aseada, tan inválida y recogía palillos con solemnidad! ¡Si esa dignidad humana le pusiéramos a nuestro trabajo todos los hombres!
La sabiduría es un producto del tiempo y de las experiencias. Ya puedes leerte todos los libros y no llegarás a sabio, en el verdadero sentido de la palabra. La felicidad es el premio de la vida. Nada se regala. Es cierto que se aprende estudiando; pero se aprende mal y nada acerca de los hombres y de la vida. Se aprenden enumeraciones. La vida es preciso vivirla.
Si no nos remordiera, no ascenderíamos. El dolor es acicate. Sentir remordimiento equivale a odiarse, a estar descontento.
Si bien El remordimiento no sirve para borrar el acto, sirve para evitar su repetición y para que no se convierta en hábito.
Sin el mecanismo dEl remordimiento, el hombre no sería lo que es. Sería un ser tranquilo, sin porvenir, como el caballo. En los otros animales no existe El remordimiento. De ahí su belleza plástica, su naturalidad.
Mientras que nosotros tenemos aspecto de promesa, de obra comenzada, de esbozo. Como animal, es detestable el hombre. El remordimiento comprueba que somos futuros diosecitos, o sea, herederos del reino.
El remordimiento es prueba de que no somos completamente terrenales; que habitamos aquí provisionalmente, como en una escuela.
Fuente:
Fernando González, Colección Algunas Verdades, Editorial Colina, Medellín, 1996, pp.113 – 118. Recopilación por Luis Eduardo Yepes.