Boletín n.º 172
17 de diciembre de 2019

200 años de la
creación de Colombia

1819 – 2019

Ilustración de Simón Bolívar por Daniel Gómez Henao

Montaje con ilustraciones
de Daniel Gómez Henao

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La Corporación Otraparte conmemora por medio de este sencillo boletín el bicentenario de la creación de la República de Colombia, y para ello comparte con sus lectores un breve escrito del historiador Frank Bedoya, coordinador de la «Cátedra bolivariana» que actualmente adelantamos, y un fragmento del libro «Mi Simón Bolívar» de Fernando González.

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Ley Fundamental de la
República de Colombia

~ 17 de diciembre de 1819 ~

[…] Artículo 1.º – Las Repúblicas de Venezuela y la Nueva Granada quedan desde este día reunidas en una sola, bajo el título glorioso de la República de Colombia.

[…] Artículo 5.º – La República de Colombia se dividirá en tres grandes Departamentos, Venezuela, Quito y Cundinamarca, que comprenderá las Provincias de la Nueva Granada, cuyo nombre queda desde hoy suprimido. […]».

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17 de diciembre de 1819

Por Frank David Bedoya M.

Existe una fecha olvidada por los colombianos: el 17 de diciembre de 1819, día en el que apareció por primera vez en la historia el país llamado Colombia, creación del Libertador Simón Bolívar. En un país al que le han robado hasta la historia, no es gratuito que se haya querido borrar de la memoria colectiva la creación de la nación colombiana, antecedida por una larga guerra de independencia en contra del imperio español. Hoy, dos siglos después, se cumple el verdadero Bicentenario de la Independencia.

Los colombianos tienen más o menos claro lo que ocurrió el 20 de julio de 1810, cuando se dio el grito de la independencia, pero, más allá de la trifulca por un florero, en tal fecha no pasó nada trascendental, apenas comenzó el período de la llamada «patria boba», época en la que en las declaraciones de los primeros patriotas todavía se adoraba al rey español. Se desconoce profundamente que el fin definitivo de la guerra de independencia se dio en 1819 cuando Simón Bolívar logró hacer realidad su más importante sueño: la creación de Colombia. Al enterarse de la aprobación de la Ley Fundamental que hizo realidad este hecho, Bolívar, eufórico, expresó: «La intención de mi vida ha sido una: la formación de la república libre e independiente de Colombia entre los pueblos hermanos. Lo he alcanzado: ¡viva el Dios de Colombia!».

No deja de ser una casualidad inquietante, además, que la muerte de Bolívar ocurriera exactamente once años después de su creación máxima, el 17 de diciembre de 1830.

La verdadera independencia de Colombia no ocurrió, pues, el 20 de julio de 1810, sino cuatro meses después de la batalla de Boyacá, el 17 de diciembre de 1819, fecha que no debemos olvidar jamás.

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Portadas de la edición príncipe de 1930 y la de 2015 de Ediciones Otraparte del libro «Mi Simón Bolívar» de Fernando González

Portada de la edición príncipe de 1930 y la de 2015 de Ediciones Otraparte del libro Mi Simón Bolívar de Fernando González.

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Mi Simón Bolívar

Fragmento

Fue Bolívar el que luchó durante cuarenta y siete años, cuatro meses y veinticuatro días para libertarse de las trabas que impiden ascender, y por libertar todo un continente y toda la humanidad. La lucha con España fue para él un medio; quería verdaderamente libertad espiritual, mejoramiento.

Como el hombre será siempre promesa, toda obra de libertador quedará inconclusa. Todas son etapas. Lo trascendental del espíritu consiste en que la realidad jamás alcanza al anhelo: el secreto del progreso.

Bolívar, como Sócrates, interesa a la humanidad.

Mediante mi invención*, habéis contemplado el ritmo amplio de su vida. A causa de esa amplitud, envejeció pronto. El hombre envejece porque es un cumplimiento o desarrollo; la vida es dramática.

El organismo no perece propiamente a causa de la enfermedad, sino que enferma porque se debilita en la acción. Santander y Páez, o sea, Colombia y Venezuela, no fueron la causa de la muerte del Libertador y de sus desilusiones respecto de la gloria y de la patria, sino que al envejecer, al terminar la sinergia orgánica, se apoderaron de su alma, así como los tejidos parásitos se apoderan del organismo agotado. Mientras fue el superador, ni siquiera tuvo conciencia de las perversidades que lo rodeaban, contenidas por su energía.

Yo he meditado mucho acerca del ritmo de las vidas. Tengo el mío, mi ritmo: es de hombre-ensayo. Días de intenso amor y meses de monótona pobreza vital. Mi energía nerviosa sale a grandes borbollones y se agota. No soy armonioso.

Todo en la naturaleza titila, como los soles, que tienen períodos de actividad, tempestades de la cromosfera, manchas. ¿A cuántos millones de kilómetros lanza nuestro sol los chorros de sus tempestades? ¿A dónde alcanzan mis deseos?

Hemos logrado abarcar en su conjunto la vida del Libertador y percibir su ritmo.

Mi mujer me dijo anoche: «Emilio es un modelo; ¡cuán dulce e igual su carácter!». Ahí tienes, amor mío, el ritmo, contestéle. Es el suyo un ritmo de cocina; indudablemente tiene sus tempestades, pero son relativas a su pequeñez. El hombre bueno para marido es el que tiene ritmo de marido. Lord Byron tenía ritmo de conquistador de mujeres. Nuestro presidente, Miguel Abadía, tiene ritmo de viudo vuelto a casar: sus tempestades se reducen a voltearse en la cama. ¿Crees tú que Bolívar fue un buen marido, un viudo vuelto a casar? Estaba imposibilitado para unificar su emotividad e ideación en el núcleo de la familia. Su vida de cuarenta y siete años, cuatro meses y veinticuatro días fue la tempestad de una gran conciencia.

Pero dentro del ritmo general y aparente, el más visible, señores, hay otro, el diario. Su ritmo general consistió en lo que habéis oído: formar hombres, de esclavos libertos; el lote de tierra de su experiencia mide unos seis millones de kilómetros cuadrados. Consistió en concebir la unidad de la Tierra, teniendo por capital a Panamá. Su ritmo más personal era rapidísimo. Por ejemplo: tenía que dormir en algo que se balanceara, hamacas; se paseaba silbando, cantando, mientras dictaba proclamas, constituciones, etc. No se podía bañar en aguas quietas; no podía escuchar; le era imposible tener el sentimiento de obra terminada.

Mediante mi invención habéis entendido el milagro de la conciencia humana, que consiste en unificarse con todo lo que toca. Mi finalidad fue mostraros que el progreso del hombre consiste en ascender a la unificación.

Queda probado que Simón Bolívar dirigía las fuerzas sociales y percibía el futuro, el pasado y el presente de su tierra, por tener un alto grado de conciencia. Sólo así pueden explicarse su vida y su obra.

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* «El metro psíquico sirve para medir a los hombres, para clasificarlos en la escala que se eleva desde la masa amorfa hasta los alrededores de Dios. […] El metro tiene siete grados de conciencia: orgánica, familiar, cívica, patriótica, continental, terrena y cósmica. Siete grados visibles para todos, netos. Pero en realidad existen muchos matices y puede suceder que un hombre que viva esencialmente en el primer grado, tenga instantes en planos superiores».

Fernando González

(Mi Simón Bolívar, 1930)

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Ilustración de Lucas de Ochoa, Fernando González y Simón Bolívar por Lucas de Ochoa

«Lucas Ochoa contempla cómo la sombra de Fernando González se convierte en la figura del Libertador». Caricatura de Horacio Longas, publicada en octubre de 1930 con motivo de la aparición de la primera edición de Mi Simón Bolívar.