Casa Museo Otraparte
Y fueron llegando los objetos: la reja forjada a mano, de la casa de la moneda. La banca de la iglesia de Cartago. La fuente del antiguo parque de Caldas. Las lámparas que fueron de la capilla de Envigado. El capitel en forma de sátiro y el arcón, que una carabela perdió en el golfo, camino de Santa María. Y los tiempos no arreciaban. Le entraron ganas de irse de aquí. De marcharse a otra parte. Primero la intención fue ir a Chile. Luego a México. Por último la decisión de quedarse definitivamente en Envigado, viviendo aislado en la nueva casa, pero cerquita a la plaza donde tomar tinto, chismografiar y ver las muchachas. Desde entonces la casa se llamó “Otraparte” y Fernando empezó a sembrar los árboles definitivos. El cedro vecino del algarrobo. Los cipreses paralelos. El pomo, el guamo, el madroño. Dejó crecer los guayabos a su arbitrio. Y en abril la casa era inundada por el aroma de las flores bicolores de los francesinos.
Juan Luis Mejía