Boletín n.º 98
Enero 25 de 2011
Matacandelas recibe
Premio Villanueva
“Fernando González
Velada Metafísica”
Foto por Sebastián Laverde
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La Corporación Otraparte se une a la celebración de los amigos del Colectivo Teatral Matacandelas por el premio que recibirán hoy en La Habana, Cuba, por su obra “Fernando González – Velada Metafísica”. Tras presentaciones en países como Ecuador, República Dominicana, Francia y España, los miembros de la Sección de Investigación y Crítica Teatral de la Asociación de Artistas Escénicos de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) eligieron el pasado 17 de diciembre los Premios Villanueva de la Crítica, que se entregan anualmente en coordinación con la sección cubana de la Asociación Internacional de Críticos de Teatro (AICT) y la revista Tablas.
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Villanueva honra lo
mejor del teatro en el 2010
Por Amelia Duarte de la Rosa
Los Premios Villanueva de la Crítica a los mejores espectáculos extranjeros y nacionales de teatro y danza correspondientes a este periodo que culmina fueron anunciados, como cada año, por la Sección de Investigación y Crítica Teatral de la Asociación de Artistas Escénicos de la UNEAC, la Sección Cubana de la Asociación Internacional de Críticos Teatrales y la revista Tablas.
Los espectáculos extranjeros que más sobresalieron en nuestros escenarios resultaron ser algunos de los que participaron en Mayo Teatral, organizado por Casa de las Américas. Hecho en Perú (Vitrinas para un museo de la memoria) y El último ensayo, ambos dirigidos por Miguel Rubio con el grupo Yuyachkani, de Perú; Fernando González – Velada Metafísica, del grupo colombiano Matacandelas con la dirección de Cristóbal Peláez; así como Tres cigarrillos y la última lasaña y Dentro, dirigidos por Débora Dubois y Nilton Bicudo, respectivamente, para el Teatro Promiscuo, de Brasil. También fueron premiados La casa del abuelo, bajo la dirección de Rosa Díaz para la Compañía La Rous, España; y los programas conciertos del American Ballet Theatre y del New York City Ballet, ambos de Estados Unidos.
En cuanto a las presentaciones nacionales se distinguió la gira del bailarín Carlos Acosta y, en teatro, las puestas Por el monte carulé, dirigido por Rubén Darío Salazar para Teatro de las Estaciones, de Matanzas; Variedades Galiano, de El Ciervo Encantado con dirección de Nelda Castillo; el monólogo Josefina la viajera, dirigido por Carlos Díaz para Teatro El Público; Talco, de Carlos Celdrán para Argos Teatro; Esquinas, de Teatro D’Dos dirigido por Julio César Ramírez; y La primera vez, dirigido por Raúl Martín para Teatro de la Luna.
De igual manera, los miembros de la crítica decidieron reconocer valores en espectáculos como Chicago, de Mefisto Teatro; Shakespeare en confesión, de Velas Teatro; Chamaco, de Teatro Rumbo; La estación, de Teatro Tuyo; y de manera excepcional, el volumen Teatro mío, de Alberto Pedro (Editorial Letras Cubanas) como tributo a un autor que, aunque desaparecido físicamente, demuestra en este conjunto de obras la valía y trascendencia de sus creaciones.
Fuente:
Granma.co.cu
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Fernando González
Velada Metafísica
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Alcanzaron premios
Villanueva obras
participantes en
Mayo Teatral 2010
Como cada año, críticos miembros de la Sección de Investigación y Crítica Teatral de la Asociación de Artistas Escénicos de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) eligieron el pasado 17 de diciembre los Premios Villanueva de la Crítica, que se entregan anualmente en coordinación con la sección cubana de la Asociación Internacional de Críticos de Teatro (AICT) y la revista Tablas. A continuación, La Ventana descubre quiénes fueron los seleccionados.
En el rubro de Espectáculos extranjeros, los montajes Hecho en Perú (Vitrinas para un museo de la memoria) y El último ensayo, ambos dirigidos por Miguel Rubio con el grupo Yuyachkani, Perú; Fernando González – Velada Metafísica, de Cristóbal Peláez con el grupo Matacandelas, de Colombia, y Tres cigarrillos y la última lasaña y Dentro, dirigidos por Débora Dubois y Nilton Bicudo, respectivamente, para el Teatro Promiscuo, de Brasil. Todos participantes en nuestra Temporada de Teatro Latinoamericano y Caribeño Mayo Teatral 2010. Además, La casa del abuelo, dirigido por Rosa Díaz para la Compañía La Rous, España; y los programas concierto del American Ballet Theatre y el New York City Ballet, ambos de Estados Unidos de América, y participantes en el 22 Festival Internacional de Ballet de La Habana.
Dentro de los Espectáculos nacionales, fueron distinguidos, en danza: Carlos Acosta y sus invitados, espectáculo bajo la dirección y concepción general del bailarín Carlos Acosta; en teatro para adultos: Por el monte carulé, dirigido por Rubén Darío Salazar para Teatro de las Estaciones; Variedades Galiano, dirigido por Nelda Castillo para su agrupación El Ciervo Encantado; Josefina la viajera, dirigido por Carlos Díaz para Teatro El Público; Talco, dirigido por Carlos Celdrán para Argos Teatro, Esquinas, dirigido por Julio César Ramírez para Teatro D´Dos, y La primera vez, dirigido por Raúl Martín para Teatro de la Luna.
Asimismo, se decidió estimar, como Reconocimiento, valores en espectáculos como Chicago, de Mefisto Teatro, dirigido por Tony Díaz; Shakespeare en confesión, de Velas Teatro, dirigido por Javier Fernández; Chamaco, dirigido por Jorge Luis Lugo, con Teatro Rumbo, y La estación, dirigido por Ernesto Parra, con Teatro Tuyo.
De manera también excepcional, por el valor que este libro representa, se señaló el valor de la publicación de Teatro mío, de Alberto Pedro (Editorial Letras Cubanas, selección, prólogo y cronología de Vivian Martínez Tabares), como tributo y necesario acercamiento a un autor que, más allá de su desaparición física, demuestra en este conjunto de obras la valía y trascendencia de sus creaciones.
Los críticos participantes en esta votación fueron Ismael Albelo, Norge Espinosa, Roberto Gacio, Marilyn Garbey, Eberto García Abreu, Yamila Gibert, Maité Hernández Lorenzo, Vivian Martínez Tabares, Frank Padrón Nodarse, Miguel Sánchez León y Omar Valiño.
El acto de entrega de los Premios Villanueva se prevé para el 25 de enero de 2011, a las 4:00 p.m., en la sala Villena de la UNEAC.
Fuente:
Laventana.casa.cult.cu
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Fotografía por
Sebastián Laverde
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Mensaje de Cristóbal Peláez González y del Teatro Matacandelas para lectura en La Habana el día 25 de enero de 2011 en el acto de entrega del Premio Villanueva de la Crítica a la obra “Fernando González – Velada Metafísica”:
Medellín, enero 22 de 2011
Apreciados asistentes:
En el año 2001 conocimos en Bogotá a Vivian Martínez, quien nos manifestó la firme intención de sortear todas las dificultades para hacer posible la participación del Teatro Matacandelas en el Mayo Teatral con la obra O marinheiro de Fernando Pessoa. No le creímos mucho porque para nosotros, en Medellín, hasta entonces los grupos teatrales que podían recalar en otras latitudes tenían que acreditarse como bogotanos. Es una tradición capitalina. Finalmente llegamos con una carga de tres obras y en ese año obtuvimos el palmarés tan significativo de llevarnos el premio Villanueva de la crítica. Dado el impacto que siempre ha provocado la representación del poema a tres voces y a cuatro cuerpos del poeta portugués, no nos sorprendió la distinción, aunque sí mucho la existencia de una Asociación de Críticos en la isla, algo de lo cual carece la mayor parte de los países latinoamericanos.
Dos años después, en 2004, volvimos a Mayo Teatral y esta vez el Villanueva se le otorgó a La chica que quería ser Dios. Nos alegró bastante pero no nos sorprendió demasiado pues sabíamos que Sylvia Plath era una poeta difundida y querida en la isla, y la obra tenía los suficientes elementos poéticos y teatrales para estremecer a un espectador avezado, crítico.
Hay que retroceder un año atrás para contarles que yo había tenido la dicha de ser invitado a formar parte del jurado teatral de los Premios Casa de las Américas. Durante ocho días, en el maravilloso Hotel Jagua de Cienfuegos, estuve las 24 horas enclaustrado a pan y agua con la toga romana, como suelen decir los venezolanos, leyendo 90 dramaturgias provenientes de muchas latitudes. Pensé entonces con regocijo que era un inmenso privilegio el tener este Aleph por donde podía apreciar lo que se estaba escribiendo en el continente.
Con antelación Vivian nos había solicitado a cada cual de los jurados dos cosas: uno, que preparáramos a la libre alguna intervención actoral o narrativa para un cabaret crepuscular en Casa de las Américas, y dos, llevar un par de botellas de algún licor representativo de nuestra región con el fin de ofrecer a los asistentes un coctel internacional variopinto. Al final del cabaret, con el duende Freddy Ginebra como bartender, el público entusiasmado agotó las generosas existencias de Brugal, Havana Club, pisco peruano y el ron de Puerto Rico, pero mis pobres botellas de Aguardiente Antioqueño —el mejor aguardiente del mundo dicen los antioqueños— permanecieron casi sin abrir. Alguien injurió: “Oye, caballero, eso no hay quién lo tome”, y todos me miraron con compasión (creo que esas botellas todavía siguen ahí).
Durante muchos días había estado en Medellín pensando cuál podría ser mi participación escénica en el cabaret. Dado mi óxido actoral en beneficio del burocrático ejercicio de director, pensé, obvio, que lo mejor sería presentar en el Caribe algo de lo cual uno como colombiano podría sentirse muy orgulloso. Cuando llegó mi turno en el evento salí y obrando como buen culebrero encaré a la audiencia: “Atención señoras y señores, les voy en este momento a presentar a ustedes aquí en Cuba al hombre más hermoso que ha tenido Colombia en toda su historia”. Silencio, expectación. Di vuelta a una foto donde aparecía Fernando González Ochoa. Les dije que era un filósofo de mi pueblito, Envigado, les dije que Gonzalo Arango, el gran poeta nadaísta, le había otorgado el apelativo de Primer colombiano, les dije que llevando ese retrato me sentía como en el poema de Brecht: “El hombre que portaba un ladrillo para mostrarle al mundo cómo era su casa”. Después hice una lectura breve de algunos párrafos de su correspondencia. Al final la avalancha de solicitud de copias de lo leído me compensó de los “malos tragos”, pero además un corrillo de entusiastas me hacía preguntas y también me retaba: “Oye, caballero, ¿¡qué estás esperando para llevar a ese filósofo al escenario!?”. Cuando salí de Cuba ya había quedado picado por ese veneno que me fue, nos fue devorando, hasta convertirse 6 años más tarde en una puesta en escena, y que hoy, grata vanidad, a la Asociación Internacional de Críticos de Cuba le ha parecido un teatro digno.
Quiero manifestar en nombre de todos los actores de nuestro Colectivo que haciendo teatro en Cuba siempre nos han pasado cosas muy buenas. Tenemos la sensación de haber instalado un poema de afecto mutuo. Aquí siempre nos hemos sentido queridos y ello no es secundario, es humano y teatralmente necesario.
Esta distinción es la que más nos ha emocionado, por muchas razones, entre ellas que es la tercera vez que le pegamos, que Fernando González ha sido durante 32 años nuestro verdadero director (yo apenas su asistente), que el proceso de montaje de dos años fue, como se suele decir, endiabladamente difícil, que implicó mucha investigación y muchas fuerzas amigas, y que no es solamente la obra de un grupo de actores, pues es una coproducción a tres bandas con la Corporación Otraparte y la Cooperativa Confiar.
Y, finalmente, un mensaje para la Asociación de Críticos:
Ustedes ya nos han premiados tres veces ¡y eso que todavía no han visto las obras buenas de nuestro repertorio!
Muchas gracias.
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