Carta en defensa
de Rosa Díaz

Medellín, 8 de abril de 1946

Señores Magistrados:

Fui designado defensor de oficio de Rosa Díaz. Como hace muchos años que no ejerzo en estos negocios, bregué por escapar de este asunto, no yendo a posesionarme; el Secretario me decía: «Es un caso muy bonito; se trata de una ramera que estaba amancebada con otra en Puerto Berrío y la mató». Y por qué la mató, pregunté, y no me supieron contestar.

Al fin, me hicieron ir y leí el mamotreto. Entonces comprendí que era mi obligación encargarme de trabajar por esta mujercita, escogida para bestia de carga de un oscuro homicidio de puerto.

Cuando uno lee el auto de proceder, sin haber leído antes lo anterior del expediente, cree que Rosa Díaz asesinó. Es un auto muy afirmativo, sin crítica, y dice, por ejemplo, que Rosa Díaz y la Yepes eran amancebadas, y luego dice que no, al final: lo primero, para sostener que fue ella, y lo segundo, para sostener que los móviles no fueron los celos.

Luego se pone uno a leer todo el expediente y resulta que no hay nada, que no hay indicio alguno de que Rosa Díaz haya matado a su amiga Mercedes Yepes.

Todos los testigos eran cantineros y putas trasnochados, que no saben lo que dicen. Los otros son policías. Ídem que cuentan ya de un modo, ya de otro, lo que oyeron a la Rosa Elena o Rosana o Rosa Pérez. Para mí tengo que esta puta, que estuvo bebiendo con muchos hombres esa noche, pudo ser cómplice o ayudadora o encubridora de quien mató a la mujercita llamada «La Motilona».

Porque esta Rosana o Rosa Elena fue la que acusó a Rosa Díaz: los policías repiten lo que ella dizque les contó.

Voy a estudiar el testimonio de esta mujer, así: lo que dijo a los policías; lo que dijo en su declaración directa; lo que dijo en el careo con la sindicada y lo demás que dijo. Veamos:

1.º A los policías les dijo (folio 1): a) que en una pieza del café Nápoles estaba muerta Mercedes Yepes; b) que Rosa Díaz le había manifestado a ella que la había matado; c) que luego de manifestarle esto le pidió un trago y 50 centavos para irse a la casa de la Yepes a avisarles que ésta estaba muerta y que vinieran por sus cosas, y d) y que «nuevamente la cogió de la mano y la llevó a la pieza en donde estaba la Yepes muerta».

2.º En la declaración (folio 6), dice, ya con el nombre de Rosana y de Rosa Pérez (¡pero haré notar que toda esa gente estaba tan borracha, putas y funcionarios, que pusieron fecha de abril 12!) (1): a) que a las 5 ½ de la mañana estaba ella en el café Águila, tomando tinto; b) que entonces llegó Rosa Díaz.

¡Ojo, señores! En el careo (folio 33) comienza así la Rosa Elena Pérez: «El lunes 16 de este mes me levanté a las 5 ½ de la mañana, e invitada por una muchacha, o sea ésta, la mujer a quien tienen detenida y en cuya presencia estoy, fuimos al bar Colombia».

¿Veis, Señores Magistrados? Primero dijo que a las 5 ½ estaba tomando tinto en el café Águila y que entonces llegó Rosa Díaz, y luego dice que se levantó a las 5 ½ y se fue para el bar Colombia, invitada por Rosa Díaz.

En la declaración dice que en el café Águila le pidió un trago: «Me llamó para pedirme un trago, pues esta mujer estaba borracha». Sigue así: «Yo compré el trago y se lo obsequié. Después, cuando ya salí yo de ese establecimiento, la mujer expresada me pidió que le diera cincuenta centavos, y se los di. Un poco más tarde, y estando en el café Sindical, la misma mujer se acercó a pedirme una cerveza».

En el careo (folio 33) dice cosas diferentes. En la declaración se trata del café Águila; en el careo del café Colombia.

En la declaración dice que la Díaz la llevó a la pieza del café Nápoles; que ella se quedó un poco afuera, pero que sí pudo ver con absoluta precisión que sobre la cama estaba muerta la mujer Mercedes Yepes. «Yo me asusté y Rosa Díaz al notar mi susto y que me disponía a marcharme, dijo estas palabras: “La maté”. Yo salí en carrera y fui a darle aviso a la policía».

En el careo cuenta así: «Fuimos juntas. Me pidió que entrara y no quise. Ella prendió el foco y dirigiéndose a la cama en donde estaba acostada “La Tamarinda” le destapó la bata que tenía puesta y me mostró una puñalada que se le veía en el pecho, y luego me dijo que la había matado. Al oír esto y ver efectivamente a esa mujer completamente muerta, me llené de susto y salí para la calle. Al salir me dijo esta mujer que no le fuera a decir a ninguno».

Allá, la Rosa Díaz dice «la maté» y la Pérez sale en carrera; aquí salió para la calle al ver eso y la Díaz le ruega que no le diga a nadie.

¡Ojo! En la declaración (folio 6) dice: «Aseguro, pues, que Rosa Díaz fue quien dio muerte a Mercedes Yepes, pues ella manifestó categóricamente que la mataba porque la quería».

Las historias de la Rosa Pérez comienzan a las 5 ½ de la mañana. Para mí tengo que esta Rosa Pérez tiene mucho que ver en este homicidio, que muy cerca de ella está el homicida.

Vamos a ver ahora qué dicen los policías a quienes les contó la Pérez su historia:

José Ángel Marín (folio 10): Que a las 6 ½ la Pérez le contó eso; que lo llevó a la pieza de la muerta y «que tal pieza estaba cuñada por dentro, de tal modo que estrujó duro y abrió; estaba cuñada con tranca de palo».

Por orden del Juzgado 5.º Superior se procedió a averiguar si esa pieza se podía cerrar con tranca desde afuera, y dicen los que examinaron la pieza (folio 57 y siguientes): «De la parte de afuera no puede persona alguna trancar la puerta de la pieza».

Entonces ¿qué es esto? ¿Quién cerró? Aquí hay gato encerrado.

¿Qué dice el Daniel Triana, policía compañero del Marín?

A folio 26: que Rosana Pérez le contó la historia esa; que inmediatamente él la agarró y la llevó a la cárcel.

El uno dice que Rosa Elena Pérez le contó la historia esa y que luego lo llevó a la pieza, cuya puerta estaba trancada por dentro… Y el otro dice que les contó la historia y que él la agarró y la llevó a la cárcel.

Toda esta gente estaba borracha; toda esta gente en Puerto Berrío nocturna en día domingo. Ahí están las fechas cambiadas; ahí está la diligencia de levantamiento del cadáver (folio 2); los peritos fueron Luis Adán Laínez y Francisco Hernández. Pues bien, leed lo que dice Laínez a folio 94:

«Respecto a lo que se me pregunta, tengo la pena de decir que no recuerdo nada de ello. (¡A los cuatro meses! ¡Olvidar semejante escena!). Más aún, no recuerdo el tal levantamiento del cadáver… Ni lo afirmo ni lo niego».

Este expediente-sumario es retrato vivo de los bajos fondos de puerto magdalenense.

El juez 5.º Superior (folio 51) ordenó que Rosana Pérez aclarara eso de que la Díaz le había manifestado que mataba a la Yepes porque la quería, y según se lee a folio 67 la tal Rosana Pérez desapareció de Puerto Berrío y no se sabe de ella.

Agregad a esto lo que aparece comprobado a folios 33 vuelto (diligencia de careo): que la Pérez se mostró arrepentida de sus declaraciones y fue a la cárcel a llevarle regalos a la Díaz. No me explico cómo no se investigó esto tan importante. Para mí tengo que muy cerca de la Pérez está el homicida.

En todo caso, el cuento de esta Pérez fue el origen de la imputación hecha a Rosa Díaz de este homicidio.

Pero, señores, hay más cuentos de la Pérez y diferentes, contradictorios, referentes al mismo hecho: se trata de lo que dizque dijo a Ana Jiménez y a Juan de J. Franco (folios 3 y 19).

Cada vez me afirmo más en que muy cerca de la Pérez y de estos Jiménez y Franco está el homicida y que escogieron a esta mujercita Díaz, que es casi infantil e idiota, para bestia de carga. ¿Qué dicen estos Franco y la Jiménez?

Franco (folios 3): que a las 6 a. m. del 16 de abril estaba con (la puta) Ana Jiménez en el café Berrío; que llegó la Pérez y les dijo que «La Moza» (Díaz) había matado a la Yepes. Que él y la ramera le aconsejaron a la Pérez que pusiera el denuncio.

La Jiménez (folio 19): que el 16 de abril a las 6 se les acercó la Pérez y les dijo secretos, etc.

Luego a folios 7 el Franco se contradice: afirma que fue a las siete y cuarto, otra historia diferente.

¡Ojo! A los folios 4 declara Aquilino Beltrán, cantinero del café Nápoles. También declara a folios 63.

En la primera dice que a las 7 p. m. del 15 de abril la Díaz y la Yepes «disgustaron» y la Díaz daba pescozones a la Yepes y a poco salieron juntas para la pieza. A folios 63 dice que la Díaz le dio una palmada a la Yepes, saliendo en el acto para la pieza.

¡Qué diablos! ¡Esto es de borrachos que nada saben!

Continua así en su declaración de folio 4: «Al rato volvió al café Rosa Díaz, sola, y se puso a tomar cerveza y a llorar sin pronunciar palabra». Que se tendió en un bulto de envases, y luego en el suelo y se durmió; que a las tres a. m. se levantó, fue a la pieza y salió para la calle.

A folio 63 dice este maldito que la Díaz salió sola de la pieza, llorando, y que le pidió que le pusiera al piano el disco Presidiario, etc…

Según la primera narración, la Díaz no habló nada y se durmió. Por la segunda, salió pidiendo que le pusieran un disco, El presidiario. Según la una, le dio pescozones; según la otra una palmada.

También dice este Beltrán a folio 4 recto que a un cantinero de nombre Juan, la Díaz le dijo que se iba a presentar a la Permanencia. Este Juan es el precitado Juan de Jesús Franco, el que estaba con la ramera Jiménez, y a folio 7 vuelta dice al respecto:

«No es cierto que Rosa Díaz me dijera que tenía deseo de presentarse a la Permanencia».

A folios 5 declara el dueño del café Nápoles, Pascual Torres:

Que hacía un mes había alquilado la pieza a las mujeres Díaz y Yepes; que estas se querían mucho; que el 15 de abril, a las 4 o 5 de la tarde, vio a las dos mujeres bebiendo cerveza en el café con un hombre a quien no conoce.

¡Mucha atención a esto! ¿Quién mató a la Yepes? Esa puñalada es de hombre. ¿Cómo es que no examinaron los legistas a la Yepes a ver si tenía semen, si había cohabitado hacía poco?

Ahora vamos al indicio este: que la Díaz le dijo al policía Triana, cuando la llevaba para la cárcel: «Por qué te reís, si esas son cosas del momento, lo mismo que a usted le puede pasar, siendo policía o particular, que tenga que matar o que lo tengan que matar».

En primer lugar, esta frase no es de Rosa Díaz; basta conocerla; es frase muy larga, muy de policía. Anota, de paso, que el Triana dice a folios 26 que la Díaz no estaba ebria entonces, y en el careo, a folio 34, le dice: «… recuerde que usted estaba un poco copetona, y cuenta la frase esa de distinto modo así: “… y hay (sic) volvió y me dijo que eso no tenía que ser; que eso a cualquiera le pasaba; que yo también era policía y que de pronto me tocaba matar o que me matarán a mí”».

Y a folios 11 dice el capturador Misael Pino que «íbamos llegando a la cárcel y se largó a reír el guardia Daniel Triana; y ella le preguntó que por qué se reía; y Triana le contestó que porque le había provocado y ella agregó que para qué se iba a poner a reír, que tarde o temprano la tenía que pagar».

¿Entonces? ¡Qué mentirosos o crapulosos, o sugestionados por un ambiente excitado!

El Triana dice que eso sucedió en la guardia, cuando había llegado, y el Pino (folio 11) dice que cuando iban en camino.

Este policía Pino dice ahí (folio 11) que Tulia Ríos le dijo haber presenciado una riña de las dos mujeres Yepes y Díaz, y eso es falso: véase declaración de la Ríos a folio 13.

Todos los testigos en este sumario son gente del hampa, inconscientes, crapulosos, borrachos y sugestionables.

¿Que la bata de Rosa Díaz tenía una mancha de sangre en el bolsillo?

Según declara el policía capturador Pino, esa bata se la quitaron a la Díaz (folio 11) y le pusieron otra.

¿Esa bata es de la Díaz? ¿Esa mancha es de sangre? ¿No puede ser ajena la bata y de otra cosa la mancha? ¿Puede creerse a los Pino y Triana? ¿Por qué no vieron antes las manchas? ¿Quién las hizo y cuándo?

¿Qué queda? Esto: que Rosa Díaz y Mercedes Yepes eran dos rameras amigas, que vivían hacía un mes en una misma pieza de un café-prostíbulo de Puerto Berrío. ¿Se amaban con amor de invertidas? Ni una sola prueba hay de ello. Al contrario (véase informe pericial a folios 81 y siguientes). No hay un solo testigo que cuente un solo hecho que indique tribadismo. Lo que sucede es que en Puerto Berrío todo es inversión, sospechas, en los dichos y las apreciaciones.

¿Qué más? Que el 15 de abril de 1945, domingo, las dos amigas estuvieron en Puerto Olaya bebiendo con los hombres del río, desconocidos como el río de la Magdalena; que volvieron a las cuatro p. m. y siguieron bebiendo y buscando hombres; que la Yepes amaneció muerta, matada en su cama de una cuchillada en la aorta.

Entonces dijeron: fue la Díaz, porque «arepeaban», etc., y se creó el cuento y cada uno le agregaba, cada borracho oyó o vio algo. Eso es todo. Cuento infame, engendro de putas, policías y cantineros.

¿Por qué iba Rosa Díaz a matar a la Yepes, su amiga?

Así están todas las declaraciones; de ellas aparece que eran muy amigas; ni un solo hecho de amores contra natura. Así lo dicen Tulia Ríos y María del Carmen Martínez a folios 13 y 14. El comentario porteño era que se trataba de «areperas». ¿Por qué? Porque eran amigas. Esa es la pobre baja vida colombiana: palabras, proposiciones malévolas. Que no eran «areperas» lo afirma también María Orozco a folio 15. «Eran putas para hombres». Lo mismo dicen Ismenia Jiménez, Carmelina Monsalve, Laura Charlot, Nelly Mejía, Angélica Graciani, y muchas otras rameras. Es decir, que todo el enredo procede de la puta Pérez, de los policías, del Franco y su ramera Ana Jiménez y de la otra, Emilia Echavarría, de los cantineros Beltrán y Franco. Y de los «policías».

La declaración de Emilia Echavarría (folio 18) ha servido para sacar el indicio de que la Díaz andaba con remordimientos a las 7 p. m. del 15 de abril, domingo. Pues bien, aparece comprobada que a la Díaz le da llorona la borrachera: véase de folios 39 en adelante.

Hay que ver que los cuentos de la Echavarría dizque son de conversaciones habidas con la Díaz a las 7 o 7 ½, y a esa hora, según los otros estaba asesinando y pidiendo que le pusieran el disco El Presidiario y dormida luego.

Aparece comprobado que la Díaz es de buena conducta, humilde ramera, y que bebe cerveza y le dan lloronas las embriagueces. Nada más.

El Fiscal del Juzgado 5.º Superior no supo hacer la crítica de los testimonios de Rosana Pérez, Daniel Triana, Aquilino Beltrán, y lo del vestido manchado. Ya vemos que nada de eso vale. En cuanto al móvil de ese «asesinato» dice el señor Fiscal 5.º:

«Claramente está probado que fueron los celos, porque eran víctimas de un amor hacia su propio sexo» (!!!).

El señor Juez dictó un auto afirmativo, en el cual repitió eso, pero, para sugerir que es «asesinato», al final, dijo que no estaba probado que fueran amancebadas entre sí.

El señor Fiscal del Honorable Tribunal estudia bien el asunto y concluye que ninguna responsabilidad está demostrada y solicita un sobreseimiento provisional.

Yo os pido que revoquéis el auto de proceder, que se le dé libertad sin fianza a la Díaz, detenida hace un año ya. Sin exigirle fianza, pues es mujercita buena, humilde ramera de cincuenta centavos y ¿quién va a fiarla? ¿O se quedará allí hasta que los de Puerto Berrío averigüen?

Que se siga averiguando, aunque parece ya difícil, pero que Rosa Díaz sea puesta en libertad, incondicional ya, pues ninguna prueba hay contra ella.

Atentamente,

Fernando González

Nota:

(1) Fue un domingo, hace un año, el 15 de abril de 1945. En Puerto Berrío parece que los lunes todos amanecen borrachos: así es como lo indica el hecho de que casi todos los que intervinieron en este sumario confiesan que la noche del 15 al 16 estaban bebiendo. Así es como los tres primeros escritos de este proceso aparecen con la fecha cambiada: habían puesto «abril 15» y borraron luego y pusieron 16. (Y no pudieron hallar a los médicos legistas).

Fuente:

Archivo Corporación Otraparte.