Boletín n.º 128
Mayo 18 de 2015
Día Internacional
de los Museos
El Libertador Simón Bolívar
Ilustración por Daniel Gómez H.
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En Nueva Granada, en 1812, cada lugar quería ser un centro, con su gobierno ideal, humanitario, y los varios pueblos se desconocían en absoluto. No había nada, absolutamente nada de conciencia nacional, ninguna vinculación con la tierra, y no existía ninguna finalidad bien determinada en la revolución, cuando sonó la voz metálica de Bolívar que en su Manifiesto de Cartagena hablaba por primera vez de América, de solidaridad, y mostraba un fin y los medios para conseguirlo.
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La Corporación Otraparte se une a la celebración del Día Internacional de los Museos compartiendo con sus amigos diversos textos e imágenes relacionadas con Simón Bolívar en la obra de Fernando González. Homenaje al Libertador, quien soñó con una sociedad justa y sostenible. Entre estos documentos se destaca la introducción que escribió para la segunda parte de “Mi Simón Bolívar”, proyecto que no llevó a término.
El Comité Consultivo del Consejo Internacional de Museos (ICOM) propone cada año un tema que los museos pueden utilizar para valorizar su posición en el seno de la sociedad. El de 2015 es “Museos para una sociedad sostenible”. En el presente, la humanidad debe adoptar modos de vida y de desarrollo compatibles con los límites de la naturaleza. La transición hacia un tipo de sociedad sostenible pasa por la invención de nuevos métodos de pensamiento y de acción. Promotores del desarrollo sostenible y auténticos laboratorios de prácticas ejemplares, los museos actuales desempeñan un papel esencial en esta transición y deben consolidar su posición y hacer oír su voz en este contexto. El tema propuesto reconoce el papel de los museos para concientizar al público sobre la necesidad de una sociedad menos derrochadora, más solidaria y que aproveche los recursos de una manera más respetuosa con los sistemas biológicos. Al mismo tiempo advierte sobre las repercusiones actuales de la acción del hombre en nuestro planeta y de las necesidades imperativas de cambiar el modelo económico y social.
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Día Internacional
de los Museos 2015
Icom.museum
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Como esta es mi patria, tengo un derecho incontestable para desearla lo que en mi opinión es mejor. Es muy posible que la Nueva Granada no convenga en el reconocimiento de un gobierno central, porque es en extremo adicta a la federación; y entonces formaría por sí sola un Estado que, si subsiste, podrá ser muy dichoso por sus grandes recursos de todo género.
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¿No dice el Espíritu de las Leyes que estas deben ser propias para el pueblo que se hacen? ¿Que es una casualidad que las de una nación puedan convenir a otra? ¿Y que las leyes deben ser relativas a lo físico del país, al clima, a la calidad del terreno, a su extensión, al género de vida de los pueblos? ¿Referirse al grado de libertad que la Constitución puede sufrir, a la religión de los habitantes, a sus inclinaciones, a sus riquezas, a su número, a su comercio, a sus costumbres, a sus modales? ¡He aquí el código que debíamos consultar, y no el de Washington!
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Meditad bien vuestra elección, legisladores. No olvidéis que vais a echar los fundamentos a un pueblo naciente que podrá elevarse a la grandeza que la naturaleza le ha señalado, si vosotros proporcionáis su base al eminente rango que le espera; si vuestra elección no está presidida por el genio tutelar de Venezuela que debe inspiraros el acierto al escoger la naturaleza y la forma de gobierno que vais a adoptar para la felicidad del pueblo; si no acertáis, repito, la esclavitud será el término de nuestra transformación.
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El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política. Por las leyes que dictó el primer Congreso tenemos derecho de esperar que la dicha sea el dote de Venezuela; y por las vuestras debemos lisonjearnos de que la seguridad y la estabilidad eternizarán esta dicha. A vosotros toca resolver el problema. ¿Cómo después de haber roto todas las trabas de nuestra antigua opresión, podemos hacer la obra maravillosa de evitar que los restos de nuestros duros hierros no se cambien en armas liberticidas? Las reliquias de la dominación española permanecerán largo tiempo antes de que lleguemos a anonadarlas: el contagio del despotismo ha impregnado nuestra atmósfera, y ni el fuego de la guerra, ni el específico de nuestras saludables leyes han purificado el aire que respiramos. Nuestras manos ya están libres, todavía nuestros corazones padecen de las dolencias de la servidumbre. El hombre, al perder la libertad, decía Homero, pierde la mitad de su espíritu.
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No aspiremos a lo imposible, no sea que, por elevarnos sobre la región de la libertad, descendamos a la región de la tiranía. De la libertad absoluta se desciende siempre al poder absoluto, y el medio entre estos dos términos es la suprema libertad social. Teorías abstractas son las que producen la perniciosa idea de una libertad ilimitada. Hagamos que la fuerza pública se contenga en los límites que la razón y el interés prescriben; que la voluntad nacional se contenga en los límites que un justo poder le señala; que una legislación civil y criminal análoga a nuestra actual Constitución, domine imperiosamente sobre el poder judiciario, y entonces habrá un equilibrio y no habrá el choque que embaraza la marcha del Estado, y no habrá esa complicación que traba, en vez de ligar la sociedad.
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Mi Simón Bolívar II
—Fragmento—
Querido Fernando González:
Para mí los seres son universidades; los conozco y así me conozco a mí mismo. Simón Bolívar es universidad. Es el único sentido que pueden tener los seres. Por eso yo, teologucho, no puedo ser el biógrafo que buscas. Al biografiar a Bolívar yo trato de mí mismo; en su niñez busco ayuda para percibir el sentido cósmico de la mía. Simón Rodríguez, su maestro, me interesa porque así revivo y asimilo las fuerzas que hay en mis maestros, Hermana Belén, Clímaco Palau, el que tenía gruesos, bellos bigotes de tres colores, ahumados por hermosos y torrenciales chorros de humo. ¡Cuán universitario era cuando fumaba! Ahí, en sus bigotes entre las nubes comprendí la belleza de las manifestaciones del soplo de Dios. Porque indudablemente Dios hizo un muñeco y lo insufló; y cuando ese vaho se manifiesta sinceramente en formas o en actos, ahí me tienes el quid divinum. Es entonces cuando se puede decir “¡yo lo vi!”. ¿A quién? Al que tiene los ojos risueños y entornados.
Ahí me tienes que va la biografía mía de Bolívar, o sea, Lucas Ochoa reaccionando durante los años 1929, 1930, 1931 y… en que tomó como universidad a Simón Bolívar, uno a quien le manaba la fuerza vital.
Porque, por ejemplo, yo creo que uno nace rey o gobernador o alcalde y que cuando lo nombran no hacen sino confirmar los decretos de la vida. Si nombran a uno que no haya nacido para eso, hay un error político.
Va pues el libro, segundo volumen, tal como me lo dictó mi espíritu, con los mismos terminachos, en la misma forma, diferente a como lo esperas tú y lo esperan mis admiradores. ¿A mí qué me importan mis admiradores? Yo los hago y ellos no me hacen a mí; que me sigan, yo no los sigo; que reciban mi luz. Yo soy un teologucho y no me importa que me admiren; me sobra con mi propia admiración y esa es la que busco.
Van pues los pensamientos y ensayos que he escrito mientras estudio a Bolívar. Unos días hablaré de él y otros no, pues no nací para admirar a un solo ser. Estoy demasiado ocupado conmigo para dedicarme a admirador.
Sabe que no me importa Bolívar; me importo yo; él es un índice que se dirige a mí. No me escribas, pues, que el libro debe ser así o de tal modo. A Elías, el profeta, lo cogía el Espíritu y se lo llevaba por los aires y lo dejaba caer en montes o valles. Por eso era profeta, porque se dejaba llevar por su espíritu y cualquiera que sea obediente será llevado en un carro de fuego a las altas regiones en donde no hay mentira. Así, si yo atendiera a los lectores e hiciera lo que ellos esperan, me mentiría a mí mismo. Síganme y el que no quiera seguirme, vuélvase, que yo no me he casado con ninguno ni tengo que llevar a cuestas cadáveres ni admiradores.
Que el libro sea bella edición, para verme en forma amable y el día en que vaya a morir diré: ¿Qué? Yo dije lo que me mostraste; yo no mentí; yo me auto-expresé; cuando sentí en verdad que alguien era perverso dije: Hijo de puta, y cuando vi santidades balbucía poemas infantiles.
Habrá un tercer volumen.
Muy tuyo,
Lucas Ochoa
Medellín – Mayo 31 – 31.
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Ilustración por Daniel Gómez Henao