“Consul de Colombie”
en Marsella, Francia
Apenas lo sacaron de Italia, entre dos policías secretos, llegó enfermo a París y luego a Marsella, en donde estuvo agonizando de peritonitis. De la agonía no recuerda sino que tenía ansia infinita de beber agua de los Andes, de una fuente maravillosa que nace en «Las Palmas», cerca de Medellín. Luego se estuvo durante un año convaleciente y escribiendo constantemente: Tengo una gana loca de ser bueno. Es decir, de comprender más cosas, de apropiárselas, de trascender más y más la apariencia.
Fernando González