Conferencia
La revolución
copernicana
—Octubre 19 de 2017—
Nicolás Copérnico
(1473 – 1543)
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Juan David Ramírez López es ingeniero civil del Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid con estudios en Ciencias de la Tierra y el Espacio, entre otros. Es miembro de la Organización Scalibur para el Estudio de la Astronomía y la Divulgación Científica de la Unión Astronómica Internacional y miembro correspondiente para Colombia del Instituto de Astrofísica de Canarias y su programa “Odisea en el espacio-tiempo”. Ha sido asesor externo del Planetario de Medellín y actualmente forma parte de los proyectos Red Mónica de la Universidad de Antioquia y el Observatorio de Alta Montaña del Aburrá Sur.
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Juan David Ramírez López
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“Julio 6.—Las tres de la tarde. Al ir en automóvil a efectuar un embargo, encontré unos ojos femeninos que cruzaron con los míos. Gran emoción. ¿Qué se dijeron? ¿Qué se dicen los ojos que se cruzan para alejarse? ¿Qué se dicen los astros que se cruzan las órbitas? Sólo sé que de la intensa emoción de aquellos ojos he quedado débil, olvidado del ruido arterial y me parece que floto en los espacios interplanetarios”.
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Introducción
Por Juan David Ramírez López
Nicolás Copérnico (1473 – 1543) fue un distinguido eclesiástico y humanista polaco. Estudió Derecho y Medicina en Italia, fue consejero de su gobierno y el papa León X solicitó su ayuda para la reforma del calendario. Durante al menos veinte años se dedicó a desarrollar y estudiar lo que hoy la teoría moderna sostiene: que la descripción de la naturaleza debe ser simple. ¿Por qué eran tan complicadas las órbitas de los planetas? Porque, pensaba, las observamos desde el sitio en que nos encontramos: la Tierra. Al igual que los pioneros de la perspectiva, Copérnico se preguntó: ¿por qué no mirarlas desde otro lugar? Existían razones renacentistas de peso, más emocionales que intelectuales, que le hicieron elegir el dorado Sol como el otro lugar.
El heliocentrista más consumado después de Aristarco de Samos mostró sus primeros atisbos de la teoría en un corto tratado llamado Commentariolus, un breve esbozo de sus hipótesis acerca de los movimientos celestes donde enumera siete axiomas que, expresados en lenguaje moderno, dicen:
1. No todos los cuerpos celestes se mueven alrededor del mismo centro.
2. La Tierra no es el centro del universo, solamente de la órbita de la Luna y de la “gravedad” terrestre.
3. El Sol es el centro del sistema planetario y en consecuencia del universo.
4. Comparada con la distancia a las estrellas fijas, la distancia de la Tierra al Sol es enormemente pequeña.
5. La revolución diaria aparente del firmamento se debe a que la Tierra rota sobre su propio eje.
6. El movimiento anual aparente del Sol se debe a que la Tierra, como los demás planetas, gira en torno a éste.
7. Las “estaciones y retrogradaciones” aparentes de los planetas son atribuibles a la misma causa.
En 1543, año de la muerte de Copérnico, el predicador luterano Andreas Osiander, quien había asumido la tarea de supervisar la edición, publicó el que sería el libro más impactante de la época y que transformó la manera de comprender el universo, escrito por el sabio polaco durante cinco años y cuyo título hace justicia a su propósito: De Revolutionibus Orbium Coelestium, “sobre la revolución de los orbes celestes”. Y sí que fue una revolución.
Fuente:
Comunicación personal.