Casa Museo Otraparte
Fotografía por Oliver Ehmig
Cuando yo lo visitaba, subía a su alcoba donde escribía, sentado en una sillita chiquita, con la máquina de escribir sobre una silla de tamaño normal. Las rodillas le llegaban hasta el pecho, y yo le pregunté por qué tenía una sillita que era chiquita, como para mí (5 años). Me dijo que así le gustaba escribir. La sillita, de ésas que colgaban fuera de los almacenes en la Plaza de Envigado, era el símbolo del puente espiritual que nos unía.
Mary Jo Smith