Margarita Restrepo, Fernando González Restrepo, el padre Antonio Restrepo S.J. y Fernando González Ochoa.
La iniciación de mi amistad con Fernando González ocurre en 1943, cuando aún no me había ordenado sacerdote y era profesor de Literatura en el Colegio de San Ignacio en Medellín. Nació de un hecho sencillo y curioso. Entre los discípulos que se destacaban por su inteligencia y que recuerdo, estaban Guillermo Duque Gómez, Mariano Ospina Hernández y Fernando González, hijo del famoso escritor. En una de las clases, Fernando leyó un trabajo excelente. Al encontrarme con él, fuera del aula, le dije en chanza: “Siempre fue que allí echó su manita tu papá…”. El muchacho se sonrojó un poco, negó la ayuda y me preguntó a su vez si yo conocía a su papá y si lo había leído. Le respondí que lo había leído, pero que no lo conocía y me gustaría conocerlo. Entonces me invitó a su casa para presentármelo, contándome como para mover más mi interés, que su padre se expresaba muy bien del profesor de Literatura de su hijo, ya que había estado observando sus notorios avances en esta materia. Pero fue el propio Fernando González quien vino a visitarme a San Ignacio, poco después. Fue un encuentro sumamente agradable y las visitas se repitieron por todo el tiempo que viví en Medellín, haciéndose cada vez más largas e interesantes, por la diversidad de temas de nuestras conversaciones, casi siempre de tipo literario o filosófico.
Antonio Restrepo S.J.