“Manuelito Fernández en su lecho de muerte en su casa Avennue Bonneveine, 63 bis. Marsella, diciembre 14/32”. “Marsella, Avennue Bonneveine. Diciembre 14 de 1932. Uno de los balcones de la casa. ¡Manuelito Fdez casi muerto!”. (Notas de doña Margarita en el reverso de las fotografías).
Me parece que a ninguno lo atormentó un personaje suyo como Manuelito Fernández a mí. Amargóme los días de mi primera visita a París, pues allá lo creé y llegó a estar tan vivo que me sustituyó. Casi me enloquezco al darme cuenta de que me había convertido en el hijo de mi cerebro.
Quise formar un personaje y rodearlo de gente y de vida observada hace tiempos. Me cogió la lógica que preside a la aparición de los organismos artísticos y casi me lleva a la locura. El 20 de agosto de 1932, a las once de la noche, entré al metro en la estación de la Magdalena, huyendo de una hermosa que me repetía: Pas cher! Pas cher! Quatre vingts francs avec la chambre…, y allá me sentí tan idéntico a mi personaje que lo oía hablar dentro de mi cráneo, y entonces terminé este libro sin que Manuelito se suicidara. Si se mata —me dije—, oiré que la bala rompe mis huesos y penetra en mi cerebro. Mi proyecto y la lógica exigían terminar con el suicidio. Pero fue imposible.
Fernando González