Los negroides
(Ensayo sobre La Gran Colombia)
Fernando González
1936
Esos animales que habitan la
Gran Colombia, parecidos al hombre…
I
Vanidad significa carencia de sustancia; apariencia vacía. Decimos «vano de la ventana», «fruto vano». El papel moneda, por ejemplo, es una vanidad. Apariencia no respaldada, apariencia de nada, eso es vanidad.
Llamamos vanidoso a un acto, cuando no es centrífugo, es decir, cuando no es manifestación de individualidad. Por ejemplo, el estudiar, no por gana, no por instinto íntimo, sino para ser tenido por estudioso.
Acto de vanidad es el ejecutado para ser considerado socialmente. Aparentar es el fin del vanidoso.
Vanidoso es quien obra, no por íntima determinación, sino atendiendo a la consideración social.
Vanidad es la ausencia de motivos íntimos, propios, y la hipertrofia del deseo de ser considerado.
II
La vanidad está en razón inversa de la personalidad. Es social, o sea, no puede existir en el hombre solitario. Es simulación, hurto de cualidades.
Un señor que venera la memoria de su hijo, que vive de la memoria de su hijo, que no habla sino de su hijo muerto, y que si tal hijo no hubiera muerto trágicamente, él lo habría matado, para llorar por él, para vivir del cuento de sus heroísmos y virtudes…: vanidad.
Una señora vieja que se dio a los pobres, a «la gota de leche», a los ancianos, a los tísicos, y que si no hubiera pobres, niños hambrientos, ancianos míseros y tísicos, moriría de tristeza. Tal vieja rica tiene su gloria asentada sobre el dolor ajeno. Dice: «Si Dios quiere, habrá leche para los niños…». Para ella, Dios es el mayordomo de su vanidad; los pobres le forman una corona de beatitud. Tal vieja es jefe del socialismo blandengue de León XIII…: vanidad.
Hay actos y usos que tienen su origen en instintos sociales, como el amor, y que se repiten como formas muertas; por ejemplo, la corbata.
III
La vanidad está en razón inversa de la personalidad. Por eso, a medida que uno medita, que uno se cultiva, disminuye.
La vergüenza es condición de la vanidad; un in-di-vi-duo no tiene vergüenza, no simula. El orgullo es fruto del desarrollo de la personalidad, por ende, contrario a la vanidad. El general Gómez era netamente personalidad, orgullo absoluto y nada vanidoso. Creó modos, usos, costumbres. Las formas manaban directamente de su individualidad; era fuente. En Suramérica hemos tenido dos: Bolívar, hombre etéreo, y Gómez, diabólico, entendiendo por eso que su plano de vida era con las fuerzas elementales, telúricas. Bolívar era cósmico. Maravillas ambos para el observador; maestro, instigador, Bolívar. ¿Entienden ya?
De esto resulta claro lo que he dicho a la juventud, en forma simbólica, en mis libros anteriores: la cultura consiste en desnudarse, en abandonar lo simulado, lo ajeno, lo que nos viene de fuera, y en auto-expresarse. Todo ser humano es un individuo, generalmente cubierto, que generalmente vive de opiniones ajenas. En Suramérica todos están en sueño letárgico; aquí nadie ha manifestado su individualidad, excepto Bolívar, Gómez y algún otro.
Oigan, pues, jóvenes estudiosos, o mejor, juventud que brega en la meditación: el hombre es un espíritu, un complejo, que debe manifestarse, que debe consumir sus instintos en el espacio y el tiempo; apareció el hombre para manifestarse, para actuar según sus motivaciones. La vanidad impide todo eso; el vanidoso muere frustrado, y tendrá que repetir, pues vivió vidas, modos y pasiones ajenos, o mejor, no vivió.
IV
Hemos agarrado ya a Suramérica: vanidad. Copiadas constituciones, leyes y costumbres; la pedagogía, métodos y programas, copiados; copiadas todas las formas. Tienen vergüenza del carriel envigadeño y de la ruana. ¿Qué hay original? ¿Qué manifestación brota, así como el agua de la peña? Bolívar y Gómez. ¿Cúyos sus padres y cúyos sus hijos? He meditado durante años y don Simón me queda inexplicable. Fue meteoro. Fue enviado por alguien. Gómez sí tiene padres: hijo de la guerrilla, del asesinato, del cataclismo racial; lo explican cien años de luchas atroces en la brega por fusionar todas las razas en este continente de la sensualidad. Genio elemental, astuto, frío, inconsciente, encarnación del diablo americano. ¡Qué soberbia personalidad, qué bella individualidad la de Juan Vicente Gómez! ¿Entienden ya por qué lo amaba y fuimos compadres?
¿Qué me importan la moral y la ley, a mí, el predicador de la personalidad, de la auto-expresión, a mí, que amo a Jesús y al diablo, a Bolívar y a Gómez…? No amo sino a los honrados con su propia alma. No escribo para los suramericanos que tienen un metro que les impusieron los frailes españoles; no escribo para los bogotanos (y bogotanos son en Quito, Lima, Santiago y Buenos Aires), que nada han parido, que rezan como en Europa, legislan como en Europa y que orinan como en Europa.
Yo, señores, fui el niño más suramericano. Crecí con los jesuitas; fui encarnación de inhibiciones y embolias; no fui nadie; vivía de lo ajeno: vivía con los Reverendos Padres… De ahí que la protesta naciera en mí y que llegara a ser el predicador de la personalidad. Mi vida ha estado dedicada a devolverles a los Reverendos Padres lo que me echaron encima; he vivido desnudándome. Soy el predicador de la personalidad; por eso, necesario a Suramérica. Dios me salvó, pues lo primero que hice fue negarlo, donde los Reverendos Padres. Tan bueno es Dios, que me salvó, inspirándome que lo negara. Luego le negué todo al padre Quirós. ¡El primer principio! Negué el primer principio filosófico, y el Padre me dijo: «Niegue a Dios; pero el primer principio tiene que aceptarlo, o lo echamos del Colegio…». Yo negué a Dios y el primer principio, y desde ese día siento a Dios y me estoy librando de lo que han vivido los hombres. Desde entonces me encontré a mí mismo, el método emotivo, la teoría de la personalidad: cada uno viva su experiencia y consuma sus instintos. La verdadera obra está en vivir nuestra vida, en manifestarnos, en auto-expresarnos.
Precisamente en el hombre más inhibido, y en el país más inhibido y en el continente más vanidoso, tenía que aparecer la filosofía de la personalidad.
Resumiré aquí, para la juventud, las normas que encontré en mí mismo, al separarme de los reverendos padres:
Primera.—El objeto de la vida es que el individuo se auto-exprese. La Tierra es teatro para la expresión humana; el hombre es cómico; la vida es representación.
Segunda.—La sociedad no es persona: es forma, función de los individuos; es para uso de los individuos. El último fin de toda actividad debe ser el individuo. El socialismo, sobre todo el católico, es blandengue, negación de las ideas de Cristo. León XIII quitó al catolicismo todo lo que tenía de cristiano; fue anticristo; hasta su físico era el de Voltaire. Este Papa transó con la ciencia de cocina que impera en Europa. Por ejemplo, para Cristo, el pobre, en cuanto tal, era motivo de disciplina para los ricos; su caridad era asunto íntimo, motivación, escala; para los católicos, la caridad es social, negocio de viejas vanidosas, competencia de instituciones anónimas con la civilización de cocina y de máquina de Europa. La oración, en Cristo es íntima, individual; para los católicos es función social. El verdadero Cristo no era de rebaño.
Tercera.—El ladrón y el honrado, el santo y el diablo, son igualmente buenos para el metafísico, pues ambos se auto-expresan.
Cuarta.—El individuo, al auto-expresarse, se acerca al Espíritu, pues se va desnudando, va perdiendo la vanidad.
Quinta.—La cultura consiste en métodos o disciplinas para encontrarse o auto-expresarse.
Sexta.—La pedagogía consiste en la práctica de los modos para ayudar a otros a encontrarse; el pedagogo es partero. No lo es el que enseña, función vulgar, sino el que conduce a los otros por sus respectivos caminos hacia sus originales fuentes. Nadie puede enseñar; el hombre llega a la sabiduría por el sendero de su propio dolor, o sea, consumiéndose.
Veamos, por ejemplo, la aritmética. Poco me importa que mis hijos sepan las tablas de multiplicar; que sepan efectuar las cuatro operaciones con enteros y quebrados; las leyes expresadas son cadáveres; lo único vivo es el espíritu. Que mis hijos mediten y vivan los problemas, para que se fortalezcan; el hombre crece de dentro para afuera. La emoción del conocimiento es lo que embellece. Me opongo a que les enseñen así: «Ocho por siete…». Hay máquinas para eso. Basta conducirlos hasta que digan: multiplicar es sumar de una vez varias cantidades iguales. Que aprendan luego las tablas, pero en cuanto máquinas; en cuanto somos hombres, vivir la armonía, escuchar la música de los números.
Toda ley que se enseñe a un niño, sin que la haya vivido, descubierto en sí mismo, es vanidad. Toda ciencia está en nosotros; la escuela, si no está basada en la pugnacidad, en la creación, perjudica.
Séptima.—Lo esencial en los programas de la escuela, es la lógica. Toda ciencia tiene un método, un ritmo; todo hombre tiene su método y su ritmo; he ahí cuál debe ser la base de las escuelas. Programa que no comporte curso de lógica en cada año de estudios, es fracaso. ¿Qué importa la obra? Importa el artífice. La obra, una vez terminada, es objeto. Lo único dinámico, siempre prometedor y finalidad última es el espíritu.
En esto que llaman civilización, desde que el hombre abandonó la metafísica, no hay sino muerte. El hombre volador vale menos que el hombre de Moisés, pues nada vale lo físico sin lo metafísico.
Por ejemplo, el dibujo y la música. La finalidad debe estar en que, mediante el conocimiento vivo de las leyes de la luz, las formas y el sonido, el hombre se apropie el mundo. Un hombre culto vive en el universo, como el pez en el agua: naturalmente. El universo hace parte de su yo.
V
Antes de continuar, observaré que no hay que dejarse engañar por los actos; la motivación les da el valor. Por ejemplo, el que abandona la corbata, puede ser para distinguirse o porque ya no le encuentra sentido. Tenemos, pues, que la corbata nada significa. Hay corbatudos vanidosos y los hay geniales. Hay hombres desnudos que son vanidad. Lo importante, en la cultura, es que todas las manifestaciones manen directamente de la personalidad. Porque ahí me tenéis a Gandhi y al señor Anthony Eden: desnudo aquél y con bella corbata éste; pero ambos son aguas vivas, fuentes. En sir Anthony Eden, la ropa está articulada, irrigada por la energía. En ambos personajes, el espíritu sonríe en las manifestaciones.
Expresemos en otros términos estos fenómenos: Egoencia y Vanidad. Ésta es vacío; aquélla, realidad. El vanidoso simula y sus manifestaciones o formas carecen de la gracia vital. El egoente, haga lo que hiciere, tiene la gracia de la lógica; haga lo que hiciere, ya vaya roto o sucio, nos enamora, porque la vida es lo que nos subyuga.
De ahí que no sea gracioso, sino repugnante, en las mujeres, su apasionamiento por ciencias, artes y letras. Cuando no son bellas y amables (y sólo es bella la mujer en cuanto promesa de hombres, en cuanto madre, sexualmente), toman la ciencia, el arte y las obras caritativas, como sustituto: es una venganza; es pura vanidad. Es la literata.
¿Qué es lo natural en la mujer? El amor. Y la práctica del arte y de la ciencia la embellece tan sólo cuando coadyuva a su destino amoroso. Que estudie y practique el arte y la filosofía, pero como perfección de su destino. Entonces es más amorosa aún. Cuando reniega del amor, de los niños, y estudia para votar, para gobernar, para ser virago, la mujer pierde la inocencia. Es ejemplar de vanidad. El destino amoroso de la mujer es evidente anatómica y síquicamente. Todo indica que la mujer es amante y madre. La mejor prueba está en las siguientes observaciones que todos pueden hacer:
a) Ningún ser tan vacío, más repugnante y ficticio que la bachillera, aquélla que reniega del amor y coge como sucedáneo o venganza las ciencias o las artes.
b) Ninguna hermosa es bachillera. Coincide el bachillerismo con la sequedad vital.
c) Siempre, por inteligente que sea una mujer, por sabia que sea, si no es madre, si no tiene vitalidad maternal en potencia, su trato repugna y esteriliza a las almas masculinas.
Un ser que carece de la acometividad fecundante del hombre y de la ansiosa receptividad femenina, es prototipo de vanidad. La vida no admite seres neutros. La bachillera, creación del maquinismo, del positivismo democrático-católico, es ejemplar repugnante de lo vano. La cortesana griega, esa sí practicaba la filosofía, las artes y ciencias, como ayudas genésicas. En ellas, arte y filosofía eran adornos, sonrisas de la fecundación y del parto. Una de ellas fue la que enseñó a Sócrates la ciencia del amor, origen del universo y de los dioses; otra fue la que perfeccionó a Pericles…, y se puede decir que la mujer griega no estuvo ausente un solo día en ese milagro mediterráneo.
VI
Colombia y Ecuador han sido y son tipos de vanidad. Venezuela es la que tiene más personalidad en Suramérica. No quiero decir que sea más rica, que esté mejor gobernada, más organizada, etc. Hablo desde el punto de vista biológico. Ella produce hombres originales, gobiernos originales, modos propios. En otras palabras, en Venezuela es donde tienen menos vergüenza.
Colombia produce hombres estudiosos, lectores, muchachos juiciosos. Ningún país más inducido. Toda teoría es recibida, toda ley y todo libro es plagiado. No hay revoluciones. Leen, hablan y hablan como si estuvieran rotos. ¿Es esto prometedor? Lo prometedor es la vitalidad, muchachos que tiren piedras, que maten pájaros y que no respeten al maestro. La mayor promesa biológica la veo en Venezuela. Pero Colombia es un gran elemento para la futura Grancolombia, por ser criadero de hombres que aman la paz, el estudio y las leyes. La Grancolombia necesita de este elemento apacible y fecundo, pues Venezuela es horno que consume. En la Guerra de Independencia, Venezuela dio los héroes y Colombia los juristas; dio muchos Santanderes, gente apegada a la vida, a los libros, a las clasificaciones. Venezuela dio a Bolívar, primer hombre cósmico, cuyos orígenes están oscuros para el sociólogo. Fue una muestra de lo que puede ser la raza suramericana, una vez que nos hayamos fusionado. Porque es evidente que sólo el hombre futuro de Suramérica, mezcla de todas las razas, puede tener la conciencia de todos los instintos humanos, la conciencia universal. El suramericano será el hombre completo. Suramérica será la cuna del Gran Mulato.
Desde este punto de vista, amo a Santander: fue la economía, el apego a la vida, el amor a su rincón y a sus ganancias; fue la media de lana en que la vieja guarda su tesoro, en frente de los leones llaneros que destruyen y que buscan lo desconocido y peligroso.
Es indudable que Colombia, debido a su pacifismo, legalismo y pasión por la lectura y la imitación, contribuirá en gran porcentaje a la aparición de la América bolivariana como factor en los destinos humanos. Contemplando la finalidad remota del continente, no puede el pensador dejar de aprobar a este país tranquilo, de hombres distinguidos apenas por su apego a las formas, abogados coloniales, bonachones que se creen pecadores, maridos caseros que se creen donjuanes, avarientos que se creen generosos… Contemplando los hechos desde cierta altura, aprueba el pensador a Caldas, el sabio bogotano-payanés que, llorando, suplicaba que le permitieran clasificar unas plantas…, antes de morir por la libertad, mientras que los llaneros eran atravesados y atravesaban a lanzazos. Aprueba también a Nariño, que durante el apremio guerrero discutía formas de gobierno; a ese buen Nariño, revolucionario de traducciones y de cafés, conspirador del patio de la cocina… ¡Son muy simpáticos desde el punto de vista del porvenir suramericano! ¿Qué hacer, qué porvenir, si todos fueran negros Infantes? Desde el punto de vista de un porvenir grancolombiano es interesante Santander, y lo son Florentino González, Azuero, Vargas… ¿Y Bogotá? Pues… ¡loor a Bogotá, que grita, que es blandengue, que cede y cede! ¿No es justo preguntar, desde este plano en que estamos: para qué una guerra con el Perú? Bogotá está bien. ¿Cómo existiría lo duro sin lo blando?
Se distingue, pues, la Nueva Granada por la vanidad. Su individualidad está tan cubierta por la imitación, que hasta puede decirse que se distingue en el mundo por la vanidad, que tiene la personalidad de lo vano.
¿El Ecuador? Para mí tengo que allí está lista para la fusión la sangre india, las virtudes indias: malicia, paciencia, intuición, aclimatación.
En el Ecuador está más oculta aún la personalidad. El indio ni imita ni se manifiesta. Hay una casta que explota; casta vana por excelencia. Obsérvese que las costumbres políticas fueron implantadas allí por el venezolano Juan José Flores, hijo natural. El Ecuador es pueblo indio sometido a la casta de politicastros más vanidosos de la Tierra.
El pueblo ecuatoriano es el más puro de la Grancolombia, pero está en letargia desde el drama de Cajamarca. Pizarro, Moyano (a. Belalcázar) y Almagro asustaron al indio para siglos. En Bolivia y Paraguay, el indio se expresa, no está asustado. Desde el drama de Atahualpa, el Ecuador no se expresa.
¿Por qué vive así, explotado por mestizos europeizantes, los más simuladores de la Tierra?
Primero, porque fue humillado atrozmente desde la conquista. Segundo, porque las ideas y costumbres cristianas de Europa son impropias para el aborigen americano. El indio no puede vivir en medio cristiano europeo; casi todos los indios colombianos de Antioquia, murieron. A pesar de que nuestros gobiernos gastan mucho para civilizarlos, los Reverendos Padres no pueden presentar uno solo que sepa leer, que sea cura o doctor; lo más a que llegan los Reverendos, es a cambiarles los nombres de Capilele por los de Alfonso López u Olaya Herrera; así es como los cristianan, y, cuando la ceremonia, alguna vieja rica obsequia el desayuno y la Compañía de Tabaco les da cigarrillos para el viaje a sus tierras. El indio no puede asimilar y vivir en el medio cristiano europeo. Por eso vemos a los departamentos indios de Colombia en esta situación: veinte o treinta familias señoritas, de alma colonial, explotando al rebaño sufrido e hipnotizado de aborígenes.
¿Tienen personalidad los indios americanos? La tienen completamente reconcentrada, humillada; caminan agachados, embrujados, entristecidos celularmente, los ojos alertados por el miedo. Tipos de vencidos. Pero no imitan, no desean parecerse a sus amos, no se prostituyen. Poseen un orgullo prometedor. El lector puede visitar a Boyacá o Cundinamarca; por allá, los únicos indios imitadores son Olaya Herrera y Armando Solano.
Pues bien, Ecuador es la parte de la Grancolombia en donde el indio está latente en su gran individualidad.
¿No es natural que los políticos, la clase intelectual y directora, en un pueblo que no se expresa, sea vana? En el Ecuador, la política no tiene nada de ecuatoriano; el arte popular es interesantísimo, pero lo oficial nada vale; tiene grandes secretos ese pueblo; su clase directora no vale nada, en ella todo es importación deforme. Basta con decir que allí el clericalismo fue peor que en Colombia, y que el liberalismo es una deforme monstruosidad, peor que en Colombia. El día en que un hombre como Velasco Ibarra logre devolver el Ecuador a su pueblo, veremos una novedad en el mundo.
Son muy semejantes los problemas de vanidad en Ecuador y en Colombia; parecidas son las clases directoras o usufructuarias del poder. En ambos países hay marxistas, bolcheviques, izquierdismos y derechismos, nombres de absoluta vanidad en tierras que no han principiado a vivir. La diferencia está en que Colombia tiene variedad de sangres, de riquezas, de problemas e inquietudes; cada departamento es entre nosotros un país; sobre todo, Colombia tiene al Departamento de Antioquia, vasco y judío, pueblo fecundo y trabajador que va unificando poco a poco a la República y que reniega de la vanidad.
¡Cuán impropia Europa, en sus doctrinas y sus instintos, costumbres y modos, para la América, en cuanto india! Está comprobado que el aborigen americano no puede sentir el Cristianismo y su llamada civilización: muere. Cada raza evoluciona a su modo, tiene su vida propia. El asiático no puede adorar a Dios en las formas del catolicismo. Éste es netamente italiano. ¿Porqué imponer formas, maneras que no estén acordes con la idiosincrasia racial? Es de observación corriente el hecho de que entre nuestros aborígenes es desconocido el adulterio y la prostitución, y que apenas los clérigos civilizadores los convierten y los casan católicamente, se prostituyen. ¿Por qué romperles el siquismo a los indios, burlándose de los nombres con que invocan al Espíritu y de las imágenes en que lo adoran? ¿Qué arte, religión y ciencia puede brotar de nosotros, si humillaron a nuestros padres? Pues bien, nuestros gobiernos, ya se llamen liberales, ya sea Alfaro o Alfonso López, siguen la prostitución de América, convirtiendo a los indios, por medio de eso que llaman misiones.
Lloraban las viejas vanas de las instituciones caritativas, cuando en 1935, durante el Congreso Eucarístico de Medellín, unos frailes españoles de las misiones de Urabá trajeron al cacique Capilele y a sus hijos, y en ceremonia solemne y vana les cambiaron los bellos nombres por los de Alfonso López y Luis Martínez Echeverri. ¿Qué diría Cristo al ver que su obra se convirtió en barbas castellanas?
Lo inteligente con nuestra raza indígena sería ayudarle a su desarrollo, instigar sus instintos creadores, sus formas religiosas y su arte. La obra verdadera está en comprenderlos; pedagogo es quien comprende, no quien enseña letanías. En América podría haber originalidad en la cultura, aporte al haber común de la humanidad.
¿Qué ha sucedido y qué sucede? Que todavía Europa, a través de nosotros, mulatos vanidosos, gobierna a Suramérica; que somos completamente vanos. Los instintos americanos no se han manifestado; nuestro pueblo está dormido en sueño de siglos.
¿Las causas? El indio fue humillado por la civilización más fanática, la cristiana, y Suramérica, por los más rudos de Europa, los españoles. De suerte que nosotros, los libertos bolivarianos, mulatos y mestizos, somos vanidosos, a saber: creemos, vivimos la creencia de que lo europeo es lo bueno; nos avergonzamos del indio y del negro; el suramericano tiene vergüenza de sus padres, de sus instintos. De ahí que todo lo tengamos torcido, como bregando por ocultarse, y que aparentemos las maneras europeas. Ayer estuve conversando con un señor de Bogotá, jefe político. Tenía los dientes torcidos, como bregando por esconderse en las encías; la color, como si lo negro y lo amarillo bregara por esconderse detrás de lo blanco, y las ideas y pasiones atisbando detrás de las lecturas del conde Keyserling: un verdadero hijo de puta. Hijo de puta es aquél que se avergüenza de lo suyo. Por aquí me han llamado grosero porque uso esta palabra, pero la causa está en que mis compatriotas son como el rey negro que se enojó porque no lo habían pintado blanco.
Porque somos hijos de padres humillados por Europa, simulamos europeísmo, exageramos lo europeo. Nuestra personalidad es vana. Por eso Suramérica no vale nada; pero el día en que se practiquen mis métodos de cultura, el día en que seamos naturalmente desvergonzados, tendremos originalidad. Creo firmemente que yo soy el filósofo de Suramérica; creo en la misión; me veo obligado a ser áspero y seré odiado, pero ¿podría cumplir mi deber con dulces vocablos?
Al mismo tiempo, lo europeo no es natural en nosotros. Somos seres frustrados. Todo el que aprende a leer en Suramérica, se avergüenza de ésta y de sí mismo y de sus padres; si es rico y viaja por Europa, gasta demasiado y simula vicios y lujos para hacerse perdonar su origen; si político, extrema las prácticas europeas. Guzmán, en Venezuela, y Núñez en Colombia, fueron rastacueros insignes. Cuando Schopenhauer y Werther, se suicidó aquí José Asunción Silva; cuando Marx y Lenin, aparecieron un negro del Chocó, llamado Córdova, un mestizo de no sé dónde, llamado Gaitán, y otro de cuyo nombre me acordaré luego, que aumentaron la obra de aquéllos.
Todo lo imitamos y nada es natural en nosotros. Un francés me decía: «¡Pero deme suramericanismo! Sería un triunfo si presentáramos en París lo suramericano…». Le contesté que lo suramericano era lo parisiense, pero prostituido. Que las rameras, todo el vicio parisiense, en el 80%, era de suramericanos.
Lo malo está en que hay grandes extensiones de América perdidas ya para la auto-expresión. La vanidad tuvo la culpa. Estados Unidos son europeos; Argentina es un mosaico, sin idioma, sin carácter.
VII
Todos creen que son Argentina y Estados Unidos los que valen en América. Para el biólogo, para el que medita en los destinos remotos, para el amante de la originalidad, esos países están perdidos. La Argentina nada vale para la posible originalidad. Allá nada hay americano: es mosaico. Puede igualar a Europa; puede llegar a ser europea, por la ciencia, por las máquinas, por ferrocarriles y edificios, pero ya no puede aportar matices al resultado de la cultura humana. Su alma aborigen se ahogó en la inmigración. Todos los sociólogos, todos los políticos, todos los filósofos, han cantado himnos a la Argentina, han dicho que la inmigración hizo de ella el mejor país de Suramérica.
Yo soy el que no ve posible originalidad sino en la Grancolombia: Nueva Granada, Venezuela y Ecuador. En las tres existen los elementos para una cultura original.
Detesto la vanidad, como lo habrá visto el lector; pero ya que mis compatriotas no han querido entender, les diré que el valor de mi obra está en la prédica de la cultura, en la oposición a la inmigración, en la incitación a la originalidad. He sido el discípulo de Bolívar, el que primero entendió que el gran mérito de éste consistió en su anhelo de libertar el alma suramericana, y no en su papel de hacedor de libertos políticos.
Nueva Granada, Venezuela y Ecuador: la Grancolombia, «madre de las repúblicas», teatro de manifestación humana, fusión de razas, cuna del hombre unificado…
Del Amazonas para abajo tienen estaciones, están atraídos por Europa; son países llamados a ser copia europea. En la Grancolombia tenemos la originalidad física y humana: climas variados a causa de las montañas; presiones atmosféricas variadísimas; terrenos propios para todo cultivo; aguas las más abundantes y precisamente las cantidades de instintos, pasiones, etc., de todas las razas humanas necesarias para producir un tipo nuevo de cultura. Esto puede ser, indudablemente, el lugar de la renovación del hombre.
VIII
A nuestra tierra y a nuestra raza se han hecho críticas europeas, aceptadas y agrandadas por nosotros, y que han sido formuladas por el profundo interés que tiene Europa en conservarnos humillados, con almas de colono. La literatura y la sociología europeas han hecho circular y repetido hasta formarnos un complejo de inferioridad, las siguientes proposiciones:
1ª. El trópico es impropio para el hombre.
2ª. El producto de la mezcla de razas no sirve.
Con estas dos proposiciones, Europa nos ha tenido más colonos humildes, que España con sus virreyes y ordenanzas. A causa de ellas, que son las dos ideas que ocupan todo lo que se escribe acerca de nosotros, todos los gobernantes nativos que hemos tenido desde la Independencia, y todos los letrados, han vivido usando y propugnando el crédito extranjero, por misiones, por inmigración: plagiar, aumentar la vanidad. Ni un solo instante hemos vivido para nosotros mismos y de nosotros mismos. Suramérica no ha sido libertada sino aparentemente. Bolívar murió sin haber realizado su obra. Un amigo tengo en Colombia, Alejandro López: su obra, El desarme de la usura, en su espíritu general, en la tesis que allí domina y que consiste en sostener que Europa nos mira como a colonos y que nos da literatura para mantenernos en tal estado, debe ser considerada como el evangelio. Y sin embargo, no hay veinte colombianos que hayan leído cuidadosamente a este autor. Alejandro López y otro, son los únicos escritores que se han libertado de la sugestión europea.
Europa alaba a Argentina, para que nosotros aceptemos en nuestras hermosas tierras a los napolitanos, a los genoveses, a los checos, a los judíos.
Como las guerras, la intranquilidad y todos los problemas europeos provienen de exceso de la población, mantienen su literatura sociológica y biológica acerca de Suramérica, para tener a ésta como desaguadero de sus inmundicias.
También instigan los europeos el odio suramericano a los Estados Unidos. ¿La causa? Porque somos políticamente independientes debido a la doctrina Monroe. Sin ésta, sin aquel noble pueblo, Mussolini no estaría bregando con el Negus sino con el pobre Alfonso López… Sin Monroe, con cien mil pesos estaría hecha la campaña en Nueva Granada.
Tal es el interés de Europa en acoger e incitar nuestros insultos al imperialismo yanqui.
No entiendo cómo espíritus nobles (tal, Vasconcelos) pueden odiar a Estados Unidos. Sin estos, Suramérica no tendría la aparente libertad de que goza y que ni siquiera merecemos aún.
Al decir Suramérica, entiendo también a los países centroamericanos.
Basta enunciar la doctrina Monroe para que la amemos: América para los americanos. Monroe dio la base de nuestra cultura. América para manifestar el alma americana. Tal doctrina ha sido el dios tutelar, y no pudo ser inspirada sino por Bolívar y Washington.
Mediten en lo que habría sido Latinoamérica, si nuestros hermanos del norte no llegan pronto al poderío, la riqueza y el dominio de la máquina.
Para mí tengo que el Espíritu quiso darle poderío a Estados Unidos con el fin de conservar la libertad de América. Ese noble país ha sido nuestro guardián. Desde un punto de vista elevado, hay que amarlo. Sus culpas son detalles.
IX
¿Cómo podría realizarse el sueño de la Grancolombia, de un teatro nuevo para una expresión humana nueva?
El deber de los tres gobernantes consiste en dirigir biológicamente la mezcla de sangres, de grupos. Crear institutos biológicos que tengan el cuidado de ello y que regulen la inmigración. Consiste, luego, en cuidar amorosamente el tesoro aborigen: atracción y comprensión del indio. Consiste, después, en la cultura: ciencia y arte de desnudarse, de encontrarse a sí mismo.
Tal debe ser el criterio para los gobernantes de la Grancolombia. El peor mal que puede ocurrirnos en el punto a donde hemos llegado, unidos ya los tres países por caminos, es gobernantes vanidosos, sugestionados por Europa.
X
Deseo recalcar lo de cultura. Necesita la Grancolombia conquistarse a sí misma, llegar a su conciencia, libertarse. Para ello, perder la vanidad.
Es preciso que la escuela sea creadora en vez de enseñadora. Que los maestros no enseñen a los niños, sino que los instiguen a la manifestación. Cada ser humano y cada pueblo tiene su método propio, así como cada fuente tiene su cauce aun antes de manar. Que cada ser humano adquiera conciencia de los números, por ejemplo, según el camino a que está determinado por la raza, por el medio, por la habituación… El maestro verdadero no enseña a resolver los problemas matemáticos, sino que instiga hacia la solución individual. El mejor método es el que cada uno tiene dentro. He ensayado con tres niños, y los tres han llegado a la solución por tres caminos. Cada hombre está llamado a llegar al Espíritu con sus propios pies. Cada mente manifiesta en su procedimiento el modo de su auto-expresión. ¿Qué decir de la pintura, la religión, la música, las artes retóricas? Allí es más evidente, que en las ciencias, que el hombre es aljibe, forma a través de la cual mana el Espíritu. En esos dominios, somos canales por donde se manifiesta el Señor que ardía en la zarza egipcia. En tales dominios, el valor está en desnudarnos, en quitar lo que sea de aluvión, así como quitan la tierra y la arena de aporte para llegar a la roca viva de donde brota el manantial.
La química, la física, todas las ciencias naturales tienen su originalidad en el método; allí está la personalidad y belleza del sabio; las demás manifestaciones humanas tienen que ser netamente originales: individuales, raciales, o son vanidad.
XI
Hay en el hombre una edad vanidosa por excelencia, de los catorce a los veintiocho años. Es la edad del amor, o sea, de la figuración, del adorno.
Así tenía que ser, pues es la época en que se lleva alimento al espíritu. No está mal que el joven sea cada día de una escuela, que las recorra todas, que sea marxista, pesimista, ateo, místico, todo, todo en el curso de quince años.
Pero es preciso que el hombre se manifieste a los veintiocho años, que a esa edad comience a darle el colorido de su personalidad a todo lo que ha ingerido.
Que lea y observe mucho el joven; que viaje y mire; que se alimente. Pero a los veintiocho años debe recogerse y mirarse a sí mismo. A los veintiocho años no se debe leer sino meditar; en esos años llega el deber de la originalidad, de la auto-expresión.
En Suramérica permanecen los hombres siempre de lectores, siempre de viajeros. Tienen vergüenza de su propia alma; se quedan con los vestidos ajenos. Por eso he dicho en mis libros que todos, Laureano Gómez, Núñez, Caro, todos los jovencitos que han escrito y actuado en la Grancolombia, son púberes con barbas canosas. Aquí han creído que son frases graciosas; mis palabras son símbolos.
¿No es de vulgar observación que en Suramérica se lee mucho, que saben un poco de todo, que son vivarachos, etc.? ¿No está la explicación en lo que acabo de anotar? ¿No observan todos que a pesar de leer tanto y saber tanto, el suramericano nada crea? Pues muy fácil explicarlo: tienen vergüenza, simulan, leen, etc., porque están obligados por el coloniaje político, racial y literario, a considerarse como hijos de puta.
Me enorgullezco de ser el primero que ha estudiado y analizado el complejo que he llamado hijo de puta. Aquí han dicho que uso palabras inmundas; lo que sucede es que estudio problemas nuevos, suramericanos.
Resumen: a los 28 años llega el día de no leer sino de crear, o al morir se irá al limbo, donde están todos los suramericanos, menos Bolívar.
XII
En la Grancolombia nunca ha habido un día de democracia; ni un solo día se ha gobernado por el pueblo y para el pueblo. Este ha sido conducido por vanidosos, a la europea, con métodos, fines y hombres europeos.
En los tres países (Venezuela ha tenido americanos originales, como Gómez) ha gobernado una casta vana, simuladora de Europa en todo. Como el Ecuador, por su abundante sangre india, no puede vivir lo europeo, allá es donde las costumbres políticas e intelectuales son más vanas. La clase dirigente de allá es la más simuladora, la que menos vale. El clericalismo, en el Ecuador, fue una monstruosidad; el liberalismo es otra. Léase el Ensayo Político de Velasco Ibarra (1) para saber lo que son el intelectual y el político que dirigen al Ecuador. En este ensayo de mi ilustre amigo aparece descrito el terrible mal que azota al pueblo más intuitivo y noble de Suramérica.
¡Claro! El Ecuador no se manifiesta, está inhibido desde el drama de Cajamarca. No tenemos democracia en la Grancolombia. Votan, pero a través del pueblo vota el intelectualoide, llámese Laureano Gómez o Soto del Corral.
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(1) Conciencia o barbarie. Editorial Atlántida, Medellín, 1936.
XIII
Velasco Ibarra es el primer hombre de acción que ha querido realizar el sueño bolivariano de libertar el alma popular. Es el primer demócrata que ha tenido la Grancolombia. Comienzan a entenderlo, sobre todo el pueblo; pero la casta explotadora de estos países, le ha declarado guerra a muerte. Muy justo y natural, pues la acción de este hombre se dirige contra la vanidad reinante en la política ecuatoriana: radicales y marxistas de nombre; clérigos y godos de nombre, pero en verdad, funcionarios de Europa: vanidad.
El Ecuador, más que los otros países grancolombianos, está cubierto por una facción simuladora. El Ecuador está inhibido en absoluto.
Colombia tiene un principio de personalidad en su Departamento de Antioquia, poblado por judíos y vascos, mezclados bastante con el negro y con el indio. Allí existe un pueblo fecundo, trabajador, realista y orgulloso, que le está dando unidad al país y que parece capaz de terminar su misión, si logra agruparse para la acción con los departamentos del occidente colombiano. El problema más grave de Colombia está en que el río Magdalena la divide en dos partes de caracteres diferentes. Si nuestros gobernantes dificultan la emigración antioqueña hacia el resto de país, permitiendo inmigración extranjera, Colombia se frustrará en cuanto a su futuro original.
Nuestros dirigentes políticos e intelectuales no han percibido el hecho antioqueño: un grupo racial de características más definidas que las del judío, hasta el punto de que su suelo es el único en donde no medran los sirios, turcos y genoveses, y que al mismo tiempo ha invadido en cien años casi toda Colombia y aún las repúblicas vecinas, llevando siempre sus cualidades y perdiendo sus defectos; el único grupo racial colombiano que ha continuado la conquista, formando nuevos departamentos, como el de Caldas… En fin, el pensador no puede menos de mirar a Antioquia como un porvenir, y más si medita en que allí se ama lo propio, casi no existe la vergüenza y hay literatura regional. Gregorio Gutiérrez y Tomás Carrasquilla son antioqueños y presentables como auto-expresiones.
Para mí tengo que Colombia debe prohibir en absoluto la inmigración, hasta ver si el pueblo antioqueño necesita ayuda en su misión de unificar el país.
Respecto de Venezuela, diré que tiene originalidad, pero que su pueblo murió en la Guerra de Independencia y en las guerrillas siguientes. Recorre uno a Venezuela y no halla campesinos. No hay sino unos dos millones de hijos de generales, todos amantes de la Historia, de la gloria, y todos aspirando a ser dictadores. Hay que vivificar a Venezuela con el campesino colombiano, casero, amigo de la agricultura y que ignora la guerra.
¿Panamá? Era el corazón de la Grancolombia; allí estaría el Palacio de la Justicia, según el sueño bolivariano. Recuperar el istmo será el ideal que abrillante los ojos de los futuros grancolombianos. ¿Para qué decir más de Panamá, si nos recuerda la vergüenza de los púberes barbados que han dirigido esto? Toda la culpa estuvo en Caro y los demás gramáticos educados por clérigos.
XIV
Velasco Ibarra reanudó la lista de los libertadores. Hombre sin vanidad, quiere libertar a su pueblo ecuatoriano de todo lo exótico; ha querido, en primer lugar, libertarlo del dominio del mestizo vanidoso. En la Grancolombia fue el primer gobernante que deseó y trabajó para la auto-expresión de su pueblo. Ha sido el primer político-pensador americano. Mosquerita era «descendiente de Guzmán el Bueno»…
Metafísico, sabe este ecuatoriano representativo de su pueblo, que al ideal se llega por etapas. En varios planos vive el hombre: el santo Gandhi respeta toda existencia; el metafísico Velasco Ibarra, ídem; pero el presidente Velasco Ibarra sabe que a ese ideal de comprensión y armonía, se llega mediante gobiernos realistas, por medio de podas, luchas y sacrificios. ¿Hay contradicción? ¿Habrá contradicción en afirmar que el hombre nació para la libertad, pero que a ella se llega mediante la coacción? ¿Era posible libertar al pueblo ecuatoriano sin sacrificar a la facción que lo explota?
El metafísico sabe la necesidad de los sucesos. ¿Se deduce de ahí que no deba obrar? No, porque además de metafísicos, somos morales; la vida terrena, en el espacio y el tiempo, nos obliga a ser morales, es decir, a separar las cosas y hechos en buenos y en malos. El hombre es factor de la necesidad. Vivimos en varios planos: vegetativo, animal, mental, moral y metafísico. De nada debemos renegar: vegetales, cuando se trate de ello, y animal, y niño, y gobernante y metafísico cuando se actúe en esos planos. El error de Gandhi, explicable en su raza, que ha vivido siempre en la metafísica, consiste en aplicar métodos de este dominio a las luchas políticas. Un hombre completo no reniega de la guerra, del pecado y del mal. Elevar la motivación, pero no renegar de los actos. Ahí está el deber.
XV
En este libro de mi ilustre amigo se trata de hacer conocer detalladamente en el Ecuador, en Suramérica toda, el proyecto del autor para lograr que su país sea la gran nación original a que la llaman sus tendencias latentes, y de estudiar los factores que se oponen a este ideal y que hasta hoy han impedido a Velasco Ibarra llevar al cabo sus propósitos.
Velasco Ibarra ha sido el primer Presidente grancolombiano: bolivarianos son los principios-ejes de su personalidad política y filosófica: respetar la personalidad individual y la racial; desarrollar, crear, mejor dicho, la cultura suramericana.
Tales principios constituyen la democracia bolivariana; hasta hoy hemos tenido gobiernos democráticos, según la escritura, temerosos de las leyes escritas por círculos dominantes. Democracia de escrituras. La verdadera, la de Simón Bolívar, y que mi ilustre amigo anhela realizar, consiste en gobierno que tenga raíces en el pueblo, no porque sea elegido por votos de aldeanos conducidos a las mesas de votación como rebaños, sino porque encarna las tendencias raciales y para ellas gobierna.
La democracia practicada hasta hoy es formal; consiste en un método erróneo, en una creencia errónea: que por medio de papeletas, en que siempre interviene el fraude, el engaño y las pasiones más ciegas, se manifiesta la voluntad de un pueblo.
Generalmente el vulgo confunde la democracia con el método desgraciado ideado para practicarla.
Democracia es la encarnación de los complejos raciales en el gobernante, de tal modo que éste sea guía de la cultura, partero de la personalidad de un país.
Formalistas han sido todos los gobernantes de la Grancolombia, con raras excepciones; Velasco Ibarra ha inaugurado los gobiernos democráticos; ninguno tan amado por el obrero, el campesino, el indio de su tierra; ninguno tan odiado y calumniado por los políticos formalistas que oprimen al Ecuador. Lo aman, porque es y será el realizador de la cultura ecuatoriana, el libertador del pueblo, y lo odian, porque su doctrina va contra la vanidad.
Los ignorantes que gobiernan y que escriben en estos países, han dicho que Velasco Ibarra quiso ser dictador. ¿Lo es, por ventura, el que ama al pueblo y pretende libertarlo de una facción? Pero en Suramérica no paran mientes sino en la apariencia; es gente que aún no está capacitada para penetrar las apariencias. ¿No llaman dictador a Bolívar (ayer no más oí a un gran historiador que hablaba de la dictadura de Bolívar) y llaman hombre de las leyes a Santander? Nadie está capacitado en Suramérica para preguntar; nadie inquiere ¿para qué hizo esto?, ¿por qué? No hemos llegado al plano en que el valor está en la motivación. ¿Es dictador, por ventura, el que arroja a la basura una constitución dada no por el pueblo, sino por una facción de opresores, y convoca al pueblo para que se manifieste?
XVI
Igual a Colombia, ha tenido el Ecuador la desgracia de vivir humillado por el clero o humillado por el perseguidor del clero. Igual a Colombia, ha vivido de nombres, conservador y liberal. ¡Qué bellos los dos capítulos del ensayo de Velasco Ibarra en que se estudia la moral y la intelectualidad ecuatorianas! Cree uno que se trata de Colombia. El liberalismo, cuya esencia debe ser el respeto a la personalidad y conciencia, ha servido en estos países bolivarianos para perseguir y humillar. La religión de Cristo, cuya esencia es amor, ha servido para rompernos el siquismo. Estos países no han tenido nunca religión ni liberalismo: clericalismo o inmoralidad. Hemos vivido ciento quince años humillados política, familiar e individualmente por el clérigo, o bien, persiguiendo sotanas; ambos estados síquicos son muy bajos, propios de gente inculta. Examinando, por ejemplo, la enseñanza, encontramos que nunca ha existido la escuela: unas veces, los textos, maestros y prácticas, sometidos al fraile; otras, excluido sistemáticamente el fraile: siempre el fanatismo, la esclavitud espiritual encarnados en una sotana o en un odio. Siempre el mismo complejo anímico. Ni un átomo de libertad poseemos.
La Defensa o El Tiempo, El Comercio o El Debate, el Indio Uribe o Marco Fidel Suárez, tal ha sido nuestra manifestación periodística o literaria. Fobias y fetichismos. Los letrados suramericanos son vanos, no entienden, incapaces de humanidad.
Derechas o izquierdas, nombres diferentes para el mismo complejo.
XVII
Voy a repetir uno de los capítulos anteriores:
Los países suramericanos existen políticamente libres, merced a la doctrina Monroe, pues por sí mismos son incapaces de libertad. Sin Estados Unidos, Mussolini no estaría luchando en la negra África, inhóspita, sino en esta Arcadia de Suramérica. ¡Y tan fácil conquistar esto! ¡Denme $700.000 y les compro todo el actual Congreso colombiano, todo el Gobierno colombiano! Son va-ni-dad y lo vano no resiste. Denme dos millones y les compro los Gobiernos de la Grancolombia, todos. Los yanquis nos defienden. ¡Claro que ellos nos compran, pero nos dejan la aparente libertad! Con menos de $700.000 compraron el petróleo colombiano. Los yanquis administran por conducto de nuestros funcionarios.
Pero hay que amar al yanqui. Sin él, no tendríamos la posibilidad de llamarnos libres y cultos algún día. Porque el yanqui compra a la casta vanidosa que gobierna nuestros países, y la compra porque ella se ofrece. Nos ha dejado la posibilidad de libertar al pueblo, oprimido por los vanidosos; el día en que hagamos esto, el yanqui será nuestro hermano.
El hombre que fornica con una ramera, ¿es responsable de la prostitución de ésta? No; pues el yanqui es el hombre que se acostó con la puta, y ésta, en Colombia, es Olayita.
Un señor colombiano me contó que una casa comercial yanqui pretendió nombrarlo agente; pero había en el presupuesto de gastos una partida para comprar funcionarios; mi amigo no aceptó, y la casa yanqui dijo, admirada: ¿Cómo hacer negocios aquí, sin regalos para los funcionarios?
XVIII
La cultura cambia las motivaciones. En Suramérica cambiamos de nombres, conservador, liberal, clerical, radical. No hay cultura; las motivaciones permanecen, así como permanece el individuo que cambia de ropas.
Por ejemplo, en Colombia, desde 1931 creen que están civilizados, porque el gobierno se llama liberal y porque el presidente es Alfonso López. Pero examinemos los actos, reveladores del estado mental y emotivo. Durante lo llamado clericalismo conservador, desde 1886, el sacerdote era el amo de la mujer, del hogar, la escuela, la vida toda. La mujer, encerrada en la casa, criando hijos, así como la hembra del conejo: su ideal estético era el cura joven, montañero robusto, oloroso a semilla, o el joven prelado… El adjetivo lindo salía de su boca únicamente cuando el joven prelado iba de visita pastoral. El hombre era, o un diablo, temido por su misma mamá, errante, condenado como Juan de Dios Uribe o Antonio José Restrepo, o bien, el marido bueno, opaco, obediente al fraile: ojos temblones, caminar enredado, espaldas cargadas; o bien, lucio como marrano de Nochebuena, enriquecido en negocios político-clericales, sudoroso, astuto… Esta última especie es la que no quiere pagar ahora el impuesto a la renta…
Frecuentemos ahora la sociedad aparecida en 1931: la muchacha es dactilógrafa, bebe aguardiente, se tutea con los mulaticos del régimen, olorosos a resaca, generalmente dientipodridos… Esa muchacha no tiene ya dureza en los tejidos; es tetichorreada.
El joven bebe aguardiente o juega golf, muy puto; no estudia; o bien, es mulato rechoncho, funcionario, y su idioma tiene tres palabras: «¡Frailes tan corrompidos!». Los llamados intelectuales hablan de Marx, régimen territorial, estatuto de hijos naturales, sembrar cabuya, campesinato, etc. Su actividad tiende a cobrar los impuestos a los marranos lucios del régimen anterior… para quedarse con ellos.
¡Almas igualmente bajas! ¡Son las mismas almas! ¡Almas primitivas que desacreditan los sagrados nombres de libertad y de religión!
XIX
Al estado anímico que llamamos liberalismo se llega mediante la cultura; liberalismo es ascenso, es un estado mental y emotivo premio de grandes disciplinas. Pero en la Grancolombia ese nombre ha sido rótulo de la vanidad. Desde la infancia puede pronosticarse quién será liberal o conservador, según camine vanidosa o hipócritamente.
De ahí que las carreteras, los aviones, las máquinas todas, toda la técnica sea ineficaz, igualmente ineficaz al cambiar los nombres políticos.
XX
Las leyes son ineficaces; el catolicismo es ineficaz; toda forma es ineficaz. La obra nada vale sino como manifestación del espíritu. Lo único vivo es el espíritu y lo único eficaz son las disciplinas. Cultura.
De ahí mi profundo amor por Velasco Ibarra, el primer gobernante que se ha preocupado por nuestra alma bolivariana, por la cultura, por el pueblo, fuente de toda manifestación y padre de los genios. Es el primer gobernante discípulo del Libertador.
Es verdad que Velasco Ibarra está aparentemente derrotado; no ha sido comprendido.
Pero ¿acaso entienden a Bolívar? Lo entienden como guerrero contra España; en su actividad vistosa lo entienden y a ella aplican el adjetivo libertador. Pero el precursor de una cultura, el precursor de la doctrina del superhombre, el soñador metafísico que hablaba por primera vez de auto-expresión americana, ése permanece como estrella cuya luz no ha llegado a los intelectualoides de Bogotá. El ideal bolivariano está virgen. No hay con quién trabajarlo; somos unos diez… ¿Podría Velasco Ibarra realizarlo con esos seudo-libres, libertos que aún cojean y que se llaman Arroyo, Pons, Federico Páez…?
XXI
Un hecho me enorgullece del pueblo colombiano, sobre todo del caleño: que ha recibido amorosamente al exilado ecuatoriano; ha presentido que este hombre trabajado por el pensamiento, encierra una misión cultural. Debe enorgullecernos ese pueblito caucano-antioqueño, Sevilla, que ha llamado a Velasco Ibarra para que realice en sus jóvenes el ideal americano de que está grávido. No todo es malo en esta Nueva Granada; a veces aparece en la mente de los buenos observadores la siguiente proposición: en esta parte de la Grancolombia, Nueva Granada, principia, por lo menos, la gana de auto-expresarse.
A los bolivarianos nos ama el pueblo en Ecuador, Colombia y Venezuela; la clase vanidosa, nos odia: presiente que nuestra misión va contra ella, contra los importadores de formas, contra esos derechistas bogotanos, tan brutos del cerebro que han llegado en su atrevida ignorancia a colocar a Bolívar como a su jefe… ¡Qué monstruosidades escriben en Bogotá!
Bolívar respetaba el espíritu y no las ordenanzas; Bolívar amaba la gloria, el sentimiento de poder y no la apariencia; quería libertad interior: Bolívar era liberal y conservador, estaba por encima de las facciones. Para llamarse bolivarianos, los dirigentes de Suramérica tienen que renacer veinte veces.
XXII
Deseo penetrar más en el problema de la vanidad, y para ello procederé en forma de anotaciones, aunque parezcan dispersas.
La gente ordinaria se equivoca al calificar de vanos a quienes aman el lujo, la gloriola, el triunfo, ese complejo de fenómenos que constituyen lo que podría llamarse calor humano. Es el secreto de París. Estar entre gente culta y bella es delicioso. Allá existen incitaciones cordiales para las siete envolturas del espíritu; hay la delicada malicia en ojos juveniles. Mejor que la incitación espiritual y algo maliciosa, es apenas el sueño de los guerreros. Bolívar amaba esto, y lo ama Uribe Echeverri, mi candidato para la Presidencia de Colombia en 1938, y a quien algunos vulgares llaman vanidoso. Les he contestado: mi candidato tiene la virtud de la gana; sin gana, nada es el hombre; no llaméis virtuoso al hombre desganado; llamadlo eunuco del espíritu.
XXIII
Hay hombres cuya individualidad no aparece y que tampoco simulan; carentes de personalidad y de vanidad. Los vulgares de la Grancolombia llaman a estos, virtuosos.
No hacer nada: eso es virtud en la Grancolombia. Niños buenos llaman a los que no oponen resistencia; yo llamo a los padres de esos niños, padres estériles.
XXIV
Todo problema filosófico es esférico; parece que todo en el universo sea esférico. El pensador no puede detenerse en un aspecto, pertenecer a una facción.
Nuestra definición de vanidad dice: hurto de cualidades para ser considerado socialmente. Ahora bien: es una adquisición de la psicología pragmática que la simulación de las maneras crea el estado de ánimo. Simulando la mímica de la ira, el valor, la alegría o tristeza, podemos crear estos complejos. Los sicofisiologistas dicen que no ríe el hombre porque esté alegre, sino que lo está porque ríe, o sea, que la conciencia es epifenómeno, posterior al estado orgánico. Tales son las bases de la terapéutica síquica, tan en boga.
Pregunto: la vanidad, simulación de modos, ¿no producirá a la larga los estados simulados? Por medio de la herencia ¿no se creará en un pueblo vanidoso lo que llaman una segunda naturaleza? La Argentina ¿en cien años de vanidad no llegará a ser un pueblo realmente europeo? Biológicamente, ¿la vanidad no será factor de unificación de las razas humanas? En los destinos de la especie, ¿no será un gran factor éste de la simulación?
Pero algo más: ¿no imitan los niños a sus padres, a las personas importantes? Lo que llaman educación ¿no es esencialmente simulación? ¿Simulación de los hijos a los padres, de los discípulos a los maestros, de los pobres a los ricos? Sin el instinto de simular, de parecerse, ¿podría explicarse el nacimiento de las religiones? Los fenómenos encarnados en Napoleón, César, Bolívar, ¿no fueron simulación, contagio mental, inducción, vanidad? El fenómeno napoleónico perdura aún por la vanidad, pues ¿no es Mussolini apariencia de Napoleón, y Hitler vanidad de Mussolini?
¿No decía Pablo que el cristiano debía hacer vivir a Cristo dentro de sí mismo, resucitar a Cristo?
¿Por qué renegar, entonces, de la vanidad? La educación ¿no tiene allí sus raíces? ¿No las tiene allí el contagio mental?
Todo genio es esclavizador. Cuando aparece una personalidad fuerte, absorbe a la especie humana. Aparecen Cristo, César, Napoleón, y el hombre se hace rebaño.
Sucede que el Espíritu, al manifestarse en un hombre, ciega; el mismo hombre en quien se manifestó queda cegado y dice: «El que no está conmigo está contra mí».
Esta ceguera es condición de su obra, en cada genio. ¿Cómo podrían obrar, si no estuvieran cegados para la que no sea su obra? Para toda obra se necesita el rebaño. ¿Cómo pueden levantarse las Pirámides, sin un rebaño humano?
A todo esto contesto que es verdad, y que también lo es que la vanidad impide la auto-expresión, la originalidad; al mismo tiempo, unifica a la especie humana.
También la libertad ha tenido sus genios: Sidarta Gautama y Bolívar, Descartes, Pasteur y Einstein… Estos genios de la libertad son actuales; aquellos, esclavizadores, están pasando de moda. Hoy es muy difícil fundar una religión, crear un movimiento de rebaño.
De ahí la superioridad de Bolívar sobre los héroes antiguos y sobre Napoleón. Bolívar trabajó por libertar un continente, para que cumpliera sus fines propios; en todos sus escritos trata de manifestación propia, del continente como teatro.
Napoleón era metafísicamente ciego; a través de él, sin tener él conciencia de ello, la especie humana dio un paso en su unificación. Fue Alejandro, Atila, un poco más avanzado que ellos. Sus fines conscientes eran personales; pertenecía a la clase de los que dicen «conmigo o contra mí». Rebaño.
Bolívar les gana en conciencia a todos los héroes. Su finalidad era libertad individual, racial, continental, humana: auto-expresión. Genio de la libertad, opuesto al rebaño, su único fin personal era sentirse poderoso, libre, eufórico. Sus tenientes manifestaban esto en el lenguaje de la época, diciendo que amaba la gloria. Yo he descubierto el nombre de eso que amaba Bolívar y que era lo único que buscaba para sí mismo en su obra: calor humano.
Muchos han pretendido escribir comparaciones entre Bolívar y Napoleón; ninguno ha penetrado. Eso no puede hacerse; es comparar dos flores para decir cuál es más hermosa: juego infantil, de vanidosos. Las motivaciones, la conciencia, eran de planos diferentes; la obra era diferente; facultades, medios y métodos, diversos. Bolívar era conciencia de la libertad y Napoleón borbollón absorbente de la vitalidad.
Bolívar es ininteligible desde todo punto de vista que no sea la conciencia de la libertad. Esta motivación lo hizo guerrero; para Napoleón, la guerra era un fin. Tal motivación hizo a Bolívar constante, legislador, pensador.
Lo único que puede decirse es: la motivación más alta entre los héroes está en Simón Bolívar.
Tenemos ahora a Buda: genio de la libertad, porque todo lo aceptó; de él nos viene el conocimiento de que al Espíritu se llega por todos los caminos; que hay la oración, la acción, la meditación, para llegar a Dios. Su doctrina no es misionera; comprende que cada hombre y cada pueblo tienen las formas religiosas que les son posibles. A Sidarta Gautama le debemos el Gandhi, que ora en todos los templos y en todos los libros santos. Le debemos ese hombrecito desnudo que quiso abrazar al Papa en 1931: éste le contestó que para abrazarlo tenía que vestirse una levita y una camisa almidonada. Ahí están las dos conciencias: la corbatuda del Papa y la estelar de Sidarta Gautama.
A Sidarta Gautama le debemos El mundo como voluntad y representación, de Schopenhauer; le debemos los conocimientos del subconsciente y del superconsciente; toda la ciencia nueva del espíritu, Kant, Fichte, Schopenhauer, Nietzsche, Freud y Einstein; Bergson y Espinosa, son hijos de Buda.
No era misionera la doctrina del hindú y al cabo de dos mil años ha iluminado el alma y la ciencia del Occidente cristiano; y es misionero el Papa romano, y le debemos la muerte de los indios americanos, le debemos que el cacique de Urabá se llame Luis Martínez, y le debemos las palabras temerosas con que incita a Europa para que apoye a Mussolini en la matanza africana. Dijo el Papa: «La guerra se justifica si es para la conservación de los tesoros de la Iglesia». A Cristo lo traicionaron aquellos que fueron a Roma a fundar un imperio conquistador.
Pero no; no he querido decir mal del catolicismo, sino en cuanto comprensivo; por lo demás, ha sido forma necesaria en el desarrollo de Europa; quizá podría decirse que condicionados por él aparecieron el positivismo y la civilización-máquina. Mi intención es expresar que Cristo es inagotable, que ha sido aplicado apenas en sus formas y doctrinas más superficiales. El verdadero cristianismo es esotérico. Hasta hoy se ha usado de Cristo únicamente para el imperialismo romano. Europa bárbara de los siglos primeros no podía asimilar otro Cristo que aquel malhumorado de «conmigo o contra mí», «sobre esta piedra edificaré mi Iglesia», «lo que atáreis…», etc.
Pasteur fue genio de la libertad. Casi rotos, pero orgullosos de su originalidad metódica, trabajan aún sus discípulos. Y tan grande es el poder del genio, de la personalidad, que todos sus discípulos se le parecen físicamente. El «aire pasteriano» está en Roux, Calmette, Román.
Descartes, genio de la libertad, porque buscó el primer principio filosófico en el individuo: pienso, luego existo. Él nos libertó de esa cadena que parte del primer principio y que va de eslabón en eslabón hasta la divinidad del clérigo, y que llamaron escolástica.
Claro que es un hecho que la especie humana ha vivido durante siglos del contagio, de la imitación a personalidades fuertes o a pueblos poderosos. Si contamos en nuestra historia, en el corto espacio de cinco mil años, encontramos a Egipto, India, Media, Asiria, Persia, Judea, Grecia, Roma y Francia. Dos mil años tenemos de contagio moral de Cristo, intelectual y artístico de Grecia, político de Roma… Hace trescientos años que vivimos de Francia, en muchos departamentos anímicos. Moisés, Cristo, Aristóteles y Sócrates, César y Napoleón.
Hasta hoy ha imperado el rebaño, la educación; están próximos ya los tiempos de la cultura, la auto-expresión. Está llegando el tiempo de la libertad.
Desde un punto de vista muy alto hay que aceptar que el individuo tiene un camino, que apareció para perfeccionarse, que este mundo es una escuela disciplinaria, que la sociedad es el medio para la perfección.
Considerada así, es muy explicable la objeción que enumeré antes contra mi teoría de la vanidad. El hombre evoluciona; su camino va de la simulación, la oscuridad de su conciencia, el grupo irresponsable e imitador, hacia la expresión individual.
Parte la especie humana del instinto, para llegar a la conciencia; de la imitación, hacia la auto-expresión; de la educación, hacia la cultura.
XXV
El ideal pedagógico correspondiente al estado primitivo en que personalidades fuertes crean la verdad y la imponen como definitiva, es la educación; lo correspondiente a nuestros días y al futuro, es la cultura.
Educar es formar a los hombres conforme a modelo (éste es la verdad, la personalidad del genio). Hombre educado significa el que se ajusta a las normas. El tipo hombre educado es igual al perro sabio. En el período educacionista, el ideal consiste en que sepan las reglas, las leyes, los programas, los textos, los modos.
Entre nosotros se decía antes Ministerio de Instrucción Pública: era para instruir, para meter las reglas en la cabeza. Hoy se dice Educación Pública, porque se trata de formar ciudadanos de carácter igual, Arredondos o Caros, según los tiempos.
Pero resulta que educar o instruir es cosa de rebaño. Muy diferente es la cultura, el Ministerio de la Cultura que necesita la Grancolombia. Aquí se trata de cultivar la individualidad, de crear las personalidades individuales y raciales. El niño no aprende: crea; el hombre se manifiesta, siente el poder interno, el orgullo y va perdiendo la vanidad.
XXVI
Creo llegado el momento de expresar clara y sistemáticamente lo esencial de mi pensamiento grancolombiano, disperso en algunos libros.
1º.—Individualidad es la serie de instintos y complejos concretados en un ser.
2º.—Personalidad es la manera como cada individuo se auto-expresa. Es la forma de la individualidad. Todo ser es individuo, pero pocos son personas. Casi todos los individuos están latentes, esclavizados por las maneras de la especie (formas sociales). Tales formas fueron impuestas por inducción (contagio, sugestión, imitación) de personalidades poderosas.
3º.—La historia de la especie humana va del rebaño hacia la libertad. En los comienzos hubo semidioses, genios, y de ellos vivió la especie humana. El progreso consiste en la liberación de los individuos. Hoy casi no existen genios; hay hombres cultos, cada vez más numerosos. El fin ideal será la liberación de todas las individualidades. El progreso se mide por la cantidad de personas. En casi todos los países, lo miden por la cantidad de gente educada, o sea, por las maneras imitadas; en Bogotá dan a luz cada año como mil bobitos, todos parecidos a Luis E. Nieto Caballero, o sea, carasdepedo.
4º.—Metafísicamente, el mundo apareció para ser escuela, para la auto-expresión. Cuando todos los individuos, compañeros nuestros, se hayan manifestado y hayan consumido sus instintos, la especie ascenderá al plano del Superhombre. En tal sentido, las individualidades son solidarias: mientras quede uno solo sin desnudarse en absoluto, mientras haya vanos, no podremos ascender. Así, por leyes naturales, no llegaremos a la vida plena sino todos juntos; somos individuos, pero sometidos a la disciplina social. La sociedad es categoría a que estamos sometidos; es nuestro medio de acción moral, así como el espacio y el tiempo son categorías de la mente.
5º.—El fin de los gobiernos es la cultura; libertar los individuos; obligar a individuos y sociedad a auto-expresarse. El fin de los gobiernos es la libertad absoluta; su medio es la disciplina. Llegar a la anarquía por medio de la coacción. El gobierno es instrumento cuya necesidad está en razón inversa del progreso de los individuos.
6º.—Suramérica necesita mucho gobierno, porque no hay personas. Es Suramérica como rebaño inconsciente al que es preciso alambrar el camino, atajar en los desvíos, gritar y pegar.
7º.—Las escuelas deben tener por fin la cultura, la libertad de los individuos, para llegar a la anarquía, a la auto-expresión, al Paraíso o Culminación.
8º.—Programa para Suramérica: gobiernos legalmente fuertes y cultura. Crear y no aprender; meditar y no leer; hacer y no importar. Inculcar en el pueblo la verdad de que gozar de obras ajenas corrompe.
XXVII
Que los presidentes suramericanos prediquen así a los pueblos:
Discurso de un
Presidente grancolombiano
«Podría surcar de caminos y aviones este territorio; podría hacer puentes, fábricas, cultivos, etc. Todo lo podría hacer por medio de compañías y dineros extranjeros, como esos hijos ilegítimos que se llamaron Guzmán, Ospina, Olaya, López, pero vosotros permaneceríais siendo los mismos imbéciles… ¿Qué digo? Seríais más imbéciles, eunucos que fornicabais en camas ajenas. Enriquecerse para ir a París es muy fácil: basta que robéis, que os vendáis, que os nombren subdirector de la Colombiana de Tabaco y que compréis una platanera con Alfonso López, pero luego de enriquecidos quedaréis de rameras del espíritu. Robar es fácil, fácil es vender la patria y engañar al pueblo; trabajar es difícil y lo más difícil de todo es dar a luz su propia alma, limpia, en el lecho mortuorio. Toda la historia nuestra, desde 1830, es de rameras.
Podría enviar jóvenes a aprender en Europa y en Estados Unidos, pero vosotros y ellos quedaríais mucho más imbéciles, porque esas técnicas no habían salido del horno de vuestras vidas. Por todos los caminos de Suramérica, por sus ferrocarriles, por sus carreteras y por sus aviones (obras extranjeras), no ha viajado una sola alma; todo lo que ha pasado por allí han sido prostituciones.
Yo podría, como lo hicieron otros, vender el subsuelo americano y daros el dinero para comprar corbatas, para abusar del sexo y de todos los sentidos, para que vuestras mujeres compraran colores, sedas y bidés, pero vosotros y vuestras mujeres seríais cada vez más putos y putas.
¿Queréis continuar de eunucos? Seguid, entonces, con Olaya y Alfonso López, con Laureano Gómez, para que os vendan. ¿Queréis la libertad y la conciencia, la capacidad de morir y de vivir con desfachatez? Seguid con hombres como Uribe Echeverri. Si amáis la cultura, el liberalismo y la individualidad, destruid El Tiempo… Los bobitos de El Espectador, toda la actual Bogotá huele como el gran lupanar de Pompeya».
XXVIII
Estos pensamientos suramericanos me los ha dictado el Libertador. Todo es de aquel sol tan lejano y desconocido. Me parece oportuno publicarlos ahora, cuando ocho jóvenes de Bogotá calumnian a nuestro Padre: quieren ponerlo de jefe de un derechismo inmundo y clerical. Bolívar no era godo; era acicate; era ascenso. Bolívar no tenía que ver nada con nadie de Suramérica.
XXIX
En todas las formas lo que se expresa es la energía. Tendencias, instintos, anhelos. El porvenir o finalidad de un pueblo se puede conocer por su morfismo; los instintos se revelan en los órganos, en las facciones; estos son borbollones de materia, así: la nariz, es el instinto olfativo que la forma; la boca, el instinto de comer.
En Suramérica se ven narices, ojos, frentes, labios que son profundas simas, volcanes, desiertos, tempestades, perversiones; casi todo es monstruoso. Hay tanta variedad de formas y tan bruscas, tan sin acabado y armonía, que el biólogo no puede menos de pensar que aquí existe el porvenir y existe una antiestética realidad.
En una reunión de franceses, todos son formas semejantes; por consiguiente, la reunión tiene un espíritu; son hombres de un pueblo ya biológicamente perfecto, entendiendo por esta palabra el hecho de que los instintos formaron su casa; todos los franceses se parecen, tienen su ritmo; son cuerpos en donde las almas acabaron ya de manifestarse. No tienen porvenir, pero son estéticos. Lo mismo en Inglaterra, Italia, Alemania, poco más o menos. Visitemos ahora un Congreso suramericano: ¡Qué desarmonía en las facciones! ¡Qué variedad de ensayos, qué contradictorios instintos bregan por manifestarse ahí, torciendo las narices, contrayendo frentes que no se sabe qué forma van a tener en definitiva! Dice el biólogo: Aquí, mil demonios pretenden expresarse en estos cuerpos; mil instintos asoman a estos ojos.
Suramérica es una raza en gestación; es el horno del hombre futuro; patria de cosas nuevas. Aquí es donde puede renovarse la expresión humana. El suramericano es hoy un animal apenas parecido al hombre.
De esto puede deducirse lo siguiente:
a) En Suramérica no puede crearse un movimiento; la vida escapa al político; todo ocurrirá al azar de las pasiones dispersas.
b) Estará Suramérica durante mucho tiempo (siglos) sometida al desorden, ensayando, en revoluciones. Período volcánico de la especie humana.
c) Sus actuales habitantes no producirán nada digno de atención estética o de perduración. Son incapaces de constancia. Las obras (edificios, caminos, ciencia y arte) le están vedados al suramericano. Su único valor es el de elemento para la mezcla.
d) Mientras no haya tipo definido, mientras seamos mulatos, la acción humana será hija de puta, con lo cual significo que será falsa.
e) El suramericano necesariamente es ladrón, ratero, infiel, incapaz de ideas morales, tales como Patria, Dios, Perfección, etc.
f) La protección interesada que ha ejercido Estados Unidos sobre el continente mulato ha sido necesidad y un gran bien. Los suramericanos son como los monos, manoseadores.
g) Nadie entenderá a Suramérica si no entiende todo lo que encierra lo que he llamado complejo hijo de puta, a saber: todo ser híbrido es promesa y pésima realidad.
XXX
Hoy están reunidos el Congreso y las Asambleas, en Colombia. Todos son ilegítimos, es decir, todos se avergüenzan de la mamá; Presidente, Ministros, Diputados, obran y dicen torcidamente, simulando, avergonzados, sin orden, sin finalidad. Colombia produce bananos, y son de la United Fruit Company; produce platino, y es de ingleses; produce petróleo, y es de anglosajones (excepción hecha de algunas acciones que poseen las familias de los expresidentes); produce café, y es de los yanquis, que lo compran barato durante las cosechas y lo venden caro a Europa apenas lo han reunido; y produce esmeraldas, que no se sabe quién se las roba: nunca han dado un centavo para el país.
Tiene ocho millones de peones azadoneros y no hay leyes para ellos; ganan nada. Tiene unos treinta mil obreros de fábrica y empresas industriales, sifilíticos, para quienes se han dictado todas las leyes sociales imaginadas por el socialismo de los pueblos industriales.
Las escuelas son ensayos de vanidad bogotana. Los maestros son pordioseros, y tiene unos tres pedagogos, de los cuales el más inteligente es el bobo Nieto Caballero, el amigo de Decroly.
XXXI
Hoy encontré a Jorge Eliécer Gaitán. Es un mesticito vivaracho, lector. Habla y se escucha. ¿Cómo podría ser hombre de acción? He conocido durante mi vida a tres donjuanes: no hablan nunca de amor. He conocido dos activos: eran silenciosos.
¿Cómo se le ocurrió formar partido político? Para que lo escucharan. Es la gana de hablar hecha hombre; el instinto de hablar le formó la cara y el cuerpo todo. Es cuerpo de quien habla.
¿Por qué quiere hablar? Primero, porque todo el sistema nervioso está irritado, temblón; la circulación del fluido encuentra resistencias. Todo híbrido es enfermo. El híbrido sufre. Segundo, porque hablando es fuerte, ofende a los que oprimieron a su raza. Tercero, porque si la energía nerviosa no saliera por la lengua, estallaría. Hablar es para él un fin.
¿Qué significa este hombre? Producto de la democracia, que permite a los vencidos dominar por medio de la palabra. Las razas mulata y mestiza de Suramérica encontraron en la igualdad de posibilidades predicada por la Revolución Francesa, un medio para dominar a los blancos criollos. En la bulla ganan. Esta es idea madre para comprender la Guerra de Independencia, el parlamentarismo suramericano, la oratoria nuestra.
¿Por qué hablan tanto? Repitamos: mulato y mestizo son desequilibrados nerviosos; carecen de estabilidad fisiológica, de rítmica irrigación sanguínea en el cerebro y de rítmica irrigación del fluido. Perturbados meníngeos.
La conversación de estos híbridos es variada siempre, inconstante; inventan hablando; hacen encuentros hablando. Por eso, a ratos se auto-escuchan y les brillan los ojos de admiración por sí mismos. Se dejan sugestionar por el sonido; cada encuentro feliz los excita más. Acaban por ser elocuentes.
XXXII
Todos los híbridos suramericanos son borrachos. El alcohol produce en ellos efectos terribles. El 99% de los delitos colombianos proceden del aguardiente. De éste proceden los versos, los discursos y las leyes.
Los pueblos europeos usan el alcohol como estimulante digestivo, como adorno de fiestas y, raras veces, como veneno: ahogar remordimientos, penas, etc. En Suramérica se usa para dar valor a los soldados, para atreverse, para ser capaz, es decir, reemplaza a las virtudes. El suramericano que no está borracho, no hace nada, ni siquiera leyes. Es muy curioso observar a esos que llaman poetas, en Suramérica: borrachos casposos que se lamentan de «lo breve de la vida», de la muerte de la novia, y que terminan vomitando sobre los transeúntes.
XXXIII
Puede preguntar el lector: ¿Cree el autor que los pueblos de la Grancolombia sean capaces de sostenerse independientes hasta que se produzca un tipo humano? No lo creo, pero lucho por conseguirlo. ¿Qué destino es el más probable para estos países? La inmigración de europeos y asiáticos; el desaparecimiento de los tipos que los habitan. Desaparecerán porque no tienen ninguna virtud desarrollada que los sostenga. Los europeos y asiáticos necesitan estas tierras. Pronto las ocuparán.
Pero lucho. Predico. Con los elementos humanos que hay en la Grancolombia podría hacerse algo asombroso. Para ello necesitamos hombres como Bolívar, y no los hay.
Lucho por patriotismo. Si no es amor a nuestros destinos latentes en nuestro carácter y tendencias ¿qué es patriotismo? Si queremos frustrar nuestra remota y posible cultura propia, apresuremos la venta de las riquezas naturales, la inmigración de hombres y técnicas europeos y asiáticos. Los suramericanos seremos monos hasta que haya desaparecido el último vestigio de nuestra sangre. Los de aquí, los mulatos, vivirán humillados interior y exteriormente, y, cuando aparezca una civilización, no habrá nietos de ellos.
Para eso se ha gobernado desde 1830, año de la muerte de Bolívar. Sólo García Moreno bregó en el Ecuador por crear una cultura propia. Nuestros gobernantes han bregado siempre por hacer del continente un teatro europeo.
Hasta ahora, algo imprevisto ha defendido a la Grancolombia: a causa de las revoluciones, la inmigración ha temido estas tierras. Pero llegó la época crítica: somos conocidos; están examinadas nuestras riquezas y posibilidades. El único baldío que queda en el mundo es la Grancolombia; Europa y Asia la necesitan para su comercio y para su población.
Pronto los Estados Unidos no podrán defendernos. El Japón amenaza.
Llegó la hora de ser la Grancolombia o de ser ajenos. En el curso de estos 50 años venideros se decidirá si Bolívar fue loco o profeta.
XXXIV
Es necesario unir a los cuatro países bolivarianos; que un solo espíritu anime sus cuatro gobiernos; unirlos por intereses culturales y económicos. Llevar la unión hasta donde vaya siendo posible. Reconocer la nacionalidad por el hecho de la residencia. Los cuatro países deben tener una sola representación diplomática. Fundar la Universidad Grancolombiana. Intercambio de obreros, estudiantes, etc. Unión evolutiva; marchar a la Grancolombia poco a poco, así como procede la vida.
Aún no es posible hacer de los cuatro países una sola nación. Es un ideal. Es posible apenas crear el amor, federarnos poco a poco. Ello se consigue con métodos, sobre todo con intercambio de habitantes. El día en que el ecuatoriano tenga abuelos colombianos, el amor tendrá raíces.
La Grancolombia no puede aparecer sino del intercambio de sangres, ideas, etc., previa la prohibición de la inmigración extranjera. En estas palabras está el programa: intercambio de estudiantes, de mujeres, de hombres, de profesores, de obreros y campesinos. Fundar aquí, en tierras sanas y fértiles, colonias de ecuatorianos, y viceversa. Los cuatro países tienen la sangre suficiente para crear un tipo y para poblar el territorio en doscientos años.
XXXV
Ideas para el Rector de la
Universidad Grancolombiana
Dictará un curso para todos los estudiantes, llamado Filosofía de la Personalidad.
Primera clase
El objeto de vuestros estudios es encontraros. Buscar el cauce por donde ha de correr vuestra energía.
Segunda
Vamos a sacar de nuestra historia las incitaciones. Los ejemplares serán los genios de la Grancolombia. Alguno de esos semidioses será propio para excitar a uno de vosotros. Secreto interesante es el entender que cada uno necesita de maestro.
En todo caso, sabed que sois individualidades y que si os perdéis en el montón es por no haberos conocido, por carecer de maestro apropiado que os haya servido de bordón y de acicate. Habrá algunos cuyo anonimato provenga de enfermedades o degeneración. Estos podrán corregir en algo su destino, si se conocen y dirigen.
Tercera
El secreto de este curso disciplinario está en prácticas para conocerse a sí mismo, y para cultivarse luego. Lo primero es conocerse, y lo segundo, cultivarse. Nuestra individualidad es nuestro huerto, y la personalidad es nuestro fruto.
Cuarta
Definamos, pues, los conceptos que sirven de cimiento a este curso disciplinario.
Individualidad es la obra posible que está en cada hombre en forma de instintos, facilidades, habilidades, tendencias; todo ello proveniente de la raza, el medio, la sociedad. Individualidad es lo que está encerrado en nosotros y que puede manifestarse o no, así como en la envoltura del capullo está la semilla, el árbol y los frutos.
Personalidad es lo que aparece, la individualidad en cuanto aparecida. Es la manifestación.
Cultura son los métodos, los medios artificiales empleados para manifestarse.
Este curso es de cultura. ¿Qué medios escogeremos? ¿Qué clase de cultura es?
Nota.—El Rector tiene que ser un maestro, hombre que haya pasado por el infierno y por las siete soledades.
Para dictar este curso es necesario ser muy diferente a los rectores que conozco. Uno de ellos me dijo, un lunes: «Ayer estuve con unas putas, en Rionegro, bebiendo trago». Otro ha ganado su alimento y el alimento de sus pasiones lamiendo a todos los presidenticos que hemos tenido. Otro venía conmigo en el vapor «Cordillera» y en Curazao compraba calzoncillos de seda.
Quinta
La cultura es un arte, en el sentido de que se compone de métodos. Tiene su base en la psicología, pues ésta nos enseña la naturaleza del hombre, de sus instintos, tendencias, habilidades y determinaciones. El arte de la cultura es, pues, flor de la psicología.
No puede haber cultura sin metafísica, pues ésta trata de los destinos del hombre, y para saber cómo cultivarnos es necesario saber qué debemos devenir.
Por ejemplo, si el hombre tiene por fin formar un Estado conquistador, entonces la cultura se compondrá de métodos apropiados para hacer obedientes, máquinas guerreras y productoras. Tal sucede con Alemania, y tal sucede ahora en Italia y Rusia. En tal caso se evitará la compasión, la limosna, las relaciones de individuo a individuo. Caridad, religión, arte, ciencia, todo será social. Se producirán hombres educados según modelo único, como fabricaron ladrillos para la Catedral de Medellín.
Si la libertad y la anarquía son el fin de la vida, el gobierno y las escuelas, toda la cultura la consideraremos como medio para conseguir eso. Conseguir que cada ciudadano se auto-exprese cada vez más netamente.
Sexta
Complejo de la ilegitimidad
El hecho esencial es que Suramérica procede en todo con vergüenza. Es colonia. Abrid el librito de Historia de Colombia que usaban en las escuelas en 1936. Se lee: «Trátase ahora de saber por dónde vinieron a América los primitivos habitantes… Lo más probable es que hayan venido por el Estrecho de Behring, pues se hiela…», etc. Ahí está el complejo de la ilegitimidad. Tienen los suramericanos la individualidad tan apachurrada, que no pueden suponer que los europeos y asiáticos fueron de aquí. La misma razón hay para que hayan ido los americanos a poblar allá, que viceversa. Ninguna razón hay para afirmar lo uno o lo otro. Pero… nosotros mismos fuimos descubiertos, aparecimos a la civilización de cocina de Europa.
Todo pueblo sufre el complejo de ilegitimidad respecto de los que le precedieron en la manifestación de la individualidad: así, Europa respecto del Asia en cuanto a religión. El Paraíso dizque estuvo en Asia Menor. Los romanos respecto de los griegos, etc.
Pero este complejo es terrible en Suramérica. Nuestra individualidad está apachurrada, a causa de estos hechos:
1º.—En cuanto negros, somos esclavos, propiedad de europeos, fuimos prostituidos.
2º.—En cuanto indios, fuimos descubiertos, convertidos; discutieron «si teníamos alma»; rompieron nuestros dioses; nos prostituyeron moral, religiosa, científicamente.
3º.—En cuanto españoles, somos criollos, sin poder «probar la pureza de sangre».
4º.—Lo peor: que somos mezcla de las tres sangres; ocultamos como un pecado a nuestros ascendientes negros e indios. Somos seres que se avergüenzan de sus madres, o sea, los seres más despreciables que pueda haber en el mundo. En realidad, tal mezcla es un bien; pero en la conciencia tenemos la sensación de pecado. Vivimos, obramos, sentimos el complejo de la ilegitimidad.
Por eso el suramericano simula europeísmo; por eso es dilapidador, prometedor, incapaz: porque tiene vergüenza del negro y del indio.
Pregunto: ¿puede el suramericano vivir como europeo; competir con el europeo? No, porque es mulato. Su individualidad es mulata.
Mientras simule, será inferior. La grandeza nuestra llegará el día en que aceptemos con inocencia (orgullo) nuestro propio ser. El día en que, mediante la cultura practicada en esta Universidad, el grancolombiano manifieste su individualidad mulata desfachatadamente; ese día habrá algo nuevo en la Tierra, habrá un aporte nuevo al haber humano.
¿Quiénes son el señor Caro, Abadía Méndez, Pedro Claver Aguirre, Lucianito Restrepo, Federico Páez, Olayita y Alfonso López? Almas ilegítimas; mulatos dormidos, cuyas lenguas son movidas por libros europeos.
Las Universidades colombianas han dado ilegítimos; todos son como los diputados, ventosidades de marrano.
¡Qué tan ilegítima, que tan prostituida es Suramérica, que en su historia observamos períodos en que los pueblos han vivido pendientes de homúnculos tales como Federico Páez, Benavides, Olaya y Laureano Gómez!
Séptima
Trazar la biografía de personajes colombianos, tomados de la política, la guerra, el comercio y las industrias, las artes y las ciencias, haciendo resaltar en qué fueron personales. Por ejemplo, la silueta de don Dionisio Arango, jurisconsulto nuestro, genio del sentido común, alejado de erudiciones; contrario en todo a esos genios de las nalgas (capacidad de sentarse a copiar). Buscar individualidades en los personajes olvidados que abrieron y poblaron el Departamento de Caldas y las cordilleras que enmarcan el Valle del Cauca.
¿Literatos? De eso no tenemos sino a Carrasquilla.
La biografía de Córdova, como tipo de la juventud impetuosa y enamorada. Santander, como el hipócrita, el hombre inteligente que va por el camino más largo, por más seguro. Genio de la ley, es decir, que cubría con ésta todos sus actos, por monstruosos que fueran. Nariño, el revolucionario que cuenta sus proyectos; revolucionario de café, letrado, inofensivo. Nariño, como el hombre que todo lo cuenta.
Hacer penetrar al discípulo en la significación: mostrarle cómo el cubrirse con la ley, el miedo al camino recto y el contar las conspiraciones, los proyectos, los amores, son distintivos de Bogotá, y, por lo tanto, de nuestra política. Hacerle comprender cómo el hecho de contar todo y de cubrirse con la ley, explican la vida nacional: que no haya golpes de Estado; que se vendan en Bogotá pecheras (para tapar la mugre de la camisa); que usen, con el mismo fin, puños almidonados; que las rameras parezcan señoras… Es un hecho muy curioso éste, y se debe al general Santander: cuando uno llega, durante dos días, cree que no hay rameras, y luego… ¡pues hasta el Presidente!
Trazar la biografía de Clodomiro Ramírez, Esteban Jaramillo, Pepe Sierra, Arredondo, etc., y hacer comprender al discípulo cómo buscan dinero, comodidades, para ellos y para sus hijos. Sus conciencias no alcanzan siquiera a los nietos. De ahí que el antioqueño no sirva sino para abrir fincas, para conseguir dinero, y que no se pueda confiar en sus ideas políticas, religiosas, etc. Conciencia individual y orgánica. El antioqueño no es capaz sino de aquello que se refiera a él mismo, a su organismo. Hombre fondillón y carrielón, como el general Ospina.
Octava
Estudio acerca del antioqueño, para que el Rector de la Universidad Grancolombiana lo explique a sus discípulos.
Ciudad paradisíaca es Medellín, por clima, cielo y tierra, por la flora y la fauna, por sus noches y sus días, y por sus muchachas. En cuanto a humanidad, habita allí una gente rara, única que tiene personalidad en Suramérica.
Gente egoísta y áspera más que piedra quebrada; hombres de móviles primitivos, muy fuertes. Humanidad prometedora para el educador, pero desagradable en su estado actual de cultura. Hasta hoy ha vivido el medellinense bajo motivación netamente individualista: conseguir dinero para él; guardarlo para él; todo para él.
El medellinense tiene su lindero en sus calzones; el medellinense tiene los mojones de su conciencia en su almacén de la calle Colombia, en su mangada de El Poblado, en su cónyuge encerrada en la casa, como vaca lechera. Propietario celoso y duro que ofrece un trago de vino de consagrar al forastero, sólo cuando éste penetra a la Droguería, a comprar…
Llega el pobre forastero; pasa por la dicha calle Colombia; mira para la Droguería y sale de allí el hombre gordo, sonreído y meloso; lo abraza con ese modo cicatero que consiste en alargar el brazo y tocar apenas el hombro (abrazo antioqueño), y lo entra a la trastienda de la Droguería, en donde están los barriles en que viene el vino de consagrar y de embotellar, y le da una gota en un vaso cuyo fondo tiene briznas de paja de empaque… El forastero sale… sin dinero. Luego se encuentra al gordo en «el atrio de la catedral». Ya no lo saluda. El gordo de Medellín se va para la mangada de El Poblado; reza el rosario con mujer, hijos y cocineras, y, así, se queda también con el Cielo. ¡Gente verraca!
Y Medellín es toda Antioquia, y Antioquia fundó a Caldas y va llegando a Nariño.
Ni un solo hombre gordo se ha desencarnado aún. Pero lo único prometedor que tiene Suramérica es él, el antioqueño. Todas las fundaciones, sembrados, edificios, etc., que hay en Colombia, o son de él o de extranjeros.
Fáltale cultura al medellinense; es preciso elevarle la motivación. Debido a lo primitiva de ésta, Antioquia no ha dado un solo político que de veras influya en la formación nacional; ni un solo diplomático, nada, nada que tenga valor social. Los diarios medellinenses son los más tristes; parecen de aldea.
El medellinense está dominado en política, en toda labor social, por Bogotá. Parece un castigo a su avaricia. El tipo es don Pepe Sierra, genio del «conseguir plata para yo»; el tipo es don Esteban Jaramillo, genio del «llevarse la plata para yo» (2).
El hombre gordo ha inventado nombres: «el cementerio de los ricos» y «el cementerio de los pobres». Sólo en Medellín existen estos nombres. Lo primero que retira de su almacén el medellinense es con qué comprar «local en el cementerio de los ricos»; lo segundo es «para comprar manga en El Poblado» y lo tercero es para comprarles el Cielo a los Reverendos Padres… ¡Gente verraca!
En Manizales hay como cien mil medellinenses, más gordos que todos… y que han progresado en las motivaciones: ya dan plata para una Catedral, gordísima como su tierra. Caldas es tierra grasa. Las viejas y los viejos regalan sus joyas para hacer «la catedral más grande que la de Medellín»… ¿Será para conseguir el Cielo para yo y los hijos?
En Manizales, el nieto del medellinense importa al ingeniero Polty y a Papio, el alarife, para hacer «la catedral que tiene más cemento en el mundo»: cien mil guaduas, veinte mil eucaliptos, treinta santos de cemento, dos millones de kilos de alambre, etc.… Los jóvenes usan allá unos bastones nudosos y de cayado… Todos, en Medellín, en Manizales y en Armenia votan por Olaya o por Laureano; parece que Dios les negó libertad; los condenó a seguir conductores ajenos. ¿No servirá el hombre gordo sino para conseguir plata?
Motivación estéril. Motivación individualista. Gente que mata la vaca del vecino cuando muerde la yerba del cerco divisorio. Gente vengativa. Gentes que han construido habitaciones llenas de comodidades para su pobreza espiritual y que toleran la inmundicia de nuestros gobiernos.
Envigado, diciembre de 1935. Claraval.
———
(2) No se diga que nacieron en «pueblos». Todo gordo es de Medellín.
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Epílogo
Fui hasta Cali y soporté heroicamente la visión de esta Colombia. Pero fue terrible cosa. Al llegar encontré reunida la Asamblea y tuve que oír, a causa de las radios. Pedro Claver Aguirre, Fernández Botero, etc.; sus nombres, sus opiniones, el sonido de sus voces parecía que me asesinaban con puñales de asco. ¡Qué asquerosa es hoy mi patria! ¡Entre qué gente tan sucia me correspondió existir! Verdad es que gente así hay en todas partes, pero no son tan descarados. Estos animales parecidos al hombre, que habitan hoy en América, carecen de pudor. Estos animales parecidos al hombre únicamente en la perversidad, son un castigo para la Tierra.
Envigado, 1936.
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Panorama espiritual
del mundo
Los fenómenos que contemplamos son: desprestigio de la noción de libertad; muerte de tal sentimiento en los hombres; prestigio creciente de las dictaduras; desprestigio del individualismo y auge de la acción rebañega; está desprestigiada la soledad y grandes obras ruidosas se ejecutan por el rebaño.
El escritor es funcionario del rebaño: editorial anónima.
La fama es otorgada por el rebaño, bulliciosamente: propaganda de los grandes rotativos.
Ha desaparecido el hombre y ha sido sustituido con el gregario.
Arte, pensamiento, heroísmo solitarios no existen sino como en verdes oasis, recuerdos de tiempos viejos.
El mundo corre tras un libro, tras un nombre, tras un héroe cuando la radio, el periódico y la editorial llenan la Tierra con un bullicio de propaganda. Así es como se fabrica la gloria de un Lindbergh, de un Spengler, un Mussolini y un Hitler.
El hombre se ha hecho gregario y crea becerros para adorar.
Ha muerto el individuo que vivía en el monte.
Vivimos época oscura de barbarie en que el alma humana nada vale; tienen valor únicamente las sociedades.
Estamos bajo el imperio de la sociedad anónima.
¿Cómo llegó el mundo a tal estado?
¡Problema complejo! En primer lugar, tenemos que el acopio de datos, de observaciones (ciencia) es tan grande que nadie puede poseerlo. Luego, que el acopio de maquinaria es enorme. Después, que el hombre no se ha hecho más fuerte orgánicamente, ni más virtuoso (de vis, fuerza).
Los hombres griego y egipcio eran más varones que éste del año dos mil.
Tenemos que el acopio de riqueza exige la división del trabajo; ésta debilita al individuo y fortalece a la sociedad.
* * *
Nosotros los solitarios, los de la Universidad selvática, pertenecemos más bien al Renacimiento.
El amor a la libertad, al ágil pensamiento en medio de la naturaleza, entre el Sol; ese apego a su libertad entre la multitud, ese no comprometerse, no agruparse, ese apellidarse «hijo del padre Sol y de la Tierra madre», ese no tener más patria que los cielos, es propio de épocas de ruidos musicales. Decididamente, los celícolas somos inactuales.
* * *
Hay tres modos de vivir hoy: como gregario, obrero de la gran maquinaria; como gerente (dictador, ídolo creado por el rebaño), y como solitario. Esto último exige creencia en los cielos.
* * *
El descubrimiento hecho por el doctor Francisco Antón Mesmer en el siglo XVIII, del llamado magnetismo animal, fue un factor poderoso para la muerte de los sentimientos de verdad, justicia y libertad.
Efectivamente, desde entonces se principió a estudiar lo que llaman poder psíquico, sugestión y autosugestión.
Con Schopenhauer se importaron los grandes conocimientos que a este respecto poseían los hindúes en sus escuelas y sectas esotéricas. El mundo como voluntad y representación fue verdadera revolución en Europa cristiana. «El mundo es voluntad, es representación». Esto quiere decir que la verdad es creación, apariencia.
Viene luego Nietzsche y penetra hondamente en el subconsciente; descubre que el hombre es el creador de la Ley. Exclama, enloquecido, deslumbrado: «¿Por qué estoy tan solo? Llevo en mis espaldas el cadáver de Dios… ¿Por qué soy todo luz?».
Siguen Freud y Einstein, por idéntico camino, ahondando la mina que conduce a la muerte del hombre, pues éste no puede vivir sin Dios. «Yo soy tu perro, Señor, pero ¿cúyo perro eres tú, Señor?». Todo ser necesita de un Hacedor, o muere.
De tales maestros ha sido sacada toda la literatura estimulante de los siglos XIX y XX. Sus afirmaciones son:
El hombre puede dominar y dominarse, sugestionar y autosugestionarse; nada es imposible para el hombre; puede crear la verdad.
Tales doctrinas, unidas al acopio de riquezas y de datos científicos, produjeron en la masa humana la muerte de los sentimientos de libertad, justicia, derecho y verdad; produjeron el nacimiento de los sentimientos de dominio, poder y conquista.
Aparecieron, en consecuencia, los dictadores; este nombre perdió el oprobio que antes lo cubría.
Nació el gusto por las biografías de los hombres fuertes.
Nacieron ciencias nuevas: la de anunciar (sugestión); la de organizar empresas (dominio); la sociología (explicación de la historia según las leyes recién descubiertas). Todas ellas son ramas de la psicología nueva.
* * *
La muerte de la libertad es un hecho cumplido hoy. Sindicatos, sociedades anónimas, etc. Todo, riqueza, honores, arte, ciencia, está dominado por la sociedad anónima.
Hasta 1918 hubo algún pudor. Los dictadores negaban serlo; los pueblos se creían ofendidos cuando se decía de ellos que carecían de libertad. Para las guerras se inventaban «motivos justos».
* * *
La muerte de la libertad está consumada. Su cadáver ya hiede.
Los pueblos se enorgullecen de sus dictadores; los tiranos se ufanan; los pueblos se glorían de no cumplir los tratados; los individuos, de ser rebaño sindical, rebaño patrio, etc.
Mussolini dice ante el aplauso universal: «Necesitamos a Etiopía; bombardeemos a Etiopía». El que gobierna al espíritu en nombre de Cristo aplaude a Mussolini; el descendiente de Pedro está aliado a Poncio Pilatos.
El gerente es un hipnotizador; el subgerente es otro; el cajero lo es, y así en escala descendente… ¡Ay del pueblo inerme y ay del hombre que ame a Dios!
* * *
¿Podrá América salvar la civilización, salvar al espíritu de libertad y de mesura? De esta cita que nos ha hecho el presidente Franklin D. Roosevelt, vocero de la herencia bolivariana, ¿saldrá el Tribunal de justicia americana? ¿Podremos evitar el ser arrastrados por Europa ensoberbecida y demente? ¿Será posible, con tanta sugestión que nos viene de allá, por la radio, el libro y las ondas emotivas? Los pueblos suramericanos, tan infantiles, tan inocentes, tan sin fondo, ¿estarán a la altura de su deber?
Sólo podremos invocar aquí al Dios de Colombia, a aquél que armó el brazo y fortaleció el corazón de Simón Bolívar…
* * *
El deber de la Conferencia Americana en Buenos Aires es, en primer lugar, asegurar al continente de la amenaza en que vive desde el atentado contra Etiopía. ¿Por qué no a Colombia, a Venezuela o al Ecuador? ¿Qué diferencia tienen con Etiopía? Si la tierra conquistable se acabó en África, y cada día caben menos en Europa, ¿por qué no a Colombia?
Gran deber de Estados Unidos es hablarles claramente a estos pueblos inocentes de Latinoamérica; explicarles cómo están atentando contra el porvenir del continente todo, al permitir la inmigración de amarillos, al guerrear entre sí, y al no reglamentar científica y uniformemente, mediante la creación de un Instituto biológico, la inmigración europea. Creemos, casi estamos seguros, que el problema de la inmigración japonesa, en grupos silenciosos, a lo largo de la costa pacífica, en Perú, Ecuador y Colombia, ha sido el móvil principal para esta convocatoria americana a Buenos Aires.
* * *
Pero, ¡somos tan inocentes! Ya hablan en Suramérica de levantar las sanciones impuestas a Italia por su inicuo atentado. Estos pueblos púberes marchan a su ruina, inconscientemente.
Envigado, abril 15 de 1936.
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Pensamientos genoveses
En los días anteriores gocé con el pensamiento de que el vestido adquiere la forma del hombre, con sus torceduras, ansias, afanes. Casi siempre las sirvientas tienen el zapato torcido.
* * *
Gocé contemplando a una señora delgada que paseaba dos perritos blancos en un parque, cogidos con cadenita bifurcada: se detenían a mear; olían y meaban a chorritos. Los canes paladean este acto. La señora se dejaba llevar de aquí para allá, en busca de troncos de árboles, solícita, paciente: ¡si así quisieran a marido e hijos! Me acordé de José Luis Arango, un día en que esperábamos a Juan Evangelista Martínez, profesor nuestro de Derecho Penal, que me dijo que había leído que era preciso mear meditando en que eliminábamos toxinas; que así adquiríamos magnetismo…
Otra cosa en que pensé fue que el hombre no puede ser libre: si lo es, busca perros para amos… El hombre común tiende a la esclavitud.
* * *
Hay muchos gatos en Génova. Muchas gatas preñadas.
* * *
Hay mucha gente, 42 millones, en Italia. Por eso no hay amistades, ni amor familiar. Hay odio mutuo de competidores. ¡Y dicen que a nosotros nos hace falta inmigración! Lo que falta es orden.
* * *
Sólo la compañía de Aquél es buena; toda otra es dolorosa; en todo buscamos la belleza, el bien, aun en el delito: éste es una sima a que se llega por los hábitos malos.
Todos dicen que soy como un niño. En verdad, no puedo obrar sino como eso; mi actitud, mis modales e intenciones son de niño. Al escribir soy áspero. ¿Qué significa esto?
* * *
En las librerías siento repugnancia invencible por los libros; me llama mi propia alma.
No me atrae ninguna obra, sino el supremo egoísmo de trabajar sobre mí mismo para abandonar el mundo. ¿Ser presidente? ¡Nada! ¿Ser rey? No. ¿Sabio? No. ¿Qué, pues? Es una intranquilidad constante, un amor constante por mí mismo, más allá de mi cuerpo y de los seres. Así: hay para leer en ti. Tú eres lo importante, pequeño dios apasionado.
* * *
Recibí carta de Alberto y me entristecí: yo estoy bajo; estoy más bajo que antes. ¿Dónde fue que equivoqué el camino?
* * *
«Cómpreme un reloj»: esto me entristeció.
* * *
Los ojos verdes de este gatazo negro que se asolea en Vía Malta, a la vuelta de mi apartamento de Vía Doménico Fiasella, 10-2, me producen incitamiento vital. Me hacen pensar: ¡qué bueno asimilar energía y producirla luego en formas y actos bellos! ¡Eso es posible! Lo que más me ha conmovido en Génova es este gato, por sus ojazos.
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Mientras pienso, me parece muy agradable escribir mis pensamientos, y apenas estoy escribiéndolos no gozo sino que me dan asco y siento desprecio por ellos. El pensamiento se hizo para realizarlo; escribir es actividad inferior a la acción.
«¡Alma mía, levántate!», y al tiempo de pensar esto, todo mi organismo se conmueve como al reprimir las riendas del caballo cuando cae. Y no sé si por agotamiento o por virtud de estas prácticas, me voy apaciguando.
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Se fue Berenguela para Roma. Estoy solo en el apartamento. Es una soledad tentadora. Puede este mes serme más valioso que la Universidad. Voy a ver qué valor tiene mi alma, pues está asustada en este silencio de todas las posibilidades.
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Silencio. ¡Cuán bello el silencio! Pero hay que aquietar este mundo interior. Hay muchos que gritan ahí dentro. El silencio es una conquista.
No es el ruido externo el que nos aturde; es el grito de las pasiones. Conquistado el silencio ¿qué importan los lloros infantiles y el fracaso humano?
No es aislarse; es desprenderse; el silencio no es un don sino un fruto difícil. Este silencio físico es apenas medio propincuo para acallar la propia algarabía. Tengo una amiga, Mater ejus, la madre de Jesús, Cristo, cuyo recuerdo me ayudará. ¿Qué me ha sido imposible espiritualmente al invocarla?
¡Silencio, pues, hijo de Daniel y Pastora, padre de Álvaro, Ramiro, Fernando y Simón! ¡No ves! Puedes entregarte a las pasiones: nadie lo sabrá; nadie te contiene. Pero ¿serás digno del silencio?
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Conversé con el viejo Sega acerca del fenómeno del espíritu y de la carne. Ambos estamos atrancados en el camino. Voy a invocar a mis mayores, fervorosamente:
¡Ven en mi ayuda, Señora María! Que el anhelo haga tensos mis músculos como el acero rellena la vaina; que a mis ojos se asome el anhelo como al cráter la lava hirviente, y que se derrame en mis miradas porque no cabe.
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Caminar al sol tibio primaveral después del baño matutino, por las aceras en donde cae el sol; mirar al cielo y al horizonte mediterráneo; pensar en fructificar, en dar. Si pienso en recibir, me enfermo; si miro suplicantemente ansioso, me empobrezco. Estar listo a cada segundo para ser útil, es la fuente de alegría que hallo en Génova, ciudad de gatas preñadas.
Ahora, a las 5 de la tarde, comencé a vivir noblemente: controlaré lo más que pueda todas mis actividades, para ir adquiriendo voluntad que sea como lava que se asoma al cráter.
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Hoy ha sido para mí el día del milagro, porque mi amiga, la hermosa que come conmigo en el restaurante, me mostró la pierna y se me ofreció y yo estuve controlado. En premio, fui a comer un plato de fritato pesce mixto… Esta mi casa la dediqué a la belleza, tensa como el arco. Estoy listo. Le di al ciego del acordeón de la esquina Maragliano, una lira. Creo que estos pequeños dones son una fiesta y nos salvan; son pequeños desprendimientos, pequeños movimientos anímicos… ¡Trasmuté el placer de aquellas hermosas piernas!
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1°—No exigir nada; no tenemos derecho a lo que no se nos entrega.
2°—No pedir, pues nada se da.
3°—Estar conformes, porque tenemos lo que la Ley dispone.
4°—No preocuparnos, pues la Ley es inmutable.
5°—Vivir abrasados en amor por esta maravilla que es existir. ¡Medítese bien! ¡Existir! ¡Ser un centro del Universo! Es que la gente no se da cuenta, no actualiza este hecho esencial.
6°—Hacer bien y causar la mayor alegría a todos los que penetran en nuestro campo; aquellos seres con quienes nos habíamos unido para el mal, desde el instante de tomar estas decisiones trascendentales, los arrollamos en nuestro bien. ¡Es tan bella la vida!
En fin, hoy 22 de abril de 1932, en mi primera primavera europea, en las vísperas de mis 38 años, soy un ser nuevo, feliz.
¡Señora! ¿Cómo fue, cómo fue el milagro?
Anoche, un niño, de rodillas, algo te pidió…
«Al que llama se le abrirá»… ¿Cómo fue, Señora?
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La gente no realiza el hecho maravilloso de existir. (No hace consciente tal hecho).
¿Quién puede ya destruirnos? Nadie puede deshacer la obra; nadie puede apagar la llama. ¡Nadie puede! Somos centros. Todo es centro de la eternidad, de la infinitud.
Quiero hacerte bien, muchacha de las piernas… ¡Hazle bien, Señora!
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Ahora te vuelvo a necesitar, Mater ejus, porque estoy muy tentado; ella quiere venir a dormir aquí… ¿Por qué no has de asistirme dos veces, puesto que la alegría debe ser para siempre? En esta víspera de mis 38 años hace frío y tentación: ella, en el almuerzo, me tentaba, me dominaba. ¿Por qué no llevo conmigo las cautelas de mi padre Ignacio: primera, no tocar; segunda, no mirar…? Pero… ¡yo amo la tentación! En ella está el arte, la euforia. Yo moriría, si no mirara, y no tocara y no oyera a las muchachas. Dame, Señor, una ley nueva; haz excepción conmigo, así: que pueda abandonar las cautelas de mi padre Ignacio, y que no me acueste. Es lo que odio: acostarme con ellas, y esta mi amiga florentina quiere venir a dormir aquí, a esta soledad…
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24 de abril de 1932.—Cumplo 38 años. Vino; le regalé mi moneda de cinco dólares; me invitaba a cine; alzó algo las faldas y bailó por el consulado, sobre los folletos colombianos… Resistí; la llevé hasta la entrada del cine. «Sei stupido», me dijo. Estaba irresistible. Pues he llegado a la sabiduría, apenas hoy, hoy al amanecer, a través de múltiples desgarraduras. Estoy resuelto a cumplir la voluntad divina manifiesta en mi conciencia. Soy viejo ya. Nada he hecho, pero lo haré. Oiré el tiempo que pasa, escuchándolo; apreciaré como fenómenos a estas muchachas, a las estatuas y los libros. ¡Firme hasta la muerte! Declaro cancelada mi juventud.
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Las nueve y media de la noche.—Transcurrió noblemente el primer día de mi año treinta y nueve.
Cumplí el deber de amor con mis hijos Álvaro, Ramiro y Pilar. Los dos primeros salieron del Convitto Nazionale y estuvieron seis horas en unión con mi espíritu.
He llorado. Se me han humedecido los ojos de tristeza por mi vida pasada.
Vi con mis hijos, en el Cine Vernazza, «La emperatriz de Austria, mujer de Francisco José». Esa vida noblemente triste y trágica, me conmovió.
Vida es belleza y el hombre es inmundo: tal es el drama que humedece mis ojos.
Quiero ser bello, celeste.
Ansío purificarme de mis 38 años indignos, y lo ansío hasta con locura.
Mater ejus: haz que mi estado de espíritu perdure hasta la muerte; te pido la gracia de amar la divinidad manifestada, de tocarla, olerla, verla y oírla. Líbrame de las cautelas de mi padre Ignacio.
Abril 30 de 1932.—¡Un triunfo! Por fin un triunfo heroico sobre mí mismo. Hoy me considero sobre mí mismo.
La belleza es lo que buscamos todos, aun el perverso y la ramera; todos vamos en busca de la belleza, por caminos torcidos; en el más atroz delito, a ella se persigue. El hombre es siempre atraído por ella, centro de gravedad.
¡Áureo 30 de abril de 1932!
Si debe uno señalar los días, éste lo merece. No soy inteligente ni tengo memoria, ni voluntad, ni rapidez de concepción, pero soy de los hombres más enamorados de la belleza.
Ojo: 30 de abril de 1932.
Pero, ¿por qué? Porque me he vencido, sin «las cautelas»; porque he amado su belleza, su forma, la luz de sus ojos; la mujer más bella de Italia, 19 años, animal irresistible, se acurrucaba a mi lado en el cine; habíamos comido juntos; y la dejé allá, suplicante, y me vine a dormir solo, ¡Evviva, evviva, que he triunfado sin las cautelas!
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La tierra, el humus, el pantano, la basura sirven para que aparezca la planta, la flor y el fruto. Así, los hombres son todo eso respecto del sabio.
Todas las mujeres bellas se hicieron para que de su extracto apareciera una Gioconda.
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Hay un día en que aparece la vocación y si no obedecemos, viviremos en tinieblas.
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El hombre debe apaciguarse, no dejarse poseer de alegría o dolor.
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Todas las maldades y bondades se ejecutan en busca de lo bello.
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Es error la busca del amor. El que recibe no da; el que es buscado no se encuentra ni entrega. Los amores buenos nos llegan como milagros.
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Mi triunfo de anteayer fue demasiado brusco, vistoso. Los mejores son imperceptibles, así como el gran acróbata parece natural, fácil.
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Sólo por instantes nos sentimos ángeles. Casi siempre somos perversos.
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No buscar satisfacción sino en la conciencia más alta en el instante que se vive; la de ahora será baja respecto de la de luego: tal es el camino del heroísmo. De ahí mi goce en los parques situados en montículos a cuya cima se trepa por círculos concéntricos, así como éste en donde escribo, Villeta di Negro. Una desnudez y ausencia de necesidades en el último centro del parque…
Por ejemplo, si me hubiera acostado con mi muchacha del restaurante de Plaza Ferrari, mañana iría con dos; luego con todas, cada vez más habituado. Si hoy renuncio a una mirada suya, mañana podré a un beso y luego a Cleopatra, fácilmente. Y cada vez me exigirá mi espíritu renunciamientos: porque somos entre dos caminos, el que hunde en las apariencias, cada vez más, y el que sube cada vez a mayor soledad en Dios. Aquí no tienen paz ni el sabio ni el perverso. Es inquietud de viajeros.
Bebo alcohol: me habitúo.
No bebo: menos hábito.
El hábito es consecuencia del uso y causa de la necesidad. El no habituado, es libre. Hasta comer es hábito. Con diez liras diariamente viviría aquí.
El que busca los triunfos es vicioso del triunfo.
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Después de un día airado, invité al viejo Sega a beber café. Hace días que estoy airado con él. Allá me dijo: «¡Ayer estuve tan triste! No sé; yo que siempre he sido alegre, tenía hasta ganas de llorar». Esto lo relacioné con mi actitud y con mi resolución de rebajarle el sueldo, y me enterneció y me alivió del desespero en que he vivido hoy.
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En toda gran caridad, obra caritativa, hay amor oculto, disfrazado. Así, algunos son engañados por su amor que se disfraza de caridad; pero quiere decir que es amor bello en sus manifestaciones. Las mujeres de las obras de caridad son aquéllas que no se acuestan: sublimación del sexo. Las viudas, por eso, se refugian en la caridad.
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Todos van por las avenidas de todas las ciudades europeas en busca del amor, del bien y de la belleza, equivocadamente. Quien busca fuera de sí mismo, se engaña. Ningún mayor bien que la sinceridad y la posesión de sí mismo, sometiendo a mesura y a razón los impulsos: porque eso somos, impulso hacia Dios, impulso que se desvía, cuando sale de la razón.
Pasión y un poco de razón allá dentro: he ahí al hombre.
Razón que rodea a la pasión: el Santo.
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Mirándolo bien, en este estado de conciencia en que me hallo, todos los hombres me parecen como buscadores de la felicidad, ansiosos equivocados, tropezadores. La muchacha que come conmigo en el restaurante, al lado de Garibaldi, me tiene embriagado. Es día de tentación fuerte; la toco, la veo, la oigo; hasta hoy he vencido sin «las cautelas» de mi padre Ignacio. No me he acostado con ella en mi soledad… Anoche me contó su vida en un teatrico de variedades; me punzaba con sus pechos resistentes como el caucho crudo y yo meditaba en la belleza de la victoria.
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Tan poderoso es «el genio de la especie», que nos hace posible besar, abrazar y poseer un cuerpo humano: esto se me ocurrió hoy, cuando me dediqué a meditar, mirando hombres, en el asco de tocarlos. ¡Pues son iguales los cuerpos femeninos!, pero «el genio de la especie»…
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Primer día: El cónsul de Colombia, en el restaurante, solo, tentado por las posibilidades de la soledad absoluta. La muchacha al frente, en la mesita del frente, sola, irresistible animal de 19 años. Miradas, inquietud por «las cautelas» del Padre Ignacio. Uova al tegame. Sonrisas.
Segundo día.—Comen juntos. Ella domina al Cónsul: come con mayor desfachatez; ordena a los mozos con imperio agradable. Cuando come las lechugas desfachatadamente, el Cónsul queda anonadado. Éste paga y salen juntos.
Tercer día.—Salen del restaurante. El Cónsul parece un perrillo que quisiera ser un dios griego y cristiano. Ella juega en la mesa de una fiesta de caridad; el Cónsul pasa las liras. El hombre tropical está anonadado por esta heredera de las maneras imperiales de un pueblo muy viejo…
Cuarto día.—Ella lo tienta. Quiere dormir con él en la soledad, sobre los folletos inmundos de Olaya Herrera. Alza la falda y baila sobre facturas y folletos, graciosamente. El Cónsul se acuerda de «La Moza», la ramera de su Envigado; se acuerda de Cipriano; se acuerda de «La Coja», cabe las tapias del cementerio envigadeño, sobre la tumba del suicida Burgos, y la despide… Le regala la moneda de cinco pesos, que tenía como amuleto, porque ella quiere tener el retrato de Bolívar… ¿Resistirá el Cónsul, para vengarse de su inferioridad, para vengarse de un pueblo viejo que tiene maneras imperiales, o por virtud?
Es una novela agradable, pero que no tendrá fin.
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La fortaleza consiste en la verdad, y ésta, en atender a la razón a cada instante.
Si te contrarías en tus satisfacciones inmediatas al ejecutar un acto, señal es de que es bueno. No digas que satisface la bondad, pues ésta satisface después de hecha. Durante ella puede haber auroras de satisfacción nada más.
Todos estos pensamientos ¿serán venganza contra la muchacha, contra el pueblo de maneras imperiales, heredero de la cultura de los Poncios Pilatos? ¿Serán sofismas vengativos de un tropical, por carecer de la desfachatez para ordenar a un mozo que traiga unas lechugas?
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Si un ser me engaña y sufro por ello, señal es de que estaba apegado a él: cosa irracional.
Hoy, la muchacha entró con otro, más fuerte que yo, más capaz que yo; me sonreía de lejos.
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El que me engañare, ningún mal ni bien me hace; se lo hace a sí mismo.
(Ahora, al copiar esto, creo percibir aquí el despecho. Luego estaba apasionado. Ahora comprendo que no había tal virtud; que sin «las cautelas», la misma resistencia a acostarse es un vicio. En Génova, con esta florentina cuyo nombre debo tener por ahí, pequé más resistiendo que acostándome: de la mezcla que hice entre el dios griego y el cristiano no podían salir sino los pecados de la soberbia y la hipocresía).
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Se debe ser racional aun con la razón y la virtud. No exagerar. Hay el vicio de la virtud, el de la fortaleza, el de la honradez, el del valor; cosas feas son ésas. Por ejemplo, Italia sufre el vicio de la fortaleza; carece de mesura en sus esfuerzos, en su patriotismo, que es patriotería. Mussolini es desagradable, mole de mal gusto. Por ejemplo, en las esquinas, en todas las esquinas se lee: Inneggiare al Duce. Il Duce, autore della grandezza d’Italia, etc., etc.
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El que busca la bondad fuera de sí mismo es vicioso y no encuentra sino vicio.
Antes de pretender convertir a otros, conviértete.
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Hay algunos que buscan ejecutar actos heroicos de bondad: son viciosos.
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Lo único difícil es la constancia en la bondad oscura y sin llamaradas. Ser un pequeño héroe: he ahí lo difícil. Los verdaderos santos no los conoce el mundo. Lo demás es vicio fácil; acto heroico y rápido, presenciado, es vicio fácil.
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El que busca meterse en el alma ajena y modificarla es vicioso.
(Hoy, abril de 1936, al sacar en limpio estos pensamientos, comprendo que toda esta teoría sobre la virtud nació de aquella muchacha del restaurante Ferrari. Todo nace de la mujer, hasta el ascetismo. Un pensador experimentado busca siempre los orígenes de toda filosofía, convencido de que se trata siempre de sublimaciones del amor, el hambre y el miedo. Seamos claros: resistí a esa muchacha, cuyo nombre no he podido encontrar en mi memoria, por un paladeo artístico de la sensualidad, pues así me educaron los jesuitas; quise dominarla y convertirla, y cuando ella se fue a los baños de mar con el joven más fuerte que yo…, pues escribí los pensamientos acerca de la virtud…).
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Estoy disgustado en absoluto. Pero en verdad que por aquí estoy aprendiendo mucho.
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No pienso, luego existo. Pues sólo así soy dueño de mí, individuo. Las ideas obsesivas tienden a realizarse en movimiento acelerado. Mientras más te des al mundo, menos te abandonará el pensamiento; aun en el sueño te atormentará; y algún día sentirás el hastío de ti mismo; desesperado, querrás cambiar de vestidos, de lugar, de personas, pero tu pensamiento, tu creación no te abandonará. Esta es la regla: no pienso, luego existo.
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Todos somos ansiosos de amor y de belleza, y, por eso, equivocados, prostitutos.
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¡Nada como Dios!
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Dios es la vida: el calor, el frío, las flores, el agua, etc. Es el amor, el sentimiento. Pero estas cosas revelan a Dios, no son Él.
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Escojo conocimiento.
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Es necesario saber dominarse. Cuesta más esto que todo, imperios, gloria humana… Tic…, tic…, tic… ¡Apariencias, sombras chinescas!
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Sólo el que sabe olvidar puede ser sabio y poseerse a sí mismo.
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Mi voz fue oída desde hace tiempos: «Escojo conocimiento».
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¡Deja las puertas abiertas! ¡Nada busques! Recibe todo lo que llegare, el bien, y también el mal, transformándolo.
Nada mejor que la ausencia del deseo incontrolado, o sea, egoísta.
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La mujer es más bella porque no es perseguidora.
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Uno de los mayores bienes es la soledad, pero huimos de ella; el que no tiene hijos busca perros y gatos; el que no tiene necesidades se las crea. Bello es el impulso del hombre; esencialmente es hacia la plenitud, pero todos vamos por caminos torcidos. Algo hay misterioso en esa historia del pecado original.
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Muchos tropiezos tienen los idealistas, porque obran suponiendo que hay algo tras las apariencias.
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He recibido ofensa grave. ¡¡Paciencia!! Esto aprendí hoy.
(Se repite en mi mente el drama imbécil, al copiar estos pensamientos hoy, abril de 1936.
Ahí reveo al Cónsul suramericano, comiendo lechugas, solo en su mesa, esperando vanamente a la que deseó dominar, llamando esto, en términos del Padre Ignacio, convertir. Como el dominado era él; como estaba cometiendo gravísimo pecado de deleite sensual, de ahí la algarabía de los pensamientos anteriores acerca de no meterse en otras almas, la soledad y otras cosas de «La Compañía».
Reveo al consulito. Pidió vino… Salió semiembriagado, solo, metido en su balandrán, por la calle Veinte de Septiembre, pensando en la maldad europea, atisbando recogecabos, para criticarlos; atisbando mujeres hermosas para insultarlas mentalmente… Un verdadero jesuita soltado era ese consulito, jesuita que renegó de «las cautelas» del Padre Ignacio, que siempre deben llevarse en el bolsillo, a saber: no tocar; no mirar a las mujeres; doblegar los sentidos.
La muchacha florentina no quiso convertirse, es decir, dejar que un suramericano perverso esclavizara sus piernas elásticas de 19 años, sus pechos puntudos y su alegría de vivir. La soberbia de este jesuita lo arrastraba a criticar a toda Europa, a la primavera, porque ella no se convirtió por el hecho de que él no quiso acostarse y le regaló la moneda con el retrato de «ese Bolívar».
Reveo a este cónsul-jesuita-soltado: llueve; marcha por la vía Veinte de Septiembre; subiendo las escalas que conducen a las callejuelas de la parte alta sobre el puerto, divisa en la penumbra a una muchacha alta y fuerte, morena, que le sonríe; sube las escalas tras ella, la alcanza y vuelven juntos; entran a una tienda, compran un pollastre asado y vino y se van a la soledad; él cree que la lleva a convertir; ella habla apenas un dialecto…
Así es como este cónsul-jesuita escribe al día siguiente, antes de partir para Milán, los pensamientos que siguen).
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La maldad europea es asombrosa. Nada humano de valor hay en Italia.
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Puede el hombre no pensar en aquello que le desagrada. Esto se llama facultad de olvido; como todas, puede aumentarse con las disciplinas; tal facultad es la fuente de la beatitud, porque permite no tener en el campo consciente sino las imágenes predilectas. He olvidado lo que me perjudica, lo que me hace sufrir. ¿Se debe pensar, por ejemplo, en la muerte? No, porque agota.
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Cometer error que dure toda la vida es trágico; pero debemos bregar por mitigar las consecuencias: es el único remedio.
A veces, entre dos seres hay tanta diferencia que todo se lo dañan mutuamente, hasta el Cielo.
(Nótese bien la cantidad de remordimiento y de sofismas curativos que hay en estos pensamientos. Medítese y se verá que toda filosofía es terapéutica).
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Esta barbiche italiana es la cochinería mayor que tiene la humanidad. Italia empalaga. No aman a los niños; son capaces de asesinarles. Todo es hiriente; la literatura de los portales y pilastras, ésa de los carteles, cuando viene Starace o cuando se llevan los huesos de la Anita Garibaldi, es igual de ofensiva a los artículos de El Tiempo. «Pasa la gloria e pasa la salma e il ricordo d’Anita Garibaldi verso la gloria del Janicolo per volontá del Duce e consenso del popolo», etc. «Camerate di tutte le arme, camice rosse, camice nere, gloriosi», etc. «L’Italia di Garibaldi nella sua», etc., etc.
Llevé a Fernandito al arenal del parque Acquasola y se les acercó a jugar a dos niños más grandes, mujer y hombre, y lo amenazaron, le tiraron arena, con ira y odio. Este pueblo es indigno de estimación. Es malo, deforme; los hombres tienen las nalgas muy abajo, las caras como de viciosos solitarios, alargadas, y el pelo largo, y para peinarse echan de un golpe la cabeza para atrás, para arrojar las melenas: es movimiento atroz de pésimo gusto.
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No se ha oído que un italiano haya ejecutado hazañas en la soledad; siempre en grey; de ahí el fascio.
Nota.—Ahí tienen los lectores amigos de la psicología el origen de los juicios humanos: las piernas de una muchacha; las heridas causadas por una muchacha eufórica a un seudo-jesuita que quiso convertirla, por soberbia.
Ahí tienen los moralistas la evidencia de que el hombre no puede librarse de la mujer sino en apariencia y mediante «las cautelas» de mi padre Ignacio. El que mire, el que toque, el que huela y oiga caerá en el pecado de la deshonestidad, para el cual está prometido por Juan un lago de fuego —gehenna ignis— y por Lucas un lugar de tinieblas, locus tenebrarum.
Quien desee salvarse y no verse por las escalinatas que hay en la vía Veinte de Septiembre, échese al bolsillo «las cautelas».
Génova, mayo de 1932.
Notas puestas en Envigado, en abril de 1936.
Fuente:
Los negroides. Medellín, Fondo Editorial Universidad Eafit – Corporación Otraparte, sexta edición, febrero de 2014.
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Ultima revisión en marzo 25 de 2018